NOVENA,
TRIDUO Y VISTA A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES DEL COLEGIO
Venerada
en el Colegio de San Gabriel de la Compañía de Jesús de Quito, Ecuador
Impreso
por La Prensa Católica: año de 1939
✠ NOVENA ✠
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh
Madre Dolorosa!, aquí nos tienes postrados ante tu Sagrada Imagen, deseosos de
enjugar tus lágrimas, y proporcionar algún alivio a tu angustiado corazón,
traspasado de dolor. Hijos tuyos somos, aunque pecadores, míranos Señora, con
ojos de piedad, que nuestras almas lejos de Ti, se encuentran sin aliento,
tristes y desvalidas. Felices mil veces aquellos que tuvieron la dicha de ver
esos ojos virginales, y contemplar en ellos la manifestación más regalada del
amor y ternura que tienes para con tus hijos. Nosotros, reconocidos de tanta
bondad, te agradecemos el favor extraordinario que en ellos nos hiciste; pues
los saludables afectos de tan cariñosa manifestación redundan en beneficio de
todos tus hijos y devotos y nos alientan con la dulce esperanza de gozar aquí
de tus caricias maternales, y de llegar un día a contemplar tus ojos purísimos
sin temor a perderlos jamás. Amén.
DÍA
PRIMERO
¡Oh
Virgen Dolorosa! que escogiste esta imagen sagrada, en la que nos manifiestas
tu corazón dulcísimo para obrar en singular prodigio, a fin de que entendamos
el grande amor de Madre que nos tienes. Te suplicamos, Señora, por el amor que
arde en tu purísimo corazón en favor de los hombres, que nos acojas a todos en
tu amoroso pecho, y en especial a esta república consagrada a tu Santísimo
Corazón, y la gracia que te pedimos en esta novena, si es para mayor gloria de
Dios, honor tuyo y bien de nuestras almas. Amén.
-Se
hace la petición de la gracia que cada uno desea conseguir en esta novena, y se
rezan tres Ave Marías en honor de la Dolorosa del Colegio.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Madre Dolorosa!, por tus
lágrimas, por la corona de espinas, por los clavos que llevas en tus manos, por
las espadas de dolor con que nuestros pecados traspasaron tu corazón, vuelve a
nosotros esos tus ojos misericordiosos y alcánzanos de tu Hijo Santísimo, dolor
intenso de nuestras culpas, y vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad. ¡Oh
Madre Dolorosa! protege a la Santa Iglesia, protege a nuestra Patria, ampara a
la juventud, ampara a la niñez. Amén.
ORACIÓN
¡Oh
Madre Dolorosa!, ya que en la persona de San Juan nos engendraste al pie de la
cruz a costa de dolores tan grandes, muestra que eres nuestra Madre, míranos
con ojos compasivos, y alcánzanos la gracia de vivir y perseverar siempre en el
servicio de tu Hijo bendito, a fin de que merezcamos alabarte eternamente en la
gloria. Amén.
DÍA
SEGUNDO
¡Oh
Madre Dolorosa y Madre de amor! veo en tu corazón una hoguera encendida, que
despide llamas de amor divino. Arroja al mío una centella del fuego celestial,
que trajo tu Hijo al mundo y haz que se convierta tanto hielo en un horno de
amor semejante a tu amor. Sí, alcánzanos, ¡Oh Madre amantísima!, a todos los
que hacemos esta novena, un grande amor a tu bendito Hijo en el tiempo y en la
eternidad, y la gracia que te pedimos, si es para mayor gloria de Dios, honor
tuyo y bien de nuestras almas. Amén.
DÍA
TERCERO
¡Oh
Virgen Dolorosa, tan humilde como excelsa!, por la profunda humildad de tu
corazón con que te manifestaste a los niños, vuélvenos a mirar Señora, con tus
dulces ojos y alcánzanos un corazón humilde, para ser en esta vida del número
de tus hijos y de los predestinados, a fin de reinar eternamente contigo en el
cielo; y la gracia que te pedimos en esta novena, si es para mayor gloria de
Dios, honor tuyo y bien de nuestras almas. Amén.
DÍA
CUARTO
ORACIÓN
¡Oh
Virgen Dolorosa!, que nos manifiestas tu corazón atravesado de siete espadas,
que significan las graves culpas que nos atrevimos a cometer contra su divina
Majestad, y en especial las que se cometen en esta república consagrada al
Sagrado Corazón de tu Divino Hijo. Te suplicamos, Señora, que atravieses
nuestras almas de un profundo dolor de nuestros pecados, para que no los
volvamos a cometer, y nos concedas la gracia que te pedimos en esta novena, si
es para mayor gloria de Dios, honor tuyo y bien de nuestras almas. Amén.
DÍA
QUINTO
ORACIÓN
¡Oh
Virgen Dolorosa! que con tus lágrimas nos das a entender el grande dolor que
siente tu corazón al ver la perdición de tantas almas, en especial, la de los
jóvenes, el poco fruto que sacamos de la pasión de tu Divino Hijo, y finalmente
la ingratitud con que hemos pagado tantos beneficios como has derramado sobre
este pueblo. Te suplicamos, Madre querida, que uniendo nuestras lágrimas a las
tuyas mientras nos dure la vida, no dejemos de llorar nuestras ingratitudes y
nos concedas la gracia que te pedimos en esta novena, si es para mayor gloria
de Dios, honor tuyo y bien de nuestras almas. Amén.
DÍA
SEXTO
ORACIÓN
¡Oh
Virgen Dolorosa!, veo en tus manos los clavos con que fue enclavado el amor de
tu alma, Jesús, en el madero de la cruz, y la corona de espinas que taladró su
sagrada cabeza. Ésta es la herencia que te legó tu Hijo Divino, dándonos así a
entender que no hay otro camino para la vida eterna que el de la santa cruz. Te
suplicamos Señora, nos alcances la gracia de admitir la pobreza, los dolores y
humillaciones, rica herencia con que podemos lograr la eterna bienaventuranza y
la gracia que te pedimos en esta novena si es para mayor gloria de Dios, honor
tuyo y bien de nuestras almas. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
ORACIÓN
¡Oh
Virgen Dolorosa!, veo pintada en tu divino rostro, la profunda amargura y
tristeza, causadas no sólo por la pasión y muerte de tu Santísimo Hijo, sino
también por los males que sufre la Santa Iglesia por parte de sus
perseguidores. Te suplicamos Señora, que nos hagas partícipes de tu aflicción,
y nos concedas la gracia que te pedimos en esta novena, si es para mayor gloria
de Dios, honor tuyo y bien de nuestras almas. Amén.
DÍA
OCTAVO
ORACIÓN
¡Oh
Virgen Dolorosa! aquí te contemplo en la más amarga soledad y desamparo,
después de la muerte y sepultura de tu Bendito Hijo; considero también tu
profundo dolor al ver cuántas almas se separan de la fe católica y desamparan a
la Santa Iglesia por las apostasías. Te suplicamos Virgen Bendita, que acojas
bajo tu protección maternal a nuestras familias y a nuestra república y no
abandones a ninguna persona durante la vida y particularmente en la hora de
nuestra muerte y la gracia especial que te pedimos en esta novena, si es para
mayor gloria de Dios, honor tuyo y bien de nuestras almas. Amén.
DÍA
NOVENO
ORACIÓN
¡Oh
Virgen Dolorosa del Colegio! que, al manifestar tu particular solicitud y amor
por la juventud estudiosa, no dejaste de mirar también con tus maternales ojos
a todas las clases de la sociedad de esta república consagrada a tu amantísimo
corazón. Te suplicamos, oh María, trono de la sabiduría, rectitud de juicio,
sencillez de espíritu y docilidad de corazón, para que no se pierdan en los
laberintos de una vana ciencia y humildes de corazón, prefieran ante todo la
ciencia del divino amor; y a los padres de familia la gracia de educar
cristianamente a sus hijos y a todos lo que te hemos pedido en esta novena, si
es para mayor gloria de Dios, honor tuyo y bien de nuestras almas. Amén.
✠ TRIDUO ✠
ORACIÓN
PREPARATORIA
Madre
Dolorosa, vengo humildemente a tus plantas para manifestarte mi amor y mi
compasión por tus dolores. Te suplico que me hagas partícipe de las
dificultades que sentiste al pie de la cruz y en tu soledad. Concédeme que tus
lágrimas derramadas entonces, caigan en mi corazón endurecido para llorar mis
pecados, causa de la pasión de tu Divino Hijo, mi Redentor. Acuérdate que al
pie de la cruz nos concebiste hijos tuyos. Te suplico que, con la ternura y
amor de tu corazón de madre, te compadezcas de mí y remedies mis males
espirituales y temporales y me alcances la gracia que te pido humildemente en
este triduo. (Se hace la petición). ¡Madre Dolorosa!, yo sé que
como tu hijo Jesús nos dice a todos: Venid a mí cuantos estáis abrumados y
llenos de sufrimientos, que yo os aliviaré. Por esto, convencido de tu amor y
de tu poderoso auxilio, amparo y protección, me acerco a ti lleno de fe y de
confianza para manifestarte mis penas y derramar ante ti mi corazón. Alcánzame
una verdadera conversión, el triunfo de mis pasiones y un encendido amor a
Dios, junto con el remedio de las necesidades que depósito en tu compasivo
corazón. Tú eres mi esperanza, mi amor y mi consuelo. ¡Sálvame, Oh dulce María!
Amén.
-Recemos
tres Ave Marías en memoria de las lágrimas que derramó la Santísima Virgen
María en la Pasión de Jesús.
DÍA
PRIMERO
CONSIDERACIÓN
Jamás
podremos formarnos una idea cabal de la inmensidad de los dolores que sufrió la
Santísima Virgen María en la pasión de su Divino Hijo Jesús. Ninguna
inteligencia humana ni angélica podrá describir la amargura de sus dolores.
Para ello sería necesario conocer la grandeza del amor de María a Jesús, lo
cual sólo Jesús podría conocer y medir. Ese amor inmenso que incendiaba el
corazón de María se convirtió en otro inmenso mar de amargura de tu dolor,
contemplémoslo de pie junto a la cruz, pálida, trémula, fija su mirada maternal
en su Hijo pendiente de la cruz. Sin embargo, firme y llena de resignación
adora la voluntad de Dios, como corredentora ofrece su dolor al Eterno Padre
por la salvación de los hombres, que son sus hijos.
ORACIÓN
¡Oh
Madre Dolorosa! cuando contemplo tus dolores y veo tus ojos arrasados en
lágrimas, palpita entristecido mi corazón por la amargura de haber pecado. Cuán
culpable me encuentro, Madre, y qué ingrato he sido contigo que tanto me has
amado. Madre de bondad escucha mis clamores, recíbeme en el número de tus hijos
y alcánzame la gracia que hoy te pido humildemente. Qué misterioso fue el
milagro que nos hiciste en tu sagrada imagen, de abrir y cerrar tus amantes
ojos. Ni siquiera sospecho tus designios de amor y misericordia; más sin duda
fue también para que abriera mis ojos a la luz de la fe, de la esperanza y del
amor de Dios. Alcánzame esta gracia, la de ser tu hijo de verdad. Mírame
siempre con tus ojos compasivos. Sé la estrella que me conduzca al cielo, en
donde espero contemplarte tal como eres, Madre Dolorosa.
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh
Madre Dolorosa!, por tus lágrimas, por la corona de espinas, por los clavos que
llevas en tus manos, por las espadas de dolor con que nuestros pecados
traspasaron tu corazón, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y
alcánzanos de tu Hijo Santísimo, dolor intenso de nuestras culpas, y vivos
sentimientos de fe, esperanza y caridad. ¡Oh Madre Dolorosa! protege a la Santa
Iglesia, protege a nuestra Patria, ampara a la juventud, ampara a la niñez.
Amén.
DÍA
SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
Fijemos
nuestras miradas en el corazón de María, entremos reverentes en ese santuario
de amor y de dolor. Nos parece decir lo que Jesús dijo a Santa Margarita María
de Alacoque, mostrándole su pecho abierto de par en par: He aquí el Corazón que
tanto ha amado a los hombres, he aquí el corazón de tu Madre que tanto te ama,
que por ti ha sacrificado a su Hijo en el ara de la cruz.
ORACIÓN
¡Madre
Dolorosa!, cuánto has sufrido por cooperar a la salvación de los hombres. ¿Con
qué podremos pagar tanto amor y sacrificio? Tú sabes qué pobres e ingratos
somos; pero recibe nuestro corazón que desde ahora te consagramos.
DÍA
TERCERO
CONSIDERACIÓN
Contemplemos
a María en su soledad. Su hijo ha muerto. Ella está pálida y triste. Está
llorando. La corona de espinas y los clavos son los recuerdos de tantos dolores
del Hijo. Era el más hermoso de los hombres, la luz y la alegría del mundo. La
misericordia y el perdón descendían siempre de sus labios. Sus palabras eran de
vida eterna; donde quiera pasó haciendo el bien. Y ahora su pecho está abierto
por la lanzada del soldado. ¡Sí! hemos sido redimidos por el corazón
traspasado.
ORACIÓN
Te
acompañamos, Madre, en tu soledad, y estamos tristes contigo. La muerte de tu
Hijo es nuestra esperanza y tus dolores, Madre, son la prenda de nuestra
salvación. Alcánzanos el arrepentimiento de nuestros pecados y la verdadera
contrición. Unimos nuestras penas a las tuyas y de tu bondad maternal esperamos
el remedio de nuestras necesidades. Amén.
✠ VISITA ✠
VISITA
A LA DOLOROSA DEL COLEGIO
Dejando los quehaceres del trajinar cotidiano vengo junto a ti, Madre Dolorosa, para acompañarte un rato como hijo que te ama. Quiero que me mires, así tranquilamente, como mira la madre a su hijo pequeño. Quiero que tus ojos, que hablan sin palabras, me perdonen tantas cosas, me limpien las huellas del polvo de mi pobre camino. Madre, ayer fue tiempo de siembra y sembramos tantas cosas: proyectos, deseos, recuerdos y una que otra alegría. Madre, dile a tu Hijo que haga crecer para su gloria y nuestro bien todos nuestros anhelos. Y cuando venga el tiempo de la cosecha, queremos que estés allí junto a nosotros... Hay tantas incógnitas en nuestra vida: despéjalas por el camino del cielo. Hay tantos dolores; únelos a los tuyos de Madre Dolorosa, para completar lo que falta a la pasión de tu Hijo. Déjame hablarte en silencio. Así. A lo mejor sin decirte nada. Sólo mirándote. Y dime lo que Tú quieras para mi vida. Amén.
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