martes, 30 de junio de 2020

DÍA CUATRO DE MES A LA VIRGEN DEL REFUGIO


DÍA CUATRO DE MES CONSAGRADO A LA SANTÍSIMA VIRGEN REFUGIO DE PECADORES


ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, criador y redentor mío, que deseoso de mi salud eterna, te dignaste hacerte hombre para padecer y morir en una cruz por librarme de la muerte eterna, más yo, ingrata creatura, despreciando tu amor, me aparte de ti por la culpa, quebrantando tus santos mandamientos. Así Señor, lo conozco, y arrepentido de mi ingratitud, me pesa de todo corazón de mis grandes pecados, y solo por ser, Dios mío, la suma bondad , digno de ser amado sobre cuanto aprecia el mundo, me pesa de haberte ofendido: yo propongo firmemente no volver a ofender a tu Majestad en cuanto tuviere de vida, confío en que por los méritos de tus dolores y de tu sagrada pasión, y por los de tu Santísima Madre la Virgen maría, me has de perdonar y dar tu gracia, para servirte y amarte en esta vida, y después gozarte en la gloria. Amén.

 

ORACIÓN

¡Dulcísima María, consuelo, abogada y Refugio de los pobres pecadores! Muéstrame, Madre mía, serlo de este indignísimo pecador hijo tuyo que confía y se vale de ti para verse libre del pecado y del demonio, mi cruel enemigo; no permitas, Virgen del Refugio, que tienda sus lazos para cogerme maliciosamente, que no tengo otro refugio ni otro amparo que el de vuestra piedad: no desmerezca, Señora, este favor con mis pecados é ingratitudes, con mis olvidos, con mis tibiezas en amarte como debo; muévete a compasión, amorosísima reina, al ver las llagas de mis pecados, que son infinitos, para que las sanes con el bálsamo de tu caridad. Mira, Virgen del Refugio, los monstruos y sombras de la muerte que me rodean y provocan á desesperación: atiende a que las fieras que despedazan el interior de mi alma, y la tienen tan envenenada, son tantas, que cualquiera de ellas era bastante para destruidla y arruinarla enteramente, si la esperanza en tu benignísima piedad no. alentara mis enflaquecidas fuerzas. No permitas, Bien mío, que sea tanta mi desgracia, que, desatendiendo a mis gemidos, mis ingratitudes me liaban indigno de merecer, por tu intercesión, el perdón de mis pecados, cuando muchos subieron por tu mano a ver a Dios en su celestial Paraíso, que sin ti hubieran sido pasto de las voraces llamas del infierno. ¿Pues cómo será posible, Señora y Madre mía, el que sea tanta mi desdicha, que yo merezca la suerte buena de aquellos que hubieran sido crueles despojos de los demonios, ¿o haberlos librado tu indecible piedad? ¿Cómo he de ser yo solo, Señora, el desgraciado entretantos felices pecadores, ¿que por ti son y serán siempre astros lucidísimos en la gloria? ¿Cabe esto dulcísima María, en tu imponderable clemencia? ¿Sufrirá tu grande caridad y amor que se condene un pecador que a ti clama y en ti pone todas sus esperanzas de su salvación eterna? Ya se ve, Madre mía, que no, porque tú eres la ciudad de Refugio, dentro de cuyos muros y a la sombra de sus almenas, se aseguran y se ven libres de la espada de la Justicia divina, los más perdidos y delincuentes pecadores. ¿Pues qué no he de esperar yo por más que mis culpas excedan a las arenas del mar, y aunque mis pecados sean tantos, que por su multitud no se puedan numerar? ¿Cómo he de desconfiar de mi remedio teniendo en vos, Virgen del Refugio, una caritativa Madre, que no porque vea los pecados de sus ingratos hijos, los desampara; una abogada tan poderosa que a tus eficaces ruegos nada se niega, ¿y un Refugio que me defienda de las iras divinas? Pues, Madre, Abogada y Refugio, séame mérito esta confianza que en vos tengo, para que jamás ceses de rogar por mí a Dios, para que cesen sus enojos. Ejercita, Virgen del Refugio, continuamente este piadoso oficio, alcanzándome de tu santísimo Hijo eficaces auxilios, para que llorando con lágrimas verdaderas de una perfecta contrición mis pecados, me hagas participante de tus admirables virtudes, con las que merezca por tu intercesión, una sentencia favorable cuando me vea en su severo Tribunal, que siendo anuncio feliz de mi bienaventuranza, ésta la continúe por toda la eternidad, gozando de su vista, en tu apreciable compañía en la gloria. Amén.

Se rezan cinco Ave Marías gloriadas.

 

OFRECIMIENTO

Dulcísima María, que en querer ser Refugio de pecadores muestras con imponderable misericordia propia de tu bondad, que eres el hermoso arcoíris a cuya vista se serenan los cielos, y los nublados de las divinas iras se convierten en lucidas nubes de piedades y apacibles misericordias; porque mirándote el Altísimo Dios y Señor de las virtudes con nobilísimas atenciones, con tu aspecto se conmutan sus justos enojos, merecidos de la humana ingratitud, en lluvias de piedades, para que alegres puedan respirar los miserables pecadores. Para experimentar yo, Señora, estos efectos que anuncian la paz entre Dios y el hombre, te ofrezco estas Ave Marías, en reverencia de las virtudes con que venciste al infernal dragón, hasta quebrantar su altiva cabeza con tu victoriosa planta, pidiendo con cuanta humildad puedo, que hagas las paces que rompió mi loca temeridad entre tu Santísimo Hijo Jesús y mi alma. No ignoras, Bien mío, que he atesorado en el seno del supremo Juez tantas iras cuantas culpas he cometido, correspondiendo con ingratitudes a tantas misericordias, a tantos beneficios, cuantos su liberalidad y piedad derramó sobre mí. Mira, Señora, que ya tiene levantado el brazo para herirme, y sólo tu mano puede detener y suspender el golpe. Por ti, Virgen del Refugio, entró la misericordia en el mundo para los miserables pecadores; sólo tú puedes abrirme esa puerta que cerró mi malicia. Atiende, benignísima Señora, a los suspiros de mi profundo llanto y a los continuos clamores de mi afligido corazón, con que te ruego mitigues las justas iras del divino Juez, a quien ciego ofendí, y a quien atrevidamente agravié. ¡Ea, abogada mía, Madre del Supremo Juez! muestra ser Refugio de este arrepentido pecador, para que sobresalga más tu soberano poder y agigantada caridad en mi remedio. Asísteme, piadosísima Señora, en aquel día de ira, día de la mayor calamidad y miseria, cuando me vea delante del severo y justo Juez, tan rodeado de calamidades, cuantos fueron los yerros de mis culpas que las fabricaron; cuando en el tribunal de tu Hijo acriminen mis delitos con ambiciosas acusaciones mis enemigos; cuando clamen los injustos testigos por la justicia más severa; cuando para sepultarme hagan patentes las puertas del infierno; cuando a la vista de todo esto mi pobrecita alma fluctuando en sus mismos pensamientos, confusa con el tropel de sus innumerables culpas, y temerosa de la sentencia de un Dios justamente airado. Para este terrible trance, dulcísima Señora, necesito mucho el que pongas tus benignísimos ojos en mi conflicto, y desde ahora te pido encarecidamente por tus sagrados méritos y por la preciosa sangre de tu Hijo Jesús, que me concedas y muestres con este vilísimo pecador las entrañas de tu piedad, defendiéndome de los rayos del Sol de justicia con la sombra de tu patrocinio, para que tu clemencia y nombre sean más celebrados eternamente, á vista de tan singular beneficio con el mayor de los pecadores. No permitas, Señora, que mis enemigos se gloríen ufanos con la perdición de este tu pobre siervo que en ti confía y por ti espera salvarse: queden ellos confusos y avergonzados; y yo, Señora, Consuelo de afligidos y Refugio de desamparados, sea participante de los gozos inefables de la gloría, si no como uno de tus amados hijos, a lo menos como cualquiera de aquellos grandes pecadores a quienes tu inexplicable bondad sacó de los infinitos lazos de sus culpas, y librándolos de la crueldad de sus enemigos, introdujo con estupenda dignación de tu piedad y misericordia en el cielo, para cantar, alabar y celebrar eternamente las misericordias de Dios y las tuyas en la gloria. Amén.

TE DEUM A LA INMACULADA CONCEPCIÓN


TE DEUM A LA INMACULADA CONCEPCIÓN

 

Compuesto por el Beato Juan de Palafox y Mendoza

 

Tomado del Manual Palafoxiano, año de 1856

 

A ti, Virgen purísima, ensalcemos,

Y tu nombre santísimo alabemos.

A ti, Madre de Dios, confiesa el cielo.

Virgen inmaculada en el cielo y suelo.

A ti adoran los ángeles,

A ti veneran los arcángeles.

A ti piden amor los serafines,

Y su luz a tu luz los querubines.

Las virtudes te alaban, y de adorar tu nombre nunca acaban.

Los patriarcas dicen, que tu nombre santísimo bendice.

Y el coro de Profetas venerable,

Reina te adora, santa y admirable,

Y el colegio apostólico te admira,

Y a servir tu beldad dichosa aspira.

Los mártires te aclaman,

Los confesores te aman,

Y el coro de las vírgenes purísimo.

Tu ejemplar te venera perfectísimo.

Tú eres Hija del Padre, y del Hijo mejor la mejor Madre.

El Espíritu sacro habita en ti como en su templo santo.

Toda la Trinidad forma en ti trono dé Majestad.

Eres cielo animado, y el hombre por ti ha sido reparado, y debe a tu belleza todo su ser nuestra naturaleza.

Tú enjugaste las lágrimas primeras,

Y nos granjeaste glorias verdaderas,

Pues a la culpa triste dichosa tú la hiciste.

Por ti más ganamos redimidos,

Que perdimos por Eva destruidos.

Arca eres celestial del Testamento

Donde tuvo su asiento tu Hijo omnipotente,

Redentor, salvador, santo y clemente.

De ti, como del Tálamo sagrado, salió el Esposo blanco y encarnado

A redimir al mundo: misterio tan profundo y a ti sola se debe, y haces tratable a Dios, humano y breve.

Tú eres fuente sellada, de todas las criaturas venerada, donde bebe el sediento

gracia, gloria, consuelo, amor, contento.

Tú de David la torre.

Tú la casa,

Tú la brasa de amor que al mundo abrasa.

Tú hiciste que los cielos bajasen a la tierra.

Todos nuestros consuelos y todo nuestro bien en ti se encierran.

Maestra eres de piedad, fuente de caridad,

tesoro de virtud, participando origen de salud.

Dios por gracia le ha dado a tu belleza, lo que á él le toca por naturaleza.

Es inmenso el que todo lo hizo de nada:

Eres inmensa tú, Virgen sagrada.

Él es omnipotente, justo, sabio y clemente.

A tu poder no hay cosa reservada.

Es la misma bondad, el bien de mi alma.

Tu bondad y virtud es alta palma,

Que se levanta á superior altura, encumbrándose a toda criatura.

Solo hay la diferencia de una a otra Omnipotencia, que la tuya es criada y de tu Hijo á ti participada.

Y lo que el Hijo tiene por esencia, tienes tú Madre por beneficencia.

No eres tú Dios, Señora, pero a tu Magostad el cielo adora: que el ser madre de Dios le ha levantado á estado que no llega lo criado.

Eres madre del Sol, y eterno día;

solo menos que Dios eres, María.

Inmaculada madre de Dios eres,

y no como los hombres y mujeres cautiva al pecado;

porque tu Hijo te ha privilegiado,

Y tú clara hidalguía nunca admitió tributo,

Virgen pía:

Inmaculada eres, Virgen Santa, en cuerpo y alma; y tu virtud es tanta, que no hay naturaleza, sí es criada, que a tus sagrados pies no esté postrada.

Solo tu luz y sol es sol sin sombra: antes la admiración

misma se asombra de ver en ser humano,

un ser tan superior y soberano,

que con aquello santo que le sobra

nuestra vida perdida

vida cobra.

Espejo cristalino,

que ha formado

el Artífice divino,

no admite mancha

alguna,

burla del sol,

asombra la luna.

Y todas las estrellas

no son bellas;

con aquella hermosura,

son una sombra, sobre fea

oscura.

Oh Virgen, Madre de los afligidos

y luz de los perdidos,

amparo dulce

de desamparados

que ciegos y turbados,

en este valle de dolor caídos,

á ti suspiran siempre perseguidos.

Apiádate de mí, Madre piadosa,

levánteme tu mano

poderosa;

o me deje en la vida,

de tu favor mi vida

siempre asida:

defiéndeme de la muerte,

hasta llegar dichosamente a verte.

A tu Hijo nos muestra,

de toda la virtud

perfecta Maestra.

Pues por ti le gozamos,

por ti piadoso,

oh Virgen, le veamos.

Por ti fue Redentor,

sea por ti, Señora,

Salvador.

Por ti bajó del cielo,

y se hizo hombre

en el suelo,

Por ti nos lleve desde el

suelo al cielo.

En la hora de la muerte

me defienda tu brazo

dulce y fuerte.

Y cuando el enemigo,

que de mis culpas es

fiero testigo,

en aquella agonía

mi perdición procure

con porfía, acusador pesado, nunca de perseguirme

fatigado;

En tan cruel peligro, y riesgo tanto,

cúbrame, Virgen, tu sagrado manto;

y á ti, Señora, deba la victoria:

gracia en la vida, y en el cielo gloria.


lunes, 29 de junio de 2020

TRIDUO A SANTA GERTRUDIS LA MAGNA




TRIDUO QUE EN OBSEQUIO DE LA GLORIOSISIMA VIRGEN SANTA GERTRUDIS LA MAGNA

 

QUE SE VENERA EN LA IGLESIA PARROQUIAL DE SANTA EULALIA

DE LA CIUDAD DE MURCIA OFRECE A LA SANTA SU DEVOTO

EL DOCTOR DON ANTONIO ALBARRACIN

Calificador é Inquisidor ordinario en el Tribunal del Santo Oficio de dicha Ciudad y Racionero de la Santa Iglesia de Cartagena

 

Puestos de rodillas ante una Imagen de Santa Gertrudis, después de persignarse, se dirá el siguiente:

 

ACTO D E CONTRICIÓN

Dulcísimo Jesús mío, Padre de misericordias, Dios de toda consolación: a Vos, Señor amabilísimo, que no queréis la muerte del pecador, sino que se convierta y viva: a Vos, que disimuláis culpas para mover a penitencia: a Vos, que procuráis mi felicidad con tribulaciones que afligen, consuelos que recrean y beneficios que obligan: a Vos mi Dios, mi Bien, mi Amor: a Vos pido, con corazón contrito y humillado, auxilios para aprovechar las riquezas de vuestra adorable bondad, y decir, con amargura del alma, que porque sois infinitamente bueno, os amo más que a todas las cosas y me pesa haberos ofendido: dolor que deseo y propongo acreditar confesando bien mis culpas, mortificando mis sentidos, haciendo guerra a mis pasiones, de modo que, con el amparo misericordiosísimo de vuestra gracia, viva siempre por Vos, en Vos y para Vos hasta la muerte. Amén.

 

Haz, dulce Gertrudis,

Que tu amado Esposo,

Reciba benigno

Nuestros finos votos.

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Gloriosísima Virgen Santa Gertrudis, amante Esposa de Jesús, Pasmo de la gracia, Admiración de los Cielos, Espejo de la Trinidad Santísima, Jardín de las delicias de Cristo, Estampa de su vida, Imagen de su Pasión, Dechado de santidad, Maestra de sana doctrina, Abogada escogida por la piedad infinita para consuelo de afligidos, Ester graciosísima, a quien prometió el Celestial Asuero conceder cuanto cada uno confiare alcanzar por vuestra mediación, y dar ciertísimamente lo que en su Nombre prometiereis, Templo místico, destinado para refugio de delincuentes, Dispensadora liberalísima de los tesoros inestimables del corazón de Jesús; á Vos recurrimos los que en este valle de miserias caminamos entre peligrosos lazos, que prepara el común enemigo para nuestra perdición y os suplicamos, por la llama del santo amor en que ardía vuestro corazón, siempre inclinado a dilatar los de los próximos, oprimidos por aflicciones, dignas de compasión, que oigáis propicia a los que, confiados en vuestra protección, imploramos remedía en las necesidades espirituales y corporales, que justamente nos contristan. Para conseguirlo, ofrecemos al Señor en este Triduo, con nuestros corazones, el mérito de las virtudes que en esta vida practicasteis la fidelidad, constancia, y amor, con que correspondisteis a las finezas que recibisteis de vuestro Esposo Jesús y esperamos nos alcancéis gracia para imitar vuestra conducta, empleados en lo que sea a mayor gloria de Dios, y bien de nuestras Almas. Amén.

 

DÍA PRIMERO

ORACIÓN

Dios y Señor mío: Yo os ofrezco la mortificación y sufrimiento, y conformidad de vuestra amada Esposa Santa Gertrudis, que, aunque se entregó toda á Vos cuando recibió el Bautismo, y conservaba su alma sin mancha de culpa grave, para asegurar esta felicidad, negada a sí misma, tenía su gloria en la Cruz, mortificaba su carne con ayunos rigurosos, y cilicios asperísimos; comía yerbas amargas, ceniza por pan, mezclaba la bebida con lágrimas, quitaba sueño a sus ojos, recostada sobre piedras agudas martirizaba, sus miembros con penitencias que la dictaba el fervor y así, señora de sus pasiones, parecía Ángel en mortal carne: a lo que Vos añadisteis enfermedades dilatadas, dolores agudísimos, aflicciones vehementes, tentaciones temibles, temores y congojas, con que purificasteis más su espíritu. Concédeme, Señor, luz para meditar con fruto las mortificaciones de esta criatura, cuya vida era tan inculpable, y el descuido con que yo, siendo tan pecador, paso los días entre placeres transitorios y falaces, para que reconocido os desagravie con arrepentimiento cordialísimo, y penitencia aceptable, esperando por mediación de Gertrudis, vuestra querida Esposa el perdón y gracia para no separarme del camino de vuestros mandamientos, que guía a la posesión eterna de vuestra adorable Bondad, Amén.

Ahora se rezará tres veces el Padre nuestro con Ave María y Gloria.

 

Dulce Jesús, por Gertrudis,

Vuestra Esposa más querida,

Concédenos el amor

Que en su corazón ardía.

 

ORACIÓN A JESUCRISTO PARA TODOS LOS DÍAS

Clementísimo, suavísimo y dulcísimo Jesús, postrado a vuestros pies, me confieso indigno de vuestra misericordia, por el abuso que he hecho de ella, desatendiendo gracias, repitiendo culpas, dilatando la penitencia, pero reconociendo mis ingratitudes, con deseos sincerísimos de vuestra amistad, me acojo al amparo poderoso de Gertrudis, a quien hicisteis favores estupendos para alentar la confianza de sus devotos. Imprimisteis en sus labios vuestro Nombre; en su corazón vuestras llagas, en él preparasteis mansión deliciosa para templar vuestro enojo, si os irritaban los hombres, y para dispensar mercedes. La disteis las llaves del vuestro, y con Elías poder para deshacer hielos, contener lluvias perjudiciales, apagar incendios, vencer ejércitos, escarmentar al demonio, dar consuelo a todo afligido que lo buscase por su ruego y libertad a innumerables almas del Purgatorio. Vos, Señor, la ilustrasteis para escribir libros, llenos de celestial sabiduría la recreasteis con cánticos, coloquios y visiones divinas le disteis Don de Profecía, gracia de hacer milagros, recibisteis su alma en vuestro corazón para conducirla al Cielo. Finezas todas que acreditan el amor con que la engrandecíais, la correspondencia que observaba, y la seguridad del buen despacho de sus súplicas. Oíd pues, propicio la que os hago en este Triduo; atended la mediación de la que tanto distinguisteis, y amasteis: consolad a quien nada pide, ni desea que no conduzca a vuestra gloria y su eterna felicidad. Amén.

Ahora levantando el corazón a Dios se pide con humildad el favor que se desea alcanzar de su Divina Majestad, por la mediación de la gloriosa Santa Gertrudis.

 

Haz, piadosa Madre,

Que afable y propicio

Jesús nos perdone

Por tu patrocinio.

 

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA

Soberana Reyna de los Ángeles, Emperatriz de los Cielos, Santísima María, que mirasteis como hija a la Virgen Gertrudis, quien desde niña os amó como á Madre; respeto que aumentó mucho cuando Jesús os nombró su Procuradora y Vos, en desempeño de esta confianza le hicisteis visitas frecuentísimas y le comunicasteis por modo maravilloso vuestros merecimientos, y adornasteis su alma con las siete virtudes en que más resplandecisteis en esta vida; la presentasteis a vuestro Hijo, y la dio a beber néctar celestial en la llaga de su Santísimo Costado, como fuente de perenne consuelo la asististeis en su última enfermedad, muerte, y tránsito a la Bienaventuranza: volved, Madre amantísima, esos ojos de clemencia a los que, en obsequio de vuestra Sierva y Abogada nuestra Santa Gertrudis, ofrecemos al Señor nuestros corazones en este devoto Triduo para merecer, con su intercesión y vuestro Patrocinio, la gracia que pedimos, dilatación de la Santa Fe Católica, extirpación de las herejías, paz entre los Príncipes Cristianos, y la eterna gloria. Amén.

 

GOZOS

Si ostentáis tanto favor

Al que rendido os implora,

Sed, Gertrudis, protectora

De quien arde en vuestro amor.

 

Ser noble Benito os dio

Catedrática María,

Pues con sabrosa armonía,

Exponéis cuanto os dictó:

Cristo el ardiente fervor

Con que vuestra fe le adora:

 

Fuisteis de letras divinas

Y humanas Comentadora,

Y por esto la Doctora

Sois Vos la más Peregrina:

Claro se ve en el valor,

Que en tus libros se atesora.

 

La humildad que en Vos se encierra

Por prodigio singular

Tenía el nunca llegar

A confundiros la tierra:

Decía: ¿Cómo tu ardor

No abrasa a tal Pecadora?

 

Vuestra pureza fue tanta

Que le dio Cristo el blasón,

Con Vos trocó el Corazón

Y con sus Llagas lo esmalta:

Es tan grande este favor,

Que en el mundo igual se ignora:

 

En su noche con dulzura

En tu corazón nació

El Dios Niño, y te llamó

De su Humanidad figura:

Como sois tan pura Flor

Jesús en tu pecho mora:

 

Con milagro singular

En tus pechos se advirtió

Leche, y que Jesús bajó

Visiblemente a mamar:

Si le dais suave Licor,

Y como Madre os adora:

Sed, Gertrudis, protectora

De quien arde en vuestro amor.

 

Por su Esposa os escogió

El Oráculo sagrado,

Siete anillos os han dado,

Que su Cariño labró:

Si es tanto vuestro primor,

Que el mismo Cristo enamora:

 

Del Costado de Jesús

Ricos tesoros sacasteis,

Y a tus Devotos llenasteis

De claros rayos de luz:

Que así premia vuestro ardor

Al que de Vos se enamora:

 

Al tiempo que tú expiraste

Bajó Celeste Escuadrón,

Cristo abrió su corazón

Como a tu casa a él entraste;

Así el Divino Señor

A quien le sirve mejora:

ANTÍFONA: Salid, hijas de Sión, y mirad a Gertrudis con la corona con que Cristo la coronó el día de su desposorio, en el día de gozo de su corazón.

L/: Difundida está la gracia en tus labios.

R/: Porque el Señor te bendijo eternamente.

ORACIÓN: Oh Dios, que gozosamente te preparaste una mansión en el corazón de tu bienaventurada virgen Santa Gertrudis, purifícanos clemente, por sus méritos e intercesión, de toda mancha en nuestro corazón, para que merezcamos ser hechos una digna habitación para tu divina Majestad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

SEGUNDO DÍA

ORACIÓN

Benignísimo, y amorosísimo Señor, Maestro divino, que, para dirigir a vuestra amada Esposa Gertrudis al monte de la perfección, después de purificada con el fuego de mortificaciones y penas interiores, la hicisteis conocer que las virtudes son vida, riqueza, y hermosura del alma con lo que, ansiosa de ejercitarse en ellas con fruto, en Vos, como en libro misterioso, tomaba lecciones, y sacaba deseos de adelantarse, aumentándolos con el aprovechamiento: Yo os ofrezco aquella humildad con que, distinguida con ilustraciones y finezas de vuestro amor, se tenía por vil criatura, merecedora de mil infiernos, diciendo era milagro que la sufriese la tierra, abatimiento que os movió a decirla; Con razón se te ofrece la tierra para que la ajes, cuando la máquina admirable de los Cielos espera la hora alegrísima en que te ha de llevar para que pises las estrellas. También os consagro la obediencia con que, sin tener más voluntad que la vuestra ni esperar voz de Superiores, en quienes os veneraba, los servía, con solo entender lo que querían mandar: El candor de su corazón, tan desprendido de todo lo terreno, como manifestó diciéndoos: Y o no hallo en la tierra cosa que me dé contento, sino a ti y Vos la correspondisteis: Ni yo hallo en que recibirlo sin ti. Con su pureza Angélica hacia castos a los que la trataban o velan, y por ella la llamasteis Paloma sin hiel, y Azucena candidísima: La caridad con que ardía, teniendo por prodigio vivir entre llamas de volcán tan divino que como que liquidó su corazón, cuando lo traspasasteis con un dardo encendido. Haced, Padre piadosísimo, que, limpiando mi alma de las manchas, con que la han obscurecido mis culpas, imite las virtudes de esta vuestra Esposa; favor que por su intercesión me prometo, con la gracia que pido en este Triduo, siendo todo para serviros en esta vida y gozaros en la eterna. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

ORACIÓN

Misericordiosísimo Dios y Señor mío, que, pasado el invierno de mortificaciones, sequedades, temores, desconfianzas, con que probasteis a vuestra Esposa Gertrudis, aunque enriquecida con virtudes y dones, la condujisteis a primavera de floridísimos consuelos, elevando su espíritu, por amor santo, y contemplación altísima, a unión admirable, con que abandonada a sí misma, transformada, hecha un espíritu con Vos, os preparó morada de profunda paz vivía con vuestra vida, y os presentaba agradecida lo mismo que la habíais concedido alteza prodigiosa, que manifestasteis diciendo: He juntado mi corazón con su alma, de manera que consiente con mi voluntad en todo, sus ojos no ven, ni su boca habla sino lo que quiero yo ver y hablar. Bondad que reconoció llena de confusión Gertrudis, por estas expresiones: Me metiste, con cadenas de amor, y gustosa violencia me arrebataste a tal unión. ¡Cuánta será, Señor, la dureza de mi pecho, si contemplando estos esmeros amorosos de vuestra clemencia, no lo ablanda y liquida el dolor de haberos ofendido; la pena de vivir separado de Vos! No permitáis, Bien mío, que por más tiempo esté insensible a esta división que sigue al pecado: compadeceos de mi miseria, por vuestra misericordia y ruegos de vuestra Esposa Gertrudis: concededme el favor particular que os pido y gracia, con que, como hijo de vuestro amor, disfrute la herencia que tenéis preparada a los que mueren en aquella, para que eternicen su felicidad en la gloria. Amén.

 

NOVENA A SANTA LUTGARDA O LUTGARDIS


NOVENA A LA GLORIOSA VIRGEN SERÁFICA SANTA LUTGARDA

ABOGADA DE LAS EMBARAZADAS Y PARTOS DIFÍCILES

Con licencia eclesiástica

Barcelona 1735

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo Dios, y hombre verdadero, Criador, y Redentor mío, en quien creo como suma verdad, y en quien espero con suma Bondad; me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, detesto para siempre todo pecado; confió de vuestra Misericordia infinita, que me perdonareis, y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar hasta la muerte en vuestro amor y servicio. Amen.

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Gloriosísima Santa Lutgarda, Esposa amada de Jesús, Medianera y Protectora mía amabilísima; si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien mío, que yo consiga lo que suplico en esta Novena; Ruegoos Santa mía, me alcancéis este favor de la benignidad; y liberalidad de vuestro Divino Esposo; o sino, que me inspire , y conceda aquello, con qué unido en perfecta caridad con mi Dios , prontamente le sirva, perfectamente le ame y eternamente le alabe en los Cielos. Amen.

 

DÍA PRIMERO

Dios y Señor, que enviasteis al Mundo a vuestro preciosísimo Hijo para enseñarnos la verdadera Pobreza de espíritu y apartarnos de las vanidades de él, prometiéndonos por premio, la bienaventuranza eterna. Suplicoos por los méritos de vuestro Hijo, de su Santísima Madre, y de mi Protectora Santa Lutgarda, que así como se dignó Jesucristo, amabilísimo Esposo suyo, sacarla de las vanidades del mundo, para la Religión, convidándola a las castas dulzuras de la llaga de su costado me aparte también a mí de todo afecto desordenado hacía las cosas del Mundo, y que en tanto diese de ellas, en cuanto me sirvieran para amarle, sin tener mi corazón puesto en otra cosa, que en la mayor gloria vuestra, de vuestro Hijo Benditísimo y de mi Santa Protectora, por quien espero alcanzar lo que pido en esta Novena. Amen.


Rezárense aquí tres Padre nuestros y tres Ave Marías, y dirase á la Santa la siguiente Oración:


Amorosísima Protectora mía Santa Lutgarda, a quien Jesús enriqueció de gracias, merecimientos y favores, amándoos tiernamente; y tomándoos por Esposa, cuando desde la Cruz os dio aquel dulce abrazo y con él su corazón, comunicándoos lo interior de su pecho, cuando aplicasteis vuestra boca a la llaga del costado, y regalándoos frecuentemente con celestiales visitas. Suplicoos Abogada mía por el amor, que tuvisteis a Jesús; me alcancéis una perfecta caridad con que le ame y le sirva , andando por el camino de sus Divino Mandamientos, cumpliendo con las obligaciones de mi estado, no apartándome un punto de su Divina voluntad; antes bien le sirva con mi memoria, acordándome de sus inestimables beneficios: con mi entendimiento, conociendo sus inestimables Perfecciones: con mi voluntad, complaciéndome en ellas y amándolas por su infinita Bondad, hasta que llegue a gozarlas descansando en paz con una sosegada y santa muerte. Y mientras la Divina. Providencia me concediere esta vida, dirigidme, Protectora mía, por los caminos de su Divino amor hasta que arda en viva sed de las virtudes, y llegue a anegarse en el inmenso mar de suavidades en que continuamente sacian su sed los Bienaventurados. Yo espero de vuestra liberalísima Misericordia, me concederéis el logro de mi petición en esta Novena, como medio con que llegue a saciarme en los inefables placeres, de que está gozando ya mi sagrada Protectora. Amen.

 

GOZOS

Lutgarda de Dios querida,

de Jesús Esposa amada,

al que os invoca Abogada

vuestro favor nunca olvida.

 

El noble solar Brabante

ilustre Patria os ha dado;

la gracia os hizo un traslado

de Jesús muy semejante;

Ya desde niña os convida

a religiosa morada.

 

De vuestro Esposo Divino

seguisteis el llamamiento,

cuando en su pecho sangriento

habitación os previno:

De tal favor atraída,

nada del Mundo os agrada.

 

Bernardo en su Religión,

por Divina Providencia,

logró con vuestra presencia

modelos de perfección:

Por vuestro favor y vida

la virtud se ve ilustrada.

 

Tanto Jesús os amó,

que os dio de Esposa el abrazo,

y en tierno amoroso lazo

unido con vos quedó:

En fineza tan crecida

os dio su sangre sagrada.

 

A éxtasis amorosos

vuestras potencias rendíais:

cuando así en Jesús veláis

mil retratos dolorosos:

De este dolor afligida,

quedaba el alma arrobada.

 

Suavemente tirano,

el deseo os atormenta,

cuando al Martirio os alienta

con impulso soberano:

En el pecho reprimida

el alma vive angustiada.

 

A la fuerza de este amor

rompió en el pecho una vena,

Con que mitiga su pena,

vertiendo sangre el fervor;

Con este carmín vestida

vuestra Fé quedó hermoseada.

 

De los hombres los pecados

tan vivamente sentisteis,

que catorce años vivisteis

en ayunos continuados,

De tantas culpas la herida

sentíais enamorada.

 

Fue vuestro amor homicida,

que con suavidad violenta

quitaros la vida intenta,

para daros mejor vida:

A nueva Región lucida

por Jesús sois trasladada.

 

Halla cualquier aflicción

en vos consuelos piadosos,

y en los partos peligrosos

logra vuestra protección:

De Madre e Hijo la vida

por vos se ve conservada.

 

Vuestros milagros Señora,

y en los Partos singulares,

os dan Culto en los Altares

de esta Ciudad que os adora:

Con Vos se ve enriquecida

y a Vos se mira obligada.

 

L/: Ruega por nosotros Santa Lutgarda

R/: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén

 

OREMOS: Concédenos, Señor, por la intercesión de que Santa Lutgarda, que siempre te fue agradable por el mérito de su castidad, la práctica de las virtudes y obtener así Vuestra Indulgencia. Por Jesucristo tu Hijo, Nuestro Señor, quien contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

DÍA SEGUNDO

Dios y Señor, que queriendo establecer en los hombres la verdadera paz y mansedumbre de corazón, les propusiste por ejemplar y modelo a vuestro Benditísimo Hijo, el cual la enseñó con sus obras y palabras, prometiendo a los mansos que poseerías la tierra. Suplicoos por vuestra hija que os siempre agradó: Santa Lutgarda , Abogada mía, sufriendo con mansedumbre a los que la perseguían , y mostrándose afable con los que pretendían apartarla de vuestra comunicación; me deis gracia para conservar con todos la quietud interior de mi alma , aun la exterior, correspondiendo a las injurias con beneficios, para que de esta suerte me haga digno de poseer la tierra de los Vivientes , que es la Patria celestial , y alcanzar el favor que os suplico en esta Novena, por los méritos é intercesión vuestra Esposa y Protectora mía Santa Lutgarda , a mayor gloria vuestra. Amen.

 

DÍA TERCERO

Dios, y Señor, que queriendo enseñar al Mundo, entregado a placeres , y gustos ilícitos; santificasteis el llanto por boca de vuestro amado, Hijo , prometiendo por su Divina palabra el eterno consuelo a los que en esta vida debidamente llorasen: Ruegos, Padre mío amantísimo, que atendáis al incesante llanto , con que vuestra amada Esposa Santa Lutgarda vivió y a vista de tantos pecadores , por los cuales estuvo catorce años en continuo ayuno, y penitencia; y me concedáis un verdadero conocimiento , y dolor de mis pecados, llorando amargamente por ellos; para con esto entrar a la intensidad de los gozos celestiales acompañarlos eternos cantares de vuestras Divinas alabanzas. Y si el favor que os pido en esta Novena, ha de ser medio para que yo alcance este fin, dignaos de oír mi petición, atendiendo a los méritos de mí amada Protectora. Amen.

 

DÍA CUARTO

Dios y Señor, que destinando a los hombres pagara los eternos placeres, los quisisteis hambrientos, y sedientos de la Justicia, o perfección, convidándoles por vuestro Hijo a los regalos, y convites, que habéis preparado para vuestros escogidos. Mirad Señor a la continua sed y hambre de las virtudes, en que cada día mi Protectora Santa Lutgarda, hallando solo alivio en la sangre de la llaga de su Esposo Jesús, é inflamad mi Corazón con vuestro purísimo y glorioso Hijo. Amen.

 

DÍA QUINTO

Dios y Señor, que, preciándoos de Padre de misericordia, quisisteis, que en los que habíais adoptado por Hijos vuestros, reluciera la piedad, ofreciendo a los Misericordiosos, según palabra de vuestro Unigénito Hijo, que los mirabais con ojos de benignidad, y ternura. Yo veo, Señor, cuanto os agradasteis en la mucha misericordia de mi Abogada Santa Lutgarda, concurriendo vos con extraordinario poder a los continuos prodigios que obra la Santa Virgen para acudir al remedio de los Prójimos. Y esto mismo me anima a suplicaros me concedáis una compasión tierna, y animo caritativo con mis Prójimos, que me sirva de mérito para obtener el favor, que pido en esta Novena, y experimentar la benignidad de vuestra infinita Misericordia ahora, y en mi muerte. Amen.

 

DÍA SEXTO

Dios y Señor, que haciendo a los hombres Templos de vuestra morada, y descanso, los quisisteis adornadas con el candor de la inocencia, y limpieza de toda culpa, para. que pudieran llegar a ver vuestro Divino ser, soberanos misterios, y secretos, según las promesas de vuestro Hijo. Suplicoos Dios mío , por la lima pieza, y pureza de corazón, con que mi sagrada Medianera Santa Lutgarda se hizo templo vivo del Divino Espíritu, que more también en mi este mismo Espíritu con una íntima unión de amor, con el cual limpio, y purificado de mis faltas, merezca la protección vuestra , y de mi amada Santa Lutgarda, para conseguir lo que pido en esta Novena, y llegar al monte de la gloria, donde vea y contemple vuestras soberanas perfecciones por toda una eternidad. Amen.

 

DÍA SÉPTIMO

Dios y Señor, que por admirable dignación vuestra quisisteis, que los Pacifico: fueran llamados Hijos vuestros asegurándoles esta promesa con la certísima palabra de vuestro Divino Hijo. Conozco, Padre mío, la verdad de vuestra promesa en mi Abogada Santa Lutgarda a quien engrandecisteis, haciéndola Hija vuestra, y dichosa Esposa de Jesús, por la paz interior de su alma, y exterior con los hombres, no dándoles ocasión de disgusto. Por los merecimientos de esta Santa, Ruegos, Dios y Padre mío, me deis gracia para hacer continua guerra a los vicios, con que alcance lo que pido, y una perfecta paz y victoria, que me gane el glorioso renombre de Hijo vuestro. Amen.

 

DÍA OCTAVO

Dios, y Señor, que amando infinitamente a vuestros Escogidos, les probasteis con aflicciones, permitiendo fuesen perseguidos por santidad, y justicia ,enviando desde el Cielo a vuestro Unigénito Hijo , que nos sirviese de ejemplar, y nos animase al sufrimiento, con la segura promesa de que por este medio poseeríamos el Reino de los Cielos; Suplicoos Señor mío, por la constancia heroica de mi Protectora Santa Lutgarda, con que sufrió los oprobios de los que sentían mal de su fervor, me deis a mí un corazón constante para todo lo bueno, sin que pueden apartarle de vos tribulaciones algunas, ni aun la misma muerte, que espero ha de ser puerta para la gloria, y por los méritos de vuestro Hijo Benditísimo, y de Santa Lutgarda, Abogada mía, por quien creo alcanzar lo que pido, y suplico en esta Novena. Amen.

 

DÍA NOVENO

Dios y Señor, que para encender en los hombres el fuego de Caridad y amor Divino, enviasteis vuestro amado Hijo, y Redentor nuestro con admirable dignación. Atended, Dios mío, el abrazado corazón de Santa Lutgarda con que incesantemente os amaba, y deseaba morir por vos, hasta reventar en sangre sus venas a las violencias de su deseo y amor; y abrazad también mi corazón, y voluntad con una caridad, pura, desinteresada, y perfecta con que corone todas las virtudes que se me proponen en las Bienaventuranzas, alcanzadme también lo que deseo en esta Novena, y os ame junto con mi Santa Protectora por toda una eternidad. Amen.


ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...