TRIDUO QUE EN OBSEQUIO DE LA GLORIOSISIMA
VIRGEN SANTA GERTRUDIS LA MAGNA
QUE SE VENERA EN LA IGLESIA PARROQUIAL DE
SANTA EULALIA
DE LA CIUDAD DE MURCIA OFRECE A LA SANTA SU
DEVOTO
EL DOCTOR DON ANTONIO ALBARRACIN
Calificador é Inquisidor ordinario en el Tribunal
del Santo Oficio de dicha Ciudad y Racionero de la Santa Iglesia de Cartagena
Puestos de rodillas ante una Imagen de Santa Gertrudis, después de persignarse, se dirá el siguiente:
ACTO D E CONTRICIÓN
Dulcísimo Jesús mío, Padre de misericordias, Dios de toda consolación: a Vos, Señor amabilísimo, que no queréis la muerte del pecador, sino que se convierta y viva: a Vos, que disimuláis culpas para mover a penitencia: a Vos, que procuráis mi felicidad con tribulaciones que afligen, consuelos que recrean y beneficios que obligan: a Vos mi Dios, mi Bien, mi Amor: a Vos pido, con corazón contrito y humillado, auxilios para aprovechar las riquezas de vuestra adorable bondad, y decir, con amargura del alma, que porque sois infinitamente bueno, os amo más que a todas las cosas y me pesa haberos ofendido: dolor que deseo y propongo acreditar confesando bien mis culpas, mortificando mis sentidos, haciendo guerra a mis pasiones, de modo que, con el amparo misericordiosísimo de vuestra gracia, viva siempre por Vos, en Vos y para Vos hasta la muerte. Amén.
Haz, dulce Gertrudis,
Que tu amado Esposo,
Reciba benigno
Nuestros finos votos.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Gloriosísima Virgen Santa Gertrudis, amante Esposa de Jesús, Pasmo de la gracia, Admiración de los Cielos, Espejo de la Trinidad Santísima, Jardín de las delicias de Cristo, Estampa de su vida, Imagen de su Pasión, Dechado de santidad, Maestra de sana doctrina, Abogada escogida por la piedad infinita para consuelo de afligidos, Ester graciosísima, a quien prometió el Celestial Asuero conceder cuanto cada uno confiare alcanzar por vuestra mediación, y dar ciertísimamente lo que en su Nombre prometiereis, Templo místico, destinado para refugio de delincuentes, Dispensadora liberalísima de los tesoros inestimables del corazón de Jesús; á Vos recurrimos los que en este valle de miserias caminamos entre peligrosos lazos, que prepara el común enemigo para nuestra perdición y os suplicamos, por la llama del santo amor en que ardía vuestro corazón, siempre inclinado a dilatar los de los próximos, oprimidos por aflicciones, dignas de compasión, que oigáis propicia a los que, confiados en vuestra protección, imploramos remedía en las necesidades espirituales y corporales, que justamente nos contristan. Para conseguirlo, ofrecemos al Señor en este Triduo, con nuestros corazones, el mérito de las virtudes que en esta vida practicasteis la fidelidad, constancia, y amor, con que correspondisteis a las finezas que recibisteis de vuestro Esposo Jesús y esperamos nos alcancéis gracia para imitar vuestra conducta, empleados en lo que sea a mayor gloria de Dios, y bien de nuestras Almas. Amén.
DÍA PRIMERO
ORACIÓN
Dios y Señor mío: Yo os ofrezco la mortificación y sufrimiento, y conformidad de vuestra amada Esposa Santa Gertrudis, que, aunque se entregó toda á Vos cuando recibió el Bautismo, y conservaba su alma sin mancha de culpa grave, para asegurar esta felicidad, negada a sí misma, tenía su gloria en la Cruz, mortificaba su carne con ayunos rigurosos, y cilicios asperísimos; comía yerbas amargas, ceniza por pan, mezclaba la bebida con lágrimas, quitaba sueño a sus ojos, recostada sobre piedras agudas martirizaba, sus miembros con penitencias que la dictaba el fervor y así, señora de sus pasiones, parecía Ángel en mortal carne: a lo que Vos añadisteis enfermedades dilatadas, dolores agudísimos, aflicciones vehementes, tentaciones temibles, temores y congojas, con que purificasteis más su espíritu. Concédeme, Señor, luz para meditar con fruto las mortificaciones de esta criatura, cuya vida era tan inculpable, y el descuido con que yo, siendo tan pecador, paso los días entre placeres transitorios y falaces, para que reconocido os desagravie con arrepentimiento cordialísimo, y penitencia aceptable, esperando por mediación de Gertrudis, vuestra querida Esposa el perdón y gracia para no separarme del camino de vuestros mandamientos, que guía a la posesión eterna de vuestra adorable Bondad, Amén.
Ahora se rezará tres veces el Padre nuestro con Ave María y Gloria.
Dulce Jesús, por Gertrudis,
Vuestra Esposa más querida,
Concédenos el amor
Que en su corazón ardía.
ORACIÓN A JESUCRISTO PARA TODOS LOS DÍAS
Clementísimo, suavísimo y dulcísimo Jesús, postrado a vuestros pies, me confieso indigno de vuestra misericordia, por el abuso que he hecho de ella, desatendiendo gracias, repitiendo culpas, dilatando la penitencia, pero reconociendo mis ingratitudes, con deseos sincerísimos de vuestra amistad, me acojo al amparo poderoso de Gertrudis, a quien hicisteis favores estupendos para alentar la confianza de sus devotos. Imprimisteis en sus labios vuestro Nombre; en su corazón vuestras llagas, en él preparasteis mansión deliciosa para templar vuestro enojo, si os irritaban los hombres, y para dispensar mercedes. La disteis las llaves del vuestro, y con Elías poder para deshacer hielos, contener lluvias perjudiciales, apagar incendios, vencer ejércitos, escarmentar al demonio, dar consuelo a todo afligido que lo buscase por su ruego y libertad a innumerables almas del Purgatorio. Vos, Señor, la ilustrasteis para escribir libros, llenos de celestial sabiduría la recreasteis con cánticos, coloquios y visiones divinas le disteis Don de Profecía, gracia de hacer milagros, recibisteis su alma en vuestro corazón para conducirla al Cielo. Finezas todas que acreditan el amor con que la engrandecíais, la correspondencia que observaba, y la seguridad del buen despacho de sus súplicas. Oíd pues, propicio la que os hago en este Triduo; atended la mediación de la que tanto distinguisteis, y amasteis: consolad a quien nada pide, ni desea que no conduzca a vuestra gloria y su eterna felicidad. Amén.
Ahora
levantando el corazón a Dios se pide con humildad el favor que se desea
alcanzar de su Divina Majestad, por la mediación de la gloriosa Santa Gertrudis.
Haz, piadosa Madre,
Que afable y propicio
Jesús nos perdone
Por tu patrocinio.
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
Soberana Reyna de los Ángeles, Emperatriz de los Cielos, Santísima María, que mirasteis como hija a la Virgen Gertrudis, quien desde niña os amó como á Madre; respeto que aumentó mucho cuando Jesús os nombró su Procuradora y Vos, en desempeño de esta confianza le hicisteis visitas frecuentísimas y le comunicasteis por modo maravilloso vuestros merecimientos, y adornasteis su alma con las siete virtudes en que más resplandecisteis en esta vida; la presentasteis a vuestro Hijo, y la dio a beber néctar celestial en la llaga de su Santísimo Costado, como fuente de perenne consuelo la asististeis en su última enfermedad, muerte, y tránsito a la Bienaventuranza: volved, Madre amantísima, esos ojos de clemencia a los que, en obsequio de vuestra Sierva y Abogada nuestra Santa Gertrudis, ofrecemos al Señor nuestros corazones en este devoto Triduo para merecer, con su intercesión y vuestro Patrocinio, la gracia que pedimos, dilatación de la Santa Fe Católica, extirpación de las herejías, paz entre los Príncipes Cristianos, y la eterna gloria. Amén.
GOZOS
Si ostentáis tanto favor
Al que rendido os implora,
Sed, Gertrudis, protectora
De quien arde en vuestro amor.
Ser noble Benito os dio
Catedrática María,
Pues con sabrosa armonía,
Exponéis cuanto os dictó:
Cristo el ardiente fervor
Con que vuestra fe le adora:
Fuisteis de letras divinas
Y humanas Comentadora,
Y por esto la Doctora
Sois Vos la más Peregrina:
Claro se ve en el valor,
Que en tus libros se atesora.
La humildad que en Vos se encierra
Por prodigio singular
Tenía el nunca llegar
A confundiros la tierra:
Decía: ¿Cómo tu ardor
No abrasa a tal Pecadora?
Vuestra pureza fue tanta
Que le dio Cristo el blasón,
Con Vos trocó el Corazón
Y con sus Llagas lo esmalta:
Es tan grande este favor,
Que en el mundo igual se ignora:
En su noche con dulzura
En tu corazón nació
El Dios Niño, y te llamó
De su Humanidad figura:
Como sois tan pura Flor
Jesús en tu pecho mora:
Con milagro singular
En tus pechos se advirtió
Leche, y que Jesús bajó
Visiblemente a mamar:
Si le dais suave Licor,
Y como Madre os adora:
Sed, Gertrudis, protectora
De quien arde en vuestro amor.
Por su Esposa os escogió
El Oráculo sagrado,
Siete anillos os han dado,
Que su Cariño labró:
Si es tanto vuestro primor,
Que el mismo Cristo enamora:
Del Costado de Jesús
Ricos tesoros sacasteis,
Y a tus Devotos llenasteis
De claros rayos de luz:
Que así premia vuestro ardor
Al que de Vos se enamora:
Al tiempo que tú expiraste
Bajó Celeste Escuadrón,
Cristo abrió su corazón
Como a tu casa a él entraste;
Así el Divino Señor
A quien le sirve mejora:
ANTÍFONA: Salid, hijas de Sión, y mirad a Gertrudis con la corona con que Cristo la coronó el día de su desposorio, en el día de gozo de su corazón.
L/: Difundida está la gracia en tus
labios.
R/: Porque el Señor te bendijo eternamente.
ORACIÓN: Oh Dios, que gozosamente te preparaste una mansión en el corazón de tu bienaventurada virgen Santa Gertrudis, purifícanos clemente, por sus méritos e intercesión, de toda mancha en nuestro corazón, para que merezcamos ser hechos una digna habitación para tu divina Majestad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
SEGUNDO DÍA
ORACIÓN
Benignísimo, y amorosísimo Señor, Maestro divino, que, para dirigir a vuestra amada Esposa Gertrudis al monte de la perfección, después de purificada con el fuego de mortificaciones y penas interiores, la hicisteis conocer que las virtudes son vida, riqueza, y hermosura del alma con lo que, ansiosa de ejercitarse en ellas con fruto, en Vos, como en libro misterioso, tomaba lecciones, y sacaba deseos de adelantarse, aumentándolos con el aprovechamiento: Yo os ofrezco aquella humildad con que, distinguida con ilustraciones y finezas de vuestro amor, se tenía por vil criatura, merecedora de mil infiernos, diciendo era milagro que la sufriese la tierra, abatimiento que os movió a decirla; Con razón se te ofrece la tierra para que la ajes, cuando la máquina admirable de los Cielos espera la hora alegrísima en que te ha de llevar para que pises las estrellas. También os consagro la obediencia con que, sin tener más voluntad que la vuestra ni esperar voz de Superiores, en quienes os veneraba, los servía, con solo entender lo que querían mandar: El candor de su corazón, tan desprendido de todo lo terreno, como manifestó diciéndoos: Y o no hallo en la tierra cosa que me dé contento, sino a ti y Vos la correspondisteis: Ni yo hallo en que recibirlo sin ti. Con su pureza Angélica hacia castos a los que la trataban o velan, y por ella la llamasteis Paloma sin hiel, y Azucena candidísima: La caridad con que ardía, teniendo por prodigio vivir entre llamas de volcán tan divino que como que liquidó su corazón, cuando lo traspasasteis con un dardo encendido. Haced, Padre piadosísimo, que, limpiando mi alma de las manchas, con que la han obscurecido mis culpas, imite las virtudes de esta vuestra Esposa; favor que por su intercesión me prometo, con la gracia que pido en este Triduo, siendo todo para serviros en esta vida y gozaros en la eterna. Amén.
DÍA TERCERO
ORACIÓN
Misericordiosísimo
Dios y Señor mío, que, pasado el invierno de mortificaciones, sequedades,
temores, desconfianzas, con que probasteis a vuestra Esposa Gertrudis, aunque
enriquecida con virtudes y dones, la condujisteis a primavera de floridísimos
consuelos, elevando su espíritu, por amor santo, y contemplación altísima, a unión
admirable, con que abandonada a sí misma, transformada, hecha un espíritu con Vos,
os preparó morada de profunda paz vivía con vuestra vida, y os presentaba agradecida
lo mismo que la habíais concedido alteza prodigiosa, que manifestasteis diciendo:
He juntado mi corazón con su alma, de manera que consiente con mi voluntad en
todo, sus ojos no ven, ni su boca habla sino lo que quiero yo ver y hablar.
Bondad que reconoció llena de confusión Gertrudis, por estas expresiones: Me
metiste, con cadenas de amor, y gustosa violencia me arrebataste a tal unión. ¡Cuánta
será, Señor, la dureza de mi pecho, si contemplando estos esmeros amorosos de
vuestra clemencia, no lo ablanda y liquida el dolor de haberos ofendido; la
pena de vivir separado de Vos! No permitáis, Bien mío, que por más tiempo esté
insensible a esta división que sigue al pecado: compadeceos de mi miseria, por
vuestra misericordia y ruegos de vuestra Esposa Gertrudis: concededme el favor
particular que os pido y gracia, con que, como hijo de vuestro amor, disfrute
la herencia que tenéis preparada a los que mueren en aquella, para que
eternicen su felicidad en la gloria. Amén.
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