martes, 31 de diciembre de 2019

MES DE LA INMACULADA - DIA TREINTA Y UNO



31.
LA DEFINICIÓN
Dios, al principio de los tiempos, disipadas las tinieblas de la nada con la creación de la luz, dictadas al cielo y a la tierra leyes para lo futuro, adornado el hombre de inmaculada belleza, en un venturoso presente que podía eternizarse en un porvenir de bienaventuranza, bendijo el último de los días y le consagró a la quietud y al descanso. Del mismo modo la mano del sucesor de Pedro, verdadera imitadora de Aquel de quien es representante sobre la tierra, en medio de los tiempos, desgarradas las tenebrosas nubes del pasado, y dictando al presente y al porvenir, hizo brillar el cielo cristiano con una luz de inmaculado candor, y presentó a nuestros ojos a la Virgen María,
como salió de las manos de Dios, desde su primera Concepción, coronada con la aureola de la inocencia. Y los pueblos, que no ansiaban otra cosa, sino que desapareciese toda duda y toda misteriosa incertidumbre, pudieron con la luz de la fe contemplar en todo su esplendor el hermoso misterio de María, desde los más vecinos hasta los más remotos límites de la tierra: desde las regiones más populosas y civilizadas a las más despobladas y salvajes, se unieron para saludar el día de la sublime definición como el principio de la felicidad del universo. Le miraron como un día más sagrado que aquel en que se concluyó el edificio del mundo, y rebosando en júbilo y alegría, descansaron a la sombra de la Virgen inmaculada, como debajo de un Iris de gracia y de gloria aparecida para formar el pacto de la alianza, de la paz y del consuelo. El Señor, por las manos de Pío, completó el último anillo del culto cristiano, ensalzó a María como convenia a la Madre del Inmaculado de los siglos, y nos bendijo con los rayos sin mancha de una Virgen purísima, que forma el gozo de nuestro corazón y las delicias del corazón de Dios. Era una época de duelo y de desgracia; pero sobre las ruinas de los humanos consuelos, la bendita entre las mujeres aparecía para enaltecer el templo de su inmaculada belleza. Voló por donde quiera su luz, como un día el Espíritu del Señor sobre las aguas del abismo, para iluminar con una esperanza celestial a los pueblos que se hallaban sumidos en la tribulación y en lucha con ella. Así mientras el dolor se paseaba por la faz de la tierra, sembrando por todas partes la carestía, el humo y el estruendo de las batallas y los horrores de una enfermedad epidémica y mortífera, María, como estrella de la mañana, envió su celeste rayo, cándido de luz inmaculada, para consolar nuestras miserias, para disipar las calamidades de la guerra, salvará las víctimas de la enfermedad, y esparcir por todas partes su benéfico influjo, como si quisiese decirnos: Ahora que falta todo consuelo terreno, me muestro a vosotros en todo mi esplendor para llevaros los consuelos del cielo.


CANTICO
Os alabamos, María: os confesamos inmaculada. Vos sois hija del Eterno Padre, del Eterno Hijo, esposa del Eterno Espíritu: os Saluda la tierra.
A vos todos los ángeles y los cielos de los cielos, con las voces de los querubines y serafines, proclaman:
Santa, Santa, Santa, Inmaculada Virgen y madre del Dios de los ejércitos.
A vos ensalza el coro de los Apóstoles y de los Profetas: á vos admira toda la Iglesia.
Hija de inmaculada belleza, esposa de purísimo consorcio, madre de virginal candor.
Vos acogisteis en vuestro seno sin mancha
al amable Jesús, que vino a librarnos de la esclavitud de la muerte.
Acordaos, pues, de vuestros hijos que fueron redimidos con la preciosa sangre de vuestro Unigénito.
Abridnos las puertas eternales, para que entremos a gozar la gloria de los santos.
Salvad, oh María la este vuestro pueblo, y bendecid todas las generaciones de la tierra.
Celebraremos todos los días vuestra gloria, y alabaremos vuestro nombre en los siglos de los siglos.
Cubriremos de luces los altares, os presentaremos los afectos del corazón, y caerá sobre nosotros vuestra misericordia.
En vos hemos puesto nuestra confianza, oh Virgen inmaculada: vos nos, defenderéis eternamente.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que preservó inmaculada a María, por los siglos de los siglos. Amén.


ORACION
He considerado con gozo de mi alma la gloria de vuestra inmaculada hermosura, ¡oh Virgen bendita! os he dirigido un cántico de re conocimiento y de amor; y aunque débiles y enfermizos, os he presentado como mejor he
sabido mis más sinceros afectos. Cuantas veces os he invocado en el curso de este mes venturoso, otras tantas os apresurasteis a concederme benignamente los dones del cielo. Os pedí con frecuencia un ánimo más dócil a vuestros deseos, y mi corazón se ablandaba como cera ante las verdades eternas; os pedí compasión para llorar mis pecados, y las lágrimas brotaban en abundancia de mis ojos para lavar mi espíritu de las inmundicias de la culpa; os rogué me dieseis fuerza para huir del vicio y amar la virtud, y el vicio me asustó más que el infierno, y la virtud me pareció hermosa con incomparable belleza, con esa belleza inefable que adorna vuestro semblante, ¡oh, inmaculada mía! ¡Ay! ¿de qué me sirven tanta gracia y tantos dones, si después de un breve enternecimiento dejo endurecer otra vez el corazón? ¿Si después de las lágrimas vuelvo a esa iniquidad que he detestado? ¿Si después de haberme prendado un instante de los atractivos de la virtud me dejo llevar de los engaños del vicio, que poco antes aborrecía? Por piedad, concededme, oh María! que de aquí en adelante persevere en los santos propósitos que vos misma me habéis inspirado; vos que no me negasteis gracia alguna cuando la imploré con la sinceridad del corazón, otorgadme esta que formará el complemento de todas las demás, y me hará alabar por toda la eternidad ese inmaculado esplendor con que Dios os adornó desde vuestra Concepción, para enamorarme en vos de las delicias del celestial paraíso. Amén.
Tres Ave Marías.



lunes, 30 de diciembre de 2019

MES DE LA INMACULADA - DIA TREINTA


30.
EL EDEN OCULTO
Abierto el libro de la naturaleza, aunque la tierra en sus bellezas exteriores nos ofrezca contemplaciones bastante sublimes para recrear nos el ánimo, con todo, desde la época en que Adán comió el fruto del árbol de la ciencia con la esperanza de hacerse igual a Dios en la sabiduría, aquel conjunto augusto de todas las bellezas de la naturaleza, aquel jardín tan delicioso que supo formar la mano del Criador, ha permanecido siempre oculto para la humanidad con un velo misterioso. Estaban también abiertas las glorias de María, y una corona de estrellas colocada sobre su cabeza bendita hacia resplandecer a una Virgen que debía dar a luz al Supremo Hacedor: una Virgen Madre, Hija y Esposa de un Hijo divino, la Virgen inmaculada; este misterio de inaudita dulzura, esta incomparable prerrogativa de inocencia que hace a María el verdadero Edén inmaculado de la gracia, destinado a recibir al nuevo Adán Jesucristo, era también un misterio desconocido Dios, que había preparado en la ley de amor este nuevo paraíso para destruir los efectos del humano orgullo, por una disposición nueva, le tuvo por algún tiempo oculto, para que el hombre, convencido de su propia insuficiencia e iluminado después por la fe, pudiese gozar de la extraordinaria belleza de un misterio que eleva a la criatura humana a una condición más sublime infinitamente que la de la primitiva inocencia. El Señor, que bajo la humildad de Jesucristo encubrió la grandeza de un Dios Redentor, ocultó también la belleza de la Corredentora, á imitación de su aparente humilde condición. Si depositó en el silencio y en la oscuridad de la noche el más bello de los misterios de Jesús, en el silencio de los siglos colocó también el misterio de la belleza de María. Entre las tinieblas de aquella primera noche un ángel voló a manifestar el gran misterio a las cabañas de unos pocos y escogidos pastores, y entre las tinieblas de los primeros siglos, alguna luz del hermoso misterio del Elegido se vió cruzar a manera de ángel de inmaculado candor, desde la gruta del solitario hasta las catacumbas de los mártires. Por fin, fue dado a conocer a los hombres y mujeres, a los sacerdotes y los magos, a los reyes y a los súbditos el Ungido del Señor, pero sin impedir que las generaciones que crecían con El dejasen de mirarle como el miserable hijo del carpintero José; así se hizo manifiesta a los santos y santas, a los doctos é indoctos la hermosura de María, pero sin impedir que las generaciones de muchos siglos la mirasen como la hija infeliz de Adán. El misterio de la Madre no debía presentarse de distinto modo que el del Hijo... Eres hermosa, debió decirla en los inmaculados abrazos de un eterno amor: eres completamente hermosa, pero ocultaré por algún tiempo tus rayos más puros para hacerte más semejante a mí; yo soy el Dios oculto. Tú eres toda bella, pero tu belleza, deseada de los pueblos, deberá servir para consolar en medio de los tiempos los corazones de las generaciones afligidas; también yo, el deseado de las naciones, compareceré, no al principio, sino hacía el medio de los siglos. Tú eres completamente bella, pero figurarás por tu humildad, no sólo en el curso de la vida, sino también en la manifestación del misterio de tu belleza; yo soy el que voy a formar el reino de los humildes. Tú eres completamente bella, pero al mismo tiempo quedarás ofuscada, y yo diré a mi Profeta que ponga en tus labios que yo soy el sol de eterna belleza que te ha puesto pálida, para hacer conocer mejor que tu candor no es cosa terrena, sino un misterio celestial. Y yo consignaré el misterio de tu belleza en la Escritura, pero no descubriré su sentido sino a Pedro; haré correr en la sucesión de los siglos la tradición de tu inmaculada pureza, pero de modo que no brille con la luz de la fe hasta el tiempo establecido. Y cuando haya despuntado la aurora bendita, el sucesor del príncipe de los apóstoles, á presencia de los pastores de la Iglesia, en medio de la expectación del universo abrirá sus labios, no con las palabras persuasivas de la humana sabiduría, sino con la doctrina de mi espíritu, como mi único intérprete sobre la tierra, descorriendo con sus manos el velo que ha impedido la efusión de tus luminosos rayos, y proclamará el misterio de tu inmaculada Concepción, tanto más bella, cuanto más misteriosamente ha estado oculta.



CANTICO
Desatad, Dios mío, si os agrada los vínculos de mi vida, y descansaré en paz.
Al fin verán mis ojos sin ningún velo la mística belleza de vuestra Madre.
La belleza que misteriosamente encubristeis a la vista de las gentes para hacerla brillar con una luz más pura.
La belleza inmaculada que difunde sus rayos para iluminará las naciones, la belleza de la que forma el consuelo, la alegría y la gloria de
las naciones.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
que preservó inmaculada a María, por los siglos de los siglos. Amén.


ORACION
Si la divina bondad hubiese hecho sencilla mente resplandecer un solo rayo de vuestra belleza, oh María! habría sido tan puro y celestial, que bastaría para atraernos a todos hacia vos; más habiéndoos hecho brillar a manera de sol que por todas partes difunde sus rayos para bendecir con luz inmaculada e inspirar purísimos afectos a la redimida humanidad, ¿quién será el que pueda permanecer insensible sin sentirse irresistiblemente trasportado a los más vivos sentimientos de gratitud, de reconocimiento y de amor? Y, sin embargo, hay un corazón, ¡oh María! que tantas veces ha permanecido mudo a las amables invitaciones de vuestra dulzura; y ese corazón (ruborme causa decirlo), vos lo sabéis demasiado, ese corazón es el mío. Sal por fin, alma mía, de las tinieblas en que te ha sepultado tu iniquidad: sal a la luz inmaculada de María, para no volver a caer en ellas. Yo os amaré, oh Virgen de mi corazón os amaré siempre, os amaré en la peregrinación sobre la tierra, en los días de la alegría como en los del dolor: os amaré en los confines de la vida al cumplirse los años del destierro, y os amaré después en la patria del cielo, al principiar esa gloria que dura siempre inmutable y sin fin.
Tres Ave Marías.




domingo, 29 de diciembre de 2019

MES DE LA INMACULADA - DIA VEINTINUEVE


29.
EL NUEVO EDEN
La inmaculada Virgen, tan bien figurada en las diversas partes y prerrogativas del paraíso terrenal, no podía dejar de hallarse representada en el jardín de las delicias. Como Dios había plantado con sus manos ese mismo Edén, en que reunió todas las bellezas de la naturaleza para que el hombre gozase en él todos los placeres de la inocencia y para elevarle a aquel Señor que le colmaba de tantos beneficios, del mismo modo puso a María en la tierra como un nuevo Edén y la adornó con todas las bellezas de la gracia para que, formando las delicias del divino amor, bajase en ella un Dios para colmar de nuevos beneficios a la perdida humanidad. Y la misma tríade que reunió el poder, la palabra y el amor de un Dios para formar al primer Adán, se unió también del modo más consolador para embellecer al segundo. De María quiso el Padre de los cielos formar entre las criaturas la imagen más perfecta del Primogénito de los hombres, que engendró como su Hijo desde toda eternidad en el seno de la gloria; y el Altísimo la dijo con la complacencia de un paternal amor: «Serás inmaculada como primogénita entre mis hijas». De María quiso el Hijo unigénito formarse un templo santo,
que no había servido de morada al infernal enemigo, y que daba a conocer la inmensa distancia que existía entre las madres de los hombres y la madre de un Dios; y el Altísimo la dijo en la complacencia de su filial amor: «Serás inmaculada como la Madre única del Señor». De María quiso el Espíritu Paráclito elegir una esposa digna del principio de toda santidad, una esposa
privilegiada, como él lo es sobre todos los privilegios y la belleza de los esposos, y el Altísimo la dijo en la complacencia de su divino consorcio: «Serás inmaculada como la Esposa predilecta del amor eterno». Y he ahí formado el Edén del espíritu, esa tierra virginal sin abrojos ni espinas, esa tierra a que desciende suave la bendición de Dios, ese paraíso cuyo fruto es
bendito en lo eterno. Ese es un Edén en el cual se desarrollan todos los gérmenes de la gracia, crecen todas las plantas de la virtud, esparcen un agradable aroma las flores de los dones celestiales, extiende sus ramas el árbol de la vida eterna, y el de la verdadera sabiduría se eleva como el cedro del Líbano, para indicar el dominio amable del Salvador. Es un Edén regado por el rio de aguas vivas que se esparcen por toda la tierra, y llevan las emanaciones de la gracia, de la vida y del amor. Es un Edén santo y divino, al que, en vez de ser conducido un hombre terreno formado en otra parte, se formará un hombre celestial, que es al mismo tiempo Dios antes de todos los siglos. En fin, es un Edén en que no tiene cabida la serpiente antigua sino para ser arrojada de él; en el que el ángel del consejo invita a un fruto bendito, que es la salvación del género humano: un fruto por el cual se abren nuestros ojos a la inteligencia de las cosas eternas, y por el que los hijos de la culpa y de la ira tremenda son verdaderos hijos de Dios y herederos de la gloria del cielo.


CANTICO
Cantemos al Señor, pues que se ha ensalzado gloriosamente, y preservó inmaculada a la hermosa Hija de Sion.
Él es el Salvador, mi Dios, el Dios de María: á El aspiran continuamente los afectos de mi corazón.
Vuestra mano nos había herido en el día del
furor: vuestra mano hizo caer a los culpables
en el reino de la muerte.
Pero un día enviasteis a la misericordia a encontrarse con la justicia, y el reino de María á
consolará las naciones con el día de la vida.
Había dicho el enemigo: Yo arrojaré en el abismo de la culpa a la que será concebida, y
le impondré el yugo de mis cadenas.
Sopló vuestro espíritu, oh Dios mío, y las olas agitadas se cerraron: el enemigo confundido se encontró abismado bajo los pies de
ella.
Pasó intacta la inocente Virgen por entre las
olas amenazadoras: sus plantas no fueron humedecidas por las aguas del abismo.
Extendió la mano inmaculada desde los con
fines del Oriente, y la tierra fue bendita con la
protección de María.
Y los cielos se sonrieron; y la tierra saludó
al nuevo paraíso, el paraíso de gracia que debía acoger a su Salvador.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
que preservó inmaculada a María, por los siglos de los siglos. Amén.


ORACION
¡Salve, oh única Virgen inmaculada, más bella y serena que todas las estrellas del cielo, más deliciosa que el paraíso terrenal! ¡Salve, oh única gloria entre las vírgenes de Sion, única alegría de Israel, paz y consuelo de mi alma! Oh Madre de dulzura, de continuo os llamo en lo íntimo de mi corazón, mil y mil veces deseada; A vos dirijo mis suspiros, desde el rayar el alba hasta el declinar de la tarde. ¿Por qué no me es dado animar todas las cosas criadas para poner en su boca vuestros elogios? ¿Por qué no puedo eternizar en mi espíritu estos trasportes de afecto que tantas veces me inspiráis y difundirlos por donde quiera que se hallen criaturas aptas para amaros, y que todas os ofrezcan su corazón como a su Reina? Entonces, oh María, se llenaría de consuelo mi corazón... la tierra entonaría el cántico de vuestra gloria, y confundido el enemigo, abatida la vanidad del mundo, establecido el reino de vuestro divino Hijo, sólo dominaría la paz... Ah! la paz, oh inmaculada mía, la paz que desgraciadamente no me atrevo a esperar acá abajo, pero que vos me estáis preparando mejor en el cielo. ¡Oh! salve, inmaculada María.
Tres Ave Marías.





sábado, 28 de diciembre de 2019

MES DE LA INMACULADA - DIA VEINTIOCHO



28.
EL SACRIFICIO DE LA INMACULADA
El dolor y la desgracia son el acompañamiento del pecado; ¿cómo, pues, María, que fue concebida sin el menor vestigio de culpa, y cuya vida fue tan perfecta, ¿pudo ser acometida por el dolor y la desgracia? Si Eva hubiese conservado el tesoro de la inocencia que Dios la había concedido, la habrían saludado con júbilo las generaciones inocentes y felices, y el dolor no hubiera penetrado en su corazón. Pero la Virgen María es inmaculada en medio de la desolación de los pueblos culpables, en el valle del llanto y de la muerte, ¿cómo podía resistir el contemplar tanta miseria? La gracia y la inocencia no hacen cruel un corazón nacido para amar, antes bien le perfeccionan, le en terneces y le inclinan a la compasión; y María, pura, inocente, inmaculada experimentó el colmo de los dolores. Dios, preservando a María de la culpa virginal, la hizo la más adecuada para ser madre de un Dios, y también para ser lo del hombre de los dolores. Pero era también conveniente, que, así como una virgen criada inmaculada estuvo unida a Adán para sacrificar al género humano en el altar del orgullo, otra Virgen siempre inmaculada se uniese a Jesucristo para la salvación de la humanidad, y sacrificase cuanto podía serla más querido en el altar de la humillación y de la cruz. Y así como Jesús, compadecido de nosotros, dio su misma vida, y se hizo el más despreciado y abyecto de los hombres, así también María se unió voluntariamente a aquel sacrificio, haciéndose la más desgraciada de las madres. ¡Qué sacrificio tan inmenso! ¡Una madre que entrega a la cólera de un Dios vengador del pecado á un hijo inocente, sobre el cual pesan las iniquidades de toda la tierra! ¡Una madre que asiste a la muerte de un hijo, que siendo el más hermoso de los hijos de los hombres, por el furor de las crueles turbas y los padecimientos, las heridas y las angustias llega a perder hasta la figura de hombre! Una madre que por amor nuestro quiere compartir las penas del hijo; que por amor del hijo desea sufrir los dolores que la hacen más semejante a él, y deja rienda suelta a las aflicciones, como la deja al amor... el mismo torrente de amargura que inunda al hijo extiende sus aguas sobre ella; y la misma cruz en que se halla clavado, recibe también el corazón de María. Si traspasan su cabeza punzantes espinas, sus puntas destrozan también a María; si le presentan un cáliz de hiel y de vinagre, María bebe toda su amargura; si le atraviesan el costado de una lanzada, ¡María siente en su pecho el golpe y la herida... Ah! no tengo corazón para contemplará esta Madre desconsolada, y la pluma se
me cae de la mano al considerar los dolores que la hizo sufrir un martirio, cuya intensidad sólo puede comprender una madre: el martirio del Corazón... Pero la fuerza que falta a una criatura debilitada por el pecado, María, inmaculada y llena de gracia, la encontró en el fondo de su alma; su pecho pudo muy bien ser desgarrado por los más agudos dolores, pero no se abatió su fortaleza. Pues que su Hijo, abandonado del cielo y de la tierra, no tiene quien le consuele, tampoco quiso ella experimentar el Consuelo del llanto, ni de ese abatimiento en que la naturaleza humana descansa algunas veces en la intensidad de los padecimientos; no, reunió todo su vigor para hacer frente a todo, y para compartir con su Hijo hasta el sacrificio de su corazón. ¿Qué sacrificio puede igualarle? Tiembla la tierra, pero no tiembla el pecho de una Virgen inmaculada; rómpase el velo del templo y se oscurece el sol, pero, aunque atravesada de mil maneras en lo profundo de sus entrañas, no se oscurece la luz del entendimiento en una Virgen inmaculada; ábranse los
sepulcros en el luto del universo, pero no se abren sus labios a los lamentos del duelo, y mientras toda la naturaleza se confunde con la muerte de un Dios y el martirio de una inmaculada, ella misma, la inmaculada María, permanece inmóvil a los pies de la cruz, como el sacerdote del sacrificio, como si en aquella sublime actitud, quisiese hablar al mundo redimido, para decirle con su Hijo: Todo está cumplido.


LAMENTACION
¡Oh! ¿cómo ha envuelto Dios en la nube del dolor a la hermosa Hija de Sion? ¿Cómo ha dejado viuda y abandonada a la ínclita Madre del
primogénito de los elegidos?
El Señor la ha colmado de angustia por la multitud de nuestras maldades: ella, inmaculada, ha llevado el peso de nuestras iniquidades.
La han visto las turbas crueles y han des
preciado su tristeza: ¿quién podrá expresar los
afanes de la Madre dolorosa?
Grande como el mar es su aflicción; pero no llora, porque se halla seco el manantial de sus lágrimas.
Extiende sus manos compasivas, y no encuentra quien la consuele: es demasiado alta la cruz en que pende su amado Jesús.
Recuerda María los días de la alegría, cuan do estrechaba entre sus brazos a su amado, y los ángeles cantaban la gloria y la paz.
Ahora los ángeles de la paz lloran amarga
mente: la gloria se ha cubierto de confusión y de palidez.
¡Cómo ha cambiado el hermoso color del Hijo! Sus ojos, que inspiraban la vida, están
lánguidos, y destilan sangre sus labios que pronunciaban palabras de eterna dulzura...
Su rostro más blanco y puro que la nieve se
ha vuelto lívido y de color de muerte.
¡Venid, oh hijas de Sion, á verá ese Unigénito que una Madre abrazó con el más santo de los amores, y ahora se ve obligada a dejarle en
los brazos de una cruz!
¡Venid, oh hijas de Sion, a contemplar a esa Madre desconsolada, y decidme si hay dolor que iguale al suyo! Se la ha caído de la cabeza la corona de estrellas; se ha oscurecido su resplandor; su corazón se halla traspasado de amargura.
Se halla rodeada de tinieblas la Madre que tenía por vestidura al sol: la Madre de Dios es considerada como la madre de un malhechor...
Dios se ha convertido en un fuerte armado en el día de su furor; traspasa al Hijo y a la
Madre; la muerte del Unigénito puso el colmo
al martirio de la inmaculada.
Llora, alma mía, corran de tus ojos las lágrimas como dos fuentes: por mí fue martirizado un Dios, por mí fue martirizada la inmaculada María...
Vestíos de luto, oh vírgenes de la tierra: cubríos de ceniza, oh pueblos todos... la Reina
de las vírgenes padece al píe de la cruz; la consoladora de las naciones se halla sin consuelo.
Convertíos, oh hijos de María; convertíos al sacrificio de una Virgen inmaculada


ORACION
¿Qué he hecho yo, oh María, para recompensaros de tanto amor? Vos aceptasteis por mí el cáliz de las amarguras, de las desgracias y de los padecimientos... y yo, ¿qué he hecho por vos? Con mis repetidas iniquidades he clavado en vuestro pecho la espada de dos filos, traspasando á un mismo tiempo vuestro corazón y el del amable Jesús. ¡Ah! me hallo confundido... demasiado grandes son mi crueldad y mi ingratitud... ¡pero vos sois una madre tan dulce y compasiva! Curad mis enfermedades, dad lágrimas a mis ojos, afectos de arrepentimiento a mi alma... cesaré una vez de seros ingrato, y uniéndome a vuestros dolores y a los padecimientos de mi Salvador, recobraré la salud que me ha comprado con su sangre, y que vos habéis ayudado a alcanzarme con el martirio de vuestro corazón inmaculado.
Tres Ave Marías.



viernes, 27 de diciembre de 2019

MES DE LA INMACULADA - DIA VEINTISIETE



27.
LA SERPIENTE
El hombre no fue la única criatura forma da por la eterna Sabiduría; y así como tenia, cual rey de la creación terrestre, una infinidad de seres que le estaban sometidos, formaba con ellos el último anillo de otro indefinible número de criaturas superiores a él. De este modo, mientras que extendía su influencia por el mundo exterior, los espíritus angélicos habían nacido para ejercerla sobre él, y mientras que los ángeles de la virtud le inspiraban el medio de completar el hermoso edificio de sus méritos, el ángel de la culpa procuraba instigarle a su destrucción. Pero el hombre era demasiado sabio, y el ángel rebelde, usando de toda la astucia que podía sacar del abismo de la maldad, se aproximó a su dulce compañera, la que, siendo menos sabia, era también menos difícil que prestase oídos a sus malignas sugestiones. Sabemos por la Historia Sagrada, que el enemigo del género humano, tomando la figura de una serpiente, logró convencer a Eva, y después por medio de ella a su consorte. Todavía experimentamos en las miserias de la vida y en los dolores de la muerte los tristes efectos de ruina tan inmensa. Pero Dios había prometido otra mujer que sería eternamente enemiga del espíritu de las tinieblas y que quebrantaría su cabeza maldita. Esa mujer bienaventurada era María: ella, permaneciendo libre de las cadenas del demonio, cuando toda la tierra gemía en la esclavitud, le fue siempre tan contraria, cuanto la inocencia es opuesta a la culpa, cuanto la vida es opuesta a la muerte; ella fue la quedando a luz al reparador y vencedor de la culpa y de la muerte, destruyó el edificio que el infierno había fabricado sobre las ruinas de la inocencia, y con su pie inmaculado destrozó la cabeza soberbia de un demonio abatido, vencido y sujeto. Si nos fuese permitido hacer comparaciones de la malicia de la antigua serpiente que destruyó una de las más hermosas obras de Dios, con la sabiduría de ese mismo Dios, que para confundir su soberbia se valió de sus mismos medios para arrebatarle la presa, ninguna podría presentarse más patente que esta admirable semejanza en el modo de proceder. Al fijar nuestra consideración en la serpiente que sedujo a Eva con la promesa de falsas grandezas, no podemos menos de recordar al Señor, que nos preparó en María una mujer destinada a seducir aquella misma serpiente con tener oculta su verdadera grandeza. ¿Quién no descubrirá la sabiduría de un Dios, que con hacer descender a María de una
estirpe corrompida encubre su inmaculada concepción, con hacerla casar con un hombre de la tierra oculta su perpetua virginidad, y con someterla a las miserias de la vida esconde, por decirlo así, a la madre bienaventurada de un Dios? El demonio se había valido de Eva para obtener de Adán que fuese el origen de la perdición de la naturaleza humana. Dios se sirvió de María para tener en Jesucristo un salvador; el demonio instigó al sexo más débil para llegar por su medio a satisfacer su soberbia, y Dios se la confundió completamente haciéndola vencer por el mismo sexo, y sujetándolo a los pies de una mujer. El demonio, engañando a Eva, se preparaba en la mujer uno de los instrumentos más perniciosos, no sólo para comenzar, sino para continuará través de los siglos la obra de perdición. Dios, preservando á María de la culpa para hacerla su Madre, se preparaba, no sólo el medio más
adecuado para obrar la redención, sino también el arma más fuerte para defender sus efectos en los siglos venideros. El arma dulcísima de una Virgen inmaculada, que nos invita con su belleza a seguirla por el camino de la gracia: el alma amabilísima de una madre tierna y compasiva, a cuyas invitaciones no hay corazón que resista, ni hay ánimo tan duro y tan pérfido que no se mueva á sentimientos de una vida nueva.


CÁNTICO
Dijo el Señor a la inmaculada mía: Siéntate a la diestra de mi Hijo.
Para que ponga a la antigua serpiente como banqueta a tus pies.
Desde Sion extenderás como Reina el cetro de tu poder: el dominio amable de la Madre de un Dios Salvador.
Contigo será el principio de la eterna luz: tú le precederás como estrella de la mañana, y le acogerás en tu seno para iluminar la tierra.
Por eso Dios lo ha jurado y no se mudará: serás inmaculada en lo eterno y fuera del órden
de toda otra criatura.
El Señor estará siempre a tu lado, y romperá con tu brazo las cadenas de la culpa.
Libertará a las naciones del yugo de la muerte: reparará las ruinas y consolidará la silla de la paz, del amor y de la gloria.
Tu reino se establecerá sobre el enemigo, y
cuantas veces trate de levantarse, con la virtud de tus pies le quebrantarás la cabeza.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
que preservó inmaculada a María, por los siglos de los siglos. Amén.


ORACION
 No me basta, ¡oh María! el que hayáis vencido al infernal enemigo, y que le hayáis derribado y colocado bajo vuestros pies inmaculados: le debéis todavía derrotar dentro de mí espíritu, expulsándole de un corazón que debe ser todo vuestro; no me basta que le apartéis de mí, si no ilumináis también mi mente para que pueda conocer todas sus astucias, sus asechanzas y sus engaños; si no fortalecéis mi pecho para que presente un muro inexpugnable a sus asaltos, y, sobre todo, si no contenéis mis pasiones para que no me acarreen mi ruina eterna: ellas son, Virgen inmaculada, ellas son las que me hacen traición, ellas son las que abren la puerta al enemigo de mi alma, ellas son las que me han perdido, vencido y encadenado. Venid a sostenerme, ¡oh María! al aparecer vuestros rayos inmaculados, aplacado el tumulto de mis afectos, el demonio, que hasta ahora me sojuzgaba, huirá despavorido y vencido a sepultarse en las tinieblas; y yo, iluminada la mente y purificado el corazón, podré alabaros, serviros y gozaros por toda la eternidad.
Tres Ave Marías.



jueves, 26 de diciembre de 2019

ROGATIVA A SAN CONO

SUPLICA AL GLORIOSO SAN CONO DE TAGGIANO
Oh Angel Candisimo de pureza, Serafin de Santa Caridad, Gloriosisimo Padre mio San Cono! Nosotros, humildes devotos vuestros os presentamos el afecro mas sincero de nuestro corazon. Nos alegramos de la gloria singular que gozais en el cielo, nos alegramos de los especialisimos dones con que os previno, acompano y consumo la Divina Gracia, y rendimos las mas vivas gracias al Supremo Dispensador de todo bien.

ROGATIVA
Vos, que anunciado milagrosamente, naciste para ser ejemplo de perfecta caridad.

R/: Escucha nuestra suplica.

Vos, que en el candor de la inocencia bautismal y angelical pureza, supiste unir los rigores de la penitencia.

R/: Escucha nuestra suplica.

Vos, que en la flor de los años, buscasteis la soledad del claustr para consagraros y servir mejor a Dios.

R/: Escucha nuestra suplica.

Vos, que en tan corta vida supiste llegar a la cumbre de la perfeccion y santidad.

R/: Escucha nuestra suplica.


Vos, que finalmente despues de la muerte, hiciste brillar vuestro poder, obrando milagros estupendos, mirad benignamente desde el cielo a cuantos a vos acuden llenos de confianza en vuestro patrocinio. Que vuestra devocion acreciente a nosotros la imitacion de vuestras virtudes, especialmente en fe viva, y que me alcanceis la gracia que te pido (pida la gracia) Concedeme ademas, una eficaz esperanza y una inflamada caridad hacia Nuestro Dios y Senor, y a su Inmaculada Madre Maria, para que, amamdolos, como tu los amaste en vida, podamos en el ciel y en compania tuya, bendecir y alabar a la Divina Misericordia. Amen.

EJERCICIO PARA TODOS LOS DÍAS A SANTA BÁRBARA




EJERCICIO COTIDIANO EN DEVOCIÓN A LA GLORIOSA VIRGEN Y MÁRTIR SANTA BÁRBARA
PARA EL USO DE SUS DEVOTOS.

 Por el Sr. Dr. Francisco Olarte Herrera y Sifuentes, canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Santa Fé de este Reino de la Nueva Granada.
Año 1741


DÉCIMA
Mi afecto siempre rendido,
Barbara, a tu devoción,
En este pequeño don
Te ofrece lo que ha podido:
No quedará deslucido,
Cuando tu grandeza veo,
Antes fu cortedad creo
Merecerá que fe alabe,
Que es mucho lo que en él cabe,
Pues va dentro mi deseo.


PRÓLOGO
Estos Ejercicios devotos (o cristiano lector) se dirigen al bien de tu alma; y pues todos los días esperas que ha de llegar el ultimo que ha de dar principio a una eternidad, procura asegurar el patrocinio de la Gloriosa Virgen y Mártir Santa Barbara, para tenerla propicia en la hora más tremenda: y mediante su intercesión, alcances recibir los Santos Sacramentos con tal disposición, que
logres la salvación eterna.






POR LA MAÑANA

ELOGIO
Barbara bendita,
bellísima Rosa
cándida Azucena,
fragrante, y hermosa,
que en tu bello oriente
cual fiel Mariposa
al Divino Amante
buscaste oficiosa:
Haz que yo le busque
Hoy, y no haga cos
con que no le agrade,
como tu su esposa.

L/: Ruega por nosotros Barbara benigna.
R/: Para que alcancemos promesas Divinas.

ORACIÓN
Oh Gloriosísima Virgen Mártir Santa Bárbara, que por el ardiente celo de la honra de Dios, padeciste en una horrible cárcel hambre, sed, y crueles azotes, y con admirable paciencia toleraste te cortasen tus delicados pechos, y que con tenazas ardientes te despedazasen tu virginal cuerpo; y últimamente, que tu proprio padre te cortarte la Cabeza, para ir a cumplir los doce años de tu tierna edad en las moradas Celestiales: rogámoste humildemente nos alcances de Dios nuestro Señor, que acertemos a servirle, viviendo en su Santo temor, y gracia y que suframos en este día con paciencia las tribulaciones que se nos ofreciere, para que cuando llegue la noche de nuestra última hora, nos conceda su Divina Majestad por tu sagrada intercesión, un verdadero dolor de contrición de nuestras culpas para que purificadas nuestras conciencias por el Sacramento de la penitencia, recibamos con puro, y limpio corazón el Santísimo Sacramento ele la Eucaristía y fortalecidos con la Sagrada Extrema- Unción, descansemos en el Señor. Amén.





PARA IR A LA IGLESIA

ELOGIO
Barbara discreta
estudiosa, y sabia
en la mejor ciencia
de salvar las almas,
suplica á tu Esposo
me dé luz, y gracia
para venerarle
con toda mi alma;
y que me disponga
cómo quiere, para
recibir su Cuerpo
Santísimo en gracia.

L/: Ruega por nosotros Barbara benigna.
R/: Para que alcancemos promesas Divinas.

ORACIÓN
Oh Santísima Virgen, ruegos humildemente, que, a mí, siervo indigno vuestro, me ayudes en todas mis necesidades y angustias, porque por vos anhelo, á vos levanto mi corazón, de vos imploro el socorro, a vuestro patrocinio me acojo, vuestro amparo suspira mi cuerpo, y alma, válgame clementísima Virgen vuestra ayuda en mis necesidades, vuestro socorro en la aflicción, vuestro refugio en la tribulación, vuestro amparo contra todos mis enemigos visibles, e invisibles. O Patrona y Abogada mía, sed para mi muy particular intercesora en él Tribunal de Dios, para que su Divina Majestad no me condene, según merecen mis culpas y pecados; sino que mediante vuestra sagrada intercesión merezca gozar de vuestra dulce compañía en la gloria para siempre. Amen.






A VÍSPERAS

ELOGIO
Barbara gloriosa,
Rosa en la hermosura,
cándida Azucena,
olorosa, y pura
pues no perdonaste
tu grande ternura
para dar la vida
por Cristo, procura
alcanzarnos, que
en la guerra dura,
que el diablo nos hace
tengamos ventura.

L/: Ruega por nosotros Barbara benigna.
R/: Para que alcancemos promesas Divinas.

ORACIÓN
Rogámoste, o Eterno Dios, y suplicamos, que, por vuestra infinita misericordia, y por la intercesión, y méritos de la Santísima Virgen, y Mártir Barbara seamos libres del peso de nuestras culpas, y de las asechanzas del demonio meridiano, para que, fortalecidos, y puros en el espíritu, sigamos lo restante de este día, de modo, que colgamos ser dignos de gozaro eternamente en la bienaventuranza. Amén.







PARA LA NOCHE

ELOGIO
Barbara amorosa
para tus devotos,
pues fino, y galante
te ofreció tu Esposo
los ayudaría
en el horroroso
lance de la muerte,
dándose a si propicio
en el Sacramento
Santísimo; invoco
tu piedad, y pido
de esta gracia el logro.

L/: Ruega por nosotros Barbara benigna.
R/: Para que alcancemos promesas Divinas.

ORACIÓN
Oh Flor de las Vírgenes, dulcísima Santa, gloriosa Virgen y Mártir Barbara, Esposa de Jesucristo, humildemente te ruego, que me alcances de tu amado Esposo verdadera contrición, entera confesión de todos mis pecados, y penitencia final en la última hora de mi vida, el Sagrado Viatico, y la Extrema-Unción para purificar y fortalecer mi alma. Oh dulce, y purísima Virgen Barbara, Esposa escogida; amante fervorosa de la Trinidad Augusta, cipero, y firmemente confío, que me alcanzareis por el singular favor que la Majestad de Dios te hizo; prometiendo conceder por tus ruegos, méritos, y martirio todo lo que pidiesen, los que, hasta el fin de la vida, te honrasen y reverenciasen, perdón de todos mis pecados, pues cuando os llevaban al público cadalso, donde fuiste cruelmente degollada por tu propio padre, mereciste oír la voz del Cielo: Ven amada esposa, ven, y serás coronada en la eterna gloria, la cual también por tus ruegos, é intercesión espero alcanzar del mismo Jesucristo Señor nuestro. Amen.




SALUTACIONES

Alégrate Barbara Sagrada, por ministerio de Ángeles iluminada en la ciencia más elevada.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Alégrate Virgen, de Dios amada, que imitaste al Bautista en ser degollada.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Alégrate Virgen, porque Dios en tu ayuda benigno te asiste, y te cura tus llagas, porque no estés triste.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Alégrate Virgen, porque a Dios agradarte, y lo que pedirte del Verbo
alcanzaste.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Alégrate Virgen, pues gozas suaves delicias, y triunfos por eternidades. Llévate gozosa a vuestros amantes a gozar tu gloria perpetuos instantes.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.


L/: Ruega por nosotros Barbara benigna.
R/: Para que alcancemos promesas Divinas.

ORACIÓN
Oh Eterno Dios, de quien dimana toda pureza, que, para manifestar los méritos de vuestra Virgen y Mártir Barbara, habéis prometido misericordia a todos los que devotos la invocaren; rogámoste nos Concedas el que celebremos su festiva solemnidad, de fuerte, que libres de todo mal, y mediante su intercesión consigamos la felicidad eterna. Amen.



ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...