lunes, 20 de junio de 2022

QUINCENARIO AL CORAZÓN EUCARÍSTICO DE JESÚS

 


OBSEQUIOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR

 

QUE PUEDEN HACERSE EN QUINCE DÍAS, O DIVIDIRSE EN QUINCE HORAS, O PRACTICARSE TODOS EN UNA.

 

Reimpreso en Puebla de los Ángeles

Imprenta de D. Pedro de la Rosa

Año de 1809

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh amabilísimo Corazón de mi Jesús Sacramentado, centro finísimo de los amores eternos y Divino Erario de la Santísima Trinidad! Corazón amante, nido de tus enamoradas esposas, las almas santas, que te buscan con veras. A ti clama mi pobre corazón, por tus amores suspira mi pobre alma, por tus grandezas anhela mi flaco espíritu. A ti me acojo, y con lágrimas de lo íntimo de mi alma, te pido me perdones y te dignes admitir este mi pobre obsequio, que deseo sea para tu mayor honra y gloria. Amén.

 

 

PRIMER OBSEQUIO

A LA HUMILDAD CON QUE ESTÁ JESÚS SACRAMENTADO

 

De este Corazón amante

Pretendo, Jesús Divino,

Que el verdadero camino

Me enseñe y haga constante.

 

Amantísimo Corazón de mi enamorado Dueño, y dulcísimo Jesús, que con ardiente caridad concebiste, y en tu amabilísimo Corazón aceptaste el remedio del linaje humano, y con profundísima humildad quisiste ostentar tus finezas, escondido Dios en el hombre, cuyo disfraz Divino ostentas en esa Mesa, enamorado. Yo te suplico, me des gracia para gustar como debo y deseo, las dulzuras de este pan. Amén.

 

 

SEGUNDO OBSEQUIO

A SU OBEDIENCIA

 

Este Corazón, Señor,

La fragua divina es,

En que quiero de esta vez

Quedar sin el propio amor.

 

¡Oh Corazón deífico y amoroso! ¡Oh fragua que arde impetuosa para mi remedio! ¡Oh verdadero arcaduz de todos los amores! ¡Oh Señor Sacramentado! Oye íntimos ayes con que te busco, mira los afectos con que mi ama se desea unir contigo, entra en ella por medio de este Pan: estréchala y únela a ti, y acábese en mi todo lo que no eres tú, que eres mi vida y mi solo amor, y por la obediencia con que admitiste la muerte de Cruz por mí, haz que yo por ti admita todo lo que tú quieras hacer de mí. Amén.

 

 

TERCER OBSEQUIO

A SU POBREZA

 

Deja que mi corazón

Salga violento del pecho,

Y que a tus plantas desecho

Muera o viva, gran Señor.

 

¡Oh mar inmenso de todas las gracias! ¡Oh piélago insondable de las misericordias todas! ¿para qué me buscas, Corazón de Jesús? ¿Para qué me llamas, si soy menos que la nada, y soy inútil polvo, y por esto incapaz Señor, de ser apreciado de ti, pues sin mi eres Dios, y eres todas las cosas y no se aumenta conmigo tu Ser, ni se disminuye tu potestad sobre todas las cosas? Esto Señor, más me descubre mi miseria, pues no mereciendo me llamas, y sin ser a ti necesario, me buscas. Penetra los centros de mi corazón, y pues te quisiste hacer pobre por mí, enriquéceme con tu pobreza, y remedia con ella a todas las almas. Amén.

 

 

CUARTO OBSEQUIO

A SU CARIDAD

 

De esta cárcel tan estrecha

En que prisionero muero,

Sácame Señor, que quiero

Vivir por tu amor desecho.

 

Centro dulcísimo de mi vida, Dueño amabilísimo de mi corazón, Jesús sacramentado, bien veo Señor, cuan de corazón me amas, y cuan de veras me buscas, cuando así te disfrazas y por asemejarte a mi te anonadas, y todo tu Señor te limitas a la estrechez de mi pecho. ¡Oh infinita caridad! ¿Dónde quieres entrar sin detenerte Señor, mi pobreza, mi pequeñez, mi inutilidad, mi vileza? Quien soy yo Señor, delante de ti, tú lo sabes, y pues lo sabes, entra y hazme digno de ti, por tu amable Corazón. Amén.

 

 

QUINTO OBSEQUIO

A SU PACIENCIA

 

Encamina mis deseos

A Ti, mi enamorado Esposo

Porque solo halle reposo

En redimirme a tus trofeos.

 

Ínclito Monarca de los cielos, nobilísimo Corazón de mi adorado Señor, Padre de amor, hoy como te daré gracias por la heroica paciencia con que te hayas en estas aras, sufriendo tantos desacatos como delante de ti cometerán tantas almas, y más de todas, la mía. ¡Oh Jesús, como sufres en tu presencia! ¡Cómo no me arrojas de ella a los abismos, cuando tan ingrato no se corresponder a tus infinitas liberalidades y misericordias! Pero bien se conoce que quieres perdonarme a mí y a todos, pues tan paciente nos sufres, y así por estas tus misericordias, anhelamos para que por ellas nos rescates a tu gracia. Amén.

 

 

SEXTO OBSEQUIO

A SU AMOR INFINITO

 

Haz que esta alma que te adora

Humilde se rinda a ti,

Para que no se halle en mí,

Más que tu amor en toda hora.

 

Mansísimo y amorosísimo Corazón de mi Jesús, lleno de infinito amor para tus criaturas pobres, pues a fuerza de él, más y más se esmera cada día tu grandeza, y tu amor empeñado, ha desatado lo inmenso, y no   limitando sus proezas, más y más rinden cada día a vuestra soberanía, y la tienen disfrazada en esas aras: alabado seas eternamente. ¡Oh almas ingratas! Que cuando Dios por amores vuestros se liga, se ata, se aprisiona en este Sacramento, vosotras adúlteras le volvéis las espaldas. ¡Oh Señor! Perdónanos y danos la mano de tu misericordia para salir del cieno de nuestras miserias, y amarte a ti solo, que nos amas. Amén.

 

 

SÉPTIMO OBSEQUIO

A SU SUFRIMIENTO

 

Haced Divino Jesús,

El que arda mi corazón

En tu amor, pues no es razón

El que ciegue a vuestra luz.

 

Conozco, Divino Amante, Corazón de mi Dulcísimo Jesús, que tú eres la vida de mi alma, que el recreo de mi pobre y flaco espíritu, por ti anhela, por ti suspira, y a ti con lágrimas se rinde mi miseria. Oh Señor, que corrido y que avergonzado estoy! Pero a vos mi Jesús, que paciente os miro en esas aras, convidándome a vuestras misericordias infinitas, cuando más ingratas las desmerezco, cuando menos me aprovecho de ellas, me llego. Con vuestra gracia me deseo enmendar, con vuestra sangre deífica me deseo lavar, con vuestra Pasión dolorosa deseo sanar, vuestra Cruz deseo sea llave maestra que me facilite la entrada a vuestro Reino. Amén.

 

 

OCTAVO OBSEQUIO

A SU SER ALTÍSIMO

 

Y pues tanto el amor es,

En que tu corazón arde

Ya, mi Jesús, no se aguarde

Mas abrazarme esta vez.

 

¡Oh Señor de los serafines, que imperas y dominas sobre las esferas, y tu altísimo Ser se encumbra sobre todo sin límite, sin medida, sin taza! ¡Oh Señor increado, que no tiene fin tu Soberanía sobre todo grande, sobre todo altísima, sobre todo incomprensible, pero sobre todo amable para los hombres! ¡Oh Corazón generoso de Jesús! ¿Qué pretendes, que deseas, que quieres de quien es menos que la nada? En este Sacramento, Señor, no tienes otro fin que amarnos, que favorecernos, que entrarnos en tu Corazón Santísimo. Aquí nos tienes rendidos a tu Imperio, confesando tu Ser, y nuestra miseria, vigorízanos, abrázanos y haznos dignos de ti, para tu mayor honra y gloria. Amén.

 

 

NOVENO OBSEQUIO

A SU PODER

 

Acaba, Señor, acaba,

De anegarme en ese mar,

Porque me llegue a acabar

El tiro de esta tu aljaba.

 

¡Oh Corazón Santísimo de mi Jesús, traspasado por mí con intensísimo y sumo dolor al ver mis ingratitudes y deslealtades! ¡Oh Señor Sacramentado de mi corazón, que, no mirando las ingratitudes de las criaturas pobres, ligas por ellos tu infinito poder, y te dejas ultrajar y vituperar de tantos, y más que todo de mí! ¡Oh Señor, como me sufres en tu presencia! ¡Cómo no me consumes y me arrojas de ella, pues no correspondo a tantas liberalidades! Pero aquí Señor, me postro delante de ti, aquí me rindo a tus pies, para que consumas en mí, todo lo que no eres tú, y me perdones por ti mismo, y por los méritos de mi Señora, la Virgen María. Amén.

 

 

DÉCIMO OBSEQUIO

A SU INFINIDAD

 

Por ti suspiran mis ansias,

Por ti anhelan mis suspiros,

Mi Jesús, haz que tus tiros

No se malogren en mi alma.

 

Amabilísimo Esposo de las almas, que enamoradas y rendidas de tus finezas te aman, te adoran, te sirven, te veneran, hazme una de ellas. ¡Oh almas dichosísimas, si yo os imitara, si yo muriera a tan impetuosas corrientes de amor como del Corazón de mi Jesús brotan! ¡Oh Señor infinito, que sin tasa nos das tus bienes, que sin límite nos franqueas tus liberalidades, nos enriqueces y con infinito amor nos amas, no te desdeñes de nuestras vilezas, antes si como a hijos nos acojas bajo de tu protección, y nos manifiestes patente tu enamorado Corazón! ¡Oh Señor! Por tu infinito amor, haznos capaces de ti, quita de nosotros todo lo que te desagrada. Amén.

 

 

UNDÉCIMO OBSEQUIO

A SU HUMILDAD

 

Haz Fidelísimo Dueño

Que abrace mi esperanza,

De ti, y con gran confianza

En esto ponga mi empeño.

 

¡Oh Arca Sacrosanta! ¡Oh nido dulcísimo de los amores de mi alma! ¡Oh humanísimo Jesús disfrazado por mi amor, y todo para mí! Yo Señor, todo para ti, aunque tan miserable y vil, postrado ante tu Humanidad Santísima, ofrezco todo mi ser, y todos los centros pobres de mi alma y corazón. ¡Oh Altísimo Señor! Purifícalo, abrásalo, éntralo en ti mismo por esa amplísima puerta de tu Costado: no me dejes de tu mano, quita de mi todo lo que me aparta de ti, dame un corazón conforme al tuyo, haz mi alma diga de ti por tu amor infinito. Amén.

 

 

DUODÉCIMO OBSEQUIO

A SU DIVINIDAD

 

Jesús de mi corazón

Corazón de mi Jesús,

Tú eres el sacro arcaduz

De mi llanto y de mi amor.

 

Dulzura de mis afectos, blanco de mis atenciones, disfrazado galán, enamorado Esposo, a tu Divinidad me acojo, a tu encumbrado Ser aspiro, a tu Alteza con tiernos ayes clamo. ¡Oh que disfraces! ¡Oh que embozos! ¡Oh que amores oculta esta Hostia! ¡Qué accidentes te rinden a esas aras! ¡Oh enfermo de amor! Sáname con tus achaques, pues adoleces para que yo viva, pues padeces para que yo no muera, pues me das tu Divinidad, para que yo sea tuyo, abrásame con el fuego con que se abrasa tu Corazón, y no permitas que carezcan de tu gracia las almas que criaste para tu recreo, hazlas gustar a todos los ardores de ese Corazón Santo. Amén.

 

 

DECIMO TERCER OBSEQUIO

A SU DULZURA

 

Acaba Señor, acaba

De avivar tu ardor en mí,

Porque merezca, que así

Se encamine a mi tu aljaba.

 

¡Oh Poderoso Señor: dulce hechizo de mis ansias! ¡Oh Corazón todo almíbar! Panal Divino, donde las abejas tiernas, donde las Almas Santas embriagadas con el mosto dulcísimo de tu Sangre, suavizan sus penas, endulzan sus azares, fortalecen sus congojas y se arman valerosas con el escudo de tu Corazón, divisa de fuertes, arma poderosa contra los enemigos contigo, carácter de predestinados, se alistan bajo la bandera de la Cruz, para quedar victoriosas de los asaltos del común enemigo. A ti me acojo, ármame de ti, líbrame de mi mismo, fortalece a tus cristianos, haz que ninguna alma se pierda, centella viva llamas para abrasarlas a todas en tus amores, pues por todas estas en esas aras. Amén.

 

 

DÉCIMO CUARTO OBSEQUIO

ESTAR COMO INSENSIBLE EN EL SACRAMENTO

 

Dulce Corazón, dame alas

Para volar hacia a ti,

Y que ya no se halle en mí

Más que de amor rica gala.

 

Señor Fuerte, Señor Poderoso, Señor amable, Padre mío, Dios mío, Rey mío, Corazón mío ¿A dónde vas amor Divino? ¿Qué intentas, Jesús amoroso, cuando así insensible te muestras, sin darte por entendido de los desacatos, de los ultrajes con que las almas adulteran tu amor? ¡Oh Corazón Paciente, que todo esto te penetra! ¡Oh Corazón amabilísimo, que todo te lastima, que todo te llega, y con todo no se da por vencido tu pecho de la ingratitud del mío, antes sí, al ver nuestra miseria, parece que te das por más obligado, y más y más desata tu Corazón generoso el caudaloso rio de las misericordias para perdonarnos! Fiados en tanto amor, te pedimos, nos perdones por ti mismo. Amén.

 

 

DÉCIMO QUINTO OBSEQUIO

A SER DE TODO DE CADA UNO SIN LÍMITE

 

¿Para qué tantas ternezas

Corazón enamorado,

Con quien tan cruel se ha mostrado

A tan heróicas grandezas?

 

¡Oh Corazón Sacramentado! ¡Oh Corazón amplísimo, liberalísimo, magnánimo, rico, misericordioso, amable, todo mío, de todos, y todo de cada uno! ¡Oh Tesoro, cuyo valor infinito, arde y se exalta altísimo sobre todo cuanto ser puede! Yo te ofrezco, Divino Corazón, todas las almas, y todos los corazones que tu criaste, y te suplico, que en esa hoguera del amor los abrases, que con esas saetas amorosas los cautives, y a todos los fortalezcas, para  que salgan del miserable estado de la culpa, y en el felicísimo de la gracia, todos te adoren, todos te veneren, y todos se rindan a tus plantas, para recibir los tesoros que nos franqueas por tu soberano Corazón. Amén.

 

 

AFECTOS AL CORAZÓN DE JESÚS

¡Oh Corazón, Bien Eterno,

Puerto saludable y rico

Jesús fuerte, Jesús santo,

Amabilísimo Esposo,

Cordero dulce y benigno:

 

-Sacrificio poderoso,

-Vida de nuestra esperanza,

-Luz que alumbras y deleitas,

-Fuego ardoroso que abrasas,

-Víctima que purificas,

-Iris de la paz eterno,

-Arcano de maravillas,

-Pan que das vida y salud,

-Maná que nos vigoriza,

-Fuerte arma que nos defiende,

-Caudillo que nos anima,

-Señor que nos galantea,

-Padre que nos solicita.

-Sol puro que nos abrasa,

-Lumbre que nos purifica,

-Medicina saludable,

-De todas las gracias, mina,

-De todos tesoros, mar,

-Vida y salud infinita:

 

Ten de nosotros piedad,

Defiéndenos con tu vista,

Ampárenos tu clemencia,

Tu Ser nos dé eterna vida.

 

OFRECIMIENTO

¡Oh Bien infinito! ¡Oh Corazón Purísimo! ¡Oh Corazón Pacientísimo de Jesús! Quisiera Señor, que mi corazón fuera víctima agradable a ti, para que a tus plantas postrado, saliendo fugitivo de mi pecho, se abrase en ese fuego en que arde tu Real Corazón, y así sacrificado, llenase con plenitud los deseos que tengo de adorarte, como te adoran los ángeles, de amarte como te aman los serafines, y si fuera posible con la perfección que tú mismo te amas, y te ama tu Madre Purísima la Virgen María. Pero ¡Oh Corazón de mi Jesús! Que indigno me reconozco de llegar a servirte cómo debo. Más, aunque tan limitado mi amor se extiende a desear. Deseo tener vivamente cuantos deseos santos es gusto tuyo que tenga, y lo deseo por obsequiarte. Deseo que los infieles, los herejes y todos los que no te conocen, tengan amplias centellas de fuego en que tú te abrasas, tengan luces de la eterna luz, que conozcan a su Padre, a su Pastor, a su Dios, a su Señor, a su Amante, al que se sacrifica por todos en las aras, al que se da sin límite a cada uno. Y pues que a todos nos llamas, a todos los convidas, vengan todos, Señor, y acábese el pecado, muera la culpa, destierra todo lo que no eres tú de todos, poséelos eternamente, para lo cual te ofrezco este pequeño servicio de este día (u hora) que deseo sea para tu mayor honra y gloria, para aumento de los cultos de este Corazón Santo, para que todos te gocemos por toda la eternidad. Te pido por la paz y concordia de los príncipes y gobiernos cristianos, tu especial asistencia al Sumo Pontífice y Prelados todos, y el aumento de la fe católica, para que todos vivamos en tu gracia, y muramos por tu gloria. Amén.

 

 

 

ALABADO

Alabado y ensalzado

Sea el Corazón amoroso,

Del Señor más poderoso

Del más soberano Rey.

 

Sea tu amor y Santa Ley

Difusa por todo el orbe,

Y sin que nadie le estorbe

Con voces místicas santas,

Rindámosle todas cuantas

Cosas hay bajo la tierra.

 

Pues tu amor no tiene espera,

Arda fogoso ese amor

Y por su gloria y honor,

Sean nuestras vidas despojo

De su amor, no de su enojo.

 

Viva a pesar del Infierno

Este Corazón, pues tierno,

Que abrasa por abrasarnos

Pronto vamos a postrarnos,

Diciendo en voces sonoras

Que, por los siglos, años y horas,

Sea de todos alabado

El Corazón deíficado,

De nuestro amante Jesús

Y sean por su eterna Luz,

Nuestras almas abrasadas. Amén.

 

 

LAUS DEVS

 


viernes, 10 de junio de 2022

FLORES DE CONFIANZA Y AMOR

VIVA JESUS

FLORES DE CONFIANZAY DE AMOR

 

Tomadas de la vida de Sor Benigna Consollata Perrero, religiosa corista del Monasterio de la Visitación de Santa María de Como (Italia) fallecida en oler de santidad el primer viernes de septiembre de 1916.

 

Con aprobación Eclesiástica

Tip. Sánchez & de Guise

Guatemala, 10 de junio de 1926.

 

 

PALABRAS DE NUESTRO SEÑOR A SOR BENIGNA CONSOLATA.

 

“Yo preparo la obra de mi Misericordia. Yo quiero una nueva resurrección de la sociedad, y quiero que sea la obra del Amor."  “La confianza es la llave que abre los tesoros de mi infinita misericordia."

 

“Tú no puedes comprender el placer que tengo de hacer el oficio de Salvador: es todo mi contento, y mis más bellas obras maestras son precisamente esas almas que he levantado de más bajo, que estaban más sumidas en el fango. Una vez que los pecados han sido perdonados, se convierten, para el alma que los ha cometido, en manantiales de gracias, porque son una fuente perpetua de humildad." ¿Sabes cuál es el camino que conduce directamente al Paraíso? . . .

 

Es la esperanza en mis méritos y la fidelidad a la gracia" ^^Es cierto que cien pecados me ofenden más quien uno solo; pero si ese único pecado es de desconfianza en Mí, me ofende más que los otros cientos, porque la desconfianza hiere mi Corazón en lo más íntimo: ¡Amo tanto a los hombres!" “Se tiene una idea muy mezquina de la bondad de Dios, de su Misericordia, de su Amor a las criaturas: se mide a Dios por la criatura; pero Dios no es limitado, por eso su bondad es sin límites; ¡Ah! ¡poder gozar de Dios, poder usufructuar de su bondad y no hacerlo! . . .

 

 ¿Y por qué? Porque en el mundo no se le conoce. Yo soy un tesoro infinito, puesto por mi Eterno Padre a la disposición de todos; mis criaturas me rechazan, y con qué detrimento para ellas, sólo lo comprenderán en la eternidad." “Yo no me canso si encuentro miserias, con tal que encuentre buena voluntad. Cuando ésta existe, realizo mi obra." “Mi Amor se mantiene con- sumiendo las miserias, y el alma que trae más, con tal que tenga un corazón contrito y humillado, es la que más me agrada, porque me da mayor ocasión de ejercitar mi oficio de Salvador. " . . . .

 

“Pero lo que quiero decirte ¡oh mi Benigna! y lo resumo en pocas palabras es esto: Que jamás el alma tenga miedo de Dios, pues Dios está siempre pronto a ejercitar con ella su misericordia, y el mayor placer que puede tener el Corazón de tu Jesús, es poder presentar a su Eterno Padre el mayor número posible de pecadores. Esas son mis glorias ¡oh mi Benigna! esas son mis joyas: ¡Amo tanto a los pobres pecadores! . . . .

 

Escúchame tú mi alegría, y escribe esto: ¿, Queréis darme un grande gozo? creed en mi Amor. ¿Queréis darme uno mayor"? creed más todavía ¿Queréis darme el mayor de todos los goces? No pongáis límites a esta fe en mi Amor. “Todo el secreto de la santidad está contenido en estas dos palabras: desconfiar y confiar. Desconfía siempre de ti misma; pero no te detengas ahí, sube en el acto, con la confianza, hacia Dios, porque si yo soy bueno con todos, soy particularmente bueno con las almas que confían en Mí. ¿Sabes cuáles son las almas que gozan más de mi bondad? Son las que confían más en Mí. Las almas confiadas arrebatan mis gracias. Escribe, pues, que es indecible el placer que me causa un alma confiada.

 

Publica ¡oh mi Benigna! apóstol de mi Misericordia, publica que mi más ardiente deseo es que sepan que YO SOY TODO AMOR, y que la mayor pena que pueden dar a mi Corazón, es dudar de mi bondad. Mi Corazón no solamente se conduele, sino que se regocija mientras más hay que reparar, con tal que no haya malicia ... Si supieras el trabajo que Yo haría en un alma, aunque estuviera llena de miserias.

 

¡Con tal que me dejara obrar! El amor no necesita de nada; sólo quiere que no haya resistencia, y ordinariamente lo que busco ¡en un alma para hacer de ella una santa, es que me deje obrar... Las imperfecciones de un alma, cuando no se complace en ellas, no me desagradan, sino que atraen mi compasión: ¡Amo tanto a las almas! . . .

 

Las imperfecciones deben servir al alma como de escalones para subir hacia Mí, por medio de la humildad, de la confianza y del amor. Yo me inclino hacia el alma que se humilla y me llego hasta su nada para unirla a Mí'' “Como el fuego se mantiene con combustibles, así mi Misericordia se mantiene consumiendo las miserias, y mientras más encuentra qué consumir, más se acrecienta, exactamente como el fuego que crece más a medida que se arroja en él mayor material, ¡Oh Benigna mía! si pudiesen comprender los hombres lo que goza mi Corazón cuando creen en mi amor! ¡Pero creen tan poco en él!  creen tan poco, tan poco! . . .

 

“Todo contribuye a formar y perfeccionar un alma, todo; hasta sus defectos, son en mis manos divinas como otras tantas piedras preciosas, porque Yo los cambio en actos de humildad que inspiro al alma ... Si los que levantan edificios, pudieran cambiar las ruinas y escombros en otros tantos materiales de construcción ¡qué contentos estarían! Pues bien, esto puede hacer el alma fiel con mi divino socorro, y las faltas, aún las más graves y vergonzosas, se con-vierten en piedras fundamentales del edificio de su perfección" “Ten presente, tú y todas las almas, que, si quieren obtener una virtud sólida, hay que esperarla del Corazón de Jesús. El que quiera recibirla salvación, que venga a refugiarse en esta Arca bendita: desde ahí contemplará la tempestad sin sufrir mal alguno, sin correr siquiera peligro.

 

¡Oh, Esposa mía! muestra a todo el lugar de refugio que tú has escogido para perpetua morada; practica la caridad instruyendo a todos, para que vengan a buscarme. Tengo tesoros de gracias para todos: el que viene, los alcanza." ¡Oh Esposa mía! sé el apóstol de mi Amor! Clama, para que seas oída del mundo entero: ¡clama, que tengo hambre, que tengo sed, que ardo en deseos de ser recibido por mis criaturas, y que ellas hacen tan poco caso! Tú, a lo menos, haz el mayor número de comuniones espirituales para suplir a las comuniones sacramentales que otros no hacen. Hazlas en cada cuarto de hora, hazlas, aunque sean breves. Si una esposa viera a su esposo que moría de hambre, iría a pedir limosna. ¡Mi Benigna, busca almas que comulguen! " “Lo que me causa un pesar sobre todos los demás, es ver la indiferencia, el odio que las criaturas me tienen. Huyen de Mí como si Yo fuera un asesino, un malhechor, un ladrón que quiere arrebatarles sus bienes. . .

 

Al contrario. Yo quiero dar; pero no puedo, porque ellas no lo quieren . . . ¡Esposa mía, Yo tengo sed de amor de mis criaturas! Los Serafines me aman con ardor, los santos también; su amor es más puro y más perfecto . . . Tengo mucho amor en el Cielo; y sin embargo, vengo a buscarlo a la tierra, porque el amor es espontáneo aquí. . .

 

Esposa mía. Yo tengo un corazón humano y amo a los hombres porque son mis hermanos; sí, son mis hermanos todos los hombres. . . "¡Esposa mía, dame almas! . . . Con el sacrificio me las puedes dar. Con el sacrificio, sí, mi muy amada. Debes estar siempre en estado de continuo holocausto. Cuando no te encuentres en ese estado, debes sentirte fuera de tu centro. Debes tener ese fuego encendido continuamente en tu corazón… no se salva a las almas con el placer. Yo he muerto en la cruz para salvarlas . . .

 

 No te pido grandes cosas, no, Benigna mía; sino que reprimas una palabra, que desvíes una mirada, qu6 interrumpas en el acto un pensamiento que agrada, en una palabra, todo lo que mortifica. Une estas pequeñas cosas a' mis méritos infinitos, y adquirirán gran valor. ¡Si supieras cuánto me agradan las almas que se inmolan así en silencio!" “El alma humilde tiene tal poder sobre el Corazón de Dios que basta un alma verdaderamente humilde para desarmar con más seguridad mi Justicia, que mil pecadores para provocarla."

 

“Un alma consagrada por el amor se eleva, porque el amor la despoja de su voluntad, de su juicio, de sus deseos. Un alma así desprendida, hace mis delicias: de esas almas fieles formo Yo un ejército para salvar al mundo. El mundo corre al precipicio; pero Yo lo detendré en su vertiginosa carrera por medio de este ejército de almas generosas que combatirán bajo mi dirección. . .

 

“Si se supiese la ofensa que se hace a Dios dudando de su Bondad . . . Por grandes, enormes y numerosos que puedan ser los pecados de mis criaturas. Yo estoy siempre pronto no sólo a perdonarlos, sino también a olvidarlos con tal que los pecadores se vuelvan e Mí"  ¿Tus miserias? ¡Entrégalas a mi Misericordia! Esta corta oración: “CONFIO EN VOS” llena de gozo mi Corazón, porque en ella se encierra la confianza, la fe, el amor y la humildad". . .

 

 


Sor Benigna Consolata Ferrero

(1885-1916)

Apóstol de la Divina Misericordia

 

“Cuando un alma se arrepiente, cuando detesta el pecado que tuvo la desgracia de cometer, cuando lo llora de todo corazón, ¿me creerás tan duro que no lo olvide? No conocerías mi Corazón si lo juzgases así. Mi Amante Corazón tiene tal hambre y sed de los pobres pecadores, que cuando un alma empieza a volverse a Dios, ya mi Corazón no se puede contener y corre a su encuentro”. (Jesús a Sor Benigna, Escritos)

 

Sor Benigna Consolata Ferrero nació el 5 de agosto 1885 en Turín (Italia). Tras una infancia llena de pureza, empezó a sentirse fuertemente atraída hacia la vida contemplativa. El Divino Maestro le hablaba interiormente a su alma y le decía: “Irás a la Visitación y podrás no solamente hacerte santa, sino llegar a aquel grado sublime de perfección que Yo quiero, para bien espiritual de los demás. Yo te pagaré todos tus sacrificios... Cuando hayas probado lo que es el monasterio, ya no querrás volver al mundo por ningún motivo... Allí tendrás humillaciones, tendrás recogimiento y todo aquello que necesitas… Cuando entres al monasterio me ganarás almas”.

 

Despedida de la Visitación de Pignerol por su vida mística, ingresó a la Visitación de Como (al norte de Milán) el 30 de diciembre de 1907, cuando contaba 22 años. Desde entonces, la joven Salesa no puso límites a su fervor y Jesús no puso límites a sus comunicaciones sobrenaturales. Quiso el Señor por medio de su pequeña secretaria dar a conocer a todas las almas, paralizadas por el temor y falta de confianza, las ternuras incomprensibles de su Divino Corazón. Pedía amor, pero un amor lleno de confianza en su Infinita Misericordia.

 

“Escribe, ¡oh Benigna mía!, apóstol de mi Misericordia, que lo que más deseo es que las almas sepan que soy todo Amor, y que la mayor ofensa que pueden hacer a mi Corazón es dudar de su bondad. Mi Corazón no sólo se compadece, sino que se regocija cuando halla mucha materia en que ejercer su reparación, con tal que no vea malicia; ¡si supieras lo que haría Yo en un alma aunque estuviese llena de miserias si ella me dejase obrar! El amor de nada necesita; sólo desea no encontrar resistencia; y frecuentemente lo que exijo de un alma a la que quiero hacer muy santa, es que me deje obrar en ella. Las imperfecciones del alma, cuando no son consentidas, no me disgustan, sino que atraen la compasión de mi Corazón. ¡Amo tanto a las almas! Las imperfecciones deben servir al alma como de escalones para subir hasta Mí, por medio de la humildad, la confianza y el amor. Me inclino hacia el alma que se humilla, voy a buscarla en su nada para unirla conmigo”. (Jesús a Sor Benigna, Escritos)

 

Los escritos que por obediencia dejó Sor Benigna manifiestan las extraordinarias virtudes que en su alma se iban desarrollando, y un conocimiento clarísimo de la Misericordia del Corazón de Jesús, de su incomparable ternura, y de las mil delicadezas con las que quiere conquistar el amor de sus criaturas. Dócil a las enseñanzas de San Francisco de Sales, en lo exterior se conformaba por completo a la vida ordinaria de sus Hermanas. En lo interior, por el contrario, todo era extraordinario y luminoso.

 

Desencadenada en 1914 Primera Guerra Mundial, creyeron los Superiores de esta confidente de los secretos divinos que podrían forzarla a que obtuviese del Señor el término de un azote tan espantoso. La respuesta de Jesús fue consoladora, asegurando que no era esa guerra castigo de su justicia, sino castigo enviado por la Divina Misericordia, que serviría para salvar infinidad de almas que corrían a la condenación eterna. Al año siguiente exigió Jesús de Sor Benigna el sacrificio de su vida para conseguir la paz según las intenciones del Romano Pontífice.

 

“Has de saber para tu bien y para el de otras muchas almas que si se quiere obtener una virtud sólida, es preciso esperarla del Corazón de Jesús. Quien quiera la salvación, no tiene sino venir a refugiarse en este Arca Bendita: desde aquí se mira la tempestad sin sentir sus sacudidas, sin amenaza de peligro. ¡Oh, esposa!, enseña a todos el lugar de refugio que has escogido para perpetua morada; haz la caridad de instruir también a los demás, a fin de que vengan a encontrarme. Yo tengo tesoros de gracias para todos: el que viene se los lleva”. (Jesús a Sor Benigna, Escritos)

 

A finales de julio de 1916, Jesús la invitó a hacer un retiro de doce días para prepararse a la muerte. Corona de estos ejercicios fue una maravillosa fórmula de voto de humildad inspirada por el Señor. Hasta la extinción completa de sus fuerzas tenía que escribir, en secreto y con aprobación de sus Superiores, lo que Dios le iba comunicando. Estos escritos contienen una ilimitada confianza en el Corazón Misericordioso de Jesús y abrasan a las almas en el deseo de consumirse en ese amor.

 

Durante su última enfermedad, los asaltos del enemigo infernal fueron espantosos. Después de grandes sufrimientos físicos y morales despuntó para ella el día de la libertad eterna. El primer viernes de septiembre de 1916, a las tres de la tarde (Hora de la Misericordia), se abismó en el Corazón de Jesús. Tenía 31 años de edad.

 

 

 

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...