domingo, 31 de octubre de 2021

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD DE PUEBLA


DEVOTA NOVENA PARA SOLICITAR EL PATROCINIO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, NUESTRA SEÑORA, CONTEMPLANDO LOS PASOS DE SU TRISTÍSIMA SOLEDAD

 

Para reverenciar con este obsequioso oculto, en la milagrosa imagen que, con el título de Nuestra Señora de la Soledad, que se venera universal reconocimiento en esta ciudad de Puebla de Los Ángeles.

 

Dispuesta por el padre Joaquín Antonio de Villalobos, profesor de la sagrada compañía de Jesús, prefecto de la congregación de Nuestra Señora del sepulcro de la buena muerte, del colegio del Espíritu Santo.

 

Año 1726

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Virgen dolorosísima, Ya conozco el incomparable desconsuelo y vehementísimos pesares qué atravesaron nuestro tierno y amante corazón, aquellos tres días En qué os hallaste sola, dejando muerto y sepultado a vuestro amantísimo Jesús en el sepulcro, para enseñarme a mí Cuánto debe ser mi sentimiento de las muchas veces que con mis graves culpas es despedido y arrojado de mi alma a mi señor, quedándome sin la especial y  favorable presencia, con Qué asiste en las almas justas, oh,, y con qué lágrima debo llorar está ausencia de mi Dios, que dieron ocasión mis ingratitudes. Y si el penitente rey David, comía el pan amasado con sus lágrimas, y mezclada con amargo llanto su bebida, siempre que oía en los adentro de su alma las voces de su conciencia que le decían: ¿Dónde está tu Dios? Cómo no se deshace mi corazón en suspiros de arrepentimiento, haciéndome mi fe la misma pregunta: ¿Dónde está tu Dios A quién has apartado de sí con tus pecados? ¿Cómo no se me líquida el corazón por los ojos a vista de tan lastimó es ausencia? Bien quiero señora mía, Amparo de pecadores, deseo dolerme y arrepentirme con todas las veras de mi corazón, y según este mi eficaz deseo, me arrepiento y me pesan mi alma de todas mis culpas, por haber con ellas ofendido aún Dios A quién debía amar con todos los aspectos de mi voluntad. Me pesa de todas y de cada una de mis culpas, quisiera haber muerto antes que haber cometido alguna, pero ya de hoy en adelante, amabilísima madre, propongo un menor mi vida y no volver a pecar más, y fio de la misericordia de vuestro hijo, que por me pareció tan dolorosa infame muerte, qué ha de perdonarme y restituir a su gracia, Y a vos madre mía, Os pido me alcancéis este favor, y para esto le ofrezcáis por mí los dolores qué pareciste en vuestra amarguísima soledad. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Virgen Purísima María, madre de amarguras y congojas, tórtola gemidora, Paloma solitaria encerrada en las concavidades de la piedra, viuda sin vuestro esposo, huérfana sin vuestro padre, angustiada sin vuestro hijo, por estas graves penas que padeciste en mi tiempo de vuestra soledad, por las funestas lágrimas que derramaste En aquellos tres días, por los melancólicos pensamientos que acongojaron vuestro espíritu, humildemente ruego, me alcancéis de vuestro hijo precioso, dolor de mis pecados, tolerancia en las adversidades, resignación con la divina voluntad en todos mis trabajos,  así interiores como exteriores, y principalmente os pido, mi señora, me consigas mediante vuestra intercesión, de tu piedad, este particular bien que solicitó en esta novena, como sea de su agrado y del vuestro, y Para mayor gloria de su santísimo nombre y de vuestra santísima soledad. amén.

-Aquí se rezan siete aves marías en memoria de sus siete Dolores y luego el pésame:

 

PÉSAME

Oh Madre la más desconsolada de las madres del mundo, dadme permiso para que me ponga en vuestra presencia, porque avergonzado de ser yo la causa de mis grabes culpas, no me atrevo a parecer delante de vuestros ojos, pero asegurado Señora de vuestro maternal y amorosísima mansedumbre y clemencia, y conociendo que esos mismos Dolores los padecisteis en satisfacción de mis pecados, os pido me des licencia para daros y repetiros una y muchas veces el pésame de vuestra viudez, de vuestro desamparo, de vuestra soledad. Me pesa en mi alma, oh Reina de los mártires, de la muerte de vuestro Hijo, y de que fuese tan dolorosa y tan infame, me pesa de los inexplicables tormentos que padeciste en vuestro corazón, viéndolo agonizar y morir en una Cruz. Me pesa del sumo desamparo con que quedasteis después de su muerte y sepultura, porque yo eh sido mucha parte en sus afrentas y en vuestras angustias, yo la ocasión de sus calamidades y de vuestras pesadumbres. Quisiera afligidísima Madre, deshacer mis yerros con lágrimas de sangre y dar a vos y a vuestro Hijo, una tan plena satisfacción, que ella fuese entero testimonio de cuan sólido y eficaz es mi arrepentimiento. Espero que me habéis de ayudar con vuestros ruegos, para que, con la perfecta mudanza de mi vida, manifieste el pesar que ahora tengo en mi alma, vos Señora, recibisteis en ese vuestro obscuro retrete a San Pedro, cuando a él os vino a buscar arrepentido, os agradasteis de sus lágrimas, y le alcanzaste el perdón. Hacedlo así conmigo, pues lloro, me arrepiento y solicito ser perdonado. En vos sola mi Señora, se conservó aquellos tres días la Iglesia, pues ahora pedidle a vuestro Hijo, que la conserve, que la aumente y la extienda por todo el mundo, en vos sola se mantuvo, sin tambalear, constante la fe, pues haced ahora que ella triunfe de sus enemigos, que los herejes, infieles e idolatras la abracen, entonces con vuestras penalidades, negociasteis la paz entre Dios y los hombres, pues impetradla ahora para todos los cristianos, y pues concurriste con vuestros merecimientos en aquella ocasión, para que las Almas del Purgatorio lograsen su desea libertad, ofrecedlos ahora también para que las que están en aquella penosa cárcel, deban a vuestra protección su refrigerio y descanso, y a mí, piadosísima Señora, admitidme entre vuestros domésticos, a que os haga compañía en vuestra Soledad, para que enmendando así mi mala vida, logre vuestra asistencia en la hora de mi muerte, y el ir por toda la eternidad a gozar de vuestra felicísima compañía en la Bienaventuranza de la Gloria. Amén.   

 

 

DÍA PRIMERO

De imponderable aflicción

El pesar hoy dejó yertas

Pues una piedra el crestón

Cierra el sepulcro la puerta

Y os apresa el corazón

 

ORACIÓN

Desconsoladísima Virgen Madre del más atormentado Hijo, reconozco el grave y agudo sentimiento que oprimió vuestro tierno y amante espíritu, cuándo viendo puesto su despedazado y difunto cuerpo dentro del sepulcro, la religiosa Piedad de los compasivos varones, lo cerraron con una grande y pesada piedra, Con qué totalmente os lo quitaron de la vista, cubriéndolo con aquella cruel loza la cual como si os desgajaran sobre el corazón, así os lo apretó y aprensó con su ruda e inculta bronquedad, porque hasta entonces habías tenido el consuelo de albergar sobre vuestros brazos el divino cadáver, de lavarlo con vuestras lágrimas, y regalarnos imprimiendo sobre cada una de sus llagas amorosos ósculos, mas ya cerrado el sepulcro, Se os quitó ese único alivio que había quedado. ¡Ay de mi señora! Qué el pedernal de este Mi Corazón duro y empedernido, ha sido la pesada piedra que os a ocasionado tantas opresiones y fatigas, pero pues vos podéis madre mía ablandarlo y derretirlo con la eficacia de vuestra intercesión, alcanzarme por este vuestro dolor y desamparo de vuestro hijo Jesús, Auxilios eficaces, para que enternetsiendose la rígida terquedad de mi obstinada Rebeldía, saliendo de lóbrego sepulcro de mis culpas, me sepulte yo con vuestro hijo y sepulte todas mis pasiones y apetitos, para merecer así la inmortalidad, Y si conviene para su gloria y me provecho, impetradme el favor que pretendo de vuestra misericordia" por medio de esta novena. Amén.

 

 

 

DÍA SEGUNDO

Nuevos tormentos sufrís

Al emprender la jornada

Del Monte: Cuando vos venís

De la cruz os despedís

Y la traéis atravesada.

 

ORACIÓN

Desconsoladísima madre del más atormentado hijo, conozco el acerbísimo dolor qué  penetró hasta el alma, cuándo disponiendo ya volveros a vuestros retiro, llegasteis al lugar donde aún estaba fija la cruz qué había sido el cadalso en donde había muerto vuestro querido hijo Jesús, y después de adorarla como instrumento de La redención del mundo, ennoblecido con el inmediato contacto del Sagrado cuerpo de un Dios hombre,  os despediste de ella con afectuosos requiebros, imprimiendo muchas veces en exceso esquivo tronco, vuestros purísimos labios. ¿Cómo ensalzarías entonces la dignidad de este verdadero árbol de la vida, como descubrirías ya los triunfos, que con este estandarte se habían de conseguir en el mundo para el cielo? ¿Cómo revolvía Es que este era el duro el hecho en que había muerto de la fiebre de amor la salud de los hombres? Ay mi señora, que a esa Cruz qué cargo primero vuestro hijo y después muestra compasión. Yo le di con mi gratitud el peso, la dureza y la bronquedad, Pues por no cargar la cruz de mi estado con paciencia, he faltado tantas veces a el cumplimiento de mis obligaciones. Yo suplico mi señora y madre, por las penas que sentisteis en este paso, me alcances de vuestro hijo fortaleza, para abrazar con gusto la cruz de los trabajos, y crucificar en ella con los clavos de la mortificación, todos los deleites de este mundo, y alcanzar por esa Cruz la corona de la eternidad, Y si conviene para su gloria y me provecho, impetradadme el favor que pretendo de vuestra misericordia por medio de esta novena. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

Habiendo subido dos

Bajáis sola y afligida

Sí allá queda el hijo Dios

Aunque nunca la hubo en vos

No es bajada, sino caída.

 

ORACIÓN

Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo, conozco la incomparable tristeza qué ocupo vuestro interior, cuándo bajabas ya del santo Monte Calvario, hicisteis reflexa en qué bajaba sola, por aquellas mismo sentidos, por donde había subido por la mañana siguiendo los pasos de nuestro pacientísimo hijo, os  acordabas muy bien de aquel cansancio y  ahogo con qué azefando con la cruz subió casi sin respiración su trabajosa falda, En dónde veían los ojos claros de vuestro entendimiento, las huellas que dejó estampada para la imitación, las cuales vos la primera, adorarte Y seguiste con la resignación y rendimiento a qué nos alentaban los anhelos de vuestra santidad. ¡Ay mi señora! Si yo supiera llorar dignamente las muchas veces que, arrastrado de malas compañías, me he apartado de mi Dios, y por seguir y los venenosos consejos de sus perjudiciales persuasiones, y me he desviado del camino del cielo, qué había de buscar en seguimiento de mi Jesús. Yo os suplico mi señora y madre, me alcancéis de vuestro hijo, conocimiento de los principios a que me han despeñado los malos ejemplos qué eh abrazado con tanta ceguedad, y que siguiendo solo los que me dio el en su santísima pasión, y vos en vuestra soledad, corra por los caminos de sus santos mandamientos, con los fervorosos pasos de todas las virtudes, Y si conviene para gloria suya y provecho de mi alma, impetradme también el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta novena. Amén.

 

 

 

DÍA CUARTO

De esta calle, la amargura

Cuando vuestra pena afianza

Por realzar vuestras venturas

Os suspende el ser dulzura

Mas no el ser nuestra esperanza.

 

ORACIÓN

Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo, ¿en que entendimiento podrán caber, para conocer las angustias que cupieron en vuestro corazón para tolerarlas? Cuando volviendo a desandar por la tarde el funesto camino de la calle de la amargura, que llevó a vuestro Hijo y a vos en su seguimiento, desde las casas de Poncio Pilatos hasta la falda del Monte, se os presentaron con prontísima viveza, todos aquellos lúgubres espectáculos que por la mañana tanto habían apurado, los quitaste de vuestro sufrimiento. Allí veías el lugar donde alquilaron al Cirineo para que le ayudase a cargar el peso de la Cruz, allá donde le saliste al encuentro para renovarle sus afanes con vuestra vista, y para tragaros por los ojos los mares de penas, en que se ahogaba vuestro espíritu, mirándolo en tan lastimoso estado, allá donde la mujer Verónica en premio de su piedad le llevó en su dichoso lienzo la triplicada copia que le pintó la mano de su omnipotencia con el sudor de su rostro, aquí donde la compasión de las piadosas mujeres manifestó en su llanto, la ternura de sus afectos. En varios puestos, donde aquejado por la carga de la Cruz, dio tres caídas con su Santo Cuerpo en la tierra, y en todas partes registrabais como si los tuvieses presentes, el sudor de su rostro, la aridez de sus labios, el temblor de sus miembros, los arroyos de su sangre, de la cual aún permanecían sobre la tierra, y sobre las piedras impresas no pocas señales. ¡Ay mi Señora! Mucho tropel es ese de congojas para vuestro entendimiento y para vuestra memoria, y yo tan olvidado de lo mucho que padeció por mí, mi Redentor. Por eso os suplico, mi Señora y Madre, estampéis en mi alma las penalidades de este tan trabajoso camino, para que representándoseme continuamente a la vista de los tormentos de mi Jesús y los de vuestra compasión en tan lastimosos recuerdos, no de paso que no sea correspondiente a los de su amor, con perfecto y verdadero agradecimiento. Y si conviene para gloria suya y provecho de mi alma, impetradme el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta novena. Amén.

 

 

 

DÍA QUINTO

A la judiciaria puerta

Os conducías con anhelo,

Entrasteis, pero muy cierta

Que estas para el ahogo abierta,

Cerrada para el consuelo.

 

ORACIÓN

Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo, por instantes crecían en vuestra Soledad los pesares de vuestro afligido corazón, pues al entrar en la lóbrega noche en la miserable Ciudad de Jerusalén, por la puerta judiciaria viste con los ojos de vuestro esclarecido entendimiento, la Soledad y desdicha en que había quedado aquella populosa Ciudad, por el execrable sacrilegio que aquel día había cometido, quitándole la vida al Mesías verdadero, y que por esta maldad tan estupenda, había de padecer su moral destrucción, y los otros formidables castigos que le había amenazado la Justicia de Dios por sus profetas. ¡Con que lastima! Mi Señora, revolvían las caritativas entrañas de vuestra materna piedad, la ingratitud de aquel rebelde pueblo, que no había querido recibir, antes había crucificado a su insigne Bienhechor, ¿cómo le dirías allá en los secretos de vuestro silencio? Pobre Jerusalén, ¿cómo has malogrado tanta dicha? ¿Qué te hizo mi Hijo para que así lo hayas abandonado con tanta alevosa tiranía y descomedimiento? El curó tus enfermos, dio de comer milagrosamente a turbas, alumbró a ciegos, limpio tus leprosos, resucitó tus muertos, enseñó a tus ignorantes, y prometió el cielo a todos, estos son los agravios que te hizo, estos son los favores pagados con los tormentos de este día, con los cuales has provocado la Divina Indignación, para tu castigo. Yo, aunque tan ofendida, pediré a mi difunto Hijo te perdone, y alce la mano de las penas que has merecido. Así tu abra los ojos y te arrepientas. Ojalá mi Señora, oiga yo estas vuestras quejas, como dichas también mi ingratitud, pues la correspondencia con que he pagado los infinitos beneficios que me ha hecho mi Señor, han fiado las repetidas y graves culpas con que le he ofendido. Yo os suplico mi Señora y Madre, me alcancéis de su misericordia, luz para reconocer mi malicia, y para que, arrepintiéndome de ella con dolor, evite los muchos castigos que confieso tener tan merecidos, y si conviene para gloria suya y provecho de mi alma, impetradme también el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta novena. Amén.

 

 

 

DÍA SEXTO

Sin desviaros de su senda

Al cenáculo os volvió,

El dolor, porque se entienda,

Que busca el amor su prenda

Allí donde la perdió.

 

ORACIÓN

Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo, como sentirías con mayor viveza vuestra Soledad, al entrar en la Casa del Cenáculo, donde la noche antecedente, habías estado hablando con vuestro Santísimo Hijo, al ver que ya no estaba en ella, y que lo dejabas bajo tierra en su sepultura. ¿Qué puñales atravesaron entonces vuestra memoria, haciendo reminiscencia de los misterios y sucesos de la noche del jueves? Veías el lugar donde había lavado los pies a sus apóstoles, y os asombraba el abismo de su abatimiento y la cobardía de sus discípulos, que estaban en aquella hora amedrentados y fugitivos, contemplabais la fineza con que había instituido en aquella casa al Santísimo Sacramento de la Eucaristía, con fin de quedarse siempre con los hombres, y que ahora ha apartado de Vos su amabilísima presencia. Volvías los ojos a aquel retrete donde entró a despedirse de Vos, y a pediros vuestra bendición y licencia para morir, y se os derretía el corazón por los ojos, viendo ya ejecutado lo que el en otras y en esta ocasión os había ya prevenido. ¿Qué angustias mi Señora, os oprimieron con estos tan melancólicos discursos? ¿Con que devoción besarías, una a una muchas veces el suelo donde vuestro Hijo había fijado sus plantas? Ay mi Señora y Madre ¿que hiciera para acompañaros y aliviaros en ese trance? Aquí fue donde se despidió de Vos vuestro Jesús el jueves, porque sabía que el viernes en su lugar os había de entregar por hijos a todos los hombres, y pues yo soy uno de ellos, el más miserable, no me despidáis de vuestra maternidad, admitidme por hijo, aunque lo merezca y alcanzadme que, de tal manera viva, que manifieste ser hijo vuestro en todas mis obras y si convienes para gloria suya y provecho de mi alma, impetradme también el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta novena. Amén.

 

 

 

SÉPTIMO DÍA

Con las mujeres quería,

Prevenir Juan su lealtad

Sirviéndoos en la agonía,

Más toda su compañía

No os quita la Soledad.

 

ORACIÓN

Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo, hasta aquí pudieron llegar vuestros desconsuelos, pues los quisiste padecer tan a solas, que el corto alivio que os podría dar en vuestra Soledad la compañía de vuestro Hijo, San Juan, y de las otras piadosas mujeres que os asistieron en este día, no quisisteis admitirlo, sino que antes, reconociendo el filial afecto con que querían acompañar vuestro llanto, aunque lo aceptasteis con muestras de agradecimiento, despediste luego al Apóstol y a las Marías, y entrándoos en vuestro lóbrego retrete, allí diste licencia a los dolores, para que os despedazasen el alma sin que alguna otra persona participase de vuestros desconsuelos. No obstante, Señora y Madre mía, no me habéis de despedir a mí, que solicito con todas las veras de mi afecto acompañaros en vuestra Soledad, y que mientras Vos, amabilísima Reina de mi alma, lloráis la muerte de vuestro Hijo, yo a vuestro lado llore la causa de esa muerte, que fueron mis gravísimas culpas. ¡Más ay, que enjutos tengo los ojos, que feo el corazón! Comunicadme Señora y Madre mía una si quiera de vuestras lágrimas, infundid mi pecho, uno solo de vuestros suspiros para sentir dignamente la gravedad y muchedumbre de mis pecados, y alcanzadme que en todos los trabajos con que me quisiere afligir en esta vida la justicia de Dios, no busque alivio y consuelo en las criaturas, sino que a vuestra imitación los padezca con heróica constancia, y si conviene para gloria suya y provecho de mi alma, impetradme también el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta novena. Amén.

 

 

 

DÍA OCTAVO

Se acrisola el sufrimiento

Cuando el silencio se retira,

Al lóbrego alojamiento

Porque contra el pensamiento

Aun la quietud conspira.

 

ORACIÓN

Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo, ya estáis sola en ese obscuro aposento, donde el lugar, el tiempo, el sitio y todo concurría a atormentaros con indecibles aflicciones. La noche se os ponía dejare que, habiendo muerto el sol de justicia, vuestro Jesús en el poniente del Calvario, y ya se ha acabado para vos el día más alegre, que os recreaba con sus luces. Oh que noche esta tan diferente de aquellas, en que concebisteis en vuestro a el Verbo de Dios, cuando tomo carne de hombre u de aquella, en que lo disteis a luz en el Portal de Belén, que inmensos fueron estas dos noches, los gozos de vuestro corazón. Más en esta, que lo consideráis ya muerto, ¿entregado ya a las heladas sombras de un sepulcro, que congojas las de vuestro espíritu? El lugar también os afligía sobre manera, encerrada en ese lóbrego albergue, que a cualquiera parte que volvías los ojos, no encontrabas sino Soledad y las tinieblas. Oh, como entrara yo Señora y Madre mía, acompañaros a serviros y asistiros, sino temiera que poniéndose a vuestra vista mi ingratitud, mi maldad, mi desconocimiento os han de acrecentar más vuestros dolores, pero si entro quebrantado con el pesar de mis pecados, no me daréis licencia para acompañaros en la Soledad de este retiro. Pues ya Señora, se me rompe el corazón del sentimiento, alcanzadme el perdón de ellos y una resolución tan firme, que escoja primero, no solo la muerte, sino el mismo infierno antes que vuelva a ofender a vuestro Santísimo Hijo, e impetradme el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta novena. Amén.

 

 

 

DÍA NOVENO

Cuando de la triste historia

El monumento sepulto,

Es trágica ejecutoria

Que, aunque a la vista se oculta,

Se os repite a la memoria.

 

ORACIÓN

Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo, ¡qué días tan prolongados! ¡Que noches tan dilatadas! ¡Qué horas tan largas las de esos tres días en que estabas apurando la Resurrección de vuestro Hijo muerto! ¿Cómo acompañaría vuestro pensamiento a su dichosísima alma en los senos del limbo, donde estaba ya consolando a los Santos Padres con las noticias de su remedio y libertad? ¿Cómo me apartaría vuestro amor de su despedazo cadáver, que estaba en el sepulcro? ¿Y con que ansias estarías ya aguardando que amaneciese el día de vuestro gozo para verle ya inmortal y triunfante? ¿Cómo ejercitabais entonces todas las virtudes? La fe, creyendo las promesas de vuestro Hijo, la esperanza, aguardando la Resurrección, la caridad, resignando más vuestros afectos a la constancia, tolerando su desamparo, la resignación, abrazado por su gusto los sentimientos, y por último la benignidad para con los hombres, padeciendo por ellos tantas penas. Mucha parte me cabe de esos merecimientos. Ellas me dan confianza para que os ruegue, amorosísima Madre, por la Iglesia, por nuestros gobernantes, por esta ciudad, por los pecadores, por los difuntos y por los fieles, que a todos nos alcance vuestra protección y consigan los frutos de vuestra funestísima y tristísima Soledad, que son ser compañeros de vuestra bienaventuranza en el cielo, y a mi impetradme el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta novena. Amén.

sábado, 30 de octubre de 2021

MES DE SANTA TERESITA - DÍA ÚLTIMO


 

DÍA XXX

MEDITACIÓN. EL CAMINITO

Imitatores mei estote Sicut et ego Christ. (Ad Cori. IV. 16.)

Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo.

 

Los Santos, según los divinos designios, son para nosotros vivientes modelos que, con sus ejemplos nos estimulan n la práctica de las virtudes que tal grado de gloria les merecieron. Revestidos de la misma flaca sustancia, acosados por los mismos enemigos y contando con las mismas dificultades, pudieron, con la Gracia del Señor, hacerse fuertes en su debilidad, superiores a sus enemigos y triunfadores de todas las dificultades.

El gran corazón de Agustín se esforzaba a la práctica de la virtud y mirando a los Santos se decía: «Lo que este y aquel pudieron ¿no lo podrás tú también?

Ciertamente que sí, después de haber considerado las virtudes infantiles de Santa Teresita del Niño. Jesús. Ella nos dice que su misión es la de enseñar a amar a Dios como ella le amó. «Presiento que mi misión va a empezar, mi misión e hacer amar a Dios como yo le amo... de enseñar mi caminito a las almas. QUIERO PASAR Ml CIELO HACIENDO BIEN EN LA TIERRA. Esto no es imposible; resto que, en el seno mismo de la visión beatífica, los ángeles velan por nosotros. NO, no podré tener ningún descanso hasta el fin del mundo. Mas cuando el ángel haya dicho que ya no habrá más tiempo. (Apoc. X, 6), «entonces descansaré y podré gozar. porque el número de los escogidos estará ya completo. Y el caminito que nos ensena es camino de la infancia espiritual. el camino de la con. fianza y del abandono total. Quiero Indicarles los medios sencillos y fáciles que a ml me han dado resultado excelente y decirles que tan sólo una cosa debe hacerse, acá abajo: ¡Obsequiar a Jesús con las flores de los pequeños sacrificios, ganarle con caricias! ¡Así es cómo yo le he conquistado, por eso seré allá tan bien recibida!

«Si con mi caminito de amor las indujese a error — les decía a sus novicias, — no teman que se lo deje seguir por mucho tiempo. Pronto me aparecería para decirles que tomen otro camino; pero si no vuelvo, crean en la verdad de mis palabras: Jamás se tiene demasiada con onza en Dios tan potente y misericordioso. ¡Se obtiene de Él todo cuanto de Él se espera Y cómo habla de engañarse ni engañarnos siguiendo al divino modelo en la práctica de las virtudes infantiles! Al florecer en el huerto cerrado del Carmelo esta candorosísima doncella, dice Su Santidad Pío XI (Homilía en el día de la Canonización) y asociar a su nombre el del Niño Jesús reprodujo en sí tan al vivo la imagen de éste, que cuántos se precien   de venerarla, por necesidad hayan de venerar y alabar a la par al divino modelo que en sí misma ella ha copiado. Así, pues concebimos la esperanza de que nacer; entre los fieles un santo anhelo de aspirar a esta infancia espiritual, consistente en sentir y hacer por ejercicio de virtud lo que el niño tiene y ejecuta por naturaleza, pues como los niños, ni cegados por sombra alguna de culpa ni mancillados por los atractivos de las pasiones, descansan seguros en la posesión de su Inocencia y, completamente libres con sinceridad de engaño y disimulo, cuando patentizan sus pensamientos y obran con rectitud, se manifiestan al exterior cual realmente son; así Teresita más bien pareció poseer una naturaleza angélica que humana, armonizando la sencillez infantil con las leyes de la verdad y de la justicia. Porque grabadas profundamente en su memoria aquellas invitaciones y promesas del divino Esposo: Si alguno es pequeño que venga a mí: seréis conducidos en mis brazos y sobre mis rodillas os acariciaré. Como la madre acaricia a su hijo, así yo os consolaré, la virgen Lexoviense, con plena conciencia de su debilidad, se entregó completa y confiadamente a la divina Providencia, para conseguir, confiada tan sólo en el auxilio de Dios, por entre las asperezas de la vida, la santidad de vida a la que había determinado arribar con plena y plácida abdicación de su voluntad.

«Por tanto, venerables Hermanos, amados Hijos, deseamos ardientemente que todos los cristianos se hagan dignos de participar estas abundantísimas gracias por intercesión de Teresita; pero todavía anhelamos con más ardor que pongan todo su conato en imitarla, haciéndose como niños, pues si no fueren tales, según la sentencia de Cristo, se verán rechazados del reino de los cielos.

Si todos entran por este camino de infancia espiritual, quien se ve cuán fácilmente se obtendrá la reforma de la sociedad humana, que, desde el principio de Nuestro Pontificado, y más al promulgar el Año Santo, Nos hemos dado por programa. Hacernos, pues, nuestra, la oración con que la nueva Santa, Teresita del Niño Jesús, cierra el precioso libro de su vida: Te suplicamos, oh buen Jesús, que fijes tus ojos en todas las almas pequeñitas y te escojas en este mundo una legión dc victimas pequeñas dignas de tu amor. Amén.

 

EJEMPLO

UN LIBRO MISTERIOSO. RENOVACIÓN ESPIRITUAL

X. (Indre et Loire), diciembre 1913.

Hace unos tres años encontré en mi to un libro cubierto con papel obscuro; creyendo que alguna de mis hermanas habría olvidado y absorta en otras obras, no lo abrí.

Un día miré el título: era Historia de un alma. Había Oído hablar de ella y, por curiosidad, recorrí sus páginas, causándome la impresión de una autobiografía pueril, aunque su autor me pareció una Santa dulce y consoladora.

Cuando quise devolver la obra no pude hacerlo. pues ignoraba quién había traído el libro. No di entonces a ello mucha Importancia. pero ahora me inclino a creer que fue depositado en ml casa por la indulgente Taumaturga.

  Hace dos meses sufrí una crisis aguda de sufrimientos morales, aumentados por el deplorable estado de mi salud. Abrí entonces por segunda vez la Historia de un alma y al leerla de nuevo, me encontré poseída de admiración y extrañeza. ¿Cómo habla podido no comprender... Cada página era para mí una revelación a la par que un consuelo del cual no podía privarme.

En adelante, cuando la prueba es muy pesada. al instante abro el libro y encuentro al punto la paz y aun la alegría. Comienzo entonces a vivir verdadera vida de unión con mi Santita. Un día la sentí cerca de mí y la vi con los ojos del alma, llevándome a loa brazos misericordiosos del Salvador. Fue una gracia verdaderamente divina en sus efectos, porque desde ese momento mi alma ha entrado en un camino nuevo en el que ml querida hermanita me lleva de su mano enseñándome la   cl abandono y el amor.

 

Jaculatoria: ¡Oh regalada Esposa de Jesús! haz nacer en nosotros el deseo de imitar como tú las virtudes de Jesús infante.

 

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Oh queridísima y venerada Santita! que mereciste por tus infantiles ' virtudes la gloria de ser maestra en el camino de Infancia espiritual; yo te ruego humildemente que hagas en mí el bien de conocer y practicar el caminito de Infancia, sembrándolo de la lluvia de rosas de tus inefables protecciones, a fin de que tenga la dicha de imitar tus virtudes y la de adorar y bendecir eternalmente en compañía tuya a Jesús mi único tesoro a quien me entrego, no deseando otra dicha que la de hacerle sonreír; y para más obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes:

viernes, 29 de octubre de 2021

MES DE SANTA TERESITA - DÍA VEINTINUEVE


DÍA XXIX

MEDITACIÓN. — INFATIGABLE AUDACIA

Quam pulchri sunt gressug tui filia principis. (Cant. VII-1)

Cuán hermosos son tus pasos, hija del Príncipe.

 

Siempre el amor, ardiendo en el pecho enamorado, busca medios para saciar su hambre, cada vez más creciente. No hay para él dificultades a la vista, que a millares cuenta los despojos que en gloriosos triunfos los brazos de su amor consiguieron. ¿Qué es más fuerte que la muerte? el amor, más atrevido que los animales fieros de   s selvas. Nada le arredra, al ver caminar con paso   Maestro, por el camino del dolor, y si la debilidad de su carne tiembla ante cl peligro que arrogante se le acerca, ánimos cobra, de varoniles esfuerzos siente la presencia, al oír de Jesús los gemidos lastimeros. Si alguno quiere venir en pos de mí, que tome sobre sus hombros el leño dc la cruz y que me siga, hasta la muerte, hasta el desuello.» «Son de valor infinito las almas para que permanezcan tranquilos los discípulos en los brazos delicados del más profundo como lamentable de los sueños. ¿No habéis podido permanecer una hora conmigo en la oración? He aquí que el enemigo de las almas no duerme. Levantaos, marchemos al encuentro del enemigo. Esta es la hora y el momento del poder de las tinieblas. Mas no temáis, yo he venido al mundo.

¿Quién de los discípulos de Cristo no siente viva la llama de la caridad en el hecho? ¿Quién no se esfuerza a seguir a Jesús para vencer al enemigo que por perder las almas anda cruel y ladino en continuo acecho? o Vayamos y muramos con Él exclama el discípulo decidido. EI martirio: repite la enamorada discípula… Este ha sido el sueño de mi juventud, sueño que ha crecido conmigo en la celdita del Carmen. Pero ésta es otra de mis locuras; no deseo un solo género de suplicio; para satisfacer mis anhelos, necesitaría padecerlos todos...

Como Vos, adorado Esposo de mi alma, quisiera ser azotada, crucificada... quisiera morir despellejada como San Bartolomé; como San Juan, desearía que me sumergieran en aceite hirviendo; ser triturada por los dientes de las fieras como San Ignacio de Antioquia, a fin de llegar a ser pan digno de Dios. Con Santa Inés y Santa Cecilia, quisiera ofrecer mi cuello a la cuchilla del verdugo, y como Juana de Arco, pronunciar el nombre de Jesús en una vivísima hoguera.

Si pienso en los tormentos atroces que padecieron los cristianos en tiempo del Anticristo, se estremece mi corazón; quisiera que se reservaran para mí, aquellos tormentos. Abrid, Jesús mío, el libro de la Vida, donde están consignadas todas las acciones de vuestros Santos; ¡toda ella quisiera haberlas yo llevado a cabo por vuestro amor!

¿Qué responderéis a todas mis locuras? ¿Existe en la tierra un alma más pequeña e impotente que la mía? Con todo, esta misma debilidad os ha movido a realizar mis pequeños deseos infantiles, y queréis colmar hoy otros deseos más grandes que el universo...'

«Sí, soy feliz, al verme pequeña y débil en vuestra presencia; mi corazón goza de dulce paz... ¡Oh Verbo, Salvador mío!   eres el Águila que sin cesar me atrae; eres el que, lanzándote a este destierro, quisiste sufrir y morir a fin de arrebatar todas las almas y sumergirlas en el centro de la Santa Trinidad, ¡eterno hogar del amor! Tú eres el que, remontándote hacia la luz inaccesible, permaneces también oculto en nuestro valle de lágrimas bajo la apariencia de cándida hostia, con el

sustancia. ¡Oh Jesús, déjame decirte que tu amor raya en locura!... Considerando esta locura, ¿Cómo quieres que corazón no se lance con impetuoso impulso hacia ti? ¿Cómo ha de tener límites mi confianza?

'Por ti hicieron también los Santos muchas locuras y grandes cosas, pues eran águilas; yo soy demasiado pequeña para obrar grandes cosas; mi locura consiste en pretender que tu amor me acepte como víctima; mi locura es esperar que los Ángeles y los Santos me presten auxilio para volar hasta ti con tus propias alas, ¡oh Águila adorada! Todo el tiempo que quieras permaneceré con los ojos fijos en ti, quiero que tu divina mirada mc fascine, quiero llegar a ser presa de tu amor. Tengo la esperanza de que un día te lanzarás sobre mí y llevándome al foco del amor, me sumergirás, por fin, en este abismo abrasador, ara convertirme eternamente en su dichosa víctima.

¡Oh Jesús, si pudiera yo publicar tu condescendencia a todas las almas pequeñitas! Creo que si, por un imposible, encontraras una más débil que la mía, te complacerlas en colmarla de mayores gracias aún, con tal confiara por entero en tu infinita misericordia. ¿Mas, por qué, Bien mío, deseo tanto comunicar os secretos de tu amor’? ¿No fuiste tú solo quién me los enseñaste? ¿Y no puedes revelarlos a los otros? Ciertamente que sí; y te conjuro que lo hagas; te suplico que inclines tus divinos ojos a todas las almas pequeñitas, y te escojas en este mundo una legión de victimas pequeñas dignas de tu Ayon..

 

 

 

EJEMPLO

NO BASTA LLEVAR LA CRUZ, ES NECESARIO ESTRECHARLA SOBRE EL CORAZÓN Y AMARLA

Roma (Italia), 20-3-1915.

El 16 o 17 de febrero último la Sra. M., que comparte conmigo su habitación, se vio agobiada por todo género de tribulaciones, a las que se juntaron grandes sufrimientos físicos. Aquella noche se retiró muy tarde, cuando entró en cl cuarto ya estaba yo en cama y, viendo lo muy fatigada que se encontraba, la exhorté a abreviar por aquel día nuestras oraciones, diciendo sólo las invocaciones a Sor Teresita. No consintió en ello, y después de terminadas nuestras oraciones, encontrándose la habitación a media luz, tuve la impresión clara de la presencia de un ser misterioso cerca de mi cama. Sorprendida. aunque sin inquietud, llamé a mi compañera para preguntarle la causa de este fenómeno. Al cabo de un instante, vivamente emocionada y los Ojos arrasados en lágrimas. me dijo: Acabo de ver cerca de usted a Sor Teresita; hubiera querido responder en seguida, pero no podía hablar. La Santa iba vestida de carmelita, la cabeza rodeada de resplandeciente aureola y tenía en sus brazos un gran Crucifijo que estrechaba contra su corazón. Dimos gracias a la celestial Visitante que tan graciosamente Venia a confortar a mi amiga, después de tantas pruebas. A la noche siguiente, la Sra. M. oyó una dulce voz que murmuró en su oído: No os dije nada, pero quise haceros comprender que no basta levar la cruz. es necesario estrecharla contra el corazón amarla...

Cuánto bien nos ha hecho a las dos esta sublime lección de nuestra protectora.

 

Jaculatoria: ¡Oh Santita querida! haz que, a imitación tuya, me ofrezca a Jesús como pequeña víctima de amor.

 

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Oh regalada víctima de amor! que no queriendo permanecer inactiva, corno miembro vivo del cuerpo místico de Cristo, quisiste ser mortificada, crucificada y muerta con Él en la cruz del dolor hasta completar el número de los escogidos, haz, enamorada de Jesús, que mi corazón sienta esos divinos ardores para que no sea miembro inútil del cuerpo del Señor, sino que sean fructuosos y aceptables todos mis pequeños esfuerzos como pertenece a las almas que forman parte de tu legión escogida; y para más Obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes: 

jueves, 28 de octubre de 2021

MES DE SANTA TERESITA - DÍA VEINTIOCHO


DÍA XXVIII

MEDITACIÓN. — ASPIRACIONES SUBLIMES

In odorem unguentorum rum eurrimug. (Cant. 1-3.)

Corremos tras el perfume de tus ungüentos.

 

¡Cuán débiles son los esfuerzos humanos! El espíritu, demostrando siempre su excelsa progenie, se ve recreado con los horizontes extensísimos a donde su poder espiritual puede llegar, pero al querer abarcarlos con los brazos de tierra, comprende la realidad de las palabras divinas «El espíritu está pronto para todo lo grande, más la carne es flaca y enferma.

El espíritu gigante de Santa Teresa concibió la idea sublime de evangelizar las gentes y traerlas todas a los dominios de su Esposo. Mas corno me vi mujer y ruin, imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el servicio del Señor (y toda mi ansia era, y aun es, que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que esos fuesen buenos), determiné hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo todo; y que siendo tales cuales yo las pintaba en mis deseos, entre sus virtudes no tendrían fuerza mis faltas, y podría yo contentar en al o al Señor, y que todas ocupadas en oración por los que son defensores de la Iglesia, y predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío que tan apretado le traen a los que ha hecho tanto bien, que parece le querrían tornar ahora a la cruz estos   y que no tuviese adonde reclinar la cabeza. ¡Oh hermanas mías en Cristo! ayudadme a suplicar esto al Señor, que para esto os juntó aquí; este es vuestro llamamiento; estos han de ser vuestros negocios, estos han de ser vuestros deseos, aquí vuestras lágrimas, estas vuestras peticiones. (Cam. de Perf. C.)

Fidelísima hijo y discípula de Santa Teresa, la Santita del Niño Jesús aprendió que su vocación era excelentísima. ¡Oh madre mía! qué hermosa es nuestra vocación! A nosotras, al Carmen. corresponde conservar la sal de la tierra. Ofrecemos nuestros sacrificios y oraciones por los apóstoles del Señor: nosotras mismas debemos ser sus apóstoles mientras; evangelizan ellos con sus palabras y ejemplos as almas de nuestros hermanos. Qué mi única y peculiar de las almas contemplativas. «Conservar pura la sal de la tierra por medio de oraciones y sacrificios para que el cuerpo místico de la Iglesia llegue al fin glorioso de su misión. Las almas.

«Considerando el cuerpo místico de la Santa Iglesia, no me había reconocido en ninguno de los miembros descritos por San Pablo, o por mejor decir, quería hallarme en todos. La caridad me dio la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo compuesto por diferente miembros, no podía necesario, el más noble de todos los órganos, el corazón, y que este corazón estaba abrasado de amor; comprendí que el amor únicamente es el que imprime movimiento a todos los miembros que sin él no anunciarían los apóstoles el Evangelio y rehusarían los mártires derramar su sangre. Comprendí que el amor encierra todas las vocaciones. que el amor lo es todo, que comprende todos los tiempos y lugares, porque es eterno. Quiero ser hija de la Iglesia. Como nuestra M, y rogar por todas las intenciones del Vicario de Jesucristo. Esto es el fin principal de mi vida. Esta es precisamente mi oración. Pido a Jesús que me las llamas de su amor, que me El tan estrechamente que viva y obre dentro de mí. Sé que cuanto más se abrase mi corazón en su amor, y con mayor fuerza diga: «Atráeme: tanto más las almas que se acerquen a la mía correrán veloces al olor de los perfumes del Amado.

«Si, correrán, correremos juntas; pues las almas abrasadas no pueden permanecer inactivas. Es indudable que, como Santa Magdalena, permanecen a los pies de Jesús escuchando su dulce y ardiente palabra; al parecer no dan nada, pero dan mucho más que Marta, que se inquieta por muchas cosas. (Luc. X, 41.) Mas no fueron los trabajos de Marta lo que censuró el Señor, sino su inquietud; a estos mismos trabajos se sometió humildemente su divina Madre, puesto que tenía que preparar la comida de la Sagrada Familia. Así lo entendieron todos los santos, y más particularmente quhús aquellos que iluminaron el universo con la doctrina evangélica. ¿Por ventura San Pablo, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, San Juan de la Cruz, Santa Teresa y tantos otros amigos de Dios, no bebieron en la oración aquella ciencia admirable que cautiva a los mayores genios?

Dijo un sabio: Dadme una palanca, un punto de apoyo y levantaré el mundo... esto, que no pudo obtener Arquímedes, lo alcanzaron plenamente los santos. El Todopoderoso les dio, como punto de apoyo, a ¡El mismo, a Él solo! torno palanca, la oración que inflama con fuego de

amor; con esto levantaron el mundo; los santos militantes siguen levantándolo todavía, y lo levantarán hasta el fin de los tiempos.

 

 

EJEMPLO

CONVERSIÓN DE UN JOVEN CISMÁTICO

Trípoli de Siria (Palestina), 1-7-13.

Durante mi estancia en Trípoli he dado el retiro espiritual a los alumnos del pensionado y ahora me ocupo de la escuela gratuita. He hecho leer Lluvia de Rosas en el comedor, los niños escuchaban con gran interés. Un cismático ha venido a mi encuentro, después de la comida, y me ha dicho: Quiero ser católico, la Santita me ha cambiado.

No hago nunca ningún sermón sin invocar antes a Sor Teresita.

 

Jaculatoria: ¡Oh venerada Santita! alcánzame la virtud de la oración para que con ella pueda ganar almas para Jesús.

 

ORACIÓN PARA ESTE DIA

¡Oh queridísima Santita! que aleccionada en la escuela de la seráfica virgen Santa Teresa de Jesús, tu madre y  maestra, llegaste a comprender y practicar la hermosa vocación de las almas  carmelitas, la oración ferviente para conservar la sal de la Iglesia, alcánzame la gracia de la oración, enséñame esta soberana virtud para que a imitación tuya se aficione mi alma a la práctica de esta poderosa virtud a fin de que sean muchas las almas que gane para Jesús en el celo que abrasaba tu corazón, y para más obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes: 

miércoles, 27 de octubre de 2021

MES DE SANTA TERESITA - DÍA VEINTISIETE


DÍA XXVII

MEDITACIÓN. — ARDORES DEL CORAZÓN

Zelo zelatus sum. (Reg. 19. El celo de Dios me consume.

 

La caridad de Cristo cuando se apodera del corazón lo hace partícipe de los sentimientos divinos que animaban el suyo. Aquellos sentimientos revelados en sublimes y profundos conceptos como estos: Yo he Venido a poner ruego en la tierra y he de querer, sino que arda; con sangre tengo de ser yo bautizado; lob, y como traigo en prensa el corazón mientras que no lo vea cumplido. (Luc. XII. 50.)

De estos sentimientos se hallaba presa el apóstol S. Pablo cuando enamorado de las almas decía: '¿Quién enferma que no enferme yo con él? ¿Quién es escandalizado o cae en pecado, que yo no me requeme? (Ad Cor. XI, 29); al igual que el apóstol, se cuentan a millares las almas, que, abrasadas en el amor divino, desean anunciar al mundo la nueva de su salvación y les parecen livianos los trabajos soportados en tan notable como saludable empresa. Hermosa corona, formada por las rosas purpúreas de las vírgenes; las encendidas amapolas de los doctores; los azulados lirios de los confesores, es la que adorna la cabeza de la Iglesia depositaria del divino y apostólico celo de Jesucristo y sus discípulos. Y jamás se verá despojada de esa gloriosa corona mientras haya en la tierra un alma que salvar y un pecador que convertir. Según son las circunstancias que rodean a la Iglesia, la divina Providencia suscita almas generosas y valientes que no sientan más vida que la de Jesucristo apóstol corriendo los caminos y estrechos senderos tras las ovejas pérdidas para atraerlas al redil de la felicidad. Toda la vida la consagran a ese fin y mil vidas gustosamente las ofrecieran por la salvación de una sola alma. En los momentos más angustiosos del apostolado, los corazones de estos apóstoles se vejan obligados a pedir el auxilio de otros evangelizadores, tocados del mismo espíritu y devorados por el mismo celo. ¡Almas, Señor, almas necesitamos! Sobre todo, almas de apóstoles y de mártires, para que por ellas inflamemos con tu amor a la muchedumbre de pobres pecadores. En su delirio de almas desean centuplicarse en su acción apostólica. Quisiera, escribe la Santita, iluminar las almas como los profetas y los doctores. Quisiera recorrer la tierra predicando vuestro nombre y plantar, Amado mío, en tierra infiel vuestra gloriosa Cruz. Mas no me bastaría una sola misión, pues desearía poder anunciar a un tiempo vuestro Evangelio en todas las partes del mundo, hasta en las más lejanas islas. Quisiera ser misionera, no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo hasta la consumación de los siglos.

Sé, Dios mío, que el amor sólo con amor se paga, por eso he buscado y hallado el modo de aliviar mi corazón devolviéndoos amor por amor. He comprendido que mis deseos de abrazar todas las vocaciones y de serlo todo, eran riquezas que podrían muy bien tornarme injusta, por lo cual las he empleado en procurarme amigos. Recordando la oración de Eliseo al Profeta Elías, cuando le pidió el don de su doble espíritu, me presenté ante los Ángeles y la Asamblea de los Santos, y les dije: «Soy la más pequeña de las criaturas; reconozco mi miseria, pero sé también hasta qué punto desean hacer el bien los corazones nobles y generosos habitantes os suplico, pues, bienaventurados habitantes de la Ciudad celestial, que me adoptéis como hija: sobre vosotros solos recaerá la gloria que me hagáis adquirir; dignaos atender mi oración. os suplico que me alcancéis vuestro doble amor. Señor, no me veo con ánimos de profundizar mi petición por temor de vedme agobiada por el peso de mis audaces deseos. Mi única excusa es el título de niña; los niños no reflexionan el alcance dc sus palabras. Sin embargo, si su padre o su madre ocupan un trono y poseen inmensos tesoros, no vacilan en colmar los deseos de esos seres débiles e inocentes, a los cuales aman más que a sí mismos. Por contentarlos cometen todo genero de locuras, llegan hasta hacerse débiles.

Pues bien; yo soy hija de la Santa Iglesia. La Iglesia es reina, puesto que es vuestra esposa, ¡Oh divino Rey de los reyes! No son riquezas ni gloria —ni siquiera la gloria del cielo— lo que anhela mi corazón. La gloria pertenece por derecho propio a mis hermanos, los Ángeles y los Santos. Mi gloria será el reflejo que emanará de la frente de mi Madre. Lo que yo pido es amor. ¡Sólo una cosa sé, Jesús mío, amaros! Las obras ostentosas me están vedadas, no puedo predicar el Evangelio ni derramar mi por mí, y yo, pobre niñita, permanezco junto al trono real; amo por los que combaten. Pero ¿cómo demostraré mi amor, ya que el amor se prueba con obras? Pues bien, la niñita echará flores... embalsamará con su fragancia el trono divino, y con voz argentina entonará el cántico de amor.

 

 

EJEMPLO

EN FAVOR DE UNA VOCACIÓN SACERDOTAL

Irlanda.

Durante un retiro. un religioso Pasionista. muy devoto de Sor Teresita nos relató el favor siguiente que él mismo había obtenido por mediación de la Santita. A causa de una gran dificultad de elocución durante su noviciado fue declarado por sus superiores impropio para cl sacerdocio.

En tan dura prueba, la víspera de abandonar el convento recurrió a la Santita diciendo: ¡Oh queridísima hermanita mía! ¿vais a dejarme marchar' Y una voz le respondió: No, no partirás.

Cuando a la mañana siguiente fue a hablar con su superior quedó éste sorprendido de la calidad y claridad de expresión tan rápidamente adquiridas. Interrogado, explicó lo sucedido quedó de nuevo admitido en la Comunidad. milagro persiste: fue ordenado, y hoy uno de 'os buenos oradores de Irlanda.

La Santita. para hacer sentir mejor su apostólica intervención. permite de vez en cuando que el antiguo defecto aparezca en las conversaciones familiares de la vida privada.

Relación del Carmen de Kilmacud.

 

Jaculatoria: ¡Oh seráfica Santita! Haz que, abrasado mi corazón en celo por la gloria de Dios, consuma mi vida para la salvación de las almas.

 

ORACION PARA ESTE DIA

¡Oh gloriosa Santita! que abrasada en el amor de las almas quisiste ser profeta y doctor y apóstol para llevar hasta los confines de la tierra la luz de la fe, a fin de inflamar con tu amor a la muchedumbre de los pecadores, yo te suplico, piadosa intercesora, que me alcances la dicha de tener parte en la obra de la salvación de las almas, al menos permaneciendo, como tú, ante la presencia de Jesús, echando a sus pies las flores de mis pequeños sacrificios, así se consumirá mi efímera vida en las llamas del amor; y para más obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes:

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...