jueves, 28 de octubre de 2021

MES DE SANTA TERESITA - DÍA VEINTIOCHO


DÍA XXVIII

MEDITACIÓN. — ASPIRACIONES SUBLIMES

In odorem unguentorum rum eurrimug. (Cant. 1-3.)

Corremos tras el perfume de tus ungüentos.

 

¡Cuán débiles son los esfuerzos humanos! El espíritu, demostrando siempre su excelsa progenie, se ve recreado con los horizontes extensísimos a donde su poder espiritual puede llegar, pero al querer abarcarlos con los brazos de tierra, comprende la realidad de las palabras divinas «El espíritu está pronto para todo lo grande, más la carne es flaca y enferma.

El espíritu gigante de Santa Teresa concibió la idea sublime de evangelizar las gentes y traerlas todas a los dominios de su Esposo. Mas corno me vi mujer y ruin, imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el servicio del Señor (y toda mi ansia era, y aun es, que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que esos fuesen buenos), determiné hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo todo; y que siendo tales cuales yo las pintaba en mis deseos, entre sus virtudes no tendrían fuerza mis faltas, y podría yo contentar en al o al Señor, y que todas ocupadas en oración por los que son defensores de la Iglesia, y predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío que tan apretado le traen a los que ha hecho tanto bien, que parece le querrían tornar ahora a la cruz estos   y que no tuviese adonde reclinar la cabeza. ¡Oh hermanas mías en Cristo! ayudadme a suplicar esto al Señor, que para esto os juntó aquí; este es vuestro llamamiento; estos han de ser vuestros negocios, estos han de ser vuestros deseos, aquí vuestras lágrimas, estas vuestras peticiones. (Cam. de Perf. C.)

Fidelísima hijo y discípula de Santa Teresa, la Santita del Niño Jesús aprendió que su vocación era excelentísima. ¡Oh madre mía! qué hermosa es nuestra vocación! A nosotras, al Carmen. corresponde conservar la sal de la tierra. Ofrecemos nuestros sacrificios y oraciones por los apóstoles del Señor: nosotras mismas debemos ser sus apóstoles mientras; evangelizan ellos con sus palabras y ejemplos as almas de nuestros hermanos. Qué mi única y peculiar de las almas contemplativas. «Conservar pura la sal de la tierra por medio de oraciones y sacrificios para que el cuerpo místico de la Iglesia llegue al fin glorioso de su misión. Las almas.

«Considerando el cuerpo místico de la Santa Iglesia, no me había reconocido en ninguno de los miembros descritos por San Pablo, o por mejor decir, quería hallarme en todos. La caridad me dio la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo compuesto por diferente miembros, no podía necesario, el más noble de todos los órganos, el corazón, y que este corazón estaba abrasado de amor; comprendí que el amor únicamente es el que imprime movimiento a todos los miembros que sin él no anunciarían los apóstoles el Evangelio y rehusarían los mártires derramar su sangre. Comprendí que el amor encierra todas las vocaciones. que el amor lo es todo, que comprende todos los tiempos y lugares, porque es eterno. Quiero ser hija de la Iglesia. Como nuestra M, y rogar por todas las intenciones del Vicario de Jesucristo. Esto es el fin principal de mi vida. Esta es precisamente mi oración. Pido a Jesús que me las llamas de su amor, que me El tan estrechamente que viva y obre dentro de mí. Sé que cuanto más se abrase mi corazón en su amor, y con mayor fuerza diga: «Atráeme: tanto más las almas que se acerquen a la mía correrán veloces al olor de los perfumes del Amado.

«Si, correrán, correremos juntas; pues las almas abrasadas no pueden permanecer inactivas. Es indudable que, como Santa Magdalena, permanecen a los pies de Jesús escuchando su dulce y ardiente palabra; al parecer no dan nada, pero dan mucho más que Marta, que se inquieta por muchas cosas. (Luc. X, 41.) Mas no fueron los trabajos de Marta lo que censuró el Señor, sino su inquietud; a estos mismos trabajos se sometió humildemente su divina Madre, puesto que tenía que preparar la comida de la Sagrada Familia. Así lo entendieron todos los santos, y más particularmente quhús aquellos que iluminaron el universo con la doctrina evangélica. ¿Por ventura San Pablo, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, San Juan de la Cruz, Santa Teresa y tantos otros amigos de Dios, no bebieron en la oración aquella ciencia admirable que cautiva a los mayores genios?

Dijo un sabio: Dadme una palanca, un punto de apoyo y levantaré el mundo... esto, que no pudo obtener Arquímedes, lo alcanzaron plenamente los santos. El Todopoderoso les dio, como punto de apoyo, a ¡El mismo, a Él solo! torno palanca, la oración que inflama con fuego de

amor; con esto levantaron el mundo; los santos militantes siguen levantándolo todavía, y lo levantarán hasta el fin de los tiempos.

 

 

EJEMPLO

CONVERSIÓN DE UN JOVEN CISMÁTICO

Trípoli de Siria (Palestina), 1-7-13.

Durante mi estancia en Trípoli he dado el retiro espiritual a los alumnos del pensionado y ahora me ocupo de la escuela gratuita. He hecho leer Lluvia de Rosas en el comedor, los niños escuchaban con gran interés. Un cismático ha venido a mi encuentro, después de la comida, y me ha dicho: Quiero ser católico, la Santita me ha cambiado.

No hago nunca ningún sermón sin invocar antes a Sor Teresita.

 

Jaculatoria: ¡Oh venerada Santita! alcánzame la virtud de la oración para que con ella pueda ganar almas para Jesús.

 

ORACIÓN PARA ESTE DIA

¡Oh queridísima Santita! que aleccionada en la escuela de la seráfica virgen Santa Teresa de Jesús, tu madre y  maestra, llegaste a comprender y practicar la hermosa vocación de las almas  carmelitas, la oración ferviente para conservar la sal de la Iglesia, alcánzame la gracia de la oración, enséñame esta soberana virtud para que a imitación tuya se aficione mi alma a la práctica de esta poderosa virtud a fin de que sean muchas las almas que gane para Jesús en el celo que abrasaba tu corazón, y para más obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes: 

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