jueves, 19 de julio de 2018

OCTAVARIO A SAN IGNACIO DE LOYOLA






OCTAVARIO A SAN IGNACIO DE LOYOLA


ACTO DE CONTRICIÓN
Señor y Dios mío Jesucristo, Criador y Redentor mío, en quien creo, en quien espero, y a quien amo sobre todas las cosas; por vuestra infinita bondad me pesa de haberos ofendido, y propongo, ayudado de vuestra gracia, de enmendarme, y confesar mis pecados; y espero en vuestra bondad y misericordia infinita me los perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima sangre. Amen.



DIA PRIMERO
Señor y Dios mío todo poderoso, que sin merecimientos míos me criasteis, para que en esta vida os ame y sirva, y después os goce por toda la eternidad: por los merecimientos de vuestra purísima Madre, y de vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico me deis gracia para elegir los medios, que me han de conducir a tan alto fin, y me concedáis el favor que os pido en esta Octava, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amen.



ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Glorioso San Ignacio de Loyola, Fundador de la Compañía de Jesús, a quien Dios enriqueció de gracias y merecimientos, y llenó de espíritu apostólico, y de una ardentísima caridad para con su Majestad, y para con los hombres, a los cuales procurasteis alumbrar con los rayos de la verdad, abrasar en las llamas del divino amor, y llevar por el camino de la santidad a la eterna bienaventuranza: ruegos que me alcancéis con vuestra poderosa intercesión de mi Señor Jesucristo gracia para guardar perfectamente sus santos mandamientos, para cumplir con las obligaciones de mi estado, y perseverar hasta la muerte en su santo servicio. No desechéis, protector mío Santísimo, los ruegos de este devoto siervo vuestro; antes bien inclinad vuestros oídos a mis peticiones, y si ha de ser para mayor gloria de Dios, y bien de mi alma, que yo consiga lo que deseo y pido en esta Octava; suplicoos, padre mío amantísimo, intercedáis eficazmente por mí, y roguéis también a la purísima Madre de Dios, a todos los Santos y Ángeles del cielo, para que se dignen juntamente con Vos de ser mis intercesores delante la Santísima y altísima Trinidad, que sea bendita y glorificada con Jesucristo Redentor mío, por todos los siglos de los siglos. Amen.




DIA SEGUNDO
Señor y Dios mío, que a vista de tantas culpas me sufrís, habiendo arrojado del cielo al infierno los ángeles, y del paraíso a las miserias de este mundo a nuestros primeros padres, con todos sus descendientes, y condenado a muchos con un solo pecado mortal a una eternidad de penas; por los merecimientos de vuestra Madre santísima, y de vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico me deis gracia para llorar mis culpas, como me la dais para conocer .la fealdad de ellas, concediéndome juntamente la merced que os pido, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amen.



TERCERO DIA
Señor y Dios mío, que por sola vuestra bondad no habéis permitido, que las criaturas todas vueltas contra mi castigasen, como merecía, a esta vilísima criatura, que ofendió a su Criador, este miserable es clavo, que cuanto es de su parte dió, con sus pecados, la muerte a su Señor: por la preciosísima sangre de Jesús, y merecimientos de su santísima Madre, y de vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico me deis gracia para que arrepentido de las culpas, que hasta ahora he cometido contra vuestra Divina Majestad, muera antes que vuelva a ofenderos, y merezca alcanzar la merced, que os pido, si fuere de mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amen.



CUARTO DIA
Señor y Dios mío, que con altísima Providencia ordenasteis, que siendo infalible el morir, ignorásemos el lugar y hora de nuestra muerte, para que en todo lugar y tiempo viésemos como quien ha de morir: por las preciosas muertes de vuestro santísimo Hijo, y su Purísima Madre, y de vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico me deis gracia para vivir como quisiera haber vivido en la hora de mi muerte, y que en ella me asistáis contra las asechanzas de mis enemigos, y ahora me concedáis la merced que os pido, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amen.



QUINTO DIA
Señor y Dios mío, que en el día riguroso del juicio final habéis de poner a vuestra diestra los escogidos para salvarles, porque caminaron por la senda de vuestros Mandamientos; y a los malos a la siniestra, para condenarlos, porque no guardaron vuestras santísimas leyes: por los merecimientos de vuestra Madre Santísima, y de vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico me deis gracia para vivir de suerte, que cuando llegare aquel tremendo día, merezca estar a vuestra divina diestra y recibir aquella favorable sentencia: Venid benditos de mi Padre, a poseer el reino, que os está aparejado. Y ahora me concedáis el favor, que os pido, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amen.




SEXTO DIA
Señor y Dios mío, que para ensalzamiento de vuestra justicia habéis dispuesto la eterna cárcel del infierno, donde lo transgresores de. vuestra santísima ley, privados de vuestra presencia, atormentados del gusano roedor de sus conciencias, y afligidos con crueles tormentos en todos los sentidos y potencias, paguen por toda una eternidad el castigo merecido de su atrevimiento; por la sangre preciosa de Jesús y méritos de su Santísima Madre, y de vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico me concedáis vuestro santo temor, con que húyale de ofenderos, y me anime a serviros todos los días de mi vida, y me hagáis juntamente la merced que os pido, si fuere para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amen.




SÉPTIMO DIA
Señor. y Dios mío, que para premio de vuestros escogidos aparejasteis en el cielo un reino glorioso, donde gocen con los Ángeles y Serafines de vuestra bienaventurada vista, con seguridad de nunca perderla: por la preciosísima sangre de Jesús y méritos de su Santísima Madre, y de todos los Ángeles y Bienaventurados, singularmente de Vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico que pues solo el pecado mortal puede privarme de tanta dicha, me deis gracia para conocer su malicia, y huir de él, más que del mismo infierno, para. que de esta suerte merezca vivir y reinar con vos por toda una eternidad; y si fuere de vuestro mayor gusto y gloria, os ruego me concedáis la merced que os pido en esta Octavar. Amen.



OCTAVO DIA
Señor y Dios mío, que para gloria de vuestro nombre, columna de la fe, espejo de toda virtud, y alivio de los atribulados, pusisteis en vuestra Iglesia al glorioso Patriarca San Ignacio de Loyola, mudándole como a otro Pablo de capitán del mundo en soldado vuestro, y regalándole por toda su vida, y singularmente en los ocho días de su maravilloso Rapto, con los secretos y dulzuras de vuestra gloria: por los merecimientos de vuestra Madre santísima, y de vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico que encendáis mi corazón en un ardentísimo deseo de seguir sus pasos, imitar sus virtudes, y buscar siempre vuestra mayor gloria, como mi Santo lo hacía para que de esta suerte consiga ahora la merced que os pido y merezca gozar después de vuestra presencia, en compañía de mi santo y protector, por toda una eternidad. Amen.





lunes, 16 de julio de 2018

DEVOCIÓN DE LAS CATORCE AVES MARÍAS





SALUTACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
EN MEMORIA DE SUS SIETE ALEGRÍAS DURANTE SU VIDA MORTAL


Oh Virgen inmaculada,
Del paraíso delicia,
Dignaos serme propicia:
A mi alma desconsolada
Alentad, Virgen sagrada:
Y por vuestros gozos santos
Libradme de eternos llantos:
Dadme victoria en la guerra
Con que el demonio me aterra,
Y en la que ha vencido a tantos.

¡Oh María llena de gozo en la Anunciación del Ángel!  haced que este devoto celebre con júbilo la inefable dicha que tenéis de ser Madre del mismo Dios. Ave María.

Grande fué, Virgen sagrada,
La alegría que tuvisteis,
Cuando en Nazaret oísteis
Del Arcángel la embajada:
Con gozo os visteis llamada,
Oh Virgen, de gracia llena:
Yo os doy grata enhorabuena,
Al ver que, según Gabriel,
Virgen Madre sois de Aquel
Que destierra culpa y pena.


¡Oh María, llena de gozo en vuestra visitad santa Elizabet! haced que este devoto sepa imitar las machas virtudes que nos enseñasteis en aquella ocasión. Ave María.


Del Rey y Señor del cielo
Al vero madre, o Señora,
Placentera y bienhechora,
Cual ave con raudo vuelo,
Volasteis a dar consuelo
A vuestra prima Isabel,
De quien os dijo Gabriel,
Que en sus entrañas llevaba
Al que Dios predestinaba
Por precursor de Emanuel.


¡Oh María llena de gozo en el parto! haced que este devoto alabe con todas las criaturas la prodigiosa unión de vuestra Maternidad con la Virginidad que nunca perdisteis. Ave María.


Oh siempre virgen María,
¡Bella Madre del Dios Hijo!
Cuan celestial regocijo,
Gozo, placer y alegría
A vuestra alma inundaría
En el dichoso momento,
En el que sin detrimento
De la pureza, a luz disteis
Al que pura concebisteis
Con milagroso portento.


¡Oh María llena de gozo en la Adoración de los santos Reyes! haced que este devoto con el beneplácito de vuestro santísimo Hijo, os ofrezca también de buena voluntad su corazón. Ave María.


  
Una estrella nuevamente
Bellísima ha aparecido,
Que el corazón ha movido
De los Beyes del Oriente:
Muy apresuradamente
Gaspar, Melchor, Baltasar
Vienen con gozo a adorar
Al Hijo a quien Vos tenéis
En los brazos, y a quien veis
Oro, incienso y mirra dar.

¡Oh María, llena de gozo cuando a vuestro unigénito Hijo le hallasteis entre los doctores! haced que este devoto no le pierda nunca: antes bien le halle siempre en el templo santo, en el sacramento de la Penitencia y en el maravilloso de su divino Cuerpo y Sangre. Ave María.


Tras nocturna oscuridad
Mas bello es el sol del día:
Y así para Vos, María,
Tras la cruda tempestad
Brilló con más claridad
Jesús, sol bello y divino,
Que á alumbrar el mundo vino;
Al cual en el templo hallasteis,
Y antes ausente llorasteis
Sin consuelo en el camino.



¡Oh María, llena de gozo en la Resurrección gloriosa de vuestro dulcísimo Hijo! Haced que este devoto resucite de su vida tibia é imperfecta a una vida santa y fervorosa. Ave María.




Si cual fué vuestro dolor,
Fué vuestro gozo, o María;
No hubo en el mundo alegría,
Ni menos la habrá mayor,
Que aquella con que el Señor
Allá en su Resurrección
Con manifiesta visión
Terminando vuestro duelo,
Os llenara de consuelo
Con su alegre aparición.



¡Oh María, llena de gozo en la admirable Ascensión de vuestro Hijo! haced que este devoto more continuamente con El y con Vos en los cielos, ofreciéndoos de corazón todas sus potencias y sentidos. Ave María.


Y quien podrá comprender
El gozo que Vos tuvisteis,
Cuando el Hijo de Dios visteis
Los aires alegres hender,
Y al alto Empíreo ascender
Para allí alegre reinar,
Y a los santos coronar
Que habiendo su ley guardado,
A Vos de virtud dechado
Han procurado imitar.










SALUTACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
EN MEMORIA DE SUS SIETE ALEGRÍAS QUE TIENE EN LA GLORIA


¡Oh María, me gozo con Vos de que después de la santísima Trinidad y de la Humanidad sacrosanta de vuestro Hijo tengáis una honra la más preeminente, superior a la de toda otra criatura! ¡ojalá que os alaben todos los seres por tanta dignidad! Ave María.

En el cielo coronada
Ya os veis ¡o virgen María!
Sin cotejo es la alegría,
Con que sois de Dios honrada,
Y eternamente exaltada
Sobre toda criatura.
Yo os tributo, o Virgen pura,
Mil alegres parabienes
A mi alma llenad de bienes,
Dadnos paz, gozo y ventura.


¡Oh María, me gozo con Vos, de que con la aureola de vuestra intemerada Virginidad os aventajáis a todos los coros de los Ángeles y Santos! ¡ojalá que yo en la gloria juntamente con ellos pueda alabar con júbilo inmortal esta vuestra preeminencia! Ave María.


Dice un santo esclarecido,
Que a los justos en piedad
Y al ángel en puridad
Habéis, Señora, excedido.
Por esto gozo cumplido
Gozáis en la eterna Sion,
En cuya bella mansión
Dios de la pureza amante
Os dió aureola brillante
En vuestra coronación.


¡O María, me gozo con Vos, de que la luz de vuestra gloria sea tan grande, que como segundo sol ilustra toda la Corte celestial! ¡ojalá que ilumine también a todos los mortales con una luz tan preciosa! Ave María.


Espejo de santidad,
Santa María, sois Vos,
Y después de la de Dios
Vuestra excelsa caridad
Jamás tuvo paridad:
Por esto de Dios amada,
Gloria muy aventajada
Tenéis, divina Señora,
A quien cielo y tierra adora
Por su Reina inmaculada.


¡Oh María, me gozo con Vos de que todos los bienaventurados os veneren como a Madre de Dios! ¡ojalá que como Madre de Dios y madre nuestra os veneremos también todos los cristianos. Ave María.


Madre de Dios sois, Señora,
Y querida madre mía;
Por madre de Dios, María,
Todo el Empíreo os adora:
No tenéis competidora
En tan alta dignidad;
Pues vuestra maternidad
Sobre toda criatura
Os eleva, Virgen pura,
Con casta fecundidad.


¡O María, me gozo con Vos de que vuestro Hijo os haya concedido el poder alcanzar cuanto le pidáis! ¡ojalá que nos alcancéis verlo a él y a Vos en la mansión de la gloria! Ave María.



¡Oh Virgen bella sin par!
Nuestro Dios, vuestro Hijo amado,
Liberal os ha otorgado
Una gracia singular:
Y es la de poder lograr
Cuanto le pidiereis Vos.
Alcanzadnos, pues, de Dios,
Subir ¡oh Madre amorosa!
A la morada dichosa,
Donde os alabe a los dos.


¡O María, me gozo con Vos, de que viviendo en el mundo os fué concedida una gracia singularísima, y de que a vuestros devotos les tiene vuestro Hijo aparejada muy colmada gloria! ¡ojalá que pertenezcamos todos a ese dichoso número de vuestros devotos! Ave María.


Dicen los santos Doctores,
Que la devoción sincera,
Fiel, constante y verdadera
A Vos, a vuestros loores,
Gozos, glorias y dolores,
Para el alma temerosa
Es señal nada dudosa
De la predestinación:
Dadme, pues, la devoción
Que haga a mi alma dichosa.




¡Oh María, me gozo con Vos, de que vuestra honra y gloria cada día vaya creciendo y crezca hasta el día del juicio! ¡ojalá que también nosotros tengamos el dulce consuelo de aumentarla! Ave María.


Eternamente loado
De todo querube y hombre
Sea vuestro santo nombre,
Y por todos respetado,
Y siempre glorificado:
A Vos toda criatura
Os alabe, Virgen pura;
Y todos siempre os amemos,
Y después con Vos gocemos
Gloria en la celeste altura.



ORACIÓN
Omnipotente y eterno Dios, que enriquecisteis a mi dulcísima madre, la santísima virgen María, con gracias singulares, y la colmasteis de gozos inefables, conceded a los que con devoción celebramos aquellas gracias y gozos, que tengamos por último el consuelo de gozar eternamente de Vos, en su amable compañía, en las inefables delicias de la gloria. Interceded, Reina soberana, pues que os lo pido por aquellas mismas gracias y glorias, á Vos que sois Madre dulcísima de Jesús y mía ¡o amabilísima María! Amen.


Hay concedidos 320 días de indulgencia por los RR. SS. Obispos a cada Ave María de las catorce alegrías.







viernes, 13 de julio de 2018

DEVOCIONES A NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD







PESAME
A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA SOLEDAD

Virgen gemebunda, Madre de las tribulaciones, cuán inmenso es tu dolor. Lloraste toda la noche y no hubo quien te consolara. Tu manto de luto, tus ojos llenos de lágrimas, tu rostro ensombrecido por el pesar, tus manecitas juntas en
actitud de plegaria, todo tu ser me revela el suplicio incomparable que torturó tu corazón. Fuiste madre, y te arrancaron al Hijo de tus entrañas, viste morir al
que fuera tu vida, tu delicia y tu encanto. Quedaste abandonada en el desierto sombrío de las tristezas, víctima de amarguras sin igual. ¿A quién te compararé, ¡oh Hija de Jerusalén! ¿Quién se asemejaría a tí Mártir sublime y Reina de todos
los mártires?
Recibe, Madre querida, la condolencia filial de nuestras almas. Venimos a darte el pésame, sentimos la pérdida irreparable que abrió en tu corazón profunda herida y que te hizo llorar en el desamparo, huérfana y viuda, sin consuelo y sin protección. Estamos cerca de tí para hacerte compañía, queremos enjugar tus lágrimas, acariciar tu frente, derramar bálsamos curativos en tu corazón atribulado.
Si perdiste a un Hijo Santísimo, puro y divino, tienes a tus plantas hijos pecadores, maliciosos e ingratos, es verdad; pero que, confusos y arrepentidos, te prometen ser bueno practicar la virtud, servirte toda la vida y amarte con todo el corazón. Mira, Madre clemente y piadosísima, la sinceridad con que te hablamos. Queremos regar con el llanto de nuestros ojos las baldosas de esta Iglesia, queremos llegar hasta tí para llorar el desamparo tremendo que sufriste, al morir Jesús y al ausentarse de tí.
Soledad te rodeó durante muchos años, en tu peregrinación por este valle de tribulaciones. Sola, sin él Hijo que era t u encanto, sin la Luz que alumbró tus caminos, sin el Dios Redentor que te llenó de gracias; sola, sin consuelo, apurando el cáliz de la amargura, llegaste hasta la cumbre del dolor inconcebible. Virgen del infortunio, doliente Madre mía, acepta nuestra filial condolencia; acuérdate que lloramos contigo, extiende tus fúnebres vestiduras
para arroparnos con ellas, guarecernos allí, permanecer místicamente identificados contigo y servirte y amarte, durante nuestra vida para merecer el premio de la eterna bienaventuranza por los siglos de los siglos. Amén.




CORONILLA

Por la señal. Acto de contrición.

L/: Abre, Señor, mis labios
R/: Y publicará mi lengua tus bondades.

L/: Ven, ¡oh Dios! en mi ayuda.
R/: Apresúrate a socorrerme.

L/: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/: Como era en el principio, sea así, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

 (Un Padre Nuestro, cinco Ave Marías y Gloria al Padre).


JACULATORIA

Divide, Virgen, tus penas al ver tu Hijo llagado con este pobre humillado que te da su corazón.
(Padre Nuestro, cinco Ave Marías, tres veces).

L/: Ruega por nosotros, ¡oh Virgen de la Soledad!
R/: Para que seamos dignos de los merecimientos de Cristo.

OREMOS: Oh María, Reina de todos los mártires, te suplicamos, por los dolores de tu soledad, que nos alcances merecer los frutos de la Redención de tu Hijo Santísimo que, después de morir, vive y reina con Dios Padre y el Espíritu Santo en unidad perfecta por los siglos de los siglos. Amén.









DIA DIECIOCHO DE CADA MES


ORACIÓN
Vengo a tí Madre querida, con el corazón lleno de tristeza. Me conmueven tus lágrimas, me compadezco de tus dolores, la aflicción que te hiere, me hiere también con crueldad y fiereza. Virgen de la Soledad, ¿quién podrá medir tu desamparo? Quedaste sola en el mundo cuando murió Jesucristo que era para tí hijo muy amado, maestro y protector.
Su vida fue tu vida; su hermosura, tu satisfacción; sus altísimos misterios, el objeto de los tuyos, sagrados también y maternales. Pero, al bajar Jesús al sepulcro, al ocultarse después en los esplendores del cielo, sufriste penas torturadoras he inenarrables. Me lo dicen tus ojos inflamados por el llanto, tu frente angelical que eclipsaron mil infortunios, tus vestidos de luto que simbolizan el dolor.
Parece que oyes todavía el feroz alarido de las multitudes deicidas y que miras aún el vaivén de los verdugos que crucificaron a Cristo. Parece que asistes a la tragedia del Calvario y que contemplas la desaparición de los sacratísimos despojos, devotamente enterrados por los piadosos varones.
La Cruz, el sepulcro, el adiós postrero se renuevan en tu mente y ponen en tu corazón tristezas funerarias que no es posible comprender. Soledad te rodeó cuando, por veinticuatro años, apuraste, hasta las heces, el cáliz de la amargura; soledad inclemente y fiera, destrozó tu corazón de madre que ansiaba estar al lado del Hijo único y querido; soledad taladró tu espíritu perfectísimo, al no hallar en la tierra compañías que supieran comprenderte. Soledad interior, mística, completa soledad soportaste como ninguna criatura.
Por eso la Iglesia, al recordar tus pesadumbres, te invoca y te venera con el nombre significativo y dulcísimo de la Soledad. Augusta Madre mía, quiero beber tus lágrimas, consolar tus aflicciones, estar en tu compañía.
No te abandonaré, ¡oh Reina de los Mártires! no te dejaré sola.  Aquí siento tus caricias maternales, cerca, de tu altar hay paz y quietud, santa alegría, místicos fervores que no hay en otra parte. Cuántos hijos tuyos han venido a este santuario. Cuántos han recibido salud y protección.  Son innumerables, forman legiones que te alaban y glorifican. Uno mi pobre voz a la de los mil que te bendicen, mi plegaria va con la plegaria de los que te aman, con la plegaria de la Iglesia que te honra.
No me dejes, Madre mía, no me dejes solo. Asísteme en la tentación, defiéndeme en los peligros y consuélame en mis dolores. Quiero vivir en gracia y perseverar en ella hasta la muerte. Esto te pido para mí y para mis padres, amigos y parientes. Madre de la Soledad, sé tú mi refugio, sé mi guía, consígueme la felicidad eterna. Amén.







viernes, 6 de julio de 2018

NOVENA A SAN LUIS DE TOLOSA






NOVENA A SAN LUIS DE TOLOSA, OBISPO
 SACADA A LA LUZ UN DEVOTO DEL SANTO


ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, prenda de mi alma: Dios y Hombre verdadero, solo por ser Vos quien sois, tan bueno, tan amable, tan afable, por ser Vos mi Dios, mi Redentor, mi Salvador, y mi Señor amantísimo y porque os amo más que a mi vida, más que a mi alma, más que a todas las cosas criadas: Digo que me pesa de todo corazón, con toda mi alma con todas mis fuerzas haberte ofendido. Quisiera que todos los poros de mi cuerpo se convirtieran en fuentes de lágrimas para llorar mis enormes culpas, y que el corazón se me dividiera de pena por haber cometido contra tu bondad un pecado solo, por ser ofensa tuya. Tengo firme propósito, Dios mío, de nunca más ofenderos, aunque perdiera mil vidas, y aunque viviera un millón de años: no más ofenderte Señor, no más pecar. Compadeceos de mí según vuestra gran misericordia: y según la multitud de tus miseraciones, apartad tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades con vuestra preciosísima Sangre, que fue derramada para remisión de los pecados. confío de vuestra infinita piedad, que me daréis gracia, y que por vuestra bondad me llevareis a la gloria, y cantaré vuestras misericordias eternamente. Amen.



ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Excelentísimo y Gloriosísimo Padre San Luís, cuyo especioso nombre os denota Sol maravilloso que colocó el Altísimo en el Cielo de la Iglesia Militante, para comunicar celestiales luces de las Divinas Escrituras, y doctrinas sanas y engendrar con los ardientes rayos de amor de Dios, que ardía en vuestro nobilísimo pecho, ricos metales, y vistosas flores de. virtudes en la tierra de los corazones de tus devotos: luz que nació a ser claridad de su origen, siendo este fecundo mineral, ò Oriente de majestuosos, y brillantes resplandores: hermoso Pimpollo, que brotó à ser Corona de un Árbol, que es vuestra Genealogía, que no solo se corona de frutos, sino que da por frutos coronas, añadiéndose á Vos diademas de inmortales glorias sobre las temporales coronas de la tierra: Azucena mística por su pureza cándida, por su santidad flagrante: juventud anciana, en quien se admira una primavera, nada flores para la vanidad, todos frutos para la virtud y que en breve tiempo llenó muchos lustros de raras virtudes: majestad humilde, que cubrió con las cenizas del Sayal de nuestro Serafín Padre San Francisco las encendidas brasas de su Real Purpura: Príncipe en la inteligencia: Infante en la sencillez: Hombre Ángel, que vivió en carne como si fuese todo espíritu: Obispo Serafín, porque de celo, y amor Divino fue un incendio. A Vos Santo mío, que sois vernante Rosa de Divina Caridad, pide, y suplica postrado con rendimiento tu humilde devoto Siervo, os dignéis interceder con Dios para que merezca por vuestro valimiento, que se encienda mi voluntad en el Divino amor: A vos Ínclito Padre mío, que sois Lirio de virginidad, que exhaláis honestísimos alores de pureza, os pido me la alcancéis del Señor, que se alimenta en el huerto de azucenas purísimas; A Vos que sois estrella Refulgentísima  y fija del firmamento de la Gloría, os suplico, y ruego me consigáis luz del Cielo, para que acierte con las sendas seguras de la Eterna Bienaventuranza: A Vos amoroso Padre mío que sois vaso de santidad, interpone mi devoto afecto, para que me alcancéis de su Majestad, me constituya en el dichoso número de sus escogidos. Merezca yo, Patrón, y Abogado mío, ofrezcáis al Señor mis humildes ruegos, y que sean aceptables, y bien oídas mis peticiones, mediante vuestro elevado patrocinio, si han de ser a mayor gloria de Dios, y conformes a su santísimo beneplácito. Amen.



DIA PRIMERO
Glorioso Protector mío San Luís, que, inspirado del Divino Espíritu, supiste descender del monte eminentísimo de las estimaciones, y Reales aplausos de la tierra al valle profundo de la humildad, y negación de Vos mismo, hecho perfecto imitador del Rey Soberano, que del monte de la Gloria descendió al limo del profundo de nuestra tierra para universal remedio de las gentes: Suplícote, Santo mío, por esta excelencia que te hizo tan elevado en el Reyno de Dios y por los demás dones, y gracias que recibiste de su infinita liberalidad, me alcancéis del Señor con vuestro poderoso ruego, aparte de mí el amor al mundo, y à sus vanidades y que descendiendo yo al conocimiento de mi nada, solo ame a Dios que da a sus fieles siervos dulzura, Reyno y corona eterna: y juntamente el favor, y gracia que os pido en esta Novena, si es agradable al Señor. Amen.
Después se dicen los gozos que están a continuación:


Quien es este que entre flores
Es Azucena en su Cuna
Es Luis y que à Sol, y Luna
Admiran sus resplandores.

De ilustres Reyes nacido,
Con Santos emparentado.
De la hermosura dechado.
De la gracia poseído:
Luz que alumbra en el partido,
Y -Cielo de los Menores.

El Joseph en continencia.
El Moisés en la piedad,
David en severidad,
y Salomón en la ciencia:
El Juan en la Penitencia,
Y Jacob campo de olores.

Como bálsamo oloroso,
Como la Palma encumbrado,
Como la Vid fructuoso,
Como Plátano agraciado,
Como Proteo endiosado.
Con variedad de colores.

Es oro entre los metales.
Es un Sol entre los Soles,
Nube de las Celestiales,
Bordada con arreboles;
Fuente de muchos canales,
Y Vino entre los licores.

Cual Carbunclo entre las piedras
Preciosas, cual Lirio hermoso,
Y como Nardo oloroso,
Que da divinos Aromas,
Es la Flor de tres coronas,
Y es la Rosa flor de flores.

El elegido entre miles.
Aplaudido en los Cantares,
El mejor de los Achiles,
El huerto de amenidades,
Etna de fogosidades,
Zarza de puros ardores.

El Esdras que penetró
Las Sagradas Escrituras,
El Iris que serenó
Las conciencias más obscuras,
El Rayo que quebrantó
Diamantinos Corazones.

Astro benigno que da
Feliz parto a las mujeres.
Es el maná que se ha
A querer de los quereres;
El que, como claro está.
Libra de todos dolores.

Azote de los herejes,
Asilo de pecadores.
El Santo de los favores,
Y que llena todas preces.
El que ha muerto muchas veces
A Venus, y à sus Cultores:

Vergilías à porfía
lucen en su Cielo hermoso,
con todas gracias gracioso,
que alista su compañía;
y por eso yo decía,
que el Santo de los fulgores:

L/:  Ruega por nosotros ¡Oh Padre San Luis!
R/: Para que seamos dignos de las promesas de Cristo

ORACIÓN: Concédenos, Dios todopoderoso, que imitemos el ejemplo de san Luis, obispo, que antepuso el reino de los cielos al poder temporal y, como él se distinguió en la virtud de la castidad y en el amor a los pobres, así nosotros usemos debidamente de las cosas de este mundo para ganar el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.



SEGUNDO DIA
Piadoso Padre mío, Señor San Luís, qué encendido en llamas de caridad, servías personalmente, y de rodillas à los pobres de Cristo, con tanto deleite como si sirvieses al mismo Señor del Cielo os ruego humildemente, Santo mío, uséis de vuestra piedad y misericordia conmigo, que habiendo disipado la substancia de la Divina gracia por la culpa, me hallo pobre, y desvalido: más ahora reconociendo mis yerros, y desaciertos, recurro à vuestro patrocinio interponiendo vuestra intercesión con Dios, para que me reciba à lo menos en el número de sus Jornaleros ya que no soy digno de llamarme hijo suyo y que me haga participante de las celestiales migajas, que caen de la soberana mesa, que edificó la eterna Sabiduría: os pido, Padre mío, me alcancéis la pobreza de espíritu, y virtud de la misericordia junto con la gracia que espero conseguir en esta Novena. Amen.



TERCERO DIA
Amantísimo Padre mío San Luís, por el amor tan excelente, que tuviste al Señor, del cual te nacía amar, y ejercitar con tanta perfección las virtudes de la mortificación, y penitencia, os suplico me alcancéis del Cielo ferviente deseo, y eficaz resolución à esas virtudes, para que mortificando mi cuerpo y sujetando las rebeldías de la carne, viva ésta rendida al dulce imperio de la razón y del espíritu: y según sus leyes viva yo retirado del bullicio del mundo, huyendo el plato del mortal veneno de la murmuración, y deslices de la lengua. Juntamente os pido me otorguéis la gracia que espero en esta Novena. Amen.


CUARTO DIA
Purísimo Padre San Luís, que Basilisco Celestial contra la lujuria matabas à esta infernal bestia con solo mirarla, por tu Divina candidez y pureza, que te hizo vistosísima Azucena de Dios, colocada en los Altares para la admiración, ejemplo, y provecho de los hombres, te ruego logre yo Santo mío, el favor de que pongáis en mí la vista con el deseado feliz efecto de matar al Demonio Asmodeo de la impureza, y enfriar los desordenados deseos de la carne rebelde, Ángel de Satanás, que estimula y acocea, alterando las serenidades de la razón, y causa abominables imaginaciones: y asimismo me concedáis la especial gracia, que con confianza os pido en esta Novena. Amen.



QUINTO DIA
Religiosísimo Padre San Luís, que cual Moisés, en comercio con el Señor, en el monte de la altísima contemplación, era tu sustento el Divino coloquio, dando tu rostro testimonio de los refulgores que bañaban tu alma; por los consuelos, y favores que de Dios recibiste, te suplico, Abogado mío, merezca yo mediante tu ruego, subir al Monte eterno de la Gloria, donde sea testigo de vista de tus admirables transfiguraciones y mientras durare este destierro, camine tu siervo los estadios de la perfección, subiendo por las cuestas ásperas de la penitencia, y por las vías de las virtudes todas; y asimismo la gracia, y particular merced que espero conseguir en esta Novena. Amen.



SEXTO DIA
Celosísimo Padre mío S. Luis, que de la rica mina de las Escrituras Sagradas sacabas abundantes caudales de Celestial doctrina con que dotabas tu entendimiento, y enriquecías à las Almas Cristianas: os pido Santo glorioso por el ardiente Divino celo, que ardía en tu pecho, me alcances instrucción à mi rudeza, dándome à entender la saludable sabiduría para provecho de mi alma, y luz de las Almas redimidas: y asimismo la particular gracia, y favor que os suplico en esta Novena, si es para gloria de Dios. Amen.



SEPTIMO DIA
Milagrosísimo Padre San Luís, cuyo poder comunicado de obrar portentos, y maravillas, se descubrió, y siempre se manifiesta en los felices efectos que sienten tus devotos: suplícote, Santo mío, que consigas que resucite mi alma de la muerte de la culpa à la verdadera vida de la gracia, en la cual persevere hasta el fin de este destierro para que os agradezca este beneficio en la eterna Patria: y juntamente alcanzadme el favor que os pido en esta Novena, si es à gloría de Dios nuestro Sr. Amen.



OCTAVO DIA
Poderoso Padre mío San Luís, cuyo favor experimentan tus devotos à quienes sacas de los últimos riesgos de la vida à tus pies está postrado tu humilde Siervo, constituido en muchos peligros de perder no solo la vida del cuerpo, sino también la del alma, por la fiera invasión del Oso infernal del vicio: y pues sois tan favorecedor, y poderoso, merezca yo por tu intercesión, ser librado del peligro especialmente de perder la gracia, saliendo triunfante de mis enemigos capitales mundo, demonio, y carne y juntamente la gracia que os pido en esta Novena. Amen.



NOVENO DIA
Graciosísimo Padre mío San Luís, cándido, y rubicundo elegido entre millares, y el más florido, y especioso Lirio del Valle místico de la Religión de N. Padre San Francisco, más resplandeciente que el Sol, y en quien como en Cielo de Dios se hallan juntas las siete Vergilias, comunicando milagrosos destellos de Celestiales luces: os pido Santo mío, por todas las gracias, favores, prerrogativas y dones que tan vistosamente os adornan, y hacen singular entre los amigos de Dios, me concedáis viva yo a tu imitación, hecho verdadero devoto tuyo, y como à tal me miréis, asegurándome en tu poderosísima tutela, defendiéndome de mis enemigos ahora y en la hora de mi muerte: y asimismo, el favor que os tengo pedido en esta Novena, à mayor gloria de Dios Eterno, que vive, y reina por todos los siglos de los siglos. Amen.


ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...