miércoles, 31 de marzo de 2021

MES DE MARZO A SAN JOSÉ - DÍA TREINTA Y UNO


CONSIDERACION XXXI.

Habiendo muerto y resucitado Jesús, resucitaron con el mismo Señor muchos cuerpos de Santos que habían pasado a la otra vida [como consta del capítulo veintisiete de san Mateo;] y el angélico doctor Santo Tomás dice, que debemos creer sin detenernos, que los Santos que resucitaron con Jesús subieron con el mismo Señor a los cielos. Esto supuesto, oigamos las palabras de san Bernardino de Sena en su sermón del señor san José: «No se ha de afirmar como cosa cierta, más piadosamente se puede creer que Jesucristo, el piadosísimo Hijo de Dios, concedió a su Padre estimativo el mismo privilegio que, a su santísima Madre, para que desde el día de su gloriosa resurrección estuviese el santísimo José con Cristo en cuerpo y alma, como había de estar después en el cielo la gloriosa Virgen María su Esposa. Y también para que aquella Sagrada Familia, compuesta de Cristo, de la Virgen y de san José, que vivió con los mismos trabajos y en unión de caridad en la tierra, viviese en cuerpo y en alma en la gloria, según la regla del Apóstol, quien dice que serán compañeros en el consuelo los que en compañía de Cristo toleraron las mismas tribulaciones…)) Bernardino de Bustos, en confirmación de esta sentencia, dice, que predicando en Padua san Bernardino de Sena que el señor san José estaba en cuerpo y alma en la gloria, se vio sobre su cabeza una cruz resplandeciente como el oro: prodigio conque, según parece, quiso el cielo dar a entender que era cierto lo que aquel ilustre orador decía del esclarecido Esposo de la Madre del Hombre Dios.

 

ORACION

Oh gloriosísimo Patriarca señor san José, cuyas heroicas virtudes forman en el cielo, donde reinas eternamente, la rica y brillante pedrería de tu hermosa corona; yo te suplico con el mayor fervor que puedo, que me alcances de tu Hijo estimativo y de tu dignísima Esposa María, que por medio de una santa vida merezca una feliz muerte, e inmediatamente vaya al cielo a gozar de Dios en vuestra compañía por los siglos de los siglos. Amén.

 


 

SIETE PALABRAS AL SEÑOR DEL BUEN DESPACHO


LAS SIETE PALABRAS DEL SEÑOR DEL BUEN DESPACHO

 

LAS SIETE PALABRAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, CON ALABANZA AL SEÑOR DEL BUEN DESPACHO

 

Imprenta de A. Vanegas Arroyo, Calle de Santa Teresa Núm. 1, México, año 1899.

 

PRIMERA PALABRA

Padre perdónalos porque no saben lo que hacen.

(LUC., CAP. XXIII, VERS. XLIII.)

 

¡Santo Dios! Al esperar

Pues en aquel estado

Los que te han crucificado

No queden sin perdonar,

A más no pueden llegar

Los extremos de tu amor,

Pues del indulto, Señor,

Que les deseas tan activo,

Das por bastante motivo

La ignorancia de un error.

 

Un Credo.

 

 

SEGUNDA PALABRA

En verdad te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso.

(LUC., CAP. XXIII, VERS. XLIII.)

 

Dimas con conocimiento

De oblación tan singular,

Ve de la cruz al altar

E interpone su memento.

El paraíso en un momento

Alcanza por galardón

Preciando de buen ladrón

Quien después de mal vivir

Cuando está pronto a morir

Sabe robar su perdón.

 

Un Credo.

 

 

TERCERA PALABRA

Ves ahí a tu madre: Ves ahí a tu Hijo;

(JUAN, CAP. XIX, VERS. XXVI.)

 

Hablar el Crucificado

A María y Juan ha podido,

Y en lo que les ha cedido

Resulta Juan mejorado

Pues visto bien con cuidado

Lo que les dona ese día

De Juan a su Madre fía

La fiel acción, la ternura,

Y a Juan otorga a la pura

Maternidad de María.

 

Un Credo.

 

 

CUARTA PALABRA

Dios mío, Dios mío ¿porqué me has desamparado?

(MAT., CAP. XXVII, VERS. XLVI.)

 

Pendiente ¡oh Dios! Del madero,

Alzas la voz compungida,

Al tiempo de estar tu vida

En el instante postrero,

De su clamor lastimero

Es el motivo bien claro,

Pues sientes, según reparo,

En tormento tan infiel,

Más que una muerte cruel,

De tu Padre el desamparo.

 

Un Credo.

 

 

QUINTA PALABRA.

Sed tengo,

(JUAN, CAP. XIX, VERS. XXX.)

 

Como encanecido va

A morir tu corazón,

Pides agua por razón

De lo sediento que está,

Pides agua y hiel te da

Del pueblo el furioso brío;

¡Oh! Si en ardor tan impío

Con que tus labios inflamas

Apagan la sed que clamas,

Que te devora, ¡Dios mío!

 

Un Credo.

 

 

 

SEXTA PALABRA.

Todo acabó,

(JUAN, CAP. XIX, VERS. XXX.)

 

De modo te anonadaste

Que cuando al mundo viniste

En un pesebre naciste,

En una cruz expiraste,

El resto a tu amor echaste

Lleno de Santa aflicción,

Pues con la satisfacción

De ser tu sangre sagrada

La que dejó consumada

La obra de la redención.

 

Un Credo.

 

 

SEPTIMA PALABRA.

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

(LUC., CAP. XXIII, VERS. XLVI.)

 

¡Qué! ¡ya expiras! ¿Quién fuera,

Quién fuera tan venturoso,

Que en ese seno piadoso

Depositado muriera?

No mueras aún… espera…

Dulcísimo Redentor,

Mas ¡ay!, que a tanto dolor

Sin tener ya movimiento,

Rindes el último aliento

En las manos del Señor.

 

Un Credo.

 

 

 

ALABANZAS AL SEÑOR DEL BUEN DESPACHO.

 

¡Oh, del Buen Despacho,

Prodigioso Cristo!

Mil gracias te damos

Por tus beneficios.

 

Tú eres el piloto

Del frágil navío,

Que los mares surca

Sin correr peligro.

 

Los males acaban

Siempre que contritos,

Ansiosos volemos

A buscar tu abrigo.

 

Cualquier epidemia

Cede a los suspiros

De los que te invocan

Con tiernos gemidos.

 

No turbe el reposo

De tus caros hijos,

La discordia fiera

Monstruo del abismo.

 

Tú nos alimentas,

Nos das el vestido,

Por ti nos movemos

Y por ti vivimos.

 

Y pues nos dispensas

Bienes infinitos,

¡Oh, Señor! Escucha

Lo que ahora pedimos.

 

Al pastor supremo

Del cristiano aprisco,

Cubre con las alas

De tu patrocinio.

 

A tu vuelo excelso

Sacerdotes dignos

Se encienden las almas

En tu amor divino.

 

Bajo ellas repose

El gobierno digno,

Que por tus piedades

Nos ha concedido.

 

Y mientras al cielo

Llegamos unidos,

Conduce mis pasos

Por santos caminos.

 

Adiós, Padre Santo,

Dulce compasivo,

Llévanos al puerto

De tus escogidos.

 

Tu piadoso apagas

El rayo encendido

Que por delincuentes

Debía consumirnos.

 

A los caminantes

Protege propicio,

Y a los labradores

Da frutos óptimos.

 

Los reyes, los jueces

Sean al punto escritos

De tu gran clemencia

En el Santo Libro.

 

A los militares

Y demás ministros

Ciñe con laureles

Todos sus sentidos.

 

Conduce las almas

Por un mar tranquilo

Condúcelas siempre

Hasta su destino.

 

A los comerciantes

¡Oh, Jesús divino!

Aumenta su acierto

En el trato y giro.

 

Tu amor y tu gracia

A los fieles vivos,

Y a los difuntos

Tu reino divino.

 

A los artesanos

En trabajos nimios,

Sus brazos fomenta

En últil servicio.

 

Libertad al preso,

Al doliente alivio,

Al huérfano amparo,

Socorro al mendigo.

 

Y estando en la gloria,

Tus amados hijos,

Seremos dichosos

Por todos los siglos.

 

¡Oh del Buen Despacho

Prodigioso Cristo!

Mil gracias te damos

Por tus beneficios.

 

Santo Dios,

Santo Fuerte,

Santo Inmortal,

Líbranos, Señor,

De todo mal.

 

LAUS DEO 


 Colaboración de Carlos Vilaman

CORONA A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD


CORONA DOLOROSA DEDICADA A NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD DE MEXICO

Para todos los viernes del año y en particular para los de Cuaresma.

 

Imprenta de A. Vanegas. Calle Santa Teresa No. 1, México, año 1914.

 

 

CORONA DOLOROSA

 

Hecha la señal de la cruz se dirá el acto de contrición.

 

PRIMER DOLOR

Se ha de considerar cuando le anuncio el sacerdote Simeón que su corazón purísimo había de ser el blanco de la pasión de su querido Hijo.

 

Virgen y Madre de Dios

De agudos dolores llena,

Para que mi alma se salve

Tomadla por vuestra cuenta.

 

Un Padre nuestro y siete Ave Marías con Gloria Patri.

 

SEGUNDO DOLOR

Se ha de considerar la huida y destierro a Egipto.

 

         Virgen y Madre, etc.

 

TERCER DOLOR

Se ha de considerar la pérdida por tres días de su Santísimo Hijo en Jerusalén.

 

         Virgen y Madre, etc.

 

CUARTO DOLOR

Se ha de considerar cuando vio a su Santísimo Hijo con la cruz a cuestas.

 

         Virgen y Madre, etc.

 

QUINTO DOLOR

Se ha de considerar cuando vio morir a su Santísimo Hijo en la cruz.

 

         Virgen y Madre, etc.

 

SEXTO DOLOR

Se ha de considerar cuando recibió en sus brazos el Santísimo Cuerpo de su Hijo difunto.

 

         Virgen y Madre, etc.

 

SÉPTIMO DOLOR

Se ha de considerar su amarga Soledad después de sepultado su Hijo.

 

         Virgen y Madre, etc.

 

Padrenuestro, tres Ave Marías con Gloria Patri y Salve.

 

 

EL STABAT MATER

 

CANTICO PARA LOS DIAS DE PASION

Triste y llorosa la Madre

Al pie de la Cruz estaba,

Donde pendiente se hallaba

El Hijo de su dolor

Y su corazón ardiente

Contristado y dolorido,

Entre el agudo gemido

Dura espada traspasó.

 

¡Oh! Cuánta congoja y pena

Para la Reina escogida

En tanto pesar sumida,

Siendo la Madre de Dios!

Melancólica y doliente,

Y en confuso desaliento,

Del Hijo Excelso el tormento

Conturbada lamentó,

 

¿Quién será el hombre que pueda

Ver sin llorar tanto duelo

La Madre del Rey del cielo

En suplicio tan atroz?

¿Quién no tiembla contemplando

Una Madre tan piadosa

Cerca de la Cruz llorosa,

Y expirando el Redentor?

 

Mira a Jesús azotado,

Y en aquél trance violento,

Por los pecados sin cuento

De su infiel generación:

Y mira a tan dulce Hijo,

Desolado y moribundo,

Espectáculo del mundo

Causa de tanto baldón.

 

Fuente de amor, Madre mía,

Haced que yo experimente

Ese dolor tan vehemente

Y logre llorar con Vos:

Y que mi pecho se inunde

En fervorosos amores,

Sirviendo con mis dolores

A Cristo, mi bienhechor.

 

Haced que con las sangrientas

Llagas del Crucificado

Quede igualmente sellado

Mi rebelde corazón.

Partid conmigo las penas

De un Hijo tan eminente,

Que impecable e inocente,

Sufrir por mí se dignó

 

Haced que mientras viviese

Os acompañe en el llanto,

Y con la de Cristo Santo

Se confunda mi aflicción.

Al pie de la Cruz contigo

Quiero vivir, Madre mía,

Y haceros fiel compañía

En tanta desolación.

 

Virgen pura, sobre todas

Las vírgenes; tu indulgencia

Me alcance la preeminencia

De llorar junto a tu amor.

Haced que lleve conmigo

De Jesucristo la muerte,

Y que comparta la suerte

Y angustias de su Pasión.

 

Haced que con sus heridas

Me sienta yo vulnerado,

Y que en su Cruz embriagado

Encuentre la salvación.

Que de tanto amor en premio,

Lleno de fe y esperanza,

El día de la venganza

Me valga tu mediación.

 

La Cruz y muerte de Cristo

Me sirva de escudo y guía:

Dándome su valentía

La gracia del Salvador.

Y cuando el cuerpo reciba

La ley mortal que le oprime

Que mi alma se sublime

Al Dios remunerador.

 

Letanía Lauretana.

 

Una súplica a María Santísima por intención de la persona que arregló este himno


 Colaboración de Carlos Villaman.

martes, 30 de marzo de 2021

INVOCACIONES A LA VIRGEN DE FONTANELLATO


NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE FONTANELLATO

 

I

Dulcísima Reina del Santo Rosario, que desde tu Imagen Milagrosa de Fontanellato llenas de alegría a tus fieles con las gracias incesantes que hundan tu corazón materno; Humillo a tu hijo, te lo ruego, por las inefables dulzuras que nos permites meditar en las meditaciones alegres de tu Rosario, escuchar con compasión mis invocaciones, ayudarme en las dificultades e infundir en mi corazón la santa alegría de la perenne gratitud hacia tu bondad materna.

Padre Nuestro y Ave María.

 

II

Misericordiosa Reina del Santo Rosario, que desde tu prodigiosa Imagen de Fontanellato alivia los dolores, seca las lágrimas, consuela la amargura, cura las heridas con bálsamo celestial y silencia en sonrisas los lamentos y gritos de los infelices; Humillo a tu hijo, te lo ruego, por los sufrimientos de Jesús que nos permitas meditar en los misterios dolorosos de tu Rosario, para ayudarme con compasión en las dificultades en las que me encuentro, para que, por tu bondad, el mi angustia se convierte en cántico de alegría y acción de gracias por tu misericordia maternal.

Padre Nuestro y Ave María.

 

III

Gloriosa Reina del Santo Rosario, que desde la benigna Imagen de Fontanellato esparció los rayos de tu gloria sobre todos los hombres curando dolencias, consolando desgracias y difundiendo las energías de la esperanza celestial en los corazones; Humilde a tu hijo, te lo ruego, por los eternos esplendores de los gloriosos misterios de tu Rosario, que dejes que un rayo de tu divina generosidad descienda sobre mí, que me conceda las gracias que te pido y la alegría de cantar en la tierra y en el cielo el himno de gloria a tu amor maternal.

Padre Nuestro y Ave María.

 

L/:  Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

R/: Y seremos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.

 

OREMOS: Concede a tus fieles, Señor Dios nuestro, disfrutar siempre de la salud del cuerpo y del espíritu, y por la gloriosa intercesión de María Santísima, siempre virgen, salvarnos de los males que ahora nos entristecen y nos conducen a la alegría sin fin. por Cristo nuestro Señor. Amén.


 

QUINCENARIO A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES


PIADOSA DEVOCIÓN DE LAS QUINCE VISITAS A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

 

A imitación de lo que hizo santa Bernardita en la gruta de Lourdes, por invitación de la Inmaculada Concepción, en 1858.

 

Para que la devoción a María produzca un verdadero progreso espiritual, se invita a los fieles a:

 

1.     Comulgue, si es posible, todos los días, después de una confesión sincera y cuidadosa.

 

2.     Mantenerse en la presencia de Dios durante los compromisos diarios para que cada acción sea conforme a su voluntad.

 

3.     Realiza las quince visitas, posiblemente sin interrupción, confiando en la bondad de Nuestra Madre María.

 

4.     Rezar una tercera parte del Rosario todos los días ante la imagen de la Santísima Virgen.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas; humildemente postrado ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis todas las ofensas e ingratitudes que he cometido contra Vos. Conozco, Señor, que soy indigno de parecer ante vuestra presencia; por lo cual vengo a Vos por medio de vuestra amantísima Madre, a la que ruego interceda por mí, para alcanzarme el perdón de los pecados que yo de corazón aborrezco, y propongo con vuestra gracia no volver a cometer. Amén

 

 

PRIMERA VISITA

ORACIÓN

Virgen Inmaculada, aquí estamos en tu altar, como quieras, para estar en tu compañía y mostrarte nuestro amor. Concédenos la gracia, oh Madre dulcísima, de rezar el Santo Rosario con gran devoción y fervor. Amén.

Se rezan 15 aves Marías.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Purísima Reina de los ángeles; Águila real que llegaste a contemplar tan inmediatamente al Sol de increada Justicia, Jesucristo nuestro Señor; Aurora de la eterna luz, vestida siempre de los fulgores de la gracia; Centro del amor divino, donde halló su complacencia la Trinidad Beatísima; Ciudad santa, donde no entró cosa manchada, y fundada sobre los más altos montes de la santidad; Jerusalén celestial, ideada en la misma gloria e iluminada con la claridad de Dios. Por estos títulos de tu Concepción Purísima, te suplico, Reina mía, que cómo Águila real me ampares bajo las alas de tu protección piadosa; como Aurora de la gracia esclarezcas e ilumines con tus fulgores mi alma; como Centro del amor enciendas mi voluntad para que arda en el divino; y que me admitas benigna como a tu fiel morador en la Jerusalén triunfante, de la que eres Reina excelsa. Oye Señora mis ruegos, y por el gran privilegio de tu Concepción en gracia, concédeme fortaleza para vencer mis pasiones, y con especialidad la que más me combate; pues con tu intercesión y con el auxilio de la gracia, propongo emprender la lucha hasta alcanzar la victoria. Por mi Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

SEGUNDA VISITA

ORACIÓN

Oh María Inmaculada, nos unimos a esos peregrinos que, arrodillados, rezando y alabando tu nombre en la cueva donde apareciste. Concede a nuestro corazón la alegría de amarte ya quienes se alejan de ti, la posibilidad de comprender que eres la Madre de la Misericordia dispuesta a acoger a quienes se refugian en ti. Amén.

 

 

TERCERA VISITA

ORACIÓN

Oh María Inmaculada, nos unimos a esos peregrinos que, arrodillados, rezando y alabando tu nombre en la cueva donde apareciste. Concede a nuestro corazón la alegría de amarte ya quienes se alejan de ti, la posibilidad de comprender que eres la Madre de la Misericordia dispuesta a acoger a quienes se refugian en ti. Amén.

 

 

CUARTA VISITA

ORACIÓN

Oh María, Madre de misericordia, muchas veces hemos ofendido a Dios con nuestras faltas. Ayúdanos a los pecadores a levantarnos de nuestras caídas y guíanos por el camino correcto que conduce a Dios. Obtén para nosotros el perdón de los pecados y la perseverancia en el bien. Amén.

 

 

QUINTA VISITA

ORACIÓN

Oh María Inmaculada, enséñanos a tener una fe firme que no tema amenazas y burlas y un fervor sincero en la oración. Muchos son los que rechazan todo lo sobrenatural, pero tú, oh Virgen, ruega a tu Hijo Jesús que doble nuestra voluntad rebelde y nos des la gracia necesaria para que, sin respeto humano, creamos y aceptemos todo lo que nos ha enseñado. Amén.

 

 

SEXTA VISITA

ORACIÓN

Alabaste, María Inmaculada, que nuestra fe es débil y nuestro amor inconstante. Ven en nuestra ayuda, fortalece nuestra fe, haz que podamos amarte más y que tratemos de poner en práctica lo que nos has enseñado con tu vida humilde y escondida. Amén.

 

 

SÉPTIMA VISITA

ORACIÓN

Virgen Inmaculada, danos el sincero arrepentimiento de nuestros pecados y haz dócil el corazón de quienes nunca quisieron escuchar tu voz. Obtén de tu Hijo Jesús, para aquellos que han reconocido sus pecados y se han humillado, la gracia y la alegría de sentirse amados. Amén.

 

 

OCTAVA VISITA

ORACIÓN

Virgen Inmaculada, tú que conoces nuestro corazón y nuestros deseos, no nos dejes tentar por los placeres demasiado fáciles que nos alejan de ti. Transforma nuestra vida y mantennos alejados de los peligros de este mundo. Danos un corazón sensible y dócil a tu invitación y a tu gracia que tan generosamente esparces con ambas manos. Amén.

 

 

NOVENA VISITA

ORACIÓN

Santísima María de los Dolores, al pie de la Cruz compartiste la pasión y los sufrimientos de tu Hijo y tu alma fue traspasada por una espada cruel. tan grande fue tu amor y el de tu Hijo. Santísima Virgen, muéstranos nuestra miseria cuando no podemos dedicarte un poco de nuestro tiempo. Permítanos sentir dolor por nuestras deficiencias y perseverar en la resolución de no ofenderlo más. Amén.

 

 

DÉCIMA VISITA

ORACIÓN

Virgen Inmaculada, deseamos hacer la Voluntad de Dios, pero nuestra mente está distraída de las cosas terrenales. ayúdanos a aceptar todo de sus manos: la oscuridad de nuestra mente, el cansancio, el sufrimiento, la alegría. Ayúdanos a perseverar en el bien. Amén.

 

 

UNDÉCIMA VISITA

ORACIÓN

María Inmaculada, queremos dar a conocer a todos tu inmensa bondad y llevar a tus pies a los que están lejos de ti. Mueves su corazón, Madre dulcísima, y ​​en tu bondad y misericordia transformas nuestra incapacidad en tanta generosidad y amor, y atraes con el poder de tu corazón a aquellos que son incapaces de olvidarse de sí mismos y de sus miserias para confiar completamente en ti. Amén.

 

 

DUODÉCIMA VISITA

ORACIÓN

María Inmaculada, tú que has sido elevada a la dignidad de Madre de Dios, no te enorgulleciste, pero con profunda humildad exclamaste: “He aquí, soy la esclava del Señor, sé hecha de mí según su palabra”. Enséñanos la virtud de la humildad, haznos entender que somos pobres y que no tenemos nada de qué enorgullecernos, porque todo lo que tenemos, Dios nos lo ha dado gratis. Amén.

 

 

DÉCIMA TERCIA VISITA

ORACIÓN

Virgen Inmaculada, escucha nuestra oración. Cuida nuestra alma y nuestro cuerpo porque eres digno de recibir a tu Hijo Jesús. Presérvanos del pecado y santifícanos con tu gracia, porque podemos decir con el profeta: "Mi corazón está preparado, mi corazón está preparado". Amén.

 

 

DÉCIMA CUARTA VISITA

ORACIÓN

Virgen Inmaculada, Madre de misericordia, que sufriste y amaste con Jesús, concédenos la gracia de acercarnos con fe a la fuente de la vida eterna que nos llega del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, que murió y resucitó por nuestra salvación. Amén.

 

 

DÉCIMA QUINTA VISITA

ORACIÓN

Virgen Inmaculada, nuestras quince visitas han terminado y te agradecemos las enseñanzas y la luz que has dado a nuestra alma. ayúdanos a ser fieles, a superar las dificultades que surgen para venir a rezar en tu altar. Necesitamos, Madre dulcísima, tu ayuda, tu ejemplo, tu gracia. Cuídanos, mantennos alejados del pecado, enséñanos la virtud, condúcenos a todos de la mano en el camino a la Patria Celestial. Amén.

 

 


 

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...