viernes, 26 de mayo de 2023

EJERCICIO DE LOS MARTES A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 




EJERCICIOS DE LOS MARTES

 

POR LA MAÑANA

 

1- CANTO:

¡Oh Reina de clemencia!

 

2-CORONITA DE AMOR:

 

Yo os amo, ¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro!, porque sois, después de Dios, la criatura más santa y más digna de ser amada.

Avemaría.

 

Yo os amo, ¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro!, porque sois la Hija de Dios Padre, la Madre de Dios Hijo y la Esposa

de Dios Espíritu Santo.

 Avemaría.

 

Yo os amo, ¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro, porque sois mi Madre, la más

amante y la más amable de todas las madres.

Avemaría.

 

Yo os amo, ¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro!, porque me habéis redimido con

Vuestros dolores y con vuestras lágrimas.

Avemaría.

 

Yo os amo, ¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro!, porque sois, Con Jesús, mi amparo.

Avemaría.

 

Yo os amo, ¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro!, y quiero amaros con todo mi corazón, cada día más y toda mi vida, para amaros eternamente en el cielo,

Avemaría.

 

Yo os amo, ¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro!, y quisiera que os amasen todos los hombres en la tierra como Dios, los ángeles y los santos os aman en el Cielo.

Avemaría.

 

3-CANTO.

 

Yo te doy

¡Oh Madre querida!

 

4-BREVE PAUSA.

 

Pida cada uno la gracia que desee conseguir en este martes, a este fin rezaremos tres Avemarías a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y tres Gloria Patri a Nuestro Padre S. Alfonso.

 

5-ORACIÓN.

Mi amantísima Madre y Madre de todos los necesitados, que en vuestra portentosa Imagen sois la Dispensadora de todas las gracias, socorrednos en todas las necesidades espirituales y temporales que nos afligen, y, pues soIS nuestra Madre. Alcanzadnos el perdón de nuestras culpas, la perseverancia en el servicio de Dios y el favor especial, que os pedimos en este martes, si ha de ser para gloria de Dios y vuestra, y además, para bien de nuestras almas. Amén.

 

6-LECTURA DE UN PUNTO DE MEDITACIÓN SEGÚN EL MANUAL.

 

7-DESPUÉS DE LA ELEVACIÓN.

CANTO: Te adoro Sagrada Hostia...

 

8-CORONITA EUCARÍSTICA.

 

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! Por la alegría que experimentó tu Corazón cuando tu Hijo Divino te reveló el misterio de la Eucaristía, haz que mi alma salte de gozo cuando Jesús me abra las puertas del Sagrario y me invite a su banquete de amor.

Avemaría.

 

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! Por aquella inmensa caridad con que te complaciste en que tu Hijo divino nos diera el cuerpo y sangre, que de Ti recibió y permaneciera en el tabernáculo, prisionero de amor, concédeme la gracia de que sea mi cuerpo por la pureza, santuario de su divinidad, y mi corazón, por la humildad, víctima de su caridad.

Avemaría.

 

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! Por aquellos deliquios celestiales que sintió tu corazón cuando por vez. primera, viste la Hostia Santa, abriste tus labios y la recibiste en tus purísimas entrañas, dame la gracia de que mi alma salte de gozo santo ahora que voy a tener la misma dicha que Tú tuviste.

Avemaría.

 

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! Por aquel fervor inefable con que todos los días recibías la Sagrada Comunión, haz que todos los días venza yo la pereza de mi carne, la vana opinión del mundo y la vanidad de los negocios terrenales, y venga a asistir al sacrificio del altar y a alimentarme de la divina Eucaristía. Avemaría.

 

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! Por la paz celestial, que inundó tu espíritu, cuando herida de la caridad y próxima a salir de este mundo, recibiste a tu Jesús, que venía a consolarte y a darte la última gracia con su sagrado viático, concédeme la gracia de que, cuando llegue mi última hora, tenga también la dicha de recibir a Jesús y de que El, con el viático de su cuerpo y de su amor, me lleve de los brazos de la muerte al trono del cielo.

Avemaría.

 

9-A LA COMUNIÓN.

 

Rezando en voz alta el "Yo pecador" van todos por el medio a comulgar y al propio tiempo cantan alguna letrilla piadosa.

 

10--DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Tras breve pausa, para dar gracias, rezan todos la siguiente

 

ORACIÓN

¡Benignísima Señora y Madre del Perpetuo Socorro!, grandes son las tribulaciones y trabajos que padecemos en esta vida, y a Vos acudimos en busca de consuelo y remedio, poniendo en vuestras manos nuestra suerte, nuestra Vida, nuestra muerte y nuestra salvación. Si perpetuas son las penas, que por nuestros pecados merecemos, Perpetuo es también vuestro Socorro, y poderosa para con Dios Nuestro Señor vuestra intercesión. Alcanzadnos, pues, la gracia de vivir santamente, el favor especial, que pedimos en este martes si es para la mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien de nuestras almas. Os pedimos, además, la dicha de veros un día en el cielo. Amén.

(Se rezan tres Avemarías).

 

11-ORACIÓN FINAL.

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María, Señora Nuestra y Madre del Perpetuo Socorro!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que se han acogido a Vuestra protección e implorado vuestro Perpetuo Socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado de esta confianza vengo a Vos, soberana Señora, y postrado ante Vuestra prodigiosa Imagen os hago presente mi necesidad y pongo por última con vuestras reales manos, mi petición. No la desechéis, ¡oh Señora y Madre mía!, antes, al contrario, oídme bondadosa y despachad favorablemente esta mi humilde súplica. Amén.

 

12°--DESPEDIDA,

Himno oficial al Perpetuo Socorro.

La música de este y otros himnos puede verse en el librito Melodías populares al Perpetuo Socorro.

 

 

POR LA TARDE

 

1-Exposición de Su Divina Majestad.

 

2-Estación, rosario con misterios cantados, letanías.

 

3-Oración.

(Sacerdote sólo)

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Aquí tenéis a vuestros pies a un miserable pecador, que a Vos acude y en Vos confía ¡Madre de Misericordia, tened piedad de mí! Oigo que todos os llaman refugio y esperanza de los pecadores; sed, pues, el refugio y la esperanza mía. Socorredme por amor a Jesucristo. Tended la mana a un miserable caído que a Vos se encomienda y se consagra por vuestro siervo perpetuo. Bendigo y doy gracias a Dios que, por su misericordia, me ha concedido esta confianza en Vos, que yo miro como una prenda segura de mi eterna salvación. Ah infeliz de mí, en el tiempo pasado he caído en la culpa por no haber acudido a Vos, y tengo por cierto que, si a Vos me encomiendo, me ayudaréis y saldré victorioso. Pero este es mi temor, que en las ocasiones de pecar deje de llamaros en mi ayuda y así me pierda. Concededme, pues esta gracia, que ardientemente os pido. Alcanzadme que en los asaltos del infierno siempre recurra a Vos diciendo: ¡María, ayudadme! ¡Virgen del Perpetuo Socorro, no permitas que pierda a mi Dios!

 

4-SÚPLICA.

(todos)

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, mi Corazón rebosa de confianza en Vos, a causa de este nombre que lleváis. Heme, pues, a Vuestros Pies, Vengo a manifestaros todas las necesidades, así de mi vida como de mi muerte. Vengo a implorar, como remedio a tantas miserias vuestro perpetuo y maternal socorro. Dignaos ¡oh María! ¡oh Madre mía! escuchar compasiva mis humildes súplicas:

 

-En todas mis dificultades, penas y

miserias,

 

-En el momento peligroso de la

tentación para que yo resista,

 

-Después de mis caídas, para que

pronto me levante,

 

-Si algún lazo funesto me encadena al servicio del demonio, para romperlo,

 

-Si tardare en convertirme, para

que al fin me rinda,

 

-Si tuviere la desdicha de vivir en sacrilegio, para que tenga valor de

confesarme bien,

 

-Si me olvidare de acudir a Vos,

para que pronto os invoque,

 

-En el importante deber de la confesión, para que lo cumpla pronto y

bien,

 

-Para que reciba dignamente y con fervor la Sagrada Comunión,

 

-Para que llegue a amar a Dios con

rodo mu corazón,

 

-Para que cumpla fielmente las obligaciones de mi estado,

 

-Si la enfermedad afligiere mi cuerpo y abatiere mi alma.

 

-Si me sintiere agobiado bajo el

del tedio y de la tristeza,

 

-Si alguno de mis prójimos me hiciere sufrir,

 

-Si la Providencia me sujetase a la

pobreza o a los reveses de la fortuna.

 

-Si encontrare en mi familia moti-vos de pena y aflicción,

 

-Para que consiga la salud o el alivio de los que amo,

 

-Para que con mis oraciones alcancen libertad las almas del purgatorio,

 

-Para que coopere a la conversión

de los pecadores,

 

-Cuando llegue mi última enfermedad,

 

-En las últimas tentaciones que precedan y acompañen mi última agonía

 

-En mi último suspiro,

 

-Cuando esté en el Purgatorio.

 

-En todo tienmpo y en todo lugar,

 

-Para que os sirva, os ame y os invoque siempre,

 

-Para que ame a Jesucristo,

 

-Para que lleve a vuestro amor y servicio a muchos cristianos,

 

5-CANTO.

¡Oh María, Madre mía!

¡Oh consuelo del mortal! etc.

 

6-ORACIÓN.

(Todos)

Oh Santísima Virgen María, que para inspirarnos una confianza sin límites, habéis querido tomar el dulcísimo nombre de "Madre del Perpetuo Socorro'" yo os suplico me socorráis en todo tiempo y en todo lugar, en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y sobre todo en el trance de la muerte. Concededme ¡oh amorosa Madre! el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a Vos, porque estoy cierto de que si soy fiel en invocaros, Vos seréis fiel en socorrerme. Obtenedme pues, esta gracia de las gracias; la gracia de suplicaros sin cesar, con la confianza de un hijo, a fin de que por la virtud de súplica constante obtenga vuestro perpetuo socorro y la perseverancia final. Bendecidme ¡oh tierna y cuidadosa Madre! y rogad por mi ahora y en la hora de mi muerte. Así sea.

 

Pida cada quien la gracia que desee conseguir en este martes

 

(Todos)

A estas intenciones vamos a rezar tres Avemarías a Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro y Tres Gloria Patri a S. Alfonso.

 

¡Oh María, Madre del Perpetuo Socorro, rogad por mí! ¡Protector mío, S. Alfonso, haced que en todas mis necesidades

recurra a María!

 

-Lectura de un punto de meditación según el Manual y de los favores otorgados por la Virgen del Perpetuo Socorro.

 

8-ORACIÓN FINAL.

Señor mío Jesucristo, que nos diste a tu Madre Santísima, la Virgen María, para

que la venerásemos con el título insigne de "MADRE DEL PERPETUO SOCORRO" te suplicamos, que los que imploramos con frecuencia su maternal favor, merezcamos participar constantemente de los frutos de tu redención. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

 

JACULATORIA:

(Todos)

¡Seáis amada, seáis alabada, seáis invocada, seáis eternamente bendita, ¡oh Virgen del Perpetuo Socorro! mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi refugio y mi vida. Amén.

 

9-RESERVA.

El sacerdote baja del púlpito; revestido de capa pluvial hace la reserva como de ordinario. Después se quita la capa pluvial y asistido de un acólito con el acetre y el cuadro del Perpetuo Socorro procede a las Bendiciones.

 

10-BENDICIONES.

-Para los niños sanos.

 

Adjutorium nostrunm

Domine, exaudi orationem.

Dominus vobiscum.

 

OREMUS

Domine Jesu Christe, Fili Dei vivi, quiante omnia sæcula genitus, in tempore tamen infans esse voluisti, et hujus ætatis diligis innocentiam; qui parvalos tibi oblatos amanter complexus es, eisque benedixisti; infantes istos præveni in benedictionibus dulcedinis, et præsta ne malitia mutet intellectum eorum, eisque concede ut proficientes ætate, sapientia et gratia, tibi semper placere valeant. Qui vivis et regnas cum Deo Patre, in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia sæcula sæculorum. Amen.

 

Pax et benedictio Dei Omnipotentis, Patris et Filii et Spiritus Sancti descendant super vos et maneat semper.

 

(Los rocía con agua bendita)

 

B-Para los niños enfermos.

 

OREMUS

Deus, qui miro ordine angelorum ministeria, hominumque dispensas, concede propitius, ut a quibus Tibi ministrantibus in celo semper assistitur, ab his in terra vita horum puerorum muniatur. Per Christum Dominum nostrum. Amen.

 

Extendens manns. Super ægros manus imponent et bene habebunt. Jesus Mariæ Filius mundi salus et Dominus, meritis et intercessione Sanctorum Apostolorum suorum Petri et Pauli et omnium Sanctorum sit vobis clemens et Amen.

 

Benedictio Đei Omnipotentis Patris et Fili et Spiritus Sancti descendat super vos et maneat semper. Amen.

 

(Los rocía con agua bendita)

 

C-Para los adultos enfermos.

 

OREMUS

Respice, Domine, famulos tuos in infirmitate corporis laborantes, et animas refove quas crecasti, ut castigationibus emendati, continuo se sentiant tua miseratione salvatos. Per Christum Dominum nostrum. Amen.

 

(Los rocía con agua bendita)

 

11-ÚLTIMA BENDICIÓN.

Se toma un cuadro grande de Ntra. Sra.

del Perpetuo Socorro; se levanta en alto y

con él se traza despacio la señal de la cruz sobre el pueblo diciendo: Que la Virgen del Perpetuo Socorro nos bendiga a todos.

 

El pueblo responde: Así sea.

 

Luego van los fieles desfilan por el

Comulgatorio y se les da a besar un cuadrito de Ntra, Sra. del Perpetuo Socorro.

 

Al retirarse recibe cada quien algunas

Miniaturas para sus enfermos.

 

CANCIONERO DEL DIA DE EJERCICIOS

 

OH REINA DE CLEMENCIA

Coro:

¡Oh Reina de clemencia!

¡Oh Madre del amor!

Tu Perpetuo Socorro

Implora nuestra voz.

 

1-Al corazón benigno de María

Ven sin tardar, ¡oh pobre pecador!

Si en su bondad tu corazón confía

Te alcanzará la gracia del Señor.

 

2-Ven, alma a fiel, humilde y generosa,

Dios amar deseas con fervor:

ven a esta Madre tierna y amorosa.

Y abrasará tu pecho en santo amor.

 

3-Madre de Dios, Patrona Poderosa!

De nuestra patria, ¡oh Reina! ten piedad

Devuélvele su fe pura y hermosa,

Devuélvele su horror a la impiedad.

 

4-Escúchanos, ¡oh Virgen santa y pura,

Madre de Dios, Madre del Redentor!

Gracia, salud y celestial ventura

Alcánzanos piadosa del Señor.

 

 

YO TE DOY

 

Yo te doy, - ¡Oh Madre querida!

Alma, vida, - Cuanto soy!

 

1.-Con ardor - Ofrézcote, Madre

El don suave - Del amor…

 

2.-A tus pies - Benditos postrado

Y humillado - Ya me ves.

 

3.-Sin cesar - Te quiero, María,

Cada día - Invocar.

 

4.-Al morir, - También a Ti quiero,

Como espero, - Acudir.

 

5.-Y elevar - Hacia Ti mi vuelo

Y en el Cielo - Exclamar.

 

 

Tomado del Manual del Perpetuo Socorro, colaboración de Iván Arellano

 


lunes, 22 de mayo de 2023

NOVENA A SAN BERNARDINO DE SIENA


 

NOVENA A SAN BERNARDINO DE SIENA.

APÓSTOL DEL NOMBRE DE JESÚS.

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca pronunciará tus alabanzas.

 

V. Dios mío, ven en mi ayuda.

R. Señor apresúrate en socorrerme.

 

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

PRIMER DIA.

 

Se le pide al santo que nos obtenga de Dios el don de la Continencia.

 

Glorioso San Bernardino y amantísimo Protector nuestro, tú que naciste de ilustres padres, con la claridad de tu sangre diste a luz un alma buena, y comenzaste desde la más tierna edad a mantenerla pura y limpia de todo pecado con tal pudor y modestia que llegaste al espejo del pudor: tú que usaste tal compostura en tus palabras, en tus gestos, en tu porte y en tu rostro que nadie en tu presencia se atrevió a pronunciar una palabra injusta, y te lo merecías de tu maestro para ser llamado el joven más modesto entre todos los que te conocen: ¡oh! Ruega por nosotros al Inmaculado Cordero, para que se digne, gracias a tus virtudes, concedernos la gracia de guardar diligentemente nuestros sentidos externos y nuestro corazón. Amén.

 

Tres o más Padrenuestro, Avemaría y Gloria, según la devoción de cada uno.

 

RISPONSORIO.

 

Dilecte Deo et gentibus

Te Bernardine colimus

Senentium et Aquilæ

Lux , decus et præsidium .

 

Qui summa Coeli gaudia

Virtutum habes præmia ,

Tuum insigne orantibus

Largire patrocinium.

 

Ut vocis tuæ oracula

Sensit ubique Italia,

Sic tuæ benignæ dexteræ

Persentiat miracula.

 

Qui summa Coeli ecc.

 

Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto.

 

Qui summa Coeli ecc .

 

 

V. Implora nobis gratiam , Beate Bernardine.

R. Per fontis abudantiam pietatis divinæ.

 

OREMUS.

Domine Jesu, qui Beato Bernardino Confessori tuo eximium Sancti Nominis, tui amorem tribuisti, ejus quæsumus meritis et intercessione Spiritum nobis tuæ dilectionis benignus infunde. Qui vivis et regnas in sæcula sæculorum. Amen.

 

 

RESPONSORIO

 

Amado de Dios y de las naciones

Te adoramos Bernardino,

En Siena y Aquila brillan tus dones

Con luz, belleza y protección.

 

Tú que en lo alto del cielo gozas

Y recompensas a los virtuosos,

Y das tu señal a los que oran

Con tu patrocinio provechoso.

 

Como oráculos de tu voz

Italia te oyó en todas partes,

Y con tu mano generosa

Muchos milagros en su favor obraste.

 

Tú que en lo alto del cielo gozas, etc…

 

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo

Como era un principio y ahora

Por los siglos de los siglos a ellos sea

El honor, el poder y la gloria. Amén

 

Tú que en lo alto del cielo gozas, etc…

 

V. Pide gracia para nosotros, Beato Bernardino.

R. Por la abundancia de la fuente de la piedad divina.

 

OREMOS.

Señor Jesús, que concediste al Beato Bernardino el Confesor el gran amor de tu Santo Nombre, te rogamos por sus méritos y por tu intercesión, infúndenos el Espíritu bondadoso de tu amor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

 

Y ahora, luego de rezar la Letanía de la Virgen María se dice la siguiente:

 

ORACION.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, oh Virgen gloriosa y bendita.

 

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

OREMOS.

Concédenos Señor, a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo y, por la gloriosa intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de esta vida y gozar de las alegrías eternas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

 

SEGUNDO DÍA.

 

Roguemos al Santo que nos obtenga el amor de la santa pobreza.

 

Glorioso Santo, tú que naciste heredero de un riquísimo patrimonio, despidiendo la fortuna y el mundo, entraste en la Orden de San Francisco por esa altísima pobreza que allí se profesa, para seguir a Jesucristo: tú que cambiaste los palacios en una vil choza, las ropas espléndidas en lana basta, la vida cómoda en dura penitencia, y tanto amabas la profesada pobreza, que la llevabas triunfante dando vueltas por Siena, tu patria, descalzo, mendigando pan de puerta en puerta y llevándolo a hombros al convento, y que en todo el tiempo de tu vida nunca tuviste más que una sotana: ¡ah! ruega a ese mismo Jesús por cuyo amor te hiciste pobre y mendigo, para que en la contemplación de tus méritos nos conceda un verdadero desprendimiento del mundo y de todas las cosas terrenas. Amén.

 

Aquí se rezan todas las oraciones al igual que el primer día.

 

 

TERCER DÍA.

 

Pidamos al Santo que nos obtenga la virtud de la humildad.

 

Gloriosísimo San Bernardino, tú que presentaste al mundo en tu persona el modelo de la santa humildad, al ingresar en la Orden Minorita, por la cual tenías tan gran estima, que ante el reproche de tu pariente por haber elegido una vida tan humilde, respondiste que te honrara más que a ningún otro haciéndote religioso de esa Orden: tú que, teniendo la ciencia de los Santos, valorabas mucho lo que el mundo ciego aborrece y desprecia, ejerciendo los oficios más viles; os declarasteis seriamente como un inútil ante el grito de la fama que os hacía desear de todos los Grandes de Europa, y erais tan ajeno a las dignidades y honores, que con singular constancia rehusabais tres obispados, el de Siena, el de Ferrara y el de Urbino, que os ofrecieron los Soberanos Pontífices, declarándoos inepto ante tanto peso y protestando que queréis vivir y morir en la vocación de pobre y humilde hijo de San Francisco: ¡ah! ofrece esta virtud tuya a Jesús en el Santísimo Sacramento e implora de él para nosotros la gracia de conocernos a nosotros mismos y nuestra nada, para que ejercitándonos en la santa humildad aquí en la tierra, nos hagamos dignos gracias a la Pasión de Jesucristo y a tus méritos de ser exaltado en el cielo. Amén.

 

Aquí se rezan todas las oraciones al igual que el primer día.

 

 

CUARTO DÍA.

 

Pidamos al Santo que nos obtenga la gracia de hacer penitencia.

 

Oh Glorioso San Bernardino nuestro singular Protector, vos que desde vuestros más tiernos años os entregasteis a una penitencia tan austera que algunos días de la semana os alimentabais sólo de agua y unas pocas hierbas, y después de orar la mayor parte de la noche, poco dormíais, tomando un manojo de vides con un palo duro debajo de la cabeza como almohada; y a medida que fuiste creciendo con los años, te afligías con cilicios, flagelos, puñados de ortigas y con fatigas excesivas, durante las cuales también te ocupabas de llenar de alegría el corazón a cualquiera que te viera: tú que añadías a los rigores y ayunos prescritos por la Regla muchas otras, que nunca omitiste ni en el tiempo de los sermones ni en los largos viajes que emprendiste por la gloria de Dios, con las cuales y otras mortificaciones sometiste plenamente la carne a la ley del espíritu, conservaste el lirio de pureza inmaculada hasta la muerte: ¡ay! acompaña nuestras oraciones a Jesús Sacramentado, para que la misericordia, las mortificaciones que practicaste, nos concedan la gracia de abrazar la cruz con verdadera penitencia y de llevarla voluntariamente durante todo el tiempo de nuestra vida. Amén.

 

Aquí se rezan todas las oraciones al igual que el primer día.

 

 

QUINTO DÍA.

 

Rogamos al Santo que nos conceda la gracia de ser pacientes.

 

Glorioso San Bernardino, nuestro amable y maravilloso Protector, tú que eres fuerte en la adversidad, benigno, bondadoso y manso en soportar las afrentas, fuiste tenido por prodigio y modelo de singular paciencia; y siempre fiel a ti mismo, afable, risueño y en las cosas prósperas y adversas cantabas alabanzas al Señor: tú que burlado por un artesano que cayó en el momento del techo y destrozó todo su cuerpo, corriste inmediatamente a curarlo con el señal de la cruz, y perseguido por una multitud de niños inmorales que te tiraban piedras, no sólo no mostraste ningún resentimiento, sino que exhortaste a tu compañero a sufrirlas de buen corazón porque le ayudaban a ir al Paraíso: ¡ah! vuélvenos tus amadas pupilas y fervientes oraciones, ofrece a Jesús Rey pacífico y manso para que, en consideración a tus dignos méritos, nos concedas la gracia de ser pacientes en la adversidad, mansos y benignos en los males, y sumisos a la ley divina en vida, para que podamos merecer el Cielo en el momento de la muerte. Amén.

 

Aquí se rezan todas las oraciones al igual que el primer día.

 

 

SEXTO DÍA.

 

Oremos al Santo para que nos obtenga la gracia de amar a Dios.

 

Oh Glorioso San Bernardino, Protector y Abogado nuestro singular, tú que prevenido por la gracia divina supiste desde la niñez cuán digno de amor es Dios amándolo con todas tus fuerzas; y aumentando aquella verdadera caridad con que ardía vuestro corazón, recogisteis en poco tiempo admirables y copiosos frutos: odiasteis el pecado en vosotros y en los demás; amaste la virtud practicándola primero y exhortando a todos a abrazarla; deseoso de que todos amaran al Señor, viajaste varias veces por Italia predicando en todos los lugares y encendiendo a los pueblos de este santo amor; ni tampoco dejasteis nunca de meditar en la Pasión del Redentor, postrándoos en el suelo en forma de cruz y derritiéndoos en cálidas lágrimas de amor hasta quedaros agonizante y medio vivo: ¡oh! Por favor por nosotros ante Jesús en el Santísimo Sacramento, para que tus méritos nos concedan la gracia de amarlo y servirlo fielmente a lo largo de nuestra vida y luego disfrutarlo eternamente en el Cielo. Amén.

 

Aquí se rezan todas las oraciones al igual que el primer día.

 

 

SÉPTIMO DÍA.

 

Pidamos al Santo que nos dé la gracia de amar a nuestro prójimo.

 

Glorioso San Bernardino, nuestro singular Protector, tú que siendo niño te sentías sumamente feliz dando limosnas con tus propias manos a los pobres, a algunos de los cuales rogabas con gracia que les dieran su almuerzo o cena: te dedicabas sin miedo de la muerte al servicio de los apestados en el hospital, a los que al entrar en la religión dejaste gran parte de tu herencia, aplicando el resto al matrimonio de pobres solteronas y al rescate de otros pobres: inflamado de santa caridad no te preocupaste en tus jornadas del trabajo ni del sudor ni de las fatigas por la salvación de las almas, sino que fluyendo infatigable de un lugar a otro rompiste los corazones más duros con tus sermones convirtiéndolos en penitencia: ¡ah! vuelve a nosotros tus ojos benignos y ruega por nosotros al Divino Verbo Encarnado para que por tus méritos nos conceda la gracia de buscar siempre con solicitud nuestra salvación y la del prójimo, a quienes, viviendo unidos en esta vida, esperamos ser así eternamente en el futuro Cielo. Amén.

 

Aquí se rezan todas las oraciones al igual que el primer día.

 

 

OCTAVO DÍA.

 

Pidamos al Santo que nos obtenga la gracia de ser devotos de María.

 

Gloriosísimo Santo y nuestro singular Protector, tú que naciste por intercesión de María el día de su Natividad, te nutriste junto con la leche tan tierna devoción hacia la Virgen, que aun siendo niño ayunabas todos los sábados, y dos veces al día te llevabas a ver la imagen pintada en la puerta de Siena, ante la cual te disolvías en dulces lágrimas mientras orabas; y hablando muchas veces de ella, celebrabais sus glorias en vuestros sermones con tanto cariño, que nunca se oyó orador que hablara de ella con tanta dulzura: vos que en la plaza de Collemaggio (de esta ciudad) en Aquila, predicaste que María es la mujer misteriosa vista por San Juan en el Apocalipsis coronada de estrellas, fue visto por todo el público una estrella muy brillante parada sobre tu cabeza: ¡ah! ruega por nosotros al amado Hijo de la Virgen y obtén la gracia de ser devoto de ella en esta vida y vivir con ella eternamente en la venidera. Amén.

 

Aquí se rezan todas las oraciones al igual que el primer día.

 

 

NOVENO DÍA.

 

Roguemos al Santo que nos obtenga la devoción al Santísimo Nombre de Jesús.

 

Glorioso San Bernardino, Protector nuestro singular, tú que unes el amor de la Virgen con el de su Hijo Jesús a quien diste honor y gloria exaltando y bendiciendo su Nombre, con el que estremeces a los más duros pecadores, afirmas a los pusilánimes, con vos fortificasteis al reformado: y para aumentar su culto, lo hicisteis esculpir en una tabla con caracteres de oro, llevándolo así en triunfo por ciudades y castillos, exponiéndoos a muchas fatigas y sufrimientos; en recompensa de tus trabajos tuviste de Dios la gracia de hacer muchos milagros en vida en virtud de este Santo Nombre, y de morir en la víspera de la Ascensión, mientras en el coro se cantaban estas palabras: “Padre, he manifestado a los hombres tu Nombre y ahora vengo a ti”: ¡ah! ruega por nosotros a Jesús Sacramentado, para que por este bondadoso celo tuyo nos concedas el amor y el temor de su Santo Nombre, para que llevándolo con cariño en nuestro corazón y con reverencia en nuestra lengua tengamos luego el fruto de invocarlo en la hora de la muerte, para irnos en vuestra compañía para alabarle y bendecirle con el Padre y con el Espíritu Paráclito por todos los siglos. Amén.

 

Aquí se rezan todas las oraciones al igual que el primer día.

 

(Tomado del libro: “Compendio della Vita di San Bernardino da Siena”, compilada por el Padre Domenico de Santo Eusanio, con la Novena ordenada por el Padre Antonio de Introdacqua, ambos de la Orden de los Mínimos Observantes. Impreso en la Tipografía Gran Sasso de Italia. En Aquila, Italia, Año 1844.)


-Colaboración de Carlos Villaman

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