lunes, 22 de noviembre de 2021

NOVENA A SANTA CECILIA, VIRGEN Y MÁRTIR


NOVENA A SANTA CECILIA VIRGEN Y MARTIR

ABOGADA DE LOS MUSICOS

 

Con aprobación Eclesiástica.

 

Impresos Negrón, Calle 9 No. 1009, Río Piedras Puerto Rico. Año 1932.

 

Se da principio persignándose y después de recitar un fervoroso acto de contrición, se reza la oración siguiente:

 

 

ORACION PREPARATORIA

Señor Dios, Salvador nuestro, Dulcísimo Jesucristo, el más amable y más amante de todos los hombres, que con perfección infinita practicasteis la caridad y la paciencia, que recibisteis más injurias y afrentas que ningún otro sin jamás guardar rencor por ellas; escuchad, os lo ruego, la súplica que os dirigimos para que os dignéis derramar sobre nosotros el espíritu de mansedumbre y de paciencia. Concédenos esta gracia, Dios mío, os lo pido por todos los santos que os alaban en el Cielo, y en particular por la gloriosa Santa Cecilia que tanto os amó. Y así como os lo pido, así confío; y con esta confianza, aunque como miserable pecador haya faltado muchas veces a vuestros preceptos, puesta toda mi esperanza en vuestra misericordia infinita, os prometo que de hoy en adelante os amaré y serviré con fidelidad, hasta mi muerte. Amén.

-Aquí se rezan tres Padrenuestros y tres Avemarías, luego se lee la Consideración y se reza la oración del día.

 

 

DIA PRIMERO

 

CONSIDERACIÓN

EL AMOR A JESUCRISTO

Consideremos en este primer día, el elevado ejemplo de pureza y de amor a Jesucristo, que nos da nuestra Santa. Fue Cecilia una doncella romana de ilustre familia y desde muy joven consagró su vida y su virginidad a nuestro Señor Jesucristo. Sus padres la desposaron con un noble caballero llamado Valeriano, pero la joven se llenó de tristeza al pensar en esta unión y cuando oía los instrumentos musicales que resonaban anunciando sus desposorios, elevaba su espíritu al Esposo Celestial que había elegido y le decía con fervor: “Una gracia os pido, dulcísimo Jesús mío, y es que ni mi corazón ni mi cuerpo pierdan jamás ni una mínima parte de su entereza; no sea yo frustrada de este favor que espero de vuestro poder”. ¿No es sublime esta súplica en su sencillez y en la exaltación del amor a Jesucristo?

 

 

ORACION

¡Oh, benignísimo Jesús, que vinisteis al mundo para enseñarnos la sencillez y la pureza de costumbres, para inculcar la prudencia divina y desterrar la mundana! Aquí tenéis a un pobre pecador que no suspira sino por la gracia de observar vuestras máximas y de adelantarse en los caminos de la perfección que habéis trabado. Hacednos, Señor, partícipes de esas divinas virtudes que en grado tan eminente poseísteis; llenad a cada uno de nosotros de ese anhelo de ser sencillos y prudentes, según la prudencia cristiana y según el ejemplo fecundo de la gloriosa virgen y mártir Santa Cecilia. Dignaos presentar a la Majestad del Padre Eterno nuestros sentimientos y deseos, nuestras palabras y nuestras obras, por las cuales sea El para siempre glorificado. Amén.

-Aquí se hace la petición y se termina con los Gozos y la Oración final.

 

 

GOZOS

Virgen y mártir invicta

De Jesús cándida esposa,

Concédenos generosa

Tu celestial protección.

 

Conociendo que en el mundo

Honor, riqueza, hermosura,

Todo es vanidad, locura,

Todo mentira, ilusión,

A Jesús, tu dulce dueño,

Y consuelo en tus quebrantos,

Consagraste los encantos

De tu alma y corazón.

 

Escucha nuestra plegaria,

Compadece nuestro llanto

A Jesús, tu dulce encanto,

Presenta nuestra oración;

Y haz que sobre nuestras almas

De Dios la gracia descienda

A nuestro frío corazón.

 

Y tan grato el sacrificio

Fue a tu Celestial Esposo,

Que acudiendo generoso

A consolar tu aflicción,

Te concedió el rico premio

Que tu amor puro ambiciona;

Del martirio la corona,

Del cielo la posesión.

 

ORACION FINAL

¡Gloriosa virgen y mártir Santa Cecilia, modelo de esposas fidelísimas de Jesucristo! Vednos humildemente postrados a vuestras plantas. Somos desagradecidos pecadores que venimos a implorar vuestra poderosa intercesión para con nuestro Señor Jesucristo, a quien tanto hemos ofendido, suplicándoos por medio de esta Novena que, así como solicitasteis y conseguisteis la conversión de vuestro esposo Valeriano y de su hermano Tiburcio, nos consigáis un verdadero arrepentimiento de nuestros pecados, un eficaz propósito de enmienda, una heroica fortaleza para confesar y defender la fe que hemos profesado, y en la que, como vos, queremos vivir y morir, aunque sea a costa de los mayores sacrificios, y las gracias especiales que solicitamos en esta Novena, si todo ello es para  mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Amén.

 

 

 

 

DIA SEGUNDO

 

CONSIDERACIÓN

LA CASTIDAD, VIRTUD SUBLIME

Los padres de Cecilia tenían interés en que las bodas se celebraran lo antes posible, y pronto llegó el día fatal para la joven doncella. Pero así que se vio a solas con Valeriano, le reveló la solemne promesa que había hecho de consagrar su virginidad al Esposo Celestial; también le dijo que la guardia de su cuerpo estaba a cargo de un ángel; “y si pretendieras tú –agregó Cecilia- violar este sagrado, desde el mismo punto se declararía enemigo tuyo; pero, al contrario, si le respetares y me dejares intacta, experimentarás tú el mismo amor que me profesa a mí, y gozarás como yo de su hermosísima presencia”. Infundió el Señor tal fuerza persuasiva a estas palabras, que Valeriano respetó la castidad de Cecilia.

 

ORACION

¡Oh Divino Jesús, que vinisteis a la tierra para predicarnos con sencillez y, por medio de vuestro ejemplo, enseñarnos este santo método para que podamos útilmente anunciar vuestra santa palabra y llevarlo por todo el mundo, como los discípulos a quien la disteis! ¡Oh, dulce Salvador! Os suplicamos humildemente que por vuestra gracia y por el amor sublime que os profesó la gloriosa Santa Cecilia virgen y mártir, nos concedáis este santo método, para que, inspirados en él, propaguemos vuestras enseñanzas y obtengamos al final de nuestra vida la felicidad eterna. Amén.

 

 

 

DIA TERCERO

 

CONSIDERACIÓN

LA FE, VIRTUD ESENCIAL

Cecilia tuvo fe y venció. Valeriano tuvo confianza en las palabras de Cecilia y manifestó deseos de ver al celestial espíritu, al ángel guardián de que le había hablado, pero la joven le replicó que, para lograr aquella dicha, era indispensable creer en Jesucristo y bautizarse. Valeriano creyó y se bautizó, y vio al ángel del Señor. Con esta sublime visión alcanzó la gracia santificante que le hizo obtener más tarde la palma del martirio. La fe: ¡oh virtud excelsa!, principio y fundamento de todas las virtudes! ¿Y por qué, nosotros que nos llamamos creyentes no empleamos toda nuestra vida en propagar esta fe según las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, en vez de entregarnos a los vanos placeres mundanales?

 

ORACION

¡Oh piadosísimo Jesús, que por amor del género humano fuisteis enclavado en una cruz! Llenadnos de aquellos sentimientos que llevaron a humillaros de tal modo, que hicieron preferir las injurias a las alabanzas; de aquellos afectos que os hicieron buscar la gloria de vuestro Padre por el camino de vuestra propia confusión. Infundidnos desde ahora aquel fervor sublime que infundisteis a la gloriosa Santa Cecilia, para que logremos atraer al redil de nuestra Santa Iglesia a nuestros hermanos extraviados, de modo que, reunidos sinceramente a nosotros por los vínculos insolubles de una misma fe y caridad, podamos cantar juntos vuestras alabanzas y merezcamos poseeros eternamente en la Gloria. Amén.

 

 

 

DIA CUARTO

 

CONSIDERACIÓN

LA CARIDAD, JOYA DEL ALMA

Otra de las virtudes de Cecilia fue su caridad infinita; el amor que profesaba a los pobres era proverbial, y de ello tenemos un admirable ejemplo: Después de la muerte de Valeriano y de un hermano de éste, Tiburcio, que también sufrió el martirio por haberse convertido a la fe de Jesucristo, el prefecto de Roma quiso confiscarles todos sus bienes, pero llegó tarde, porque Cecilia ya los había distribuido entre los pobres. “El que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”, había dicho nuestro Señor Jesucristo, y Cecilia conocía bien su doctrina. Practiquemos pues la hermosa virtud que se llama Caridad, si queremos obtener los favores de nuestra santa.

 

ORACION

¡Oh Salvador nuestro Jesucristo, que os santificasteis a fin de santificar a los hombres, que despreciasteis los reinos de la tierra y que no tuvisteis otro empeño sino el de que vuestro Eterno Padre reinase en las almas! Yo os ofrezco los merecimientos de vuestra sierva Santa Cecilia, prontísima ejecutora de vuestra voluntad y muy diligente en todas las cosas tocantes al cumplimiento de vuestro santo servicio, y os suplico que, por su intercesión, nos concedáis una caridad perfecta para amaros y serviros. ¡Oh, Divino Jesús! Otorgadnos también la virtud de ser semejantes a vuestra sierva en el modo de pensar, de querer y de obrar; y esperamos que, haciéndolo de esta manera, gozaremos de la gloria inmortal que gozáis con vuestro Padre y el Espíritu Santo. Amén.

 

 

 

DIA QUINTO

 

CONSIDERACIÓN

LA ESPERANZA EN LA VIDA ETERNA

Cuando el prefecto de Roma supo que Cecilia había distribuido todos sus bienes entre los pobres la mandó a prender con intención de someterla a los tormentos del martirio si no renunciaba al cristianismo. A los soldados que se compadecían de ella cuando la llevaban a la cárcel, Cecilia les dijo: “Bien se conoce, hermanos míos, que no sabéis lo glorioso que es dar la vida por confesar a Jesucristo”, y agregó luego: “a vosotros os compadece mi florida juventud y mi caduca belleza, pero tened entendido que no las pierdo por el suplicio, solamente las trueco por otras que poseeré eternamente”. ¡Palabras sublimes que debemos meditar constantemente si queremos llegar a poseer esa firme esperanza que nos hará poseedores de todos los tesoros de la gracia!

 

ORACION

¡Oh Salvador de nuestras almas, que queréis que practiquemos vuestras máximas e imitemos vuestra vida oculta y despreciada! Concedednos las disposiciones necesarias para que suframos, como Vos queráis, las persecuciones que sean de vuestro agrado enviarnos; haced que nos mantengamos firmes, sin huir ni vacilar en los ataques con que el mundo nos acometa. ¡Oh, dulce Jesús! Por los méritos de la bienaventurada virgen y mártir Santa Cecilia, os pedimos también que, al desnudarnos de nuestra carne mortal, y en el día de la justicia, merezcamos entrar en vuestro santísimo reino y ser herederos de vuestra gloria eterna. Amén.

 

 

 

DIA SEXTO

 

CONSIDERACIÓN

EL CELO EN LA PROPAGACIÓN DE LA FE

La palabra de Cecilia era ardiente y persuasiva, y nuestra santa hablaba con tal vehemencia que los corazones más empedernidos se conmovían. Después de explicar luminosamente a los soldados que la llevaban a la cárcel, que el trueque de todos los tesoros de este mundo por las delicias de la gloria eterna es excesivamente ventajoso, les preguntó si creían lo que acababa de decirles, ¡oh prodigio!, todos a una voz respondieron: “Creemos que sólo se debe adorar por Dios a Jesucristo, que tiene una sierva tan fiel y tan santa como tú”. Y no solo se convirtieron los soldados, sino también todos los transeúntes que se habían congregado a su alrededor. Imitemos, pues, el celo de Cecilia por la salvación de las almas, y practiquemos constantemente el apostolado de la oración.

 

ORACION

¡Oh Señor, que sois la Ley Eterna y la Razón Inmutable, y que con vuestra Sabiduría infinita gobernáis todo el Universo! ¡Vos, de quien dimanan como de fuente viva las reglas de conducta de todas las criaturas y las leyes de vida perfecta! Concedednos la gracia de que hemos menester para observar estas reglas y estas leyes de un modo inviolable, y por los merecimientos de vuestra celosa sierva Santa Cecilia y por su intercesión, os suplicamos nos otorguéis la victoria contra los enemigos del alma, para que, venciéndonos a nosotros mismos, despreciando lo temporal y apreciando lo eterno, podamos gozar en el Cielo de vuestra dulce presencia, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

 

DIA SEPTIMO

 

CONSIDERACIÓN

LA FIRMEZA EN LA FE DE JESUCRISTO

La fama de las conversiones que provocaba Cecilia, llegó a ser tan grande que el prefecto de Roma quiso ver por sí mismo quién era aquella joven tan extraordinaria, y mandó que se la trajeran a palacio, no dudando que con amenazas conseguiría que abjurase la fe de Jesucristo. “Probablemente ignoras” –dijo el prefecto a Cecilia- “que los jueces tenemos poder sobre la vida y la muerte”. –“Mucho te engañas en eso”, replicó la doncella con firmeza; “esa autoridad de que tan vanamente te jactas, se reduce a ser un infeliz ministro de la muerte, abusando de tu facultad para quitar la vida a los inocentes: pero no la tienes para darla al más despreciable insecto”. ¡Palabras admirables, que revelan una firmeza sin límites en la fe de Jesucristo!

 

ORACION

¡Oh Salvador de nuestras almas, que por vuestro amor quisisteis morir por los hombres! ¡Oh piadosísimo Jesús! Con fervor invocamos vuestro dulcísimo nombre bajo el cual nadie debe desesperar, pues teniéndolo siempre en nuestros labios nos servirá de un poderoso auxiliar en esta vida tan llena de aflicciones y de trabajos. Por los méritos y por la intercesión de la bienaventurada virgen y mártir Santa Cecilia, a quien hicisteis partícipe de vuestro coro celestial, os suplicamos nos concedas una firme fe y segura confianza en vuestros auxilios para vencer a nuestros enemigos exteriores y una sólida constancia de la práctica de vuestros ejemplos para que podamos conseguir finalmente las eternas bienaventuranzas. Amén.

 

 

 

DIA OCTAVO

 

CONSIDERACIÓN

LOS LAZOS INDISOLUBLES DEL CRISTIANO

La enérgica respuesta de Cecilia había causado una profunda impresión en el prefecto de Roma, el cual queriendo intentar un postrer esfuerzo para que la joven renunciase a su religión, arguyó las órdenes que tenían del emperador, a quien todos debían obediencia. Pero Cecilia, elevando los ojos al cielo, replicó: “Ninguna cosa del mundo será capaz de romper los amorosos lazos que me estrechan con mi Señor Jesucristo”. El prefecto irritado, no quiso oír más, y mandó lo que Cecilia ansiaba precisamente: dar su vida por aquel Esposo Celestial a quien había consagrado su corazón y su virginidad.

 

ORACION

¡Oh benignísimo Jesús, Dios y Señor de todas las voluntades, por las cuales hacéis milagros y prodigios! Llenos, pues, de la confianza en vuestro poder, venimos a vuestra presencia a postrarnos humildemente. Y por los merecimientos de vuestra sierva Santa Cecilia, tan abrasada del sagrado fuego de vuestro amor que dio su vida gustosa en el martirio, os suplicamos que por su intercesión nos concedáis una abrasada caridad que nos haga desear el padecer por vuestro amor, y la perseverancia final en vuestra gracia, para que, socorridos así por Vos en las miserias de esta vida podamos gozar en el Cielo de la eterna dicha. Amén.

 

 

 

 

DIA NOVENO

 

CONSIDERACIÓN

LA CORONA DEL MARTIRIO

Veinticuatro horas estuvo Cecilia en el baño de agua hirviente sin experimentar más incomodidad que si hubiese estado recreándose en las delicias de un baño de agua tibia y perfumada. Informado el juez de aquel prodigio, inmediatamente despachó un verdugo para que en el mismo baño le cortase la cabeza. El verdugo descargó tres terribles tajos en el cuello; la cabeza de Cecilia quedó pendiente, pero con vida, y así se mantuvo durante tres días, durante los cuales no cesó de exhortar a todos a la constancia en la fe de Jesucristo. ¿Puede darse un ejemplo más sublime de amor divino?

Cecilia entregó su alma a Dios el 22 de noviembre del año 232.

 

ORACION

¡Oh Dios mío! Con todo el corazón os pido misericordia. ¡Misericordia Dios mío, por el abuso que hemos hecho de vuestras gracias! ¡Misericordia Dios mío, por haber descuidado la enmienda de nuestros pecados! No os acordéis de ellos: ¡que esas horas desdichadas sean borradas y olvidadas de vuestra memoria para siempre! ¡Os lo pido, oh Señor! Y al mismo tiempo os suplico, Dios mío, no atendáis a la voz del pecador que os habla, sino dignaos considerar los corazones de los que os piden esta misericordia y esta gracia; y yo, por muy indigno que sea, os ruego por los infinitos méritos de la gloriosa Santa Cecilia virgen y mártir, que nos enviéis la bendición que nos confirme en vuestro espíritu y vuestra gracia, para que bajo vuestro amparo vayamos con seguridad a los eternos descansos de la Gloria. Amén.

 

-Al termina, se podrá confesar y comulgar para rogar a Santa Cecilia que nos obtenga sus virtudes.

 

 

-Colaboración de Carlos Villaman


 

sábado, 20 de noviembre de 2021

CORONILLA A LA PRESENTACIÓN DE MARÍA

 



CORONILLA EN HONOR DE LA PRESENTACION DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA.

 

Tomado del libro “Raccolta di Coronelle, Preghiere, ed altre devote orazione che si praticano nella venerabile Chiesa del Gesu Vecchio, Soto la direzione del Rev. Rettore D. Placido Baccher”.

 

Impreso en la Tipografía de P. Tizzano, Strada Cisterna dell´Olio No. 45. Nápoles, Italia. Año 1839

 

V. Dios mío ven en mi ayuda.

R. Señor, apresúrate en socorrerme.

 

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

 

Un Padrenuestro, un Avemaría y tres Gloria Patri.

 

ESTROFA.

Alabada y bendecida

Y exaltada todos los días

Sean la Trinidad y María

Por toda la Eternidad.

 

1. - Bendita seas, Oh María, por aquella prontitud de ánimo, por la cual a la edad de tres años te presentaste en el Templo; te rogamos obtengas para nosotros la gracia de vuestro Hijo Jesús de servirlo para el futuro con alegría en el espíritu.

-Se rezan cinco Avemarías.

 

De tres años la Niña marchó

Toda bella e Inmaculada,

Fue en el Templo a Dios presentada

Donde el Sumo Bien la llamó.

 

2. - Bendita seas, Oh María, por aquel fervor de espíritu, con el cual supiste bien servir a Dios en el Templo; te rogamos nos obtengas de vuestro Hijo Jesús la gracia de amarlo todo el tiempo con todo nuestro corazón.

-Se rezan cinco Avemarías y el verso.

 

 

3. - Bendita seas, Oh María, por aquella plenitud de perfección, por la cual te convertiste en ejemplo y modelo de santidad en el Templo; te rogamos que nos obtengas de tu Hijo Jesús la gracia de reparar con el buen ejemplo los escándalos causados por nuestros pecados en nuestra vida pasada.

-Se rezan cinco Avemarías, y el verso.

 

 

CANTICO DEL MAGNIFICAT

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo,

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos.

Amén.

 

V. Permíteme alabarte Virgen Sagrada.

R. Dame virtud y valor contra mis enemigos.

 

OREMOS: Dios, que quisiste que la Santísima María, siempre Virgen, escogida como morada del Espíritu Santo (hasta el día de hoy) sea vista en el templo, concédenos que por su intercesión merezcamos ser presentados en los tiempos de tu gloria.

 

 -Colaboración de Carlos Villaman 

miércoles, 17 de noviembre de 2021

TRECE MARTES A SANTA POTENCIANA


TRECE MARTES A SANTA PUDENCIANA Y LOS TRES MIL MARTIRES

 

DEVOCION PROMOVIDA POR SAN CARLOS BORROMEO, ARZOBISPO DE MILAN.

 

Tomado del libro: “Divozione a Santa Pudenziana, ed alli SS. Tremila Martiri sepolti nella Chiesa di detta Santa, Praticata giá da molti secoli dalla Pieta de Fedeli, e promossa dall´esempio di San Carlo Borromeo.”

 

Dedicado a la Excelentísima Señora Doña Teresa Albani Boromei, Duquesa de Soriano, por Antonio de Rossi.

 

Con licencia de los Superiores.

A instancia de Pietro Paolo Pichinon.

En Roma, Italia. Año 1731.

 

 

ORIGEN Y PROGRESO DE LA DEVOCION DE LOS TRECE MARTES PRACTICADA POR LOS FIELES EN HONOR DE SANTA PUDENCIA Y DE LOS SANTOS TRES MIL MARTIRES,

SEPULTADOS EN SU IGLESIA

Siendo la Iglesia de Santa Pudenciana la más antigua de todas las Iglesias de Roma, es una verdad confirmada por todos los Escritores Eclesiásticos, los cuales trataron de la sagrada antigüedad de este templo del cristianismo. Esta Iglesia, que fue casa de San Pudente, senador romano, sirvió muchos años de hospedaje al Príncipe de los Apóstoles, quien fue cortésmente albergado por la piedad de San Pudente, el cual era muy celebre den Roma, no tanto por la dignidad senatorial, o por la nobleza y abundante riqueza, sino porque él era naturalmente inclinado a las obras de piedad (aun siendo pagano) sirviéndose de su facultad para socorrer a los pobres y sustentando a los peregrinos. San Pedro estando en Roma, tuvo noticias de la probidad de aquél Senador, se acercó a él buscando refugio y le obtuvo la conversión a la Fe: Renacido a la gracia por medio del Bautismo San Pudente nunca más pensó sino en cooperar en el progreso del Evangelio, suministrando por medio de sus riquezas al Santo Apóstol los medios más oportunos. San Pedro, habiendo comenzado en esta casa su Apostolado en Roma, tuvo allí el consuelo de recibir a los concurrentes, de instruirlos, bautizarlos y administrarles los Sacramentos. Ahora en estos tiempos se custodia dentro del Altar de la Capilla de San Pedro, situada a mano izquierda de la Iglesia de Santa Pudenciana, el altar de madera, sobre el cual San Pedro celebraba los divinos misterios en casa de San Pudente. Las obras de piedad ejercitadas por San Pudente hacia los cristianos en tiempo de los Apóstoles, fueron continuadas por sus descendientes hasta el segundo siglo, en el cual vivieron Timoteo, Novato, Pudenciana y Práxedes. En el tiempo de estos Santos Hermanos reinaba el Emperador Antonino, el cual siendo avisado que los cristianos se congregaban en gran número en la casa de Santa Pudenciana virgen, la cual fue convertida por San Pío en la Iglesia, y que eran sostenidos con la facultad de la Santa Virgen, los persiguió y los asesinó, aun perdonando a las dos Santas Hermanas, protegiéndolas por su origen noble. El número de los martirizados llegó hasta tres mil, con la intención de atemorizar a los paganos para que no abrazaran la Fe Católica; el Emperador ordenó que los cristianos fueran llevados al Monte Esquilino, donde hoy se encuentra la Basílica de Santa María la Mayor, y allí fuesen decapitados, para hacer público el lacrimoso espectáculo y atemorizar a los espectadores. De tal forma la sangre de los Santos Mártires corría desde el Monte hasta la casa de las Santas Vírgenes, situada al pie de dicho Monte, dicha casa, incluida las Termas, se extendía desde el Vico Patricio, hasta la vía lateral, esto es, desde el lugar donde se encuentra hoy la Iglesia de Santa Pudenciana hasta el lugar donde está la Iglesia de Santa Práxedes. Estas Santas Vírgenes, para prestar cualquier oficio de piedad que les sugería su tierna devoción hacia los Santos Mártires, hicieron excavar un pozo en su casa, el cual se ve aun hoy en la Iglesia de Santa Pudenciana, y en este pozo hicieron reposar las Reliquias de los Santos Mártires, habiendo incluso recogido la sangre, que con esponjas habían devotamente reunido con sus propias manos. Esta casa quedó convertida en Santuario por el depósito de tan preciosas Reliquias. Los católicos comenzaron a concurrir, para interponer la protección de tantos protectores, para conseguir de Dios la oportuna ayuda en sus más urgentes necesidades. Y San Carlos Borromeo se hizo devotísimo de este Santuario, dejando escrito por sí mismo su testimonio como lo narra en su vida.

 

No cabe duda, que son innumerables las gracias que obtienen de Dios estos santos para aquellos que con singular devoción  interponen la mediación de tantos intercesores, porque la tradición antigua de padres a hijos, inspiró siempre en el corazón de los ciudadanos de Roma una particular devoción a este Santuario, en ocasión de suplicar cualquier singular favor de Dios, para tal efecto solicitando desde tiempos inmemoriales por medio de la práctica en honor de Santa Pudenciana y de los Santos Mártires, el siguiente ejercicio de devoción, con el cual parece, que estos santos agradecen el ser honrados, mientras que quien lo realiza con fervor espiritual, suelen compartir aquellas gracias que se les conceden; como son testimonio los votos que de vez en vez se entregan en el Pozo de los Mártires o en el Altar de la Santa por los devotos, para testimonio de haber sido escuchadas sus plegarias.

 

 

EJERCICIO DE DEVOCION A PRACTICARSE POR TRECE MARTES CONSECUTIVOS

EN HONOR A SANTA PUDENCIANA Y LOS SANTOS TRES MIL MARTIRES

A quien emprenda esta devoción, ya desde tiempos inmemoriales practicada y seguida en el tiempo promovida por San Carlos Borromeo, y ahora por muchos devotos observada, conviene por trece martes emplearse en el siguiente ejercicio. Porqué se ha escogido el día martes y el número de trece jornadas, no se sabe el motivo seguro; pero siendo una antigua tradición se sugiere que ha sido para honrar a Santa Pudenciana y a los tres mil santos mártires, porque en tiempos del Papa San Gregorio ese era el día que él puso para conmemorar la Estación de Semana Santa en dicha Iglesia. Se prescribe el número trece en honor de los Doce Apóstoles, que con su predicación animaron tantos católicos a derramar su sangre por la fe, y en honor de Cristo Jefe de todos los Mártires.

 

1.     En cualquiera de los Martes conviene llegar a la Iglesia dedicada a la Santa, y aquí adorando al Santísimo Sacramento, disponerse a la Confesión y recibir con fervor espiritual la Santa Comunión.

 

2.     Hecha la acción de gracias, se recitan Trece Padrenuestros y Avemarías, con otras tantas Gloria Patri, en honor de Santa Pudenciana y de los Santos Mártires.

 

3.     En el primer, séptimo y decimotercer Martes se debe ir a la Estación en Santa María la Mayor, sitio en el cual fueron martirizados (como ya se ha dicho) los santos mártires, y porque en ese trayecto que va desde Santa María la Mayor hasta Santa Pudenciana, quedó el rastro bañado con la sangre de los mártires, y debe procurarse recorrer este camino con el espíritu recogido, reflexionando sobre las penas, la confianza y el fervor con el cual los mártires triunfaron del Mundo y del Tirano.

 

San Carlos Borromeo, devotísimo de este santuario, lleno de devoción hacía este ejercicio con el cual obsequiaba a estos mártires, solía ir de rodillas con algún familiar suyo (pero casi siempre de noche para evitar la publicidad) desde la Iglesia de Santa Pudenciana hasta la Santa María la Mayor, casi siempre sin levantar la cabeza y sin tocar con los pies aquella tierra consagrada por la sangre de tantos mártires.

 

Estos son los ejercicios de piedad a practicarse por aquellos que por trece martes consecutivos emprendan la devoción a Santa Pudenciana y a los Tres Mil Santos Mártires sepultados en su Iglesia, a los cuales han concedido los Sumos Pontífices copiosas indulgencias y a quienes visitan este Santuario.

 

 

AFECTOS DEVOTOS A RENOVARSE CADA MARTES PARA IMPLORAR EL PATROCINIO DE SANTA PUDENCIANA Y DE LOS SANTOS MARTIRES

Gloriosísima Virgen Santa Pudenciana, singular protectora de quien recurre a vuestra potente intercesión, humildemente postrado ante el precioso depósito de vuestras Sagradas Reliquias, hoy te elijo por mi singular Abogada, suplicándote obtenerme de Dios parte de aquel fervor espiritual, con el cual Vos renunciasteis a la vanidad del Mundo, entregándote a las obras de cristiana piedad, para que yo a vuestra imitación, pueda también desprenderme de mis afectos hacia la vanidad mundanal, y consagrarme todo al servicio de Dios. Vos nacisteis en una gran familia, y aun así, no obstante, desde vuestra infancia aborrecisteis siempre las pompas: “Pudentiana Virgo nobili nata sanguine, Mundum incepit a juventute despicere”, esta alabanza te canta la Iglesia; obtenedme de Dios, que yo pueda imitaros en el desprecio a los halagos mundanos. Vuestro empeño continuo fue el de honrar a los santos mártires, el atender a la oración, el ser misericordiosa con todos, el socorrer a los encarcelados por la Fe, el velar con oraciones la sepultura de los mártires, haz que yo aproveche cuanto más pueda tus enseñanzas, siguiendo tus ejemplos. En vuestras santas ocupaciones nunca cerraste tu corazón, y siempre buscaste como complacer a Dios; concédeme el siempre buscar como complacer a Dios en medio de mis ocupaciones para estar siempre unido a Él y llevarlo siempre en mi corazón. En Vos, oh Santa Virgen, que desde el cielo miras mis necesidades, tanto espirituales como temporales, reposa toda mi confianza de obtener para ellas por medio vuestro la asistencia oportuna. Vos, que nunca rechazaste a nadie mientras vivías, fuiste siempre solícita para socorrer a los necesitados, espero que ahora que suplico tan devotamente ya que estas en el Cielo, no deseches escuchar mi plegaria. En esta casa vuestra dispensó San Lorenzo el tesoro de la Iglesia, y aquí espero por vuestro medio me haréis conseguir aquel favor del Cielo, que tanto bien hará para la salvación de mi alma. Para obtener esta gracia, interpongo el potente patrocino de aquellos santos mártires, que en esta Iglesia que fue vuestra casa donde los albergaste vivos y luego los sepultaste tras su martirio, y cuya sangre vos devotamente recogiste con vuestras purísimas manos. A vos por tanto recurro, oh Gloriosísimos Mártires, que con tanta constancia sufristeis los tormentos para testificar con la vida aquella Santa Fe que profesasteis, os ruego por vuestra asistencia, para que yo pueda con obras de verdadero cristiano testificar la santidad de la misma Fe que profeso; y si no merezco derramar como vosotros mi sangre por la Fe, por lo menos haced que yo me decida a despreciar todas las lisonjas mundanas, las cuales reconozco como contrarias a la santidad, y que me convierta en un cristiano de carácter fiel. Obtenedme de Dios un santo celo de la salvación de mi alma, Vos que ya estás en la eterna gloria segura, y como te mostraste siempre benéfica hacia quien recurre a vuestro patrocinio, haz que yo en mis necesidades participe de los efectos de vuestra protección. Yo procuraré siempre, más en estas trece jornadas, consagrarme especialmente en obsequiar y mantener mi corazón, mis afectos, mis pensamientos unidos a los vuestros, para que no mire otra cosa sino la gloria de Dios. No dejaré pasar ocasión oportuna en estos días de ejercicio para hacer acto interior o exterior de virtud propia de mi estado, a imitación de vuestras gloriosas acciones: Vosotros Santos Mártires, que tan poco apreciasteis vuestras propias vidas, y los bienes terrenales, arrancad de mi corazón todo afecto mundano, limpiadlo de todo habito dañino, y obtenedme, que, generosamente triunfando del pecado, viva para la Gracia, para renacer con vosotros en la Gloria. Amén.

 

 

ACTOS DE ARREPENTIMIENTO, DE FE, DE ESPERANZA, DE CARIDAD, PARA REPETIRSE CON FERVOR ANTES Y DEPUES DE LA SANTA COMUNION

¡Oh mi Jesús Crucificado!, yo te adoro,

Vos que como rey justo diste tus pasos

Extiende hacia mí tus divinos brazos

Recurro a vos y vuestra ayuda imploro.

 

Con toda mi alma, seguirte protesto

Como hijo pródigo hacia ti regreso

De vuestra gracia llenadme os ruego

Arrepentido mis pecados yo detesto.

 

A vos Jesús mis manos extiendo

En seña de dolor cambio costumbres

El dolor de mis pecados me consume

Y a cambio de tu amor, mi amor entrego.

 

Débil pecador levanto mi voz,

Te clamo Jesús para que aceptes

Mis lamentos ante ti yo presento

Para pedir perdón como penitente.

 

Dios hecho Hombre mi saber reforma

Las culpas son graves, eso es obvio,

Espero aplacarte por mis ofensas

Te entrego el corazón, cámbiame todo.

 

Vengo, pero ya no para pecar mas

Jesús de veras me arrepiento

De haberte traicionado y alejado

Hermano mío vengo a acompañaros.

 

Moriste vos por mi gran pecador

Con extrema bondad de mi Señor

A vos entrego Jesús contrito corazón

A vos entrego Jesús verdadero dolor.

 

Mis lágrimas por mis culpas os obsequio

Os doy el llanto de mi arrepentimiento

Con esto solo busco darte el contento

De obtener el perdón si lo merezco.

 

Yo miserable a tierra me inclino

De las muchas faltas yo me confieso

Con alegre voz de todas remito

Y me levanto con firme propósito de enmienda.

 

Con gemidos, suspiros y amargas notas

Arrepentido a vos postrado exclamo

Dame Jesús vuestro amor, yo te amo

Y si no dame el arte de amarte a toda hora.

 

El alma, la mente, el corazón contrito brama

Buscar, hallar, gozar al único Amado

Encontrarte Jesús es mi proclama

Que el alma está bien donde se ama.

 

Vengo y temo, pero mi temor no dejo

Perdón Jesús, si pecador mi atrevo

En tus llagas buscar el dulce solevo

Para volverme puro y no caer de nuevo.

 

Yo te adoro mi Jesús en el Sacramento

Recibirte en mi alma es un gran alimento,

Que este sea de mi corazón toda su suerte:

Antes que pecar prefiero la muerte.

 

Viva, viva Jesús en el Sacramento

Humanado verbo a quien yo adoro,

Como pecador tu ayuda imploro

Alabado sea Jesús en todo momento.

 

Cuanto la Iglesia enseña, esto creo

El sucesor de Pedro no se equivoca,

En esta misma fe morir deseo

La luz de esta fe es mi aspiración toda.

 

Querido Jesús, que por darme la vida

Con todo amor sufriste mi buen Jesús,

Expirando en el duro leño de la Cruz

Dale a mi fe toda tu ayuda bien recibida.

 

Jesús solo de ti espero consuelo

Jesús solo por vos quiero salvarme

Los medios necesarios has de indicarme

Te ruego, para poder alcanzar el Cielo.

 

Que esta sea mi voz supremo clamor:

Te amo dulce Jesús con dulce amor,

Venid a mi divino amor que por ti llamo

Y deposito mi confianza en ti con gran fervor.

 

Toda amargura en ti Jesús se dulcifica

Jesús Crucificado esta merced te ruego:

Como pecador el fin de mi vida entrego

Bendecido seré si por ti muero.

 

 

 

ANTIFONA EN HONOR DE SANTA PUDENCIANA Y DE LOS SANTOS MARTIRES.

Aprobada por la Sagrada Congregación de Ritos.

 

 

Pudentiana Virgo nobili nata Sanguini, Mundum incepit a Juventute despicere. Miles Christum spongia aceto plena portavit; Pudentiana Virgo spongia Martyres honoravit.

 

 

Ora pro nobis Sancta Pudentiana,

Ut digni efficiamur promissionibus Christi.

 

OREMUS.

Presta quaesumus Omnipotens Deus ut ad te toto corde clamantes, intercedente Beata Pudentiana Virgine, tuae circa nos Pietatis indulgentiam consequamur. Amen.

 

 

 

Antífona: Pudenciana Virgen nacida de sangre noble, aprendió a despreciar el Mundo desde los inicios de su juventud.

 

V. Los Soldados ofrecieron a Cristo una esponja llena de vinagre.

R. Pudenciana Virgen con su esponja honró a los mártires.

 

V. Ruega por nosotros Santa Pudenciana.

R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

 

OREMOS: Te rogamos Señor Dios Omnipotente, de todo corazón te suplicamos, que por la intercesión de Santa Pudenciana Virgen, obtengamos la indulgencia de tu piedad. Amén.

 

 -Colaboración de Carlos Villaman 


 

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...