miércoles, 17 de noviembre de 2021

TRECE MARTES A SANTA POTENCIANA


TRECE MARTES A SANTA PUDENCIANA Y LOS TRES MIL MARTIRES

 

DEVOCION PROMOVIDA POR SAN CARLOS BORROMEO, ARZOBISPO DE MILAN.

 

Tomado del libro: “Divozione a Santa Pudenziana, ed alli SS. Tremila Martiri sepolti nella Chiesa di detta Santa, Praticata giá da molti secoli dalla Pieta de Fedeli, e promossa dall´esempio di San Carlo Borromeo.”

 

Dedicado a la Excelentísima Señora Doña Teresa Albani Boromei, Duquesa de Soriano, por Antonio de Rossi.

 

Con licencia de los Superiores.

A instancia de Pietro Paolo Pichinon.

En Roma, Italia. Año 1731.

 

 

ORIGEN Y PROGRESO DE LA DEVOCION DE LOS TRECE MARTES PRACTICADA POR LOS FIELES EN HONOR DE SANTA PUDENCIA Y DE LOS SANTOS TRES MIL MARTIRES,

SEPULTADOS EN SU IGLESIA

Siendo la Iglesia de Santa Pudenciana la más antigua de todas las Iglesias de Roma, es una verdad confirmada por todos los Escritores Eclesiásticos, los cuales trataron de la sagrada antigüedad de este templo del cristianismo. Esta Iglesia, que fue casa de San Pudente, senador romano, sirvió muchos años de hospedaje al Príncipe de los Apóstoles, quien fue cortésmente albergado por la piedad de San Pudente, el cual era muy celebre den Roma, no tanto por la dignidad senatorial, o por la nobleza y abundante riqueza, sino porque él era naturalmente inclinado a las obras de piedad (aun siendo pagano) sirviéndose de su facultad para socorrer a los pobres y sustentando a los peregrinos. San Pedro estando en Roma, tuvo noticias de la probidad de aquél Senador, se acercó a él buscando refugio y le obtuvo la conversión a la Fe: Renacido a la gracia por medio del Bautismo San Pudente nunca más pensó sino en cooperar en el progreso del Evangelio, suministrando por medio de sus riquezas al Santo Apóstol los medios más oportunos. San Pedro, habiendo comenzado en esta casa su Apostolado en Roma, tuvo allí el consuelo de recibir a los concurrentes, de instruirlos, bautizarlos y administrarles los Sacramentos. Ahora en estos tiempos se custodia dentro del Altar de la Capilla de San Pedro, situada a mano izquierda de la Iglesia de Santa Pudenciana, el altar de madera, sobre el cual San Pedro celebraba los divinos misterios en casa de San Pudente. Las obras de piedad ejercitadas por San Pudente hacia los cristianos en tiempo de los Apóstoles, fueron continuadas por sus descendientes hasta el segundo siglo, en el cual vivieron Timoteo, Novato, Pudenciana y Práxedes. En el tiempo de estos Santos Hermanos reinaba el Emperador Antonino, el cual siendo avisado que los cristianos se congregaban en gran número en la casa de Santa Pudenciana virgen, la cual fue convertida por San Pío en la Iglesia, y que eran sostenidos con la facultad de la Santa Virgen, los persiguió y los asesinó, aun perdonando a las dos Santas Hermanas, protegiéndolas por su origen noble. El número de los martirizados llegó hasta tres mil, con la intención de atemorizar a los paganos para que no abrazaran la Fe Católica; el Emperador ordenó que los cristianos fueran llevados al Monte Esquilino, donde hoy se encuentra la Basílica de Santa María la Mayor, y allí fuesen decapitados, para hacer público el lacrimoso espectáculo y atemorizar a los espectadores. De tal forma la sangre de los Santos Mártires corría desde el Monte hasta la casa de las Santas Vírgenes, situada al pie de dicho Monte, dicha casa, incluida las Termas, se extendía desde el Vico Patricio, hasta la vía lateral, esto es, desde el lugar donde se encuentra hoy la Iglesia de Santa Pudenciana hasta el lugar donde está la Iglesia de Santa Práxedes. Estas Santas Vírgenes, para prestar cualquier oficio de piedad que les sugería su tierna devoción hacia los Santos Mártires, hicieron excavar un pozo en su casa, el cual se ve aun hoy en la Iglesia de Santa Pudenciana, y en este pozo hicieron reposar las Reliquias de los Santos Mártires, habiendo incluso recogido la sangre, que con esponjas habían devotamente reunido con sus propias manos. Esta casa quedó convertida en Santuario por el depósito de tan preciosas Reliquias. Los católicos comenzaron a concurrir, para interponer la protección de tantos protectores, para conseguir de Dios la oportuna ayuda en sus más urgentes necesidades. Y San Carlos Borromeo se hizo devotísimo de este Santuario, dejando escrito por sí mismo su testimonio como lo narra en su vida.

 

No cabe duda, que son innumerables las gracias que obtienen de Dios estos santos para aquellos que con singular devoción  interponen la mediación de tantos intercesores, porque la tradición antigua de padres a hijos, inspiró siempre en el corazón de los ciudadanos de Roma una particular devoción a este Santuario, en ocasión de suplicar cualquier singular favor de Dios, para tal efecto solicitando desde tiempos inmemoriales por medio de la práctica en honor de Santa Pudenciana y de los Santos Mártires, el siguiente ejercicio de devoción, con el cual parece, que estos santos agradecen el ser honrados, mientras que quien lo realiza con fervor espiritual, suelen compartir aquellas gracias que se les conceden; como son testimonio los votos que de vez en vez se entregan en el Pozo de los Mártires o en el Altar de la Santa por los devotos, para testimonio de haber sido escuchadas sus plegarias.

 

 

EJERCICIO DE DEVOCION A PRACTICARSE POR TRECE MARTES CONSECUTIVOS

EN HONOR A SANTA PUDENCIANA Y LOS SANTOS TRES MIL MARTIRES

A quien emprenda esta devoción, ya desde tiempos inmemoriales practicada y seguida en el tiempo promovida por San Carlos Borromeo, y ahora por muchos devotos observada, conviene por trece martes emplearse en el siguiente ejercicio. Porqué se ha escogido el día martes y el número de trece jornadas, no se sabe el motivo seguro; pero siendo una antigua tradición se sugiere que ha sido para honrar a Santa Pudenciana y a los tres mil santos mártires, porque en tiempos del Papa San Gregorio ese era el día que él puso para conmemorar la Estación de Semana Santa en dicha Iglesia. Se prescribe el número trece en honor de los Doce Apóstoles, que con su predicación animaron tantos católicos a derramar su sangre por la fe, y en honor de Cristo Jefe de todos los Mártires.

 

1.     En cualquiera de los Martes conviene llegar a la Iglesia dedicada a la Santa, y aquí adorando al Santísimo Sacramento, disponerse a la Confesión y recibir con fervor espiritual la Santa Comunión.

 

2.     Hecha la acción de gracias, se recitan Trece Padrenuestros y Avemarías, con otras tantas Gloria Patri, en honor de Santa Pudenciana y de los Santos Mártires.

 

3.     En el primer, séptimo y decimotercer Martes se debe ir a la Estación en Santa María la Mayor, sitio en el cual fueron martirizados (como ya se ha dicho) los santos mártires, y porque en ese trayecto que va desde Santa María la Mayor hasta Santa Pudenciana, quedó el rastro bañado con la sangre de los mártires, y debe procurarse recorrer este camino con el espíritu recogido, reflexionando sobre las penas, la confianza y el fervor con el cual los mártires triunfaron del Mundo y del Tirano.

 

San Carlos Borromeo, devotísimo de este santuario, lleno de devoción hacía este ejercicio con el cual obsequiaba a estos mártires, solía ir de rodillas con algún familiar suyo (pero casi siempre de noche para evitar la publicidad) desde la Iglesia de Santa Pudenciana hasta la Santa María la Mayor, casi siempre sin levantar la cabeza y sin tocar con los pies aquella tierra consagrada por la sangre de tantos mártires.

 

Estos son los ejercicios de piedad a practicarse por aquellos que por trece martes consecutivos emprendan la devoción a Santa Pudenciana y a los Tres Mil Santos Mártires sepultados en su Iglesia, a los cuales han concedido los Sumos Pontífices copiosas indulgencias y a quienes visitan este Santuario.

 

 

AFECTOS DEVOTOS A RENOVARSE CADA MARTES PARA IMPLORAR EL PATROCINIO DE SANTA PUDENCIANA Y DE LOS SANTOS MARTIRES

Gloriosísima Virgen Santa Pudenciana, singular protectora de quien recurre a vuestra potente intercesión, humildemente postrado ante el precioso depósito de vuestras Sagradas Reliquias, hoy te elijo por mi singular Abogada, suplicándote obtenerme de Dios parte de aquel fervor espiritual, con el cual Vos renunciasteis a la vanidad del Mundo, entregándote a las obras de cristiana piedad, para que yo a vuestra imitación, pueda también desprenderme de mis afectos hacia la vanidad mundanal, y consagrarme todo al servicio de Dios. Vos nacisteis en una gran familia, y aun así, no obstante, desde vuestra infancia aborrecisteis siempre las pompas: “Pudentiana Virgo nobili nata sanguine, Mundum incepit a juventute despicere”, esta alabanza te canta la Iglesia; obtenedme de Dios, que yo pueda imitaros en el desprecio a los halagos mundanos. Vuestro empeño continuo fue el de honrar a los santos mártires, el atender a la oración, el ser misericordiosa con todos, el socorrer a los encarcelados por la Fe, el velar con oraciones la sepultura de los mártires, haz que yo aproveche cuanto más pueda tus enseñanzas, siguiendo tus ejemplos. En vuestras santas ocupaciones nunca cerraste tu corazón, y siempre buscaste como complacer a Dios; concédeme el siempre buscar como complacer a Dios en medio de mis ocupaciones para estar siempre unido a Él y llevarlo siempre en mi corazón. En Vos, oh Santa Virgen, que desde el cielo miras mis necesidades, tanto espirituales como temporales, reposa toda mi confianza de obtener para ellas por medio vuestro la asistencia oportuna. Vos, que nunca rechazaste a nadie mientras vivías, fuiste siempre solícita para socorrer a los necesitados, espero que ahora que suplico tan devotamente ya que estas en el Cielo, no deseches escuchar mi plegaria. En esta casa vuestra dispensó San Lorenzo el tesoro de la Iglesia, y aquí espero por vuestro medio me haréis conseguir aquel favor del Cielo, que tanto bien hará para la salvación de mi alma. Para obtener esta gracia, interpongo el potente patrocino de aquellos santos mártires, que en esta Iglesia que fue vuestra casa donde los albergaste vivos y luego los sepultaste tras su martirio, y cuya sangre vos devotamente recogiste con vuestras purísimas manos. A vos por tanto recurro, oh Gloriosísimos Mártires, que con tanta constancia sufristeis los tormentos para testificar con la vida aquella Santa Fe que profesasteis, os ruego por vuestra asistencia, para que yo pueda con obras de verdadero cristiano testificar la santidad de la misma Fe que profeso; y si no merezco derramar como vosotros mi sangre por la Fe, por lo menos haced que yo me decida a despreciar todas las lisonjas mundanas, las cuales reconozco como contrarias a la santidad, y que me convierta en un cristiano de carácter fiel. Obtenedme de Dios un santo celo de la salvación de mi alma, Vos que ya estás en la eterna gloria segura, y como te mostraste siempre benéfica hacia quien recurre a vuestro patrocinio, haz que yo en mis necesidades participe de los efectos de vuestra protección. Yo procuraré siempre, más en estas trece jornadas, consagrarme especialmente en obsequiar y mantener mi corazón, mis afectos, mis pensamientos unidos a los vuestros, para que no mire otra cosa sino la gloria de Dios. No dejaré pasar ocasión oportuna en estos días de ejercicio para hacer acto interior o exterior de virtud propia de mi estado, a imitación de vuestras gloriosas acciones: Vosotros Santos Mártires, que tan poco apreciasteis vuestras propias vidas, y los bienes terrenales, arrancad de mi corazón todo afecto mundano, limpiadlo de todo habito dañino, y obtenedme, que, generosamente triunfando del pecado, viva para la Gracia, para renacer con vosotros en la Gloria. Amén.

 

 

ACTOS DE ARREPENTIMIENTO, DE FE, DE ESPERANZA, DE CARIDAD, PARA REPETIRSE CON FERVOR ANTES Y DEPUES DE LA SANTA COMUNION

¡Oh mi Jesús Crucificado!, yo te adoro,

Vos que como rey justo diste tus pasos

Extiende hacia mí tus divinos brazos

Recurro a vos y vuestra ayuda imploro.

 

Con toda mi alma, seguirte protesto

Como hijo pródigo hacia ti regreso

De vuestra gracia llenadme os ruego

Arrepentido mis pecados yo detesto.

 

A vos Jesús mis manos extiendo

En seña de dolor cambio costumbres

El dolor de mis pecados me consume

Y a cambio de tu amor, mi amor entrego.

 

Débil pecador levanto mi voz,

Te clamo Jesús para que aceptes

Mis lamentos ante ti yo presento

Para pedir perdón como penitente.

 

Dios hecho Hombre mi saber reforma

Las culpas son graves, eso es obvio,

Espero aplacarte por mis ofensas

Te entrego el corazón, cámbiame todo.

 

Vengo, pero ya no para pecar mas

Jesús de veras me arrepiento

De haberte traicionado y alejado

Hermano mío vengo a acompañaros.

 

Moriste vos por mi gran pecador

Con extrema bondad de mi Señor

A vos entrego Jesús contrito corazón

A vos entrego Jesús verdadero dolor.

 

Mis lágrimas por mis culpas os obsequio

Os doy el llanto de mi arrepentimiento

Con esto solo busco darte el contento

De obtener el perdón si lo merezco.

 

Yo miserable a tierra me inclino

De las muchas faltas yo me confieso

Con alegre voz de todas remito

Y me levanto con firme propósito de enmienda.

 

Con gemidos, suspiros y amargas notas

Arrepentido a vos postrado exclamo

Dame Jesús vuestro amor, yo te amo

Y si no dame el arte de amarte a toda hora.

 

El alma, la mente, el corazón contrito brama

Buscar, hallar, gozar al único Amado

Encontrarte Jesús es mi proclama

Que el alma está bien donde se ama.

 

Vengo y temo, pero mi temor no dejo

Perdón Jesús, si pecador mi atrevo

En tus llagas buscar el dulce solevo

Para volverme puro y no caer de nuevo.

 

Yo te adoro mi Jesús en el Sacramento

Recibirte en mi alma es un gran alimento,

Que este sea de mi corazón toda su suerte:

Antes que pecar prefiero la muerte.

 

Viva, viva Jesús en el Sacramento

Humanado verbo a quien yo adoro,

Como pecador tu ayuda imploro

Alabado sea Jesús en todo momento.

 

Cuanto la Iglesia enseña, esto creo

El sucesor de Pedro no se equivoca,

En esta misma fe morir deseo

La luz de esta fe es mi aspiración toda.

 

Querido Jesús, que por darme la vida

Con todo amor sufriste mi buen Jesús,

Expirando en el duro leño de la Cruz

Dale a mi fe toda tu ayuda bien recibida.

 

Jesús solo de ti espero consuelo

Jesús solo por vos quiero salvarme

Los medios necesarios has de indicarme

Te ruego, para poder alcanzar el Cielo.

 

Que esta sea mi voz supremo clamor:

Te amo dulce Jesús con dulce amor,

Venid a mi divino amor que por ti llamo

Y deposito mi confianza en ti con gran fervor.

 

Toda amargura en ti Jesús se dulcifica

Jesús Crucificado esta merced te ruego:

Como pecador el fin de mi vida entrego

Bendecido seré si por ti muero.

 

 

 

ANTIFONA EN HONOR DE SANTA PUDENCIANA Y DE LOS SANTOS MARTIRES.

Aprobada por la Sagrada Congregación de Ritos.

 

 

Pudentiana Virgo nobili nata Sanguini, Mundum incepit a Juventute despicere. Miles Christum spongia aceto plena portavit; Pudentiana Virgo spongia Martyres honoravit.

 

 

Ora pro nobis Sancta Pudentiana,

Ut digni efficiamur promissionibus Christi.

 

OREMUS.

Presta quaesumus Omnipotens Deus ut ad te toto corde clamantes, intercedente Beata Pudentiana Virgine, tuae circa nos Pietatis indulgentiam consequamur. Amen.

 

 

 

Antífona: Pudenciana Virgen nacida de sangre noble, aprendió a despreciar el Mundo desde los inicios de su juventud.

 

V. Los Soldados ofrecieron a Cristo una esponja llena de vinagre.

R. Pudenciana Virgen con su esponja honró a los mártires.

 

V. Ruega por nosotros Santa Pudenciana.

R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

 

OREMOS: Te rogamos Señor Dios Omnipotente, de todo corazón te suplicamos, que por la intercesión de Santa Pudenciana Virgen, obtengamos la indulgencia de tu piedad. Amén.

 

 -Colaboración de Carlos Villaman 


 

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