TRECE MARTES A SANTA PUDENCIANA
Y LOS TRES MIL MARTIRES
DEVOCION PROMOVIDA POR SAN
CARLOS BORROMEO, ARZOBISPO DE MILAN.
Tomado del
libro: “Divozione a Santa Pudenziana, ed alli SS. Tremila Martiri sepolti
nella Chiesa di detta Santa, Praticata giá da molti secoli dalla Pieta de
Fedeli, e promossa dall´esempio di San Carlo Borromeo.”
Dedicado a la
Excelentísima Señora Doña Teresa Albani Boromei, Duquesa de Soriano, por
Antonio de Rossi.
Con licencia
de los Superiores.
A instancia
de Pietro Paolo Pichinon.
En Roma,
Italia. Año 1731.
ORIGEN Y PROGRESO DE LA
DEVOCION DE LOS TRECE MARTES PRACTICADA POR LOS FIELES EN HONOR DE SANTA
PUDENCIA Y DE LOS SANTOS TRES MIL MARTIRES,
SEPULTADOS EN SU IGLESIA
Siendo la Iglesia de Santa Pudenciana la más antigua
de todas las Iglesias de Roma, es una verdad confirmada por todos los
Escritores Eclesiásticos, los cuales trataron de la sagrada antigüedad de este
templo del cristianismo. Esta Iglesia, que fue casa de San Pudente, senador
romano, sirvió muchos años de hospedaje al Príncipe de los Apóstoles, quien fue
cortésmente albergado por la piedad de San Pudente, el cual era muy celebre den
Roma, no tanto por la dignidad senatorial, o por la nobleza y abundante
riqueza, sino porque él era naturalmente inclinado a las obras de piedad (aun
siendo pagano) sirviéndose de su facultad para socorrer a los pobres y
sustentando a los peregrinos. San Pedro estando en Roma, tuvo noticias de la
probidad de aquél Senador, se acercó a él buscando refugio y le obtuvo la
conversión a la Fe: Renacido a la gracia por medio del Bautismo San Pudente
nunca más pensó sino en cooperar en el progreso del Evangelio, suministrando
por medio de sus riquezas al Santo Apóstol los medios más oportunos. San Pedro,
habiendo comenzado en esta casa su Apostolado en Roma, tuvo allí el consuelo de
recibir a los concurrentes, de instruirlos, bautizarlos y administrarles los
Sacramentos. Ahora en estos tiempos se custodia dentro del Altar de la Capilla
de San Pedro, situada a mano izquierda de la Iglesia de Santa Pudenciana, el
altar de madera, sobre el cual San Pedro celebraba los divinos misterios en
casa de San Pudente. Las obras de piedad ejercitadas por San Pudente hacia los
cristianos en tiempo de los Apóstoles, fueron continuadas por sus descendientes
hasta el segundo siglo, en el cual vivieron Timoteo, Novato, Pudenciana y Práxedes.
En el tiempo de estos Santos Hermanos reinaba el Emperador Antonino, el cual
siendo avisado que los cristianos se congregaban en gran número en la casa de
Santa Pudenciana virgen, la cual fue convertida por San Pío en la Iglesia, y
que eran sostenidos con la facultad de la Santa Virgen, los persiguió y los
asesinó, aun perdonando a las dos Santas Hermanas, protegiéndolas por su origen
noble. El número de los martirizados llegó hasta tres mil, con la intención de
atemorizar a los paganos para que no abrazaran la Fe Católica; el Emperador
ordenó que los cristianos fueran llevados al Monte Esquilino, donde hoy se
encuentra la Basílica de Santa María la Mayor, y allí fuesen decapitados, para
hacer público el lacrimoso espectáculo y atemorizar a los espectadores. De tal
forma la sangre de los Santos Mártires corría desde el Monte hasta la casa de
las Santas Vírgenes, situada al pie de dicho Monte, dicha casa, incluida las
Termas, se extendía desde el Vico Patricio, hasta la vía lateral, esto es,
desde el lugar donde se encuentra hoy la Iglesia de Santa Pudenciana hasta el
lugar donde está la Iglesia de Santa Práxedes. Estas Santas Vírgenes, para
prestar cualquier oficio de piedad que les sugería su tierna devoción hacia los
Santos Mártires, hicieron excavar un pozo en su casa, el cual se ve aun hoy en
la Iglesia de Santa Pudenciana, y en este pozo hicieron reposar las Reliquias
de los Santos Mártires, habiendo incluso recogido la sangre, que con esponjas
habían devotamente reunido con sus propias manos. Esta casa quedó convertida en
Santuario por el depósito de tan preciosas Reliquias. Los católicos comenzaron
a concurrir, para interponer la protección de tantos protectores, para
conseguir de Dios la oportuna ayuda en sus más urgentes necesidades. Y San
Carlos Borromeo se hizo devotísimo de este Santuario, dejando escrito por sí
mismo su testimonio como lo narra en su vida.
No
cabe duda, que son innumerables las gracias que obtienen de Dios estos santos
para aquellos que con singular devoción interponen
la mediación de tantos intercesores, porque la tradición antigua de padres a
hijos, inspiró siempre en el corazón de los ciudadanos de Roma una particular
devoción a este Santuario, en ocasión de suplicar cualquier singular favor de
Dios, para tal efecto solicitando desde tiempos inmemoriales por medio de la
práctica en honor de Santa Pudenciana y de los Santos Mártires, el siguiente
ejercicio de devoción, con el cual parece, que estos santos agradecen el ser
honrados, mientras que quien lo realiza con fervor espiritual, suelen compartir
aquellas gracias que se les conceden; como son testimonio los votos que de vez
en vez se entregan en el Pozo de los Mártires o en el Altar de la Santa por los
devotos, para testimonio de haber sido escuchadas sus plegarias.
EJERCICIO DE DEVOCION A PRACTICARSE
POR TRECE MARTES CONSECUTIVOS
EN HONOR A SANTA PUDENCIANA Y LOS
SANTOS TRES MIL MARTIRES
A
quien emprenda esta devoción, ya desde tiempos inmemoriales practicada y
seguida en el tiempo promovida por San Carlos Borromeo, y ahora por muchos
devotos observada, conviene por trece martes emplearse en el siguiente
ejercicio. Porqué se ha escogido el día martes y el número de trece jornadas,
no se sabe el motivo seguro; pero siendo una antigua tradición se sugiere que
ha sido para honrar a Santa Pudenciana y a los tres mil santos mártires, porque
en tiempos del Papa San Gregorio ese era el día que él puso para conmemorar la
Estación de Semana Santa en dicha Iglesia. Se prescribe el número trece en
honor de los Doce Apóstoles, que con su predicación animaron tantos católicos a
derramar su sangre por la fe, y en honor de Cristo Jefe de todos los Mártires.
1.
En cualquiera de los Martes conviene
llegar a la Iglesia dedicada a la Santa, y aquí adorando al Santísimo
Sacramento, disponerse a la Confesión y recibir con fervor espiritual la Santa
Comunión.
2.
Hecha la acción de gracias, se
recitan Trece Padrenuestros y Avemarías, con otras tantas Gloria Patri, en
honor de Santa Pudenciana y de los Santos Mártires.
3.
En el primer, séptimo y decimotercer
Martes se debe ir a la Estación en Santa María la Mayor, sitio en el cual
fueron martirizados (como ya se ha dicho) los santos mártires, y porque en ese
trayecto que va desde Santa María la Mayor hasta Santa Pudenciana, quedó el
rastro bañado con la sangre de los mártires, y debe procurarse recorrer este
camino con el espíritu recogido, reflexionando sobre las penas, la confianza y
el fervor con el cual los mártires triunfaron del Mundo y del Tirano.
San Carlos Borromeo, devotísimo de
este santuario, lleno de devoción hacía este ejercicio con el cual obsequiaba a
estos mártires, solía ir de rodillas con algún familiar suyo (pero casi siempre
de noche para evitar la publicidad) desde la Iglesia de Santa Pudenciana hasta
la Santa María la Mayor, casi siempre sin levantar la cabeza y sin tocar con
los pies aquella tierra consagrada por la sangre de tantos mártires.
Estos
son los ejercicios de piedad a practicarse por aquellos que por trece martes
consecutivos emprendan la devoción a Santa Pudenciana y a los Tres Mil Santos
Mártires sepultados en su Iglesia, a los cuales han concedido los Sumos
Pontífices copiosas indulgencias y a quienes visitan este Santuario.
AFECTOS DEVOTOS A RENOVARSE CADA
MARTES PARA IMPLORAR EL PATROCINIO DE SANTA PUDENCIANA Y DE LOS SANTOS MARTIRES
Gloriosísima
Virgen Santa Pudenciana, singular protectora de quien recurre a vuestra potente
intercesión, humildemente postrado ante el precioso depósito de vuestras
Sagradas Reliquias, hoy te elijo por mi singular Abogada, suplicándote
obtenerme de Dios parte de aquel fervor espiritual, con el cual Vos
renunciasteis a la vanidad del Mundo, entregándote a las obras de cristiana
piedad, para que yo a vuestra imitación, pueda también desprenderme de mis
afectos hacia la vanidad mundanal, y consagrarme todo al servicio de Dios. Vos
nacisteis en una gran familia, y aun así, no obstante, desde vuestra infancia
aborrecisteis siempre las pompas: “Pudentiana
Virgo nobili nata sanguine, Mundum incepit a juventute despicere”, esta
alabanza te canta la Iglesia; obtenedme de Dios, que yo pueda imitaros en el
desprecio a los halagos mundanos. Vuestro empeño continuo fue el de honrar a
los santos mártires, el atender a la oración, el ser misericordiosa con todos,
el socorrer a los encarcelados por la Fe, el velar con oraciones la sepultura
de los mártires, haz que yo aproveche cuanto más pueda tus enseñanzas,
siguiendo tus ejemplos. En vuestras santas ocupaciones nunca cerraste tu
corazón, y siempre buscaste como complacer a Dios; concédeme el siempre buscar
como complacer a Dios en medio de mis ocupaciones para estar siempre unido a Él
y llevarlo siempre en mi corazón. En Vos, oh Santa Virgen, que desde el cielo
miras mis necesidades, tanto espirituales como temporales, reposa toda mi
confianza de obtener para ellas por medio vuestro la asistencia oportuna. Vos,
que nunca rechazaste a nadie mientras vivías, fuiste siempre solícita para
socorrer a los necesitados, espero que ahora que suplico tan devotamente ya que
estas en el Cielo, no deseches escuchar mi plegaria. En esta casa vuestra
dispensó San Lorenzo el tesoro de la Iglesia, y aquí espero por vuestro medio
me haréis conseguir aquel favor del Cielo, que tanto bien hará para la
salvación de mi alma. Para obtener esta gracia, interpongo el potente patrocino
de aquellos santos mártires, que en esta Iglesia que fue vuestra casa donde los
albergaste vivos y luego los sepultaste tras su martirio, y cuya sangre vos
devotamente recogiste con vuestras purísimas manos. A vos por tanto recurro, oh
Gloriosísimos Mártires, que con tanta constancia sufristeis los tormentos para
testificar con la vida aquella Santa Fe que profesasteis, os ruego por vuestra
asistencia, para que yo pueda con obras de verdadero cristiano testificar la
santidad de la misma Fe que profeso; y si no merezco derramar como vosotros mi
sangre por la Fe, por lo menos haced que yo me decida a despreciar todas las
lisonjas mundanas, las cuales reconozco como contrarias a la santidad, y que me
convierta en un cristiano de carácter fiel. Obtenedme de Dios un santo celo de
la salvación de mi alma, Vos que ya estás en la eterna gloria segura, y como te
mostraste siempre benéfica hacia quien recurre a vuestro patrocinio, haz que yo
en mis necesidades participe de los efectos de vuestra protección. Yo procuraré
siempre, más en estas trece jornadas, consagrarme especialmente en obsequiar y
mantener mi corazón, mis afectos, mis pensamientos unidos a los vuestros, para
que no mire otra cosa sino la gloria de Dios. No dejaré pasar ocasión oportuna
en estos días de ejercicio para hacer acto interior o exterior de virtud propia
de mi estado, a imitación de vuestras gloriosas acciones: Vosotros Santos
Mártires, que tan poco apreciasteis vuestras propias vidas, y los bienes
terrenales, arrancad de mi corazón todo afecto mundano, limpiadlo de todo
habito dañino, y obtenedme, que, generosamente triunfando del pecado, viva para
la Gracia, para renacer con vosotros en la Gloria. Amén.
ACTOS DE ARREPENTIMIENTO, DE FE, DE
ESPERANZA, DE CARIDAD, PARA REPETIRSE CON FERVOR ANTES Y DEPUES DE LA SANTA
COMUNION
¡Oh mi Jesús
Crucificado!, yo te adoro,
Vos que como
rey justo diste tus pasos
Extiende
hacia mí tus divinos brazos
Recurro a vos
y vuestra ayuda imploro.
Con toda mi
alma, seguirte protesto
Como hijo
pródigo hacia ti regreso
De vuestra
gracia llenadme os ruego
Arrepentido
mis pecados yo detesto.
A vos Jesús
mis manos extiendo
En seña de
dolor cambio costumbres
El dolor de
mis pecados me consume
Y a cambio de
tu amor, mi amor entrego.
Débil pecador
levanto mi voz,
Te clamo
Jesús para que aceptes
Mis lamentos
ante ti yo presento
Para pedir
perdón como penitente.
Dios hecho
Hombre mi saber reforma
Las culpas
son graves, eso es obvio,
Espero
aplacarte por mis ofensas
Te entrego el
corazón, cámbiame todo.
Vengo, pero
ya no para pecar mas
Jesús de
veras me arrepiento
De haberte
traicionado y alejado
Hermano mío
vengo a acompañaros.
Moriste vos
por mi gran pecador
Con extrema
bondad de mi Señor
A vos entrego
Jesús contrito corazón
A vos entrego
Jesús verdadero dolor.
Mis lágrimas
por mis culpas os obsequio
Os doy el
llanto de mi arrepentimiento
Con esto solo
busco darte el contento
De obtener el
perdón si lo merezco.
Yo miserable
a tierra me inclino
De las muchas
faltas yo me confieso
Con alegre
voz de todas remito
Y me levanto con
firme propósito de enmienda.
Con gemidos,
suspiros y amargas notas
Arrepentido a
vos postrado exclamo
Dame Jesús
vuestro amor, yo te amo
Y si no dame el
arte de amarte a toda hora.
El alma, la
mente, el corazón contrito brama
Buscar,
hallar, gozar al único Amado
Encontrarte
Jesús es mi proclama
Que el alma
está bien donde se ama.
Vengo y temo,
pero mi temor no dejo
Perdón Jesús,
si pecador mi atrevo
En tus llagas
buscar el dulce solevo
Para volverme
puro y no caer de nuevo.
Yo te adoro
mi Jesús en el Sacramento
Recibirte en
mi alma es un gran alimento,
Que este sea
de mi corazón toda su suerte:
Antes que
pecar prefiero la muerte.
Viva, viva
Jesús en el Sacramento
Humanado
verbo a quien yo adoro,
Como pecador
tu ayuda imploro
Alabado sea
Jesús en todo momento.
Cuanto la
Iglesia enseña, esto creo
El sucesor de
Pedro no se equivoca,
En esta misma
fe morir deseo
La luz de
esta fe es mi aspiración toda.
Querido
Jesús, que por darme la vida
Con todo amor
sufriste mi buen Jesús,
Expirando en
el duro leño de la Cruz
Dale a mi fe
toda tu ayuda bien recibida.
Jesús solo de
ti espero consuelo
Jesús solo
por vos quiero salvarme
Los medios
necesarios has de indicarme
Te ruego,
para poder alcanzar el Cielo.
Que esta sea
mi voz supremo clamor:
Te amo dulce
Jesús con dulce amor,
Venid a mi
divino amor que por ti llamo
Y deposito mi
confianza en ti con gran fervor.
Toda amargura
en ti Jesús se dulcifica
Jesús
Crucificado esta merced te ruego:
Como pecador
el fin de mi vida entrego
Bendecido
seré si por ti muero.
ANTIFONA EN HONOR DE SANTA PUDENCIANA
Y DE LOS SANTOS MARTIRES.
Aprobada por la Sagrada Congregación
de Ritos.
Pudentiana Virgo nobili nata
Sanguini, Mundum incepit a Juventute despicere. Miles Christum spongia aceto
plena portavit; Pudentiana Virgo spongia Martyres honoravit.
Ora pro nobis Sancta Pudentiana,
Ut digni efficiamur promissionibus
Christi.
OREMUS.
Presta quaesumus Omnipotens Deus ut
ad te toto corde clamantes, intercedente Beata Pudentiana Virgine, tuae circa
nos Pietatis indulgentiam consequamur. Amen.
Antífona: Pudenciana
Virgen nacida de sangre noble, aprendió a despreciar el Mundo desde los inicios
de su juventud.
V.
Los Soldados ofrecieron a Cristo una esponja llena de vinagre.
R.
Pudenciana Virgen con su esponja honró a los mártires.
V. Ruega por nosotros Santa Pudenciana.
R. Para que
seamos dignos de las promesas de Cristo.
OREMOS: Te
rogamos Señor Dios Omnipotente, de todo corazón te suplicamos, que por la
intercesión de Santa Pudenciana Virgen, obtengamos la indulgencia de tu piedad.
Amén.
-Colaboración de Carlos Villaman
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