NOVENA
AL SEÑOR SEPULTADO
QUE
SE VENERA EN SAN FELIPE DE LA ANTIGUA GUATEMALA
Compuesta
por el Rvdo. P. Fr. Luis Nieto, franciscano.
REIMPRESA
CON
LICENCIA DE LA AUTORIDAD ECCA.
Reg.
Lib. cte., fol. 92. NO 1.669: abril 28 de 1937.
F.
JAVIER CÓRDOVA G.
Pro-Secretario.
Secretaría
de Cámara y Gobierno Ecco de Santiago de Guatemala-
Por
la señal, etc.
ACTO
DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, mi Dios y mi Salvador, humildemente postrado ante vuestra
divina presencia, os pido el perdón de mis culpas. Confieso mi ingratitud en
corresponder a vuestro infinito amor y mi infidelidad en vuestro santo servicio,
y que, por lo luismo, soy indigno de vuestra misericordia, pero confiado en
vuestra bondad, espero firmemente que me concederéis no sólo el perdón de mis pecados,
sino también el socorro de todas mis necesidades, en especial el favor que
vengo a suplicaros mediante la Novena que hoy comienzo para mayor honra y
gloria vuestra y santificación de mi alma. Amén.
DÍA
PRIMERO
AGONÍA
DE JESÚS EN EL HUERTO
Reflexionemos
brevemente los sufrimientos que torturaron el Corazón del buen Jesús, momentos
antes de comenzar su Pasión dolorosísima en aquella espantosa agonía que
soportó en el Huerto de las Olivas, hasta el extremo de sudar sangre por todos
los poros de su cuerpo adorable, empapando en ella no sólo sus propios
vestidos, sino hasta el suelo en que estaba arrodillado. La causa de tanto
dolor era la ingratitud con que los hombres corresponderían a tan infinito
amor. Sabía perfectamente Jesucristo cuán poco se aprovecharía el hombre del
derramamiento de su sangre divina, vertida con inenarrable amor por la
salvación de las almas, y esto le hizo caer en tan profunda agonía, que hubiese
entregado el espíritu en manos de su Eterno Padre, si éste no hubiera empleado su
omnipotencia para sostener aquella vida tan preciosa. A imitación de Jesús aprendamos
a soportar las contrariedades y amarguras de la vida, agotando con valor y
resignación el cáliz de las tribulaciones, teniendo en cuenta que el discípulo
no ha de ser de mejor condición el Maestro, y que no hay otro camino para
llegar al cielo.
ORACION
¡Dulcísimo
Jesús mío! De rodillas ante vuestra divina Majestad, reconozco humildemente que
los castigos con que me hiere vuestra mano paternal, debo aceptarlos como una
justa compensación de mis pecados. Sois justo, Señor, y justos son también
vuestros juicios, dice el real Profeta. Admirablemente ordenada por vuestra
sabiduría nuestra vida gira dentro de los designios amorosos de vuestra
Providencia. Vos, que cuidáis con paternal solicitud de todas las criaturas,
cuidad de los intereses de nuestra alma, atendiendo más que a la muchedumbre de
nuestras iniquidades, a vuestra gran misericordia. Infundid en nuestras almas
una resignación admirable para que nuestros labios jamás pronuncien una palabra
que no sea para alabaros y bendeciros. Amén.
-Récense
cinco Padrenuestros en honor de las cinco llagas del Salvador.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS.
Señor
mío Jesucristo, hijo de Dios vivo, que con los brazos abiertos en el ara dc la
cruz agotasteis hasta las heces el cáliz amargo de la Pasión, os suplicamos
humildemente que nos concedáis los auxilios de vuestra divina gracia para poder
realizar la obra de nuestra salvación. Ved nuestra extremada pobreza;
socorrednos con los tesoros de vuestra misericordia; ved las manchas del pecado
que empañan en nuestra alma vuestra adorable imagen; limpiadlas con vuestra
sangre preciosísima. Confieso que he pecado y que mis crímenes son acreedores a
una condenación eterna, siendo, por mi pobreza, incapaz de satisfacer
condignamente a vuestra soberana justicia. Aplacaos, Jesús mío, y no entréis en
juicio riguroso con vuestros siervos, antes bien, olvidad nuestras culpas
conforme a la muchedumbre de vuestras grandes misericordias. Olvidad la
soberbia del pecado que os provoca, y mirad la miseria del hombre que os invoca.
Lo esperamos todo de vuestra bondad, porque Vos mismo nos habéis dicho: pedid,
buscad, llamad. A las puertas, pues, de vuestro Corazón, lleguemos para pedir,
buscar y llamar, esperando que, nos tenderéis vuestra mano paternal para
conducirnos hasta el cielo. Amén.
MAXIMA
La
tribulación es la piedra de toque donde se labran las almas grandes.
GEMIDOS
DEL ALMA
Perdón Oh dios Mío
Perdón e indulgencia
Perdón y clemencia
Perdón y piedad
Pequé ya mi alma,
su culpa confiesa
mil veces me pesa
de tanta maldad
Mil veces me pesa
de haber obstinado
tu pecho rasgado
¡Oh Suma Bondad!
Yo fui quien del duro
madero inclemente
te puso pendiente
con vil impiedad
Por mi en el tormento
tu sangre vertiste
y prensa me diste
de gran caridad.
Y yo en recompensa
pecado a pecado
la copa he llenado
de iniquidad.
Mas ya pesaroso
Te busco, te llamo
Con lágrimas clamo
Prometo lealtad.
Tus brazos amantes
Estréchenme el cuello,
Firmísimo sello
De eterna amistad.
DIA
SEGUNDO
JESÚS
ES LLEVADO ANTE CAIFÁS.
Después
de las agonías de Getsemaní Jesús es conducido entre una turba de soldados,
atadas las manos, el vestido descompuesto, todo el cuerpo fatigado y
trasudando, ante el sumo sacerdote Caifás, que representaba la suprema
autoridad religiosa. Antes de personarse ante el sumo sacerdote, Jesucristo es
llevado ante Anás, el cual después de haber satisfecho su curiosidad, envió a
Jesús, atado como estaba, a Caifás para que éste, asesorado de sus compañeros y
amigos en el Sanedrín, conociese directa y oficialmente la causa del reo y la
sustanciase conforme a los requisitos legales. Antes de formular proceso jurídico
contra Jesús, ya estaba pronunciada sentencia de muerte contra Él. había dicho
Caifás: Más vale que se muera un hombre que no que se pierda toda la nación.
Pero era preciso, siquiera por ceremonia, entablar proceso para cubrir las
apariencias de la ley. El mismo sacerdote interroga a Jesús sobre su doctrina y
Jesús le responde: Públicamente he enseñado en la Sinagoga y en el Templo,
pregunta a aquellos que han oído lo que les hablé. La respuesta del Salvador no
pudo ser más digna ni más oportuna y directa. ¿Así respondes al Pontífice? Y
diciendo v haciendo, Caifás levantó el brazo sacrílego y descargó tremenda
bofetada sobre el rostro de Jesús, Si hablé mal, dijo con mansedumbre el
Salvador, da testimonio de ello; y si bien por qué; me hieres. Diálogo admirable
en el cual se revela la inocencia de Jesús y la perversidad de la Sinagoga para
condenarle muerte. ¡Cuántas veces ha exhalado quejas semejantes a las de Jesús
la inocencia vilipendiada por los calumniadores delante de los grandes y
poderosos! Millares de mártires, siguiendo el ejemplo del divino Maestro, han
sabido dar testimonio de la verdad ante los más altos tribunales de la tierra,
pagando con su vida la pureza de la doctrina que defendían.
ORACION
¡Amantísimo
Jesús de mi alma! que por mi amor habéis
querido sufrir las mayores afrentas, siendo conducido de tribunal en tribunal
como si fueseis reo de grandes delitos. Vos que sois la inocencia misma, aquí
me tenéis ante vuestra soberana presencia, humillado y compungido por haber
sido yo la causa de vuestros inmensos padecimientos. Quiero que vuestros
sufrimientos fructifiquen en mi alma tesoros de virtudes y de méritos para el
cielo, para que no sean frustrados los designios amorosos de vuestro
Sacratísimo Corazón, Amén.
MAXIMA
Perdonad,
a imitación de Jesucristo, a los que os persiguen y calumnian y haced bien a
los que os aborrecen.
DIA
TERCERO
LA
NEGACIÓN DE SAN PEDRO
No
sólo padeció Jesucristo la inicua persecución de que fué víctima por par te de
sus enemigos; también sufrió las amarguras que ocasionan la deslealtad de los
amigos. Un discípulo le vende otro le niega tres veces consecutivas,
confirmando su negación hasta con juramento, San Pedro, aquel discípulo tan
amante y apasionado por la causa de Jesús, que tantas veces había prometido al
divino Maestro no abandonarle ni apartarse de su lado, aunque le costase la
vida, cede cobarde ante una humilde nada ¿Eres tú, por ventura, de los
discípulos de Jesús? Si, tú estabas con Jesús el Galileo. — No soy mujer; ni
sé, mi entiendo lo que dices. Esta negativa de Pedro, no bien salida de sus
labios, levantó en su corazón terrible tempestad de remordimientos y de crueles
congojas. El recuerdo de las reiteradas promesas hechas a su Maestro sobre que
jamás le negaría, y ahora por él tan pronto y por motivos tan livianos
quebrantadas; la injuria hecha a Jesús, negándole casi a su vista, y su
debilidad v flaqueza de ánimo, que no había resistido ante la pregunta de una criada,
le llenaron de confusión y vergüenza. A imitación de San Pedro a avergoncémonos
de nosotros mismos por haber negado tantas veces, si no teóricamente. Al menos
en la práctica a nuestro amantísimo Salvador pisoteando su doctrina sus divinos
preceptos y aprendamos, siguiendo el ejemplo del Salvador, a llevar con
paciencia y por amor de Dios las infidelidades de nuestros amigos.
ORACION
¡Oh
mi buen Jesús! que por nuestro amor habéis querido sufrir los mayores ultrajes
de vuestros enemigos, y lo que es más hasta el desprecio y el abandono de
vuestros discípulos, precisamente en aquellos momentos de soledad en que más
necesitabais de su compañía y consuelo; dignaos concederme, por los méritos de
vuestra Pasión santísima, que cuando yo me vea en estos momentos de amarga
soledad y desamparo, tenga valor para levantar mis ojos hasta las alturas de la
cruz y poner todas mis penas en vuestras manos, aceptándolas con pronta y
resignada voluntad para merecer por ellas aumento de gracia aquí en la tierra y
después de gloria en el cielo. Amén.
MAXIMA
Un
sufrimiento aceptado con buena voluntad y soportado en silencio por amor de
Dios, es más agradable a sus divinos ojos, que las obras más grandes realizadas
por su gloria.
DIA
CUARTO
JESÚS
ES CONDUCIDO ANTE PILATOS.
Como
la Sinagoga no podía imponer una pena capital, porque la autoridad religiosa
estaba en aquel entonces subordinada a la autoridad civil, llevaron a Jesús ante
cl tribunal del gobernador romano, para que él decidiese definitiva mente la
cuestión. Llegado que hubo Jesús al pretorio, preguntó Pilatos a las muchedumbres
que seguían al Salvador: ¿Qué delitos ha cometido este hombre haya dicho,
contestaron los judíos, ser cl prometido Mesías y rey de Israel? Indiferente el
gobernador romano a semejantes acusaciones, añadió: Tenéis una ley;
sentenciadle según ella. Es que no tenemos poder para condenar a muerte a
ningún reo. Entrando de nuevo Pilatos en el pretorio y dirigiendo varias
preguntas a Jesús, queda plenamente convencido de su inocencia y así lo
manifiesta a las muchedumbres, diciéndoles que en vez de Jesús está resuelto a
soltar a Barrabás; pero los judíos contestan: Libra a Barrabás; y condena a
Jesús. Pilatos, después de afirmar que Jesús es inocente, se doblega, cede ante
las amenazas y ante los instintos sanguinarios del pueblo judío. ¡Cuántas veces
se ha repetido la escena del pretorio romano! No sólo en los tribunales de la
tierra se ha condenado mil veces a Cristo y su doctrina, sino también en el
santuario de la conciencia he protestado contra las enseñanzas renovarlo sin
cesar contra santísima persona las injurias e ignominias del pretorio. De hoy
en confesarnos con valor vuestra divina doctrina y, sobre todo, trataremos de
traducirla a la práctica en nuestras obras, sin avergonzarnos jamás de las prácticas
religiosas, que nos impone vuestra santa ley.
ORACION
Amante
Redentor mío, que por nuestro amor y por la salvación de nuestras almas, habéis
querido pasar por culpable, aceptando con resignación y mansedumbre la
sentencia más injusta que han formulado los tribunales de la tierra. os
pedirnos humildemente el perdón de nuestros pecados y la perseverancia en el
bien, para que no se malogre el fruto de vuestra pasión, sino que fructifique
copiosa en nuestros corazones tesoros de virtud y de para el ciclo. Amén.
MAXIMA
Despreciemos los juicios de los hombres.
Nuestra virtud y nuestro valor moral es juzgado por Dios nuestro Señor, que es
siempre justo en sus apreciaciones.
DIA
QUINTO
LA
FLAGELACIÓN DE JESÚS
Antes
de pronunciar la sentencia de muerte contra Jesús, Pilatos manda que el divino
Salvador sea nevado a la presencia de Herodes. Este recaba de Jesucristo alguna
obra milagrosa, no como medio de mejorar sus costumbres y de santificar su
vida, sino más bien para divertirse v saciar su curiosidad; pero viendo que no
quería darle gusto haciendo delante de él, el milagro que le había pedido,
determinó tomarse por sí misino esta diversión y pasatiempo. De las palabras
pasó a las obras y, mandó poner sobre los hombros de Jesús un ropón o traje
blanco que le cubría todo el cuerpo, burlándose de él como de rey de farsa y
como de hombre necio y mentecato. Así fué tenido por loco el que es la
Sabiduría eterna, y por rey de farsa el que es Rey de reyes y Señor de los que
dominan. Conducido por segunda vez a casa de Pilatos, éste, llevado tal vez de
un instinto de piedad hacia Jesús, a fin de no pronunciar la sentencia fatal y
definitiva, para saciar el odio judío, manda que sea cruelmente azotado.
Poniendo su mano aleve sobre Jesús, aquellos crueles soldados le desnudaron la
túnica inconsútil, tejida y fabricada por la madre, y amarrando a una columna
del pretorio al que es único sostén y columna de los cielos y de la tierra, y
sin reparar en aquella mansedumbre, que era uno de los más vivos destellos de
su divinidad, comenzaron a descargar sobre el cuerpo sacratísimo de Jesús los
más crueles azotes. Hasta cinco mil, dice Santa Brígida en sus revelaciones, fueron
los azotes que recibió el amantísimo e inocentísimo Jesús.
ORACION
Inocentísimo
Jesús, escarnecido, abofeteado y azotado por librarnos del castigo que
merecíamos por nuestros crímenes; ¿hasta cuándo seguiremos siendo insensibles a
tanto amor? ¿Cuándo corresponderemos en la medida de nuestro deber a un
sacrificio tan inmenso de cariño? Dispuestos a que todo nuestro ser se consuma
sobre las aras del altar del sacrificio y de la mortificación, esperamos
resignados y con la sonrisa en los labios las mayores pruebas y tribulaciones que
os dignéis enviarnos, para que nuestro corazón se vaya modelando conforme a los
designios amorosos de vuestra voluntad santísima, que por dura que sea, siempre
la encontraremos más suave de lo que la merece nuestra infidelidad e ingratitud
en serviros. Amén.
MAXIMA
Debemos aceptar los de la vida por dos
razones: primera, porque son una justa compensación de pecados, y segunda,
porque nos proporcionan la entrada en el reino de los cielos.
DIA
SEXTO
LA
CORONACIÓN DE ESPINAS.
Entre
los dolores más acerbos de la pasión, ocupa el primer lugar la coronación de
espinas. Todavía en el patio del pretorio, donde acababa de ser flagelado, los
soldados cogieron un manto de andrajosa púrpura y lo pusieron sobre las
espaldas de Jesús; y mientras unos tomaban una caña y se la ponían en la mano
como cetro real, tejían otros una corona o capacete de aceradas espinas y se la
clavaron apretadamente en las sienes delicadísimas del Salvador. Las espinas
largas y agudas, apretadas con fuerza, penetrando en la sagrada cabeza,
despuntábanse unas al entrar, enredábanse otras en los largos y tendidos
cabellos, arrancándolos con violencia y las más hasta el cráneo y fijaban en la
carne delicadísima de Jesús. Abiertas por mil partes v agujereadas las sienes,
brotaban de la venerable cabeza hilos de sangre, que caían repartidos por los
cabellos, por la frente y por todo el semblante, anublando la luz brillantísima
de sus ojos y afeando aquel rostro que con su celestial hermosura baña de
gloria a los bienaventurados. En cada uno de los agujeros taladrados por
aquella diadema horrible sentía el Señor - agudísimos dolores, y como las
espinas al ceñirse con la carne ya llagada enconasen las pasadas heridas, avivase
por momentos la impresión del dolorosísimo tormento. Y arrancándole la caña que
le habían puesto en las manos, los soldados le golpeaban con ella el rostro,
los ojos y la cabeza, hincándole Intis adentro las espinas y abatiendo aquella
frente generosa, por cuyo abatimiento y humillación habíamos de levantar la
nuestra los que la vergüenza de nuestras culpas.
ORACION
¡Oh
mi buen Jesús! ¡Cuán largamente has pagado las deudas de nuestras culpas con
los tormentos del sacrificio de tu inenarrable pasión! Nuestras frentes y nuestras
cabezas eran las que merecían la corona de espinas que taladró la vuestra
inocentísima. De hoy en adelante no más pecar, manchando nuestras almas con
pensamientos y maquinaciones perversas. Nuestro corazón y nuestros pensamientos
serán manantiales purísimos de santos deseos y de castas aspiraciones, para que
vuestro corazón paternal jamás sea desagradado con nuestras infidelidades. Amén.
MAXIMA
Tanto
es cl bien que espero, decía San Francisco de Asís, que en los males me recreo.
DIA
SEPTIMO
LA
CRUZ A CUESTAS
La
grande iniquidad estaba consumada. La violencia de las pasiones más feroces
había prevalecido sobre la inocencia v la justicia; la virtud había sido
vilipendiada y oprimida; el santo de los santos era condenado a sufrir la pena
más humillante que entonces se imponía a los mayores malvados. Camino del
Calvario va Jesús con la cruz a cuestas, abrumado el cuerpo con los trabajos y
tormentos pasados, desvanecida la cabeza con el hambre y con la falta de sueño,
molidas y hechas una llaga las espaldas, todos los miembros fatigados y
doloridos; más que andando iba arrastrándose por las calles, el paso incierto e
inseguro, la respiración acongojada, hinchado el rostro y sonrosado con la
fatiga del caminar, y todo el cuerpo bañado en sudor que mezclado con la, sangre,
le corría por todos sus miembros. Abrumado por la pesadumbre del tiradero, hubo
de rendirse al cansancio, y llenos de saña y con el deseo de hacer sufrir más a
la víctima divina, los guardias obligaron a Simón el Cirineo a que ayudase a
llevar la cruz al Redentor, para que no expirase antes de llegar a la cumbre
del Calvario. Horrorizadas ante semejante espectáculo las piadosas mujeres, que
seguían de cerca a Jesús, lloraban inconsolables, y mirándolas con ánimo
tranquilo el Salvador las dijo: Hijas de Jerusalén, dejad de llorar sobre mí;
llorad más bien sobre vosotras sobre vuestros hijos. Hasta en aquellos momentos
de horrible sufrimiento y abandono tenía Jesús frases de amor y de cariño para
todos.
ORACIÓN
¿Quién tendrá valor,
amante redentor mío, para quejarse de las penas y contrariedades de la vida,
viéndoos a Vos entre tan indecibles tormentos? Lágrimas, Señor, os pido lágrimas
de dolor y de contrición para llorar mis pecados, que fueron la causa de tantos
dolores como atormentaron vuestro Corazón divino. No más pecar, mi Dios, no más
pecar, ni tampoco rehuir la cruz que pongáis sobre mis hombros, porque por
pesada y abrumadora que ella sea, nunca será tanto como lo merecen mi
ingratitud y deslealtad en vuestro servicio. Pronto estoy para cumplir los
designios de vuestra voluntad, sean cuales fueren; ayudadme con vuestra gracia
para tener la dicha de acompañaros algún día en la gloria. Amén.
MAXIMA
Sólo
yendo camino del Calvario, podemos gar a las alturas del Tabor, donde se
transfiguran las almas.
DIA
OCTAVO
LA
CRUCIFIXIÓN
Llegado
que hubo Jesús a la cima del Calvario le despojaron cruelmente de sus sagradas
vestiduras, sufriendo la vergüenza de tan ignominiosa desnudez. Abiertas las
heridas de la sagrada cabeza, chorreando sangre las innumerables llagas de
aquel bendito cuerpo, desgarradas las carnes cruelmente, Jesús sintióse morir
antes de extender sus brazos redentores sobre el ara santa de la cruz. A fuerza
de durísimos martillazos, que hacían estremecer todo el instrumento del
suplicio, penetraban 'los clavos en las manos y los pies, rompiendo nervios y
venas y descoyuntando los huesos de aquellos miembros tan delicados. El dolor
producido por el taladro fue duro e intensísimo, corría la sangre en
abundancia, ensanchábanse y profundizábanse más y más las heridas a medida que se
repetían los golpes, hasta quedar fijo y asido tan fuertemente que pudiera
sostenerse en la cruz el cuerpo del Señor. ¡Dios mío! Ya enarbolan el santo
leño; la sangre brota a torrentes de tantas y de tan profundas heridas; muevese
el cuerpo lentamente, presa de los estremecimientos y de las convulsiones que
preceden a la muerte; inclinase lánguidamente la cabeza sobre el pecho y Jesús
exhala el postrer suspiro. Instantes antes de expirar tiene una frase cariñosa
que eleva a su eterno Padre por los que le acaban de crucificar: ¡Padre mío,
perdónales, que no saben lo que hacen!
ORACION
¡Atormentado
Salvador mío! que por la salvación de nuestras almas habéis derramando hasta lo
último gota de vuestra preciosísima sangre, para que no fuésemos entregados en
manos de nuestros enemigos, sino, al contrario, para hacernos acreedores a la
gloria del cielo, que con tanto trabajo nos habéis comprado, henos aquí
humildemente postrados a vuestros pies en demanda de perdón para nuestras
almas. Si estáis siempre con los brazos abiertos para recibir al hijo
extraviado, no queremos en manera alguna permanecer sordos a vuestros divinos
llamamientos. Dadnos, Señor, alargadnos vuestra mano paternal para seguir
vuestras huellas hasta el cielo. Amén.
MAXIMA
No
hay espectáculo más hermoso en la tierra que las almas sufriendo con resignación
sobre las aras del
DIA
NOVENO
SEPULTURA
DE JESÚS
Quedó
el cuerpo del Señor en la cruz yerto, perdido el color, velado con la amarillez
y sombra de la muerte. Era costumbre quebrantar las piernas de los ajusticiados
y alancearlos el pecho para que no se prolongasen tanto sus sufrimientos; y
acercándose los soldados a los crucificados para practicar semejante operación,
se encontraron con que Jesús ya había muerto; pero uno de ellos, fuese por
temeridad o capricho, o por quitar toda duda respecto de la muerte de Jesús, le
atravesó el divino costado con una lanza; y abierta ancha herida, brotó un
chorro de agua y sangre, que llegó hasta la tierra dejándola empapada y
enrojecida. Después de tantas injurias inferidas al Divino Salvador restaba
hacer una pequeña obra de caridad dando sepultura a su cadáver. Los piadosos
varones José y Nicodemo, después de obtener el debido permiso, quitaron de la
cruz el cuerpo del Salvador. Empapado en preciosos aromas el cadáver de Jesús y
envuelto en limpio y riquísimo lienzo fué colocado en un sepulcro nuevo en el
cual todavía no se había depositado ningún cadáver. Cerrada con una gran losa
la puerta del sepulcro, quedó concluida la religiosa ceremonia. La sombra de la
muerte parecía cubrir bajo su majestuoso manto la creación entera; no en vano
acababa de morir y de ser sepultado el Autor de la vida.
ORACION
¡Oh
mi Jesús! vuestras llagas están llenas de misericordia, de piedad y de amor,
Dignaos tener siempre fijos los ojos en ellas; dignaos leer en esas señales lo
que Vos mismo babéis escrito; el derecho que tenernos a vuestra bondad y misericordia;
y en virtud de esta escritura auténtica, de este amoroso contrato, salvad nuestras
almas. Sí, salvadnos, amantísimo Redentor nuestro. Vuestra muerte es nuestro merecimiento, nuestra
esperanza, nuestra resurrección, el germen de la inmortalidad que esperarnos gozar
eternamente en el cielo. Amén.
MAXIMA
Sólo
la perseverancia en el bien puede coronaros con los laureles de la
inmortalidad.
ORACIÓN
A LA LLAGA DE LA ESPALDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Jesucristo, amantísimo Cordero de Dios, yo,
pobre pecador humildemente reverencio y adoro la Llaga que la crueldad de los
azotes hizo en tu Santísima espalda, la que se dilató tanto con el grave peso
de la cruz hasta descubrir los huesos, por lo que fuera más dolorosa y sensible
de todas las que tuviste en todo el discurso de tu pasión; te adoro,
pacientísimo Jesús mío, lleno de dolores, te reverencio y glorifico en lo
íntimo de mi corazón, y te pido por esa
Santísima Llaga y por los huesos Sacrosantos
que por ella se descubrieron, me perdones todos mis pecados, me concedas la
purificación de mi alma y me acompañes en el camino de la cruz en los trabajos
que me mandes en esta vida, para que siguiendo tus pasos muera en tu gracia y
te goce por toda la eternidad en gloria. Amén.
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