martes, 16 de noviembre de 2021

NOVENA A JESÚS SEPULTADO DE SAN FELIPE


 

NOVENA AL SEÑOR SEPULTADO

QUE SE VENERA EN SAN FELIPE DE LA ANTIGUA GUATEMALA

 

Compuesta por el Rvdo. P. Fr. Luis Nieto, franciscano.

 

REIMPRESA

CON LICENCIA DE LA AUTORIDAD ECCA.

Reg. Lib. cte., fol. 92. NO 1.669: abril 28 de 1937.

 

F. JAVIER CÓRDOVA G.

Pro-Secretario.

Secretaría de Cámara y Gobierno Ecco de Santiago de Guatemala-

 

Por la señal, etc.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, mi Dios y mi Salvador, humildemente postrado ante vuestra divina presencia, os pido el perdón de mis culpas. Confieso mi ingratitud en corresponder a vuestro infinito amor y mi infidelidad en vuestro santo servicio, y que, por lo luismo, soy indigno de vuestra misericordia, pero confiado en vuestra bondad, espero firmemente que me concederéis no sólo el perdón de mis pecados, sino también el socorro de todas mis necesidades, en especial el favor que vengo a suplicaros mediante la Novena que hoy comienzo para mayor honra y gloria vuestra y santificación de mi alma. Amén.

 

DÍA PRIMERO

AGONÍA DE JESÚS EN EL HUERTO

Reflexionemos brevemente los sufrimientos que torturaron el Corazón del buen Jesús, momentos antes de comenzar su Pasión dolorosísima en aquella espantosa agonía que soportó en el Huerto de las Olivas, hasta el extremo de sudar sangre por todos los poros de su cuerpo adorable, empapando en ella no sólo sus propios vestidos, sino hasta el suelo en que estaba arrodillado. La causa de tanto dolor era la ingratitud con que los hombres corresponderían a tan infinito amor. Sabía perfectamente Jesucristo cuán poco se aprovecharía el hombre del derramamiento de su sangre divina, vertida con inenarrable amor por la salvación de las almas, y esto le hizo caer en tan profunda agonía, que hubiese entregado el espíritu en manos de su Eterno Padre, si éste no hubiera empleado su omnipotencia para sostener aquella vida tan preciosa. A imitación de Jesús aprendamos a soportar las contrariedades y amarguras de la vida, agotando con valor y resignación el cáliz de las tribulaciones, teniendo en cuenta que el discípulo no ha de ser de mejor condición el Maestro, y que no hay otro camino para llegar al cielo.

 

ORACION

¡Dulcísimo Jesús mío! De rodillas ante vuestra divina Majestad, reconozco humildemente que los castigos con que me hiere vuestra mano paternal, debo aceptarlos como una justa compensación de mis pecados. Sois justo, Señor, y justos son también vuestros juicios, dice el real Profeta. Admirablemente ordenada por vuestra sabiduría nuestra vida gira dentro de los designios amorosos de vuestra Providencia. Vos, que cuidáis con paternal solicitud de todas las criaturas, cuidad de los intereses de nuestra alma, atendiendo más que a la muchedumbre de nuestras iniquidades, a vuestra gran misericordia. Infundid en nuestras almas una resignación admirable para que nuestros labios jamás pronuncien una palabra que no sea para alabaros y bendeciros. Amén.

-Récense cinco Padrenuestros en honor de las cinco llagas del Salvador.

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.

Señor mío Jesucristo, hijo de Dios vivo, que con los brazos abiertos en el ara dc la cruz agotasteis hasta las heces el cáliz amargo de la Pasión, os suplicamos humildemente que nos concedáis los auxilios de vuestra divina gracia para poder realizar la obra de nuestra salvación. Ved nuestra extremada pobreza; socorrednos con los tesoros de vuestra misericordia; ved las manchas del pecado que empañan en nuestra alma vuestra adorable imagen; limpiadlas con vuestra sangre preciosísima. Confieso que he pecado y que mis crímenes son acreedores a una condenación eterna, siendo, por mi pobreza, incapaz de satisfacer condignamente a vuestra soberana justicia. Aplacaos, Jesús mío, y no entréis en juicio riguroso con vuestros siervos, antes bien, olvidad nuestras culpas conforme a la muchedumbre de vuestras grandes misericordias. Olvidad la soberbia del pecado que os provoca, y mirad la miseria del hombre que os invoca. Lo esperamos todo de vuestra bondad, porque Vos mismo nos habéis dicho: pedid, buscad, llamad. A las puertas, pues, de vuestro Corazón, lleguemos para pedir, buscar y llamar, esperando que, nos tenderéis vuestra mano paternal para conducirnos hasta el cielo. Amén.

 

MAXIMA

La tribulación es la piedra de toque donde se labran las almas grandes.

 

 

 

GEMIDOS DEL ALMA

Perdón Oh dios Mío

Perdón e indulgencia

Perdón y clemencia

Perdón y piedad

 

Pequé ya mi alma,

su culpa confiesa

mil veces me pesa

de tanta maldad

 

Mil veces me pesa

de haber obstinado

tu pecho rasgado

¡Oh Suma Bondad!

 

Yo fui quien del duro

madero inclemente

te puso pendiente

con vil impiedad

 

Por mi en el tormento

tu sangre vertiste

y prensa me diste

de gran caridad.

 

Y yo en recompensa

pecado a pecado

la copa he llenado

de iniquidad.

 

Mas ya pesaroso

Te busco, te llamo

Con lágrimas clamo

Prometo lealtad.

 

Tus brazos amantes

Estréchenme el cuello,

Firmísimo sello

De eterna amistad.

 


DIA SEGUNDO

JESÚS ES LLEVADO ANTE CAIFÁS.

Después de las agonías de Getsemaní Jesús es conducido entre una turba de soldados, atadas las manos, el vestido descompuesto, todo el cuerpo fatigado y trasudando, ante el sumo sacerdote Caifás, que representaba la suprema autoridad religiosa. Antes de personarse ante el sumo sacerdote, Jesucristo es llevado ante Anás, el cual después de haber satisfecho su curiosidad, envió a Jesús, atado como estaba, a Caifás para que éste, asesorado de sus compañeros y amigos en el Sanedrín, conociese directa y oficialmente la causa del reo y la sustanciase conforme a los requisitos legales. Antes de formular proceso jurídico contra Jesús, ya estaba pronunciada sentencia de muerte contra Él. había dicho Caifás: Más vale que se muera un hombre que no que se pierda toda la nación. Pero era preciso, siquiera por ceremonia, entablar proceso para cubrir las apariencias de la ley. El mismo sacerdote interroga a Jesús sobre su doctrina y Jesús le responde: Públicamente he enseñado en la Sinagoga y en el Templo, pregunta a aquellos que han oído lo que les hablé. La respuesta del Salvador no pudo ser más digna ni más oportuna y directa. ¿Así respondes al Pontífice? Y diciendo v haciendo, Caifás levantó el brazo sacrílego y descargó tremenda bofetada sobre el rostro de Jesús, Si hablé mal, dijo con mansedumbre el Salvador, da testimonio de ello; y si bien por qué; me hieres. Diálogo admirable en el cual se revela la inocencia de Jesús y la perversidad de la Sinagoga para condenarle muerte. ¡Cuántas veces ha exhalado quejas semejantes a las de Jesús la inocencia vilipendiada por los calumniadores delante de los grandes y poderosos! Millares de mártires, siguiendo el ejemplo del divino Maestro, han sabido dar testimonio de la verdad ante los más altos tribunales de la tierra, pagando con su vida la pureza de la doctrina que defendían.

 

ORACION

¡Amantísimo Jesús de mi alma!  que por mi amor habéis querido sufrir las mayores afrentas, siendo conducido de tribunal en tribunal como si fueseis reo de grandes delitos. Vos que sois la inocencia misma, aquí me tenéis ante vuestra soberana presencia, humillado y compungido por haber sido yo la causa de vuestros inmensos padecimientos. Quiero que vuestros sufrimientos fructifiquen en mi alma tesoros de virtudes y de méritos para el cielo, para que no sean frustrados los designios amorosos de vuestro Sacratísimo Corazón, Amén.

 

MAXIMA

Perdonad, a imitación de Jesucristo, a los que os persiguen y calumnian y haced bien a los que os aborrecen.

 

 

 

DIA TERCERO

LA NEGACIÓN DE SAN PEDRO

No sólo padeció Jesucristo la inicua persecución de que fué víctima por par te de sus enemigos; también sufrió las amarguras que ocasionan la deslealtad de los amigos. Un discípulo le vende otro le niega tres veces consecutivas, confirmando su negación hasta con juramento, San Pedro, aquel discípulo tan amante y apasionado por la causa de Jesús, que tantas veces había prometido al divino Maestro no abandonarle ni apartarse de su lado, aunque le costase la vida, cede cobarde ante una humilde nada ¿Eres tú, por ventura, de los discípulos de Jesús? Si, tú estabas con Jesús el Galileo. — No soy mujer; ni sé, mi entiendo lo que dices. Esta negativa de Pedro, no bien salida de sus labios, levantó en su corazón terrible tempestad de remordimientos y de crueles congojas. El recuerdo de las reiteradas promesas hechas a su Maestro sobre que jamás le negaría, y ahora por él tan pronto y por motivos tan livianos quebrantadas; la injuria hecha a Jesús, negándole casi a su vista, y su debilidad v flaqueza de ánimo, que no había resistido ante la pregunta de una criada, le llenaron de confusión y vergüenza. A imitación de San Pedro a avergoncémonos de nosotros mismos por haber negado tantas veces, si no teóricamente. Al menos en la práctica a nuestro amantísimo Salvador pisoteando su doctrina sus divinos preceptos y aprendamos, siguiendo el ejemplo del Salvador, a llevar con paciencia y por amor de Dios las infidelidades de nuestros amigos.

 

ORACION

¡Oh mi buen Jesús! que por nuestro amor habéis querido sufrir los mayores ultrajes de vuestros enemigos, y lo que es más hasta el desprecio y el abandono de vuestros discípulos, precisamente en aquellos momentos de soledad en que más necesitabais de su compañía y consuelo; dignaos concederme, por los méritos de vuestra Pasión santísima, que cuando yo me vea en estos momentos de amarga soledad y desamparo, tenga valor para levantar mis ojos hasta las alturas de la cruz y poner todas mis penas en vuestras manos, aceptándolas con pronta y resignada voluntad para merecer por ellas aumento de gracia aquí en la tierra y después de gloria en el cielo. Amén.

 

MAXIMA

Un sufrimiento aceptado con buena voluntad y soportado en silencio por amor de Dios, es más agradable a sus divinos ojos, que las obras más grandes realizadas por su gloria.

 

 

 

DIA CUARTO

JESÚS ES CONDUCIDO ANTE PILATOS.

Como la Sinagoga no podía imponer una pena capital, porque la autoridad religiosa estaba en aquel entonces subordinada a la autoridad civil, llevaron a Jesús ante cl tribunal del gobernador romano, para que él decidiese definitiva mente la cuestión. Llegado que hubo Jesús al pretorio, preguntó Pilatos a las muchedumbres que seguían al Salvador: ¿Qué delitos ha cometido este hombre haya dicho, contestaron los judíos, ser cl prometido Mesías y rey de Israel? Indiferente el gobernador romano a semejantes acusaciones, añadió: Tenéis una ley; sentenciadle según ella. Es que no tenemos poder para condenar a muerte a ningún reo. Entrando de nuevo Pilatos en el pretorio y dirigiendo varias preguntas a Jesús, queda plenamente convencido de su inocencia y así lo manifiesta a las muchedumbres, diciéndoles que en vez de Jesús está resuelto a soltar a Barrabás; pero los judíos contestan: Libra a Barrabás; y condena a Jesús. Pilatos, después de afirmar que Jesús es inocente, se doblega, cede ante las amenazas y ante los instintos sanguinarios del pueblo judío. ¡Cuántas veces se ha repetido la escena del pretorio romano! No sólo en los tribunales de la tierra se ha condenado mil veces a Cristo y su doctrina, sino también en el santuario de la conciencia he protestado contra las enseñanzas renovarlo sin cesar contra santísima persona las injurias e ignominias del pretorio. De hoy en confesarnos con valor vuestra divina doctrina y, sobre todo, trataremos de traducirla a la práctica en nuestras obras, sin avergonzarnos jamás de las prácticas religiosas, que nos impone vuestra santa ley.

 

ORACION

Amante Redentor mío, que por nuestro amor y por la salvación de nuestras almas, habéis querido pasar por culpable, aceptando con resignación y mansedumbre la sentencia más injusta que han formulado los tribunales de la tierra. os pedirnos humildemente el perdón de nuestros pecados y la perseverancia en el bien, para que no se malogre el fruto de vuestra pasión, sino que fructifique copiosa en nuestros corazones tesoros de virtud y de para el ciclo. Amén.

 

MAXIMA

 Despreciemos los juicios de los hombres. Nuestra virtud y nuestro valor moral es juzgado por Dios nuestro Señor, que es siempre justo en sus apreciaciones.

 

 

DIA QUINTO

LA FLAGELACIÓN DE JESÚS

Antes de pronunciar la sentencia de muerte contra Jesús, Pilatos manda que el divino Salvador sea nevado a la presencia de Herodes. Este recaba de Jesucristo alguna obra milagrosa, no como medio de mejorar sus costumbres y de santificar su vida, sino más bien para divertirse v saciar su curiosidad; pero viendo que no quería darle gusto haciendo delante de él, el milagro que le había pedido, determinó tomarse por sí misino esta diversión y pasatiempo. De las palabras pasó a las obras y, mandó poner sobre los hombros de Jesús un ropón o traje blanco que le cubría todo el cuerpo, burlándose de él como de rey de farsa y como de hombre necio y mentecato. Así fué tenido por loco el que es la Sabiduría eterna, y por rey de farsa el que es Rey de reyes y Señor de los que dominan. Conducido por segunda vez a casa de Pilatos, éste, llevado tal vez de un instinto de piedad hacia Jesús, a fin de no pronunciar la sentencia fatal y definitiva, para saciar el odio judío, manda que sea cruelmente azotado. Poniendo su mano aleve sobre Jesús, aquellos crueles soldados le desnudaron la túnica inconsútil, tejida y fabricada por la madre, y amarrando a una columna del pretorio al que es único sostén y columna de los cielos y de la tierra, y sin reparar en aquella mansedumbre, que era uno de los más vivos destellos de su divinidad, comenzaron a descargar sobre el cuerpo sacratísimo de Jesús los más crueles azotes. Hasta cinco mil, dice Santa Brígida en sus revelaciones, fueron los azotes que recibió el amantísimo e inocentísimo Jesús.

 

ORACION

Inocentísimo Jesús, escarnecido, abofeteado y azotado por librarnos del castigo que merecíamos por nuestros crímenes; ¿hasta cuándo seguiremos siendo insensibles a tanto amor? ¿Cuándo corresponderemos en la medida de nuestro deber a un sacrificio tan inmenso de cariño? Dispuestos a que todo nuestro ser se consuma sobre las aras del altar del sacrificio y de la mortificación, esperamos resignados y con la sonrisa en los labios las mayores pruebas y tribulaciones que os dignéis enviarnos, para que nuestro corazón se vaya modelando conforme a los designios amorosos de vuestra voluntad santísima, que por dura que sea, siempre la encontraremos más suave de lo que la merece nuestra infidelidad e ingratitud en serviros. Amén.

 

MAXIMA

 Debemos aceptar los de la vida por dos razones: primera, porque son una justa compensación de pecados, y segunda, porque nos proporcionan la entrada en el reino de los cielos.

 

 

 

DIA SEXTO

LA CORONACIÓN DE ESPINAS.

Entre los dolores más acerbos de la pasión, ocupa el primer lugar la coronación de espinas. Todavía en el patio del pretorio, donde acababa de ser flagelado, los soldados cogieron un manto de andrajosa púrpura y lo pusieron sobre las espaldas de Jesús; y mientras unos tomaban una caña y se la ponían en la mano como cetro real, tejían otros una corona o capacete de aceradas espinas y se la clavaron apretadamente en las sienes delicadísimas del Salvador. Las espinas largas y agudas, apretadas con fuerza, penetrando en la sagrada cabeza, despuntábanse unas al entrar, enredábanse otras en los largos y tendidos cabellos, arrancándolos con violencia y las más hasta el cráneo y fijaban en la carne delicadísima de Jesús. Abiertas por mil partes v agujereadas las sienes, brotaban de la venerable cabeza hilos de sangre, que caían repartidos por los cabellos, por la frente y por todo el semblante, anublando la luz brillantísima de sus ojos y afeando aquel rostro que con su celestial hermosura baña de gloria a los bienaventurados. En cada uno de los agujeros taladrados por aquella diadema horrible sentía el Señor - agudísimos dolores, y como las espinas al ceñirse con la carne ya llagada enconasen las pasadas heridas, avivase por momentos la impresión del dolorosísimo tormento. Y arrancándole la caña que le habían puesto en las manos, los soldados le golpeaban con ella el rostro, los ojos y la cabeza, hincándole Intis adentro las espinas y abatiendo aquella frente generosa, por cuyo abatimiento y humillación habíamos de levantar la nuestra los que la vergüenza de nuestras culpas.

 

ORACION

¡Oh mi buen Jesús! ¡Cuán largamente has pagado las deudas de nuestras culpas con los tormentos del sacrificio de tu inenarrable pasión! Nuestras frentes y nuestras cabezas eran las que merecían la corona de espinas que taladró la vuestra inocentísima. De hoy en adelante no más pecar, manchando nuestras almas con pensamientos y maquinaciones perversas. Nuestro corazón y nuestros pensamientos serán manantiales purísimos de santos deseos y de castas aspiraciones, para que vuestro corazón paternal jamás sea desagradado con nuestras infidelidades. Amén.

 

MAXIMA

Tanto es cl bien que espero, decía San Francisco de Asís, que en los males me recreo.

 

 

 

DIA SEPTIMO

LA CRUZ A CUESTAS

La grande iniquidad estaba consumada. La violencia de las pasiones más feroces había prevalecido sobre la inocencia v la justicia; la virtud había sido vilipendiada y oprimida; el santo de los santos era condenado a sufrir la pena más humillante que entonces se imponía a los mayores malvados. Camino del Calvario va Jesús con la cruz a cuestas, abrumado el cuerpo con los trabajos y tormentos pasados, desvanecida la cabeza con el hambre y con la falta de sueño, molidas y hechas una llaga las espaldas, todos los miembros fatigados y doloridos; más que andando iba arrastrándose por las calles, el paso incierto e inseguro, la respiración acongojada, hinchado el rostro y sonrosado con la fatiga del caminar, y todo el cuerpo bañado en sudor que mezclado con la, sangre, le corría por todos sus miembros. Abrumado por la pesadumbre del tiradero, hubo de rendirse al cansancio, y llenos de saña y con el deseo de hacer sufrir más a la víctima divina, los guardias obligaron a Simón el Cirineo a que ayudase a llevar la cruz al Redentor, para que no expirase antes de llegar a la cumbre del Calvario. Horrorizadas ante semejante espectáculo las piadosas mujeres, que seguían de cerca a Jesús, lloraban inconsolables, y mirándolas con ánimo tranquilo el Salvador las dijo: Hijas de Jerusalén, dejad de llorar sobre mí; llorad más bien sobre vosotras sobre vuestros hijos. Hasta en aquellos momentos de horrible sufrimiento y abandono tenía Jesús frases de amor y de cariño para todos.

 

ORACIÓN

¿Quién tendrá valor, amante redentor mío, para quejarse de las penas y contrariedades de la vida, viéndoos a Vos entre tan indecibles tormentos? Lágrimas, Señor, os pido lágrimas de dolor y de contrición para llorar mis pecados, que fueron la causa de tantos dolores como atormentaron vuestro Corazón divino. No más pecar, mi Dios, no más pecar, ni tampoco rehuir la cruz que pongáis sobre mis hombros, porque por pesada y abrumadora que ella sea, nunca será tanto como lo merecen mi ingratitud y deslealtad en vuestro servicio. Pronto estoy para cumplir los designios de vuestra voluntad, sean cuales fueren; ayudadme con vuestra gracia para tener la dicha de acompañaros algún día en la gloria. Amén.

 

MAXIMA

Sólo yendo camino del Calvario, podemos gar a las alturas del Tabor, donde se transfiguran las almas.

 

 

 

DIA OCTAVO

LA CRUCIFIXIÓN

Llegado que hubo Jesús a la cima del Calvario le despojaron cruelmente de sus sagradas vestiduras, sufriendo la vergüenza de tan ignominiosa desnudez. Abiertas las heridas de la sagrada cabeza, chorreando sangre las innumerables llagas de aquel bendito cuerpo, desgarradas las carnes cruelmente, Jesús sintióse morir antes de extender sus brazos redentores sobre el ara santa de la cruz. A fuerza de durísimos martillazos, que hacían estremecer todo el instrumento del suplicio, penetraban 'los clavos en las manos y los pies, rompiendo nervios y venas y descoyuntando los huesos de aquellos miembros tan delicados. El dolor producido por el taladro fue duro e intensísimo, corría la sangre en abundancia, ensanchábanse y profundizábanse más y más las heridas a medida que se repetían los golpes, hasta quedar fijo y asido tan fuertemente que pudiera sostenerse en la cruz el cuerpo del Señor. ¡Dios mío! Ya enarbolan el santo leño; la sangre brota a torrentes de tantas y de tan profundas heridas; muevese el cuerpo lentamente, presa de los estremecimientos y de las convulsiones que preceden a la muerte; inclinase lánguidamente la cabeza sobre el pecho y Jesús exhala el postrer suspiro. Instantes antes de expirar tiene una frase cariñosa que eleva a su eterno Padre por los que le acaban de crucificar: ¡Padre mío, perdónales, que no saben lo que hacen!

 

ORACION

¡Atormentado Salvador mío! que por la salvación de nuestras almas habéis derramando hasta lo último gota de vuestra preciosísima sangre, para que no fuésemos entregados en manos de nuestros enemigos, sino, al contrario, para hacernos acreedores a la gloria del cielo, que con tanto trabajo nos habéis comprado, henos aquí humildemente postrados a vuestros pies en demanda de perdón para nuestras almas. Si estáis siempre con los brazos abiertos para recibir al hijo extraviado, no queremos en manera alguna permanecer sordos a vuestros divinos llamamientos. Dadnos, Señor, alargadnos vuestra mano paternal para seguir vuestras huellas hasta el cielo. Amén.

 

MAXIMA

No hay espectáculo más hermoso en la tierra que las almas sufriendo con resignación sobre las aras del 

 

 

 

 

 

DIA NOVENO

SEPULTURA DE JESÚS

Quedó el cuerpo del Señor en la cruz yerto, perdido el color, velado con la amarillez y sombra de la muerte. Era costumbre quebrantar las piernas de los ajusticiados y alancearlos el pecho para que no se prolongasen tanto sus sufrimientos; y acercándose los soldados a los crucificados para practicar semejante operación, se encontraron con que Jesús ya había muerto; pero uno de ellos, fuese por temeridad o capricho, o por quitar toda duda respecto de la muerte de Jesús, le atravesó el divino costado con una lanza; y abierta ancha herida, brotó un chorro de agua y sangre, que llegó hasta la tierra dejándola empapada y enrojecida. Después de tantas injurias inferidas al Divino Salvador restaba hacer una pequeña obra de caridad dando sepultura a su cadáver. Los piadosos varones José y Nicodemo, después de obtener el debido permiso, quitaron de la cruz el cuerpo del Salvador. Empapado en preciosos aromas el cadáver de Jesús y envuelto en limpio y riquísimo lienzo fué colocado en un sepulcro nuevo en el cual todavía no se había depositado ningún cadáver. Cerrada con una gran losa la puerta del sepulcro, quedó concluida la religiosa ceremonia. La sombra de la muerte parecía cubrir bajo su majestuoso manto la creación entera; no en vano acababa de morir y de ser sepultado el Autor de la vida.

 

ORACION

¡Oh mi Jesús! vuestras llagas están llenas de misericordia, de piedad y de amor, Dignaos tener siempre fijos los ojos en ellas; dignaos leer en esas señales lo que Vos mismo babéis escrito; el derecho que tenernos a vuestra bondad y misericordia; y en virtud de esta escritura auténtica, de este amoroso contrato, salvad nuestras almas. Sí, salvadnos, amantísimo Redentor nuestro.  Vuestra muerte es nuestro merecimiento, nuestra esperanza, nuestra resurrección, el germen de la inmortalidad que esperarnos gozar eternamente en el cielo. Amén.

 

MAXIMA

Sólo la perseverancia en el bien puede coronaros con los laureles de la inmortalidad.

 

 

 

ORACIÓN A LA LLAGA DE LA ESPALDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

 Jesucristo, amantísimo Cordero de Dios, yo, pobre pecador humildemente reverencio y adoro la Llaga que la crueldad de los azotes hizo en tu Santísima espalda, la que se dilató tanto con el grave peso de la cruz hasta descubrir los huesos, por lo que fuera más dolorosa y sensible de todas las que tuviste en todo el discurso de tu pasión; te adoro, pacientísimo Jesús mío, lleno de dolores, te reverencio y glorifico en lo íntimo de mi corazón, y te  pido por esa Santísima Llaga y por los  huesos Sacrosantos que por ella se descubrieron, me perdones todos mis pecados, me concedas la purificación de mi alma y me acompañes en el camino de la cruz en los trabajos que me mandes en esta vida, para que siguiendo tus pasos muera en tu gracia y te goce por toda la eternidad en gloria. Amén.

 

 

 -Colaboración de Miguel Morales

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