DÍA XXIX
MEDITACIÓN. — INFATIGABLE AUDACIA
Quam pulchri sunt gressug tui filia principis. (Cant.
VII-1)
Cuán hermosos son tus pasos, hija del Príncipe.
Siempre el amor, ardiendo en el
pecho enamorado, busca medios para saciar su hambre, cada vez más creciente. No
hay para él dificultades a la vista, que a millares cuenta los despojos que en
gloriosos triunfos los brazos de su amor consiguieron. ¿Qué es más fuerte que
la muerte? el amor, más atrevido que los animales fieros de s selvas. Nada le arredra, al ver caminar
con paso Maestro, por el camino del
dolor, y si la debilidad de su carne tiembla ante cl peligro que arrogante se
le acerca, ánimos cobra, de varoniles esfuerzos siente la presencia, al oír de
Jesús los gemidos lastimeros. Si alguno quiere venir en pos de mí, que tome
sobre sus hombros el leño dc la cruz y que me siga, hasta la muerte, hasta el
desuello.» «Son de valor infinito las almas para que permanezcan tranquilos los
discípulos en los brazos delicados del más profundo como lamentable de los
sueños. ¿No habéis podido permanecer una hora conmigo en la oración? He aquí
que el enemigo de las almas no duerme. Levantaos, marchemos al encuentro del
enemigo. Esta es la hora y el momento del poder de las tinieblas. Mas no
temáis, yo he venido al mundo.
¿Quién de los discípulos de Cristo
no siente viva la llama de la caridad en el hecho? ¿Quién no se esfuerza a
seguir a Jesús para vencer al enemigo que por perder las almas anda cruel y
ladino en continuo acecho? o Vayamos y muramos con Él exclama el discípulo
decidido. EI martirio: repite la enamorada discípula… Este ha sido el sueño de
mi juventud, sueño que ha crecido conmigo en la celdita del Carmen. Pero ésta
es otra de mis locuras; no deseo un solo género de suplicio; para satisfacer
mis anhelos, necesitaría padecerlos todos...
Como Vos, adorado Esposo de mi alma,
quisiera ser azotada, crucificada... quisiera morir despellejada como San Bartolomé;
como San Juan, desearía que me sumergieran en aceite hirviendo; ser triturada
por los dientes de las fieras como San Ignacio de Antioquia, a fin de llegar a
ser pan digno de Dios. Con Santa Inés y Santa Cecilia, quisiera ofrecer mi
cuello a la cuchilla del verdugo, y como Juana de Arco, pronunciar el nombre de
Jesús en una vivísima hoguera.
Si pienso en los tormentos atroces
que padecieron los cristianos en tiempo del Anticristo, se estremece mi
corazón; quisiera que se reservaran para mí, aquellos tormentos. Abrid, Jesús mío,
el libro de la Vida, donde están consignadas todas las acciones de vuestros
Santos; ¡toda ella quisiera haberlas yo llevado a cabo por vuestro amor!
¿Qué responderéis a todas mis
locuras? ¿Existe en la tierra un alma más pequeña e impotente que la mía? Con
todo, esta misma debilidad os ha movido a realizar mis pequeños deseos
infantiles, y queréis colmar hoy otros deseos más grandes que el universo...'
«Sí, soy feliz, al verme pequeña y
débil en vuestra presencia; mi corazón goza de dulce paz... ¡Oh Verbo, Salvador
mío! eres el Águila que sin cesar me
atrae; eres el que, lanzándote a este destierro, quisiste sufrir y morir a fin
de arrebatar todas las almas y sumergirlas en el centro de la Santa Trinidad,
¡eterno hogar del amor! Tú eres el que, remontándote hacia la luz inaccesible,
permaneces también oculto en nuestro valle de lágrimas bajo la apariencia de
cándida hostia, con el
sustancia. ¡Oh Jesús, déjame decirte
que tu amor raya en locura!... Considerando esta locura, ¿Cómo quieres que
corazón no se lance con impetuoso impulso hacia ti? ¿Cómo ha de tener límites
mi confianza?
'Por ti hicieron también los Santos
muchas locuras y grandes cosas, pues eran águilas; yo soy demasiado pequeña
para obrar grandes cosas; mi locura consiste en pretender que tu amor me acepte
como víctima; mi locura es esperar que los Ángeles y los Santos me presten
auxilio para volar hasta ti con tus propias alas, ¡oh Águila adorada! Todo el
tiempo que quieras permaneceré con los ojos fijos en ti, quiero que tu divina
mirada mc fascine, quiero llegar a ser presa de tu amor. Tengo la esperanza de
que un día te lanzarás sobre mí y llevándome al foco del amor, me sumergirás,
por fin, en este abismo abrasador, ara convertirme eternamente en su dichosa víctima.
¡Oh Jesús, si pudiera yo publicar tu
condescendencia a todas las almas pequeñitas! Creo que si, por un imposible,
encontraras una más débil que la mía, te complacerlas en colmarla de mayores
gracias aún, con tal confiara por entero en tu infinita misericordia. ¿Mas, por
qué, Bien mío, deseo tanto comunicar os secretos de tu amor’? ¿No fuiste tú
solo quién me los enseñaste? ¿Y no puedes revelarlos a los otros? Ciertamente
que sí; y te conjuro que lo hagas; te suplico que inclines tus divinos ojos a
todas las almas pequeñitas, y te escojas en este mundo una legión de victimas
pequeñas dignas de tu Ayon..
EJEMPLO
NO BASTA LLEVAR LA CRUZ, ES NECESARIO ESTRECHARLA
SOBRE EL CORAZÓN Y AMARLA
Roma (Italia), 20-3-1915.
El 16 o 17 de febrero último la Sra.
M., que comparte conmigo su habitación, se vio agobiada por todo género de
tribulaciones, a las que se juntaron grandes sufrimientos físicos. Aquella
noche se retiró muy tarde, cuando entró en cl cuarto ya estaba yo en cama y,
viendo lo muy fatigada que se encontraba, la exhorté a abreviar por aquel día
nuestras oraciones, diciendo sólo las invocaciones a Sor Teresita. No consintió
en ello, y después de terminadas nuestras oraciones, encontrándose la
habitación a media luz, tuve la impresión clara de la presencia de un ser
misterioso cerca de mi cama. Sorprendida. aunque sin inquietud, llamé a mi
compañera para preguntarle la causa de este fenómeno. Al cabo de un instante,
vivamente emocionada y los Ojos arrasados en lágrimas. me dijo: Acabo de ver
cerca de usted a Sor Teresita; hubiera querido responder en seguida, pero no podía
hablar. La Santa iba vestida de carmelita, la cabeza rodeada de resplandeciente
aureola y tenía en sus brazos un gran Crucifijo que estrechaba contra su
corazón. Dimos gracias a la celestial Visitante que tan graciosamente Venia a
confortar a mi amiga, después de tantas pruebas. A la noche siguiente, la Sra.
M. oyó una dulce voz que murmuró en su oído: No os dije nada, pero quise
haceros comprender que no basta levar la cruz. es necesario estrecharla contra
el corazón amarla...
Cuánto bien nos ha hecho a las dos
esta sublime lección de nuestra protectora.
Jaculatoria: ¡Oh Santita querida! haz que, a imitación tuya, me
ofrezca a Jesús como pequeña víctima de amor.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh regalada víctima de amor! que no queriendo permanecer inactiva, corno miembro vivo del cuerpo místico de Cristo, quisiste ser mortificada, crucificada y muerta con Él en la cruz del dolor hasta completar el número de los escogidos, haz, enamorada de Jesús, que mi corazón sienta esos divinos ardores para que no sea miembro inútil del cuerpo del Señor, sino que sean fructuosos y aceptables todos mis pequeños esfuerzos como pertenece a las almas que forman parte de tu legión escogida; y para más Obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes:
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