domingo, 29 de diciembre de 2019

MES DE LA INMACULADA - DIA VEINTINUEVE


29.
EL NUEVO EDEN
La inmaculada Virgen, tan bien figurada en las diversas partes y prerrogativas del paraíso terrenal, no podía dejar de hallarse representada en el jardín de las delicias. Como Dios había plantado con sus manos ese mismo Edén, en que reunió todas las bellezas de la naturaleza para que el hombre gozase en él todos los placeres de la inocencia y para elevarle a aquel Señor que le colmaba de tantos beneficios, del mismo modo puso a María en la tierra como un nuevo Edén y la adornó con todas las bellezas de la gracia para que, formando las delicias del divino amor, bajase en ella un Dios para colmar de nuevos beneficios a la perdida humanidad. Y la misma tríade que reunió el poder, la palabra y el amor de un Dios para formar al primer Adán, se unió también del modo más consolador para embellecer al segundo. De María quiso el Padre de los cielos formar entre las criaturas la imagen más perfecta del Primogénito de los hombres, que engendró como su Hijo desde toda eternidad en el seno de la gloria; y el Altísimo la dijo con la complacencia de un paternal amor: «Serás inmaculada como primogénita entre mis hijas». De María quiso el Hijo unigénito formarse un templo santo,
que no había servido de morada al infernal enemigo, y que daba a conocer la inmensa distancia que existía entre las madres de los hombres y la madre de un Dios; y el Altísimo la dijo en la complacencia de su filial amor: «Serás inmaculada como la Madre única del Señor». De María quiso el Espíritu Paráclito elegir una esposa digna del principio de toda santidad, una esposa
privilegiada, como él lo es sobre todos los privilegios y la belleza de los esposos, y el Altísimo la dijo en la complacencia de su divino consorcio: «Serás inmaculada como la Esposa predilecta del amor eterno». Y he ahí formado el Edén del espíritu, esa tierra virginal sin abrojos ni espinas, esa tierra a que desciende suave la bendición de Dios, ese paraíso cuyo fruto es
bendito en lo eterno. Ese es un Edén en el cual se desarrollan todos los gérmenes de la gracia, crecen todas las plantas de la virtud, esparcen un agradable aroma las flores de los dones celestiales, extiende sus ramas el árbol de la vida eterna, y el de la verdadera sabiduría se eleva como el cedro del Líbano, para indicar el dominio amable del Salvador. Es un Edén regado por el rio de aguas vivas que se esparcen por toda la tierra, y llevan las emanaciones de la gracia, de la vida y del amor. Es un Edén santo y divino, al que, en vez de ser conducido un hombre terreno formado en otra parte, se formará un hombre celestial, que es al mismo tiempo Dios antes de todos los siglos. En fin, es un Edén en que no tiene cabida la serpiente antigua sino para ser arrojada de él; en el que el ángel del consejo invita a un fruto bendito, que es la salvación del género humano: un fruto por el cual se abren nuestros ojos a la inteligencia de las cosas eternas, y por el que los hijos de la culpa y de la ira tremenda son verdaderos hijos de Dios y herederos de la gloria del cielo.


CANTICO
Cantemos al Señor, pues que se ha ensalzado gloriosamente, y preservó inmaculada a la hermosa Hija de Sion.
Él es el Salvador, mi Dios, el Dios de María: á El aspiran continuamente los afectos de mi corazón.
Vuestra mano nos había herido en el día del
furor: vuestra mano hizo caer a los culpables
en el reino de la muerte.
Pero un día enviasteis a la misericordia a encontrarse con la justicia, y el reino de María á
consolará las naciones con el día de la vida.
Había dicho el enemigo: Yo arrojaré en el abismo de la culpa a la que será concebida, y
le impondré el yugo de mis cadenas.
Sopló vuestro espíritu, oh Dios mío, y las olas agitadas se cerraron: el enemigo confundido se encontró abismado bajo los pies de
ella.
Pasó intacta la inocente Virgen por entre las
olas amenazadoras: sus plantas no fueron humedecidas por las aguas del abismo.
Extendió la mano inmaculada desde los con
fines del Oriente, y la tierra fue bendita con la
protección de María.
Y los cielos se sonrieron; y la tierra saludó
al nuevo paraíso, el paraíso de gracia que debía acoger a su Salvador.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
que preservó inmaculada a María, por los siglos de los siglos. Amén.


ORACION
¡Salve, oh única Virgen inmaculada, más bella y serena que todas las estrellas del cielo, más deliciosa que el paraíso terrenal! ¡Salve, oh única gloria entre las vírgenes de Sion, única alegría de Israel, paz y consuelo de mi alma! Oh Madre de dulzura, de continuo os llamo en lo íntimo de mi corazón, mil y mil veces deseada; A vos dirijo mis suspiros, desde el rayar el alba hasta el declinar de la tarde. ¿Por qué no me es dado animar todas las cosas criadas para poner en su boca vuestros elogios? ¿Por qué no puedo eternizar en mi espíritu estos trasportes de afecto que tantas veces me inspiráis y difundirlos por donde quiera que se hallen criaturas aptas para amaros, y que todas os ofrezcan su corazón como a su Reina? Entonces, oh María, se llenaría de consuelo mi corazón... la tierra entonaría el cántico de vuestra gloria, y confundido el enemigo, abatida la vanidad del mundo, establecido el reino de vuestro divino Hijo, sólo dominaría la paz... Ah! la paz, oh inmaculada mía, la paz que desgraciadamente no me atrevo a esperar acá abajo, pero que vos me estáis preparando mejor en el cielo. ¡Oh! salve, inmaculada María.
Tres Ave Marías.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...