DEVOCIÓN
EUCARÍSTICA Á JESUS, MARÍA Y JOSÉ PARA EL DÍA PRIMERO DE CADA MES
El
Exmo. é Ilmo. Sr. obispo de esta diócesis ha concedido a los fieles que recen
la presente devoción, las indulgencias que expresa su decreto que siguen la
letra: Guadalajara, Julio 18 de 1821. Deseando, por nuestra parte, promover y
aumentar la importante y poderosa devoción a los dulces nombres de Jesús, María
y José, concedemos cuarenta días de indulgencia por cada vez que los fieles los
invoquen respetuosamente: lo mismo siempre que se rece el devocionario que se
expresa, dedicado a honor y culto de los santísimos nombres. Y una plenaria
para los días primeros del año, festividad de Señor San José y dominica primera
de octubre, en que se celebra la fiesta del Santísimo Rosario de Nuestra
Señora, a todos los fieles que confesados y comulgados sacramental mente, recen
la expresada devoción de los dulces nombres de Jesús, María y José, y hagan
oración a Dios por las necesidades de la Iglesia y del Estado. S. E. Ilma. así
lo decretó y firmó.
ACTO
DE CONTRICION
Padre eterno, padre Clementísimo, Señor Dios
de las misericordias, Dios piadoso, Dios benigno, Dios de todo consuelo, Dios,
único refugio de los grandes pecadores: yo, el mayor de todos, vengo a tí, me
postro en tu divina presencia, y con todo el vigor de mi espíritu, confieso
delante de tu Majestad mis ingratitudes, mis iniquidades y mis abominaciones,
Señor y Dios mío, no soy digno de llamarme ni aun criatura tuya. Tú, Dios
Omnipotente, me sacaste de la nada, y me escogiste entre infinitas criaturas
que te hubieran servido mejor que yo. Tú, gran Dios, has multiplicado esta
bondad, conservándome la vida en todos los instantes en que me he atrevido a
pecar delante del cielo y de la tierra. Tú, Dios misericordioso, me has
sufrido, me has tolerado en este último mes, sin embargo, que ingrato he
marcado quizás todos sus días con algún crimen: confieso, Dios benignísimo, que
en todas sus horas y en todos sus instantes he sido acaso infiel a mis
promesas, he quebrantado mis propósitos, y que, lejos de llorar y hacer
penitencia de mis antiguas iniquidades, he añadido un pecado a otro pecado, y
he puesto delito sobre delito. ¿Qué penitencia será bastante para lavar y
purificar tanto y tan monstruoso crimen? Ninguna, Dios y Señor mío. Para
satisfacerte y evitar mi perdición, no tengo otro refugio ni esperanza, que la
de postrarme ante el trono de tu misericordia, suplicarte que me concedas la
gracia de un verdadero dolor de mis culpas, y protestarte delante de los
ángeles y de los hombres, que me pesa y me arrepiento de haberte ofendido, que
le tengo y le tendré un odio implacable a mis pecados, y que quisiera
deshacerlos, sacrificando en tu honor mil vidas que tuviera. Padre Eterno,
escucha mis clamores, no me arrojes de tu presencia, no retires de mí tu divino
Espíritu, aparta tu santo rostro de mis iniquidades, vuelve a mí tus ojos de
piedad : no veas al hombre pecador, mira el rostro ensangrentado de tu Hijo Jesús,
mira todo el mérito de su Madre María , atiende a los ser vicios de su Esposo
José, y por su poderosa intercesión, vivifícame, restitúyeme a tu gracia y pon
a tus espaldas todas mis iniquidades: fortalece mi fragilidad, sofoca mis
pasiones, arranca mis vicios, concédeme la paz del corazón, el gusto de la
observancia de tu ley santa, el sufrimiento en los trabajos, la conformidad con
tu divina voluntad, la abnegación de mí mismo, y la perseverancia final, para
gozarte por los siglos de los siglos. Amen.
ORACIÓN
Sagradas
personas de Jesús, María y José, nombres dulcísimos, sin cuya intercesión no se
puede conseguir la salud; rogad por mí, suplicadle al Padre de las
misericordias que me perdone todos los pecados que he cometido en este último
mes. Jesús amorosísimo, manifiéstale al Eterno Padre tus cinco llagas, y pídele
que no se pierda en mí el fruto de la perfecta satisfacción que con ellas le
diste. Virgen Santísima: por las entrañas sagradas que cargaron al mismo Hijo
de Dios, y por los pechos virginales que alimentaron a tu Hijo Jesús, te
suplico que ruegues por mí, y que me alcances el perdón de mis culpas.
Gloriosísimo Señor San José, que fuiste exaltado á la dignidad de ejercer en la
tierra las funciones del Padre Eterno respecto de Jesús, у las del Espíritu
Santo respecto de María, intercede por mí, ruega por mí, y dispénsame tu
poderosa intercesión. Jesús, María y José: nunca se ha oído que quede
desamparado quien implora vuestra clemencia; abrid, pues, para mí, las entrañas
de vuestra misericordia, no permitáis que sea yo confundido: interceded para
que se borren mis iniquidades, y alcanzadme un perfecto dolor de ellas, para
que en el presente mes no os disguste con mis infidelidades y reincidencias,
sino que os ame, os sirva, os adore, os bendiga y os alabe por los siglos de
los siglos. Amen.
-Se
rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con la siguiente jaculatoria en
cada uno:
Jesús,
José y María, Yo os doy mi corazón y el alma mía.
-Aquí
la petición.
ORACIÓN
¡Oh Jesús! ¡Oh María! ¡Oh José! ¡Oh Madre amabilísima de Dios Hombre! ¡Oh José, padre de Jesús y Esposo de María! ¿A qué poder más grande que el vuestro podré ocurrir para alcanzar las gracias espirituales y temporales que necesito en este mes? Vos otros estáis interesados en el bien de los hombres, los amáis con un amor sumo y eterno, y deseáis su perfecta felicidad. Jesús, María y José, según los decretos del Altísimo, estáis constituidos para ser los protectores, los abogados, los defensores, los ministros, los únicos y seguros conductos por donde se nos dispensan sus bondades. El Dios grande e infinito no quiere franquearlas por otras manos, y se complace y tiene ver dadera satisfacción en que todos las impetremos por la mediación vuestra. ¿Qué otro patrocinio, pues, debo ni puedo buscar sino el vuestro? No, no queda en mi libertad para solicitar otros abogados, Jesús, María y José, con todo gusto me vea necesitado a ocurrir a vuestra protección. Si volvéis a mí vuestro piadoso rostro, con solo esta gracia vendrán a mí todas las que necesito en este mes. Con vuestro auxilio domaré mis pasiones, triunfaré de mí mismo, me apartaré de lo malo, y practicaré lo bueno; buscaré la paz y la hallaré; y entonces, mi alma, mi corazón, mis potencias y sentidos serán dignos de vuestras bondades. ¡Oh Jesús! ¡Oh María! ¡Oh José! Deseo, transformarme en vos, deseo no tener más corazón que para amaros, y no de seo tener otro espíritu sino el mayor para serviros. ¡Oh Dios Todopoderoso! usad conmigo de misericordia, haced que muera, que se aniquile en mí todo el amor propio, toda la inclinación a los vicios y todo el afecto a las criaturas, para que no haya en mi otro amor que el de Jesús, María y José, y para que en todas las horas del presente mes mis palabras, mis obras y hasta mis últimos pensamientos, sean en Jesús, por Jesús y para Jesús. ¡Oh sagrada é incomparable familia! ¿qué cosa podréis pedir al Altísimo que no se os conceda? Vosotros sois los plenipotenciarios del cielo. Una súplica vuestra impele al Padre Eterno, como que le obliga y pone en necesidad de otorgar vuestras peticiones. Jesús Divino, tú eres el primer pontífice constituido para ser abogado de todos los hombres; tú, María Santísima, fuiste creada para ser Madre de Dios y de los pecadores. A tí, gloriosísimo Señor San José, encomendándosete el cuidado de Jesús y de María, se te encargó en esto mismo la protección del género humano; desempeñad estos honrosos y amo rosos oficios, protegiendo a toda la congregación de la Iglesia santa, atended a sus necesidades actuales; escuchad sus clamores; defendedla de sus enemigos, y conservad pura, sin mancha ni arruga nuestra santa religión: proteged también, ilustrad y fortaleced a todos los jefes del Estado. ¡Oh Jesús! ¡Oh María! ¡Oh José! amparad a todos los que en este mes imploren vuestros dulcísimos nombres, y confortadlos en vuestro servicio, para que os bendigan y os amen en la tierra, y después os gocen por toda la eternidad en el cielo. Amen.
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