DÍA
PRIMERO DE CADA MES CONSAGRADO A DIOS
EN VENERACION DE SU DIVINA PROVIDENCIA
Por un
Sacerdote de la Compañía de Jesús.
A devoción de una Religiosa de Nuestra Señora de la Concepción de la Ciudad de Puebla.
Impreso en México en la Imprenta del Real y más antiguo Colegio de San Ildefonso.
Año de
1761
ACTO DE
CONTRICION
Señor
mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por
ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me arrepiento de todo
corazón de todo lo malo que he hecho y de todo lo bueno que he dejado de hacer,
porque pecando os he ofendido a Vos, que eres el sumo bien y digno de ser amado
sobre todas las cosas. Ofrezco mi vida,
obras y trabajos en satisfacción de mis pecados. Propongo firmemente, con la ayuda de vuestra
divina gracia, hacer penitencia, no volver a pecar y huir de las ocasiones de
pecado. Señor, por los méritos de
vuestra pasión y muerte, apiadaos de mí, y dadme vuestra gracia para nunca más
volveros a ofender. Amén.
ORACIÓN
Dios y
Señor nuestro Padre, Hijo y Espíritu Santo, cuya providencia no yerra en todo
lo que dispone, y nada acontece, que no lo ordene con bondad y rectitud
inefable, rendidamente os pedimos y suplicamos que apartéis de nosotros todo lo
que nos puede ser perjudicial, y nos concedáis todo lo que nos puede ser
provechoso. Es así que en vuestra Unidad de Esencia y Trinidad de Personas podéis,
Señor, sabéis y queréis gobernar las cosas de modo que ceda en gloria vuestra y
en bien de los que amáis. Sean todas las acciones y acontecimientos de nuestra
vida tales, por favor, y gracia que nos hagáis, que en nada faltemos a procurar
vuestra gloria y en nada sintamos ni experimentemos perjuicio de nuestras
almas. Que nos mantengáis la vida como convenga; y que en todo caso nos libréis
de muerte desprevenida. Sea, Señor, y Dios nuestro, favor de vuestra
Misericordia el que siempre vivamos en vuestra gracia: que allí seremos
dichosos, hasta ir a reconocer y adorar vuestra amable Providencia en la eterna
Bienaventuranza. Amén.
-Se rezarán tres Credos a la Santísima
Trinidad y luego la siguiente:
ORACIÓN
Señor,
Salvador, y Dios nuestro Jesucristo, que, por amorosísima traza y disposición
de la Divina Providencia, cargasteis sobre vos el remedio total de los hombres,
fatalmente perdidos por el pecado, recibid ahora el afecto de nuestros
corazones, con que os agradecemos el que a costa de padecer pagasteis la pena
merecida de nosotros por nuestras culpas, y nos abristeis las puertas del Cielo
que nos cerró el pecado. ¿Quién sino Vos, cuya providencia junta el saber y
querer, pudo proveernos de remedio tan poderoso? Bien se conoce, que sois Dios
de bondad infinita. Resta, que nosotros no malogremos por nuestra malicia el
precio de vuestra Sangre. Resta que cooperemos, queriendo de nuestra voluntad
abrazar lo bueno, y dejar lo malo. Así proponemos hacerlo: quitaremos las
ocasiones, prevendremos los riesgos, contendremos nuestras inclinaciones. Pero,
Señor, este ha de ser efecto de vuestra Pasión y Muerte, que tengamos gracia,
para cumplir lo que proponemos: esta os pedimos para todo este mes, en que
queremos vivir como quien ha de morir. Así lo deseamos, así lo pedimos y
esperamos de vuestra Bondad, que lo hemos de conseguir. Amén.
-Cinco Padre Nuestros a las Cinco Llagas.
Y luego la siguiente:
ORACIÓN
Virgen
Santísima María, Madre de Dios, y Señora nuestra, Vos fuisteis la escogida y
destinada de la Divina Providencia para Madre de nuestro Redentor, y por eso
Reparadora de nuestra miseria, y distribuidora de la Gracia. No se pierde
ninguno en quien ponéis vuestros ojos misericordiosos. Pues a vuestro amparo
nos acogemos. Y porque reconocemos, que sois tan limpia, que ni el pecado
Original os manchó, para hacer algo de vuestro gusto, os ofrecemos guardarnos
todo este mes libre de todo pecado mortal, particularmente de soberbia, de ira,
de liviandad. Vos, Madre y Señora nuestra, acogednos como hijos, cuidadnos como
criados. Haced con vuestros ruegos, que todo lo alcanzan, que Dios nos
favorezca en todo en vida, y en muerte, y que le seamos fieles en no estorbar
aquella voluntad con que a todos nos quiere eternamente dichosos. Dos Padrinos
invocamos, y ponemos de empeño, Vuestro Castísimo Esposo Señor San José, y
Vuestro Celosísimo Siervo San Ignacio de Loyola. Vuestro Esposo cooperó con
Vuestro Hijo Jesucristo, y con Vos para que fuéramos redimidos. Vuestro Siervo
fue enviado de Dios a su Iglesia para fortalecerla con nuevo socorro, y por
esto deseó tanto, y procuró la mayor gloria de Dios. Ea pues Señora, pon en
nosotros esos tus ojos, para que cuanto nos acontezca sea para bien de nuestras
almas y mayor gloria de Dios. Amén.
-Siete Ave Marías a los Siete Dolores de
Nuestra Señora.
-Colaboración de Carlos Villaman.
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