NOVENA AL SEÑOR DE LA BUENA ESPERANZA
Que se venera en la Iglesia de San Saturnino de Chile.
Cuyo sagrado Original se venera en la Recoleta Agustina de Quito, Ecuador.
ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Al considerar, oh Dios y Señor mío, vuestra grandeza infinita y vuestras infinitas perfecciones y la inexplicable ceguedad con que os he ofendido, me duele y arrepiento hasta lo más infinito del alma y humildemente os pido perdón. Si de una parte mirase solo los inmensos beneficios de que me habéis colmado y me colmas a cada instante y de otro, mi loca y grande ingratitud, no podría sino temblar ante vuestra augusta Majestad; pero mi Dios, al arrodillarme en vuestra presencia, os ofrezco en satisfacción de mis pecados los méritos infinitos de Jesús vuestro Hijo. Por mí padeció, por mí fue crucificado y derramó hasta la última gota de su preciosísima sangre; es mi Redentor y mi Padre y Vos habéis aceptado su mediación y mi rescate. Él me llama, me dice que confíe y bajo la Dulcísima advocación del Señor de la Buena Esperanza, se presenta ante Vos como divino fiador. Perdonadme, pues, oh Dios mío y fortaleced mi alma, para no volver a ofenderos. Amén.
ORACIÓN INICIAL
Oh Señor Jesús, que con la advocación de la Buena Esperanza, hacéis repetidos y tiernísimos llamamientos al corazón de los pecadores, vedme postrado ante vuestra imagen. Oh Señor, os complacéis en prodigar beneficios, favores y gracias a los que a Vos acuden. Yo os amo, creo en Vos, y en Vos confío. En esta Novena vengo a pediros protección, a mostraros mis necesidades y a recordaros Vuestra Promesa; en mérito de vuestro Valiosísimo Nombre. ¿Por qué desconfiar cuando sois la Buena Esperanza? ¿Qué desgracia, qué padecimiento, qué peligro será capaz de amilanarme si Vos, Infinito en Poder, Os dignáis alentar mi confianza? ¡Oh, Señor Jesús, en Vos confío, Sed mi Protector y mi Guía! ¡Oh Divino Rey del Cielo y la tierra, Perdón y Misericordia! Oh Señor, mi alma en Vos confía, con Vos no tengo asechanza. Sois, Buen Señor Jesús, mi Esperanza, Sed mi Sostén y mi Guía.
DÍA PRIMERO
ORACIÓN
Amabilísimo Señor Jesús de la Buena Esperanza, que por mi amor os dignasteis vivir en la tierra 33 años, a fin de dejarme en toda circunstancia divinos ejemplos; concluid vuestra obra y fortalecedme para que sepa aprovechar esas preciosísimas lecciones. Que tenga siempre a la vista vuestras obras como altísimos ejemplos que debo empeñarme en imitar en todas mis actuaciones; que la meditación constante en vuestra vida y en vuestra sagrada Pasión sea la reforma y la satisfacción de la mía. Así tendré la dicha de haberos servido en la tierra y de ir a daros gracias en la eternidad. Amén.
-Al terminar la oración de cada día se hace la petición.
HIMNO
Siempre mi alma en Vos confía,
Con Vos no temo asechanza:
Sois buen Jesús, mi esperanza;
Sed mi sostén y mi guía.
Es vuestra vida modelo
Desde el pesebre a la muerte:
¡Dichosa el alma que acierte,
Fija la mirada al Cielo,
En riesgo, tristeza y alegría,
A no olvidar su enseñanza!
Nacido en pobre portal,
Os miro hollando riquezas
Y engañadoras grandezas
Caras al hombre carnal,
Para mostrarme la vía
De la bienaventuranza.
En Nazaret vida oscura
Os apartó por treinta años
De los demás. Los engaños
Manifestáis, y la locura
Del que infeliz sólo ansía
La mundanal alabanza.
Lejos de todo lo humano,
En el desierto ayunando
Señor, estáis; mas yo ando
Cual si no fuera cristiano,
¡Con ceguedad casi impía,
En pos de goces y holganza!
Por doquier favor,
Gracia, perdón, beneficio,
Derramáis siempre propicio.
Estos tres años de amor
Son mi formal garantía
Y de ventura mi fianza.
Sudor de sangre, Dios Santo,
De mi alma os cuesta el rescate;
Mi corazón no dilate
Lavar sus culpas con llanto,
Y encuentre en vuestra agonía
Con el dolor la confianza.
El cetro, soga y corona
En vuestra Imagen venero,
Mi pecho fuese de acero
Si dejase de aprisionar
Vuestra Cruz, que presta energía
Y enseñanza de amor sin mudanza.
Ya del sepulcro glorioso
Os levantáis Vencedor:
Vence a la muerte el Amor,
Nadie cual Vos poderoso,
Todo es fulgor, la lozanía
De la Nueva Alianza.
Es vuestra gloria mi gloria,
Oh Dios, mi Padre y mi Hermano.
Sois de grandeza el arcano,
Mi grande prez de victoria,
Honra, fiador, gallardía,
Luz y contento y pujanza.
Siempre mi alma en Vos confía,
Con Vos no temo asechanza:
Sois buen Jesús, mi esperanza;
Sed mi sostén y mi guía.
SÚPLICA AL SEÑOR DE LA BUENA ESPERANZA
Oh Jesús de la Buena Esperanza, amabilísimo Redentor de nuestras almas, Señor de los cielos y tierra, vengo a Vos atraído por vuestro paternal amor. ¿Quién, sino Vos, podrás curar mis dolencias? Me acerco pues a vuestro santo templo como a la piscina de vuestras bondades; favorecedme con vuestros auxilios; purificadme con una mirada, como lo hiciste con Pedro, cabeza de la Iglesia; sanadme de las mortales heridas que el pecado ha causado en mi pobre alma. Yo bien sé, oh Jesús de la Buena Esperanza, mi Señor y mi bien, que todos los que os han solicitado favores ante vuestra imagen, han sido socorridas; no hay, ¡oh Jesús de la Buena Esperanza!, mi Señor y mi bien, una sola que no haya experimentado vuestras misericordias. ¿Y por qué he de salir desconsolado de las súplicas que hago? Lleno de la mayor confianza os pido, Señor, dirijáis una mirada compasiva sobre vuestra Iglesia: miradla, Señor, tan perseguida por tantas impiedades que se han levantado contra ella. Oíd la súplica que en particular os hacen estos vuestros hijos: dad descanso a las Almas del Purgatorio, especialmente a las que han sido más devotas del precio de nuestra redención y de los dolores de vuestra Santísima Madre María. Amén.
Jesús de la Buena Esperanza: Ten misericordia de nosotros.
ORACIÓN FINAL
Dios mío, no dudo que escucharéis mi plegaria, pues deseo serviros fielmente lo que me resta de vida. Mientras mayor ha sido mi tardanza para darme del todo a Vuestra Merced; tanto así más mezquino he sido en corresponder a Vuestro Infinito Amor. Mayor es mi voluntad de seros generoso en adelante, de no amar sino a Vos y de santificar otro cualquier afecto, posponiéndolo al Vuestro y dirigiéndolo a Vuestra Majestad. Sí Jesús, Señor y Dios mío, mediante el auxilio de la Gracia ése va a ser todo mi empeño y anhelo. Corran los mundanos en su desdicha tras la riqueza y los honores, que yo no quiero seguir sino Vuestras Huellas, recorrer el camino que me habéis trazado, ir siempre en pos de Vos, que sois mi Contento, mi Riqueza y mi Gloria. Amén.
DÍA SEGUNDO
ORACIÓN
Humildísimo Señor Jesús de la Buena Esperanza, que al venir al mundo, despreciando cuanto los hombres ambicionan, quisisteis nacer pobre y en un abandonado Pesebre, dad luz a mi alma para que descubra las sublimes enseñanzas de la Gruta de Belén. Que aprenda a buscar Vuestra Grandeza y Gozo; despreciando los deleites y los placeres mundanos, y amando lo que el mundo desprecia. Movedme, ¡oh Señor!, a ser humilde según vuestra Inefable Humildad; a pisotear las riquezas, abrazando la absoluta pobreza en la que nacisteis, y a buscar lejos del aplauso de los hombres las únicas alabanzas verdaderas, las que al anunciar Vuestro Nacimiento entonaron los Santos Ángeles, cantando: “Gloria a Dios en las alturas”. Amén.
DÍA TERCERO
ORACIÓN
Oh Señor Jesús de la Buena Esperanza, divino modelo, dadme gracia para consideraros en el retiro de Nazaret. Venías a convertir al mundo y pasasteis treinta años oculto, lejos de él. La sabiduría de los hombres habían llamado locura lo que hacías con divina sabiduría. Me mostrábais con vuestro camino que para nada debo guardarme por el respeto humano, que debo pisotearlo rechazando por Vos, ¡oh Jesús mío!, los placeres del mundo con sus pompas, vanidades y perniciosas doctrinas; y que para mis acciones, me inspire solo en vuestras divinas enseñanzas, consiguiendo formar en el fondo de mi corazón un escondido retiro, dulce soledad en vuestro Sagrado Corazón; en donde solamente Vuestra Majestad sea escuchado, obedecido y tiernamente amado. Amén.
DÍA CUARTO
ORACIÓN
Señor Jesús de la Buena Esperanza, permitidme consideraros hoy en el desierto, donde Os preparasteis para la Vida Pública con cuarenta días de soledad y de ayuno. Me enseñáis con vuestro ejemplo que la mortificación de los sentidos y la penitencia comunican al alma fuerzas para vencer, ayudada de la gracia, las tentaciones de sus enemigos, que allí debe ir el cristiano a prepararse para la lucha y la victoria. Haced, Señor, que no lo olvide. Dominaré así al peor de mis enemigos, mi propia carne, y siguiendo las huellas que me habéis trazado, tendré al fin la dicha de ir a haceros compañía en la Eterna Bienaventuranza. Amén.
DÍA QUINTO
ORACIÓN
¡Ay, cuánto tengo que mirar y agradecer, Jesús, Dios mío, en los tres años de vuestra vida pública! Haced que durante mis aflicciones, dudas y angustias, Os encuentre al dar una mirada en ella: divina Luz, inefable Consuelo y seguro Guía. Así como entonces pasasteis por doquiera haciendo el bien y nunca quedó desconsolado quien a Vos acudió, así ahora prodigáis vuestros beneficios a cuantos Se empeñan en seguiros y no seros ingratos. ¡Oh Señor, contadme en ese número! Desde lo íntimo de mi alma Os agradezco vuestro infinito Amor, suplicándoos me concedáis la Gracia para corresponderos con generosidad. Amén.
DÍA SEXTO
ORACIÓN
Cuando Os considero, oh dulcísimo Señor Jesús de la Buena Esperanza, en vuestra angustiosa Oración del Huerto, que Os llevó al punto de que un copioso sudor de vuestra Preciosísima Sangre bañase la tierra, estando desde ese instante sacrificado, no puedo menos de estremecerme al recuerdo de mis culpas, porque ellas fueron, Señor, las que amargaron el Cáliz que por mí bebisteis. Pero, mi Dios, infinitamente mayor que la gravedad de mis pecados es el mérito de Vuestra Preciosísima Sangre. Por Ella os pido perdón y misericordia, por ella os pido la gracia para cumplir hasta la muerte el propósito que hago de amaros con todo mi corazón. Amén.
DÍA SÉPTIMO
ORACIÓN
En esta venerada Imagen os veo, mi Buen Señor Jesús de la Buena Esperanza, revestido de las insignias de la Pasión Sacrosanta: Al cuello lleváis la soga con que los crueles sayones Os ataron y arrastraron, y ella recuerda también la afrentosa e inhumana flagelación; adornan vuestras sienes la Corona de espinas, que las taladró en atroz suplicio; en una de vuestras Manos sosteníais la caña que como rey de burlas Os pusieron, ¡oh Señor de mi alma, Rey del Cielo y de la tierra!; en la otra, en fin, muestra la Cruz: instrumento de Vuestro Suplicio y de mi Redención. Haced que al contemplarlas en Vuestra Sagrada Imagen, nunca olvide hasta qué extremo Os ha llevado Vuestro Infinito Amor, empeñándome en seros agradecido. Amén.
DÍA OCTAVO
ORACIÓN
Oh Señor Jesús de la Buena Esperanza, Vencedor del infierno, cuyo poder destruiste con Vuestra Preciosísima Sangre; Vencedor del mundo, cuyas falsas máximas y engañosas doctrinas confundisteis mostrándoos en la tierra, ¡oh Eterna Verdad!; Vencedor de la muerte, que resucitasteis por vuestra propia virtud. Estas tres victorias son el fundamento de mi dicha y mi esperanza; pues las obtuvisteis para librarme del infierno, darme fuerzas contra el mundo, y para dominar mis pasiones. ¡Bendito seáis, Misericordioso Señor Jesús de la Buena Esperanza! Los Ángeles que celebran Vuestro Triunfo y los Santos que en él se gozan, alaben por mí Vuestra Munificencia y Bondad. Amén.
DÍA NOVENO
ORACIÓN
Colocado en la Diestra del Altísimo, Señor Jesús de la Buena Esperanza, no dejéis nunca de favorecer a los que en esta vida de prueba y lucha, corren el peligro de ser vencidos. ¡Oh Señor, Medianero entre Dios Padre y los hombres; que Le presentáis Vuestras Sagradas Llagas, la Preciosísima Sangre, y Vuestros Padecimientos, para alcanzarnos el perdón de los pecados! Oh Señor, jurado Mercedario, Salvador y Redentor mío; en verdad Vos sois mi Esperanza, pues a más de ser mi Mediador, en el Cielo me preparáis como a hijo un trono inmortal. Siendo así, dadme gracia para vivir en la tierra de tal modo que logre ir a ocupar ese trono y cantar in ætérnum Vuestras Alabanzas en el Cielo. Amén.