viernes, 27 de septiembre de 2024

NUEVE SÁBADOS A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 



LOS NUEVE SÁBADOS EN PREPARACIÓN A LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 

El Sumo Pontífice Pio XI concede 7 años y 7 cuarentenas de indulgencia a todos los fieles que, en cualquier época del año practican el piadoso ejercicio de los nueve Sábados en una Iglesia donde se venera la milagrosa imagen de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro.


Además la Indulgencia Plenaria en cada uno de dichos Sábados si se acercan a la Sta. Comunión rogando a la intención del Sumo Pontífice.



ORACIONES PREPARATORIAS AL ESPÍRITU SANTO

Ven, oh Espíritu Santo: llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor


L/: Envía tu Espíritu y todas las cosas serán criadas.

R/: Y renovarás la faz de la tierra.


ORACIÓN

¡Oh Dios! que has instruido los corazones de los fieles con las luces  del Espíritu Santo, haz que en este mismo Espíritu conozcamos y amemos el bien y gocemos siempre de sus dulces consuelos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


ACTO DE CONTRICCIÓN

Dios mío, me arrepiento de todo corazón de mis pecados, los odio y los detesto como ofensa de vuestra infinita Majestad, como causa de la muerte de vuestro Divino Hijo Jesús, y espiritual ruina mía. No quiero cometerlos en adelante y propongo huir de las ocasiones. Señor, misericordia, perdonadme.


ORACIÓN A LA VIRGEN SANTÍSIMA 

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! cuántas veces me he postrado a tus plantas para pedirte bienes terrenales: la salud, la fortuna, la vida! Otras veces, Madre del alma, temeroso de mi salvación eterna, a Tí acudí en busca de las virtudes que llevan al cielo, y para que rompieras las cadenas del pecado, que arrastran al infierno. Hoy vengo a pedirte la gracia de las gracias, la que más me une contigo, la que más agrada a tu maternal corazón, la que del todo asegura mi eterna bienaventuranza, la gracia del amor. . . ¡Madre mía, Perpetuo Socorro mío, te quiero amar, y amarte con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, hoy y mañana, y cada día más, hasta el fin de mi vida! Quiero aprender a decir siempre: ¡Virgen del Perpetuo Socorro, te amo! . . . ¡Te amo, Madre y esperanza mía! ¡Haz que te sirva y ame por los siglos de los siglos! Amén.

 

SÁBADO PRIMERO 

REFLEXIÓN

Amemos a la Virgen del Perpetuo Socorro, la ama Dios tanto

Me pongo Madre del Perpetuo Socorro a contemplar tu sagrada imagen y en ella admiro el reflejo del amor divino. Que eres la gloria de la creación, me lo dicen esos ángeles excelsos que te adoran reverentes. Que eres Madre de Dios y Corredentora del mundo, me lo dicen esas letras de oro que pregonan tu mayor título de grandeza, ese Niño Dios que descansa en tus brazos y esos signos de la redención que te ofrecen los embajadores celestiales. Alma mía, complácete en el amor que Dios tiene a tu Madre del Perpetuo Socorro. Dice San Pablo de Jesucristo que se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz, y que por eso Dios le ensalzó y le dió un nombre sobre todo nombre, y que al oír ese nombre caen de rodillas los cielos, la tierra y los infiernos". ¿No podemos afirmar también que el nombre de Perpetuo Socorro es un nombre que Dios le ha dado, y que en él se encierran todas las grandezas de la Virgen, y que por eso al oirlo cantan los ángeles, triunfan los hombres y se estremecen los demonios. Sólo la Madre de Dios y la Corredentora del mundo merecía llevar ese nombre de infinita misericordia. Y en Tí, Madre mía, no es vano título, es sublime realidad. ¡Eres Perpetuo Socorro nuestro! . . . Por eso nos amas. . . Por eso el mundo te ama y te invoca. . . ¿Y no te amaría e invocaría yo?


EJEMPLO 

Una pobre señora sentíase del todo dominada por el demonio de la falsa vergüenza. Durante una misiôn se confesaba varias veces al día y cada vez eon diferente confesor; por la sinceridad con que al parecer se confesaba, nadie podía sospechar lo que por su interior pasaba; y ein embargo, cada vez se confesaba sacrílegamente, por no atreverse a declarar al misionero todos sus pecados. Pero quiso la bondad de Dios, que velaba por aquella alma criminal, volverla al buen camino, e inspiró al confesor que le aconsejara que antes de confesarla, acaso por décima vez, fuese a orar ante el cuadro de. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Apenas se hubo arrodillado, tocóle cl corazón la Santísima Virgen, y deshecha la pobre señora en lágrimas de penitencia, fué a arrojarse a los pies del confesor, declarándole todos sus crímenes.


ORACIÓN

¡Oh Reina del cielo y de la tierra! ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! ¡Oh María, la criatura más sublime, más excelsa y la más amable! Verdad es que hay en la tierra muchos que no os conocen ni os aman; pero en cambio hay millones de ángeles y bienaventurados en el cielo que os aman y no cesan de celebrar vuestras alabanzas; y aún en la tierra, ¡cuántas dichosas almas hay que se consumen en vuestro amor y andan enamoradas de vuestra bondad! ¡Ojalá os amara yo también! Habéis llegado a enamorar a un Dios, y con vuestra belleza lo habéis arrancado, por decirlo así, del seno del Padre Eterno y lo habéis traído a la tierra para hacerse Hombre e Hijo vuestro. Y yo, miserable gusanillo de la tierra, ¿no os amaré? ¡Oh Madre mía amorosísima! Yo también quiero amaros, y amaros con todo mi corazón y hacer todo lo posible para que los demás también os amen! Aceptad, Señora, el gran deseo que tengo de amaros y ayudadme a conseguir mi intento de amaros en la tierra y amaros en el cielo por siempre jamás. Amén.


-Tres Gloria Patri a la Santísima Trinidad en acción de gracias por el amor que tuvo a María.


OBSEQUIO. - Dar una limosna a un pobre por amor a María.


-Pídase una gracia particular.


ORACIONES FINALES

CORONA DE AMOR

Yo os amo, oh Virgen del Perpetuo Socorro, porque sois, después de Dios, la criatura más santa y más digna de ser amada. 

Ave María.


Yo os amo, oh Virgen del Perpetuo Socorro, porque sois la Hija de Dios Padre, la Madre de Dios Hijo, la Esposa de Dios Espíritu Santo. 

Ave María.


Yo os amo, oh Virgen del Perpetuo Socorro, porqué sois mi Madre, la más amante y la más amable de todas las madres.

Ave María.  


Yo os amo, oh. Virgen del Perpetuo Socorro, porque sois, con Jesús mi amparo. 

Ave María.


Yo os amo, oh Virgen del Perpetuo Socorro, y quiero amaros con todo mi corazón, cada día más, toda mi vida, para, amaros eternamente en el cielo. 

Ave María.


Yo os amo, oh Virgen del Perpetuo Socorro,  y quisiera que os amaran todos los hombres en la tierra como Dios y los ángeles y los santos os aman en el cielo.

Ave María.


Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de cuantos han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo y llorando bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ente vuestra presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios! no despreciéis mis súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas favorablemente. Así sea. 


¡Madre mía, esperanza mía! yo me acojo bajo vuestro manto maternal, y amparado en él quiero vivir y morir. No permitáis que hoy, ni nunca, ofenda a vuestro Divino Ilijo: bendecidme, Madre mía.


Seáis amada, seáis alabada, seáis invocada, seáis eternamente bendita, oh Virgen del Perpetuo Socorro, mi esperanza, mi amor, mi madre, mi refugio y mi vida. Amén.



SEGUNDO SÁBADO  

REFLEXIÓN

Amemos a la Virgen del Perpetuo Socorro como la aman los ángeles

Contempla alma mía el cuadro milagroso de tu Madre del Perpetuo Socorro y verás en él dos de los más altos espíritus del cielo, San Gabriel y San Miguel. Traen tendidas sus alas, dispuestos a cumplir sus órdenes. Le presentan los instrumentos de la Pasión, para recordarle que es Corredentora del mundo y. que, siendo perpetuo socorro del hombre, debe aplicar la sangre de su divino Hijo. Están en actitud de humildad y adoración, reconociendo que, a pesar de ser ellos los más excelsos espíritus de la gloria, en presencia de esta Virgen Madre de Dios son esclavos y servidores. Los ángeles se postran ante las plantas de María, ¿y nos avergonzaremos nosotros de invocarla, amarla y servirla con humildad? No son los ángeles los que te deben escoltar, sino nosotros los hombres, que somos de tu linaje y tus redimidos y favorecidos con tu perpetuo socorro. Por eso a tus plantas vengo yo, Señora y Madre mía, y tomando en mis labios vuestras palabras, os digo: He aquí mi alma, vuestra esclava; hágase en mí según tu palabra.


EJEMPLO

Padecía una joven de Santiago de Chile una gravísima enfermedad, que era incurable; al verse tan postrada de fuerzas y tan al cabo de la vida, preguntó al confesor,  los médicos dicen que no  hay remedio para mi dolencia, ¿no puedo yo creer que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro tendrá uno que me salve? Haré, pues una novena para que del todo me   cure -Desde luego dejó todos los remedios y se encomendó a la Virgen. Después de la primera novena no tuvo resultado alguno; a la segunda se recrudeció tanto la enfermedad, que estaba peor que nunca. La joven, en lo más recio de sus dolores, decía a la Virgen: "Veremos a ver quien se cansa primero: Vos rehusándome la salud o yo importunándoos; os aseguro que he de vencer”. En efecto, hizo las 15 novenas sin experimentar ningún alivio; después de la décimasexta alcanzó total curación de su dolencia.


ORACIÓN 

¡Oh madre del santo amor! ¡Oh vida, refugio y esperanza nuestra! Bien sabéis que vuestro divino Hijo Jesucristo, no contento con haberse  hecho perpetuo abogado nuestro cer ca del Padre Eterno, quiso también que fuerais Vos cerea de Él nuestra intercesora, para impetrarnos las misericordias de Dios. Jesús ha determinado que vuestras oraciones nos ayuden a conseguir nuestra eterna salvación, y les ha dado tanta eficacia, que alcanzan cuanto piden. A Vos, pues, acude, esperanza de Jos miserables, este desventurado pecador. Espero, Señora, que por los méritos de Jesucristo y por vuestra intercesión me he de salvar. De Vos lo espero todo, y de tal suerte lo espero, que si mi eterna salvación estuviera en mis manos, la pondría en las vuestras: porque más me fío en vuestra protección y misericordia que en todas mis buenas obras. ¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro, que por todo el mundo derramáis vuestras misericordias, miradme con compasión! Arrancad de mi corazón todos los amores terrenales, para que os ame a Vos sola por toda la eternidad.

-Tres Gloria Patri.


OBSEQUIO: Rezar tres Avemarías tres veces al día para alcanzar la virtud de la pureza. 


-Pídase una gracia particular.



SÁBADO TERCERO

REFLEXIÓN

Amemos a la Virgen del Perpetuo Socorro. ¿No es ella la amada de la Iglesia Católica?

La Iglesia reza y sus oraciones las dirige casi siempre a su esperanza: ¡María! La Iglesia enseña, y sus predicaciones celebran a través de los siglos las grandezas y las misericordias de María. La Iglesia canta, y el alma de sus sagradas poesías, el estribillo de sus inspirados cantares, la vida de sus melodiosos amores es siempre: ¡María! La Iglesia celebra cada año fiestas espléndidas que nos traen ráfagas de cielo y elevan nuestras almas a las regiones de la dicha divina. En medio de esas oleadas de entusiasmo se destaca siempre la imagen adorada de María. Y los hijos de la Iglesia nacen todos con ese mismo instinto de amor a esta Madre queridísima. ¡Los Santos! ¿No fueron todos devotísimos hijos de esta divina Señora? ¿No la invocaron en todas sus necesidades? ¿No atribuyeron a su protección las victorias que alcanzaban del pecado y del infierno? ¿No le decían en éxtasis de piedad que ella era su alma, su vida, su alegría, su esperanza, su amor y  su todo? ¡Los pecadores! Aún no ha muerto, no, en sus corazones el amor de esta Madre de misericordia. En medio de sus extravíos, en la ciénaga  de sus vicios se acuerdan de que tienen en el cielo una Madre, que es Perpetuo Socorro de todos los pecadores. La invocan y salen del abismo de sus culpas; y miradlos cómo vienen a suspender sus rotas cadenas cante el altar de su celestial libertadora y a jurarla fidelidad y amor eterno. Pero entre los nombres que invocan la Iglesia, los santos y los pecadores, ninguno más suave, más conmovedor y más querido que el de Madre del Perpetuo Socorro. Por eso, Madre mía, al oírlo, la humanidad se ha estremecido de júbilo y de esperanza y cayó de hinojos ante tu sagrada imagen. Estoy a tus pies, Madre del Perpetuo Socorro, pero no estoy solo. Parece que veo agrupados en mi derredor los Innumerables devotos que tienes esparcidos por toda la tierra. Celebro hoy tus fiestas y tus novenas, y mi fervor no es más que una gota de ese río de entusiasmo  que en el mundo ha despertado tu Perpetuo Socorro. Te amo yo, Madre mía, con toda mi alma. ¡Si os pudiera amar más. . . como todos los santos. . . como todos los ángeles. . . como el mismo Dios !


EJEMPLO

Um alma desventurada, aunque dotada de fe viva, habíase dejado dominar por el respeto humano y por la falsa vergüenza; creíase obligada a acercarse de cuando en cuando a los Sacramentos, y no tenía valor, por lo demás, de declarar al confesor lo que en su interior pasaba. Llegó la infeliz a forjarse la ilusión de que se calmarían los remordimientos de su conciencia llevando vida, al parecer, piadosa y santa, y comulgando y confesando. con más frecuencia; con todo, los crueles remordimientos se iban enseñoreando de ella cada vez más. ¡Qué días tan tristes y qué noches tan agitadas pasaba! Cierto día que oyó ensalzar la bondad y la misericordia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, se resolvió la desgraciada a hacerle una novena, a fin de alcanzar el valor necesario para confesar sinceramente sus pecados. María Santísima no se hizo mucho de rogar, puesto que, apenas hubo terminado la novena, sintió la pobre pecadora valor bastante para declarar todos sus pecados al confesor. Después de haberse reconciliado con Dios y recibido la santa absolución, comprendió que el demonio le había sobremanera exagerado la dificultad de hacer una buena confesión.


ORACIÓN

¡Oh María, Vos, que con el amor y los beneficios que dispensáis a vuestros siervos les robáis los corazones! robad también mi pobre y miserable corazón, que desea consumirse en vuestro amor. Vos, Madre mía, con vuestra hermosura habéis enamorado el Corazón de Dios y desde el cielo lo habéis atraído a vuestro seno ; ¿podré vivir sin amaros? Yo os diré con vuestro fidelísimo siervo Juan Berchmans, no descansaré hasta haber logrado amar con tierno amor a mi Madre María No me daré punto de reposo hasta no ha-ber eon seguridad alcanzado un tierno y constante amor hacia Vos, Madre mía, que con ternura me habéis amado, aun cuando yo vivía olvidado de Vos. Os amo, Madre mía del Perpetuo Socorro, y quisiera tener un corazón capaz de amaros por todos los desgraciados que no os aman y amaros cada día más hasta que vaya a amaros eternamente en el cielo. Amén.

-Tres Gloria Patri.

 

OBSEQUIO: Rezar tres Avemarías ente una imagen del Perpetuo  Socorro en nuestra casa pidiéndola que la amen todos los miembros de la familia. 


-Pídase la gracia particular. 



SÁBADO CUARTO

RÉFLEXION  

Amemos a la Virgen del Perpetuo  Socorro. ¡Es nuestra Madre!  

María, Madre de Jesucristo, es también Madre mía, es doctrina universal de la Iglesia católica. De labios del mismo Dios moribundo lo aprendí: moría El... ¡Todo me lo había dado, su vida, su doctrina, su cuerpo, su sangre, encerrados en la divina Eucaristía! ¡Sólo le quedaba su Madre! Me miró amorosísimo y oí que decía: ¡He  ahí tu hijo! ¡He ahí tu Madre!... Aquel hijo era yo . .. . aquella Madre eres tú, ¡María! ¡María es mi Madre! Y no hay madre en el mundo que así ame a su hijo como María me ama a mí. ¿Qué digo? Juntemos en su corazón los amores de todas las madres, de todos los hijos, de todos los santos... ¡Sombras nada más al lado del corazón de mi Madre celestial! Por eso debiéramos tener los hombres un corazón muy pequeño para amar las criaturas, tan ruines, tan egoístas, tan tornadizas... y otro, grande como el mar, inmenso como el cielo, infinito como Dios, para amar a esta Madre, Reina de todas las madres. ¡María es mi Madre !... Nunca me sentí más hijo tuyo, Virgen del Perpetuo Socorro, que cuando contemplé tu santa imagen. ¡Qué mirada la tuya tan honda, tan tierna, tan compasiva! Llevas en tus brazos al Niño Dios. Él se abalanza aferrado a tus manos. Y, sin embargo, no le miras a Él; me miras a mí, al hijo culpable de la pasión de tu Hijo, el  santo. Pero tu mirada me atrae a tus plantas me arrojo; abrázame a mí, como abrazas a tu Hijo, Jesús. . . Entonces será completo el grupo: la Madre y los dos hijos. Entonces serás de verdad Madre del Perpetuo Socorro.  


EJEMPLO

Cayó gravemente enferma la piadosa doña Margarita, Archiduquesa de Austria. Agravóse en tales términos la enfermedad,  que los médicos temían un fatal desenlaee. ¡Que la muerte no se detiene ni ante la lozanía de la juventud, ni ante la corona de los reyes! Toda la imperial familia empezó una novena a nuestra Virgen del Perpetuo Socorro. Y la enfermedad retiró sus garras crueles, y la piadosa Archiduquesa volvió a gozar de la vida para servicio y amor de su Médica Celestial. No fué ingrata la augusta enferma. Mandô a un artista fundir un corazón de oro, engarzó en él las joyas más preciosas, y una tarde, rodeada de la imperial familia, fuó a . suspenderlo ante el cuadro milagroso de la Virgen del Perpetuo Socorro. ¿Ante quién lo tenemos suspendido nosotros? ¿una vil criatura? ¡Y olvidamos a nuestra Madre del cielo! 


ORACIÓN

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro,  Reina de los ángeles y de todos los santos! yo renuncio al mundo y al demonio y os reconozco y elijo por mi Soberana, por mi Madre y por mi Abogada para con vuestro Hijo muy amado, Cristo Jesús. i Oh Madre del Perpetuo Socorro! yo os ofrezco y consagro todo mi ser; después de Dios y de Jesucristo, Vas seréis siempre el primer objeto de mi veneración, de mi amor y confianza. Me propongo tributaros todos los días los obsequios que pueda, celebrar devotamente vuestras fiestas, promover el culto que os es debido e  imitar vuestras virtudes, particular mente vuestra pureza y humildad. Dignaos, Virgen Santísima, abrir vuestro Corazón y recibirme en él como a uno de vuestros hijos y fieles siervos. Alcanzadme la gracia de amaros como Vos amásteis a  vuestro Santísimo Hijo Jesucristo, para que a los dos eternamente os ame en la gloria. Amén.

-Tres Gloria Patri.


OBSEQUIO: Oír Misa y si no se puede ir a la iglesia, unirse desde casa, al Santo Sacrificio.


-Pídase una gracia particular.

 


SÁBADO QUINTO

REFLEXIÓN

Amemos a la Virgen del Perpetuo Socorro. ¡Es tan hermosa!

Escribe el devoto Padre Nieremberg: No ha criado Dios ni criará  a persona humana ni otra pura  criatura más compuesta, más modesta, ni más hermosa que María, cuya majestad y honestísima belleza de rostro tenían suspensos, y como si estuvieran en la gloria, a los  que la miraban, como de sí confiesa San Dionisio Areopagita, el cual, luego que San Juan Evangelista le puso en la presencia de María, quedó tan atónito de un gozo divino que le bañó alma y cuerpo, que  dice con juramento que, si la•fe no le dijera Io contrario, creyera que había entrado en la gloria del cielo empíreo y que María era Dios. Y ahora en la gloria, ¿cuál será la belleza y majestad de esta Reina de los cielos? Dice un doctor: Si todas las arenas del mar, todas las yerbas de la tierra, todos los átomos del sol, todas las estrellas del cielo se convirtieran en otros tantos  soles, en ninguna manera pudieran todos juntos llegar a la claridad de la Virgen María.  ¿Quién ha Pintado el cuadro original de la Virgen del Perpetuo Socorro? ¿Sería el evangelista San Lucas, como afirman algunos historiadores? La verdad quedará quizá siempre envuelta en las sombras de la duda. Lo cierto es que el pincel del más inspirado artista jamás podrá darnos una ligera idea de la belleza sobrenatural de María. Hay, sin embargo, en el cuadro de la Virgen del Perpetuo Socorro, algo de misterioso y de divino, que cautiva los ojos de cuantos le contemplan. Cuando por vez primera la vió Pío IX exclamó arrebatado  de admiración: “¡Oh, qué hermosa es, qué hermosa es!” Y en brazos de misioneros y de almas fervorosísimas, este cuadro milagroso ha recorrido el mundo y se halla expuesto a la veneración de casi todos los fieles cristianos; y todos en su presencia han repetido el mismo  grito de entusiasmo y amor: i Oh, qué hermosa es . . . ¡Qué hermosa es! . . . ¿Tú sólo, corazón mío, permanecerás indiferente y duro?

  

EJEMPLO

En un pueblo de la provincia de Alava vivía un caballero que sólo dos veces se había confesado en su vida. Durante 25 años no había puesto el pie en la iglesia. Cada vez que se le hablaba de Religión, Misa, Sacramentos, respondía con soeces blasfemias; de suerte que, para no oírle blasfemar, no le hablaban más de Religión. Cuando llegaron al pueblo los celosos misioneros, le exhortaron los de casa a asistir a los sermones él se desató en blasfemias y maldiciones contra los Padres, hablando como un verdadero condenado. Los misioneros, al conocer las disposiciones del impío, le enviaron una medalla de. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, aceptó, sin saberse porqué, y la suspendió a la cadena del reloj. No bien se había pasado aquella noche y venido la mañana siguiente, llamó a un Padre para confesarse, y sin embargo no había asistido  a ningún sermón; nadie le había dicho  una palabra tocante a la confesión. Al llegar el Padre le encontró con el catecismo en la mano aprendiendo los misterios y el  acto de contrición que tenía olvidado. Se  confesó llorando, como un niño, y al ir a comulgar derramaba tan tiernas lágrimas, que conmovió a todos los circunstantes. Después de su conversión sólo quería hablar de Dios y de la Virgen, a la cual profesó desde aquel día una tiernísima devoción.


ORACIÓN

¡Oh gran Madre de Dios y Madre mía, María! Es verdad que yo no soy digno de pronunciar vuestro  nombre; pero Vos, que me amáis tanto y con tanto afán deseáis mi salvación, me habéis de dar licencia  para que pueda, aun con mi impura  lengua, invoca? siempre, en mi socorro vuestro santísimo y poderosísimo nombre, porque ha de ser mi sostén durante la vida y mi salvación en la hora de la muerte. ¡Oh Virgen purísima! ¡Oh Madre dulcísima! ¡Oh  María! Haced que vuestro nombre sea de hoy en adelante la aspiración de mi alma. Señora, siempre  que os llame en mi socorro, no tardéis en ayudarme. En todas las tentaciones que me han de combatir  en todas las necesidades que he de experimentar, siempre os llamaré en mi ayuda, repitiendo sin cesar ¡María, María! Así espero hacerlo en la vida y particularmente en la hora de la muerte, para poder ir  después al cielo a alabar eternamente vuestro amadísimo nombre, ¡Oh clementísima, oh piadosa oh dulce Virgen María! ¡Oh amabilísima María! Amén. 

-Tres Gloria Patri.


OBSEQUIO: Rezar tres Padrenuestros y tres Avemarías por el pecador que menos ame a María.


-Pídase una gracia particular.



SÁBADO SEXTO

REFLEXIÓN

Amemos a la Virgen del Perpetuo Socorro. ¡Es tan buena!

Entre los títulos que la Madre de Dios ha escogido para manifestar su bondad para con los hombres, ¿habrá alguno más expresivo, conmovedor y delicado que el de la Madre del Perpetuo Socorro? Sus labios virginales lo pronunciaron por vez primera, cuando apareciéndose a una niña inocente le dijo: Dí a tu madre que soy la Madre del Perpetuo Socorro. María es tan buena que nos socorre desde la cuna hasta el sepulcro. El niño que llora en la cuna y al dar, huérfano, los primeros pasos  en el camino de la vida; el joven que siente en sus venas el primer hervir de locas concupiscencias; la doncella que ve marchitas y desvanecidas por el hielo de los desengaños sus bellas ilusiones; la madre que gime en medio del hogar deshecho por el vicio o por la muerte; el padre que busca en vano el pan y la felicidad para su familia; el anciano que se inclina al borde del sepulcro y tiembla ante los juicios de  Dios; todas las edades caen de rodillas ante la Madre del Perpetuo  Socorro, porque saben que sólo allí se encuentra la esperanza y el consuelo. María es tan buena, que no hay dolor de cuerpo ni agonía de alma que no pueda y quiera aliviar. Los hambrientos, le piden el pan de cada día; los ciegos, la luz de los ojos, los paralíticos, el movimiento de los miembros; los agonizantes, la buena y santa muerte; y ante las tumbas caen de rodillas los vivos pidiendo para los que se fueron, el • cielo, y para los que quedan huérfanos y desconsolados, el amparo y el consuelo de su maternal socorro. Pero cuando de un modo especial extiende María sobre nosotros el manto de su perpetuo socorro, es cuando nuestra alma peligra y corre riesgo de perderse para siempre ; cuando la fe se eclipsa y la esperanza se desvanece y la caridad se apaga, y el odio y la impureza y la  soberbia nos acometen por todas  partes y nos hallamos ya a las puertas del infierno. Abramos entonces nuestros labios; gritemos con fervor del alma: ¡Madre mía sálvame, Virgen del Perpetuo Socorro, socórreme! Y la paz, la virtud y la  gracia de Dios triunfarán de nuevo en nuestro corazón.


EJEMPLO

Un pobre cantero pero obrero cristiano, que sabía economizar y rezar, había juntado algunos ahorros labrando la piedra. Casóse con una joven humilde, pero piadosa, y dióles la Providencia siete hijos, sanos y de buenas inclinaciones. Pero murió la mujer, faltó el trabajo, y el pobre obrero se resolvió a volver a su país natal. Al pasar por Madrid se vio en la dura necesidad de mendigar a las puertas de un convento. ¡No tenía absolutamente nada! Acababa de empeñar el mantón de la querida difunta. No le quedaba más. Animóle el Religioso a que confiara en la Virgen del Perpetuo Socorro. Contestóle él: Padre mío, yo tengo fe y espero en Dios. Ahora juntaré a mis hijos y ante la Virgen del Perpetuo Socorro rezaremos el Rosario y esperaremos la contestación del cielo. En aquel instante entró una señora rica y le dió un billete de 100 pesetas. El obrero se echó a. llorar. Aquellas lágrimas brotaban de un corazón que sabía rezar, esperar y amar.  


ORACIÓN

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro, que estáis sentada sobre todos los coros de los ángeles en el trono más inmediato al trono de Dios! Yo desdichado pecador, os saludo desde este valle de miserias, y os ruego que volváis hacia mí esos vuestros ojos misericordiosos, que colman de gracias a cuantos miran.   Ved, ¡oh María!, en cuántos peligros me veo y me veré mientras viva en este mundo, de perder el alma, el cielo y a Dios. En vos, Señora, he puesto todas mis esperanzas. Os amo, suspiro por la dicha de ir pronto a veros y alabaros en la gloria. ¡Oh María! ¿cuándo llegará el día en que salvo y seguro, me vea a vuestros pies santísimos, contemplando en vos a la Madre de mi Señor y, Madre también mía, que con tan generosa solicitud ha cuidado de mi salvación? ¿Cuándo besaré esas manos bienhechoras que tantas veces me sacaron de las fauces del infierno y me prodigaron tantas gracias precisamente cuando por mis pecados merecía ser odiado y abandonado de todos? Señora, durante mi vida no os he amado cuanto vos merecéis, pero si con vuestra ayuda voy al cielo, allí os amaré por todos los siglos de los siglos. Amén. 

-Tres Gloria Patri.


OBSEQUIO: Hacer un acto de amor a María cada vez que oigamos las campanas. de la iglesia o del reloj.


-Pídase una gracia particular.



SÁBADO SÉPTIMO

REFLEXIÓN

Amemos a la Virgen del Perpetuo Socorro y por amor seamos sus fieles servidores

¿Amamos a la Virgen del Perpetuo Socorro? Invoquémosla, sobre todo para que nos saque del pecado, si en él vivimos caídos y muertos. Fervorosamente debemos pedir que nos resolvamos a salir de la culpa, a romper con las ocasiones de pecar, a hacer una confesión humilde, sincera, para empezar una vida cristiana de piedad y de amor. ¿Amamos a la Virgen del Perpetuo Socorro? Acordémonos frecuentemente de ella durante el día y repitamos la salutación angélica, tan grata a su maternal corazón. Dijo una vez santa Matilde a la Virgen: ¡Oh Reina del cielo, si yo os pudiera saludar con tal salutación  que jamás corazón humano pudiese imaginarla mejor, lo hiciera de muy buena gana! Apareciósele luego la Virgen gloriosa trayendo en el pecho escrito con letras de oro el Ave María y le dijo: "Esta es la salutación más grata a mis oídos." San Alfonso María de Ligorio la tenía constantemente en los labios y decía: "¡Benditas acciones las que están encerradas entre dos Avemarías!" ¿Amamos a la Virgen del Perpetuo Socorro? Imitemos sus admirables virtudes según la medida de nuestras débiles fuerzas; la fe que resplandece en la estrella que brilla en su frente; el amor de Dios con que toma su Niño divino y lo aprieta contra su corazón; el amor a los hombres pecadores que se vislumbra en la dulzura de su mirada; la devoción a la pasión de Cristo, que nos recuerdan los dos ángeles portadores de los sagrados instrumentos, la pureza virginal que predican la modestia de sus vestidos y el velo con que cubre su cabeza augusta. Amamos a la Virgen del Perpetuo Socorro? Que siempre sea nuestro amor firme y constante. . ¿Es así tu amor, alma mía? En una novena, en ejercicios espirituales, prometiste a la Virgen algunas prácticas de devoción. . . ¿Has sido fiel a ellas? ¿No las has dejado muchas veces por pereza o por vanas complacencias con el mundo ? . . .  Llora y promete la enmienda.


EJEMPLO 

Los médicos no hallaban medio para devolver la vista a una doncella. Estaba ciega, y como último recurso los especialistas la enviaron a un asilo, donde no experimentó mejoría alguna. Sin esperanza en lo humano, se arrojó en manos de su querida Virgen del Perpetuo Socorro. Sin dudar del poder y bondad de María, mandó que la llevasen ante el milagroso cuadro de su Madre, que había curado a un hermano suyo. Se arrodilló con la más entera confianza, y durante su oración, de sus ojos se disipó una como nubecilla densa y al mismo tiempo vió una brillantísima luz alrededor del cuadro, como si cayera del cielo una nube de estrellas. La cieguecita quedó completamente curada. Así recompensa la Virgen a sus fieles servidores.


ORACIÓN

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Concédeme la gracia de que siempre invoque vuestro poderosísimo nombre, ya que este nombre es auxilio de los fieles en esta vida y defensa de los que se hallan en el trance de la muerte. ¡Oh María, Madre dulcísima! Haced que vuestro nombre sea de hoy en adelante el sostén de mi vida. ¡Señora!, no tardéis en socorrerme siempre que os llame; yo, por mi parte, propongo, en todas les tentaciones que me combaten, y en todas las necesidades que experimente, no dejar de invocaros, diciendo y repitiendo siempre: ¡María, María, Madre mía! . . . ¡Oh qué consuelo, qué dulzura, qué confianza, qué ternura no siente mi alma con sólo repetir vuestro nombre y pensar en Vos! Bendigo al Señor, que os ha dado para mi bien ese nombre tan dulce, tan amable y tan poderoso. Pero no me contento con nombraros simplemente, os quiero nombrar por amor, quiero que el amor me mueva a deciros siempre: ¡María, Madre mía, os amo y os quiero amar siempre, en la tierra y en el cielo! Amén. 

-Tres Gloria Patri.


OBSEQUIO: Procurar que amigos y parientes recen el Rosario en familia.


-Pídase una gracia particular.



SÁBADO OCTAVO

REFLEXIÓN

Amemos a la Virgen del Perpetuo Socorro y por amor compadezcámosla

Los instrumentos crueles de la Pasión, que los ángeles presentan a Jesús y a María, nos revelan que este cuadro misterioso es la expresión más tierna y delicada de aquella Virgen que ha podido ser llamada con verdad Madre de los Dolores. ¡Medre de los Dolores lleva al Niño Dios en su seno, lo contempla en el pesebre de Belén, lo aprieta contra su corazón, lo acompaña durante su vida entera. . . Y siempre una visión terrible se alza  ante los ojos de su espíritu: la lanza, los clavos, la cruz!. . . ¡Madre del Perpetuo Socorro! ¡Madre de los Dolores! Siempre que te contemplo en tu devota imagen y veo tu mirar tan triste y doloroso, tan lleno de penas y de angustias,

paréceme que me dicen aquellas palabras que un profeta repetía sobre las ruinas de Jerusalén: "Oh, vosotros, cuantos pasáis por el camino de la vida, deteneos y mirad si hay dolor como mi dolor y amarguras como las amarguras mías." Cuenta San Alfonso que un gran pecador postróse a las plantas de la Virgen y le llamaba a boca llena "Madre de misericordia” Y la divina Señora, que en tal corazón no veía el propósito de la enmienda,  le dijo: "Vosotros, pecadores, me llamáis madre de misericordia, 2 mes luego, con vuestra conducta, me hacéis madre de los dolores"... ¿No merecíamos quizás nosotros algunas veces la misma maternal reprensión?


EJEMPLO

En tierras de Levante vivía un rico muy conocido y querido. Bondadoso y limosnero lo era mucho, y después de Sli muerte  labios agradecidos han hablado, publicando caridades exquisitas que permanecían  ocultas. Era muy devoto de Jesús Sacramentado  y de la Virgen del Perpetuo Socorro. Tenía oratorio en casa, y allí se pasaba largas horas con su Madre del cielo. Había que verle cuando llegaba la novena del Perpetuo Socorro. El decoró espléndidamente su altar, él contribuyó con larga mano al  adorno de la Capilla, él prodigaba los cientos de bombillas eléctricas que tapizaban  el retablo y para la Virgen eran todas las  flores de sus jardines. Aún recuerdan el lugar que todos le dejaban en la novena para oír el sermón. Parece que aún está allí contemplando a su Madre del cielo y animando a todos a que la amen. Era feliz,  pero. . . la dicha cumplida, sólo está en la otra vida. Entró la muerte en casa y él  mismo cayó en el lecho, enfermo. Los médicos afirmaban que no tenía él mal ninguna importancia; pero él decía: “Me muero”. Y llamó al sacerdote hizo una larga confesión general. Quedó contentísimo y tranquilo. . . A los pocos momentos se agravó el mal, empezó a delirar y a las  pocas horas la Virgen del Perpetuo Socorro se lo llevó al cielo.


ORACIÓN

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro, la más augusta y sublime de todas las criaturas! Desde este valle de lágrimas os saluda humildemente un infeliz pecador que se ha revelado contra Dios y que más que gracias merece castigos, y en lugar de las dulzuras de la misericordia los rigores de la justicia. Señora, no por eso quiero desconfiar de vuestra bondad. Bien sé que os gloriáis  de ser tanto más benigna y compasiva cuanto os véis más exaltada.  No ignoro que cuanto más desvalidos son los que a Vos acuden, más empeño tenéis en protegerlos y salverlos. ¡Oh Madre mía! Acordaos de las lágrimas que habéis derramado un día al ver a vuestro Hijo muerto por mi amor. Ofreced, os ruego, vuestras lágrimas a Dios, para que   por ellas me conceda el Señor verdadero dolor de mis pecados. Mucho os • atormentaron entonces los pecadores, y mucho os afligí yo también con mis crímenes. Pues bien, obtenedme la gracia de que a lo menos de hoy en adelante no prosiga afligiéndoos a Vos y a vuestro Hijo con mis ingratitudes. He aquí, Madre mía, las dos gracias que os pido: ser en adelante fiel a Jesucristo y amaros a Vos con todo mi corazón. Amén. Así lo espero, así sea.

-Tres Gloria Patri.


OBSEQUIO: Haz tres veces al día un acto de dolor de tus pecados.  


-Pídase una gracia particular.



SÁBADO NOVENO

REFLEXIÓN 

Amemos a la Virgen del Perpetuo Socorro y por amor propaguemos su devoción.

Propagar la devoción de la Virgen del Perpetuo Socorro, ¿no es ésta la voluntad de Dios? Pío IX, al entregar este cuadro milagroso al P. Maurón, Superior General de los Padres Redentoristas, le dijo: "Haced que la conozca todo el mundo"  ¿No nos dice Jesucristo lo mismo en el fondo del corazón ?

Pensemos y meditemos además que en ello va la salvación de muchas almas y nuestra propia salvación. Nosotros vemos que el mundo arde en llamas de concupiscencias devoradoras; que allí se consumen y bajan al infierno día y noche miles de almas, parientes, amigos, conocidos. . .  sabemos que si esas almas conocieran a la Virgen y la invocaran, se podrían salvar. Pero para ello tendríamos quizá que gastar algún dinero, hacer algún sacrificio, imponernos alguna mortificación… ¡y nos cuesta tanto! Sabemos, además, que ninguna otra cosa asegura más nuestra propia salvación que trabajar con celo y amor en la  salvación de los demás, ¡y ni esta consideración es capaz de arrancarnos de nuestro letargo fatal! . . . Y así se pasa la vida. . itan inútilmente! Y así entramos en la  enfermedad llorando y recelosos.¡ ¡horrible despertar! Alza, alma perezosa, alza tus ojos y mira como la Virgen del Perpetuo Socorro tiene ya templos y adoradores en casi toda la redondez de la tierra. Hace poco más de cincuenta años yacía sepultada entre sombras y ruinas, hoy brilla como sol glorioso en el cielo de la Iglesia. Ayer estaba escondida en el rincón de una sacristía; hoy apenas  hay pueblo cristiano que no haya levantado un altar y que no rece a sus plantas invocando fervoroso su  perpetuo socorro. Y es que por todas partes propagaron su devoción incansables misioneros, fervorosos sacerdotes y almas devotísimas enamoradas de esta devoción. Y tú, alma mía, ¿qué has hecho por la Virgen? Hablas de ella? ¿Colocas su imagen en alguna parte? ¿ Das alguna limosna para su culto ? Si poco o nada haces por ella,  cómo te atreves a decir que la  amas ?


EJEMPLO

Una madre con siete hijos estaba tan grave, que los médicos dijeron que todo estaba perdido, y, por lo tanto, la muerte  era inminente. Una amiga de la enferma preguntó a los facultativos si no había esperanzas de salvación para la enferma. Ninguna le respondieron. Si se salvase sería un milagro. La amiga se fué a la cabecera de la  enferma y puso a su lado una estampa  de la Santísima Virgen del Perpetuo Socorro, y suplicó a esta Señora devolviese la salud a su amiga, y la enferma recobró el conocimiento que había perdido. Encomiéndate ahora, le dijo su amiga, a la Virgen Santísima; mira donde te la he puesto, y toma una miniatura: verás cómo te pones buena. La tomó con tal fervor, que el peligro desapareció. Si se ha de creer en los milagros — dijo entonces el médico, — éste ha sido uno. Si queremos ser favorecidos por la Virgen del Perpetuo Socorro propaguemos,   siempre que podamos, su devoción.

 

CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! permitid que me consagre para siempre a vuestro amor y servicio. ¡Oh María! ya que para darme ánimo y confianza habéis querido llamaros Madre del Perpetuo Socorro, yo, indigno siervo vuestro, postrado ante vuestro trono, de nuevo os consagro mi entendimiento para conoceros, mi voluntad para complaceros, mi corazón para amaros y mi lengua para ensalzaros. A vuestro amor maternal entrego mi persona y todas mis cosas. Disponed de mí y de todo lo mío como os agradare. Oh Madre mía, dignaos aceptar esta mi ofrenda y no permitáis que jamás me aparte de Vos; ayudadme en toda necesidad y en todo peligro, día por día, sin cesar y especialmente en los últimos momentos de mi vida, a fin de que, salvado por Vuestro socorro perpetuo, pueda perpetuamente amaros, alabaros y daros gracias en la patria bienaventurada.  


JACULATORIA. ¡Madre del Perpetuo Socorro, rogad por mí! ¡Protector mío San Alfonso, haced que en todas mis necesidades recurra a María!

-Tres Gloria Patri.


Alma cristiana, ¿Amas ahora a la Virgen del Perpetuo Socorro más que antes? ¿Te acuerdas más de ella? ¿La invocas con más fervor? Pídela siempre las gracias espirituales y temporales que necesites para tu salvación y confía en su perpetuo socorro, que, aunque te parezca que nada consigues, confía que no te levantas de sus pies sin alcanzar alguna gracia especial. Y ahora, con todo el amor de tu alma, díle por última vez: Yo os amo…

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