viernes, 27 de septiembre de 2024

NUEVE SÁBADOS A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 


LOS NUEVE SÁBADOS EN HONOR DE

NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO


POR EL R. P. JOAQUÍN ESPRIT

REDENTORISTA


MADRID

EL PERPETUO SOCORRO

Manvel Silvela, 14 

Año de 1935


AL LECTOR

Puede decirse con fundamento que desde los tiempos apostólicos la Iglesia Católica ha dedicado el Sábado de la semana para ofrecer particulares cultos de amor y devoción a la Santísima Virgen María, para conmemorar aquel Sábado tristísimo pasado por la Madre de Dios en amarguísima soledad, mientras su divino Hijo Jesús, nuestro Redentor, se hallaba encerrado en el sepulcro. El evangelista San Juan y la Magdalena, con algunas piadosas mujeres y devotos discípulos, dieron comienzo entonces al culto de los Sábados en honor de la divina Madre, y el pueblo cristiano, imitando tal ejemplo, siguió tributando a su Madre y Reina homenajes de amor y devoción ese mismo día con actos privados o públicos, como el ayuno, la misa y el oficio del Sábado, los cultos del ejercicio llamado sabatino, o simplemente la Sabatina, la continuación de esos cultos por Nueve Sábados consecutivos en unión de los nueve coros angélicos, o su prolongación hasta Doce Sábados en conmemoración de las doce estrellas o principales prerrogativas marianas, etc., etc. 


Otros días de la semana fueron también veces dedicados a alguna advocación particular de la Santísima Virgen, y así en Constantinopla la famosísima Hodiguitria era venerada especialmente los Martes, por celebrarse su principal fiesta el Martes de Pentecostés, y como no falta quien considera a la imagen del Perpetuo Socorro como sucesora y heredera de las glorias y grandezas de la Hodiguitria, también en honor de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro muchos de sus devotos ofrecen particulares actos de devoción los Martes de cada semana, y hasta en algunos puntos se halla establecido el ejercicio de los Nueves Martes en honor de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Los Archicofrades del Perpetuo Socorro suelen celebrar sus cultos el tercer Domingo de cada mes, por caer ordinariamente la fiesta del Perpetuo Socorro el tercer Domingo de junio y ser más fáciles en día de fiesta las reuniones de los Socios. De ahí han surgido también los siete o nueve Domingos del Perpetuo Socorro. Pero aun para la Madre del Perpetuo Socorro la autoridad soberana del Vicario de Cristo ha realzado y distinguido el culto de los Nueve Sábados en su honor con muy singulares gracias y favores, según puede verse en el magnífico documento que traducimos y a continuación transcribimos. Propagar, fomentar y facilitar el devoto ejercicio de los Nueve Sábados en honor de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es el objeto del presente opusculito. Claro es que cualquier Novena, de las muchas que ya se han publicado en honor de la Virgen del Perpetuo Socorro, puede utilizarse para hacer los Nueve Sábados, así como de igual manera también nuestros Nueve Sábados pueden servir para una simple Novena en honor del Perpetuo Socorro. Nuestra obrita más amplia titulada Nuevo mes de María sobre las excelencias de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro puede prestar copiosa materia para diferentes series de variadas Novenas o diversos Novenarios Sabatinos.


Todo sea para gloria de Dios y mayor amor a María Santísima, bajo la suprema autoridad de la Iglesia Católica.



LETRAS APOSTÓLICAS DE S. S. PIO XI

PARA PERPETUA MEMORIA

El Superior General de la Congregación del Santísimo Redentor nos ruega humildemente que tengamos a bien enriquecer con algunas gracias espirituales las preces que por espacio de Nueve Sábados se hacen en honor de la Bienaventurada Virgen María del Perpetuo Socorro, en las iglesias en que se halla expuesta la imagen de la Madre de Dios, semejante a la que se venera en la iglesia de San Alfonso sobre el Monte Esquilino de la ciudad de Roma. A cuyas súplicas Nos, oído el parecer de nuestro amado hijo el Eminentísimo Cardenal Penitenciario Mayor de la Iglesia Romana, juzgamos oportuno acceder gustosa y liberalmente, atentos siempre con piadosa caridad al aumento de la religiosa devoción de los fieles cristianos, y a procurar el saludable provecho de las almas por medio de los tesoros celestiales de la Iglesia. Por lo cual, confiados en la misericordia de Dios y en la autoridad de los Apóstoles Pedro y Pablo, concedemos misericordiosamente en el Señor a todos y a cada uno de los fieles cristianos de ambos sexos, que verdaderamente contritos y confesados y recibiendo la Sagrada Comunión, asistieren devotamente a las predichas preces y oraren en tal ocasión por las intenciones del Soberano. Pontífice, QUE PUEDAN GANAR CUANDO HICIEREN ESTO Y EN CADA UNO DE LOS SABADOS A SU LIBRE VOLUNTAD INDULGENCIA PLENARIA Y REMISIÓN DE TODOS SUS PECADOS. Y a todos los fieles que por lo menos con contrición de corazón asistieren a dichas preces, otorgamos benignamente para cada uno de los nueve mencionados Sábados indulgencia de siete años y siete cuarentenas en la forma costumbrada por la Iglesia. Sin que obste cualquier cosa en contrario, y debiendo ser valederas las presentes Letras perpetuamente en lo futuro. Y queremos también que a las copias de las presentes Letras, aun impresas, estando suscritas por la firma de algún notario público y autorizadas con el sello de alguna persona constituída en dignidad u oficio eclesiásticos, se les dé la misma fe que habría de prestarse a estas presentes Letras si fueren exhibidas y mostradas.-Dado en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 16 de Febrero del año 1928, séptimo de Nuestro Pontificado.-Pedro Cardenal Gasparri, Secretario de Estado.



Actos preparatorios que han de repetirse cada Sábado:


Por la señal... etc.


ACTO DE CONTRICIÓN Y OFRECIMIENTO

Oh Dios y Redentor nuestro Jesucristo, a quien contemplamos en los brazos de nuestra Madre del Perpetuo Socorro, como en un trono de bondad y de misericordia, llena el alma de dulce confianza nos postramos a vuestros pies, para pediros favor y gracia en nuestras necesidades y miserias. Bien sabemos, Oh Dios y Señor nuestro, que a causa de nuestros innumerables y gravísimos pecados, ni merecemos siquiera que volváis hacia nosotros los ojos de vuestra piedad y clemencia; pero nos anima el contemplaros cual tierno niño en los brazos de vuestra Santísima Madre, y con los ojos vueltos hacia la cruz, que el arcángel San Gabriel os presenta, como si quisierais recordarnos que al morir sobre el Calvario por nuestras culpas, desde esa misma cruz le dijisteis a vuestra Madre Santísima que nos aceptara por sus hijos, y a nosotros todos en la persona del Discípulo Amado nos mandasteis que la tomáramos por Madre. Confiados, pues, en tanta benignidad vuestra, y con el corazón arrepentido, contrito y humillado, acudimos a Vos, oh Señor, en demanda de piedad, gracia y misericordia, poniendo por intercesora y medianera a esa vuestra misma Madre y nuestra, a la que durante nueve Sábados queremos honrar e invocar con la dulcísima y tiernísima advocación de Madre del Perpetuo Socorro. Oh Madre del Perpetuo Socorro, Madre de Dios y Madre nuestra, vednos a vuestras plantas, como ante trono de piedad y de bondades, para pediros gracia y favor en nuestras necesidades y miserias, y para más obligaros a escuchar nuestras súplicas, queremos por espacio de Nueve Sábados invocaros con el admirable título de Madre del Perpetuo Socorro, que expresa maravillosamente los motivos todos de nuestra confianza y de vuestras grandezas oíd nuestros ruegos y otorgadnos las gracias que particularmente os pedimos. Así sea.


SÁBADO PRIMERO


LA VIRGEN DEL PERPETUO

SOCORRO Y LOS DESTINOS DE MARÍA SANTÍSIMA 


HISTORIA 

Los orígenes del cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro son absolutamente desconocidos, y los principios de su historia se hallan gloriosamente circundados por el misterio de los tiempos. La tradición admite que el evangelista San Lucas sacó en pintura algún retrato de María Santísima, y hasta se dice que la misma celestial Señora contempló aquella su propia imagen y la bendijo diciendo: Mi gracia acompañará a esta imagen por todas partes. Hay quien opina que la imagen del Perpetuo Socorro, originaria de Oriente, es por lo menos la reproducción más exacta y perfeccionada del retrato de la Madre de Dios pintado por San Lucas y la heredera de la gracia y bendición prometidas a su imagen por María, como parece cumplirse perfectamente por dondequiera que pasa la Madre del Perpetuo Socorro. Las primeras noticias ciertas sobre esta santa imagen nos dicen que era muy honrada y venerada en la isla oriental de Creta o Candía, donde se había hecho célebre por sus milagros, sin que sepamos cosa alguna sobre su autor, ni cuándo ni cómo ni por quién pudo ser llevada a esa isla, donde el cristianismo se estableció desde sus principios, ya que el primer obispo fué San Tito, discípulo de San Pablo, nombrado obispo de Creta por el mismo Apóstol de las gentes.


CONSIDERACIÓN 

La obscuridad que envuelve los orígenes de la Imagen del Perpetuo Socorro puede darnos pie para muy devotas reflexiones sobre los misteriosos destinos que desde la eternidad señaló la Santísima Trinidad a María. Prevista por Dios la caída de la Humanidad en el pecado original, y decretada la admirable obra de la Redención por medio de la Encarnación, Pasión y Muerte del Hijo de Dios, también fué señalada y escogida desde la eternidad la humana criatura que había de ser la madre natural del Verbo encarnado, es decir, María Santísima, la cual desde aquel punto, en todas las obras divinas encaminadas a la salvación del mundo, parece quedar envuelta en la misteriosa aureola de la personalidad del Hijo, figurando siempre inseparablemente unidos el Verbo Divino y la que en la tierra había de ser su Madre. Juntos se nos muestran en la mente divina, el Verbo, Sabiduría infinita y María como trono de la Sabiduría; juntos aparecen en la creación el Verbo cual Creador y María como prototipo de las perfecciones del universo; juntos se manifiestan siempre en los libros de la Revelación y en las Profecías, representados el Hijo y la Madre con símbolos y figuras tan misteriosos como expresivos. Por todas partes se descifra inscrita aquella palabra del Evangelio: Encontraron al Niño con su Madre María. Y al hablarse de Jesucristo como de sol de justicia que ha de surgir por el Oriente como Salvador del género humano, colócase a María cuál Aurora precursora que anuncia su venida o como Puerta oriental que ha de abrirse para darle paso. ¿Y no parece recordar estos arcanos la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro con su misteriosa y súbita aparición por el Oriente, dejándose ver de medio cuerpo en el dorado campo de su cuadro como visión maravillosa del cielo, llevando en sus brazos al Dios encarnado y acompañada de espíritus celestiales que sostienen en sus manos los instrumentos de la Redención?


(Medítese unos instantes lo que se acaba de leer y pida a cada cual las gracias particulares que desee alcanzar.)


EJEMPLO

UN FAVOR DE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO EN LA ISLA DE CRETA - CANDIA

Cuando en la segunda mitad del siglo XIX se manifestó al mundo el cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, las regiones orientales de donde ella procedía fueron de las más entusiastas por su culto. Los Misioneros Capuchinos propagaron su devoción por Grecia, y uno de ellos, Monseñor Cannavo, obispo de Candia en la isla de Creta, quiso que nuestra Virgen había sido su mansión antigua, y en 1877 tomara otra vez posesión de aquella isla que determinó consagrarle su diócesis, erigirle altares en varios lugares de ella, y especialmente dedicarle en su catedral una capilla, que con ese objeto se proponía levantar de nueva planta. Mas para ello érale preciso adquirir un terreno contiguo a la catedral, y aquí surgió una dificultad al parecer invencible, pues el terreno pertenecía a un judío, que por ningún precio consentía en venderlo para tales fines. El Prelado confió el negocio a la Virgen del Perpetuo Socorro, comenzando en su honor una novena para que ella misma velara por su gloria moviendo el corazón del israelita. Era esto a principios de octubre; y he aquí que el 15 del mismo mes el judío en persona se presenta ante el Prelado y con gran estupefacción de éste le ofrece, no la venta, sino la cesión completamente gratuita del codiciado terreno; tal generosidad se consideró por todos como un extraordinario prodigio.


ORACIÓN 

Oh Madre del Perpetuo Socorro, Vos habéis aparecido en el mundo como Aurora resplandeciente anunciadora de la venida del Sol de justicia, Jesucristo; Vos sois la Mujer escogida y bendita en la que el Dios Redentor asentó su trono de misericordias y depositó la plenitud de todas sus gracias. Por eso os llamó el ángel llena de gracia con quien está el Señor, y cielos y tierra os honran como a templo de Dios, en el que se dió principio a la salvación del mundo y se obró la reconciliación de los hombres con Dios. Por eso acudimos a Vos con el corazón lleno de confianza buscando remedio a nuestras necesidades, y os invocamos con el consolador título de Madre del Perpetuo Socorro, mostrad, pues, que sois en verdad el perpetuo socorro que Dios ha dado a la Humanidad doliente, y escuchad los instantes ruegos con que ahora imploramos vuestro Socorro Perpetuo. Así sea.


OBSEQUIO: Tomar la resolución de rezar TRES AVEMARÍAS todos los días al levantarse y al acostarse, para tener asegurado el Perpetuo Socorro de María durante el día y la noche.



SALUDO FINAL A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

interpretando las cinco letras del nombre de María.


Oh Madre del Perpetuo Socorro, os saludamos como a MADRE de Dios y MADRE de los hombres, según lo expresáis en vuestra santa imagen, mostrando en vuestros brazos al Dios Redentor hecho vuestro Hijo, que mira la cruz desde la que os nombró nuestra Madre, y regocijándonos por vuestras grandezas y nuestra dicha, os saludamos diciendo con el ángel:

Dios te salve, Maria, etc.


Oh Madre del Perpetuo Socorro, como a AURORA de nuestras esperanzas, precursora del Sol de nuestra Redención, según lo expresáis en vuestra santa imagen, apareciendo sobre fondo de oro en representación del cielo, y ostentando sobre vuestra frente la estrella con que os simbolizaron los Profetas, y regocijandonos de que seáis Vos la estrella cuya luz nos guía por los mares de la vida, os saludamos diciendo con el ángel: Dios te salve, Maria, etc.


Oh Madre del Perpetuo Socorro, os saludamos como a REINA y Señora de cielos y tierra, según lo expresáis en vuestra santa imagen, con la corona que ciñe vuestras sienes, la aureola que circunda vuestra cabeza y el regio ornato de vuestra persona, y regocijándonos de que seais la depositaria y dispensadora de todas las riquezas de Dios, os saludamos diciendo con el ángel: Dios te salve, Maria, etc.


Oh Madre del Perpetuo Socorro, os saludamos como a INTERCESORA entre Dios ofendido y la Humanidad pecadora, según lo expresáis en vuestra santa imagen sujetando las manos de nuestro Juez Soberano Jesucristo, para que no nos arroje de sus plantas, como no acaba de soltar el calzado de su pie, y regocijándonos de tener tal Medianera y Abogada, os saludamos con el ángel diciendo: Dios te sal-

ve, Maria, etc.


Oh Madre del Perpetuo Socorro, os saludamos como a AUXILIADORA y AMPARADORA nuestra, según lo expresáis en vuestra santa imagen con el amplio manto azul que os cubre como el azul firmamento cubre la tierra, y con la túnica purpúrea que vestís interiormente, simbolizando el amor, la solicitud y la protección maternales con que cubrís a vuestros hijos, y regocijándonos de poder llamaros nuestro Perpetuo Socorro en la vida y en la muerte, os saludamos con el ángel diciendo: Dios te salve, Maria, etc.


L/: Señora, habéis sido hecha nuestro refugio.

R/: Socorro oportuno en la tribulación.


ORACIÓN: Oh Jesucristo, Señor nuestro, que a tu Madre María, de quien es imagen insigne esta que veneramos, nos la diste por Madre siempre dispuesta a ser nuestro Perpetuo Socorro: concédenos, te rogamos, la gracia de que, implorando nosotros perpetuamente su maternal socorro, merezcamos experimentar perpetuamente los frutos de tu Redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Así sea.


JACULATORIA: Seáis amada, seais alabada, seáis invocada, seáis honrada, seáis eternamente bendita, oh Virgen del Perpetuo Socorro, mi amor, mi esperanza, mi refugio, mi vida, mi Madre, mi todo. Amén.



SÁBADO SEGUNDO


LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO EN EL MAR, Y SU INTERVENCIÓN EN LAS PENAS DE LA VIDA


HISTORIA

En Mayo de 1453 se apoderaron de Constantinopla los turcos, grandes enemigos del nombre cristiano, y con sus incursiones comenzaron a sembrar el espanto y el terror por todo el Oriente, y muy particularmente en las islas de aquella parte del Mediterráneo. Cuantos cristianos contaban con algunos recursos de fortuna se apresuraron a ponerse en salvo, buscando refugio en las regiones occidentales de Europa. De este número fué un acaudalado mercader de la isla de Creta, cuyo nombre no dice la Historia, el cual, grande admirador sin duda de la imagen del Perpetuo Socorro y no queriendo dejarla expuesta a las profanaciones y rapiñas de los turcos, resolvió llevársela consigo, al parecer para exponerla al culto en otra parte, y sirviéndose de desconocidos medios se apoderó de ella, y ocultándola entre sus mercancías se embarcó para Italia. Al cruzar la nave por el Mar Jónico se vió sorprendida por una horrorosa tormenta, que en breves momentos la puso en peligrosísimo riesgo, pues desarbolada, maltrecha y sacudida violentamente por los furiosos elementos, quedó pronto a merced de las olas y con evidentes señales de inminente ruina. Pasajeros y tripulantes elevaron sus clamores al cielo, según cuenta la relación histórica, y siendo oriundos de Creta bien puede suponerse que con particular fervor invocarían a su Virgen del Perpetuo Socorro, haciéndolo particularmente nuestro comerciante, que la llevaba consigo; hasta muchos artistas y oradores nos lo representan sacando su oculto tesoro para poner el cuadro sobre algún resto de mástil o vela a la vista de los desesperados navegantes. Con la protección del cielo calmóse la tormenta, y la nave pudo llegar milagrosamente hasta el puerto de Brindis, a la entrada del Adriático.


CONSIDERACIÓN

No sin especial Providencia permitió el Señor que la primera intervención histórica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se realizara en favor de unos desolados navegantes en medio de una deshecha tormenta. ¿No decimos comúnmente que esta vida es una peligrosa travesía de la tierra al cielo a través del encrespado mar del mundo? Porque efectivamente el tiempo de nuestra existencia sobre la tierra es un paso o tránsito de nuestra alma hacia la eternidad, por entre innumerables peligros que corre de perderse, y así como una frágil navecilla corre gravísimo riesgo de perecer cuando es lanzada en alta mar por entre escollos y tormentas, así nuestra pobre alma o la navecilla de nuestro corazón, en su marcha hacia las riberas del cielo, tiene que sufrir el embate violento de las pasiones y sortear los innumerables obstáculos que le oponen los enemigos de nuestra salvación eterna. Pero, así como la Providencia divina ha clavado en el firmamento la hermosa estrella Polar que sirve de guía a los navegantes, así en el cielo de la Iglesia ha puesto a María Santísima como estrella de esperanza, que sea el Perpetuo Socorro de las almas en las vicisitudes de la vida. La Santa Iglesia, por boca de sus doctores, no se cansa de llamar a María estrella del mar, exhortándonos a que acudamos a ella en todos nuestros peligros y necesidades. Y si alguna advocación merece con preferencia que a ella se le aplique cuanto se ha dicho de María como de estrella del mar, nos atrevemos a decir que es el expresivo título de Madre del Perpetuo Socorro; y eso quiere indicar, sin duda, la dorada estrella que brilla sobre la frente de la santa imagen.


(Meditese unos instantes lo que se acaba de leer y pida cada cual las gracias particulares que desee alcanzar.)


EJEMPLO

LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO LIBRA DE UN NAUFRAGIO

En marzo de 1878 escribía un marino lo siguiente a una hermana suya, Celadora de la Archicofradía del Perpetuo Socorro: «Todavía me estremezco de espanto al pensar en el terrible naufragio de que nos ha librado la Virgen del Perpetuo Socorro. Navegando por mares de China surcaba nuestro barco unos sitios sembrados de temibles arrecifes, pero que nuestro capitán creía conocer perfectamente, por lo que llevaba el navío a toda marcha. Pero he aquí que de súbito a media noche surge ante nosotros una gran masa de escollos contra los que la nave marchaba disparada; un grito de horror brotó de todos los labios: ¡Estamos perdidos! Párase la máquina, se maniobra en contra, pero el barco medía 120 metros y el solo impulso que llevaba era suficiente para estrellarlo contra las rocas. En tan terrible trance todos se dispusieron a morir, y acordándome yo de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, cuya medalla tú me habías puesto al cuello al inscribirme en su Archicofradía, la invoqué con fervor prometiendo mandar decir una misa en su honor si nos salvaba de la muerte. Te ruego que la mandes decir cuanto antes, porque sin que nadie pueda explicar el caso naturalmente, la nave se paró de repente y quedó como clavada y sujeta por una fuerza superior, a treinta metros del escollo: alli intervino el milagro.»


ORACIÓN 

Oh Madre del Perpetuo Socorro, Vos sois la alegría del cielo, la esperanza de la tierra, el consuelo del mundo, el refugio, salvación y puerto seguro de cuantos caminamos hacia la patria bienaventurada a través de los peligros de esta miserable existencia. En Vos ponemos toda nuestra confianza y a Vos acudimos para rogaros que nos toméis bajo vuestro maternal y Perpetuo Socorro. ¡Qué sería de nosotros, miserables desterrados en este valle de lágrimas y pecado, si no fuerais Vos la estrella que ilumina y guía nuestros pasos, y nos ayuda y nos salva! No nos privéis nunca de vuestro Perpetuo Socorro, oh dulce Madre nuestra, socorrednos con él en todos los momentos de la vida y en la hora de la muerte. Así sea.


OBSEQUIO: Rezar todos los días el Angelus en honor de María Santísima al toque de las Avemarías por la mañana, al mediodía y por la tarde.



SÁBADO TERCERO


LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO EN ITALIA Y ROMA, Y SU PROTECCIÓN SOBRE LA SANTA IGLESIA


HISTORIA

Llegado sano y salvo a Italia el mercader cretense, anduvo peregrinando más de un año por el sur de Italia o reino de Nápoles, buscando, sin duda, algún lugar oportuno en que establecerse y desarrollar su comercio, y acaso también pensando en exponer al culto público de manera digna la santa imagen que consigo llevaba. Pero el cielo tenía sobre ella particulares designios que debían cumplirse en Roma, centro y capital del mundo cristiano, y a Roma hubo de encaminarse el cretense mercader llevado más que por sus negocios por la mano de la Providencia. Y ya en la Ciudad Eterna se sintió inesperadamente atacado de una grave dolencia, que le obligó a detenerse más de lo que quisiera en la casa de un caballero romano, con el que de antiguo tenía amistad o relaciones de comercio. La enfermedad se agravó de tal manera que el cretense sintió que se moría, y llamando a su amigo le descubrió el tesoro del cuadro del Perpetuo Socorro que llevaba oculto entre sus mercancías, y lo confió a su cuidado rogándole que lo expusiera al culto público en alguna iglesia de Roma, empleando para ello el valor de las mercancías que había traído y que por completo le dejaba en testamento. El romano prometió ejecutar cuanto se le pedía, y el mercader cretense murió tranquila y cristianamente hacia el año 1497.


CONSIDERACIÓN

En la historia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro todos los detalles son verdaderas providencias. Quería el Señor que tal advocación sirviera de consuelo a toda la cristiandad y a la Iglesia de particular protección en los difíciles y peligrosos tiempos que se avecinaban, y determinó por eso que el cuadro prodigioso parara en Roma, para que la Virgen del Perpetuo Socorro no fuera considerada como cosa particular y propia de algún pueblo o región, sino que tuviera el carácter de universal y católica y apostólica y romana. Y efectivamente, la Virgen del Perpetuo Socorro, venida de oriente y sucesora y heredera de aquella primera imagen de San Lucas, que recibió la particular bendición de María cuando aún vivía en la tierra, parece traer su manto impregnado con las memorias de la tradición apostólica. Ella nos recuerda que en el Cenáculo fué la Reina y Maestra de los Apóstoles, quienes bajo su dirección se repartieron el mundo que se trataba de conquistar para Jesucristo. Con su aspecto de Madre Dolorosa nos recuerda las tribulaciones de la Iglesia en sus principios y a través de los siglos: las luchas de los mártires, los combates con la herejía, las guerras siempre antiguas y siempre nuevas con todos los enemigos del nombre de Cristo. Y al mismo tiempo con toda su composición emblemática y sobre todo con su maravilloso título, nos alienta diciendo: «No temáis, hijos míos; soy la Madre de Jesucristo y vuestra, y Perpetuo Socorro vuestro y de toda la Iglesia, que mi Hijo hizo nacer de su propio Corazón, cuando hallándome yo al pie de la cruz le abrieron el costado con la lanza, cruz y lanza que aquí me muestran los ángeles mis servidores. Soy yo la encargada de velar por la Santa Iglesia, Esposa amada de mi Hijo, y no puedo olvidar que por eso me llamo la Madre del Perpetuo Socorro.» Sin duda alguna que el Papa Pío IX, con intuitiva comprensión de lo que significaba para la Iglesia Católica la reaparición de la Virgen del Perpetuo Socorro en estos tiempos, en que también se ha revelado como devoción salvadora la del Corazón de Jesús, dijo a los Redentoristas aquellas misteriosas palabras al entregarles el prodigioso cuadro: Propagad esta advocación por todas partes, porque el Corazón de Jesús y la Madre del Perpetuo Socorro han de salvar el mundo.»


(Meditese unos instantes lo que se acaba de leer y pida cada cual las gracias particulares que desee alcanzar.)


EJEMPLO

CONVERSIÓN DE UN GARIBALDINO EN 

ROMA

El año 1871 vivía en Roma un antiguo soldado de Garibaldi, rabiosamente impío, que atacado terriblemente de la tisis, quedó pronto reducido al último extremo. Aunque presa ya de las garras de la muerte, no quería oir hablar de religión ni de sacramentos, a pesar de los ruegos de parientes y amigos, llegando hasta colmar de injurias e insultos a algún eclesiástico conocido de la familia que había ido a visitarlo. Cuantos se interesaban por la salvación de aquella pobre alma determinaron acudir en su favor a la intercesión de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, comenzando con ese objeto una novena, y dieron una medallita de la misma Virgen a un pariente del enfermo para que con disimulo la pusiera bajo la almohada del moribundo. ¡Santo y eficaz remedio! El enfermo se siente de pronto dominado de extraordinaria compunción, y por sí mismo pide los santos sacramentos, muriendo poco después con señales de verdadero dolor y arrepentimiento.


ORACIÓN 

Oh Madre del Perpetuo Socorro, la Santa Iglesia os proclama Auxilio de los Cristianos y declara que sois su defensora potentísima e invencible en todas las luchas que tiene que sostener con la infernal serpiente, su antiguo enemigo y vuestro, cuya cabeza aplastasteis Vos con vuestras virginales plantas. Mirad, pues, Señora, que ese terrible enemigo no cesa un instante en sus combates y cada día parece acrecer el encarnizamiento de sus ataques. Nosotros con nuestra Santa Madre la Iglesia nos acogemos a vuestra protección, y os rogamos que jamás nos privéis de vuestro Perpetuo Socorro. Enviad en defensa de la Iglesia y de sus hijos al glorioso príncipe de la milicia celeste San Miguel, que tenéis a vuestra diestra, para que una vez más triunfe de Satanás y desbarate las insidias del infierno, a fin de que Dios y su Cristo y Vos, su Santísima Madre, reinéis en el mundo entero y en las almas. Así sea.


OBSEQUIO: Rezar todos los días el Santo Rosario, que es el arma poderosa con que se defiende la Iglesia.



SÁBADO CUARTO


LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO EN LA CASA DEL CABALLERO ROMANO, Y SU INTERVENCIÓN EN LAS FAMILIAS CRISTIANAS


HISTORIA

Muerto el mercader cretense, trató el caballero romano de dar cumplimiento a sus promesas, tomando posesión de cuanto había dejado el difunto; mas, al aparecer entre las mercancías el hermoso cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, la esposa del caballero quedó prendadísima de él y juró que por nada de este mundo permitiría que aquella joya saliera de su casa. Ante los ruegos y llantos de la esposa cedió el romano y consintió en que la preciosa imagen fuera a adornar su propio dormitorio. Así pasaron nueve meses, cuando he aquí que una noche creyó el caballero ver a la Virgen del Perpetuo Socorro, que le recordaba sus promesas y le reprochaba seriamente su incumplimiento. Tomó la visión por vano sueño, al que no había que dar importancia alguna; pero segunda vez se repitió la aparición insistiendo la Virgen en que se cumpliera la voluntad del cielo, y el caballero comenzó a preocuparse algo en su espíritu, sin atreverse con todo a hablar de ello a su esposa. Tercera vez se le mostró la Santísima Virgen, pero amenazando ya con graves castigos si no se cumplía el mandato divino de exponer al culto público la Sagrada Imagen. El caballero habló esta vez a su esposa refiriéndole cuando le sucedía; pero ella lo atribuyó a pesadillas nocturnas, replicando que en muchas casas particulares eran honradas otras imágenes semejantes del Señor, de la Virgen y de los Santos, sin que nada malo aconteciera, antes por el contrario, mucho bueno. Calló otra vez el marido; pero por cuarta vez se le manifestó la Virgen, diciéndole ya muy severa que, pues no quería sacar de la casa la sagrada imagen, sería él quien saldría primero por las puertas de la muerte. A los pocos días cayó gravemente enfermo el caballero y murió cristianamente, después de haber hecho prometer a su impresionada esposa que cumpliría los deseos de la Santísima Virgen.


CONSIDERACIÓN

Las repetidas apariciones de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en la casa del caballero romano nos llevan a considerar cómo la Santísima Virgen se interesa por las familias cristianas. Es evidente que se complace en ver sus imágenes expuestas y honradas en los hogares cristianos, junto con las de su Divino Hijo y las de los Santos, y premia esta devoción con sus favores, bendiciones y gracias. Por ese motivo todas las familias cristianas deben tener en sus casas algunas santas imágenes y entre ellas más en particular alguna de la Santísima Virgen María, a la que diariamente han de ofrecer algún piadoso obsequio, especialmente por la mañana y por la tarde. La Madre del Perpetuo Socorro con el Niño Jesús en sus brazos y con los ángeles y emblemas que la rodean, es muy a propósito para atraerse la devoción y el cariño de los miembros todos de una familia en las diversas circunstancias de la vida. Pero lo que sobre todo quiere y desea la Santísima Virgen de los hogares de las familias cristianas, es que en ellos se establezca y conserve el reinado de Dios y de Cristo, guardándose para ello religiosamente los divinos mandamientos y acomodando en todo la vida y las costumbres a las santas prescripciones de la Religión Cristiana. Que los esposos vivan honestamente en la santa y amorosa unión que les bendijo el Señor; que los padres cuiden cristianamente de sus hijos y los hijos honren, amen y reverencien a sus padres, y que en todos los actos, asuntos y sucesos de la familia sea el servicio de Dios el principio y fin que dirija las inteligencias y mueva los corazones e informe todas las obras. De esa manera María Santísima, honrada debidamente con los obsequios de la familia cristiana, recibirá complacida los homenajes que se le tributen y con su Perpetuo Socorro colmará de gracias, favores y bendiciones aquel  hogar en que hijos y siervos suyos sinceramente devotos le alzaron un trono de amor y

cariño verdaderos.


(Meditese unos instantes lo que se acaba de leer y pida cada cual las gracias particulares que desee alcanzar.)


EJEMPLO

UNA FAMILIA PROTEGIDA POR NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

A pocas leguas de Valparaíso, en Chile, vivía un cristiano comerciante con su esposa y siete hijos, el mayor de siete años. Por graves asuntos hubo de ir a Valparaíso dejando la familia sola, y apenas había marchado, avisaron a la esposa, ya muy entrada la tarde, que rondaba por los alrededores una partida de bandoleros, cuyo sanguinario jefe se complacía en asesinar mujeres y niños, teniendo ya en su haber más de treinta víctimas. La pobre señora, llena de espanto y sin tiempo para tomar otras precauciones, colocó algunas estampas de la Virgen del Perpetuo Socorro en varios lugares de la casa, particularmente en la puerta que, con un simple pestillo y sin pasador ni cerradura, separaba el almacén de la habitación donde habían de pasar la noche la familia, y antes de acostarse se postró con todos sus hijos a los pies del cuadro implorando con fervor su Perpetuo Socorro. A media noche sintió que los bandidos penetraban en la tienda abriendo un boquete por estar blindada la puerta, y percibió el ruido que hacían llevando cajones y mercancías. De pronto oye también el golpe del pestillo de su puerta y el roce de la misma al entreabrirse, no una, sino varias veces; yerta de terror la infeliz señora se encomienda al Perpetuo Socorro de su Protectora única, y he aquí que la puerta vuelve a cerrarse, cesan los ruidos y queda todo en silencio. A la mañana siguiente apareció el almacén completamente saqueado, pero también a pocas horas se presentó la gendarmería, que con buenos informes y siguiendo la pista de los malhechores los sorprendió a todos recobrando cuanto habían robado. Preguntado el sanguinario jefe por qué había respetado a la señora y a los niños, respondió: «Tres veces quise abrir aquella puerta y otras tantas sentí una mano que me rechazaba con fuerza y una voz que me gritaba: «¡Atrás, aquí no se entra !»


ORACIÓN 

Oh Madre del Perpetuo Socorro, Vos sois el verdadero socorro y amparo que hemos recibido del cielo, la luz que disipa nuestras tinieblas, rocío que refrigera nuestras penas, guía en el camino de nuestra peregrinación, protección en los peligros, defensa en las luchas, fortaleza en nuestra debilidad, medicina para nuestras llagas, consuelo en nuestro llanto, alegría en nuestras tristezas, esperanza en las aflicciones, refugio en la tribulación, en fin, Perpetuo Socorro de nuestra miserable vida. Por eso a Vos acudimos en la necesidad, y en vuestras manos colocamos nuestra suerte y los asuntos y sucesos todos de nuestra existencia, sed Vos en adelante y siempre el Perpetuo Socorro nuestro y de nuestras cosas, casas y familias. Sed vos la Reina y Señora y Madre de nuestros hogares cristianos, en los que deseamos que reinéis siempre Vos con vuestro Divino Hijo, cuyos nombres en vida y muerte queremos llevar de continuo en el corazón y en los labios. Así sea.


OBSEQUIO: Exponer en lugar preferente de la casa una imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, y a ser posible, hacer que ante ella arda continuamente una lamparilla.



SÁBADO QUINTO


LA VIRGEN DEL PERPETUO

SOCORRO APARECIÉNDOSE A LA NIÑA DEL CABALLERO ROMANO MUESTRA SU AMOR A LA JUVENTUD CRISTIANA


HISTORIA 

A todo trance quería impedir el infierno que la imagen del Perpetuo Socorro fuera expuesta al culto en alguna iglesia pública, como que sabía las derrotas que con ello había de sufrir en muchas almas. Para apartar, pues, de su buen propósito a la viuda del caballero romano se sirvió de la intervención de parientes y amigos de la misma, y en primer lugar de su propio padre, que a la muerte del yerno se encargó, sin duda, de los negocios de la casa. Este disuadió a su hija del propósito concebido de desprenderse de la santa imagen, explicando las visiones y la muerte del marido por diversas y naturales causas; mas he aquí que la Reina del cielo se apareció claramente un dia a una hija de la viuda, niña de seis años, y le habló de esta manera: «Hijita mía, diles a tu abuelo y a tu madre que MARÍA SANTÍSIMA DEL PERPETUO SOCORRO les manda sacar de la casa su imagen y que, de no hacerlo, todos moriréis muy presto.» Aterrada con esto la viuda se resolvió a cumplir el mandato de la Virgen, y comenzó a lamentarse de sus anteriores resistencias. Acudió a consolarla una vecina amiga suya, la cual, enterada de la causa de tales llantos, lo echó todo a burla, mofándose de las visiones de la niña y del difunto, y hasta escarneciendo a la misma imagen, hacia la que extendió su mano amenazando cogerla para arrojarla al fuego. En el mismo instante quedóle paralizado el brazo acometido de un extraño tumor maligno que se formó en él repentinamente, y con el contacto del prodigioso cuadro, tras el arrepentimiento de la desgraciada mujer, desapareció tan súbitamente como había salido. Con tales demostraciones desaparecieron todas las dificultades, y para poder cumplir las órdenes del cielo sólo restaba determinar en qué iglesia de Roma debería ser expuesta la venerable imagen. La Santísima Virgen resolvió por sí misma la duda apareciéndose de nuevo a la niña para decirle que María Santísima del Perpetuo Socorro debía ser colocada entre Santa María la Mayor y San Juan de Letrán en la iglesia titulada de San Mateo Apóstol.


CONSIDERACIÓN

En las más célebres apariciones con que la Reina del cielo se ha dignado honrar a la tierra, podemos advertir que con frecuencia se ha servido de inocentes niños para sus manifestaciones de Bernardita en Lourdes, de un niño y una niña en la Saleta, y de una niña de seis años en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Con esto la Inmaculada Virgen María no pretende sino poner de manifiesto sus preferencias por la inocencia, y cuánto se complace en el candor y la pureza que suelen ser el distintivo, ornato y prerrogativa de los niños y los jóvenes cristianos. Ya el Dios encarnado, Jesucristo, declaró su predilección por la pureza con inequívocas señales en el curso de su vida Virgen purísima e Inmaculada escogióse para Madre; virgen era su discípulo amado; con inefables muestras de complacencia y cariño hablaba de la virginidad, recibía a los jóvenes y se dejaba rodear de los niños inocentes, llamándolos porción escogida del reino de los cielos. Y es que la santidad de Dios se deleita con la santidad de sus criaturas, y la pureza es el sello y el esplendor de la santidad, porque pureza es exención de imperfección, y cuanto más el espíritu se eleva sobre la materia y rechaza los goces materiales, tanto más se purifica y espiritualiza aproximándose a la perfección suma, que es Dios; y por el contrario tanto más el espíritu se aparta de Dios, cuanto más se entrega a las cosas materiales. He ahí por qué el infierno, queriendo apartar al hombre de Dios, lo seduce y embrutece o materializa con los placeres sensuales; y como la niñez y la juventud son las edades que brillan particularmente por la pureza y la inocencia y son por ello tan amadas de Dios, por eso el infierno quiere corromper con la impureza a la juventud cristiana, para arrancarla así de Cristo y de su bendita Madre. Que la Virgen de las vírgenes tienda sobre los niños y los jóvenes cristianos el manto de su Perpetuo Socorro, para proteger y amparar su pureza e inocencia en estos tiempos de corrupción y sensualismo.


(Meditese unos instantes lo que se acaba de leer y pida cada cual las gracias particulares que desee alcanzar.)


EJEMPLO

EL PRIMER MILAGRO DE  NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO EN ESPAÑA

El 29 de mayo de 1867, víspera de la Ascensión, se presentó en la iglesia de la Merced de Huete, dirigida entonces por los Redentoristas, una buena mujer que quería confesarse para comulgar al día siguiente en la comunión general con que se celebraba la presentación al culto público de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Contó que tenía un hijo de siete años completamente ciego hacía mucho tiempo por efecto de las viruelas, y el Padre la animó a que confiadamente acudiera a nuestra Virgen pidiendo la curación del niño. Al poco rato la pobre madre se presentó nuevamente en el templo acompañada de algunas buenas vecinas y trayendo al niño de la mano, y postrándose todos devotamente a los pies de Nuestra Señora, la madre dijo al niño: Hijo mío, encomiéndate a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y pídele que te devuelva la vista.» El niño con infantil sencillez juntó las manos, se encomendó a la Virgen y acabó su ruego con esta ingenua plegaria: «Virgen del Perpetuo Socorro, ponedme buenos mis ojillos!» Dicho esto lanza un grito exclamando: «Madre, madre, te veo, te veo! ¡Veo a la Virgen! ¡Qué bonita es! ¡Te veo también a ti! Veo mis manecitas!» Estaba curado. Toda la ciudad, que conocía al niño ciego, pudo comprobar el prodigio, colmando de loores a la Madre del Perpetuo Socorro.


ORACIÓN 

Oh Madre del Perpetuo Socorro, os saludamos como Reina y Madre de misericordia y vida y dulzura y esperanza nuestra. Por Vos nos vino Jesús, que es vida y luz de las almas, y por Vos hemos de llegar a El para recibir esa luz y esa vida sobrenaturales. VoIved a nosotros esos vuestros ojos misericordiosos y mostradnos a Jesús para que lo conozcamos y amemos y seamos dignos de alcanzar y gozar sus promesas de vida eterna. No permitáis, Señora, que las tinieblas del error y de la culpa invadan nuestra inteligencia, ni que la ponzoña del pecado corrompa nuestro corazón, ni que las viciosas pasiones esclavicen nuestra alma. Sobre todo, oh Madre del Perpetuo Socorro, por el amor de ese Niño Dios, Hijo vuestro, que tenéis en los brazos, tomad bajo vuestro Perpetuo Socorro a la niñez y a la juventud cristianas, para que no sean víctimas del vicio y de la sensualidad, que los quiere prender entre sus garras con el fin de apartarlos de Vos y de vuestro divino Hijo Jesucristo. Conservad su inocencia y pureza en la tierra para que un dia sean vuestro honor y corona de gloria en el cielo. Así sea.


OBSEQUIO: Llevar siempre pendiente del cuello o prendida al pecho una medalla de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.



SÁBADO SEXTO


LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO EN SAN MATEO, Y SU PROTECCIÓN SOBRE TODAS LAS CLASES Y CONDICIONES SOCIALES


HISTORIA

La iglesia de San Mateo, elegida por la Santísima Virgen para dar allí culto público a la imagen del Perpetuo Socorro, estaba servida por Padres Agustinos, y puede comprenderse el gozo y consuelo que recibirían con la noticia de que María Santísima los había escogido para capellanes suyos. Era el mes de marzo del año 1499 y se aproximaba la Semana Santa, y como precisamente en ella era grandísimo el número de fieles que concurrían a aquella iglesia con el fin de ganar un extraordinario jubileo, que para esos días le había otorgado el Papa Nicolás IV, señalóse el Miércoles Santo, que era el 27 de marzo, para realizar solemnemente la traslación de la santa imagen. Conmovida la ciudad por la noticia de los extraordinarios sucesos que pronto se esparcieron por ella, fué inmenso el concurso de clero y pueblo que se congregó en magnífica procesión, para solemnizar el acto, y el entusiasmo de la muchedumbre, que ya era grande, se desbordó en manifestación ruidosísima al presenciar los prodigios con que la Santísima Virgen sembró su marcha triunfal, obrando varias milagrosas curaciones; desde entonces el pueblo romano aclamó a la Virgen del Perpetuo Socorro con el nombre de LA MILAGROSA, y éste fué el título antonomástico con que fué designada en lo sucesivo. Los favores y prodigios que la Madre del Perpetuo Socorro siguió prodigando en San Mateo la hicieron celebérrima, no sólo en Roma e Italia, sino en otras regiones de Europa y del mundo, y de esa antigua devoción aun se encuentran en varias partes señalados vestigios. Pontífices y soberanos, prelados y magnates, nobles y plebeyos, eclesiásticos y simples fieles, y peregrinos de toda condición y clase que acudían a Roma de los más remotos países, veíanse a las plantas de la Madre del Perpetuo Socorro implorando su favor, y todos a porfía celebraban las piedades e insignes gracias que la Reina del cielo prodigaba copiosamente, invocada con una advocación tan tierna y consoladora. Pronto se formó la Cofradía del Perpetuo Socorro, en cuyas listas quisieron figurar elementos de todas las clases sociales venidas de las cinco partes del mundo a los pies de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.


CONSIDERACIÓN

Al ver postrados ante el cuadro del Perpetuo Socorro tantos devotos de toda condición y clase, fenómeno que en nuestros días se está reproduciendo con intensidad creciente y continua, acude a la mente el recuerdo de la triste condición en que la Humanidad entera quedó por la caída y maldición del Paraíso, y fulgura consoladora la visión de la mujer prometida como esperanza nuestra. La tierra toda está sembrada de miserias y trabajos, y no hay ser humano que pueda librarse de la tribulación y de la angustia. La pálida muerte, según decía el poeta, lo mismo pone su planta sobre la choza del pobre que sobre el alcázar del poderoso, y la muerte va precedida de angustias y agonías escalonadas a lo largo del camino de la vida un gemido es la primera señal de vida, y una lágrima el postrer sello con que la muerte cierra sobre nuestros ojos la existencia; una misma es para todos la entrada de la vida, e igual para todos la salida, y entre esos dos puntos extremos todos, sin excepción, recorremos nuestro camino «desterrados hijos de Eva, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.» Por eso María Santísima, destinada por Dios para ser la esperanza y el consuelo de la Humanidad doliente y nombrada desde la cruz por Cristo Madre de los redimidos, ha querido llamarse, y efectivamente se muestra Perpetuo Socorro de todos los mortales. El Altísimo, dice ella, me ha constituído sobre todas las cosas y ha colocado bajo mi poder y protección a grandes y pequeños. Venid a mí todos, pues soy para todos suavidad y dulzura, tengo tesoros inagotables de riqueza, y soy la Madre del amor hermoso y de la dulce esperanza.» La Humanidad afligida ha escuchado tan consolador llamamiento y ha acudido a tan maternal invitación, y todos los tristes, míseros y necesitados, de cualquier condición y clase, se congregan a las plantas de la celestial Madre para implorar su Perpetuo Socorro en todas las necesidades de la vida.


(Meditese unos instantes lo que se acaba de leer y pida cada cual las gracias particulares que desee alcanzar.)


EJEMPLO

SINGULAR PRODIGIO DE LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO EN LA IGLESIA DE SAN MATEO

A causa de los numerosos prodigios y favores que la Virgen del Perpetuo Socorro concedía a los que la invocaban, eran muchos los valiosos donativos que en exvotos, joyas y alhajas hacian sus devotos a la iglesia de San Mateo. Un artista, que días antes de la fiesta había sido encargado del ornato de la iglesia, al ver aquella riqueza cayó en la tentación de codicia. Se apoderó de muchos preciosos objetos y a la hora del mediodía, fingiendo ir a comer según acostumbraba, salió del templo llevando lo robado bien oculto. Dirigióse presuroso por la calle frontera de Santa María de los Montes, mas he aquí que al pasar por delante de esta iglesia se siente cogido por una fuerza invisible que en un instante lo pone a las puertas de San Mateo. Pretende escapar entonces en dirección del Foro Trajano, y de súbito la misma fuerza lo hace girar y lo coloca otra vez ante San Mateo. Aun quiere huir tercera vez el desgraciado, buscando salida por el Foro Romano, y tercera vez la misteriosa fuerza lo vuelve a llevar hasta San Mateo. Lleno de pavor y espanto y vencido al fin por el remordimiento, entra en San Mateo, devuelve lo robado y contrito y arrepentido relata a los religiosos el maravilloso suceso. En adelante fué devoto y fidelísimo servidor de la Madre del Perpetuo Socorro.


ORACIÓN

Oh Madre del Perpetuo Socorro, Vos sois la mujer bendita destinada por Dios para ser nuestra esperanza y consuelo, y por eso vuestro Hijo Jesús, nuestro Redentor, os nombró nuestra Madre desde lo alto de la cruz y nos confió a Vos como hijos; mirad, pues, Señora que en esta miserable vida nos hallamos oprimidos de tribulaciones y trabajos. A Vos acudimos como a Madre de misericordia en demanda de piedad y socorro. Obtenednos ante todas las cosas el perdón de nuestras culpas con las que hemos ofendido al Señor y nos hemos hecho acreedores a su indignación y castigos. Concedednos luego la gracia de vivir santamente, unidos y conformes con la voluntad divina que es la fuente y esencia de la santidad y perfección. Y por fin obtenednos cuantas gracias necesitamos para nuestra salvación, y en particular una inclinación santa y como el instinto de acudir a Vos en todas nuestras necesidades y trabajos, para que así tengamos asegurados vuestro Perpetuo Socorro en la vida y en la muerte. Así sea.


OBSEQUIO: Saludar a la Santísima Virgen con una Avemaría al dar el reloj las horas y al comenzar o terminar algún trabajo u ocupación importante.




SÁBADO SÉPTIMO


LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO EN LA IGLESIA DE SAN ALFONSO, Y LA VIRGEN MISIONERA Y MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS


HISTORIA

Hemos podido comprobar en la historia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro el empeño con que el infierno procuró impedir su culto público, y precisamente cuando ese culto parecía establecido y asegurado, los esfuerzos del enemigo estuvieron a punto de lograr su triunfo. En febrero de 1798, tres siglos después de la instalación del cuadro del Perpetuo Socorro en San Mateo, penetraron en Roma las huestes francesas de la Revolución y al punto pusieron en aplicación su consabido sistema de ideas anticristianas. Por razones estratégicas, decía el draconiano decreto, debían ser demolidas más de treinta iglesias, entre ellas el templo de San Mateo, por lo que la imagen de la Virgen Milagrosa fué trasladada por los Agustinos primero a San Eusebio y por último a Santa María in Postérula, donde la colocaron en el oratorio particular de los religiosos, y con la muerte de éstos fué allí quedando poco a poco relegada al olvido. Pero velaban la santa imagen la Providencia de Dios y la maternal mirada de la Santísima Virgen. El último religioso Agustino, antiguo sacristán de San Mateo, llamaba con frecuencia sobre la venerable imagen, la atención de un pequeño monaguillo «Miguelito, le decía, mira bien este cuadro; es la Virgen del Perpetuo Socorro que por mucho tiempo se veneró en la iglesia de San Mateo; era muy milagrosa; no lo olvides.» Este religioso murió en 1853, y en 1855 Miguel Marchi, el antiguo monaguillo, entró en la Congregación del Santísimo Redentor que acababa de fundar en Roma su casa generalicia con la iglesia de San Alfonso, precisamente en los lugares ocupados antes por el templo de San Mateo. Se hablaba cierto día en comunidad de las glorias antiguas de aquellos sitios, y se contó cómo allí había sido honrada por mucho tiempo una celebérrima imagen de María, cuyo paradero se ignoraba por completo. El P. Miguel Marchi, que estaba presente, exclamó : «Pues esa imagen yo sé dónde se encuentra; la vi muchas veces cuando niño», y refirió cuanto sabía de labios del hermano sacristán Agustino. Otras noticias se fueron adquiriendo poco a poco, hasta que comunicadas todas ellas al Soberano Pontifice Pio IX, dispuso éste que la venerable imagen volviera otra vez al lugar de sus antiguas glorias, exponiéndose al culto público en la iglesia de San Alfonso. El 26 de abril de 1866 se hizo la traslación con tanta o mayor solemnidad y más numeroso concurso que en la primera ocasión, derramando también la Virgen admirables prodigios.


CONSIDERACIÓN

Con la instalación del cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en la iglesia de San Alfonso de los Redentoristas de Roma, parecen comenzar a cumplirse definitivamente los designios de Dios sobre la santa imagen. Quería el cielo que tan singular y expresiva representación de las excelencias y bondades de María y una advocación tan consoladora como la de Madre del Perpetuo Socorro, en la que se contienen cuantos títulos posee la Madre de Dios para ser amada de los hombres, fueran conocidos por el mundo entero, para que todas las almas pudieran participar de los ricos tesoros que en el Perpetuo Socorro de María se encierran. Para ello nada más a propósito que una Congregación de Misioneros, única y exclusivamente Misioneros, esparcidos por todos los ámbitos del mundo, que dieran a conocer el Perpetuo Socorro de María por todas partes: esta fué la orden que el Papa dió a los Redentoristas, y éstos con las Santas Misiones la han cumplido. Porque efectivamente han sido las Misiones el principal medio empleado por la Virgen Santísima para darse a conocer y amar por innumerables almas. La vista de esa imagen, expuesta a la veneración de los fieles durante la Misión, ha conmovido, ablandado y reducido a corazones por el mundo. Con grande pasmo y regocijo inefable, el P. Mauron vió que la imagen de Maria, soltando las manecitas del Niño Jesús y sacando ostensiblemente el brazo, hacia una cruz en el aire en ademán de bendición, dirigiéndole al mismo tiempo una amorosa mirada y maternal sonrisa.


ORACIÓN 

Oh Madre del Perpetuo Socorro, a Vos, que sois la Madre de Dios y a quien la Santa Iglesia llama y apellida Madre de amor y de misericordia, acudimos humildes y confiados demandando vuestro Perpetuo Socorro. No rechacéis nuestras súplicas, ya que Dios jamás rechaza las vuestras y sois con él omnipotente como Madre de tal Hijo. Nunca se oyó que a nadie faltara vuestra piedad, ni que jamás haya sido menospreciado de vuestra inmensa benignidad y clemencia ningún pecador, por enormes que fueran sus culpas, si a Vos acudió confiado y arrepentido. No sean, pues, nuestros pecados motivo que os impida ejercer con nosotros vuestra piedad y misericordia. Pero no no puede suceder que habiendo Vos abierto como Madre de Dios la fuente de la compasión divina para todo el mundo, vayáis ahora a rechazar a un pecador que implora vuestro favor invocando vuestro título de Madre del Perpetuo Socorro. Vos seréis siempre nuestra esperanza y consuelo, amparo y refugio segurísimo de los desgraciados y necesitados, en una palabra, maternal y Perpetuo Socorro de los miserables; sedlo siempre nuestro en vida y muerte. Así sea.


OBSEQUIO: Hacer cada día una visita formal y detenida a la Santísima Virgen ante alguna imagen suya, y si puede ser en alguna iglesia, y acudir a ella con frecuencia en los sucesos prósperos o adversos.



SÁBADO OCTAVO


LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO EN EL MUNDO ENTERO, Y SU PROTECCIÓN SOBRE PUEBLOS Y NACIONES


HISTORIA

Expuesta al culto público nuevamente la Virgen del Perpetuo Socorro en abril de 1866, ya mereció en junio de 1867 ser coronada solemnemente por el Capítulo Vaticano, como una de las más insignes por sus maravillas y por la difusión prodigiosa de su culto, pudiéndose decir de ella como de Rut, que con sus segundas bondades sobrepujó sus primeras misericordias. Porque efectivamente, la Madre del Perpetuo Socorro, con rapidez asombrosa y algo milagrosa, se atrajo la atención y admiración de las diversas partes del mundo, ganándose irresistiblemente por doquier todos los corazones. Los Redentoristas, sus predilectos y más favorecidos hijos, inflamados en el amor de María por los fervores de su Fundador y Padre San Alfonso María de Ligorio, se apresuraron a esparcir en derredor suyo el conocimiento y amor de la nueva y tan hermosa advocación de su Reina y Madre, y en todas sus casas repartidas por el mundo le dedicaron altares y le ofrecieron fervorosos cultos. Pero no fueron los Redentoristas solos quienes difundieron el culto del Perpetuo Socorro por pueblos y naciones. Príncipes de la Iglesia y de varios Estados, prelados, magnates, sacerdotes y fieles de toda clase y nación, que como peregrinos concurrieron a Roma, especialmente con ocasión del Concilio Vaticano y de algunos jubileos y de otras solemnidades, acudiendo a visitar la ya celebérrima imagen, se dejaban prender en sus encantos, y bien provistos de cuadros, pinturas, imágenes, estampas, medallas, miniaturas, opúsculos, devocionarios, revistas y otros medios de difusión, volvieron a sus respectivos países y poblaciones llenos de fervor y entusiasmo, estableciendo por donde pudieron el culto de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Así en el breve espacio de apenas medio siglo nuestra Virgen querida es ya conocida, amada, honrada e invocada en las cinco partes del mundo.


CONSIDERACIÓN

La rapidísima y casi milagrosa difusión del culto de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro por el universo parece confirmar plenamente las palabras proféticas que pronunció Pio IX al confiar el cuadro prodigioso a los Redentoristas: «Dad a conocer por todas partes esta advocación, porque el Corazón de Jesús y la Virgen del Perpetuo Socorro han de salvar el mundo.» Pues si bien se mira y considera se ve claramente que en estas dos hermosas devociones se contiene maravillosamente el remedio que la Sociedad Humana necesita para salir ilesa de la agudísima y terrible crisis por la que están pasando en los actuales momentos los pueblos todos de la tierra. Parecen llegados los tiempos calamitosos anunciados por Jesucristo y los Apóstoles, en que la fe sobrenatural había de amortiguarse y casi extinguirse en muchos espíritus, que ofuscacados por la ignorancia, el error y la mentira, y envenenados por sus naturales frutos el material racionalismo y la bestial sensualidad, cierran los ojos a todo lo sobrenatural y eterno, y sólo buscan lo temporal y terreno en las satisfacciones y placeres materiales de los sentidos: gozar en esta vida sin querer pensar en la otra, he ahí la fiebre mortífera que padecen y con que deliran muchos desgraciados espíritus de nuestros tiempos. El Corazón de Jesús y la Virgen del Perpetuo Socorro, con su aspecto y toda su emblemática composición, son las devociones que mejor pueden recordar a las almas sus sobrenaturales destinos y lo que realmente es para ellas su paso por esta vida. Ambas imágenes declaran a la Humanidad que su Dios Creador apareció en este mundo vestido de nuestra carne y participando de todos nuestros dolores y miserias, con excepción de las del pecado, para enseñarnos que el hombre tiene un destino más noble y más alto que los placeres de la tierra y los gustos de los sentidos, pues ha sido creado para el cielo. Y con el fin de instruirnos sobre el camino que hemos de seguir y los medios que debemos emplear para alcanzar nuestro destino sobrenatural, ese mismo Dios Humanado se abrazó con el dolor y la cruz enseñándonos a crucificar los deleites de la carne y los gustos de los sentidos. Todo esto proclaman el Corazón de Jesús rodeado de espinas y coronado con la cruz, y el cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que, con los instrumentos de la Pasión que contempla el Hijo y el triste semblante de la Madre, recuerdan a quien los contempla, que aun ellos tuvieron en su vida dolores y aflicción. Pero también el título de Madre del Perpetuo Socorro nos anima en esta dolorosa vida de lucha con nuestras pasiones y apetitos depravados, pues nos pone ante los ojos los ejemplos y promesas de Jesús y el Perpetuo Socorro de su Madre y nuestra.


(Meditese unos instantes lo que se acaba de leer y pida cada cual las gracias particulares que desee alcanzar.)


EJEMPLO

UNA RENUENTE A LA DEVOCIÓN DEL PERPETUO SOCORRO

Si el fervor y entusiasmo de los devotos de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro han contribuido poderosamente a la difusión de su culque la causa principalísima de tan rápida propagación han sido los extraordinarios prodigios que ella ha obrado por todas partes. Conocimos en Méjico una piadosa señora que llena de entusiasmo por otro título de María Santísima, de cuya cofradía era presidenta, se negaba pertinazmente a aceptar la devoción del Perpetuo Socorro, y hasta sentía algún disgusto viendo cómo esta nueva advocación se atraía el cariño y amor de sus compatriotas. Padecía la tal señora de una afección cardíaca que a veces le producía ahogos y desmayos peligrosos. Oyendo misa cierto día en una capilla que se hallaba frente a su casa a la otra parte de la calle, sintió que le venía el acceso, y por no llamar la atención de los fieles salió de la iglesia y quiso ir a su casa atravesando la calle; pero he aquí que en medio de ella, y cuando estaba a punto de desmayarse, se siente envuelta por un ligero torbellino de viento y ve revolotear ante sus ojos, venida de Dios sabe dónde, una miniaturita o sello de la Virgen del Perpetuo Socorro de los que se dan a los enfermos. Atónita la señora recoge la miniatura caída a sus pies, la toma devotamente, y al punto desaparece el ataque de forma que la nueva devota del Perpetuo Socorro pudo volver tranquilamente al templo.


ORACIÓN 

Oh Madre del Perpetuo Socorro, bien cumplido vemos en Vos el anuncio que hicisteis de que habían de aclamaros bienaventurada todas las generaciones, pues en brevísimo tiempo vuestro título de Perpetuo Socorro ha sido conocido y glorificado en la redondez de la tierra. Eso indica que tan hermosa advocación ha sido revelada al mundo en los calamitosos tiempos presentes, como remedio eficaz de tantas tribulaciones y trabajos como nos rodean, y ponen en peligro la salvación de las almas. Ved, Señora, cómo los grandes y poderosos del mundo se han embravecido contra Cristo, vuestro Hijo, y pretenden romper el freno de sus santas leyes para dar rienda suelta a sus pasiones y apetitos sensuales, con lo que precipitan a la Humanidad en los abismos de la perdición. Oh Madre de Dios y Madre nuestra, remediadora de nuestros males y Perpetuo Socorro de nuestras miserias, desplegad vuestro poder contra las huestes infernales desencadenadas por el mundo, y devolvednos la paz de las almas haciendo que en los pueblos y naciones reine otra vez con Vos vuestro divino Hijo Jesucristo. Así sea.


OBSEQUIO: Inscribirse en los coros de Visita Domiciliaria de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, para recibir en casa un día al mes la visita de su santa imagen.



SÁBADO NOVENO


LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO, Y EL ARCA SALVADORA DE SU ARCHICOFRADÍA


HISTORIA

El amor es una fuerza unitiva que acerca, une y asocia los corazones; de ahí provino que viéndose tantas almas congregadas y reunidas a las plantas de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, se estableciera entre ellas un lazo de mutua unión y hermandad que hizo brotar las Cofradías de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, y de la agrupación o asociación de todas estas hermandades o cofradías resultó la Archicofradía de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y de San Alfonso, que, esparcida por el mundo entero, cuenta con innumerables socios o archicofrades, y tiene su centro directivo general en la casa generalicia de San Alfonso de los Redentoristas de Roma. El gran Pontífice de la Inmaculada, Pío IX, quiso que su nombre figurara al frente de las listas de los archicofrades y hasta el presente sus sucesores han seguido el mismo ejemplo. En las listas de la Archicofradía aparecen inscritas toda clase de personas en piadosa hermandad y mezcla, desde lo más ilustre hasta lo más modesto y humilde de las clases sociales, y bajo la protección de San Miguel y San Gabriel, que en el cuadro ocupan la diestra y la siniestra de la Virgen, se han formado secciones especiales para niños y niñas. De la floración magnífica de la Archicofradía del Perpetuo Socorro ha brotado un precioso pimpollo y vistoso ramillete que se llama La Súplica Perpetua. Pesarosos muchos archicofrades de no poder permanecer continuamente a las plantas de su Madre querida, idearon el recurso de formar coros que de media en media hora se sucedieran ante la santa imagen para velarla de continuo y orar unos por otros en constante y Perpetua Súplica, creyendo con razón que a la Súplica Perpetua de los hijos correspondería el Perpetuo Socorro de la Madre. ¡De cuántos favores y gracias espirituales y temporales han sido fuente la Archicofradía y la Súplica Perpetua de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro!


CONSIDERACIÓN

A la Archicofradía del Perpetuo Socorro y más especialmente a la Súplica Perpetua, debe aplicarse en particular lo que de las Cofradías en general dice en las Glorias de María nuestro Doctor Mariano San Alfonso María de Ligorio. «Las asociaciones piadosas, escribe, y  sobre todo las que tienen por fin honrar a María Santísima, son otras tantas Arcas de Noé, en las cuales las pobres almas que han de vivir en el siglo hallan refugio que las preserve del diluvio de tentaciones y peligros de pecado que inundan el mundo. En nuestras Misiones hemos como palpado con las manos la utilidad de estas Congregaciones, y sin vacilaciones puede afirmarse que, ordinariamente hablando, más peca una persona que no pertenece a ninguna cofradía que no veinte otras que las frecuentan. Puede decirse con toda verdad que las asociaciones piadosas vienen a ser como la Torre de David, la cual, según la Sagrada Escritura, estaba llena de baluartes, pendiendo de ella mil escudos, todos armaduras de valientes. Por eso es precisamente por lo que se saca tanto provecho de las Cofradías, porque los congregantes hallan en ellas poderosas armas para combatir al infierno, y para perseverar en la gracia de Dios valiosos medios que difícilmente se encuentran fuera de las asociaciones, «como son la oración y la meditación, la frecuencia de sacramentos y otros ejercicios espirituales y numerosas obras piadosas que conservan el fervor en los espíritus.» Los archicofrades de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro suelen tener cada mes algunos de esos santos ejercicios con que honran a su Madre y Señora, y la Súplica Perpetua mantiene a los asociados en constantes relaciones de amorosa unión con su Madre del cielo, mediante las súplicas fervorosas que perpetuamente ellos le dirigen o por ellos se hacen, y que seguramente la Madre del Perpetuo Socorro escucha y atiende complacida.


(Meditese unos instantes lo que se acaba de leer, y pida cada cual las gracias particulares que desea alcanzar.)


EJEMPLO

NOTABLE SUCESO EN EL SANTUARIO DEL PERPETUO SOCORRO DE MADRID

Corriendo el año 1903 se presentó en la casa de los Redentoristas del Perpetuo Socorro de Madrid una piadosa señora, socia de la Archicofradía y de la Súplica Perpetua, con un niño de trece años, natural de un pueblecillo de Guadalajara, el cual aseguraba que desde hacía unos días se le venía apareciendo el alma de un amigo suyo del mismo pueblo, cuya muerte se comprobó efectivamente. La primera vez se le mostró el alma en un sótano que servía de almacén al comercio de la señora, y desde entonces de día y de noche el niño tenía a su vista el alma de su amigo, que daba señales de sufrir indecibles tormentos, y para librarse de ellos pedía una misa, que había de celebrarse en el altar en que la señora acostumbraba oírla diariamente, o sea en el de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Examinado el caso con la debida atención, pareció oportuno decir la misa pedida, señalándose para ello las siete de la mañana del siguiente día. Durante la misa no se perdió de vista al niño, observándose en él indicios de algo extraordinario en el rostro y en la mirada, que acabada la misa cesaron por completo. Declaró después el niño que cuando iban a la iglesia por las calles, el alma de su amigo caminaba delante de él con muestras de gran dolor y como rogando que aceleraran la marcha; al entrar en la iglesia voló desde la pila del agua bendita al altar mayor, colocándose sobre el manifestador a los pies de la Virgen, donde permaneció toda la misa. En el momento de la elevación se transfiguró el alma con grandes resplandores, y al dar el sacerdote la bendición final, se elevó por los aires haciendo demostraciones de gratitud y desapareció en las alturas.


ORACIÓN 

Oh Madre del Perpetuo Socorro, socorrednos sin cesar a los que sin cesar queremos implorar vuestro socorro perpetuo. Reconociendo los peligros y miserias que de continuo nos rodean en esta vida, hemos buscado el refugio y amparo de vuestro manto y nos hemos consagrado a Vos como humildes siervos, o mejor como amantísimos hijos, para no ser en adelante sino cosa vuestra. Recibidnos, pues, amorosa y benigna y que esa vuestra maternal mirada nos siga por todas partes y jamás se retire de nosotros.


OBSEQUIO: Ofrecer todos los sábados algún obsequio a María Santísima, como oír misa y comulgar en su honor, hacer alguna mortificación o limosna, asistir a los cultos que se celebren en honra suya, etc.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...