lunes, 23 de septiembre de 2024

VISITA DOMICILIARIA DE LA VIRGEN DE LA MERCED


VISITA DOMICILIARIA DE LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED


EN QUÉ CONSISTE LA VISITA DOMICILIARIA


-De dos maneras hace la Santísima Virgen de la Merced su visita a los hogares. 


PRIMERO: En los campos de América se coloca la sagrada Imagen en el anda y a una hora determinada, reunidos sus devotos, la llevan procesionalmente a la casa que va a visitar con igual solemnidad.


SEGUNDO: La Santísima Virgen se coloca en una cajita, que abierta en forma un altarcito, y se lleva privadamente de casa en casa. Se forman coros de treinta familias, a fin de que la bondadosísima Madre de la Merced visite todos los meses estos hogares, permaneciendo en ellos todo un día. Cada coro tendrá su capillita.


ACCIÓN DE CELO

La Santísima Virgen María no se contenta tan sólo con que la recibáis en vuestra casa; espera algo más: quiere que todos seáis apóstoles de su Visita Domiciliaria; desea le busquéis hogares donde ella reine con el reinado del amor y de la paz. "Quiero hogares, os dice, donde derramar el tesoro de mis misericordias y de mis mercedes". Buscadme hogares. Propagad mi Visita Domiciliaria.


Haz, Madre mía, que todos seamos celosísimos apóstoles de esta maravillosa devoción, llamada a salvar la familia y el hogar moderno.


Una vez recibida en casa la capillita con la Imagen de la Santísima Virgen de la Merced, se reunirá, a ser posible, toda la familia y, puestos de rodillas en su presencia, la saludarán con la siguiente: 


ORACIÓN 

POR FIN, ha llegado, ¡oh, dulcísima Madre de la Merced! el momento tan suspirado de nuestros corazones, de veros en nuestra casa, formar parte de nuestra familia y compartir con nosotros tanto los goces como las tristezas de la vida. ¡Ah! cómo manifestaros los inefables transportes de nuestras almas, al tener la dulce dicha de que Vos, Soberana Reina de la Merced, vengáis a visitarnos y a permanecer con nosotros, miserables pecadores, unas horas. ¡Con cuánta confusión, Señora nuestra, esta pequeña familia acepta el honor insigne de tu visita! ¡Ah, amorosa Madre de la Merced! No somos dignos de que entres en nuestra morada, pero Tú has dicho: "Quiero visitar este hogar". Si, bondadosísima Madre, ven y permanece con nosotros, pues sentimos ansias supremas de amarte y hacerte amar, de que reines en todos los hogares del mundo. Seas bienvenida a esta tu casa y sea ella tu refugio, tan dulce como el de Nazaret, donde encuentres solaz y descanso en los miembros de esta tu familia. ¡Ah! y con cuánto deseo te esperábamos, Redentora de Cautivos, porque tú eres nuestra esperanza, nuestro consuelo y nuestro sostén en las tribulaciones de nuestra existencia! Venid, Señora, a endulzar nuestros pesares, a mitigar nuestras tristezas, a remediar todas nuestras necesidades, a bendecir nuestras empresas. Desde este momento, tomad, ¡oh dulce Madre de la Merced! posesión de este hogar. Es ya vuestro: Reinad en el como Reina legitimamente constituida, reinad en el corazón de los esposos y de los padres, en el corazón de los hijos de los sirvientes. Bendecid, oh Madre nuestra, como Vos sabéis hacerlo, nuestras empresas, nuestros negocios, nuestros intereses, nuestras deliberaciones, todos los asuntos de esta tu familia. Desde este momento, Vos seréis la Señora, la única Dueña de la casa, porque nosotros no queremos tener otra Reina ni otra Madre más que a Vos para formar un dichoso y cristiano hogar acá abajo en la tierra y después continuar formando el hogar celestial allá arriba en el cielo. Así sea.


Una Salve a la Santísima Virgen de la Merced.


Purísima Madre de la Merced, ruega por nosotros. (300 días de indulgencia). Repitase tres veces


Mientras permanezca la Imagen de la Santísima Virgen de la Merced en la casa, todos los miembros de la familia han de procurar obsequiarla con las prácticas siguientes:


I.- Sean todos más exactos en el cumplimiento de los deberes cristianos, huyendo de ofender a tan bondadosísima Madre.


II.- Debe comulgar algún miembro de la familia en nombre de toda ella, para atraer las bendiciones del cielo sobre la misma.


III.- Rezar el Santo Rosario en familia.


IV.- Siempre que pasen por delante de la habitación en donde esté colocada la capilla, saludarán a la Señora y Dueña de la casa con la siguiente jaculatoria: Dulcísima Madre de la Merced, ruega por nosotros y bendice a esta tu familia.


ACTO DE CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA MERCED


Recitada por el padre o la madre, o en su defecto, por la persona más autorizada.


DÍGNATE VISITAR, ¡oh dulcísima Virgen de la Merced!, en compañía de tu divino Hijo, esta mansión, desde hoy es tuya, y colma a sus dichosos y felices habitantes de tus celestiales gracias y singulares favores que constantemente concedes a las familias consagradas a las ternuras de tu corazón de Madre. Tú misma, ¡oh Soberana Redentora de Cautivos!, has manifestado que quieres, que deseas reinar en los hogares. Por eso, toda esta familia, oyendo tu voz, acude presurosa a tu llamada, y, viendo el abandono y la apostasía de tantos hogares, te proclama, ¡oh bondadosísima Madre de la Merced!, su amable Soberana, y te consagra de una manera absoluta las alegrías, los trabajos y las tristezas, el presente y el porvenir de este hogar. Bendice, pues, a los presentes, bendice a los ausentes, bendice también, amorosa Madre, a los que, por que, por voluntad del cielo, nos arrebató la muerte. Establece en esta tu casa, te lo suplicamos por los acerbísimos dolores que sufriste al pie de la Cruz, establece tu dulce reinado y con él el dominio de tu caridad y de tu amor, el de tus inefables bondades y misericordias. Ven, Señora, y reina en este hogar; ven y manda en él como Madre, como Reina y como Dueña. Todo es tuyo y a Ti te pertenece. Destierra todo lo que te disguste, corrige todos los defectos que veas en él, imprime en él el amor casto la observancia de las santas leyes; infunde en todos sus miembros el espíritu de fe y de piedad, de fortaleza y de pureza. Haz, Señora, que la mansedumbre, la paciencia, la humildad, el desprendimiento, el desprecio por las locas vanidades y todas las demás virtudes que hicieron tus delicias, sean también las delicias de este hogar. Ábrenos, Señora, tu dulce regazo, qué es regazo de madre, y como en el Arca de salud ten siempre en él a todos los miembros de esta familia, que son tuyos hasta la vida eterna. Viva siempre amada, bendecida y glorificada entre nosotros la Santísima Virgen de la Merced, juntamente con el Corazón victorioso de Jesús.


Transcurrido el plazo que a cada familia le corresponde, para  obsequiar a la Santísima Virgen de la Merced, la persona cargada la trasladará a la casa a quien corresponda la Visita, según la lista que debe haber. Antes, de la salida de la capillita, se reunirá la familia ante la venerada Imagen y la despedirán con la siguiente: 


ORACIÓN 

Os damos infinitas gracias, dulcísima Madre de la Merced, por haberte dignado visitarnos y permanecer con nosotros en las intimidades de nuestro cristiano hogar. ¡Ah!, ¡y con cuánto cariño os hemos invocado en el seno de la familia, y con qué confianza os hemos expuesto todas nuestras necesidades...! Al entrar en nuestro hogar, nos has dicho, llena de amor: "La paz sea en esta casa y en todos sus moradores". Ahora, Madre querida de nuestros corazones, que nos vas a dejar, haz que oigamos de nuevo tu dulcísima voz y que nos digas: "Yo elegí y santifique esta casa, para que en ella se bendiga e invoque siempre mi nombre de Madre de la Merced, porque Yo soy la Madre de la Merced y de la Misericordia; para que en ella estén siempre fijos mis ojos de bondad y todas las ternuras de mi corazón; para socorrer siempre a sus moradores; para asistirlos en la hora suprema de la muerte. ¡Ah! ¡Qué momentos felices hemos pasado en vuestra dulcísima compañía, Madre querida de la Merced! Empero ahora, ¡qué vacío tan grande dejas en esta familia! Aceptad, Señora nuestra, los homenajes de amor filial que os hemos tributado durante tu permanencia entre nosotros; si queréis el alma, si queréis la vida, tomadla toda entera, que descansará tranquila en vuestro regazo amable; ¡Oh, María! No nos abandonéis jamás en la travesía ingrata de la vida. Adiós, dulcísima Madre de la Merced, adiós. Pero antes de dejarnos, dígnate bendecirnos con bendición de Madre, para que te amemos siempre. Ya sabes, Soberana Señora de nuestras almas, que has tomado posesión de esta casa y que esperamos con infinitas ansias que llegue el momento de que vengáis a hospedaros de nuevo. ¡Oh María de la Merced! Rogad por esta familia ahora y en el trance terrible de la muerte. Así


Redentora de Cautivos, ruega por nosotros 


Glorioso San Pedro Nolasco, ruega por nosotros.


Santos y Santas de la Orden de la

Merced, rogad por nosotros.

 

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