NOVENA DE LOS SANTOS MÁRTIRES
CIRÍACO Y PAULA
ACTO DE
CONTRICIÓN
Jesús amabilísimo, fuente perenne de piedad, manantial
copioso de misericordia, que hacéis ostentación de ella, sobre todas vuestras
otras obras, y que os agrada mucho perdonar al pecador arrepentido: yo que lo
estoy de todo corazón de todo cuanto os he ofendido, confiado en vuestra
infinita bondad, piedad y misericordia, me postro en vuestra divina presencia, confesando, como el hijo pródigo, que he pecado, contrito os pido el perdón
y olvido de todos mis extravíos é inobediencias á Vos, mi amoroso y tierno
Padre, que sufristeis una muerte cruel e ignominiosa por mí, aplicando su
infinito mérito y valor al que, con confianza, verdadero dolor y
arrepentimiento y el más decidido propósito de enmendarse os lo pidiese; concedédmelo,
Señor, con la gracia y auxilios necesarios que hagan perseverar hasta la muerte
en vuestro servicio, ejercitando para ello todas las virtudes, que misericordioso infundáis
en mi alma, y logre algún día amaros más perfectamente con los serafines en el
cielo. Amen.
ORACIÓN PARA
TODOS LOS DÍAS
Señor y Dios de todo consuelo que, inflamado en el amor de
los hombres, dejasteis gustoso el seno de vuestro Eterno Padre, para visitarnos
misericordioso, y como luz del mundo disipasteis las espesas tinieblas que nos
cubrían, con vuestras heroicas obras, y entre ellas dándonos en los Santos Ciríaco
y Paula un sublime ejemplar de todas las virtudes: os suplicamos humildemente que
aprendamos a imitarlos, marchando por la senda que nos dejaron, y amparados bajo
su protectora sombra, hagamos fructuosamente esta Novena, y merezcamos
complaceros en esta vida, para conseguir como ellos el imponderable premio de
la futura gloria que tenéis prometida. Amen.
DIA PRIMERO
Dios y Señor de infinita bondad que por sola ella
concedisteis a nuestros Santos Patronos Ciríaco y Paula, la infalible y
benéfica luz de la fé, en aquellos tenebrosos tiempos, en que casi toda la
tierra estaba envuelta en los supersticiosos errores de la idolatría: Vos, Señor,
que les inspirasteis las brillantes ráfagas de aquella luz divina para que
viviesen con arreglo a las verdades eternas de la fé que creían: haced, Dios
mío, que nosotros que tenemos la dicha de haber nacido en el seno de la Iglesia
y pisamos este terreno regado con la sangre de tan gloriosos y fieles mártires,
arreglemos también como ellos nuestras obras por la fe, que siendo vivas
imágenes de Jesucristo tu Hijo nuestro
Señor, ejemplar perfecto de la vida cristiana, consigamos
ser salvos por su imitación. Amen.
Ahora se rezan tres Padre vuestros y tres Ave Marías,
rogando cada uno por la intercesión de los Santos, lo que pretenda conseguir en
esta Novena.
ORACIÓN ÚLTIMA
PARA TODOS LOS DÍAS
Insignes, esclarecidos y gloriosos Mártires de Jesucristo,
San Ciríaco y Santa Paula, impávidos, y esforzados soldados de la milicia cristiana,
alistados bajo la invicta bandera del Crucificado, en vuestros más tiernos años,
no dudasteis sacrificaros víctimas de su amor como el mismo Señor lo verificó por
el que tuvo a todos los hombres: vosotros que fuisteis destinados para Abogados
y Patronos nuestros, y sois nuestros Ángeles tutelares: elevad a la presencia
del Altísimo nuestras súplicas y ruegos, alcanzándonos de su clemencia infinita
el perdón de nuestras culpas, el remedio de todas nuestras necesidades
espirituales y temporales, la prosperidad y abundancia general de este vuestro
pueblo, en todos sus preciosos frutos, y haced en fin que tengamos la dicha apetecida
de hallar y adorar las apreciables reliquias de vuestros cuerpos, y la gracia y
favor que pedimos en esta Novena, si es para honra y gloria de Dios y bien de
nuestras
almas. Amen.
DIA SEGUNDO
Piadoso y omnipotente Dios, nuestro único bien y felicidad
verdadera, que ofrecisteis una inmortal corona, a los que auxiliados de vuestra
gracia luchasen constantemente hasta el último momento de su vida, y venciesen a
los enemigos de su alma, é infundisteis esa consoladora esperanza en los
tiernos corazones de San Ciríaco y Sta. Paula, para que alentados con el eterno
é infalible premio, despreciasen su vida por conseguir le: concedednos esta
sublime virtud, para que, escudados con ella en las tentaciones, alcancemos la
victoria: y alentados, nos esforcemos a caminar a la perfección cristiana, por
la exacta observancia de los divinos mandamientos, y consigamos el premio que está
prometido a los que te sirven, te aman, y en tí esperan. Amen.
DIA TERCERO
Espíritu consolador que procedéis de un amor infinito. Vos
que tenéis las delicias en habitar con los hijos de los hombres, que
difundisteis vuestro sagrado fuego en los corazones tiernos de San Ciríaco y
Santa Paula, en tan alto grado, que llegaron a sellar con su sangre la verdad
del divino amor que abrigaban en su seno: inflamad nuestros corazones con la
llama de tan ardiente caridad, la más excelente de todas las virtudes, raíz y
vida de todas ellas; y haced que desprendiéndonos de los afectos carnales y
terrenos, amemos desinteresadamente el sumo bien, y logremos unirnos en la
patria celestial a Vos que con el Padre y el Verbo vivís y reináis eternamente.
Amen.
DÍA CUARTO
Misericordioso y clementísimo Dios, que, para confundir
nuestra soberbia, hacer la felicidad del género humano, y estrechar de un modo
indisoluble los amorosos vínculos que deben unirnos, establecisteis el precepto
de amar a nuestros enemigos, dándonos vuestra Divina Majestad el más heroico ejemplo
de él, especialmente en el santo madero de la cruz, y haciendo lo reprodujesen San Ciríaco y Santa Paula en su cruel martirio, rogando expresamente
por los- mismos que los apedreaban y calumniaban; comunicad, Señor, a nuestros
corazones este mismo amor y caridad, para que perdonando las injurias que nos hicieren,
prodiguemos a quien nos agravie, todo género de bienes y beneficios, y por ello
é intercesión de los mismos nuestros Protectores consigamos el perdón de
nuestras culpas, y la perseverancia en la gracia y con ella la salvación eterna. Amen.
DÍA QUINTO
Dios grande, fuerte y terrible que para gloria vuestra y
confusión de los soberbios supisteis en todo tiempo comunicar una invencible
fortaleza a las más flacas y débiles criaturas, de cuya virtud soberana
enriquecisteis a nuestros amados y Santos Patronos Ciríaco y Paula, para que, a
pesar de su tierna edad, despreciasen los halagos, venciesen las amenazas y
abrazasen los tormentos, con que fué probada su constancia por el juez
inhumano: plantad, Señor, en nuestros pochos esta misma fortaleza, para que como
muro inexpugnable, rodee el alcázar de nuestros corazones, queden cubiertos de los
rencores de nuestros enemigos, resistan con ánimo heroico las adversidades y
obstáculos opuestos a la virtud, y venzamos en la lucha a que nos provocan las
pasiones, obteniendo, en la eterna recompensa prometida a los vencedores en la
gloria. Amen.
DÍAS SEXTO
Dios eterno, pacientísimo
Cordero que, con admirable providencia, concedéis la virtud de la paciencia a
vuestros siervos, causando placer el sufrimiento de acerbos tormentos, sin embargo,
de repugnar y resistirlos nuestra naturaleza viciada, y que os dignasteis elevar
a este grado de perfección y virtud a nuestros gloriosos Patronos San Ciriaco y
Santa Paula, sufriendo con alegría, celestial, y con la mansedumbre de ovejas, el
duro quebrantamiento de todos sus huesos, causado con tanta multitud de
piedras, que los paganos les tiraron, que fueron martirizados con este inhumano
tormento: concedednos, Señor, la paciencia necesaria que dulcifique los
trabajos y tribulaciones que nos rodean y nos haga dignos de los pingües y
abundantísimos frutos prometidos por Vos a esta virtud y con ellos la bienaventuranza.
Amen.
DIA SÉPTIMO
Dios y Señor de toda bondad, que nos enseñasteis a poder
esperarlo todo de vuestra generosa é infinita misericordia, por la humilde y
fervorosa oración, y manifestasteis su eficacia y efecto, por la que hicisteis a
vuestro Eterno Padre desde la cruz, en la conversión de millares de judíos a la
luz de la fé, y por la de nuestros ínclitos Mártires San Ciríaco y Santa Paula,
desde el lugar de su suplicio, piadosamente creemos lograron la conversión de
muchos idólatras, el término feliz de la persecución, y la paz que á poco
tiempo gozó la Iglesia Santa: os suplicamos infundáis en nosotros esta virtud
de la oración fervorosa, y que extendiéndola además de nuestras necesidades espirituales
y temporales, la ejercitemos en favor de la conversión de los pecadores, reducción
de los impíos y herejes al seno de la Iglesia Católica, y que todos gocemos de la
felicidad eterna. Amen.
DIA OCTAVO
Señor y Dios nuestro infinitamente poderoso y grande en el
cielo y en la tierra, que os dignáis dirigir vuestras miradas favorecedoras a
los más humildes de corazón, dándoles vuestros especiales dones y gracias, y que,
humanado, nos invitasteis a aprender de Vos mismo a ser mansos y humildes, é
inspirasteis a nuestros esclarecidos Patronos San Ciríaco y Sta. Paula la más
profunda humildad, la sumisión más exacta a los preceptos de vuestra santa ley,
en tiempo en que el príncipe de la soberbia reinaba en este pueblo, y que con
heroica humildad se negasen a sí mismos, imitando a Vos, nuestro Divino
Maestro, obediente y humillado hasta la muerte, y muerte de cruz: os
suplicamos, Señor, os dignéis por la mediación de nuestros Stos., concedernos
esta ventajosa virtud, para que dóciles a nuestra voz, no confiando en nuestras
propias fuerzas, é imitando al que siendo Dios verdadero de Dios verdadero, se
anonadó y humilló hasta el último extremo; consigamos el premio y elevación, destinada
a los humildes en la gloria. Amen.
DIA NOVENO
Dios y Señor omnipotente esencialmente inmutable, é
infinitamente perfecto, que os dignasteis conceder a nuestros Santos Patronos Ciríaco
y Paula, el precioso don de la perseverancia, con el que se conservaron fieles a
vuestra santa ley, hasta el último momento de su vida, a pesar de todos los artificios
del tirano, de los tormentos, de las seducciones y tentaciones de sus enemigos,
y aun del combate de las pasiones: ejercitad Señor, con nosotros
misericordioso, el concedernos esta misma gracia, para que permaneciendo invariables
en la fé, que profesamos, y obrando según ella, con todas las virtudes, os
sirvamos todos los días de nuestra vida, logremos ser salvos en nuestra muerte,
y gozar la vista de vuestro hermoso rostro, en compañía de nuestros Tutelares y
amados Mártires por una eternidad en el cielo. Amen.