domingo, 4 de agosto de 2019

NOVENA AL SANTO SEPULCRO



NOVENA AL SANTO SEPULCRO DE CRISTO

CONSAGRADO AL DEVOTO SEPULCRO QUE SE VENERA EN LA IGLESIA CONVENTO DE SANTA CATALINA, VIRGEN Y MÁRTIR DE LA CIUDAD DE BARCELONA
AÑO DE 1785

Arrodillado delante del Santo Sepulcro y hecha la señal de la santa cruz, dirás con la mayor devoción posible lo siguiente: 

ACTO DE CONTRICIÓN
Oh Jesús por mi amor muerto, amortajado y sepultado, al considerarme, que antes de morir, a impulsos del mas fervoroso deseo, que tenías de la salvación de las almas, rogasteis por aquellos mismos que os habían crucificado, clamando a vuestro celestial: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen. Al reflexionar, antes que consolar a vuestra Madre Santísima, y encomendar vuestro espíritu al Eterno Padre, procurasteis primero el perdón de vuestros enemigos: al mirarme esa bondad sin medida e inestimable caridad, concibo una firme esperanza de que borrareis todas mis culpas, si mi dolor es el que debe ser. Postrado pues, os suplico que me deis la gracia, para que os diga con un corazón verdaderamente contrito y humillado, Señor, me pesa de haber pecado, pésame de haberos ofendido. Mirad, que no me escandalizo como aquellos impíos de vuestra muerte, si que intento celebrar la gloria de ella y de vuestro santo sepulcro, rogad también por mí y decidle al Eterno Padre, perdonad a este pecador, que no sabía lo que hacia cuando pecaba. Concededme lo que pretendo alcanzar con esta santa novena, mientras no me impida el amaro, bendeciros y alabaros en esta vida y en la otra. Amén. 



DIA PRIMERO
ORACIÓN
Amantísimo Salvador, Vos después de haber muerto ignominiosamente en el patíbulo de la Cruz, quisisteis que fuese glorioso vuestro sepulcro. A este fin dispuso vuestra divina providencia, que dos hombres nobles que fueron José de Arimatea y Nicodemo, emprendieron la piadosa resolución de daros sepultura. Aquel, siendo noble senador de Jerusalén, movido de impulso superior, pidió con valentía y sin temor alguno al presidente Pilatos, le concediese vuestro santísimo cuerpo difunto, desnudo y llagado como estaba en la cruz. ¡Oh Señor! Gloria fue de vuestro sepulcro sepultados hombres no de la infame plebe, sino noble y visibles en la ciudad, que supieron juntar con la nobleza la mas solida devoción. Haced pues, que imite la piedad de aquellos dos santos varones, que atropelle al modo de ellos, todos los respetos mundanos, para obsequiaros y serviros y que os procure una honrosa sepultura en mi corazón, a fin de que llevándoos siempre sepultado en mi alma, tenga la dicha de veros resucitado, glorioso y triunfante en el cielo. Amén. 


GOZOS
Pues del triunfo más glorioso,
Vuestro sepulcro es blasón:
Sea de mi corazón,
Vuestro sepulcro el reposo.

El mismo amoroso empeño,
Que en la alta Cruz os subió
Desde la Cruz os bajó
Al sepulcro, amado dueño,
Estando en tierra gustoso,
Dadme en el cielo mansión:

Cuando ciego contra Vos,
Se irrita más la vileza
La más brillante nobleza,
Os reconoce por Dios
El daros sepulcro honroso
De una noble lección:

De ungüentos, mucha abundancia,
Para enterraros gastó
Nicodemo, y sembró
Para el cielo su ganancia,
Este cambio dichoso
Las expensas, lucradas son:

Si os dio la muerte, Señor,
De vil reo esclavo afrenta
Os restituye y ostenta, 
Vuestro sepulcro el honor
Del suyo muy suntuoso
Os da José posesión:

Sepulcro ajeno aceptasteis,
Y ese mismo es mayor gloria,
Así de vuestra victoria
Hermoso presagio dais,
Este es señal misteriosa
De muy breve detención: 

En un nuevo sepulcro entráis
De una fuerte peña entera
Para que el judío infiera
El portento que allí obráis,
Ya no puede caviloso
Dudar de la Resurrección:

Un fiero encono y desvelo,
Velaros quiso, y durmió
Y nunca más despertó
Ni rasgó su ingrato velo,
Burláis su furor rabioso,
Y crece en obstinación:

Los mismos ángeles celan
De vuestro sepulcro el culto, 
Y contra el desmán eh insulto
Lugar tan sagrado velan,
¿y dormirá perezoso
El hombre? Es un gran sin razón:

Que nuestras ansias más pías
En el sepulcro empleemos,
Dice el ejemplo que vemos,
De ángeles, Justos, Marías,
En este ejemplo piadoso,
Imán de vuestra afición:

En monte Sión sepultados
Junto con vos dulce bien,
Y junto con Vos también
¡Oh Jesús! Resucitados
Dadnos el descanso hermoso, 
de la celeste Sión:

Pues del triunfo más glorioso,
Vuestro sepulcro es blasón:
Sea de mi corazón,
Vuestro sepulcro el reposo.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Padre Celestial! Si vos para premiar ya de algún modo en este mundo los méritos y la santidad del Rey Josías, hiciste que todo el reino de Judá llorase su muerte, que fuese enterrado magníficamente, y que los de Jerusalén celebrasen afectuosos su sepultura, justo era que dispusiese vuestra divina providencia, llorasen todas las criaturas, aun las insensibles, la muerte de vuestro Unigénito Hijo, que fuese sepultado honrosamente, y que el sepulcro donde lo sepultaron fuese glorioso, una vez que el había sido obediente hasta la muerte, y sus méritos excedían sin comparación al rey Josías. Concédeme, Padre amantísimo, gracia para llorar la muerte de mi Redentor, para contemplarte sepultado, lleno de llagas que le ocasionaron mis culpas, y encended en mí, fervorosos deseos de celebrar las glorias de su Sepulcro, por la eternidad de los siglos. Amén.



DIA SEGUNDO
ORACIÓN
La abundancia de preciosos ungüentos, Divino Salvador, con que fue ungido vuestro santísimo cuerpo, cede también en gloria y honor de vuestro Sepulcro. Os sepultaron los dos nobles Santos Varones, seguro que era costumbre entre los hebreos mas ilustres, y embalsamaron vuestro Cuerpo Santísimo, derramando sobre él, mucha cantidad de mirra y aloe. La amargura de aquellos ungüentos mi buen Jesús, me da a conocer que con sentimiento, dolor y pena de ser mis pecados los causantes de vuestra muerte, os debo obsequiar en el Sepulcro, y la abundancia me instruye, que no repare en gastos, cuando conduce para vuestro mayor culto, gloria y honor. Así que dadme un espíritu de compunción para llorar mis culpas, como y también un espíritu de liberalidad para que pueda contribuir en lo que pueda a las glorias de vuestro sepulcro, esperando de vos ser eternamente recompensado en el cielo. Amén.



DIA TERCERO
ORACIÓN
Gloria fue de vuestro sepulcro, Dulcísimo Jesús, el ser tan nuevo, que en el ninguno se había enterrado, y el ser de un noble. Aquel mismo sepulcro se había fabricado para si el mismo José de Arimatea, por consiguiente, no sería ínfimo y despreciable, sino magnifico, proporcionado a su nobleza según el uso de su tiempo, y según se acostumbraban ser los sepulcros de los judíos mas nobles. Era muy el caso, mi buen Jesús, que a un cuerpo nuevo y limpísimo como era el vuestro, a causa de ser formado por virtud del Espíritu Santo, de la Purísima sangre de la Virgen María, se le destinase por sepultura un lugar nuevo y limpio, y este fue el sepulcro de José. Dadme pues, un corazón nuevo, para que pueda ser digna sepultura vuestra. Haced, así como en aquel sepulcro, no había inmundicia alguna, ni despedía de si algún olor, sea purificado mi corazón. Y libre de corrupción, mediante vuestra divina gracia que deseo, persevere en mi hasta consumarse en la Gloria. Amén.



DIA CUARTO
ORACIÓN
¡Oh Jesús amantísimo! Cuando los judíos os habían abandonado, dejando vuestro santísimo cuerpo clavado en la cruz en medio de los dos ladrones, cuando irritados contra vos, no podían ver ni oír, que alguno os obsequiase, siendo entre ellos oprobio, tocar y enterrar los cuerpos de los ajusticiados, aquellos dos varones, que hasta entonces habían sido vuestros discípulos, ocultos por temor a los judíos, se manifestaron abiertamente procurándoos abiertamente como vuestro maestro, honrosa sepultura. Vos mismo Señor, los animabas interiormente, para que, depuesto todo temor, se expusiesen constantes y animosos a perder la vida, sus bienes y a padecer una terrible persecución, lo que todo bien considerado hizo mas honorifico vuestro sepulcro. Concédeme pues, mi buen Jesús, que, en todos tiempos, pero singularmente cuando os vea mas despreciado, a cara descubierta os obsequie y venere, aunque sea ponerme en peligro de perder mi vida, y de padecer la mas sangrienta persecución, procurando siempre vuestra mayor gloria y la salvación de mi alma. Amén. 




DIA QUINTO
ORACIÓN
Bendito y lavado seas mi Redentor, que después de haber estado vuestro santísimo cuerpo difunto tres días en el sepulcro, salisteis de el glorioso y triunfante de la muerte y de vuestros enemigos. Vos honrasteis vuestro sepulcro de un modo semejante a aquel, con que honrasteis el vientre virginal de vuestra Madre Santísima. Descansasteis vivo en las entrañas virginales de María, y descansasteis muerto dentro del sepulcro. Salisteis de aquellas entrañas sin causar lesión alguna, y saliste del sepulcro, penetrándolo y dejándolo sin lesión. Si fue gloria de vuestra Madre aquel feliz parto, con que nacisteis mortal, también lo fue para el sepulcro vuestra resurrección, que fue otro parto en que naciste inmortal. Haced que adore y venere tan glorioso sepulcro, y que en el medite el misterio de vuestra resurrección, fundamento de nuestra fe y esperanza. Dadme gracia para que viva de manera que, después de haber descansado mi cuerpo en la sepultura, resucite como Vos glorioso y triunfante en el día de la resurrección final. Amén.  



DIA SEXTO
ORACIÓN
¡Oh Jesús, verdadero esposo de mi alma! Cuando resucitasteis del sepulcro, con un grande y espantoso terremoto, manifestasteis vuestro poder y majestad, para que os temiesen aquellos mismos que os habían despreciado hasta el ultimo abandono. Bajo del cielo también en aquel mismo tiempo como ministro de vuestro poder un ángel, quien, manifestándose con aspecto resplandeciente y terrible al modo de un rayo, y con los vestidos blancos como la nieve, removió la piedra que cerraba vuestro sepulcro. A su vista, y al oír el terremoto huyeron los soldados que estaban allí de guarda, quedándose el sentado para guardar el sepulcro de los insultos y abominaciones de los judíos. Que gloria, Señor, para vuestro sepulcro, ser guardado por un ángel hermoso, resplandeciente y terrible, que aterro a vuestros enemigos, y sirvió de consuelo y gozo a quienes fueron a vuestro sepulcro a adoraros. ¡Oh mi buen Jesús! Haced que mire de aquí en adelante vuestro sepulcro rodeado de ángeles, que están de centinelas, para que esta consideración me contenga de profanarle y me mueva a venerarle, y merezca que los mismos ángeles, lejos de causarme espanto, me sirvan de consuelo, singularmente cuando estaré cercano a la sepultura, que será en la hora de la muerte. Amén. 




DIA SEPTIMO
ORACIÓN
Dichosas mujeres, amabilísimo Jesús, que fueron a visitar el sepulcro en el día de vuestra Resurrección, Santa Magdalena y sus compañeras, señoras verdaderamente nobles pero llenas de piedad y devoción, compraron aromas para ungir vuestro cuerpo. Ellas se estuvieron toda la noche antecedente con una santa paciencia esperando el día, mas el amor que os profesaban no quiso sufrir tanta dilación, así las obligo a dejar su retiro antes de salir el sol. Quien no honrará Señor, vuestro Sepulcro, al verle honrado de aquellas señoras piadosas, a las que no fue capaz de retraher ni la ignominia de vuestra muerte, ni la imposibilidad de remover ellas la losa del sepulcro. Vos hicisteis, que, si bien no lograron ungir con aquellos aromáticos ungüentos vuestro cuerpo santísimo, porque ya habías resucitado, tuviesen la dicha de ver con sus propios ojos los ángeles, que testificaron vuestra Resurrección. Dadme gracia Jesús, para que yo con igual devoción, visite vuestro sepulcro, previniéndome de ungüentos aromáticos a Vos, los mas agradables, que son los ejercicios de las virtudes, especialmente de la caridad y el amor para con Vos y para con los prójimos, y tenga la dicha de ver con mis propios ojos a los ángeles, que estaban en el sepulcro, y gozar de su compañía en el cielo. Amen.




DIA OCTAVO
ORACIÓN
¡Ah! Y cuan cierto es mi Redentor, que es tan grande, tan imponderable vuestra paciencia, que no permite mal alguno, sino que sea para mayor bien. Vos permitisteis que los gentiles, para borrar vuestra memoria de vuestro santo sepulcro, llenasen su lugar de gran cantidad de tierra, fabricasen allí un templo y elevasen un simulacro a Venus, haciendo funesto sepulcro de las almas el mismo lugar de donde Vos habías vuelto a la nueva luz. Todas estas abominaciones, Señor, las permitisteis sin duda para hacer mas glorioso vuestro sepulcro. En efecto, llenasteis de espíritu de celo y de fervor el corazón de la grande emperatriz Santa Elena, madre de Constantino, ella a fin de reparar aquellas injurias cometidas contra vuestra adorable Majestad, emprendió el largo viaje a Palestina, mandó allí destruir el templo de Venus, arruinó al impuro simulacro, ordenó cavar profundamente hasta descubrir el mismo augusto, sacrosanto monumento de vuestra resurrección, y no paro su espíritu magnánimo hasta hacer aquel santo lugar, uno de los mas ilustres y venerados del universo. ¡Oh Salvador! Si supiera yo imitar la piedad de esta santa emperatriz. Dadme pues gracia, para que a la manera que ella limpió aquel mismo lugar que habían profanado los gentiles con abominables simulacros, purifique yo mi corazón, que tantas veces eh manchado con los ídolos de mis desordenadas pasiones, y sea como el de aquella santa digna habitación y sepulcro vuestro. Amén.



DIA NOVENO
ORACIÓN
Nadie ¡Oh dulcísimo Jesús! Puede dudar que es glorioso vuestro sepulcro, si atiende que en el habéis manifestado y manifestáis vuestra divina Omnipotencia. Visitándole los vejados del espíritu maligno se ven libres de su opresión, los enfermos consiguen milagrosamente la salud, y los pecadores mas obstinados la gracia de una solida conversión. Que diga Santa María Egipciaca cuando se sintió tan repentinamente tocada y convertida. Vos, visitando ella el templo en donde se venera vuestro santo sepulcro, aunque no era movida de la devoción sino de una pasión dominante, de improviso le moviste el corazón a tanto dolor, que, convertidos sus ojos en dos fuentes de lágrimas, después de haber adorado aquel lugar santo, paso el Jordán a una horrenda soledad, en que hizo una vida la mas austera y penitente cuarenta y siete años. ¡Oh mi amado Jesús! Yo espero de vuestra misericordia, que, visitando vuestro Santo Sepulcro, derraméis sobre mí con abundancia vuestros auxilios, convertiréis mi duro y rebelde corazón a Vos, y me daréis el consuelo mas conveniente en todas las necesidades espirituales y corporales. Deseo cuanto es de mi parte cooperar al culto y a la gloria de vuestro Santo Sepulcro, sin tener otra mira, que serviros y obsequiaros en la tierra y en el cielo. Amén.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...