DÍA OCHO DEL MES EN QUE SE HACE RECUERDO DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA SEÑORA NUESTRA
Dispuesto por uno de los menores hijos de
nuestro padre San Francisco.
(México 1877, Librería de Francisco
Abadiano, calle de La Escalerilla num. 17)
Cada palabra de este día Ocho, tiene concedidos 200 días de indulgencia por el Ilmo. Sr. Belaunzarán.
Se reza el Acto de Contrición y luego la siguiente:
ORACIÓN
Soberano y Omnipotente Dios, Uno en esencia y en personas Trino, a quien adoran los ángeles, sirven los arcángeles, reverencian las virtudes, aclaman las potestades, obedecen los principados, temen las dominaciones, ensalzan los tronos, contemplan los querubines y aman incesantemente los serafines. Yo, el más vil gusanillo de la tierra, atendiendo a tu imponderable grandeza, temo el llegar a mover en tu presencia mis labios; pero aunque soy polvo y ceniza, a ello me anima tu clemencia: en esta, pues, confiado, dirijo a ti mis voces, dándote infinitas alabanzas por las maravillosas obras de tu poder divino, y en especial por la Concepción Inmaculada de la celestial Emperatriz María Santísima mi Señora, en cuya formación ostentaste la virtud de tu poderoso brazo, preservándola de la original culpa y adornándola con tantas gracias, que mereció la aclamases toda hermosa, sin la menor mancha. Quisiera, Dios mío, por este milagro de tu Omnipotencia, darte condignos aplausos; pero quién, Señor, no queda siempre corto en alabarte? Cierto que no son bastantes todas las criaturas para mi desempeño; pero no obstante que confieso rendido los excesos de tu grandeza, a todas las convido para que te den los elogios y juntamente gracias por los esmeros de tu poder en la fábrica de la Soberana Princesa, a quien constituiste poderosa Abogada de los pecadores, para que mediante su patrocinio, consiguiesen el tesoro de la divina gracia: este te pido, mi Dios, por la misma Señora,: concede a todos los mortales este beneficio; que si así lo ejecuta tu piedad, merecerán gozarte y darte alabanza por los siglos de los siglos. Amén.
Aquí
se rezan siete Ave Marías, en honra de los siete días en que milagrosamente fue
organizado y preparado el sagrado Cuerpo de María Santísima para recibir la
benditísima Alma, como refiere la V.M. María de Jesús de Agreda; y así se
ofrecerán elogiando a la Señora con las obras de los siete días de la creación,
repitiendo en cada una de las Ave Marías, la siguiente:
JACULATORIA
Por tu limpia Concepción
¡Oh Soberana Princesa!
Una muy grande pureza
Te pido de corazón.
Del mundo la formación
Fue en siete días celebrada
Y con bella proporción
Así entiendo ejecutada
Señora, tu Concepción.
Ave María.
Fiat Lux, Genes.
C.I.
Salve a quien la Trinidad
Como a luz aprobó
Y tinieblas separó
Con tan singular claridad.
Ave María
Fiat Firmamentum. Ibid.
Salve, de gracia portento
Pues de lo más cristalino
Te formó el poder divino
Cual hermoso Firmamento.
Ave María.
Germinet terra herbam viretem. Ibid.
Salve, a quien con lo vedado
Nunca brindó Satanás,
Porque de este árbol jamás
A ti pudo dar bocado
Ave María
Fiat Luminaria, Ibid.
Salve, a quien la ave nocturna
Cual sol encontró lucida
Y así toda confundida
Quedó a tus pies la Luna.
Ave María
Avesque multiplicentur, Ibid.
Salve a quien Dios aplicó
Como propia la pureza,
Y con graciosa destreza
De Eva Ave te fabricó.
Ave María
Faciamus Hominem ad imaginem et similitidinem,
nostram. Ibid.
Salve, a quien culpa no alcanza
Pues por Madre del Señor,
Es muy debido su honor
El que seas su semejanza.
Ave María.
Requievit die séptimo. C. II.
Salve, en fin, toda graciosa,
En quien rendido de amor
Descansó el mismo Criador
Llamándote toda Hermosa.
Ave María.
OFRECIMIENTO
¡Oh benignísima Reina de los ángeles Emperatriz del Universo, Hija del Eterno Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo dulcísima María, a quien el Todopoderoso previno con santas bendiciones de gracia, que hizo excedieses a toda pura criatura! En ti, Señora, se halla como en su centro la belleza, no atendiéndose fealdad alguna en tu sagrado cuerpo, ni en tu alma benditísima la menor mancha. Celébrenle las jerarquías del cielo, tribus de la tierra: aclámente llena de gracia todas las generaciones, dándote los parabienes por tan singular privilegio; y cuanto es de mi parte, lleno el corazón de regocijo, te repito por tus dichas la enhorabuena. Recibe, Princesa Soberana, este mi sacrificio de alabanzas, y vuelve a esta vil criatura esos tus hermosos ojos, sin que merezca tus desvíos por mi miseria, pues eres amorosa Madre de los pecadores, a quienes mira con lástima tu clemencia, atendiendo a que en la naturaleza heredan la desgracia de la primera culpa. Y pues tú, luz de mis ojos, eres hechura de la gracia, comunica ésta a tus atribulados hijos, no permitiendo el que en nuestras almas caiga mancha alguna de pecado. Arroja, bien mío, de los humanos corazones este mortal veneno, por tu Concepción Inmaculada, la que hoy venera nuestro afecto para tenerte propicia. Dígnate, divina Aurora, de aceptar este mi obsequio, que aunque corto en la ejecución, es grande en el deseo, pues quisiera ofrecerte holocaustos dignos de tu grandeza: mas ya que tan pobre me reconozco, a ti ocurro a que me des cosa digna que poderte ofrecer. Ninguna más de tu agrado que la pureza; este te pido, querida Madre mía, para que viviendo en este mundo con limpio corazón, pueda en el cielo verte en compañía de tu Soberano Hijo, mi amantísimo Jesús, quien con el Padre y el Espíritu Santo, vive y reina por toda la eternidad. Amén.
En todo este día se tendrá muy presente la Concepción en gracia de María Santísima, repitiendo a la Señora la siguiente:
JACULATORIA
Por tu limpia Concepción
¡Oh Soberana Princesa!
Una muy grande pureza
Te pido de corazón.
SALUTACIONES Y ELOGIOS A MARÍA
Ave, fuente de dulzura.
Ave, delicioso Huerto.
Ave, pacífico Puerto.
Ave, Espejo de hermosura.
Ave, en todo instante Pura.
Ave, cielo en quien Dios cabe.
Ave, del Paraíso Llave.
Ave, hasta Dios remontada.
Ave, del mundo Abogada.
Ave María, Ave, Ave.
Salve, suavísima Rosa.
Salve, cándida Cordera.
Salve, Paloma sincera.
Salve, Azucena olorosa.
Salve, Fénix amorosa.
Salve, Lucero del día
Salve, Madre dulce y pía.
Salve, universal consuelo.
Salve, admiración del cielo.
Salve, en fin, Salve, María.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
¡Oh sagrada Reina de los ángeles y excelsa Señora de los hombres, María Santísima! A vos, que toda sois dulzura en nuestras amarguras, todo nuestro consuelo en las angustias y todo nuestro gozo en las tristezas, a vos recurro en mis aflicciones, trabajos y cuidados, muy confiado en vuestra protección de que mi ánimo ha de quedar pacífico y mi corazón consolado; y para esto me postro rendido a vuestras sagradas plantas y ofrezco humilde en vuestras purísimas manos todas mis potencias y sentidos, deseando emplearme todo en amaros y serviros como a mi Reina y Señora. Y así, no quiero ya ojos sino para miraros; ni oídos sino para oíros; ni lengua sino para alabaros; ni manos sino para serviros; ni pies sino para seguir vuestros pasos; ni quiero ya memoria sino para acordarme de vuestras finezas; ni entendimiento sino para meditar vuestras piedades; ni voluntad sino para amar vuestras perfecciones, que así agradaré también a vuestro Divino Hijo, mi Redentor Jesús: hacedme por su amor, participante de vuestras virtudes, y disponedme para merecer y recibir los favores y gracias que os pido en este día. Mostrad, Señora, que sois mi madre, mi Reina y Patrona, y enseñadme a ser vuestro hijo verdadero, vuestro vasallo fiel y vuestro esclavo amante; para que siempre halle en vos el más saludable antídoto contra el pecado, el más seguro patrocinio para la gracia, el más fuerte escudo contra el infierno y el norte más fijo para la gloria.
Colaboración
de Carlos Villaman
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