DEVOTO NOVENARIO
AL GLORIOSO
SAN ANTONIO DE PADUA,
QUE PARA MAYOR DEVOCIÓN AL SANTO Y PARA
UTILIDAD DE SUS DEVOTOS
Dió a la Luz
EL R. D. Fr. FRANCISC0 DAMEI.
Lector Bis-Jubilado de la 0rden de san
Francisco de la Provincia de Cataluña, y catedrático de Teología de la
Universidad de Cervera.
MODO DE HACER LA NOVENA
El
que deseare hacer con devoción y fruto esta novena, ayunará, o se aplicará a
otras obras de religión y piedad, confesará y comulgará el primer día, o en el que
más le acomode (si la novena fuere de nueve martes, hará estas diligencias en
cada uno encendiendo una vela en la capilla del Santo): y arrodillado delante
la imagen del santo rezará la novena alentando su esperanza para conseguir el
fruto que pide si conviene para la salvación de su alma; añadiendo para este
efecto la intercesión de los santos ángeles. El que no supiere leer rezará
nueve padres nuestros y nueve aves marías á honra del Santo en memoria de las
virtudes con que le adornó el Señor participadas de las que distinguen los nueve
coros angélicos.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios verdadero y Padre amorosísimo, que para remediar mi alma de la esclavitud eterna disteis el infinito precio de vuestra sangre en la cruz, en la que quisisteis morir para darme una eterna vida; postrado ante vuestro ser, os adoro con todo el afecto de mi alma. Me arrepiento de todas mis culpas, que me pesa haber cometido por haber sido agravios, e injurias a vuestra infinita bondad, que amo sobre todas las cosas. Quisiera borrarlas con mi propia sangre: pero Vos, Dios de misericordia, me limpiareis con la vuestra, y por Vuestros méritos me daréis gracia para enmendar mis pasados yerros y perseverar en vuestro santo amor. Yo espero este favor, y los demás que solicito en esta novena por la intercesión de vuestro amigo y mi amado patrono Antonio. Dignaos, santo mío, oír mis súplicas. Deseo imitar vuestras virtudes; y esta imitación será todo mi mérito para que vos me alcancéis del Señor cuanto convenga para mi eterna salvación. Amén.
ANTÍFONA: Oh
Doctor esclarecido, luz de la santa Iglesia, bienaventurado Antonio, amante de
la ley divina, ruega por nosotros al Hijo de Dios.
L/: Ruega por nosotros ¡Oh Antonio,
bendito y santo!
R/: Para que seamos
dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN: Acordaos
¡oh, glorioso San Antonio! amigo del Niño Jesús e hijo querido de María
Inmaculada, que jamás se oyó decir que alguno de cuantos han recurrido a vos,
implorando vuestra protección, haya sido abandonado. Animado de igual
confianza, vengo a vos, ¡oh fiel consolador de los afligidos! y gimiendo bajo
el peso de mis pecados me postro a vuestros pies y pecador como soy me atrevo a
comparecer delante de vos. No desechéis, pues, mis súplicas, vos que sois tan poderosos
cerca del Corazón de Jesús, antes bien, escuchadla favorablemente y dignaos
acceder a ella. Amén.
DÍA PRIMERO
CONSIDERACIÓN
La primera virtud que ofrece Antonio á nuestra consideración, es la pureza con que adornó el Señor su alma, la que le hizo semejante a los espíritus celestiales. Ilustrado Antonio con la divina gracia, consideró que siendo nuestro cuerpo templo de Dios, que edificó su Majestad para especial morada suya, santificándole con el santo Bautismo, y adornándole con todas las virtudes; debían conservarle puro y limpio de las suciedades con que le profanan los brutales apetitos de la carne. Enamorado de la castidad que trasformó los hombres en ángeles: desde su más tierna edad eligió por singular patrona a la Madre de Dios, cuyo patrocinio se emplea particularmente en las almas puras y castas. Y viendo que cuanto hay en el mundo todo escita la concupiscencia de la carne se retiró a la religión, donde con el ejercicio continuo de ayunos, cilicios y disciplinas sujetó de tal suerte la carne a las leyes del espíritu, que pudo llamarse ángel en carne; llegando a comunicar la castidad con el contacto de su ropa.
Se meditará un rato esta materia, y se rezarán tres padres nuestros, y tres aves marías a honor de las tres jerarquías de los santos ángeles, cuyas virtudes participó el santo. Y luego se hará esta:
DEPRECACIÓN
¡Cuán
felices seríamos Castísimo Antonio, si el suavísimo olor de este lirio, que
simboliza vuestra Virginidad, llegase a nuestra alma y llenase todo nuestro corazón
de un intenso amor a la castidad! Los pestilentes vapores de la concupiscencia
carnal tienen tan poseídos y ocupados nuestros sentidos que no podrá penetrar
en nosotros la fragancia de está virtud: si vos con vuestra poderosa
intercesión no nos alcanzáis del Padre celestial que aparta nuestros ojos para que
no vean la vanidad, y nos dé fuerzas para enfrenar con una entera mortificación
los insultos de la carne, que nos arrastran a los más vergonzosos deleites.
Este favor esperamos por vuestros méritos, para ser en adelante templos santos
del Señor, en que recibamos al Cordero inmaculado que se apacienta entre
azucenas. Amén.
GOZOS
Sois de santidad dechado;
y espejo de confesores:
el de Padua nombrado
honor de Frailes Menores.
La ciencia alta y divina
que en vos infundió el Señor,
alumbró, y dio resplandor
de vida santa y Doctrina:
La cual fue muy peregrina,
digna de grandes loores:
Del Reino de Portugal
fuiste a dar luz a Italia,
lo mismo hiciste en Galia
con un celo Celestial;
Confundiendo el vil Caudal
de Herejes y sus errores:
Predicando en Padua un día
con divino y santo celo,
se os reveló desde el Cielo,
que en Lisboa padecía,
con maldad y alevosía,
vuestro Padre por traidores:
Dejasteis de predicar
quedando en Padua durmiendo
y en Lisboa apareciendo
por vuestro Padre librar:
un muerto hicisteis hablar
contra los acusadores:
Mucho os debe Perpiñán,
pues en él siendo llevado
á ajusticiar un letrado
por astucia de Satán;
Lo libraste del afán
de la muerte y sus horrores:
Con extraña maravilla
fue por vos el inocente
sacado de entre la gente,
y puesto en vuestra capilla;
Do acudió toda la villa,
los plebeyos y señores:
Las cosas que son perdidas,
sí sois buen santo rogado,
es cierto y averiguado,
que luego Son parecidas;
Por lo cual son ofrecidas
gracias a Dios y loores:
En sus naufragios es cierto
que cuando más fatigados,
los navegantes cuitados,
hallan en vos dulce puerto;
Mostrándoos al descubierto
en sus ruegos y clamores:
Vuestros milagros, y vida
son tantos y tan sin par,
que no se pueden contar
tan en breve y de corrida,
Esta suma es referida,
como un ramito de flores:
ANTÍFONA:
Bendigan al Señor todas las criaturas de la tierra, del mar, que al obrar tales
prodigios, por medio de Antonio, hace crecer en los corazones de los mortales,
la esperanza de la vida eterna.
Si buscas milagros, mira:
muerte y error desterrados,
miseria y demonio huidos,
leprosos y enfermos sanos.
El mar sosiega su ira,
redimense encarcelados,
miembros y bienes perdidos
recobran mozos y ancianos
El peligro se retira,
los pobres van remediados;
cuéntenlo los socorridos,
díganlo los paduanos.
El mar sosiega su ira,
redimense encarcelados,
miembros y bienes perdidos
recobran mozos y ancianos.
L/: Ruega a Cristo por nosotros, Antonio
glorioso y santo,
R/: Para que dignos así de sus promesas seamos.
ORACIÓN:
Haced, ¡oh, Señor!, que la intercesión de vuestro confesor y doctor San Antonio
llena de alegría a vuestra Iglesia para que siempre sea protegida por los auxilios
espirituales y merezca alcanzar los eternos goces. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
DÍA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
Hoy se nos propone Antonio con el carácter de arcángel, embajador de Dios a los hombres por el ministerio de la divina palabra, que le confió su majestad con particular gracia. Desempeñó Antonio con la mayor exactitud este gran de encargo, que todo se encamina a la salud eterna de las almas. Dio saltos como gigante sin parar en la carrera de su ministerio. No tuvo quien se escondiese de la luz de su doctrina, y del celo con que persuadía. La Italia y la Francia dirán a todas las generaciones los innumerables pecadores que convirtió, y los justos que adelantó y perfeccionó en la virtud. En todos los siglos se oirá el elogio que, a la lengua entera y fresca de Antonio, después de convertido su cuerpo en cenizas, dijo el Doctor Seráfico san Buenaventura: ¡Oh lengua bendita, que bendijiste al Señor, é hiciste que los otros le bendijesen! ¡Ahora se ve cuan grande ha sido tu mérito delante Dios!
DEPRECACIÓN
Celoso
y ferviente ministro de la divina palabra; ¡cuán olvidado vivo de las
verdaderas y saludables máximas del evangelio! El mundo ocupa todos mis
pensamientos la vanidad me lleva todos los afectos. Dormido en un profundo
sueño descuido enteramente de mi Dios, de mi salud. Que me ha de coger la
muerte en este fatal letargo. Tronad Antonio sobre mi desde el cielo, donde os
asiste todavía aquel celo de la salud de los hombres, que hizo resonar vuestra
voz por toda la tierra. Inspirad en mi alma la doctrina de la virtud junto con
su suave amor para practicarla. Conozca yo los grandes peligros con que me
cerca el mundo para evitarlos; y la seguridad de la vida cristiana para caminar
en ella. Viva siempre despierto para temer y amar a mi Dios, seguir los pasos
del Redentor, merecer la vida eterna en el cielo, donde sin cesar le alabe, y
bendiga. Amén.
DÍA TERCERO
CONSIDERACIÓN
En este día se propone Antonio a nuestra consideración con un singular amor a sus prójimos semejante al del coro de los principados, con que estos celestiales espíritus rigen y guardan los reinos terrenos, procurando el bien de todos sus individuos. La ley del amor al prójimo estuvo grabada en el corazón de Antonio. Las miserias ajenas, particularmente las espirituales de los pecadores, le penetraban hasta lo más íntimo del alma. Fue verdaderamente el amigo de los hombres; y de aquí eran los trabajos que sufrió, y los peligros a que se expuso en su vida apostólica. Procuraba en todo el bien de la virtud, sin descuidar el temporal conducente a la salud del alma. Llevaba en su corazón a todo el mundo, grandes y pequeños fieles é infieles: y para llevarlos á la gloria, se hacía todo para todos.
DEPRECACIÓN
¡Benignísimo
Antonio que pudo encaminaros a las áridas tierras del África, sino el amor a
aquellos bárbaros, separados de la mansa grey de Jesucristo! Ni que podía
moveros á tan largos caminos de unas á otras regiones; ¡ni llevaros por los
aires de un reino a otro para socorrerá los necesitados, sino el amor a los
hombres que apreciabais como á vos mismo! Yo mezquino no he visto hasta ahora
sobre la tierra otro objeto de mis cuidados que mi propia conveniencia. Mi amor
todo se ha concentrado en mí solo. Las necesidades espirituales y corporales de
mis hermanos no me han causado la menor sensación. Comunicadme pues, benéfico
Antonio, una centella de vuestro amor al prójimo; para que, alargando mis
manos, y mi corazón a mis hermanos, los favorezca y los abrace desde ahora,
como a los que han de ser mis compañeros en la participación de los bienes eternos.
Amén.
DÍA CUARTO
CONSIDERACIÓN
En
el singular poder que tuvo el grande Antonio sobre los espíritus infernales, y
que le elevó al coro de las potestades angélicas, debemos considerar su
profunda humildad: como que esta le levantó a la superioridad, dominio, y fuerza
que tuvo sobre aquellos espíritus rebeldes, cuya soberbia fue toda la causa de
su caída. Nació Antonio de padres nobles, ocultó todo el esplendor de su linaje
en las oscuridades del claustro, y no paró hasta cubrirle con las cenizas del
hábito Franciscano. Aquí tuvo escondido el precioso tesoro de su sabiduría,
reputado por un hombre simple, é idiota, aplicado únicamente a los oficios más
humildes del convento, hasta que la obediencia le precisó a manifestarle. Esta
virtud le acompañó en toda su vida reputándose siempre por nada en medio de las
estimaciones que le merecían su virtud, sabiduría y milagros. Las honras y
aplausos que recibía en todos lugares, ni las que recibió en la misma Roma, del
Papa y cardenales, pudieron apartarle jamás del bajo concepto qué de sí mismo
tenia.
DEPRECACIÓN
Humilde,
y suavísimo Nardo Antonio; premio es muy debido á vuestra profunda humildad el grande
poder que os comunicó el Señor sobre el infierno: é igualmente lo es el
universal culto y devoción con que os honran los pueblos cristianos. En toda
vuestra vida solicitasteis ser despreciado de los hombres y vivir escondido con
Cristo en Dios; pero el Señor que exalta a los que se humillan os ha colmado de
gloria en el cielo, y á extendido por toda la tierra las honras y obsequios justamente
merecidos por vuestra santidad. ¿Yo que hasta ahora he amado la vanidad, que
anhelo las honras y siento los desprecios que puedo esperar, sino que
exaltándome seré humillado? Pero no será, si con vuestra intercesión me alcanzáis
gracia para conocer mis miserias: persuadirme que nada soy, y que, si algo hay
en mí, todo es don de Dios. Sea así amado Antonio: inspiradme una verdadera
humildad, para levantarme por ella a la honra de ser hijo de Dios, y sentarme
después en su reino. Amén.
DÍA QUINTO
CONSIDERACIÓN
Los
prodigios con que el Señor testifica a los mortales su soberana voluntad, mudando
por un modo admirable el orden natural de las cosas, los obra el Coro de las
virtudes: y este poder se comunica a los Santos como premio de una fé heroica.
No podía faltar esta gracia al glorioso Paduano, cuya persuasión de las
verdades católicas fue en tal grado, que se pasó al Orden de los menores, para
tener ocasión de predicarlas a los bárbaros, y sellarlas con su sangre a imitación
de cinco Mártires, primicias de la misma Orden. Pero habiéndolo Dios destinado
ministro del Evangelio en Italia y Francia, fue tanta la copia de maravillas
con que le confirmó especialmente para convencer los herejes más pertinaces,
que le merecieron los gloriosos nombres de Taumaturgo y Martillo de los herejes;
sin cesar jamás de persuadir los dogmas sagrados, por más asechanzas que
pusieron los protervos sectarios a su vida y fama.
DEPRECACIÓN
Celosísimo Antonio, adalid invencible de la fé santa, desde el trono de vuestra gloria veis la militante Iglesia combatida de las formidables fuerzas de la herejía, y de la impiedad. El pestilente contagio que derrama en todas partes la irreligión, va debilitando por momentos la fé que vos con tanto ardor defendisteis. Presentad pues vuestras súplicas al autor y consumador de nuestra fé Jesucristo, para que ninguno de los fieles sea víctima del error. Vuestros prodigios aseguraron la verdadera creencia en los pueblos: aseguradla ahora con vuestras oraciones. Rogad al Todopoderoso para que las puertas del Infierno no prevalezcan contra ninguno de los hijos de la Iglesia, y todos confiesen saludablemente con la boca, la fé que el santo Bautismo derramó en su corazón. Con esto la segura oscuridad en que vivimos será mérito para pasar a la clara vista de Dios, con quien vivís y reináis. Amén.
DÍA SEXTO
CONSIDERACIÓN
La virtud que distingue el Coro de las dominaciones en señorear los ánimos, la comunicó el Señor a Antonio con darle singular fortaleza para sujetarlos corazones a la obediencia de su Majestad, y rendir la altivez y fuerza de los soberbios y poderosos. Con esta gracia fue siempre dueño de sí mismo, y tuvo sujeta la rebeldía de las pasiones al prudente dictamen de la ley; pero, así como no sintió en sí mismo movimiento que no moderase con su virtud nada tampoco hubo que se resistiese a su valor: La más dura obstinación se ablanda a la fuerza de su ardor, Reprendía los escándalos sin reparar en el carácter de las personas. El cruel Escelino general de las armas del Emperador, depone su fuerza, confuso, y abatido con los cargos que le hace Antonio de sus excesos. Con igual firmeza se opone a un General de la Orden Seráfica, que quiere despojarla de la santa pobreza, la joya más preciosa que la adorna.
DEPRECACIÓN
Fuerte
y valeroso Antonio, a cuya voz se rinde el furor de las más indómitas pasiones;
alabo al Dios de los ejércitos que por vuestro invicto brazo logró tantas
victorias del mundo y del infierno: é imploro vuestro auxilio en la continua
guerra que sufro de mis inmoderados apetitos. Perdió el hombre por el pecado el
imperio de sí mismo; y esclavo de la carne no puede por si solo romper la cadena
que le sujeta, ni rebatir las armas con que le vence su enemigo. ¿Quién me
librará de este cuerpo mortal, qué me sujeta a la ley del pecado? La gracia de Dios
por Jesucristo. Vos pues, Antonio, que tantos favores disfrutasteis del
Redentor en esta vida, mostrad ahora la fuerza de vuestros méritos. Rogad por
mí al Señor; y sea vuestra intercesión la que ponga en mi espíritu la paz de
Cristo, aquella paz que excede toda nuestra negligencia: la que guarde mi corazón
para no ser vencido en esta vida, y triunfar después con vos en la gloria. Amén.
DÍA SÉPTIMO
CONSIDERACIÓN
La estrecha unión y familiaridad que tiene con Dios el coro de los tronos, le distingue con este nombre, como que son sillas, en que su Majestad se declina y descansa. Fácilmente se persuade la piedad cristiana ser Antonio trono del Señor, viendo a Jesús descansar en sus brazos. ¡Cuán íntima seria su unión con el Señor, cuando el unigénito que está en el seno del Padre forma su reclinatorio de los brazos de su amado! A esta unión y familiaridad llegó Antonio por su fervorosa y elevada oración. Fue su trato con Dios tan continuo, que solo el bien del prójimo pudo interrumpirle. Su elevado espíritu habitaba siempre en él cielo con frecuentes éxtasis. Coimbra y Alverna son testigos del fervor en su oración: en Coimbra rompe las paredes con el deseo de adorará su amado en la eucaristía; en Alverna recoge todo el espíritu del patriarca seráfico, se transforma por la contemplación en el crucificado, y perfecciona su unión con Dios.
DEPRECACIÓN
Trono digno de la grandeza del Señor, amado Antonio; vuestra alma desprendida de la tierra habita perpetuamente en las alturas unida con el supremo Bien; y el favor de vuestros ruegos obliga a la Majestad a bajarse a vos. En vos halla el reposo que en los hombres busca su espíritu. Sois todo para vuestro amado, y él es todo para Vos. ¿Podrá con esto negaros el Señor petición alguna? ¡Ah! nosotros no sabemos orar como conviene. Rogad vos por mí para que envíe el Señor sobre mí su espíritu, que ilustre mi entendimiento, encienda mi voluntad para pensar en él solo, y vivir en él solo por una estrecha unión. Será esto un fuerte y dulce atractivo para que se venga a mí, y sea mi alma trono de su majestad. Será como un perfume de grato olor que subirá a su presencia; y un sacrificio tan aceptable como el que se ofreció en el altar de la cruz en la tarde de la muerte de mi Redentor. Amén.
DÍA OCTAVO
CONSIDERACIÓN
La plenitud y pureza de ciencia con que enriqueció el Señor el alma de Antonio, y la abundancia con que Antonio la comunicó a los hombres, le dan el honor de poderse contar en el coro de los Querubines. El ministerio apostólico a que fue destinado exigía una plenitud de sabiduría, que le manifestase hasta lo más oculto de los corazones. Desde su juventud la amó y buscó y enamorado de su hermosura, se desposó con ella. Poseyóla en grado tan eminente, que era admiración de los más doctos, y en la cátedra, y en el púlpito tenía pendientes de su boca a los vivientes, por la facilidad y majestad con que explicaba los dogmas más oscuros. Su vasta y profunda erudición en las escrituras santas no dejaban duda de que su alma era el depósito de la ley del Señor, y su boca el oráculo de la divina voluntad; a cuya causa el papa Gregorio nono le llamó: Arca del testamento; y en su canonización le aclamó: doctor óptimo, luz de la Iglesia santa.
DEPRECACIÓN
Sapientísimo
Antonio, vaso precioso de celestial doctrina, cuyo tesoro comunicasteis sin
envidia a todos los mortales; abrid ese rico depósito de divinas luces para
iluminará los que vivimos sentados en las sombras de la muerte. Vos con la
posesión del Dios de las ciencias cuya clara vista gozáis, habéis aumentado los
conocimientos: nosotros, sujetos desde nuestra concepción á la ignorancia, y al
error añadimos cada día nuevos engaños sin acertar jamás con verdadera
sabiduría cuyo principio es el santo temor de Dios. Feliz yo si olvidando la
ciencia que hincha encontrarse con aquella, que, animada por la caridad,
edifica; con aquella sabiduría que es Jesucristo nuestra salud. Haced pues, Antonio
por vuestros méritos, que me comunique el Señor esta sabiduría celestial. Con
ella me vendrán seguramente todos los bienes de la gracia en esta vida, y en la
otra vida la eterna bienaventuranza Amén.
DÍA NOVENO
CONSIDERACIÓN
Elevó
en fin el Señor a Antonio al más alto grado de perfección y consumó sus
virtudes heróicas con un ardentísimo amor, que le hizo semejante a los
serafines, aquellas notabilísimas criaturas inmediatas al supremo ser, espíritu
todo fuego de amor, con que calientan, y enciendan a los demás prendió en el
corazón de Antonio este divino fuego desde su tierna edad, y creció tanto su
llama con el soplo del Espíritu Santo, que le hizo un volcán, a cuyo ardor se derretía
su alma en suaves y frecuentes deliquios. Crecieron estos al paso que se
abreviaban los instantes de su vida. Y como nada deseaba más su alma, que
desatarse de los lazos de la carne, y estar con Cristo: llegada la hora de su muerte,
se le apareció el mismo Señor para recibirla y colocarla en el descanso de la
gloria.
DEPRECACIÓN
Abrasado Serafín Antonio, heredero de los sagrados ardores de Francisco; la llama de vuestro amor a Dios bastó para encenderlo en la tierra, en cuantos tuvieron la fortuna de oír vuestra palabra, que como la de Elías, era un hacha ardiente. Este sagrado amor, de que adolecisteis toda la vida, consumió vuestro cuerpo, para que saliese el alma, y se levantase al seno de la divinidad, donde os alimentáis de este suavísimo fuego. Desprended, pues, desde esa ardiente religión alguna centella que encienda mi frio corazón en el amor de mi Criador. ¿Como podré yo imitar vuestras virtudes, ni dar fruto de Santas obras, si me falta este amor raíz de todo bien? Hoy se concluye el novenario que vos mismo revelasteis, en que hemos visto vuestra excelsa Santidad, coronada con las gracias, que adornan los coros angélicos. Todas las empleasteis a beneficio de los hombres con vuestra fervorosa predicación, acompañada de estupendos milagros. El celo de la humana salud: y el poder de hacer maravillas os distingue todavía en el cielo: empleadlos a favor de vuestros devotos para que, imitando vuestras virtudes, particularmente la caridad, la más noble y el lazo de todas os acompañemos en los premios. Amén.
LAVS DEVS
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