NUEVE VIERNES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Tomado de Miscelánea Espiritual:
devocionario para toda clase de personas, y en particular de suma utilidad para
las embarazadas.
Recopilado de los autores más selectos.
Con Licencia
Barcelona, Año de 1819
Estando
de rodillas delante del Santísimo Sacramento, o de alguna imagen del Corazón Sagrado
de Jesús, ó de algún retrato de este Señor, hará con mucha devoción el acto de contrición
al principio de cada uno de los nueve viernes diciendo.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, padre amoroso, criador y redentor mío,
en quien creo, en quien espero, y a quien amo sobre todas las cosas, me pesa
Dios mío, pésame en el alma de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno, tan
justo, y digno de ser siempre amado y propongo ayudado de Vuestra divina gracia
de enmendarme, y de confesar todos mis pecados, perseverando en vuestro
servicio todo el tiempo de mi vida. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh
Corazón amabilísimo de Jesús, cuyas finezas para con los hombres se ven tan mal
correspondidas en ese adorable Sacramento del altar, en que las mostráis con tanto
exceso, sin embargo, de experimentar aquí mismo cada día nuestra más vil
ingratitud! Penetrad, Señor, nuestro corazón con un tan vivo dolor de nuestra
insensibilidad á tanto amor, que nos mueva á recompensarla en adelante,
sirviéndoos muy de veras, agradeciéndoos lo mucho que nos amáis, y sintiendo
las injurias, desprecios y olvidos que sufrís de la mayor parte de los hombres
en esas aras, en que os adoro, amo, y alabo con todo el afecto de mi alma. Amén.
VIERNES PRIMERO
MEDITACIÓN
De la institución del Santísimo Sacramento, considerando la grandeza del divino amor para con los hombres en esa tan tierna y fina demostración.
FRUTO
Un reverente amor a Jesús Sacramentado con resolución de manifestárselo, especialmente en su adorable presencia.
ORACIÓN
¡Oh Corazón de mi amado Jesús! Que, en aquella triste noche de tantas penas, á vista de la más enorme ingratitud de los que de valde os aborrecían, y trataban daros la más terrible afrentosa muerte en una cruz, instituisteis ese augusto Sacramento del altar, para manifestar en él vuestro más tierno y fino amor para con los mismos, que tanto os le desmerecían, ¿qué sentimientos serán los vuestros, amable corazón de mi Salvador, viendo aun después de esa vuestra amorosa demostración, la ingrata correspondencia de los que os la debían tener finísima? Y que halláis, Señor, ¿en retorno de tanto amor? Halláis en la mayor parte de los hombres infidelidades, sacrilegios, injurias, y ultrajes, o a lo menos tibieza, frialdad, indiferencia, olvido, y uno, que apenas pueden llamarse amor: esto halláis, ¿y esto sufrís? ¡O amor! ¡O ingratitud! Esta deseo recompensaros: dadme para ello vuestra gracia, y la que os pido en esta novena, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
Aquí
se rezará tres veces el Padre nuestro, y el Ave María con Gloria Patri, en
reverencia de las tres insignias, con que se mostró el divino Corazón a la V.
M. Margarita de Alacoque, cuando se le manifestó el modo de es ponerle a la veneración
de los fieles.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Corazón amorosísimo! Que para ablandar nuestra dureza con la vista de vuestro tiernísimo amor, y de nuestra infame ingratitud os descubristeis al mundo con las dolorosas insignias de la cruz, corona de espinas, y herida de la lanza, con que os manifestáis paciente y amante a un mismo tiempo; herid con la eficacia de vuestra gracia, y con un ardiente deseo de obsequiaros a mi corazón: trocadle del todo, amable Salvador mío, inflamándole en vivas ansias de amaros y consagraros desde hoy todos mis afectos de humillación, agradecimiento y fino amor, uniéndoles con los vuestros, con los de vuestra santísima Madre y mía, con los de todos vuestros fieles siervos y almas justas, que os sirven con la más reconocida fidelidad. Aceptad, Señor, este mi ofrecimiento en desagravio de tan vil ingratitud y arraigad en los corazones de todos muy profundamente esta tan tierna y provechosa devoción, para que después de haberos fielmente correspondido, merezcamos en la hora de nuestra muerte vuestra protección y gracia. Amén.
VIERNES SEGUNDO
MEDITACIÓN
De las circunstancias del tiempo, en que el Señor se nos dejó Sacramentado, aun á vista de la muerte, que le trazaban los hombres, y de la poca fidelidad que luego había de experimentar en los suyos.
FRUTO
Sentimiento de la vil correspondencia de los hombres a tanto amor, con ardientes deseos de mostrársele en adelante agradecido.
ORACIÓN
¡Oh
Corazón de mí amado Jesús! Inmenso fue el incendio de vuestra infinita
caridad, pues a vista de que aun entre los vuestros había un traidor,
que os entregaba para la muerte, y uno de los más favorecidos,
que os había luego de negar, y de que todos habían muy en breve de huir,
dejándoos en manos de vuestros crueles enemigos, ardisteis en tantas llamas del
más tierno regalado amor para con los hombres, que os disteis sin embargo todo
en ese augusto Sacramento a los mismos, que así os hablan de corresponder: esta
ingratitud hallasteis ya entonces, y esta es la que os muestra aun ahora la
rebeldía del corazón humano: haced Señor, que el mío, y el de todos en adelante
os sirvan con la mayor fidelidad: concededme esta gracia, y la que os pido en
esta novena; si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
VIERNES TERCERO
MEDITACIÓN
Del amor maravilloso de Jesús en haber dispuesto quedar con nosotros al tiempo mismo, en que había de partir a su Padre.
FRUTO
Firme resolución de nunca apartarnos de Jesús, ya que él quiso estar siempre con nosotros
ORACIÓN
¡Oh Corazón de mi amado Jesús, que, a impulsos de las ternuras de vuestro amor al partiros de este mundo a vuestro Padre, os quedasteis con los hombres en ese augusto Sacramento, para permanecer con ellos todos los días, horas, y momentos hasta el fin de los tiempos! Bien se conoce, Salvador mío, que tenéis todas vuestras delicias en estar siempre con nosotros; ¿más que sentimiento será el vuestro de vernos tan olvidados de Vos? Cuan solo os quedáis muchas horas, y aun días en los altares, sin haber quien os visite, quien se acuerde de vuestras finezas, ¡ni quien guste de tratar con Vos! Y si algunas veces comparecemos en vuestra presencia, cuan tibios, cuan divertidos, ¡cuán de ceremonia lo practicamos! Imprimid en nosotros la memoria de vuestras finezas, y haced, que todo nuestro gusto sea vivir siempre con Vos, y serviros cada día con más fidelidad: otorgadme, amable Salvador, esta gracia y la que os pido en esta novena, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
VIERNES CUARTO
MEDITACIÓN
Del divino convite, que el Señor nos preparó para regalamos con su carne y su sangre, considerando con que aparejo hemos de llegarnos a esa celestial mesa.
FRUTO
Ardientes deseos de llegaros a recibir al Señor Sacramentado con la mayor pureza y santidad.
ORACIÓN
¡Oh Corazón de mi amado Jesús! Vuestro amor más que de Padre os obligó al cariñoso exceso de dejamos en esa sagrada mesa el divino convite de vuestro cuerpo y sangre bajo los accidentes de pan y vino, para regalarnos, sustentarnos espiritualmente en nuestras almas, mientras estamos en el destierro de este mundo lejos de nuestra patria celestial; quién creyera, ¿amable Salvador mío, que nos amaseis con tanta excesiva fineza, sino lo enseñara la fé? ¡Mas o Dios mío! Quien no se pasmará de la horrenda maldad de los que sacrílegamente os reciben? Quien no llorará la tibieza, la frialdad, la indiferencia y poca disposición, ¿con que nos llegamos a Vos? O pasmo de in sensibilidad del corazón humano! Aquí tenéis el mío, aunque tan vil, deseoso de sacrificarse del todo a Vos en desagravio de tan enorme ingratitud: aceptadle, Señor, haciéndome esa gracia, y la que os pido en esta novena, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
VIERNES QUINTO
MEDITACIÓN
De cómo el Señor millones de veces se ofrece por nosotros en la sagrada Eucaristía, y en el santo sacrificio de la misa, para manifestarnos más su amor.
FRUTO
Resolución de sacrificarnos enteramente al Señor para corresponderle agradecidos.
ORACIÓN
¡Oh
Corazón de mi amado Jesús! Antes de ser sacrificado por mí en el ara de la cruz,
dispusisteis impelido de vuestro amor serlo por mí, y por todos los hombres:
tantas veces todos los días en todo el mundo, cuantas son las misas que en él
se celebran, ofreciéndoos Vos mismo en ella millones de veces, como la víctima más
agradable a vuestro Padre por nuestros pecados, en acción de gracias por las
que de su mano recibimos, y pidiendo para nosotros de continuo otras nuevas: a ese
exceso llegaron vuestras finezas para provocar las nuestras, enseñándonos a que
siquiera una vez nos sacrifiquemos del todo a Vos; ¿más qué halláis en retorno?
Irreverencias, desacatos, inmodestias, y agravios en la mayor parte de los
hombres: esto halláis, amable Salvador mío y esto sufrís todos los días; y no
moveréis si quiera a algunos á que lo sienta con vos, y os recompensen con su
fidelidad, ¿y ardiente amor tantas injurias? Aquí me tenéis tal cual soy, como
víctima ofrecida del todo a vuestros desagravios: aceptadla Señor, haciéndome
esa gracia, y la que os pido en esta novena, si ha de ser para mayor gloria
vuestra y bien de mi alma. Amén.
VIERNES SEXTO
MEDITACIÓN
De la inmensa liberalidad de Jesús Sacramentado en dársenos del todo sin reserva alguna.
FRUTO
Darnos en adelante del todo a Dios en grata correspondencia a sus Jinetas.
ORACIÓN
¡Oh Corazón de mi amado Jesús! Para obligar a los hombres a que os amen, y os den enteramente la pequeñez de su corazón, no solo les dais Vos en ese augusto Sacramento el vuestro, sino todo cuanto sois: les dais vuestro cuerpo, vuestra sangre, vuestra alma, vuestra divinidad, y, en fin, a Vos mismo, fuente de todos los bienes, y de todas las gracias, solo a fin de ganarles su amor, y de que os sirvan reconocidos á tan excesivas finezas: más ay, amabilísimo Salvador mío, cuan poco lo lográis! Dádivas quebrantan peñas; pero Vos con tantas, siendo tan sobremanera preciosas, aun no ablandáis la dureza de los corazones humanos: encended, Señor, con ese amoroso incendio en que arde el vuestro, a todos los nuestros, impeliéndoles eficazmente a que sientan vuestros agravios, y os les recompensen, dándose y entregándose del todo a Vos: concededme a mí, como al más necesitado esa gracia, y la que os pido en esta novena, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
VIERNES SÉPTIMO
MEDITACIÓN
Del fin que tuvo nuestro amable Salvador en quedarse Sacramentado para unirse íntimamente con nosotros
FRUTO
Firme determinación de unir nos cada día más con el Señor, sirviéndole con la más reconocida fidelidad.
ORACIÓN
¡Oh
Corazón de mi amado Jesús! Sí Vos os abrasáis siempre en llamas de un amor tan
fino para con los hombres, que, para uniros, y haceros con ellos una misma cosa,
como lo sois con vuestro Eterno Padre, trazasteis esa maravilla de vuestras
finezas, quedándoos entre ellos en este soberano Sacramento como manjar, para
que entrando en su interior os unieseis, Oh Sagrado Corazón, en amoroso vínculo
con el suyo, haciendo que fuesen enteramente unos los efectos con la más rendida
subordinación de los suyos a los vuestros: más en cuan pocos lo conseguís;
sufriendo en la mayor parte de los hombres un ingrato olvido, y continuos desvíos
de Vos! No permitáis, Señor, tanta insensibilidad en el corazón humano;
quitadla del mío amabilísimo Jesús, haciéndole muy uno con el vuestro: concededme
esa gracia, y la que os pido en esta novena, si ha de ser para mayor gloria
vuestra y bien de mi alma. Amén.
VIERNES OCTAVO
MEDITACIÓN
De los agravios, injurias y ultrajes, que en varios tiempos han hecho los herejes a Jesús Sacramentado.
FRUTO
Vivos sentimientos de esos sacrilegios con ardientes ansias de recompensarles con cuantos obsequios pudiéremos.
ORACIÓN
¡Oh Corazón de mi amado Jesús! El amor, que os hizo sufrir por los hombres tantas penas clavado en la cruz, os tiene en ese augusto Sacramento expuesto a las insolencias, injurias y sacrílegas profanaciones de los herejes, que os han tratado en diferentes tiempos y lugares, con tal atrevimiento, rabia y furor, que ni oír se pue de sin asombro, y sin horror, lo que ejecutaron con Vos en ese mismo misterio de vuestro amor: a todo eso os expusisteis por no privaros de nuestra compañía, y de quedaros con nosotros: esto os cuesta el habernos amado con tanto exceso; y no sentiremos, o amabilísimo Salvador mío, ni trataremos de recompensaros con nuestros servicios, humillaciones, ¿y un ardiente amor tantas injurias? Si, amado corazón de mi dulce Jesús, las siento, y quisiera recompensarlas, aunque fuese con mi sangre y con mi vida: dadme para eso vuestra gracia, y la que os pido en esta novena, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
VIERNES NOVENO
MEDITACIÓN
De los agravios, que el Señor Sacramentado continuamente recibe de los malos cristianos.
FRUTO
Un grande dolor de esa enorme ingratitud con firme resolución de recompensarla con nuestras humillaciones y obsequios, consagrándonos del todo a su amor, y sirviéndole siempre con la mayor fidelidad.
ORACIÓN
¡Oh Corazón de mi amado Jesús! Cuan digno sois siempre de la mayor veneración, y muy especialmente en el augusto trono de este adorable Sacramento en donde realmente está entre glorias vuestra infinita Majestad para recibir obsequios, y agradecimientos de los hombres, a fin de llenarles al mismo tiempo de vuestros dones, uniéndoos íntimamente con los que tan tiernamente amáis. Justo fuera, amabilísimo Salvador mío, que todos con el más profundo rendimiento os adoraran, y sirvieran agradecidos á vuestras finezas, o a lo menos deseosos de sus propios intereses, ¡más ay! Que lo que comúnmente halláis en la mayor de los hombres son injurias, sacrilegios, descortesías, irreverencias y desacatos, hechos muchas veces estando Vos expuesto, y ellos al pie mismo de vuestros altares, y aun recibiéndoos sacrílegamente, ó con tibieza y frialdad dentro de sus pechos! Siento, amable Salvador mío, estas injurias de vuestro amor, y deseo re compensarlas con mis rendimientos, humillaciones, obsequios, y con la más reconocida fidelidad: concededme esta gracia, y la que os pido en esta novena, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
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