Venerada
en Salazar de las Palmas, Santander, Colombia
Con
Licencia Eclesiástica, 1960
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Postrados
a tus pies humildemente, oh Reina del cielo y de la tierra, Señora nuestra de
Belén, te ofrezco, el homenaje de mi fe, de mi confianza y de mi amor. Deseo
estar en tu presencia durante estos momentos de meditación y de plegarias. Un
incontable número de pecados mancha mi alma y atormenta mi conciencia; he
contristado el corazón de Dios y de mi Madre del Cielo. Estoy arrepentido,
siento profunda pena y dolor, ¡Oh, quien pudiera borrar con lágrimas todas las
prevaricaciones de mi vida! y como eres Madre de los pecadores y es tan grande
tu misericordia, me acerco lleno de confianza a suplicarte me perdones,
purifiques mi alma, santifiques mis pensamientos, mis deseos, mis defectos y
mis obras. Quiero dejar en tus manos, Madre mía, un propósito firme, sincero y
eficaz, para vivir en adelante en gracia y amistad con Dios, para morir
dulcemente en tu regazo maternal y cantar eternamente tus glorias en el Cielo.
Amén.
DÍA
PRIMERO
Mantenemos
relaciones constantes con nuestra Madre del Cielo; así, como son nuestras
relaciones con nuestra Madre de la tierra: frecuentes, íntimas, filiales,
afectuosísimas. La Santísima Virgen se complace en atender los deseos de sus
hijos, habla con ellos, multiplica los milagros, deja su imagen aparecida en
muchas partes y quiere ser venerada bajo diferentes advocaciones, que son como
una letanía viva, la encarnación palpitante de ese catálogo inmenso de
invocaciones con que la Iglesia adorna la corona de María. Una vez es el Santo
Escapulario del Carmen, insignia Santa y milagrosa, colmada de privilegios
extraordinarios para la vida y para la muerte. Otra vez es el Santo Rosario,
cadena de oro y de indulgencias para unir los corazones a la Reina del cielo.
En Lourdes se aparece a Bernardita, vestida de blanco, ceñida de azul, y le
regala al mundo un manantial de aguas milagrosas. En Fátima pide a los tres
pastorcitos oración y penitencia para alcanzar la paz y recristianizar el mundo.
En Guadalajara (México), consuela el alma oprimida de los indios en el milagro
de las rosas y bendice la propagación de la fe en América. En Chiquinquirá se
renueva esplendorosamente en un incendio de colores y prodigios para ser
mariana el alma de Colombia, y en Salazar de las Palmas, como un favor
señaladísimo, como un privilegio celestial, se aparece la Santísima Virgen bajo
la advocación de Nuestra Señora de Belén. Ella es la gloria de esta raza, la
alegría de esta parroquia, la honra de este pueblo.
EJEMPLO:
Una
invasión de langostas gigantes asolaba una comarca. Los insectos rapaces caían
como una nube gris sobre los campos, los prados, las cementeras, los
cañaverales, los bosques, los cafetos, todo iba a ser devorado por millones de
langostas que traían la ruina, el hambre y la desolación. En trance tan
terrible, los habitantes de Salazar acuden a su celestial patrona, la Virgen de
Belén. Sacan su imagen milagrosa, en rogativa pública, por los caminos de la
parroquia, en medio de plegarias fervorosas y actos de penitencia. Cesa
entonces la terrible plaga y abundantes cosechas recompensan la fe y la
devoción de los fieles. Dos langostas de oro, a los pies de la Virgen recuerdan
el milagro. Felices los pueblos que dejan sus intereses en manos de María.
(Hágase la petición)
GOZOS
Por
la estrella que en la frente
De
tu Hijo parece arder,
¡Sálvanos,
Madre querida!
¡Dulce
Virgen de Belén!
Llegaste,
Señora un día
Por
los senderos del agua;
Y
eres celeste piragua,
Rico
y precioso bajel.
Por
eso en el mar airado
Donde
el alma se haya hundida,
Los
Cineras belicosos
Ya
son todos bautizados.
Pero
su fe de soldados
Es
necesario encender.
Por
eso bajaste a ellos
De
resplandores vestida.
Indígena
y pobre choza
Te
recibe alborozada,
Que
una indiecita arrobada,
Ven
convertirse en edén,
Transformada
también la choza,
De
nuestra alma arrepentida
Para
honrarte cual se debe
A
la Reina de los Cielos,
Cristianos
llenos de celo
En
templo te han de poner.
Haz
que de tu amor un templo
Yo
levante con mi vida.
Pero
tú no te conformas,
Y
cerca de la indiecita
Que
está en su choza contrita
Te
apresuras a volver
Así
si el alma está lejos
Y
tú protección olvida
Ya
llevas a tu lado
Junto
a la humilde capilla
Donde
tu alma sencilla
Vuelve
en Dios a renacer
Haznos
vivir a tu lado
Antes
de dejar la vida
Las
cifras de tus milagros
Es
mayor que tus devotos
Y
aun así miles de exvotos
Viene
el afecto a traer
Porque
tú eres de los hombres
Abogada
compasiva.
Míranos,
Madre bendita,
Con
miradas compasivas
Miras
a tus almas cautivas
Del
olvido y del placer
Por
la lumbre de esa estrella
Que
a tu regazo convida
Esa
corona de reina
Que
tu casta sien rodea
Es
de tu gloria presea
e
insignia de tu poder
dame
a mirar en el cielo
tu
dulce frente ceñida
Por
la estrella que en la frente
De
tu hijo parece arder
¡Sálvanos,
Madre querida!
¡Dulce
Virgen de Belén!
ORACIÓN
FINAL
¡Oh
Inmaculada Madre de Jesús y María Mía, queridísima reina de Belén, que has
manifestado maternal complacencia al dejar tu imagen celestial grabada en un
lienzo milagroso! ¡Oh dispensadora de todas las gracias que atiendes las
plegarias de tus hijos con un derroche de gracias para el alma, de suavísimos
consuelos para el corazón y de remedios oportunos para todas las necesidades,
con todo fervor renuevo mi súplica y dejo en tu regazo mi petición! ¡Oh Madre
compasiva de los pecadores, rompe las cadenas que me atan al pecado; cierra mis
oídos a los engaños del mundo y respeto humano; serena las tempestades del
corazón cuando me asalten las tentaciones, aparta mis pasos de las ocasiones
peligrosas y guarda mis sentidos de las seducciones del mal y de las acometidas
del demonio. Haz esplendorosa antorcha de la fe, para que, en las dudas de la
mente, en las vacilaciones de la voluntad y en las zozobras del corazón,
encamine siempre mis pasos por la senda de los mandamientos de Dios y de la
Iglesia. Fija mi esperanza más allá de las criaturas, en la suprema recompensa
del cielo. Prepara cuidadosamente mi alma para la gracia, cuando me acerque a
recibir los sacramentos: enséñame el fervor y el recogimiento en la oración,
cuando venga a conversar con Dios santifica mi vida entera: hazla fecunda en
obras de misericordia y en méritos para la eternidad. Abraza mi corazón con el
fuego de un amor vivísimo a tu Divino Hijo. Que sea objeto supremo de mi
existencia, conocerte y alabarte, amarte y servirte en esta vida y después de
una santa muerte, cantar eternamente tus glorias en el cielo, con los ángeles y
santos, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
DÍA
SEGUNDO
La
tierra privilegiada, escogida por la Santísima Virgen para su aparición
milagrosa, fue Salazar de las Palmas, floreciente Población del Norte de
Santander, fundada en 1583 por el capitán español don Alonso Esteban Rangel. Antigua
como la conquista, nació entre lamentos de aborígenes y gritos de
conquistadores. Tres veces fue fundada y destruida por los indios chitareros, a
pesar de que su cuna se empapo de sangre, pronto se hizo grande, hasta ocupar
un puesto celebre en la geografía y escribir páginas de gloria en la historia
de la patria. Tienen sus calles una caprichosa reminiscencia hispánica; pero
están colmadas de comercio, pues las entrañas de sus campos, son fecundas y por
todas partes florecen los cafetos y las plantaciones. Los habitantes son
profundamente religiosos, tradicionalmente acogedores y pacíficos. Todo en
Salazar tiene un sello mariano. La devoción a Nuestra Señora de Belén, es la
razón de ser de la ciudad que comparte con su celestial patrona las penas, las
amarguras, los castigos, las esperanzas, los triunfos y las glorias. Salazar es
la ciudad mariana del Norte de Santander.
EJEMPLO:
La
victoria estaba asegurada y el General Cipriano Castro entraba triunfante en
Caracas en 1899, para apoderarse de la presidencia de la República Federal de
Venezuela. Llama entonces el héroe de la batalla, para elevarlo al grado de
coronel. El militar era un caballero colombiano, natural de Salazar de alma
aventurera y corazón generoso. Licenciado después de brillantes hechos de armas
regresa a su patria por la vía marítima. A la altura de Puerto Cabello, en el
estado de Carabobo, se desencadena una horrible tempestad. El coronel saca
entonces de su cartera una imagen de nuestra Señora de Belén, de la que nunca
se había separado. Al resplandor de los rayos que desgarran el corazón de la
noche, la muestra a la tripulación; quien tenga fe, les grita y crea en ella,
que la invoque para que se salven; dos marinos solamente contestaron, besan la
imagen con profundo dolor y ciega confianza y la tiran en medio de las aguas.
El buque no pudo maniobrar y se hundió en el abismo. Todos perecieron; pero el
coronel y los dos marinos que habían invocado a la Virgen de Belén,
inexplicablemente, milagrosamente, aparecieron en la playa, sanos y salvos. En
testimonio de gratitud mandaron un barquito de oro como un exvoto, para el
santuario de Salazar.
DÍA
TERCERO
Los
clarines de los conquistadores habían llenado los valles con gritos de guerra.
La fiereza indomable de los indios cineras se hizo famosa en todas partes. En
las encomiendas hispánicas, en los salones de virreinato de la Nueva Granada,
en la corte de España, se hablaba de bravura de los chitareros que defendían
con fanatismo y desesperación la inviolada grandeza de sus selvas vírgenes. Zulia,
princesa real y capitana de los ejércitos aborígenes, encontró una noche a la
luz de la luna, colgado de un árbol, el cadáver del cacique Cinera, su padre,
enferma de venganza y después de un triunfo cruel y efímero sobre los
españoles, busco una cita con la muerte en el valle de los chitareros de Pamplona.
Descendiente de esta tribu, famosa en los anales de la historia patria, vivía
una indiecita, allá por los años de 1671. Habitaba una choza de juncos en la
encomienda de Salazar, dedicada al cuidado del hogar. Instruida por la
enseñanza del misionero recibió en el bautizo el nombre de Catalina. Desde
entonces nació en su alma una devoción profunda y tierna a la Santísima Virgen,
a quien llamaba en su lenguaje de india ingenua la “Señora Divina” acostumbraba
lavar la ropa en un riachuelo que pasaba por ahí, muy cerca de la choza. Las
horas se le pasaban tranquilas y mientras golpeaba la ropa contra la piedra y
echaba agua y más agua, su imaginación volaba a la Señora Divina de quien tanto
hablaba el misionero de la encomienda.
EJEMPLO:
El
termómetro marcaba fiebre de 40. Llovía torrencialmente en El Socorro, la
antigua capital de Santander. Llamaban a la puerta con urgencia y la señora,
que padecía una peligrosa afección pulmonar, de la imprudente el lecho de
enferma y corre descalza hasta la puerta. Una ráfaga de viento y agua le cae en
la cara y pierde completamente la voz. Durante un año largo agotan los médicos
todos los recursos de la ciencia; drogas, tratamientos, baños termales, todo
resulta inútil. Alguien habla entonces de la virgen de Belén venerada en
Salazar, que estaba realizando milagros asombrosos. No había carretera y eran
trescientos kilómetros de camino peligroso, pero siente la enferma nacer en su
alma una fe poderosa de ella hasta que emprende un penoso y largo camino. A los
pies de la Virgen comienza la novena. Todos fueron testigos de su fervor y de
su confianza. El ultimo día, aquella mujer que había perdido completamente la
voz, sale del templo gritando de emoción y cantando las alabanzas de María.
Estaba milagrosamente curada.
DÍA
CUARTO
Una
tarde, la indiecita Catalina vio un lienzo que flotaba entre las aguas, en el
remanso donde estaba lavando. Lo alcanzó con cuidado y lo extendió a secar
sobre una piedra, junto al lavadero. Pero el corazón nada le decía y el agua
seguía corriendo y retratando pedazos de cielo, y los árboles sosteniendo los
nidos de los pajaritos en las ramas. Distraídamente, embebida en sus
pensamientos volvió a mirar el lienzo y notó una cosa rara. Cerró los ojos,
volvió a abrirlos, miro por todas partes. Todavía palpitaban las luces de la
tarde. Se limpió los ojos y miró con fijeza el lienzo. Entonces se le despertó
el alma… le faltaba aliento… quería salirse el corazón. ¡Oh!, allí, en el
lienzo húmedo, una Señora la estaba mirando, con inmensos ojazos de sorpresa y
de dulzura. Llevaba un niño precioso entre los brazos. Lo cogió en sus manos,
corrió a su casa, entró en la choza, lo prendió del muro, lo rodeó de flores,
le encendió una lámpara y corrió por todas partes gritando y contando a los
vecinos lo que había pasado. ¡No!, no estaba soñando… allí en la choza la
tenía… y era muy bella, divinamente bella, linda como un ramillete de
enredaderas, bondadosa y buena como el pan, como el agua. Las vecinas, que no
comprendían los gritos de Catalina, acudieron a la choza y, ¡oh sorpresa!,
encontraron a la Virgen: parecía que hablaba, estaba como viva, tenía un niño
precioso entre sus brazos, como una madre…, y los enfermos se curaban y
maduraban los trigales, los niños ya no se morían y las penas ya tenían
consuelo. El misionero de la encomienda, que por allí pasaba, pudo comprobar la
realidad de los acontecimientos y los milagros realizados. Explicó que era la
Virgen y le colocó el nombre de la Virgen de Belén, por una estrella
resplandeciente que el niño llevaba en la frente y les advirtió que debían ser
muy buenos para que la Señora Divina viviera siempre con ellos.
EJEMPLO:
El
contagio se propagaba amenazador como una maldición en la región de Salazar.
Los cuerpos se cubrían de úlceras repugnantes, quemaba la fiebre, se apagaba la
vida, la sangre se calcinaba en las arterias y se moría el corazón. Un pánico
indescriptible invadía la población. Por todas partes se mezclaban los lamentos
de los enfermos, los ayes lastimeros de los moribundos, los gritos de los
enterradores. Era la horrible epidemia de las viruelas lazarinas, sin hospital,
sin médicos, sin drogas, sin vacunas ni sueros anti contagiosos. Al mismo
tiempo la guerra civil de los mil días llegaba a su apogeo de crueldad y de
venganza: los hogares habían quedado diezmados, sin padres, sin pan y ahora sin
esperanza. La población vuelve entonces la mirada suplicante a su reina y
protectora, la Virgen de Belén. Fue una rogativa pública, conmovedora; lágrimas,
súplicas, promesas, gritos de dolor y de confianza, desolación y llanto sobre
las calles muertas. Pero inmediatamente comenzó a ceder la epidemia y en pocos
días la salud reinó en todos los hogares. Y cuenta la leyenda que entre tanto
apareció una viruela en el rostro del niño que se desvaneció con el tiempo.
DÍA
QUINTO
La
noticia de la aparición de la virgen de Belén se extendió por todas partes:
volaba de boca en boca, de rancho en rancho, de montaña en montaña, de pueblo
en pueblo y pasó los límites del virreinato de Nueva Granada. Una severa y
minuciosa investigación, como consta en los archivos de la actual arquidiócesis
venezolana, ordeno levantar una capilla en el centro de la encomienda, que era
la villa de Salazar y trasladar el lienzo milagroso, para rendirle culto
público. Toda la feligresía resolvió llevar a catalina al centro de la
parroquia y edificarle una casita, muy cerca del santuario, en donde paso
santamente los últimos años de su vida al cuidado de la Virgen María. Después
de su muerte el cuerpo de catalina se conservó incorrupto, encerrado en una
pequeña urna de madera y era costumbre mostrarlo a la veneración de los fieles
los días sábados. Con el tiempo la ciudad iba creciendo y el templo parroquial
se hizo insuficiente para el inmenso concurso de fieles. La jerarquía
eclesiástica resolvió convertirlo en santuario mariano y edificar un nuevo
templo parroquial en el lugar donde estuvo edificada la primera capilla
histórica.
EJEMPLO:
Un
milagro contribuyó especialmente a hacer famosa esta devoción y llevarla más
allá de Colombia y de América. En 1765 un inglés explorador de tesoros, de paso
por Salazar, conoció a Nuestra Señora de Belén. Los ojazos divinos de la
celestial madona se le grabaron profundamente en su alma aventurera. Al cabo de
los años regresó a Inglaterra, cuando en mitad del océano se desencadeno una
espantosa tempestad: bramaban las olas, montañas de agua se precipitaban
furiosas contra la nave, partiendo los mástiles y desgarrando velas. El
naufragio era seguro, la muerte inevitable. En la locura de la angustia el
inglés se acordó de los ojazos de la madona de Salazar y con fe, con amor y
confianza le gritó hasta el cielo: Ojona de Salazar, Ojona de Salazar, Sálvame,
inmediatamente, como por encanto paso el temporal; los torbellinos se
adormecieron, en el regazo del océano brillaron las estrellas… y la nave
salvada milagrosamente, siguió su rumbo y arribó felizmente al puerto de
Inglaterra. El inglés agradecido por medio del arzobispo de Londres mandó una
preciosa corona de oro macizo, con un cetro y una media luna para el niño,
engastada en piedras preciosas. Desde entonces la llaman cariñosamente: “La
Ojona Linda”.
DÍA
SEXTO
Es
un lienzo de arrobadora belleza; es un mosaico de colores y plegaria. La Virgen
de Belén es de tipo judío, como belén su pueblo, como Israel su raza privilegiada.
Blanco es su rostro, pero quemado por los soles de la Biblia, dorado como un
trigal maduro, como las arenas de un desierto. Está cubierta de un manto azul
oscuro tachonado de luces. La teología católica no sabe separar al Hijo de la
Madre: carne de su carne y sangre de su sangre, alimentado con dulzura de
corazón y vitamina de entraña, la Virgen María lo concibió en su seno en el
misterio de la encarnación, fue inseparable en su misión redentora y reina a su
lado por toda la eternidad. Por eso lleva al niño entre sus brazos. Está
sobrecogido de ternura y en su afán de buscar el regazo maternal, con sus
manitas se refugia en los brazos de María. Lleva en la frente una estrella.
Cuando la epifanía de Dios a los gentiles, un astro llevo el mensaje de los cielos
a los príncipes de oriente, para conducirlos por el camino de la luz hasta la
cuna divina. Por eso se llama la virgen de Belén. Además, cuando el universo
duerme en el regazo de la noche enciende la providencia estrellas en el cielo:
cuando la ruta se pierde en la noche sombría, parece la estrella orientadora de
todos los rumbos. El mundo es un mar y todos navegamos en él. Hay peligros y
escollos, hay brumas y tempestades. Nos salva la protección de María, llamada
por la devoción popular: Estrella del Mar. Por eso el pincel trazó sobre la
frente del niño una estrella resplandeciente. Sus ojazos negros tienen algo
misterioso; al contemplarla siente uno la impresión de su mirada en el alma,
como si estuviera viva y hablara por los ojos, le lleva uno necesidades y la
encuentra opulenta y generosa; le lleva amarguras y es entonces madre colmada
de ternura. Le suplican los fieles y responde con el corazón en las pupilas.
Por eso en su presencia se explica el éxtasis de los santos.
EJEMPLO:
Grita
la madre desesperada desde la orilla. Corría amenazador el rio y una niña, de
dos años que jugaba en la orilla, acababa de caer a un remolino y era hundida y
arrastrada por la corriente. Un hermanito se lanza a salvarla, pero la fuerza
del agua es más poderosa y se lleva a los niños, consumiéndolos en los
remolinos, estrellándolos contra las rocas. La madre, en el colmo de la
desesperación, invoca a la Virgen de Belén, le suplica, le grita que salve a
sus hijos y cae desmayada. Los niños, dos cuadras más abajo, salen milagrosamente
vivos a la orilla. En devota peregrinación llegó la buena mujer a pagar sus
promesas y no se cansa de publicar por todas partes el milagro de la Virgen de
Belén.
DÍA
SÉPTIMO
Se
levanta en la parte oriental del parque; su arquitectura es caprichosa, una
mezcla armoniosa de estilo romántico y gótico. Su historia como la de Salazar
ha sido azarosa: el terremoto de 1875 partió en dos la torre esbelta y cuando
el terremoto de 1950 resistió altanero la ira de la naturaleza, se partieron
las vigas, se rompieron los techos, se cuarteó el muro del presbiterio, pero
los arcos y la torre erguidos como una fortaleza, quedaron perennes como una
afirmación de inmortalidad. Iniciada la reconstrucción rápidamente, hoy su
decoración es perfecta. Imitación de piedra es el decorado exterior rodeado de
una verja elegante coronada de materos y flores. Los frisos interiores son
imitación de mármol; los cielos en artesonados de cedro; los filetes y
capiteles de los arcos, esmaltados de oro; con sus viejas campanas sonoras,
sabidas de memoria, golpeadas como el recuerdo, que lloran las pesadumbres y
cantan las alegrías. Dos ángeles abren la puerta del santuario con el
sacramental del agua bendita, por las naves flota la sombra de los antepasados
y en el pavimento, disimulados entre baldosas modernas, los sepulcros y los
huesos de los muertos queridos, porque solo donde hay tumbas hay resurrección. Edificado
desde la colonia el alma de los aborígenes recibió la gracia en su pila
bautismal; los españoles recordaron los santuarios Marianos de más allá de los
mares y los patriotas ataron a la Virgen la causa de la libertad. En su recinto
se han oído las imploraciones de los huérfanos en las horas sangrientas de la
guerra y la bendición del matrimonio ha unido muchos corazones para santificar
el hogar. Semanas incontables de años han pasado y caravanas de almas han
rezado ante el altar. Sobre el ara, vieja como el templo, ha bajado muchas
veces el milagro de la Eucaristía y desde el trono de la Virgen las
bendiciones, la paz y los prodigios han llegado hasta los fieles. Cuando uno
entra allí siente la presencia viva de la Virgen María, una emoción indecible,
un presentimiento misterioso, la dulce compañía de la Virgen de Belén. Así es
el palacio de la Reina, el hogar de la madre adorada de Belén.
EJEMPLO:
Un
cáncer horrible le invadía el pecho, era una pobre muchacha que vivía en una
casita en la orilla de la carretera que va a Sardinata. En Cúcuta e habían
examinado los mejores médicos: el cáncer era incurable. Los recursos económicos
no alcanzaron para hospitalizarla y estaba esperando la muerte en medio de los
dolores más terribles. Un desconocido que ocasionalmente se acercó a la casa,
escuchó los lamentos y le dijo: “hay en Salazar una curandera que todo lo
puede…, es la Virgen de Belén”. Inmediatamente nació una esperanza en las
carnes moribundas de a enferma, le hizo una promesa y comenzó la novena y poco
a poco fue cediendo el cáncer hasta quedar completamente curada. En compañía de
sus familiares, y su prometido llegó a Salazar y descalza y de rodillas
atravesó las calles, subió las gradas y entró al santuario, encendió muchas
lámparas y pasó las horas enteras ante el altar de la Virgen, llorando y
dándole las gracias. Depositó enseguida en manos del sacerdote, todos sus
ahorros para el santuario. El cáncer era incurable y estaba milagrosamente
curada.
DÍA
OCTAVO
En
el fondo del presbiterio enchapado en marmolina y engastado en hojillas de oro,
se levanta el precioso altar, severo y elegante, en sus líneas, litúrgico y
piadoso, encendido de luces, inmaculado de pétalos, arropado de damascos y
linos y recogiéndose en pabellón de suplicas hacia el cielo, surge el trono de
la Virgen de Belén, de estilo refinado y máxima seguridad, un derroche de
molduras y arte, un triunfo de belleza y amor. Resplandece en el centro,
iluminado por pantallas de luz indirecta, el lienzo del milagro, objeto de
todos los amores, y de todas las esperanzas en un marco de plata, bruñido de
oro, con molduras simbólicas, en alto relieve. Sobre el manto azul oscuro,
brillan engastados cuarenta luceritos de oro. Diamantes, topacios y amatistas,
aguamarinas, rubíes y zafiros blancos, rubíes rosa, perlas y esmeraldas
obsequiadas por los fieles, palpitan, como gotas de luz en la corona de oro
purísimo, estilo damasco que descansa sobre su frente divina, y en el cetro
también de oro, que lleva en sus manos, símbolo del señorío de la Virgen de Belén
sobre su pueblo. Arriba, en un fondo azul, como un pedazo de cielo brilla una
gran estrella de cristal y al fondo inmensos cuadros murales escriben en
colores y pinceles la historia de las apariciones. A la derecha en la parte
superior aparece el paisaje autentico, del cerro de la trinidad y el manantial
de Belén, una choza de juncos, donde vivía la indiecita Catalina. Enseguida la
buena mujer, lava la ropa en un remanso del rio. Después catalina en éxtasis de
amor contempla el lienzo iluminado con la Virgen de Belén. A la izquierda el
personaje ingles con botas de explorador e instrumentos científicos contempla
el cuadro de la virgen y graba en su memoria un recuerdo imborrable. Enseguida
una tempestad desgarra los mástiles y abre un abismo. Otro cuadro representa el
mar en calma y la nave que milagrosamente sigue su ruta. Arriba una procesión
solemne en la que el misionero de la encomienda conduce triunfante el milagroso
lienzo desde la choza de Catalina hasta la villa de Salazar. En frente los
milagros de la Virgen: paralíticos que andan, ciegos que ven, amenazados que se
salvan, y pecadores que se convierten.
EJEMPLO:
El
medico había diagnosticado un tumor en el estómago y urgía como única esperanza
una operación inmediata. La señora pide al cirujano un plazo de nueve días y
hace una fervorosa novena a la Virgen de Belén. Al terminarla se presenta al
médico para determinar el día de la operación y contratar un lugar en el
pensionado de la clínica. Y al practicar el examen preparatorio el medico desconcertado,
encuentra que el tumor ha desaparecido de una manera científicamente
inexplicable. La Virgen la había curado milagrosamente.
DÍA
NOVENO
Más
de cuatrocientos años hace que comenzó la historia de la población, desde
entonces ha sido manifiesta la protección constante de la Virgen de Belén. El
demonio ha desencadenado sus diabólicos designios y siempre la Virgen ha
aplastado su cabeza infernal. Tres veces fue destruida por los indios
Chitareros, y fue reconstruida por los españoles que presentían un porvenir. En
dos ocasiones el demonio armó de audacia satánica manos criminales para el robo
sacrílego y luego de lágrimas reparadoras lavó con penitencias hasta el
recuerdo. Aprovechó el demonio los cambios políticos para despertar pasiones
criminales y corrieron lágrimas y desesperación rodaron en un montón de llamas
y cenizas; pero la Virgen de Belén hizo triunfar la paz, olvidar las venganzas
y renacer el comercio. En las pestes y epidemias, en las inclemencias del
tiempo y el castigo de los terremotos salva la ciudad y devuelve la salud y la
vida a los enfermos. Cuando el demonio ciega la mente y hace vil e ingrato el
corazón de algún hombre para revivir barbaries, actualizar venganzas y manchar
con sangre el nombre limpio de la ciudad, la Virgen de Belén provocó un
plebiscito emocionado de reparación, impone la justicia, hace reinar la caridad
entre los fieles que abren la puerta para la honestidad y el corazón para el
perdón. La Iglesia Católica ha celebrado el año Mariano con motivo del primer
centenario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción; y la
parroquia ha querido ofrecerle a su celestial patrona la Virgen de Belén la
restauración del santuario mariano; es un hogar para la madre del cielo, como
una prueba de amor de sus hijos agradecidos; es un palacio para la Reina, como
reconocimiento de su realeza universal, es una corona y un cetro de oro para
aceptar su señorío y someterse a sus preceptos, para cumplir su voluntad e
imitar sus virtudes, para cantar sus atributos y asegurar su salvación eterna.
EJEMPLO:
Eran
las 9:35 P.M. de repente se estremece la naturaleza, rugen las montañas, se
desploman las casas, se descuelgan las cunas convertidas en sepulcros, y un
alarido tremendo cubre el espantoso desastre. Era el terremoto del 8 de Julio
de 1950. Corren las gentes enloquecidas de espanto y un grupo de hombres,
dominando el miedo, y desafiando la muerte entran en el santuario, y en un
instante sacan el pesadísimo dosel de la Virgen. Las muchedumbres se precipitan
hasta el lienzo milagroso y le suplican a la Virgen con gritos desgarradores:
¡“Virgencita querida”, “Madrecita de Belén”, ¡“Sálvanos”! y todos se aprietan
en el regazo materno. El epicentro del terremoto estaba localizado a cuatro
leguas solamente y los sismógrafos registraron varias sacudidas de gran
intensidad y duración. Sin embargo, pasó el terremoto y Salazar quedó en pie.
Daños muy leves quedaron solamente como testimonio de la protección de María.
Se había salvado milagrosamente.