EJERCICIOS
DE DESAGRAVIOS Y TIERNAS MEMORIAS DE LO QUE PADECIÓ LA NOCHE DE SU SAGRADO
NACIMIENTO NUESTRO AMANTÍSIMO JESÚS EN EL PESEBRE Y PORTAL DE BELÉN
Dispuestos
por el Lic. D. Nicolás de Espíndola
Y
los saca a la luz Juan Antonio de Santa Rosa, quien los dedica a la Muy
Venerable y Santa Comunidad del Real Convento de Jesús María
Reimpreso
en México, año de 1774
ADVERTENCIAS
Aunque
estos desagravios se comienzan en la preparación de los Jueves de Adviento,
para finalizarlos el día 7 de febrero, podrán hacerlo las devotas almas
también, todos los jueves de cada semana y finalizarlos en la Pascua del
Espíritu Santo.
ACTO
DE CONTRICIÓN
Dulcísimo
Jesús mío, Esposo mío, bien de mi alma y gloria mía, que el amor que me tienes
te hizo bajar del cielo a tierra: Oh Señor, me pesa de haber ofendido tu bondad
infinita, con tantas y tan enormes culpas, las cuales detesto, y quisiera
desagraviarte aborreciéndolas, por ser ofensas tuyas. ¡Oh y como quisiera darte
mi corazón, desecho en lágrimas de sangre, con el dolor de haberte ofendido y
abrasado en aquel amor con que te aman tus Serafines! Y porque te amo, Dueño mío,
más que a mi alma, y a mi vida, quiero, y propongo con iodo mi corazón, no
pecar más: confío de tu gran misericordia, me has de perdonar todos mis
pecados, y dar gracia para llorarlos. Así sea, Amor mío, por los merecimientos
de tu Pasión, y Muerte, y los de tu Santísima Madre, mi Señora. Amén.
Se
cantará esta invocación
CANTO
Sumo
Rey de tas alturas,
que
como Esposo adoramos,
pues
en tu preferencia estamos
tus
míseras criaturas,
dales
gracia a nuestros labios,
para
que sea vida mía,
el
Rosario de María,
parte
de tus desagravios.
PRIMER
MISTERIO
Oh
Dulcísimo Jesús mío, que, caminando en aquel Carro Triunfal, que labraste para
tu habitación y morada del Purísimo y Virginal vientre de María Santísima, desde
Nazaret a Bethlem, tuviste muy presente aquel calabozo obscuro de Caifás, que mis
culpas te habían de purgar para tu morada en esa noche del Jueves de Pasión,
donde con lagrimas de sangre, lloraste nuestra ingratitud y malicia. Yo te
ofrezco estas oraciones, en desagravio de aquellos desprecios que tu Santísima
Madre recibía en aquel viaje y su Santísimo Esposo José, echándoles del camino
los que pasaban, por verlos pobres y humildes. Porque, te suplico, me apartes
de los caminos errados de mi perdición, encaminando mis pasos por la estrecha
senda de tus mandamientos, y guarda de la ley para caminar a el Bethlem de tu
eterna gloria. Amén.
Padre
nuestro, diez Aves María y Gloria…
CANTO
Dulce
Jesús, buen Pastor
Haz,
para que te agrademos,
Que
tus siervos caminemos
Por
la senda de tu amor.
Nuestras
obras, encamina,
Divino
y manso Cordero,
Al
camino verdadero
De
tu voluntad Divina.
SEGUNDO
MISTERIO
Oh
Dulcísimo y Amantísimo Jesús, que en aquella peregrinación y viaje que hiciste
en las Purísimas Entrañas de tu Santísima Madre, hasta llegar a Bethelem,
llegabas a los mesones a golpear con tus divinas y santas inspiraciones
espirituales, la dureza de nuestros corazones, para recibirte y despreciando
tus llamamientos, te daba nuestra grosera ingratitud con las puertas en la
cara, viéndose forzados tus Santísimos Padres, por la necesidad de no tener
donde albergarse, a retirarse entre los campos, buscando el abrigo entre los
animales. Yo te ofrezco estas oraciones, en desagravio de aquellas injurias que
recibías de aquellos venteros en el vientre de tu Madre. Y te suplico, me des
gracia para corresponder a tus Divinas Luces y amorosos llamamientos,
abriéndose las puertas de mi corazón, para recibirte en él, y que nos de posada
en el Bethlem de la gloria. Amén.
CANTO
Haz
que nuestros corazones
sean
en tu amor abrazados,
y
que obedezcan postrados
Jesús,
tus inspiraciones.
Da
a nuestras almas aumentos,
De
gracias, con que te invoquen,
Cuando
a ellas, Esposo, toquen
Tus
divinos llamamientos.
TERCER
MISTERIO
Oh
mi adorado Jesús, amor mío de mi alma, que llegando a dar vista a la Ciudad de
Bethlem, entraste en ella a deshonra, viendo a tus Santísimos Padres, buscar posada
de puerta en puerta, llamando en hospitales y mesones, y tratándoles de ociosos,
vagabundos y molestos. Perdidas las esperanzas del Santísimo Esposo de tu
Bendita Madre, desconociéndoles los amigos, deudos y conocidos, sintiendo el
Santo Patriarca no tener donde hospedar a la Purísima Reina, temiendo no le
cogiera el parto en aquellas calles, y más viéndola tan cansada y fatigada con
cinco días de camino, con tantos trabajos, y combatida de los aires, soles,
fríos, escarchas y nieves. Yo te ofrezco mi Señor, en desagravio de aquellos
agravios, que en aquel Bethlem recibiste, estas oraciones, y en desagravio de
lo que sentiste, viendo cerrados para ti los mesones de nuestros corazones, por
estar en ellos hospedados tan desasiento los vicios y pecados: suplicámoste,
amado Esposo nuestro, que apartes de nuestras almas, estas bestias infernales
de nuestras terrenas inclinaciones, para gozar los frutos de tu venida,
gozándote en el Bethlem de la gloria. Amén.
CANTO
¿Posible
es, bien de mi vida,
Aunque
alto misterio encierra,
Que,
el que hizo el Cielo y la tierra
No
halle en la tierra acogida?
Pues
agravio es como vemos,
Dándonos
eterna hermosura,
Un
alma impecable y pura,
Para
que os desagraviemos
CUARTO
MISTERIO
Oh
bellísimo Jesús, esposo mío, que no hallando posada en Bethlem, por humilde que
fuese, negándote tus criaturas hasta los zaguanes, no hallando donde reclinar
la cabeza, ni aun el más vil y desechado rincón, salisteis a buscar la piedad y
caridad entre los brutos, por no hallar entre los hombres, y entraste en
aquella humilde choza y palacio de aquella cueva, que el Eterno Padre te había
preparado en la tierra, para confundir con tu Santísima Humildad y mansedumbre,
nuestra loca vanidad y soberbia, ocupando tu infinita grandeza, posada tan
indigna. Yo te ofrezco estas oraciones en desagravio de aquellos desprecios que
recibiste en compañía de tus Santísimos Padres, y te suplico, dulcísimo esposo
de mi alma, por aquella ultima resignación que tuviste, abrazando aquella suma
pobreza, desamparo y desabrigo, me des amor a estas soberanas virtudes, y me
hagas verdaderamente humilde, para gozarte en el Bethlem de tu gloria. Amén.
CANTO
Mi
Jesús, si las tuviera,
Y
dueño de ellas me hallara
Con
mil almas te adorara
Con
mil viandas te sirviera.
Pero
deudas tan crecidas
No
podrán satisfacerlas,
Ni
mil almas a tenerlas
Ni
pagarlas con mil vidas.
QUINTO
MISTERIO
Oh
amantísimo, dulcísimo y Soberano amor mío, mi adorado Esposo Jesús, que estando
en aquel palacio humilde y pobre choza de animales, naciste a la media noche
entre humildes pajas y heno, tiritando de frío, llorando como Niño lagrimas
tiernas, con el rigor del invierno, reclinado en un pesebre, reconociéndote por
su hacedor, el buey y la mula, doblando las rodillas, y juntamente fuiste
adorado de los Ángeles, pastores y reyes en los brazos de tu Santísima Madre,
como en Altar sagrado, celebrando tu Santísimo Nacimiento, y el dichoso y
felicísimo Parto de tu purísima y santa Madre, sintiendo ella tu desnudez, y
padeciendo tu el intolerable frío de aquella noche. Yo te ofrezco estas
oraciones en desagravio del mal recibimiento, que al primer paso te hizo la
tierra, y los ingratos corazones de Bethlem, y te suplico por aquellos
purísimos y virginales pechos en que mamaste leche, te dignes de preparar para
ti, la morada de nuestros corazones, con la humildad y pobreza, para recibirte
en el Divino Sacramento, y el fuego de tu amor consuma y aniquile la paja de
nuestras defectuosas faltas, culpas, tibiezas y negligencias, dándonos a todos
un corazón purísimo y castísimo, para que a ti solo te amemos y adoremos como
verdadero Dios y Divino Esposo nuestro, defiende a nuestra Santa Madre la
Iglesia de sus perseguidores enemigos, consumiendo a los herejes, y dándoles luz
y conocimiento de la exaltación de tu Santísimo Nombre, pedímoste la conversión
de todos los pecadores, que mantengas en gracia a las almas justas y de tu
agrado, por el Romano Pontífice N… y demás prelados eclesiásticos y seculares,
el alivio y descanso de las Almas Santas del Purgatorio, especialmente de los
sacerdotes, la defensa, paz, quietud y conservación de estos y la destrucción
de las culpas y cosas que te causan enojos, el consuelo de los agonizantes, y que
nos des a no nosotros la luz que necesitamos, para corresponder a las obligaciones
de nuestro estado, y hacer en todo tu Santísima Voluntad en esta vida, para
verte y gozarte en la eterna. Amén.
CANTO
Niño
Eterno, Rey de Sión,
A
quien en pobrezas tales,
Te
diera por pañales
Las
telas del corazón.
O
si te hiciera en tal calma
Aunque
fuera indigno lecho,
Una
cuna en mi pecho,
Y
un acerico de mi alma.
Aquí
se dice la Salve, y luego el Te Deum, y se termina el rezo con la Letanía
Lauretana, y se rezan al Santo Esposo, San José, siete padres nuestros y siete
Aves Marías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario