DEVOCIÓN
DE LOS CINCO SÁBADOS
EN HONRA
DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA SANTÍSIMA
Con
Licencia Eclesiástica
Puebla
de los Ángeles, año de 1866
Imprenta
de Rivera
Por la señal ✠…
ORACIÓN
A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
(Para
los cinco sábados)
Trinidad
Santísima, Omnipotente Dios, Trino en vuestras divinas personas y Uno en
vuestra adorable esencia: yo os doy alabanzas infinitas por el tesoro de
gracias incomprensibles, con que adornasteis desde su animación santísima el
Corazón Purísimo de la celestial María, escogida por vos desde la eternidad por
Hija, Madre y Esposa vuestra, y por lo tanto privilegiada de carismas, dones y
grandezas de vuestra Majestad infinita, cuantas no puede penetrar el
entendimiento humano, y que la hicieron el encanto de vuestras divinas miradas,
el recreo de vuestra bondad, y el objeto dignísimo de vuestra singular
dilección. Yo os suplico humildemente ¡Oh Beatísima Trinidad! Por este Corazón
Inmaculado, vergel preciosísimo, en que florecieron del modo más admirable y estupendo
las fragantes y odoríferas flores de todas las virtudes, os dignéis concederme
perdón y absolución plenísima de todas mis maldades, un corazón de fuego para
amaros, de dulzura y caridad para con mis prójimos, de rigor y dureza para
conmigo mismo, y de frialdad e insensibilidad para todo lo de la tierra. Haced
Señor, que comience una vida nueva, una vida toda del espíritu, reconcentrada
en vos, en la que procurando únicamente morir a mí y a todo lo que no sois vos,
repare mis ingratitudes, y amándoos con todo el ardor de mi alma, consiga la
inefable dicha de exhalar a vuestros divinos pies mi último suspiro, en un
ímpetu de dolor por haberos ofendido, y de esta manera, sea admitida en vuestra
gloria, para cantaros con los bienaventurados: Santo, Santo, Santo, por toda la
eternidad. Amén.
SÁBADO
PRIMERO
ORACIÓN
Madre dulcísima de
mi corazón, piadosísima y purísima María, que, a costa de tantos dolores, os
visteis constituida al pie de la Cruz, por Madre nuestra, yo contemplo vuestro
purísimo Corazón lleno de la más cruel amargura, al prever las ingratitudes con
que había yo de corresponder vuestro amor y finezas, dándoos por el primero,
olvido e indiferencia, y por las segundas, agudísimos dolores con mis repetidas
ofensas a vuestro Soberano Hijo. La vista de esta mi estregada conducta sería
capaz de entregarme al desaliento y aun la desesperación, sino me alentará a la
tierna confianza que me inspira vuestro Corazón de Madre, en que siempre me
habéis abrigado para preservarme de los azotes de la divina indignación
provocada por mi con tantas maldades. Si, divina María, vos habéis hecho
constantemente conmigo oficios de Madre la más tierna, aun cuando no he sido
otra cosa que el verdugo deicida de vuestro Santísimo Hijo: ¿Pues no eh de
confiar en vuestro amor y protección, ahora que clamo arrepentido a vuestros pies
mi perdón? Alcanzádmelo queridísima Madre mía, olvidad mis desaciertos,
dirigidme una mirada de ternura, y haced que en lo de adelante, sea yo un
verdadero hijo vuestro, atento solo a alabaros, serviros y contentar vuestro
purísimo Corazón, con mi fidelidad en observar la ley santa del Señor, para
que, por este medio, vaya a disfrutar la vista de vuestra divina hermosura el
los alcázares de la gloria. Amén.
Se rezan cinco
Aves Marías al Corazón Inmaculado, y luego lo siguiente:
ELOGIOS
DEL CORAZÓN DE MARÍA
-Corazón de María,
siempre sin mancha. R/: Arda en nuestro corazón,
el amor divino que os abraza
-Lleno de gracia.
-Digno sagrario de
la muy adorable Trinidad.
-Tabernáculo del
Verbo encarnado.
-En todo animado
del Espíritu santo.
-Trono ilustre de
la gloria.
-Abismo y prodigio
de la más profunda humildad.
-Holocausto
perfecto del amor divino.
-Traspasado y
clavado en la cruz con Cristo.
-Asiento de la
misericordia.
-Consuelo de los
afligidos.
-Refugio de los
pecadores.
-Protectora de los
justos.
-Abogada de la
Iglesia.
-Madre de todos
los fieles.
-Después de Jesús,
esperanza de los agonizantes.
-Reina de los Ángeles.
-Reina de todos
los santos.
-Madre de
misericordia.
-Vida, dulzura y
esperanza nuestra.
L/: ¡Oh
santísimo y mu y adorable Corazón de María, madre de Dios!
R/: Arda
en nuestro corazón, el amor divino que os abraza
ORACIÓN: Dios
de bondad, que llenasteis el corazón de la madre virgen María de los mismos
sentimientos y ternuras que ardían en el pecho de Jesús, vuestro Hijo por la
salvación de los pecadores, concedernos a todos los que honramos el sagrado
Corazón de María una perfecta conformidad de sentimientos, semejantes a los de
Jesús, que con vos vive y reina en unidad del Espíritu santo Dios por siglos de
siglos. Amen.
GOZOS
Ya que llenáis de
favores
A torio el que en
vos confía:
Oh
Corazón de María,
Socorred
los pecadores.
Puesto sois, Madre
divina,
De todos
corredentora,
De siglos
restauradora,
De salvación rica
mina,
Hallen en vos medicina
Tantos
prevaricadores.
Del que va errado
sois guía,
Ancora del
naufragante,
En vos halla el
navegante
Sosiego, puerto,
alegría:
Sin vos ¡ay! y que
sería
Del mundo lleno de
errores.
Por el pecador
mostrasteis
En el templo tal
ternura
Que por él la
espada dura
De Simeón
aceptasteis;
Así, Madre,
consolasteis
Nuestros llantos y
clamores.
Jesús puesto en
agonía
Rica prenda nos
legó,
Pues por Madre nos
dejó
A vos ¡oh dulce
María!
Sí, nacimos,
Virgen pía,
Mas ¡ay! de
vuestros dolores.
Cuando su brazo
irritado
Levanta el divino
Asuero
Y el pecador con
su acero
Va a dejar
exterminado,
Tierna Esther, a
vos es dado
Desarmarle en sus
rigores.
Si Abigail la
prudente
A Nabal logró el
perdón,
También vos la
remisión
Obtendréis del
delincuente;
Pues vuestro pecho
ferviente
No interrumpe sus
clamores.
Acordaos, oh
María,
Que nadie jamás
oyó
Que sin consuelo
volvió
Quien su pena a
vos confía:
Defiéndanos, Madre
pía,
Ese corazón de
amores.
Por el dolor
vehemente
Que a vuestro
pecho oprimió
Cuando el buen
Jesús murió
De amor víctima
inocente,
Sienta el nuestro
impenitente
De la culpa los
horrores.
Herejes, moros,
paganos,
Incrédulos y
judíos,
Dejando sus
desvaríos,
Que vengan a ser
cristianos:
Qué gozo vivir
hermanos,
Y alternar
vuestros loores.
Vida vive sin
temores
El que dice cada
día:
Oh
Corazón de María.
Socorred
los pecadores
SÁBADO
SEGUNDO
ORACIÓN
Abogada clementísima
de los míseros hijos de Adán, que, con entrañas llenas de clemencia, estáis incesantemente
intercediendo ante la Majestad Eterna del Señor, para conseguirnos el perdón de
nuestros pecados, el remedio de nuestras necesidades, la preservación de
infinitos males y la consecución de nuestra eterna felicidad. ¿Qué será de nosotros
piadosísima María, si no os tuviéramos por nuestra infatigable abogad a la
diestra de vuestro Divino Hijo? ¿Cuánto mayores fueran nuestras penalidades,
nuestras desgracias y nuestras calamidades? ¿Cómo podríamos sustraernos de la
vibradora espada de la justicia divina, si vos no estuvierais interponiéndoos entre
ella y nosotros, conteniendo la vengadora mano del Altísimo con vuestros
ruegos? ¡Oh Divina Madre de Dios! defensora y protectora nuestra, seguid,
seguid abogando por nosotros, miserables desterrados en este valle de luto y
miserias: nuestra causa la ponemos en vuestras manos, y por más criminal que
ella pueda ser, no ha de perderse corriendo de vuestra cuenta. Volved favorable
hacia nosotros a nuestro Divino Juez, presentándole por nuestro demérito y
cargos terribles sus méritos infinitos, los vuestros incomprensible y los
muchos dolores que os hemos costado, y que vos ofrecisteis y aceptasteis
gustosa por nuestra salvación, bien seguros de que, si así lo hacéis, como lo
esperamos de vuestro corazón maternal, conseguiremos la inefable dicha de ir a
alabar en la patria celestial las infinitas misericordias del Señor, al par que
vuestra benigna clemencia. Amén.
SÁBADO
TERCERO
ORACIÓN
Refugio seguro de
los pecadores, dulcísima Virgen María: ¡Que consuelo tan inefable inunda mi
alma al considerar este tierno título con que habéis querido llamaros para
excitar nuestro amor y nuestra confianza en vos! ¡Que firmeza y seguridad no
tengo en mis conflictos, temores y ciudadanos, al mirar que vuestro purísimo
Corazón es la sagrada ciudad de Refugio que el Señor nos ha concedido para que
podamos evadirnos de los castigos de su divina justicia, tantas veces irritada
por nuestras culpas, acogiéndonos a ese Refugio Santo, en donde se embotan los
filos de la espada que fulmina el Padre Celestial contra los infractores de sus
divinos preceptos! Mis temores se desvanecen, mi esperanza se reanima y mi alma
se regocija y alienta al saber y considerar que la Reina del cielo, la gran
Madre de Dios, ha querido ser y llamarse del Refugio de los pobres pecadores, y
por eso, mío muy especial, pues soy el mayor de todos. ¿Cómo os agradeceremos, ¡Oh
princesa soberana! vuestra ternura y amor para con nosotros, ingratos hijos
vuestros? Mi corazón se deshace en deseos de manifestaros su reconocimiento, y,
sin embargo, por una espantosa miseria, no hace otra cosa que desagradaros con
sus infidelidades continuas. Amparadnos ¡Oh dulce Refugio nuestro! hacednos
agradecidos a vuestro amor y ternura, y en la hora de nuestra muerte,
escondednos en vuestro Santo Corazón, para que viéndonos el Señor defendidos de
Vos, nos reciba en su seno paternal, y nos lleve a adorarlo y a alabaros a vos
en la felicidad de la gloria por toda la eternidad. Amén.
SÁBADO
CUARTO
ORACIÓN
Intercesora
constante del desgraciado género humano, soberana Virgen María: yo os adoro y
doy infinitas gracias y alabanzas por las incesantes mercedes que continuamente
estáis alcanzando de la Majestad infinita del Ser Eterno, con vuestros
graciosos ruegos, para todos los miserables que gemimos en esta tierra de dolor.
Los Ángeles y cortesanos del cielo, os bendigan por vuestra inmensa caridad, y
yo, postrado humildemente a vuestras dulcísimas plantas, os suplico, ¡Oh Madre
e Intercesora nuestra! fijéis vuestros benignos ojos en nuestro pobre corazón.
Mirad el mío, Señora, ved cuan lleno está de si mismo, cuan agitado de sus
pasiones, cuan solícito para sus comodidades, cuan tibio en vuestro servicio y
cuan frío e insensible en el amor de su Dios. ¡Oh María! poned termino a tantas
miserias, mudadme este corazón carnal en un corazón semejante al vuestro.
Dadnos humildad, pureza, caridad, y un encendido amor a vuestro Divino Hijo y a
Vos, su dignísima Madre. Amor os pedimos, Señora, encended este sagrado fuego
en nuestro helado corazón, para que consuma todas nuestras imperfecciones, nos
comuniques todas las virtudes, y desprendiéndonos del mundo, de nosotros mismos,
y de todo lo que no es de Dios, solo aspiremos al cielo, solo a el se dirijan
nuestros afectos, y de esta manera, tengamos un fin dichoso, que sea principio
de una felicidad interminable en la gloria, donde sin velos ni sombras, podamos
recrearnos con la visión beatífica de nuestro Dios Trino y Uno, que sea alabado
por los siglos de los siglos. Amén.
SÁBADO
QUINTO
ORACIÓN
Amparo firmísimo de los que en vos esperan, amadísima Madre mía, poderosísima Reina de los Ángeles, dignaos inclinar ese vuestro divino rostro que el encanto del cielo, hacia vuestros pobres hijos, que desfallecidos en este miserable mundo con tantas calamidades como lo circundan, se encuentran casi sin tener donde poner el pie con seguridad, pues todo se halla lleno de lazos, peligros y desgracias sin fin. ¡Oh María, augusta y soberana Madre de Dios y nuestra! extended vuestra mano compasiva para sostenernos, y no permitáis naufraguemos en tan desecha tormenta como estamos sufriendo en nuestra trabajosa peregrinación. Amparadnos, pues sois nuestra Madre, nuestra Abogada, nuestra intercesora, nuestro amparo, nuestro remedio, nuestro consuelo y todo nuestro bien, después de Dios. A ti clamamos, no nos desampares, vuélvete hacia nosotros, pues a ti suspiramos, abríganos en tu Corazón purísimo, pues es nuestro refugio, y cuando llegue la hora terrible de nuestra muerte, consuélanos con tu amable presencia, y mostrándonos al dulcísimo fruto de tu virginal vientre, recibe nuestras pobrecitas almas en tus benignas manos, y llévalas con seguridad al descanso eterno de la gloria. Amén.
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