lunes, 16 de agosto de 2021

ORACIONES A SAN ROQUE

Imagen perteneciente a la devoción particular del Lic José Campollo Mejicanos, de Guatemala 

 

DEVOTAS ORACIONES A SAN ROQUE, PROTECTOR CONTRA LA PESTE

 

Tomado del Libro: “Raccolta di devoti orazioni dono a Suor Giuseppa Ceva Grimaldi”. Impreso en la Tipografía y Calcografía Dell´Industria, de Vico Fredo Pignasecca, Vía 15 e 16. Nápoles, Italia. Año 1859

 

 

Devota oración que San Roque manifestó apareciéndosele a un apestado, el cual quedó curado.

 

El Papa Clemente VIII se la envió a los reyes de la cristiandad.

 

Crucem pro nobis subiit,

Stans in illa sitivit

Jesus sacratis pedibus:

Lancea, Cruce, Clavis.

Vulnera quae toleravit ostendit:

Pro mundi vita fuit crucifixus:

Lavit nostra crimina Sanguine.

 

Cruz por nosotros elevada,

Estando en ella clavado

Jesús con sus pies y manos:

Lanza, cruz y clavos.

Soportó las heridas y tormentos;

Por salvar al mundo fue Crucificado:

Para lavar con su sangre nuestros pecados.

 

De rezarse o llevarse encima deben decirse Tres Padre Nuestro y tres Avemarías al día al glorioso San Roque para no ser contagiados de la peste.

 

ORACION A SAN ROQUE COMPUESTA POR SAN CARLOS BORROMEO EN OCASIÓN DE LA PESTE.

 

HYMNUS

Ave Roche Sanctissime,

Nobili natus sanguine,

Crucis signatus schemate

Sinistro tuo latere.

 

Roche peregre profectus,

Pestiferae mortis ictus

Curavisti mirifice

Tangendo salutifere.

 

Vale Roche Angelice,

Vocis citatus flamine.

Obtinuisti deifice

A cunctis pestem pellere. Amen.

 

V. Ora pro nobis Beate Roche.

R. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.

 

OREMUS Deus, qui Beato Rocho per Angelum tuum tabulam eidem afferentem promisisti, ut qui ipsum invocaverit a nullo pestis cruciatu laederetur, praesta quaesumus, út qui ejus memoriam agimus, ipsius meritis et precibus a mortifera peste corporis et animae liberemur. Per Christum. Pater, Ave, Gloria.

 

 

HIMNO

Ave Roque Santísimo,

De noble sangre nacido,

Con el signo de la cruz señalado:

Una marca en tu izquierdo costado.

 

Roque peregrino perfecto,

El mal de la peste mortal

Curabas milagrosamente

Trayendo salud a la gente.

 

Adiós Roque Angelical,

A quien una voz celeste

Concedió el ser invocado

Contra la mortal peste.

 

V. Ruega por nosotros San Roque.

R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

 

OREMOS. Dios, de quien San Roque recibió por medio de tus ángeles una tabla en la cual prometiste que a cuantos lo invocaran en el flagelo de la peste lo librarías de esta, escúchanos propicios, a todos cuya memoria recordamos, por sus méritos y oraciones que nos libres de la mortífera peste de cuerpo y liberes nuestras almas. Por Cristo nuestro Señor Amén. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

 

DEVOTISIMO Y EFICACISIMA ORACION PARA OBTENER LA LIBERACION DEL DIVINO FLAGELO COMPUESTA POR URBANO VIII

Delante de tus ojos misericordiosísimos, oh Señor, exponemos nuestras culpas y los castigos que por las mismas hemos merecido. Si pensamos en nuestros males con mesura, es menor aquello que sufrimos y debemos soportar, y es más grave aquello que es la causa de esto que tenemos que tolerar. Nos aflige la pena debida por nuestra iniquidad, y aun así no dejamos de pecar. En medio del rigor de tu castigo se afianza nuestra debilidad, y ni aun así abandonamos el pecado. La mente ya cansada se desanima, pero no se humilla nuestra soberbia. Llevamos una vida afanosa y atrofiada, pero nunca cambiamos nuestro proceder. Si nos llamas a la penitencia, no nos corregimos; si causamos tu enojo, no podemos soportar tu ira. En el medio de la desgracia confesamos nuestra iniquidad, pero apenas pasa, olvidamos aquello por lo que derramamos ríos de lágrimas. Si aprietas tu mano prometemos convertirnos, si suspendes el castigo no nos apegamos a nuestra promesa. Si te enojas gritamos, para que nos perdones; si nos perdonas, de nuevo provocamos tu enojo. Gran Dios, ¡qué será de nosotros! Míranos aquí amenazados por tu azote. Ya escuchamos el furor de tu venganza. ¡Oh! Justísimo Dios que aprietas tu mano irritado por nuestra iniquidad, y por esta medio buscas conducirnos al arrepentimiento o la salvación; por piedad suspende tu cólera, detén el brazo del Ángel castigador, no dejes que la indigente humanidad apure la última gota de tu tremendo furor. Si, lo confesamos, un castigo infinito se merece nuestros pecados, a decir verdad, pues son innumerables nuestras culpas, porque se han multiplicado por encima de nuestras cabezas, pero no te olvides de tu antigua misericordia. Te ofrecemos en recompensa y satisfacción los méritos infinitos de la Sangre preciosa de tu Divino Hijo, nuestro misericordiosísimo Redentor, los méritos de nuestra dulcísima Madre María y también aquellos de todas las almas santas. Escucha entonces gran Dios nuestra oración, acepta nuestros votos: muévante a compasión nuestras lágrimas. Piedad, Señor, de tu pueblo. Piedad de tus hijos, aunque seamos ingratos. ¡Misericordia! ¡Misericordia!

 

ORACIÓN: Dios, a quien nuestras culpas ofenden, y nuestras penitencias aplacan, escucha propicio las súplicas de tu pueblo, y detén el flagelo de tu ira, para que nosotros libres del pecado y del castigo podamos merecer la salvación. Por Cristo Nuestro Señor Amén.

 

Colaboración de Carlos Villaman

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