Imagen perteneciente a la devoción particular del Lic José Campollo Mejicanos, de Guatemala |
DEVOTAS
ORACIONES A SAN ROQUE, PROTECTOR CONTRA LA PESTE
Tomado
del Libro: “Raccolta di devoti orazioni dono a Suor Giuseppa Ceva Grimaldi”.
Impreso en la Tipografía y Calcografía Dell´Industria, de Vico Fredo
Pignasecca, Vía 15 e 16. Nápoles, Italia. Año 1859
Devota oración que San Roque manifestó
apareciéndosele a un apestado, el cual quedó curado.
El Papa Clemente VIII se la envió a los
reyes de la cristiandad.
Crucem pro nobis
subiit,
Stans in illa
sitivit
Jesus sacratis
pedibus:
Lancea, Cruce,
Clavis.
Vulnera quae
toleravit ostendit:
Pro mundi vita
fuit crucifixus:
Lavit nostra
crimina Sanguine.
Cruz por nosotros
elevada,
Estando en ella
clavado
Jesús con sus pies
y manos:
Lanza, cruz y
clavos.
Soportó las
heridas y tormentos;
Por salvar al mundo
fue Crucificado:
Para lavar con su
sangre nuestros pecados.
De
rezarse o llevarse encima deben decirse Tres Padre Nuestro y tres Avemarías al
día al glorioso San Roque para no ser contagiados de la peste.
ORACION
A SAN ROQUE COMPUESTA POR SAN CARLOS BORROMEO EN OCASIÓN DE LA PESTE.
HYMNUS
Ave Roche
Sanctissime,
Nobili natus
sanguine,
Crucis signatus
schemate
Sinistro tuo
latere.
Roche peregre
profectus,
Pestiferae mortis
ictus
Curavisti mirifice
Tangendo
salutifere.
Vale Roche
Angelice,
Vocis citatus
flamine.
Obtinuisti deifice
A cunctis pestem
pellere. Amen.
V. Ora pro nobis
Beate Roche.
R. Ut digni efficiamur
promissionibus Christi.
OREMUS Deus, qui Beato
Rocho per Angelum tuum tabulam eidem afferentem promisisti, ut qui ipsum
invocaverit a nullo pestis cruciatu laederetur, praesta quaesumus, út qui ejus
memoriam agimus, ipsius meritis et precibus a mortifera peste corporis et
animae liberemur. Per Christum. Pater, Ave, Gloria.
HIMNO
Ave Roque
Santísimo,
De noble sangre
nacido,
Con el signo de la
cruz señalado:
Una marca en tu
izquierdo costado.
Roque peregrino
perfecto,
El mal de la peste
mortal
Curabas
milagrosamente
Trayendo salud a
la gente.
Adiós Roque
Angelical,
A quien una voz
celeste
Concedió el ser
invocado
Contra la mortal
peste.
V.
Ruega por nosotros San Roque.
R. Para
que seamos dignos de las promesas de Cristo.
OREMOS. Dios,
de quien San Roque recibió por medio de tus ángeles una tabla en la cual
prometiste que a cuantos lo invocaran en el flagelo de la peste lo librarías de
esta, escúchanos propicios, a todos cuya memoria recordamos, por sus méritos y
oraciones que nos libres de la mortífera peste de cuerpo y liberes nuestras
almas. Por Cristo nuestro Señor Amén. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DEVOTISIMO
Y EFICACISIMA ORACION PARA OBTENER LA LIBERACION DEL DIVINO FLAGELO COMPUESTA
POR URBANO VIII
Delante
de tus ojos misericordiosísimos, oh Señor, exponemos nuestras culpas y los castigos
que por las mismas hemos merecido. Si pensamos en nuestros males con mesura, es
menor aquello que sufrimos y debemos soportar, y es más grave aquello que es la
causa de esto que tenemos que tolerar. Nos aflige la pena debida por nuestra iniquidad,
y aun así no dejamos de pecar. En medio del rigor de tu castigo se afianza
nuestra debilidad, y ni aun así abandonamos el pecado. La mente ya cansada se
desanima, pero no se humilla nuestra soberbia. Llevamos una vida afanosa y
atrofiada, pero nunca cambiamos nuestro proceder. Si nos llamas a la
penitencia, no nos corregimos; si causamos tu enojo, no podemos soportar tu
ira. En el medio de la desgracia confesamos nuestra iniquidad, pero apenas
pasa, olvidamos aquello por lo que derramamos ríos de lágrimas. Si aprietas tu
mano prometemos convertirnos, si suspendes el castigo no nos apegamos a nuestra
promesa. Si te enojas gritamos, para que nos perdones; si nos perdonas, de
nuevo provocamos tu enojo. Gran Dios, ¡qué será de nosotros! Míranos aquí
amenazados por tu azote. Ya escuchamos el furor de tu venganza. ¡Oh! Justísimo
Dios que aprietas tu mano irritado por nuestra iniquidad, y por esta medio
buscas conducirnos al arrepentimiento o la salvación; por piedad suspende tu
cólera, detén el brazo del Ángel castigador, no dejes que la indigente
humanidad apure la última gota de tu tremendo furor. Si, lo confesamos, un
castigo infinito se merece nuestros pecados, a decir verdad, pues son
innumerables nuestras culpas, porque se han multiplicado por encima de nuestras
cabezas, pero no te olvides de tu antigua misericordia. Te ofrecemos en
recompensa y satisfacción los méritos infinitos de la Sangre preciosa de tu
Divino Hijo, nuestro misericordiosísimo Redentor, los méritos de nuestra
dulcísima Madre María y también aquellos de todas las almas santas. Escucha
entonces gran Dios nuestra oración, acepta nuestros votos: muévante a compasión
nuestras lágrimas. Piedad, Señor, de tu pueblo. Piedad de tus hijos, aunque
seamos ingratos. ¡Misericordia! ¡Misericordia!
ORACIÓN: Dios,
a quien nuestras culpas ofenden, y nuestras penitencias aplacan, escucha
propicio las súplicas de tu pueblo, y detén el flagelo de tu ira, para que nosotros
libres del pecado y del castigo podamos merecer la salvación. Por Cristo
Nuestro Señor Amén.
Colaboración de Carlos Villaman
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