NOVENA
DEDICADA
A NUESTRO PADRE JESÚS DEL PERDÓN
Que
se venera en la Santa Catedral de Santiago de Guatemala
Guatemala
Año
de 1914
La
sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, fué mandada a hacer
exclusivamente para conducirla en procesión, al practicar el ejercicio solemne
del santo Viacrucis en la Santa Iglesia Catedral metropolitana de Santiago de
Guatemala, durante la Cuaresma; por esto la presente novena está escrita,
atendidos los pasos en que consideramos a nuestro divino Redentor, agobiado
bajo el peso de la Cruz, yendo por el doloroso camino de la amargura.
Roguemos
por el eterno descanso del alma del Ilmo. Sr. Arzobispo Don Ricardo Casanova y Estrada,
quién, al contemplar la primera vez esa escultura, dijo: ''Es una bellísima
imagen." Roguemos especialmente por la Iglesia de Guatemala y por su
Prelado; por la conversión de los pecadores: por las benditas almas del
Purgatorio, y por todos los que han sido, son y serán devotos de nuestro Padre
Jesús del Perdón.
Puestos
delante de la Sagrada Imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, y con el mayor
recogimiento y devoción, iniciaremos así:
Por
la señal ✠
de la Santa Cruz, de nuestros ✠
enemigos, líbranos Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo.
Amén.
ACTO
DE CONTRICION
¡Oh
Dios eterno Padre amantísimo! que, dispuesto a ser Infinitamente misericordioso,
aun en los momentos terribles de vuestra justicia, resolvisteis que vuestro
Verbo divino se vistiera de nuestra carne pecadora, a fin de que vertiese su
sangre preciosa por nuestro rescate; os amo sobre todo cuanto existe. Los
dolores de Jesús me inspiran contrición de mis pecados; la Pasión de vuestro
Hijo me infunde amor y esperanza. Oh divino Jesús mío, que, agobiado con el
peso de la Cruz, regasteis con vuestras lágrimas y con vuestra preciosa Sangre
el escabroso camino del Calvario: os ofrezco esta nove. na en expiación de mis
pecados; proponiendo enmendar mi vida, y, con vuestra gracia divina, perseverar
en vuestro servicio hasta la muerte: os ruego que, al expirar, me reciban vuestras
paternales ma. nos. Os lo pido, mi buen Jesús. por los méritos de vuestra vida,
pasión y muerte. y confío que por vuestra preciosísima Sangre me daréis la
eterna bienaventuranza. Amén.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh
piadosísimo Jesús del Perdón! vedme postrado ante vuestra sagrada imagen,
pidiéndoos de corazón el remedio de mis males; rogándoos humildemente me concedáis
la gracia de ayudaros a llevar la pesada carga de la Cruz que tan cruelmente
lastimó vuestros doloridos hombros, y llorar con lágrimas de compasión y
arrepentimiento, los dolores y amarguras que sufristeis por mí, ingrato
pecador, y que contemplo en vuestro angustiado y dolorido Rostro. Escuchad, ¡oh
Jesús! nuestros suspiros, y aceptad nuestras lágrimas de sincera contrición. Si,
¡Jesús sapientísimo! el fondo de
nuestras al. mas resuenan vuestras palabras que parece pronuncias. "Hijos
míos, ¿suspiráis? ¡Ah! Yo también gimo en medio de innumerables penas. ¡Mirad
cuán afligido esté mi Corazón! Acercaos, pues, para que lloremos juntos. Derramad
vuestras lágrimas en mí y yo derramaré las mías sobre el vuestro.”
DÍA
PRIMERO
Rotas sus carnes divinas
Por los azotes crueles,
Y ostentando.... no laureles,
Sino punzantes espinas;
Así Jesús es llevado
Ante la inicua presencia
De un juez que, vil, le sentencia
A ser en la Cruz clavado.
ORACIÓN
Bendito
seáis, Redentor adorable, bendito seáis en vuestra paciencia sin límites;
bendito seáis en los cielos y. en la tierra. Así como os ve mi alma, es decir,
burlado, escarnecido, abofeteado, azotado ignominiosamente, coronado como Rey
de burlas y sentenciado a muerte de afrentosa Cruz; así, tan despreciado como
os veo, os reconozco y confieso mi Dios y por mi Rey, postrándome a vuestros pies
en adoración reverente. Otorgadme, Jesús mío, la gracia inestimable de caminar
tras Vos, con alma contrita y penitente, hasta el Calvario de las penas de este
mundo, para que, consiguiendo de vuestra misericordia la bendita perseverancia
en vuestro amor, alcance junto a Vos una resurrección gloriosa. Amén.
-La
petición.
Tres
veces el Padrenuestro, Ave María y Gloria, con la jaculatoria: Padre
Eterno, yo os ofrezco la preciosísima Sangre de Jesucristo como expiación de
mis pecados y por las necesidades de la Santa Iglesia. (100 días de indulgencia
que con corazón contrito se rece la anterior jaculatoria. —Pío VII, Rescripto
de septiembre de 1817)
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh
Jesús humildísimo, verdadero Hijo de Dios vivo! que por salvarnos os dignasteis
nacer en un establo y sufrir pobreza, trabajos, angustias y muerte en el patíbulo
de la Cruz; os ruego rendidamente que en mi última hora digáis a vuestro Padre:
“Perdonadle,
Padre mío" a vuestra Madre purísima: "ahí tienes a tu hijo"
y que me digáis también a mí: ''hoy estarás conmigo en la gloria."
Oh Señor y Dios mío, miradme Piadoso y abandonéis$" en aquella hora tremenda,
y por vuestro misterioso abandono en la Cruz, socorred a todos vuestros hijos
que se hallan en la agonía. ''Tengo sed" oh buen Jesús;
como el ciervo ansía las corrientes de las aguas, así mi espíritu tiene ansia
por Vos, sabiduría eterna y fuente de vida. Mi existencia en el mundo corre
fugaz hacia su fin, y muy breve se habrá consumado, y seré conducido a Vuestro
tribunal eterno: no entréis en juicio con vuestro siervo. porque delante de Vos
ninguno podrá justificarse. Desde este momento y para entonces, me postro ante
vuestra Majestad y en vuestras manos encomiendo mi espíritu con todas sus potencias,
y mi cuerpo con sus sentidos: recibidlos misericordioso en la vida eterna, Vos,
Jesús mío, que, clavado en un patíbulo infame, sois Dios eterno que vivís y
reináis por los siglos de los siglos. Amén.
SÚPLICA
A MARÍA SANTÍSIMA PARA TODOS LOS DÍAS
Os
rogamos, dolorosísima Madre de los pecadores, que presentéis nuestras súplicas
a vuestro dulcísimo Hijo nuestro Señor Jesucristo, rogándole que por vuestros
dolores y lágrimas las acoja favorablemente, y Vos, ¡oh Marial, bendecidnos y
rogad por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
DÍA
SEGUNDO
Ansioso por demostrar
Su amor a los pecadores;
Toma el Dios de los amores
Nuestra cruz sin vacilar;
Y poniendo su baldón
Sobre sus hombros llagados
Deja al pecador trazados
Los caminos del perdón.
ORACIÓN
¡Oh
Redentor amantísimo! Vos no dudáis ni un instante abrazaros con la para
cargarla sobre vuestros delicados hombros, y yo, pecador miserable, no
solamente dudo, sino que tal vez mi labio impío murmuró de vuestra
misericordiosa Providencia, cuando me vi cercado por las persecuciones de este
mundo. ¡Perdón, Jesús amorosísimo, perdón! A vuestros pies propongo firmemente
adorar vuestros juicios eternos, así en mis alegrías, como en mis sufrimientos,
y abrazarme con la cruz de mis dolores, siguiendo tras Vos, mediante vuestra
gracia, hasta consumar mi sacrificio en vuestras manos bondadosas, al lanzar el
último suspiro de mi vida. Amén.
DÍA
TERCERO
Agobiado por la Cruz,
Vacilante y sin aliento,
En el camino sangriento
Cayó el amante Jesús:
Es que busca al pecador
Cuando se hunde degradado
En el cieno del pecado,
Para volverle su amor.
ORACIÓN
¡Oh
dulcísimo Redentor de mi alma! Ni un solo acto de vuestra vida deja de ser
instructivo y misterioso. Arrastrado por la ferocidad de los verdugos, caéis en
tierra oprimido por el peso de la Cruz, y al caer me buscáis a ml miserable
pecador, cuando busco los goces sensuales, y sois tan misericordioso que me
llamáis para que os siga por el camino del Cielo. Bendito seáis por tantas misericordias. Con
vuestra gracia me levantaré del cieno de mis pecados: con vuestra gracia me
lavaré en la piscina del sacramento de la penitencia; y con ella seguiré tras
Vos que vais cargado con mi cruz. No me neguéis, Jesús mío, esa gracia, para
que, cumpliendo mi propósito, os ame por toda la eternidad. Amén.
DÍA
CUARTO
Pecador... ¡cuánta ternura!
Medio muerto... esgarrado...
Así encuentra a su Hijo amado
María su Madre pura....
Y aun ofrece esos horrores
Y su mismo amor materno
Al airado Juez eterno
En bien de los pecadores...
ORACIÓN
¡Oh
Madre purísima del Dios humanado…! ¡Bendita sea vuestra excesiva caridad! Veis
a vuestro Hijo inocente desfallecido, ultrajado, escupido y herido bajo el peso
de la Cruz, y en vez de desahogar vuestra angustia, reclamando contra los
verdugos, vuestros derechos de Madre, Cielo vuestros ojos velados por el
llanto, y en éxtasis divino ofrecéis al Juez eterno tanta sangre, tanta
amargura, tantos dolores y las ansias todas de vuestro corazón maternal, por la
salvación de los mismos verdugos… ¡Oh Reina del dolor...! yo he sido uno de
esos verdugos. acaso el más feroz y despiadado.
¡Perdón, Madre mía! Quiero llorar por ml, con tan grande espíritu de
penitencia, como grande fué el amor con que Vos llorasteis por todos los
pecadores: quiero llorar junto a Vos, pues al borrar con esas lágrimas mis
pecados, os prestaré consuelo y alcanzaré cl perdón y la salud eterna. Amén.
DIA
QUINTO
Ya Jesús no tiene alientos:
Va a morir... sin que el malvado
Consiga verle clavado,
Gozándose en sus tormentos.
Pero no: con sana impla
Le alivian su padecer
Ansiando poderle ver
En más terrible agonía.
ORACIÓN
¡Oh
Jesús adorable, a cuanta crueldad conduce el pecado…! Temen los fariseos
infames veros morir bajo el peso de la Cruz, más no lo temen porque os amen, lo
temen porque os odian, quieren gozar viéndoos pendiente de tres clavos en la
Cruz afrentosa y temen que la muerte, menos inhumana les arrebate la presa
antes de tiempo. ¡Bendita sea, Jesús mío, vuestra paciencia providencia! Para
consentir que los inicuos consigan su venganza, y para satisfacer vuestros
amantes deseos de sufrir más y más por los culpables, disponéis amoroso que el
Cirineo os ayude a llevar la Cruz, y lo hacéis para enseñarme ese caritativo
oficio, a fin de que ayude yo a mis hermanos a llevar su cruz, por medio de las
obras de misericordia. Quiero Maestro amoroso; quiero practicar esa lección
divina. Dadme vuestro celestial auxilio, y sacrificaré mi salud y mi vida, como
Vos, por el bien de mis hermanos. Amén.
DIA
SEXTO
Una mujer bendecida
Limpia a Jesús con amor
Las salivas y el sudor
De su faz escarnecida.
Y el que buscó pecadores
Deja su imagen sagrada
En aquel lienzo estampada:
Recuerdo de sus dolores.
ORACIÓN
¡Al
fin Redentor amantísimo, al fin encontráis un alma compasiva, en medio de
tantos enemigos! La Verónica impulsada por la caridad. desprecia las burlas y
atropellos, y corre hacia Vos para limpiar vuestro ensangrentado rostro. Vos
benigno la miráis. llenando su alma de gozo celestial. y en premio de su acción
le dejáis estampado en el humilde lienzo vuestro rostro adorable. Quiero imitar
a esa esforzada mujer. Jesús divino: por medio de la contrición. de la
mortificación y de una sincera enmienda. gravaré en mi alma vuestro divino
rostro. para que embelesa. do en contemplarlo. no mire jamás al mundo engañador
que trata de seducirme. Dadme vuestro auxilio para cumplir propósito tan santo.
hasta que llegue a ver un día, no la faz severa de mi Juez, sino la faz
complacida de mi Padre, al exhalar mi último suspiro. Amén.
DIA
SÉPTIMO
¡cristiano...! mira a Jesús,
Por darte entrada en el Cielo
Con su cuerpo dió en el suelo
Otra vez bajo la Cruz.
Acércate... pecador:
Llégate a Jesús, rendido
Con tu pecho arrepentido
Darás tregua a su dolor.
ORACIÓN
Segunda
vez, Jesús mío, segunda vez caéis en tierra, buscando mi corazón encenegado en
el vicio... ¡bendita sea vuestra misericordia sin límites! La carne con sus
apetitos, y el mundo con sus halagos me inducen a huir de las amarguras de la
Cruz, cuando mi alma quiere buscaros en medio de tantos horrores. Dadme, Señor,
vuestra gracia poderosa, que humildemente os la pido, para seguir los impulsos
de mi alma. Quiero sufrir los más profundos dolores, angustias, tormentos y
Cruz, si es posible, para acercarme a Vos, ya que Vos os dignasteis descender
hasta el polvo de la tierra, para buscarme, de ese modo logre yo. en el día del
juicio escuchar de Vos estas palabras: Bendito seas de mi Padre, porque me
visitaste cuando me viste abrumado y caído, y al escucharos seré feliz
eternamente. Amén.
DIA
OCTAVO
“Hijas mías. no lloréis
Al ver mis fieros dolores,
Llorad por vuestros errores
Y el perdón alcanzareis."
Y a pesar de esta lección,
Aun burlamos los deberes
Por correr tras los placeres
Sin tenernos compasión.
ORACIÓN
¡Oh
piadosísimo Jesús! qué aberración tan grande en la que ha caído el corazón del
hombre. Lloramos por las riquezas; lloramos por los honores; lloramos por las comodidades;
suspiramos por los placeres y aun muchos de los que parecen mejores, lloran por
miedo a vuestra justicia y muy pocos lloran por amor a Vos, viendo ultrajada
vuestra bondad infinita... ¡Perdonadnos! ¡Padre mío! sanad nuestro enfermo corazón. “Bienaventurados
los que lloran” los nos dijisteis en vuestra divina enseñanza: pues bien, Padre
amoroso, si en este valle de lágrimas hemos de llorar, a pesar nuestro, haced
que nuestro llanto sea penitente y brote inspirado por el amor divino, para
que, lavadas nuestras culpas, alcancemos de Vos el don de la perseverancia
final. Amén.
DIA
NOVENO
No puede la omnipotencia
De todo un Dios humanado
Con el peso del pecado,
Y… ¡si puede.... tu conciencia!
Quién se atreve ponderar
El peso de tu delito,
Cuando a Dios... que es infinito
La tierra le hizo besar.
ORACIÓN
Dios
de misericordia y Redentor humildísimo: ¡cuán grande y horrible es la malicia
del pecado! Pecó el Ángel rebelde y el peso inmenso de su delito hizo crear el
Infierno, con todos sus horrores. Desobedece el hombre en el Paraíso terrenal,
y el peso incalculable de su pecado hace surgir sobre la tierra las
enfermedades y la muerte. Bajáis, oh Verbo divino, a la tierra a destruir el
pecado, y tal es su horrible peso, que la carga os abruma; siendo infinito en
poder, caéis repetidas veces hasta el polvo de la tierra. Y… sin embargo, ¡Dios
mío! la conciencia encallecida del hombre no siente en lo más mínimo esa carga
abrumadora! Perdón, Jesús pacientisimo, perdón: ablandadla con vuestra sangre
redentora, hasta que de tal modo se haga sensible y delicada, que la culpa más
leve la conmueva y sobresalte; que entonces, guiados por esa conciencia,
podremos marchar seguros por el camino de la virtud hasta llegar a los cielos. Amén.
-Colaboración de Miguel Morales
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