martes, 1 de febrero de 2022

NOVENA A JESÚS NAZARENO DEL PERDÓN

 

NOVENA

DEDICADA A NUESTRO PADRE JESÚS DEL PERDÓN

 

Que se venera en la Santa Catedral de Santiago de Guatemala

 

Guatemala

Año de 1914

 

La sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, fué mandada a hacer exclusivamente para conducirla en procesión, al practicar el ejercicio solemne del santo Viacrucis en la Santa Iglesia Catedral metropolitana de Santiago de Guatemala, durante la Cuaresma; por esto la presente novena está escrita, atendidos los pasos en que consideramos a nuestro divino Redentor, agobiado bajo el peso de la Cruz, yendo por el doloroso camino de la amargura.

 

Roguemos por el eterno descanso del alma del Ilmo. Sr. Arzobispo Don Ricardo Casanova y Estrada, quién, al contemplar la primera vez esa escultura, dijo: ''Es una bellísima imagen." Roguemos especialmente por la Iglesia de Guatemala y por su Prelado; por la conversión de los pecadores: por las benditas almas del Purgatorio, y por todos los que han sido, son y serán devotos de nuestro Padre Jesús del Perdón.

 

 

Puestos delante de la Sagrada Imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, y con el mayor recogimiento y devoción, iniciaremos así:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

ACTO DE CONTRICION

¡Oh Dios eterno Padre amantísimo! que, dispuesto a ser Infinitamente misericordioso, aun en los momentos terribles de vuestra justicia, resolvisteis que vuestro Verbo divino se vistiera de nuestra carne pecadora, a fin de que vertiese su sangre preciosa por nuestro rescate; os amo sobre todo cuanto existe. Los dolores de Jesús me inspiran contrición de mis pecados; la Pasión de vuestro Hijo me infunde amor y esperanza. Oh divino Jesús mío, que, agobiado con el peso de la Cruz, regasteis con vuestras lágrimas y con vuestra preciosa Sangre el escabroso camino del Calvario: os ofrezco esta nove. na en expiación de mis pecados; proponiendo enmendar mi vida, y, con vuestra gracia divina, perseverar en vuestro servicio hasta la muerte: os ruego que, al expirar, me reciban vuestras paternales ma. nos. Os lo pido, mi buen Jesús. por los méritos de vuestra vida, pasión y muerte. y confío que por vuestra preciosísima Sangre me daréis la eterna bienaventuranza. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh piadosísimo Jesús del Perdón! vedme postrado ante vuestra sagrada imagen, pidiéndoos de corazón el remedio de mis males; rogándoos humildemente me concedáis la gracia de ayudaros a llevar la pesada carga de la Cruz que tan cruelmente lastimó vuestros doloridos hombros, y llorar con lágrimas de compasión y arrepentimiento, los dolores y amarguras que sufristeis por mí, ingrato pecador, y que contemplo en vuestro angustiado y dolorido Rostro. Escuchad, ¡oh Jesús! nuestros suspiros, y aceptad nuestras lágrimas de sincera contrición. Si, ¡Jesús sapientísimo!  el fondo de nuestras al. mas resuenan vuestras palabras que parece pronuncias. "Hijos míos, ¿suspiráis? ¡Ah! Yo también gimo en medio de innumerables penas. ¡Mirad cuán afligido esté mi Corazón! Acercaos, pues, para que lloremos juntos. Derramad vuestras lágrimas en mí y yo derramaré las mías sobre el vuestro.”

 

 

DÍA PRIMERO

Rotas sus carnes divinas

Por los azotes crueles,

Y ostentando.... no laureles,

Sino punzantes espinas;

Así Jesús es llevado

Ante la inicua presencia

De un juez que, vil, le sentencia

A ser en la Cruz clavado.

 

ORACIÓN

Bendito seáis, Redentor adorable, bendito seáis en vuestra paciencia sin límites; bendito seáis en los cielos y. en la tierra. Así como os ve mi alma, es decir, burlado, escarnecido, abofeteado, azotado ignominiosamente, coronado como Rey de burlas y sentenciado a muerte de afrentosa Cruz; así, tan despreciado como os veo, os reconozco y confieso mi Dios y por mi Rey, postrándome a vuestros pies en adoración reverente. Otorgadme, Jesús mío, la gracia inestimable de caminar tras Vos, con alma contrita y penitente, hasta el Calvario de las penas de este mundo, para que, consiguiendo de vuestra misericordia la bendita perseverancia en vuestro amor, alcance junto a Vos una resurrección gloriosa. Amén.

 

-La petición.

Tres veces el Padrenuestro, Ave María y Gloria, con la jaculatoria: Padre Eterno, yo os ofrezco la preciosísima Sangre de Jesucristo como expiación de mis pecados y por las necesidades de la Santa Iglesia. (100 días de indulgencia que con corazón contrito se rece la anterior jaculatoria. —Pío VII, Rescripto de septiembre de 1817)

 

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Jesús humildísimo, verdadero Hijo de Dios vivo! que por salvarnos os dignasteis nacer en un establo y sufrir pobreza, trabajos, angustias y muerte en el patíbulo de la Cruz; os ruego rendidamente que en mi última hora digáis a vuestro Padre: “Perdonadle, Padre mío" a vuestra Madre purísima: "ahí tienes a tu hijo" y que me digáis también a mí: ''hoy estarás conmigo en la gloria." Oh Señor y Dios mío, miradme Piadoso y abandonéis$" en aquella hora tremenda, y por vuestro misterioso abandono en la Cruz, socorred a todos vuestros hijos que se hallan en la agonía. ''Tengo sed" oh buen Jesús; como el ciervo ansía las corrientes de las aguas, así mi espíritu tiene ansia por Vos, sabiduría eterna y fuente de vida. Mi existencia en el mundo corre fugaz hacia su fin, y muy breve se habrá consumado, y seré conducido a Vuestro tribunal eterno: no entréis en juicio con vuestro siervo. porque delante de Vos ninguno podrá justificarse. Desde este momento y para entonces, me postro ante vuestra Majestad y en vuestras manos encomiendo mi espíritu con todas sus potencias, y mi cuerpo con sus sentidos: recibidlos misericordioso en la vida eterna, Vos, Jesús mío, que, clavado en un patíbulo infame, sois Dios eterno que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

SÚPLICA A MARÍA SANTÍSIMA PARA TODOS LOS DÍAS

Os rogamos, dolorosísima Madre de los pecadores, que presentéis nuestras súplicas a vuestro dulcísimo Hijo nuestro Señor Jesucristo, rogándole que por vuestros dolores y lágrimas las acoja favorablemente, y Vos, ¡oh Marial, bendecidnos y rogad por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

 

 

DÍA SEGUNDO

Ansioso por demostrar

Su amor a los pecadores;

Toma el Dios de los amores

Nuestra cruz sin vacilar;

Y poniendo su baldón

Sobre sus hombros llagados

Deja al pecador trazados

Los caminos del perdón.

 

ORACIÓN

¡Oh Redentor amantísimo! Vos no dudáis ni un instante abrazaros con la para cargarla sobre vuestros delicados hombros, y yo, pecador miserable, no solamente dudo, sino que tal vez mi labio impío murmuró de vuestra misericordiosa Providencia, cuando me vi cercado por las persecuciones de este mundo. ¡Perdón, Jesús amorosísimo, perdón! A vuestros pies propongo firmemente adorar vuestros juicios eternos, así en mis alegrías, como en mis sufrimientos, y abrazarme con la cruz de mis dolores, siguiendo tras Vos, mediante vuestra gracia, hasta consumar mi sacrificio en vuestras manos bondadosas, al lanzar el último suspiro de mi vida. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

Agobiado por la Cruz,

Vacilante y sin aliento,

En el camino sangriento

Cayó el amante Jesús:

Es que busca al pecador

Cuando se hunde degradado

En el cieno del pecado,

Para volverle su amor.

 

ORACIÓN

¡Oh dulcísimo Redentor de mi alma! Ni un solo acto de vuestra vida deja de ser instructivo y misterioso. Arrastrado por la ferocidad de los verdugos, caéis en tierra oprimido por el peso de la Cruz, y al caer me buscáis a ml miserable pecador, cuando busco los goces sensuales, y sois tan misericordioso que me llamáis para que os siga por el camino del Cielo.  Bendito seáis por tantas misericordias. Con vuestra gracia me levantaré del cieno de mis pecados: con vuestra gracia me lavaré en la piscina del sacramento de la penitencia; y con ella seguiré tras Vos que vais cargado con mi cruz. No me neguéis, Jesús mío, esa gracia, para que, cumpliendo mi propósito, os ame por toda la eternidad. Amén.

 

 

DÍA CUARTO

Pecador... ¡cuánta ternura!

Medio muerto... esgarrado...

Así encuentra a su Hijo amado

María su Madre pura....

Y aun ofrece esos horrores

Y su mismo amor materno

Al airado Juez eterno

En bien de los pecadores...

 

ORACIÓN

¡Oh Madre purísima del Dios humanado…! ¡Bendita sea vuestra excesiva caridad! Veis a vuestro Hijo inocente desfallecido, ultrajado, escupido y herido bajo el peso de la Cruz, y en vez de desahogar vuestra angustia, reclamando contra los verdugos, vuestros derechos de Madre, Cielo vuestros ojos velados por el llanto, y en éxtasis divino ofrecéis al Juez eterno tanta sangre, tanta amargura, tantos dolores y las ansias todas de vuestro corazón maternal, por la salvación de los mismos verdugos… ¡Oh Reina del dolor...! yo he sido uno de esos verdugos. acaso el más feroz y despiadado.  ¡Perdón, Madre mía! Quiero llorar por ml, con tan grande espíritu de penitencia, como grande fué el amor con que Vos llorasteis por todos los pecadores: quiero llorar junto a Vos, pues al borrar con esas lágrimas mis pecados, os prestaré consuelo y alcanzaré cl perdón y la salud eterna. Amén.

 

 

DIA QUINTO

Ya Jesús no tiene alientos:

Va a morir... sin que el malvado

Consiga verle clavado,

Gozándose en sus tormentos.

Pero no: con sana impla

Le alivian su padecer

Ansiando poderle ver

En más terrible agonía.

 

ORACIÓN

¡Oh Jesús adorable, a cuanta crueldad conduce el pecado…! Temen los fariseos infames veros morir bajo el peso de la Cruz, más no lo temen porque os amen, lo temen porque os odian, quieren gozar viéndoos pendiente de tres clavos en la Cruz afrentosa y temen que la muerte, menos inhumana les arrebate la presa antes de tiempo. ¡Bendita sea, Jesús mío, vuestra paciencia providencia! Para consentir que los inicuos consigan su venganza, y para satisfacer vuestros amantes deseos de sufrir más y más por los culpables, disponéis amoroso que el Cirineo os ayude a llevar la Cruz, y lo hacéis para enseñarme ese caritativo oficio, a fin de que ayude yo a mis hermanos a llevar su cruz, por medio de las obras de misericordia. Quiero Maestro amoroso; quiero practicar esa lección divina. Dadme vuestro celestial auxilio, y sacrificaré mi salud y mi vida, como Vos, por el bien de mis hermanos. Amén.

 

 

DIA SEXTO

Una mujer bendecida

Limpia a Jesús con amor

Las salivas y el sudor

De su faz escarnecida.

Y el que buscó pecadores

Deja su imagen sagrada

En aquel lienzo estampada:

Recuerdo de sus dolores.

 

ORACIÓN

¡Al fin Redentor amantísimo, al fin encontráis un alma compasiva, en medio de tantos enemigos! La Verónica impulsada por la caridad. desprecia las burlas y atropellos, y corre hacia Vos para limpiar vuestro ensangrentado rostro. Vos benigno la miráis. llenando su alma de gozo celestial. y en premio de su acción le dejáis estampado en el humilde lienzo vuestro rostro adorable. Quiero imitar a esa esforzada mujer. Jesús divino: por medio de la contrición. de la mortificación y de una sincera enmienda. gravaré en mi alma vuestro divino rostro. para que embelesa. do en contemplarlo. no mire jamás al mundo engañador que trata de seducirme. Dadme vuestro auxilio para cumplir propósito tan santo. hasta que llegue a ver un día, no la faz severa de mi Juez, sino la faz complacida de mi Padre, al exhalar mi último suspiro. Amén.

 

 

DIA SÉPTIMO

¡cristiano...!  mira a Jesús,

Por darte entrada en el Cielo

Con su cuerpo dió en el suelo

Otra vez bajo la Cruz.

Acércate... pecador:

Llégate a Jesús, rendido

Con tu pecho arrepentido

Darás tregua a su dolor.

 

ORACIÓN

Segunda vez, Jesús mío, segunda vez caéis en tierra, buscando mi corazón encenegado en el vicio... ¡bendita sea vuestra misericordia sin límites! La carne con sus apetitos, y el mundo con sus halagos me inducen a huir de las amarguras de la Cruz, cuando mi alma quiere buscaros en medio de tantos horrores. Dadme, Señor, vuestra gracia poderosa, que humildemente os la pido, para seguir los impulsos de mi alma. Quiero sufrir los más profundos dolores, angustias, tormentos y Cruz, si es posible, para acercarme a Vos, ya que Vos os dignasteis descender hasta el polvo de la tierra, para buscarme, de ese modo logre yo. en el día del juicio escuchar de Vos estas palabras: Bendito seas de mi Padre, porque me visitaste cuando me viste abrumado y caído, y al escucharos seré feliz eternamente. Amén.

 

 

DIA OCTAVO

“Hijas mías. no lloréis

Al ver mis fieros dolores,

Llorad por vuestros errores

Y el perdón alcanzareis."

Y a pesar de esta lección,

Aun burlamos los deberes

Por correr tras los placeres

Sin tenernos compasión.

 

ORACIÓN

¡Oh piadosísimo Jesús! qué aberración tan grande en la que ha caído el corazón del hombre. Lloramos por las riquezas; lloramos por los honores; lloramos por las comodidades; suspiramos por los placeres y aun muchos de los que parecen mejores, lloran por miedo a vuestra justicia y muy pocos lloran por amor a Vos, viendo ultrajada vuestra bondad infinita... ¡Perdonadnos! ¡Padre mío!  sanad nuestro enfermo corazón. “Bienaventurados los que lloran” los nos dijisteis en vuestra divina enseñanza: pues bien, Padre amoroso, si en este valle de lágrimas hemos de llorar, a pesar nuestro, haced que nuestro llanto sea penitente y brote inspirado por el amor divino, para que, lavadas nuestras culpas, alcancemos de Vos el don de la perseverancia final. Amén.

 

 

DIA NOVENO

No puede la omnipotencia

De todo un Dios humanado

Con el peso del pecado,

Y… ¡si puede.... tu conciencia!

Quién se atreve ponderar

El peso de tu delito,

Cuando a Dios... que es infinito

La tierra le hizo besar.

 

ORACIÓN

Dios de misericordia y Redentor humildísimo: ¡cuán grande y horrible es la malicia del pecado! Pecó el Ángel rebelde y el peso inmenso de su delito hizo crear el Infierno, con todos sus horrores. Desobedece el hombre en el Paraíso terrenal, y el peso incalculable de su pecado hace surgir sobre la tierra las enfermedades y la muerte. Bajáis, oh Verbo divino, a la tierra a destruir el pecado, y tal es su horrible peso, que la carga os abruma; siendo infinito en poder, caéis repetidas veces hasta el polvo de la tierra. Y… sin embargo, ¡Dios mío! la conciencia encallecida del hombre no siente en lo más mínimo esa carga abrumadora! Perdón, Jesús pacientisimo, perdón: ablandadla con vuestra sangre redentora, hasta que de tal modo se haga sensible y delicada, que la culpa más leve la conmueva y sobresalte; que entonces, guiados por esa conciencia, podremos marchar seguros por el camino de la virtud hasta llegar a los cielos. Amén.

 

-Colaboración de Miguel Morales

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