NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
CON EL TÍTULO DEL ROCÍO
CUYA MILAGROSA IMAGEN SE VENERA COMO
PATRONA Y SINGULAR ABOGADA EN EL ANTIGUO SANTUARIO DEL TÉRMINO DE LA VILLA DE
ALMONTE
SEVILLA
AÑO
DE 1932
IMP.
Y LIB SOBRINO DE IZQUIERDO
FRANCOS,43
-47
Habiendo purificado nuestra alma con el Sacramento de
la Penitencia, y fortiticándola con la Sagrada Eucaristía, que es el pan de
los fuertes, debemos esperar que nuestros obsequios serán agradables a Dios y
aceptos a su Madre Santísima; por tanto, será conveniente practicar estas
piadosas diligencias al empezar la Novena, y después con un corazón contrito y
humillado decir el siguiente Acto de contrición.
Por la señal ✠
de la Santa Cruz, de nuestros ✠
enemigos, líbranos Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Padre
amorosísimo de mi alma, me pesa, Señor, de haberos ofendido, por ser Vos quien
sois, digno de ser amado con el amor de todas las criaturas: yo os amo, Dios
mío, más que a todas las cosas, y con los auxilios de vuestra divina gracia,
prometo nunca más ofenderos, y confesar debidamente todas mis culpas. Espero,
Señor, de vuestra infinita bondad, me las perdonaréis por vuestra Pasión y
muerte, y por los méritos de María Santísitna vuestra Madre y Señora nuestra:
así como lo suplico, así confío me lo concederéis, para perseverar en vuestro
santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
ORACIÓN QUE SE HA DE DECIR TODOS LOS
DÍAS
Dulcísima Virgen María, Madre de Dios y Señora
nuestra, en quien mejor que en el antiguo José, vinieron las bendiciones de los
collados eternos, dándoos el Señor aquel celestial Rocío deseado de los Justos,
esperado de los Patriarcas y vaticinado por los Profetas, haciéndoos con esta
dicha 1a más feliz entre las puras criaturas: nosotros en reconmpensa de estas
prerrogativas, os ofrecemos el obsequio de esta novena, suplicándoos, Madre
amorosísima, nos alcancéis de vuestro Hijo Santísimo, el apreciable Rocío de la
gracia, que hermoseando nuestras almas, nos haga agradables en su presencia, y
dignos de alcanzar, si nos conviene, el favor que ahora humildemente le
pedimos. Amén.
DÍA PRIMERO
ORACIÓN
Purísima Señora, en quien la gracia vino como sagrado
Rocío para que en el primer instante de vuestra animación fuéseis toda Santa,
toda Inmaculada, y tal cual convenía, para que resplandeciéseis con una pureza
que sólo fuera excedida de Dios; os suplicamos, Soberana Princesa, intercedáis
con Jesucristo, vuestro Hijo y Señor nuestro, para que, con el refrigerio de su
gracia, apague el ardor de las pasiones, que nos quita la paz del espíritu,
para que así imitemos en lo posible vuestra pureza. Amén.
Ahora se rezarán cinco Ave Marías, y cada
uno en particular pedirá a esta Soberana Reina, el favor que desee recibir de
su amantísimo Hijo, por su intercesión.
ORACIÓN PARA CONCLUIR TODOS LOS DÍAS
Gloriosísima Señora, que tan atenta estáis a las
aflicciones de vuestros devotos, pues conocéis los peligros de que estamos
rodeados, desatad ¡oh Señora dulcísima!, las prisiones a los miserables
esclavos de los vicios, dad la luz a los que caminan ciegos por sus pasiones,
apartad de nosotros todos los males, y alcanzadnos todos los bienes. Mostrad,
Señora, que sois Madre, y por Vos reciba nuestras súplicas el que, naciendo por
nosotros, se dignó ser vuestro Hijo. Dadnos una vida llena de pureza,
preparadnos un camino el más seguro, para que viendo a Jesús nos alegremos con
Vos para siempre. Amén.
Se harán los actos de Fe, Esperanza y
Caridad: Creo en Dios, espero en Dios, amo a
Dios, y esta distribución se observará en los demás días, excepto la Oración
propia de cada uno
DÍA SEGUNDO
ORACIÓN
Poderosísima Princesa, en cuyas manos parece que ha
depositado el Señor las riquezas de la gracia y los tesoros de la gloria; pues
vuestro nacimiento alegró y anunció sus gozos al mundo, apareciendo como
hermoso Rocío, del cual se había de formar aquella perla que quitase la maldición,
diese la bendición, y confundiendo a la muerte nos felicitase con la eterna
vida; por vuestra intercesión, ¡oh Virgen Santísima!, alcancemos que en
nosotros no se pierda el fruto de aquella Redención tan copiosa. Amén.
DÍA TERCERO
ORACIÓN
Sacratísima Reina del Cielo, que para haceros más
digna del Rocío del Espíritu Santo, fuísteis desde vuestros primeros años
presentada en el Templo del Señor, víctima purísima de la caridad y holocausto
suavísimo de la pureza; por tan admirable ejemplo de santidad, os rogamos que
os interpongáis con el Señor de ese Templo santo, para que nosotros, mediante
su auxilio, nos presentemos víctimas del amor, expiando con su gracia las
manchas de las culpas que tanto nos afean, y que logremos ser presentados ante
su Trono como agradable holocausto a su divina Majestad. Amén.
DÍA CUARTO
ORACIÓN
Amabilísima Abogada de los hombres, que obediente a
las inspiraciones divinas, os desposasteis con el justo José, no obstante tener
ofrecida a Dios vuestra virginal pureza, siendo esta voz del Altísimo como un
suave Rocío, que en vuestro espíritu fructificó una obediencia fiel y u na
esperanza firme de que quedarían ilesos los candores de vuestra pureza;
alcanzadnos, Señora, que oigamos con docilidad las inspiraciones del Cielo,
para que aprendamos a obedecer con rendimiento la agradable voluntad de nuestro
Dios y Señor. Amén.
DÍA QUINTO
ORACIÓN
Santísima Emperatriz de los Cielos y la tierra, que
cuando humilde orabas por la venida del Mesías prometido en la Ley, se te
anunció ser el arca misteriosa que recibiría el celestial Rocío que había de
formar la preciosa Margarita de nuestro rescate; haced, Madre admirable, que
el que se dignó escogeros para morada suya, y tomar de Vos la carne en que nos
redimió, nos conceda el espíritu de una humildad profunda, con que humillándonos
bajo su mano poderosa, alcancemos ser exaltados en la celestial Jerusalén de la
gloria. Amén.
DÍA SEXTO
ORACIÓN
Clementísimna Señora, que llena del espíritu de Dios,
caminásteis para hacer felices y dichosos con vuestra visita, así a vuestra
parienta Santa Isabel, como a su hijo el Bautista y a Zacarías su esposo,
esparciendo sobre ellos el gracioso Rocío de vuestros favores, con que se
regocijó en el seno materno el niño precursor, y profetizaron sus padres.
Visitadme, Señora, con vuestra beneficencia, para que así consiga que la divina
gracia santifique mis pensamientos, palabras y obras para honra y gloria de Dios
y bien de mi alma. Amén.
DÍA SÉPTIMO
ORACIÓN
Madre Inmaculada del Salvador del mundo, que mejor
que Gedeón cuando se alegró al ver sobre la yerba el Rocío del Cielo, se
regocijó vuestro espíritu al ver entre las pajas de un pesebre al divino Rocío
que descendió de las alturas para nuestra felicidad: conseguid, Señora, que
demos lugar en nuestros corazones a Rocío tan admirable, para que con su
asistencia logremos la victoria de nuestros enemigos visibles e invisibles, y
una feliz muerte que sea la corona de nuestra vida. Amén.
DÍA OCTAVO
ORACIÓN
Prudentísima Virgen, que dando ejemplo de veneración
y observancia de la divina Ley, aunque en Vos nada había que purificar, pues
fuisteis santa, y libre de toda imperfección, así antes de vuestro purísimo
parto, como en él, y después de él, os presentasteis ante el Señor en su
sagrado Templo con vuestro soberano Hijo Jesús, Rocío que descendió sobre su
pueblo, para servirle de mejor maná que lo alimentase: interceded, Consoladora
de los afligidos, con vuestro Hijo divino para que nos purifique de todos nuestros
defectos. Amén.
DÍA NOVENO
ORACIÓN
Admirable Madre del Verbo Encarnado, que después de
una vida santísima, fuisteis exaltada sobre los coros de los Ángeles al reino
de los Cielos, para triunfar graciosa con aquellos soberanos espíritus, gozando
no sólo del suave Rocío de la gracia, sino del ímpetu caudaloso del río de la
divinidad, que alegra a tu alma purísima como a mística ciudad del Señor; pues
sois coronada Reina y Emperatriz de aquella morada felicísima y la criatura más
amada del Criador, alcanzadnos de este Señor, a los que en este miserable
destierro os imploramos humildes, que después os acompañemos eternamente gloriosos
en la Jerusalén celestial. Amén.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN QUE SE
DIRÁ TODOS LOS DÍAS CUANDO SE HAGA LA NOVENA DE ROGATIVA POR FALTA DE AGUA,
EPIDEMIA O ALGUNA OTRA CALAMIDAD PÚBLICA
Soberana Virgen María, Madre de Dios y Señora nuestra,
que, no satisfecho vuestro amor, con haber obrado los más inefables prodigios
en favor de este pueblo, adoptándolo por vuestro, y dejándole esa sagrada
Imagen, que veneramos con el misterioso título del Rocío, queréis además
manifestarle a sus hijos vuestra ternura, amparando a los infelices que os
invocan de todo corazón, socorriendo sus necesidades y consolándolos en sus
mayores aflicciones. Confiados, Señora y Madre nuestra, en que jamás nos habéis
desamparado, acudimos ahora a Vos en la presente tribulación, a pediros nos
alcancéis del Señor los auxilios de la gracia para salir del pecado y el perdón
de las muchas culpas, con que hemos ofendido a vuestro Santísimo Hijo, para que
cesando estas causas de la calamidad que padecemos, cesen también los rigores
con que la Justicia Divina nos castiga: interceded, ¡oh Madre!, por vuestro
hijos, que aunque indignos de tal nombre lo somos por vuestra elección, para
que, libres de los males espirituales y temporales, sirvamos al Señor en santidad
y justicia todos los días de nuestra vida, y después tengamos la dicha de
veros y alabaros en la gloria. Amén.
GOZOS DE NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO
Sois María la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y
por Vos viene a las almas,
El
Rocío celestial.
Salve, ¡oh Virgen del Rocío!,
Que de Almonte en la memoria
Guardan los hijos tu historia,
Cual su más preciado honor:
Y a ti acuden, Madre mía,
En todas las aflicciones,
A ofrecer sus corazones
Como prendas de su amor.
Si entre espesos matorrales
Nuestros padres te ocultaron,
Y tu efigie preservaron
Del sarraceno furor;
Hoy con ojos maternales
Torna a mirar a tus hijos,
Y de sus males prolijos,
Presérvelos tu favor.
Virgen Santa del Rocío,
Que en árido tronco añoso
Del árbol más venturoso,
Te halló un feliz cazador:
Recibe el piadoso afecto
De tus amantes devotos,
Y escucha los fieles votos
Que brotan del corazón.
Pues que solitaria ermita
A ricos templos prefieres,
Y en nuestro desierto quieres
Ser de sus campos la flor.
A tus plantas solicita,
Este pueblo reverente,
Te dignes, tierna y clemente
Socorrer lo en su aflicción.
Eres del Cielo el Rocío,
Gloriosa Virgen María,
Para el que la noche umbría
Pasa en medio del dolor;
Y estrella de la mañana,
Y aurora fulgente y pura,
Sol de radiante hermosura,
Luna de eterno esplendor.
Bella nube que en los aires
Ciernes la lluvia del Cielo,
Cual Rocío de consuelo
Para el triste labrador,
Que ve los campos sedientos
Y perdidos sus sudores,
Mustias y secas las flores
Por el sol abrasador.
Blanco lirio de los valles,
Pura azucena entre espinas,
Rosa de hojas purpurinas,
Que hechizan con su color;
No nos niegues el Rocío
De tu cáliz perfumado,
Que en el vergel de este prado
Mitiga el febril ardor.
Con fe y devoción sincera
Acude a ti el desvalido,
Y el pueblo cuando afligido,
Implora tu protección:
Defiéndelos cariñosa
De la cólera celeste,
De la asoladora peste
Y del infernal dragón.
De las tormentas del mundo,
Y de su fiero oleaje,
Líbranos en el pasaje,
Hasta el puerto salvador;
Y de la muerte a la hora,
¡Oh dulcísim María!,
Serás la que en la agonía
Nos conduzcas al Señor.
SALVE EN VERSO A NUESTRA SEÑORA DEL
ROCÍO
Dios te salve, Virgen pura,
Reina del Cielo y la tierra,
Luna clara y sin menguante,
Luciente y hermosa Estrella.
Dios te salve, blanca Aurora,
Que disipa las tinieblas
Del pecado malicioso
Que influye en nuestras miserias.
Vida que nos vivificas,
Dulzura que nos consuelas
Y Esperanza cuyo amparo
Nuestras desdichas ahuyenta.
A Ti llaman los cofrades,
Tus devotos a Ti apelan,
A Ti corno a su Patrona
Porque los socorras ruegan.
A Tí llamamos nosotros,
Desterrados hijos de Eva,
Y los que de su desgracia
Arrastramos las cadenas.
A Ti porque nos ampares,
A Ti porque nos defiendas,
Suspiramos los mortales
En este valle de penas.
¡Ea, preciosa Paloma!
¡Ea, dulcísima Reina!
¡Ea, Madre del Rocío!
Constante Abogada nuestra;
Vuelve a nosotros tu vista
De misericordia llena,
Y después de este destierro
Al bello Jesús nos muestras:
A ese Sol, bendito fruto
De tus entrañas excelsas,
A ese Salvador del mundo
Que nos cría y nos sustenta.
¡Oh clemente, oh piadosa,
Misericordiosa y buena!
¡Oh dulce Virgen María!,
Madre de Jesús y nuestra.
Intercede por tu pueblo,
Pídele a Dios por la Iglesia,
Por su Pontífice sumo,
Por sus Pastores y ovejas,
A nuestro amado Monarca,
Y a todos los que gobiernan
Asístelos, porque así
Llenar sus deberes puedan.
Las necesidades todas
Mira piadosa y remedia,
Y a este pueblo que te invoca
Salud y gracia dispensa
Por medio de tu Rocío;
Ten con nosotros tal cuenta,
Que alcancemos por tu influjo
Del buen Jesús las promesas.
Amén, Jesús, repitamos,
Y así para siempre sea,
Y alabemos a María
En los Cielos y en la tierra. Amén.