martes, 31 de mayo de 2022

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO DE ALMONTE


 

NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA CON EL TÍTULO DEL ROCÍO

 

CUYA MILAGROSA IMAGEN SE VENERA COMO PATRONA Y SINGULAR ABOGADA EN EL ANTIGUO SANTUARIO DEL TÉRMINO DE LA VILLA DE ALMONTE

 

SEVILLA

AÑO DE 1932

 

IMP. Y LIB SOBRINO DE IZQUIERDO

FRANCOS,43 -47

 

Habiendo purificado nuestra alma con el Sacramento de la Penitencia, y fortiticán­dola con la Sagrada Eucaristía, que es el pan de los fuertes, debemos esperar que nuestros obsequios serán agradables a Dios y aceptos a su Madre Santísima; por tanto, será conve­niente practicar estas piadosas diligencias al empezar la Novena, y después con un cora­zón contrito y humillado decir el siguiente Acto de contrición.

   

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

     

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre ver­dadero, Padre amorosísimo de mi alma, me pesa, Señor, de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, digno de ser amado con el amor de todas las criaturas: yo os amo, Dios mío, más que a todas las cosas, y con los auxilios de vuestra divina gracia, prometo nunca más ofenderos, y confesar debidamente todas mis culpas. Espero, Señor, de vuestra infinita bondad, me las perdonaréis por vuestra Pasión y muerte, y por los méritos de María Santísitna vuestra Madre y Señora nuestra: así como lo suplico, así confío me lo concederéis, para perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.

   

ORACIÓN QUE SE HA DE DECIR TODOS LOS DÍAS

Dulcísima Virgen María, Madre de Dios y Señora nuestra, en quien mejor que en el antiguo José, vinieron las bendiciones de los collados eternos, dándoos el Señor aquel celestial Rocío deseado de los Justos, esperado de los Patriarcas y vaticinado por los Profetas, haciéndoos con esta dicha 1a más feliz entre las puras criaturas: nosotros en reconmpensa de estas prerrogativas, os ofrecemos el obsequio de esta novena, suplicándoos, Madre amorosísima, nos alcancéis de vuestro Hijo Santísimo, el apreciable Rocío de la gracia, que hermoseando nuestras almas, nos haga agradables en su presencia, y dignos de alcanzar, si nos conviene, el favor que ahora humildemente le pedimos. Amén.

   

DÍA PRIMERO

ORACIÓN

Purísima Señora, en quien la gracia vino como sagrado Rocío para que en el primer instante de vuestra animación fuéseis toda Santa, toda Inmaculada, y tal cual convenía, para que resplandeciéseis con una pureza que sólo fuera excedida de Dios; os suplicamos, Soberana Princesa, intercedáis con Jesucristo, vuestro Hijo y Señor nuestro, para que, con el refrigerio de su gracia, apague el ardor de las pasiones, que nos quita la paz del espíritu, para que así imitemos en lo posible vuestra pureza. Amén.

   

Ahora se rezarán cinco Ave Marías, y cada uno en particular pedirá a esta Soberana Reina, el favor que desee recibir de su amantísimo Hijo, por su intercesión.

   

ORACIÓN PARA CONCLUIR TODOS LOS DÍAS

Gloriosísima Señora, que tan atenta estáis a las aflicciones de vuestros devotos, pues conocéis los peligros de que estamos rodeados, desatad ¡oh Señora dulcísima!, las prisiones a los miserables esclavos de los vicios, dad la luz a los que caminan ciegos por sus pasiones, apartad de nosotros todos los males, y alcanzadnos todos los bienes. Mostrad, Señora, que sois Madre, y por Vos reciba nuestras súplicas el que, naciendo por nosotros, se dignó ser vuestro Hijo. Dadnos una vida llena de pureza, preparadnos un camino el más segu­ro, para que viendo a Jesús nos alegremos con Vos para siempre. Amén.

   

Se harán los actos de Fe, Esperanza y Caridad: Creo en Dios, espero en Dios, amo a Dios, y esta distribución se observará en los demás días, excepto la Oración propia de cada uno

 

 

DÍA SEGUNDO

ORACIÓN

Poderosísima Princesa, en cuyas manos parece que ha depositado el Señor las rique­zas de la gracia y los tesoros de la gloria; pues vuestro nacimiento alegró y anunció sus gozos al mundo, apareciendo como hermoso Rocío, del cual se había de formar aquella perla que quitase la maldición, diese la bendición, y confundiendo a la muerte nos fe­licitase con la eterna vida; por vuestra inter­cesión, ¡oh Virgen Santísima!, alcancemos que en nosotros no se pierda el fruto de aquella Redención tan copiosa. Amén.

   

   

DÍA TERCERO

ORACIÓN

Sacratísima Reina del Cielo, que para ha­ceros más digna del Rocío del Espíritu Santo, fuísteis desde vuestros primeros años presentada en el Templo del Señor, víctima purísima de la caridad y holocausto suavísimo de la pureza; por tan admirable ejemplo de santidad, os rogamos que os interpongáis con el Señor de ese Templo santo, para que nosotros, mediante su auxilio, nos presentemos víctimas del amor, expiando con su gracia las manchas de las culpas que tanto nos afean, y que logremos ser presentados ante su Trono como agradable holocausto a su divina Majestad. Amén.

   

   

DÍA CUARTO

ORACIÓN

Amabilísima Abogada de los hombres, que obediente a las inspiraciones divinas, os desposasteis con el justo José, no obstante te­ner ofrecida a Dios vuestra virginal pureza, siendo esta voz del Altísimo como un suave Rocío, que en vuestro espíritu fructificó una obediencia fiel y u na esperanza firme de que quedarían ilesos los candores de vuestra pureza; alcanzadnos, Señora, que oigamos con docilidad las inspiraciones del Cielo, para que aprendamos a obedecer con rendimiento la agradable voluntad de nuestro Dios y Señor. Amén.

   

   

DÍA QUINTO

ORACIÓN

Santísima Emperatriz de los Cielos y la tierra, que cuando humilde orabas por la venida del Mesías prometido en la Ley, se te anunció ser el arca misteriosa que recibiría el celestial Rocío que había de formar la pre­ciosa Margarita de nuestro rescate; haced, Madre admirable, que el que se dignó esco­geros para morada suya, y tomar de Vos la carne en que nos redimió, nos conceda el es­píritu de una humildad profunda, con que hu­millándonos bajo su mano poderosa, alcancemos ser exaltados en la celestial Jerusalén de la gloria. Amén.

 

 

DÍA SEXTO

ORACIÓN

Clementísimna Señora, que llena del espí­ritu de Dios, caminásteis para hacer felices y dichosos con vuestra visita, así a vuestra parienta Santa Isabel, como a su hijo el Bautista y a Zacarías su esposo, esparciendo sobre ellos el gracioso Rocío de vuestros favores, con que se regocijó en el seno materno el niño precursor, y profetizaron sus padres. Visitadme, Señora, con vuestra beneficencia, para que así consiga que la divina gracia santifique mis pensamientos, palabras y obras para honra y gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

   

  

DÍA SÉPTIMO

ORACIÓN

Madre Inmaculada del Salvador del mun­do, que mejor que Gedeón cuando se alegró al ver sobre la yerba el Rocío del Cielo, se regocijó vuestro espíritu al ver entre las pajas de un pesebre al divino Rocío que descen­dió de las alturas para nuestra felicidad: con­seguid, Señora, que demos lugar en nuestros corazones a Rocío tan admirable, para que con su asistencia logremos la victoria de nues­tros enemigos visibles e invisibles, y una feliz muerte que sea la corona de nuestra vida. Amén.

   

 

DÍA OCTAVO

ORACIÓN

Prudentísima Virgen, que dando ejemplo­ de veneración y observancia de la divina Ley, aunque en Vos nada había que purificar, pues fuisteis santa, y libre de toda imperfección, así antes de vuestro purísimo parto, como en él, y después de él, os presentasteis ante el Señor en su sagrado Templo con vuestro soberano Hijo Jesús, Rocío que descendió sobre su pueblo, para servirle de mejor maná que lo alimentase: interceded, Consoladora de los afligidos, con vuestro Hijo divino para que nos purifique de todos nuestros defectos. Amén.

 

  

DÍA NOVENO

ORACIÓN

Admirable Madre del Verbo Encarnado, que después de una vida santísima, fuisteis exaltada sobre los coros de los Ángeles al reino de los Cielos, para triunfar graciosa con aquellos soberanos espíritus, gozando no sólo del suave Rocío de la gracia, sino del ímpetu caudaloso del río de la divinidad, que alegra a tu alma purísima como a místi­ca ciudad del Señor; pues sois coronada Reina y Emperatriz de aquella morada felicísima y la criatura más amada del Criador, alcanzadnos de este Señor, a los que en este miserable destierro os imploramos humildes, que después os acompañemos eternamente glorio­sos en la Jerusalén celestial. Amén.

 

    

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN QUE SE DIRÁ TODOS LOS DÍAS CUANDO SE HAGA LA NOVENA DE ROGATIVA POR FALTA DE AGUA, EPIDEMIA O ALGUNA OTRA CALAMIDAD PÚBLICA

Soberana Virgen María, Madre de Dios y Señora nuestra, que, no satisfecho vuestro amor, con haber obrado los más inefables prodigios en favor de este pueblo, adoptándolo por vuestro, y dejándole esa sagrada Imagen, que veneramos con el misterioso tí­tulo del Rocío, queréis además manifestarle a sus hijos vuestra ternura, amparando a los infelices que os invocan de todo corazón, socorriendo sus necesidades y consolándo­los en sus mayores aflicciones. Confiados, Señora y Madre nuestra, en que jamás nos habéis desamparado, acudimos ahora a Vos en la presente tribulación, a pediros nos alcancéis del Señor los auxilios de la gracia para salir del pecado y el perdón de las muchas culpas, con que hemos ofendido a vuestro Santísimo Hijo, para que cesando estas causas de la calamidad que padecemos, cesen también los rigores con que la Justi­cia Divina nos castiga: interceded, ¡oh Ma­dre!, por vuestro hijos, que aunque indig­nos de tal nombre lo somos por vuestra elec­ción, para que, libres de los males espirituales y temporales, sirvamos al Señor en santidad y justicia todos los días de nuestra vida, y des­pués tengamos la dicha de veros y alabaros en la gloria. Amén.

 

 

GOZOS DE NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO

 

Sois María la esperanza

Y el consuelo del mortal,

Y por Vos viene a las almas,

El Rocío celestial.

Salve, ¡oh Virgen del Rocío!,

Que de Almonte en la memoria

Guardan los hijos tu historia,

Cual su más preciado honor:

Y a ti acuden, Madre mía,

En todas las aflicciones,

A ofrecer sus corazones

Como prendas de su amor.

 

Si entre espesos matorrales

Nuestros padres te ocultaron,

Y tu efigie preservaron

Del sarraceno furor;

Hoy con ojos maternales

Torna a mirar a tus hijos,

Y de sus males prolijos,

Presérvelos tu favor.

 

Virgen Santa del Rocío,

Que en árido tronco añoso

Del árbol más venturoso,

Te halló un feliz cazador:

Recibe el piadoso afecto

De tus amantes devotos,

Y escucha los fieles votos

Que brotan del corazón.

 

Pues que solitaria ermita

A ricos templos prefieres,

Y en nuestro desierto quieres

Ser de sus campos la flor.

A tus plantas solicita,

Este pueblo reverente,

Te dignes, tierna y clemente

Socorrer lo en su aflicción.

 

Eres del Cielo el Rocío,

Gloriosa Virgen María,

Para el que la noche umbría

Pasa en medio del dolor;

Y estrella de la mañana,

Y aurora fulgente y pura,

Sol de radiante hermosura,

Luna de eterno esplendor.

  
Bella nube que en los aires

Ciernes la lluvia del Cielo,

Cual Rocío de consuelo

Para el triste labrador,
Que ve los campos sedientos

Y perdidos sus sudores,

Mustias y secas las flores

Por el sol abrasador.

 

Blanco lirio de los valles,

Pura azucena entre espinas,

Rosa de hojas purpurinas,

Que hechizan con su color;

No nos niegues el Rocío

De tu cáliz perfumado,

Que en el vergel de este prado

Mitiga el febril ardor.

 

Con fe y devoción sincera

Acude a ti el desvalido,

Y el pueblo cuando afligido,

Implora tu protección:

Defiéndelos cariñosa

De la cólera celeste,

De la asoladora peste

Y del infernal dragón.

 

De las tormentas del mundo,
Y de su fiero oleaje,

Líbranos en el pasaje,
Hasta el puerto salvador;

Y de la muerte a la hora,
¡Oh dulcísim María!,

Serás la que en la agonía

Nos conduzcas al Señor.

 

 

SALVE EN VERSO A NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO
Dios te salve, Virgen pura,
Reina del Cielo y la tierra,

Luna clara y sin menguante,

Luciente y hermosa Estrella.

Dios te salve, blanca Aurora,

Que disipa las tinieblas

Del pecado malicioso
Que influye en nuestras miserias.

Vida que nos vivificas,
Dulzura que nos consuelas
Y Esperanza cuyo amparo

Nuestras desdichas ahuyenta.

A Ti llaman los cofrades,

Tus devotos a Ti apelan,

A Ti corno a su Patrona

Porque los socorras ruegan.

A Tí llamamos nosotros,

Desterrados hijos de Eva,

Y los que de su desgracia

Arrastramos las cadenas.

A Ti porque nos ampares,

A Ti porque nos defiendas,

Suspiramos los mortales

En este valle de penas.

¡Ea, preciosa Paloma!

¡Ea, dulcísima Reina!

¡Ea, Madre del Rocío!

Constante Abogada nuestra;

Vuelve a nosotros tu vista

De misericordia llena,

Y después de este destierro

Al bello Jesús nos muestras:

A ese Sol, bendito fruto

De tus entrañas excelsas,

A ese Salvador del mundo

Que nos cría y nos sustenta.

¡Oh clemente, oh piadosa,

Misericordiosa y buena!

¡Oh dulce Virgen María!,

Madre de Jesús y nuestra.

Intercede por tu pueblo,

Pídele a Dios por la Iglesia,

Por su Pontífice sumo,

Por sus Pastores y ovejas,

A nuestro amado Monarca,

Y a todos los que gobiernan
Asístelos, porque así

Llenar sus deberes puedan.

Las necesidades todas

Mira piadosa y remedia,
Y a este pueblo que te invoca

Salud y gracia dispensa

Por medio de tu Rocío;

Ten con nosotros tal cuenta,

Que alcancemos por tu influjo

Del buen Jesús las promesas.

Amén, Jesús, repitamos,

Y así para siempre sea,

Y alabemos a María

En los Cielos y en la tierra. Amén.

 

 

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