miércoles, 21 de mayo de 2025

LETANÍAS A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 


LETANÍA A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO


Traducida del francés.


Señor, ten piedad

Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad.

Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos.


Dios, Padre celestial, 

Dios, Hijo, Redentor del mundo, 

Dios, Espíritu Santo, 

Santísima Trinidad, un solo Dios,


-Santa María, Madre del Perpetuo Socorro. R/: Ruega por nosotros.

-Madre del Perpetuo Socorro, Mujer bendita que has hallado gracia delante de Dios. 

-Madre del Perpetuo Socorro, Madre espiritual de nuestras almas. 

-Madre del Perpetuo Socorro, Madre del Amor Hermoso.

-Madre del Perpetuo Socorro, que tanto nos amaste que sacrificaste a tu único Hijo por nosotros.

-Madre del Perpetuo Socorro, que cooperaste a nuestra salvación por el mérito de tus dolores.

-Madre del Perpetuo Socorro, en cuyas manos Dios ha puesto todo el precio de la Redención.

-Madre del Perpetuo Socorro, a quien no nos cansamos de llamar Madre nuestra. 

-Madre del Perpetuo Socorro, a quien Dios creó como un cebo suave para atraer a los pecadores.

-Madre del Perpetuo Socorro, que eres la rapaz de corazones.

-Madre del Perpetuo Socorro, que superas en amor a todas las madres juntas.

-Madre del Perpetuo Socorro, que eres la mediadora de la paz entre Dios y los hombres.

-Madre del Perpetuo Socorro, que eres todopoderosa por el poder omnipotente de tu Hijo.

-Madre del Perpetuo Socorro, que eres la dispensadora de los tesoros del Corazón de Jesús.

-Madre de Perpetuo Socorro, que no puedes ver nuestras miserias sin compasión.

-Madre del Perpetuo Socorro, que eres inmensamente rica en misericordia.

-Madre del Perpetuo Socorro, que nunca rechazas a nadie que te implora.

-Madre del Perpetuo Socorro, que estás perpetuamente en oración por nosotros a tu divino Hijo.

-Madre del Perpetuo Socorro, que tienes el privilegio de ser siempre escuchada por tu Hijo.

-Madre del Perpetuo Socorro, que obtienes el perdón para todo pecador tan pronto como recurre a ti.

-Madre del Perpetuo Socorro, cuya invocación es un medio seguro para vencer todos los asaltos del infierno.

-Madre del Perpetuo Socorro, que consuelas en sus aflicciones a todos los que confían en ti.

-Madre del Perpetuo Socorro, que eres nuestro refugio seguro en todos los peligros de esta vida.

-Madre del Perpetuo Socorro, que eres nuestro alivio en nuestras penas.

-Madre del Perpetuo Socorro, que tienes favores especiales para los fieles imitadores de tu castidad.

-Madre del Perpetuo Socorro, que inflamas de divino amor a todos los que te aman.

-Madre del Perpetuo Socorro, que no dejas de ocuparte de la gran materia de nuestra salvación.

-Madre del Perpetuo Socorro, que eres, después de Dios, nuestra única esperanza.

-Madre del Perpetuo Socorro, en quien todavía debemos esperar cuando ya no hay más esperanza.

-Madre del Perpetuo Socorro, que prometes perseverancia a todos los que te sirven fielmente.

-Madre del Perpetuo Socorro, que eres la consoladora de los moribundos.

-Madre del Perpetuo Socorro, que alivias y liberas a las almas del Purgatorio.

-Madre del Perpetuo Socorro, que prometes la vida eterna a los que te hacen conocer y amar por los demás.

-Madre del Perpetuo Socorro, gran Soberana de cielo y tierra.


-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor.

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, óyenos, Señor.

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.


L/: ¡Oh Señora Nuestra del Perpetuo Socorro!

R/: Demuestra que eres verdaderamente Madre nuestra.


ORACIÓN

Oh Señor Jesucristo, que nos diste a tu Madre María, cuya ilustre imagen veneramos, como Madre nuestra siempre dispuesta a socorrernos, te rogamos que, implorando asiduamente su maternal auxilio, merezcamos gustar el fruto de tu redención. Así sea.


martes, 20 de mayo de 2025

HORA DE GUARDIA ANTE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 

SÚPLICA PERPETUA
HORA DE GUARDIA ANTE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO 

Por la señal de la Santa Cruz, etc.

Abrid, Señor, mis labios, a fin de que
bendiga vuestro santo nombre.

¡Oh Dios, venid en mi ayuda! Señor, apresuraos a socorrerme. Purificad mi alma, alumbrad mi entendimiento, encended mi corazón, para hacer esta Súplica con atención y devoción, mereciendo así ser oído en presencia de vuestra divina Majestad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

¡Oh Madre mía del Perpetuo Socorro! Os ofrezco esta Súplica por las siguientes intenciones (señalar cuáles son):

1. La Santa Iglesia.
2. El Sumo Pontífice.
3. El clero secular y regular.
4. Nuestra amada Patria.
5. Nuestra Archicofradía.
6. Las Santas Misiones.
7. La Defensa de la Fe en la Patria.
8. La conversión de los pecadores.
9. Los padres y madres de familia.
10. Las almas afligidas y tentadas,
II. Los enfermos impenitentes.
12. Las almas del purgatorio.
13. Asuntos graves y urgentes.
14. La paz de las familias.
15. La destrucción de la masonería y otras sectas anticatólicas.
16. Las intenciones que nos hubieren encomendado.
17. Unión de los católicos para la defensa de la Religión.
18. Por las Asociaciones de hombres y mujeres que trabajan por los intereses católicos.
19. Por la Prensa católica.
20. Para que todos cumplan con sus deberes de católicos.
21. Por la enseñanza religiosa de los niños y de los jóvenes.
22. Por el triunfo de la Patria católica.


VISITA A JESÚS SACRAMENTADO
(Compuesta por San Alfonso)
Señor mío Jesucristo, que, por el amor que tienes a los hombres, estás de noche y de día en este sacramento, todo lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a todos cuantos vienen a visitarte: yo creo que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar, te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, especialmente por haberme dado en este sacramento tu mismo ser; por haberme concedido como abogada a tu Santísima Madre la Virgen María y por haberme llamado a visitarte en este lugar santo.
Adoro tu amantísimo Corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en agradecimiento de este tan preciado don; el segundo para desagraviarte de todas las injurias que has recibido de tus enemigos en este sacramento; y el tercero, porque deseo en esta visita adorarte en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y más abandono.
Jesús mío, te amo con todo mi corazón; pésame de haber tantas veces ofendido en lo pasado tu infinita bondad; propongo, ayudado de tu divina gracia, enmendarme en lo venidero, y ahora, pobre como soy, me consagro todo a ti. Te doy y entrego mi voluntad, mis afectos, mis deseos y todo cuanto me pertenece. De hoy en adelante haz, Señor, de mí y de mis cosas cuanto te agrade. Lo que yo quiero y te pido es tu santo amor, la perfecta obediencia a tu santísima voluntad, y la perseverancia final.
Te encomiendo, Señor, las almas del purgatorio, especialmente las más devotas de este Santísimo Sacramento, y te ruego por todos los pobres pecadores. En fin, amado Salvador mío, uno todos mis afectos y deseos con los de tu amorosísimo Corazón, y así unidos los ofrezco a tu Eterno Padre y le pido, en tu nombre, que por tu amor los acepte y atienda benignamente. Así sea.

COMUNIÓN ESPIRITUAL
¡Oh Jesús mío! Creo que estáis en el Santísimo Sacramento. Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma. Ya que ahora no puedo recibiros sacramentalmente, venid, al menos, espiritualmente a mi corazón. Como si ya hubieseis venido, os abrazo y me uno todo a Vos; no permitáis que jamás me separe de Vos.
(60 días de indulgencia una vez al dia.)

Ahora se reza una Estación al Santísimo Sacramento y a continuación el Santo Rosario. Luego puede leerse y meditarse uno o varios de los coloquios que siguen a continuación. (Léanse despacio y con reflexión.) 


DEVOTÍSIMOS COLOQUIOS CON LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO

Coloquio 1º- ¡Cuántas cosas me dice tu santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro!

Me dice primero que eres Madre de Dios.
Ese niño que descansa en tus brazos y que te llama con inefable cariño Madre, es Dios, el Hijo de Dios y tu verdadero Hijo... Así lo declaran esas letras misteriosas que están al lado de las mejillas del Divino Infante.
Ante la gran Madre de Dios puede presentarse una ruin y pecadora criatura de este mundo? Las puertas del palacio de los reyes y de los poderosos cerradas están para los mendigos...
Pero abiertas están de par en par las puertas del palacio de María para todos los pecadores y desgraciados. Y cuánto más pecadores y desgraciados son, con más piedad y ternura son recibidos. Por eso, ¡oh Madre del Perpetuo Socorro! de la tierra vengo, y, sin más títulos que mis miserias, me he atrevido a presentarme ante tu solio maternal... Aquí te traigo escrito con todas mis amarguras, Madre de Dios, lágrimas y con sangre el memorial de todas mis amarguras, Madre de Dios, Señora y Madre mía, ten piedad de mi...
Madre del Perpetuo Socorro, nadie te llamó y lo desamparaste. En Ti confío.
¿Qué me dice tu santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres mi Madre. El Hijo de Dios, que es a la vez Hijo Tuyo, descansa en tus brazos... El hijo pecador, que es el hombre, que en el dolor y en el amor fué engendrado al pie de la Cruz, reza a tus pies. ¡Soy yo! Jesús busca su consuelo y socorro en tu Corazón y aprieta tus manos maternales, y Tú en ellas le recibes y le llevas con amorosa complacencia... ¡Es tu Hijo! Pero, al verme rezando a tus plantas, cargado de pecados y abatido bajo el peso de tantos males, me miras a mí... ¡Y que mirada la tuya, tan dulce y misericordiosa! Sólo las madres miran así... No lo extraño... ¡También yo soy tu hijo! Madre mía, si no tienes brazos donde puedas llevarme, déjame que arrime mi frente a tu Corazón, que entre en él y que allí te cuente mis penas y te ofrezca mis plegarias.
Dí, pues, a tu Hijo: Hijo mío, esta alma está atormentada de muchos males; un dolor muy grande, sobre todo en estos momentos, tortura su corazón. Óyela, cúrala, sálvala... Madre mía, estoy en tus manos y en las manos de Jesús...
Tres Avemarías.
Un Padrenuestro a San Alfonso María de Ligorio, segundo Patrono de la Archicofradía.


Coloquio 2º-¿Qué me dice tu santa
Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? 

Que eres Corredentora del mundo.
Creo y confieso que por glorificarte a Ti y por otros fines altísimos, dignos de la Sabiduría divina, fuiste asociada a la Obra de la Redención del mundo. Creo y confieso que mis dolores y penas, las angustias del alma y los tormentos del cuerpo, son los instrumentos benditos que la Providencia
amorosa emplea para purificar mi alma, para expiar mis pecados, para labrar mi corona eterna y para acercarme más a Jesús.
Adoro, Madre mía, los planes divinos sobre mí. Permite, sin embargo, que te diga: "Cura mis dolores, remedia mis penas. Mira que el cáliz de mi corazón rebosa de amargura".
Madre mía, cúrame, sálvame, y cantaré tus misericordias por los siglos de los siglos.
¡Qué me dice tu santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres por disposición divina dueña de todos los bienes de Dios y dispensadora de todas sus gracias.
Cuando la Iglesia te llama Madre de la divina gracia, proclama que eres Madre de Jesús, que es la gracia y vida del mundo... Cuando te dice Auxilio de los cristianos, confiesa que eres amparo del pueblo cristiano en los momentos más angustiosos de su historia...
Cuando te llamamos Madre del Perpetuo Socorro, reconocemos y confesamos que eres la depositaria de todos los bienes de Dios, porque no lo pudieras ser, si tu misericordia y tu poder no abarcaran todos los momentos de todos los hombres hasta el fin del mundo.
Aquí estoy, aquí me tienes, llamando con fe y con confianza a las puertas de tu gran misericordia.
Oyeme, y exclamaré luego con tu siervo San Alfonso: "Todo lo bueno que de Dios recibimos, lo recibimos por la intercesión de María."
Oyeme, y mi corazón agradecido repetirá con un santo Pontífice (Pío X): "Confesemos que es Madre de misericordia, porque todos los bienes y todas las gracias que Dios concede a los desgraciados hijos de Adán, dispuso la divina Providencia que pasaran por las manos de la Virgen Santísima."
Oyeme, y suspenderé mi corazón al pie de tu santa Imagen, y mi lengua dirá a todos los hombres: "Con la Virgen del Perpetuo Socorro y por la Virgen del Perpetuo Socorro me vinieron todos los bienes. Bendita y glorificada sea por los siglos de los siglos."
Tres Aves Marías
Protector mío San Alfonso, haced que en todas mis necesidades recurra a María.



Coloquio 3º-¿Qué me dice tu santa
Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? 

Que eres Reina de todos los Ángeles... 
Por eso, ahí tienes a tu lado a los dos grandes príncipes de la corte celestial. En actitud de religiosa veneración esperan tus órdenes, al mismo tiempo que reconocen tu excelsa autoridad.
He ido llamando de puerta en puerta. Todas se me cerraron: la puerta de la riqueza, la puerta de la amistad, la puerta de la gratitud, la puerta de la ciencia, la fuerza del poder..., hasta la puerta de la caridad y de la misericordia...
Sólo una puerta me queda abierta: la puerta, donde tu Perpetuo Socorro guarda los infinitos tesoros de tu poder y de tu misericordia.
Madre mía, si a Ti y a tu Hijo presentaron esos Ángeles los instrumentos de dolor, que me traigan a mí el bálsamo de tu misericordia y el rayo de tu poder...
Pero... que no se haga mi voluntad, sino la voluntad de Dios.
¡Qué me dice tu santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres la consoladora de todas las penas. Todo en tu cuadro santísimo me habla de la Pasión de Cristo y de tu propia pasión: la lanza, la esponja, la cruz y, sobre todo, tu mirada impregnada de amargura y la actitud angustiosa del Hijo
de tu alma...
También para mí tiene que haber una cruz; también yo tengo que morir en un Gólgota.
Es verdad de mi fe, porque es la doctrina que brotó de los labios de Jesús.
El que quiera venir en pos de Mí, tome su cruz y sígame. Si no hiciereis penitencia, todos, irremisiblemente, pereceréis.
Y el Apóstol San Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, me ha escrito en una de sus cartas: Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, tendrán que ser perseguidos.
Pero el mismo Jesús, que nos prueba, quiere que acudamos resignados y lle.
nos de confianza a Ti. Por eso a Ti acudo, consoladora de los afligidos... Por eso llamo a tus puertas, alegría de las almas tristes...
 Por eso te llamo que resume a Ti, esperanza de los desesperados...
Por eso invoco tu nombre, que resume todas tus bondades, Madre del Perpetuo Socorro... Madre mía, Tú sola, después de Jesús, tienes palabras de vida eterna... Mírame, consuélame, ampárame, y mi corazón te amará eternamente.
Tres Avemaría.
Un Padrenuestro a San Alfonso.



Coloquio 4º- ¿Qué me dice tu santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? 

Que eres la última esperanza del hombre en esta vida; qué, cuando todos los nombres no despiertan en el alma sombría y desesperada un rayo de luz, sólo tu nombre del Perpetuo Socorro brilla en el fondo del alma como la última sonrisa de la misericordia de Dios.
Ese Hijo Divino que llevas en tus brazos ha visto los tormentos que le prepara el pueblo judío. Ese pueblo implacable pedirá que su Sangre caiga sobre ellos. Jesús ve con pena cómo se arrancan de sus brazos... y se aleja como padre despreciado... Eso indica la sandalia que cuelga de su pie. No ha podido desprenderse del todo.... porque Dios nunca abandona completamente al hombre.
Madre mía, Tú eres mi última esperanza. A Ti acudo... Necesito una gracia... Te la pido y la espero, y mi lengua te alabará toda la vida.
Una Salve.

¡Qué me dice tu santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que en la noche obscura de la tormenta Tú eres la estrella que brilla en el cielo de la vida como un rayo de luz, como guía de los navegantes.
Por eso el artista que pintó tu devota Imagen, dibujó sobre tu frente una estrella.

Desde entonces, la Santa Iglesia, en la letanía, que es la poesía del amor, te invoca y te dice: Estrella de la mañana, ruega por nosotros.
San Bernardo, a todos los que en la nave de Pedro van bogando hacia el cielo, les dice: "Cuando os envuelvan las nieblas, cuando bramen los vientos, cuando los abismos abran sus fauces inmensas, cuando las olas se levanten como montañas de hirviente espuma, amenazándoos con una muerte cierta, mirad esta estrella, llamada María..."
Desde entonces todos los marineros que surcan los mares, te invocan en medio de los horrores de la tempestad.
En medio de una loca tempestad apareciste Tú, Madre del Perpetuo Socorro. Te invocaron, y se calmaron las olas y renació la calma...
Aquí tienes a tus plantas, ¡oh Madre del Perpetuo Socorro!, un alma que va bogando por el mar de la vida hacia el puerto del cielo... Y la tormenta me ha sorprendido... el dolor..., la tentación..., la enfermedad... la muerte de un ser querido... Sólo me queda una tabla, a la cual me agarro con locas angustias: tu nombre bendito... Sólo en el cielo obscuro que por todas partes me rodea veo una estrella: es la que brilla en tu frente...
Sálvame una vez más... Estrella bendita que luces en la frente de mi Madre del Perpetuo Socorro, guíame... Voy a ti, voy a Dios... voy al cielo... Madre mía, ¡ gracias!


Coloquio 5º-¿Qué me dice tu santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? 

Que eres de verdad lo que tu nombre consolador encierra: perpetuo socorro de todos los hombres, y, por tanto, perpetuo socorro mío.
Eres Perpetuo Socorro de todos los hombres. Tú, Madre mía, has sido nuestra bendición... Todos, al nacer, levantan los ojos a Ti y ven en Ti la Madre querida que ha de aplastar la cabeza de la infernal serpiente, que quiere inocularnos el veneno de la culpa y de la muerte.
Eres Perpetuo Socorro en todas las edades de la vida... El niño te envía besos de amor, el joven te cuenta sus luchas, las familias crecen, viven y rezan a tus plantas, el hombre de edad madura te consulta el en sus empresas, y los ancianos entran confiados en la eternidad, cuando al morir han podido dirigirte una última mirada.
Eres Perpetuo Socorro en todas las penas. Cuando el cuerpo siente las mordeduras del dolor..., cuando la conciencia se agita entre las sombras de los remordimientos..., cuando la tristeza se mete en el alma..., cuando falta el pan y cuando huyó la paz..., cuando la familia nos abandona y el mundo nos persigue..., cuando todas las criaturas parece que se conjuran contra nosotros..., aun entonces hay un lugar en el mundo donde estamos seguros, donde podemos cantar y bendecir a Dios... Tu corazón, ¡oh Madre del Perpetuo Socorro!
Por eso a Ti acudo, y te llamo y te invoco. Que no se diga que tu Perpetuo Socorro no se ha compadecido de sus hijos.
Adoro la voluntad divina, pero confio más en ti... Y si es menester que venga más veces a tus pies, aquí me verás.
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Para gloria de tu nombre, que llena el mun do y que a tantos tristes ha consolado, y a tantos enfermos ha curado, y a tantos huérfanos ha recogido, y a tantas víctimas ha glorificado, mírame y sálvame.

Tres Avemarías.
Un Padrenuestro a San Alfonso y a San
Gerardo.


INVOCACIONES
-¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, cuyo solo nombre inspira confianza, R/: Madre de amor, venid en mi socorro.
-En el momento peligroso de la tentación, para que yo resista,
-Cuando haya tenido a desgracia de pecar, para que vuelva a levantarme,
-Si algún azo funesto me encadena al servicio del demonio, para romperio,
-Contra las seducciones del mundo, la compañías peligrosas y los libros perniciosos,
-Si vivo en la tibieza, para reanimarme,
-En la recepción de los Sacramentos y en el cumplimiento de los deberes de la piedad cristiana,
-En todas las pruebas y trabajos de
la vida,
-Contra mi propia inconstancia, y para perseverar hasta el fin,
-Para que os ame, os sirva y os invoque siempre,
-Para que incline al prójimo a amaros, a serviros y a invocaros,
-¡Oh Madre mía, hasta mi último día, hasta mi último suspiro!,

ORACIÓN
¡Oh Santísima Virgen María!, que para inspirarnos una confianza sin límites habéis querido tomar el dulcísimo nombre de Madre del Perpetuo Socorro, yo os suplico me socorráis en todo tiempo y en todo lugar: en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y, sobre todo, en el trance de la muerte. Concededme, ¡oh amorosa Madre!, el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a Vos; porque estoy cierto de que, si soy fiel en invocaros, Vos seréis fiel en socorrerme. Obtenedme, pues, esta gracia de las gracias, la gracia de invocaros sin cesar con la confianza de un hijo, a fin de que por la virtud de esta súplica constante obtenga vuestro perpetuo socorro y la perseverancia final. Bendecidme, ¡oh tierna y cariñosa Madrel, y rogad por mí ahora y en la hora de mi muerte. Amén.

¡Oh María, Madre del Perpetuo Socorro, rogad por mí!
¡Protector mío, San Alfonso, haced que en todas mis necesidades recurra a María!


Dios te salve, Dulcísima Virgen,
Perpetuo Socorro del triste mortal.
Tu manto, bordado en oros,
Es emblema de riqueza celestial.

Tus manos son tesoros
De ternura maternal.
Por eso tus hijos
Con voces vibrantes
Te cantan, ¡oh Madre!,
Un himno triunfal.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO POR LA PATRIA
¡Oh Virgen Santísima!, poderosa protectora nuestra, llenos de confianza venimos a implorar vuestra bondad en favor de nuestra Patria querida. Vos sois la Madre de Dios, conservadnos a todos en su gracia y amistad. Sois el Refugio de los pecadores, romped las cadenas que a tantos hermanos nuestros retienen en el vicio y en el error. Sois el consuelo de los afligidos, secad las lágrimas de todos los que lloran. Sois el Perpetuo Socorro de vuestros hijos, socorrednos en nuestros perpetuos peligros y combates y defended el honor, la libertad y la fe cristiana de nuestra Nación. ¡Oh gran Reina y Socorro nuestro!, extended las alas de vuestra protección sobre esta tierra bendita. Promoved la paz y piedad en los hogares, así como la inocencia y cristiana educación en la niñez y juventud. Apartad de nuestras poblaciones las epidemias, los incendios y toda clase de calamidades Haced fértiles nuestros campos y prósperas nuestras industrias. Contened el horrible crimen de los que tratan de difundir el escándalo y la impiedad en nuestro pueblo. Sed el faro de nuestros viajeros, la esperanza de nuestros moribundos y la libertadora de los que penan en el purgatorio. ¡Oh Madre clementísima!, haced que todos los que vivimos en esta patria terrenal estemos cada vez más unidos en la práctica de una misma fe y podamos así hallarnos reunidos un día a vuestros pies, para bendeciros y amaros en la patria eterna del cielo. Así lo esperamos, así sea.

Un Padre nuestro por las Santas Misiones y por los misioneros.

Un Padre nuestro por la Santa Iglesia y por nuestro Santísimo Padre el Papa.

Una Salve a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro por las intenciones generales y particulares de los presentes.

Bendita sea tu pureza
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A Ti, celestial Princesa,
Virgen sagrada, María,
Te ofrezco desde este día
Alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
No me dejes, Madre mía.

Y ahora, Madre mía, me voy; dame tu bendición, cúbreme bajo el manto bendito de tu Perpetuo Socorro; pero volveré a ocupar mi puesto apenas me llame tu voz querida. Entretanto, en casa, en la calle, en los paseos, en los salones, por la mañana y por la noche, no me cansaré nunca de repetir: «Seáis amada, seáis alabada, seáis invocada, seáis eternamente bendita, ¡oh Virgen del Perpetuo Socorro!, mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi refugio y mi vida. Amén.»


Colaboración de Tomás Gutiérrez 

sábado, 10 de mayo de 2025

NOVENA BREVE A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 


BREVE NOVENA

EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

Tomada del "Pequeño Manual de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro". Compuesto por un Padre Redentorista, y publicado en Buenos Aires, Argentina, en 1951.

DÍA PRIMERO

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro, mi dulcísima Madre!, postrado humildemente ante vuestra bendita Imagen, vengo a exponeros mis necesidades con la confianza y la sencillez de un niño, a implorar vuestra protección y a suplicaros que me concedáis vuestro "perpetuo socorro". Os suplico, pues, derraméis con liberalidad infinita vuestros favores sobre los que os invocan, que os dignéis dirigirme vuestras miradas misericordiosas. No soy digno de que me escuchéis, pero lo espero de vuestra tierna caridad, que sobrepuja con mucho a mi miseria, y os suplico, me concedáis durante esta novena la gracia de... (Aquí se expresa la intención de la novena). ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, escuchadme, bendecidme y consoladme, Virgen Inmaculada, Madre de Dios y nuestra buena Madre, rogad por nosotros a Jesús.

-Padre nuestro, Avemaría y Gloria.


ORACIÓN FINAL

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir, que ninguno de cuantos han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Virgen, Madre de las vírgenes!, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No despreciéis mis súplicas, ¡oh Madre del Verbo! antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente. Así sea.

3 años de indulgencia


¡Madre mía, esperanza mía!, yo me acojo bajo vuestro manto maternal, y amparado en él quiero vivir y morir. No permitáis que hoy ni nunca, ofenda a vuestro Divino Hijo; bendecidme, Madre mía.


Seáis amada, seáis alabada, seáis invocada, seáis eternamente bendita ¡oh Virgen del Perpetuo Socorro!, mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi refugio, y mi vida. Amén.


DÍA SEGUNDO

¡Madre del Perpetuo Socorro, mi dulce Señora tan amada! Virgen compasiva, que os inclináis con bondad a los más pequeños y miserables, vuestro Corazón maternal no resiste jamás a la oración tierna y suplicante del que os invoca con confianza. ¡Oh Madre mía! ya veis mis luchas, mis sufrimientos, mis dificultades y mis necesidades. Os suplico que tengáis piedad de mí, protegedme; que me asista vuestro "perpetuo socorro" para sostenerme, fortalecerme y guiarme. Sed mi refugio en la hora del peligro, iluminadme en mis dudas y defendedme contra mis enemigos. ¡Oh Madre mía muy amada!, prestadme vuestra perpetua asistencia cada hora del día y de la noche hoy, mañana y siempre, a fin de que ame a Jesús, vuestro Divino Hijo, sobre todas las cosas; que nunca le ofenda voluntariamente y que os ame yo también, Madre mía Inmaculada, y os sirva fiel mente con el más tierno amor hasta mi último suspiro.

(Lo demás como el primer día)


DÍA TERCERO

¡Oh Señora Nuestra del Perpetuo Socorro, cuánto me complace contemplar vuestra bendita Imagen! Vuestra mirada tierna y compasiva ha encontrado el camino de mi corazón, y con el abandono de un niño vengo a contaros así mis penas como mis alegrías, mis temores como mis esperanzas, mis dolores, mis angustias, mis votos y mis deseos. ¡Oh Madre! oídlo todo, interesaos por todo lo que preocupa mi corazón, disponed de todo para mi mayor bien, pues sois tan poderosa y buena. No puedo apartar mis ojos de vuestra milagrosa Imagen, sin que vea vuestra sonrisa, ni quiero dejaros hasta que me digáis: "Te he comprendido; mi Perpetuo Socorro está contigo, consuélate, sé salvo." ¡Oh Madre!, Vos, que tanto sufristeis, tened misericordia de los que lloran. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, interceded por mí.

(Le demás como el primer día)


DÍA CUARTO

¡Oh Señora mía, tan dulce y tan hermosa! ¡Oh Madre admirable y perfecta! ¡Oh María, a quién llamamos el Perpetuo Socorro de los cristianos! ¡Sois tan poderosa, tan llena de bondad! Cuando Jesús vivía en Nazaret. os obedecía; ahora que estáis con Él en el Cielo, puede negaros cosa alguna! No: nada os rehusa y sois la dispensadora de sus gracias. Os ha confiado la misión de socorrer a los desamparados, de consolar a los que lloran y de reconciliar a los pecadores con su Padre. ¡Oh Madre!, no olvidéis, que si sois una Reina poderosa, sois una Madre toda misericordiosa. Dejaos conmover por mis gemidos, por mis súplicas y por mis lágrimas. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro !, hacedme comprender, os lo suplico, al oir mis humildes oraciones, todo lo que encierra de fuerza, de grandeza y de soberana eficacia vuestro hermoso título de Nuestra Señora del Perpetuo Sorro.

(Lo demás como el primer dia).


DÍA QUINTO

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! ¡cuánta dulzura, cuánta confianza, cuánto consuelo experimento cuando pronuncio vuestro bendito nombre! ¡Dichoso el que os ama y dichoso el que os invoca! Cuánto más os suplico, más siento lleno de esperanza mi corazón, y más imposible me parece, que os neguéis a oírme y a alcanzarme del Sagrado Corazón de vuestro Hijo adorable la gracia que implore con todo el fervor de que soy capaz ¡Oh Madre Amadísima, mi apoyo, mi refugio y mi dulce esperanza, mi divino tesoro! recompensad mi fe en Vos con uno de esos favores maravillosos que aumentan mi confianza y mi amor, con una de esas gracias divinas, que se recuerdan siempre. ¡Oh Señora nuestra del Perpetuo Socorro!, os amo con todas las fuerzas de mi alma. Haced que os ame cada día más y que vuestros beneficios me exciten a amaros más. Así sea.

(Lo demás como el primer día).


DÍA SEXTO

¡Oh Señora nuestra del Perpetuo Socorro, cuántos títulos tenéis a mi confianza y a mi ternura! Vos sois refugio de los pecadores, consuelo de los afligidos y esperanza de los desesperados. Cuando me veo rodeado de tinieblas por todas partes y me encuentro abandonado de todos, miro vuestra venerada Imagen, levanto mis ojos desconsolados hacia vuestro dulce rostro y al través de mis lágrimas veo vuestra mirada compasiva fija en mí, que parece decirme: "Ten valor; espera, aquí estoy; una Madre nuncaabandona a su hijo". ¡Oh no!, una Madre no abandona a su hijo, y menos una Madre como Vos, ¡oh Señora Nuestra del Perpetuo Socorro! Desde lo profundo de mi miseria exclamo a Vos ¡oh María!, socorredme, apresuraos a oir mis votos, presentad a Jesús mi súplica y seré oído.

(Lo demás como el primer día),


DÍA SÉPTIMO 

Reina de los Angeles, Reina de los elegidos, Casa de Oro, Puerta del Cielo; todos estos títulos son vuestros Madré mía, y me dicen bastante que para llegar al Paraíso es preciso confiar en Vos. Sois la Soberana del cielo y conducís a Jesús a vuestros fieles siervos e hijos devotos. Os suplico, pues sois Reina del Paraíso, me introduzcáis en esa bienaventurada mansión y hagáis que camine constantemente por la senda que allá conduce. ¡Oh María!, bien sabéis cuánto necesito para ello de vuestro Perpetuo Socorro; las tribulaciones son tan fuertes, tantos los escollos, los senderos tan espinosos y tan ásperos. Llevadme de la mano, y velad siempre sobre mí, para que nunca me separe del camino seguro que conduce a la eterna bienaventuranza.

(Lo demás como el primer día).


DÍA OCTAVO

¡Oh Nuestra Señora del Perpetuo Socorro!, no cesaré de suplicaros, porque no puedo dejar de esperar que no queráis desmentir vuestro título tan glorioso y consolador del Perpetuo Socorro. Vos sois la Estrella resplandeciente que conduce a Jesús, que brilláis a mis inquietas miradas, e ilumináis mi camino, en medio de la noche sombría, que me rodea. ¡Oh María, Madre mía!, iluminadme más y más, que vuestros rayos benéficos enjuguen mis lágrimas y reanimen mi corazón helado por el dolor. ¡Oh Madre! infundidme valor, fortaleced mis buenas resoluciones, oid mis deseos, y hacedme sumiso a la voluntad de Dios, suceda lo que quiera y cualesquiera que sean los designios de su Providencia respecto a mí. Enseñad me la resignación en las adversidades, y que vuestro Perpetuo Socorro me ayude a someterme a todo lo que Dios quiera, ¡Oh María !, tened misericordia de vuestro siervo e hijo vuestro, sed la guardiana de mi fe, de mi amor y de mi esperanza. Así sea.

(Lo demás como el primer día).


DÍA NOVENO

¡Oh Señora nuestra muy amada, Virgen del Perpetuo Socorro !, llegó el último día de esta novena que he hecho en honor vuestro. En este momento decisivo debo ser oído. Os he dirigido mis súplicas con confianza sin límites... Os pido humildemente que vuestra bondad y compasión para mí sean también sin límites. Bien sabéis y veis mejor que yo lo que necesite para mi santificación. ¡Oh Madre!, todo lo pongo en vuestras manos. Tengo la firme esperanza de que vuestro Corazón no ha sido sordo a mis ruegos, y que si no me concedéis ahora el favor que solicito, objeto de estos nueve días de oraciones, me concederéis más tarde lo que deseo, o me daréis en cambio, otras gracias más preciosas. ¡Oh María, dulcísima Madre mía!, sed bendita, sed amada y se os den eternamente las gracias, por haberos dignado volver vuestros ojos a este vuestro pobre hijo. Os suplico que no pongáis tasa a vuestras misericordias y extendedlas a todos aquéllos a quienes amo. Bendecidme y bendecid a todos ellos, concedednos a todos la gracia de la perseverancia final y la dicha de veros, de amaros, y de alabaros a Vos y a vuestro Divino Hijo durante toda la eternidad. Así sea.

(Lo demás como el primer día).


-Colaboración de Tomás Gutiérrez.

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...