sábado, 10 de mayo de 2025

NOVENA BREVE A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 


BREVE NOVENA

EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

Tomada del "Pequeño Manual de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro". Compuesto por un Padre Redentorista, y publicado en Buenos Aires, Argentina, en 1951.

DÍA PRIMERO

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro, mi dulcísima Madre!, postrado humildemente ante vuestra bendita Imagen, vengo a exponeros mis necesidades con la confianza y la sencillez de un niño, a implorar vuestra protección y a suplicaros que me concedáis vuestro "perpetuo socorro". Os suplico, pues, derraméis con liberalidad infinita vuestros favores sobre los que os invocan, que os dignéis dirigirme vuestras miradas misericordiosas. No soy digno de que me escuchéis, pero lo espero de vuestra tierna caridad, que sobrepuja con mucho a mi miseria, y os suplico, me concedáis durante esta novena la gracia de... (Aquí se expresa la intención de la novena). ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, escuchadme, bendecidme y consoladme, Virgen Inmaculada, Madre de Dios y nuestra buena Madre, rogad por nosotros a Jesús.

-Padre nuestro, Avemaría y Gloria.


ORACIÓN FINAL

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir, que ninguno de cuantos han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Virgen, Madre de las vírgenes!, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No despreciéis mis súplicas, ¡oh Madre del Verbo! antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente. Así sea.

3 años de indulgencia


¡Madre mía, esperanza mía!, yo me acojo bajo vuestro manto maternal, y amparado en él quiero vivir y morir. No permitáis que hoy ni nunca, ofenda a vuestro Divino Hijo; bendecidme, Madre mía.


Seáis amada, seáis alabada, seáis invocada, seáis eternamente bendita ¡oh Virgen del Perpetuo Socorro!, mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi refugio, y mi vida. Amén.


DÍA SEGUNDO

¡Madre del Perpetuo Socorro, mi dulce Señora tan amada! Virgen compasiva, que os inclináis con bondad a los más pequeños y miserables, vuestro Corazón maternal no resiste jamás a la oración tierna y suplicante del que os invoca con confianza. ¡Oh Madre mía! ya veis mis luchas, mis sufrimientos, mis dificultades y mis necesidades. Os suplico que tengáis piedad de mí, protegedme; que me asista vuestro "perpetuo socorro" para sostenerme, fortalecerme y guiarme. Sed mi refugio en la hora del peligro, iluminadme en mis dudas y defendedme contra mis enemigos. ¡Oh Madre mía muy amada!, prestadme vuestra perpetua asistencia cada hora del día y de la noche hoy, mañana y siempre, a fin de que ame a Jesús, vuestro Divino Hijo, sobre todas las cosas; que nunca le ofenda voluntariamente y que os ame yo también, Madre mía Inmaculada, y os sirva fiel mente con el más tierno amor hasta mi último suspiro.

(Lo demás como el primer día)


DÍA TERCERO

¡Oh Señora Nuestra del Perpetuo Socorro, cuánto me complace contemplar vuestra bendita Imagen! Vuestra mirada tierna y compasiva ha encontrado el camino de mi corazón, y con el abandono de un niño vengo a contaros así mis penas como mis alegrías, mis temores como mis esperanzas, mis dolores, mis angustias, mis votos y mis deseos. ¡Oh Madre! oídlo todo, interesaos por todo lo que preocupa mi corazón, disponed de todo para mi mayor bien, pues sois tan poderosa y buena. No puedo apartar mis ojos de vuestra milagrosa Imagen, sin que vea vuestra sonrisa, ni quiero dejaros hasta que me digáis: "Te he comprendido; mi Perpetuo Socorro está contigo, consuélate, sé salvo." ¡Oh Madre!, Vos, que tanto sufristeis, tened misericordia de los que lloran. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, interceded por mí.

(Le demás como el primer día)


DÍA CUARTO

¡Oh Señora mía, tan dulce y tan hermosa! ¡Oh Madre admirable y perfecta! ¡Oh María, a quién llamamos el Perpetuo Socorro de los cristianos! ¡Sois tan poderosa, tan llena de bondad! Cuando Jesús vivía en Nazaret. os obedecía; ahora que estáis con Él en el Cielo, puede negaros cosa alguna! No: nada os rehusa y sois la dispensadora de sus gracias. Os ha confiado la misión de socorrer a los desamparados, de consolar a los que lloran y de reconciliar a los pecadores con su Padre. ¡Oh Madre!, no olvidéis, que si sois una Reina poderosa, sois una Madre toda misericordiosa. Dejaos conmover por mis gemidos, por mis súplicas y por mis lágrimas. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro !, hacedme comprender, os lo suplico, al oir mis humildes oraciones, todo lo que encierra de fuerza, de grandeza y de soberana eficacia vuestro hermoso título de Nuestra Señora del Perpetuo Sorro.

(Lo demás como el primer dia).


DÍA QUINTO

¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! ¡cuánta dulzura, cuánta confianza, cuánto consuelo experimento cuando pronuncio vuestro bendito nombre! ¡Dichoso el que os ama y dichoso el que os invoca! Cuánto más os suplico, más siento lleno de esperanza mi corazón, y más imposible me parece, que os neguéis a oírme y a alcanzarme del Sagrado Corazón de vuestro Hijo adorable la gracia que implore con todo el fervor de que soy capaz ¡Oh Madre Amadísima, mi apoyo, mi refugio y mi dulce esperanza, mi divino tesoro! recompensad mi fe en Vos con uno de esos favores maravillosos que aumentan mi confianza y mi amor, con una de esas gracias divinas, que se recuerdan siempre. ¡Oh Señora nuestra del Perpetuo Socorro!, os amo con todas las fuerzas de mi alma. Haced que os ame cada día más y que vuestros beneficios me exciten a amaros más. Así sea.

(Lo demás como el primer día).


DÍA SEXTO

¡Oh Señora nuestra del Perpetuo Socorro, cuántos títulos tenéis a mi confianza y a mi ternura! Vos sois refugio de los pecadores, consuelo de los afligidos y esperanza de los desesperados. Cuando me veo rodeado de tinieblas por todas partes y me encuentro abandonado de todos, miro vuestra venerada Imagen, levanto mis ojos desconsolados hacia vuestro dulce rostro y al través de mis lágrimas veo vuestra mirada compasiva fija en mí, que parece decirme: "Ten valor; espera, aquí estoy; una Madre nuncaabandona a su hijo". ¡Oh no!, una Madre no abandona a su hijo, y menos una Madre como Vos, ¡oh Señora Nuestra del Perpetuo Socorro! Desde lo profundo de mi miseria exclamo a Vos ¡oh María!, socorredme, apresuraos a oir mis votos, presentad a Jesús mi súplica y seré oído.

(Lo demás como el primer día),


DÍA SÉPTIMO 

Reina de los Angeles, Reina de los elegidos, Casa de Oro, Puerta del Cielo; todos estos títulos son vuestros Madré mía, y me dicen bastante que para llegar al Paraíso es preciso confiar en Vos. Sois la Soberana del cielo y conducís a Jesús a vuestros fieles siervos e hijos devotos. Os suplico, pues sois Reina del Paraíso, me introduzcáis en esa bienaventurada mansión y hagáis que camine constantemente por la senda que allá conduce. ¡Oh María!, bien sabéis cuánto necesito para ello de vuestro Perpetuo Socorro; las tribulaciones son tan fuertes, tantos los escollos, los senderos tan espinosos y tan ásperos. Llevadme de la mano, y velad siempre sobre mí, para que nunca me separe del camino seguro que conduce a la eterna bienaventuranza.

(Lo demás como el primer día).


DÍA OCTAVO

¡Oh Nuestra Señora del Perpetuo Socorro!, no cesaré de suplicaros, porque no puedo dejar de esperar que no queráis desmentir vuestro título tan glorioso y consolador del Perpetuo Socorro. Vos sois la Estrella resplandeciente que conduce a Jesús, que brilláis a mis inquietas miradas, e ilumináis mi camino, en medio de la noche sombría, que me rodea. ¡Oh María, Madre mía!, iluminadme más y más, que vuestros rayos benéficos enjuguen mis lágrimas y reanimen mi corazón helado por el dolor. ¡Oh Madre! infundidme valor, fortaleced mis buenas resoluciones, oid mis deseos, y hacedme sumiso a la voluntad de Dios, suceda lo que quiera y cualesquiera que sean los designios de su Providencia respecto a mí. Enseñad me la resignación en las adversidades, y que vuestro Perpetuo Socorro me ayude a someterme a todo lo que Dios quiera, ¡Oh María !, tened misericordia de vuestro siervo e hijo vuestro, sed la guardiana de mi fe, de mi amor y de mi esperanza. Así sea.

(Lo demás como el primer día).


DÍA NOVENO

¡Oh Señora nuestra muy amada, Virgen del Perpetuo Socorro !, llegó el último día de esta novena que he hecho en honor vuestro. En este momento decisivo debo ser oído. Os he dirigido mis súplicas con confianza sin límites... Os pido humildemente que vuestra bondad y compasión para mí sean también sin límites. Bien sabéis y veis mejor que yo lo que necesite para mi santificación. ¡Oh Madre!, todo lo pongo en vuestras manos. Tengo la firme esperanza de que vuestro Corazón no ha sido sordo a mis ruegos, y que si no me concedéis ahora el favor que solicito, objeto de estos nueve días de oraciones, me concederéis más tarde lo que deseo, o me daréis en cambio, otras gracias más preciosas. ¡Oh María, dulcísima Madre mía!, sed bendita, sed amada y se os den eternamente las gracias, por haberos dignado volver vuestros ojos a este vuestro pobre hijo. Os suplico que no pongáis tasa a vuestras misericordias y extendedlas a todos aquéllos a quienes amo. Bendecidme y bendecid a todos ellos, concedednos a todos la gracia de la perseverancia final y la dicha de veros, de amaros, y de alabaros a Vos y a vuestro Divino Hijo durante toda la eternidad. Así sea.

(Lo demás como el primer día).


-Colaboración de Tomás Gutiérrez.

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