APOSTOLADO DE LA PIEDAD POPULAR
Nuestra misión es rescatar la tradición y la piedad católica, contenida en las formas de expresión hacia Cristo, María, los Angeles y los Santos: Las Novenas, Triduos, Quinarios y aquellas devociones que enriquecen nuestra fe.
domingo, 1 de junio de 2025
miércoles, 21 de mayo de 2025
LETANÍAS A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
LETANÍA A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
Traducida del francés.
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
-Santa María, Madre del Perpetuo Socorro. R/: Ruega por nosotros.
-Madre del Perpetuo Socorro, Mujer bendita que has hallado gracia delante de Dios.
-Madre del Perpetuo Socorro, Madre espiritual de nuestras almas.
-Madre del Perpetuo Socorro, Madre del Amor Hermoso.
-Madre del Perpetuo Socorro, que tanto nos amaste que sacrificaste a tu único Hijo por nosotros.
-Madre del Perpetuo Socorro, que cooperaste a nuestra salvación por el mérito de tus dolores.
-Madre del Perpetuo Socorro, en cuyas manos Dios ha puesto todo el precio de la Redención.
-Madre del Perpetuo Socorro, a quien no nos cansamos de llamar Madre nuestra.
-Madre del Perpetuo Socorro, a quien Dios creó como un cebo suave para atraer a los pecadores.
-Madre del Perpetuo Socorro, que eres la rapaz de corazones.
-Madre del Perpetuo Socorro, que superas en amor a todas las madres juntas.
-Madre del Perpetuo Socorro, que eres la mediadora de la paz entre Dios y los hombres.
-Madre del Perpetuo Socorro, que eres todopoderosa por el poder omnipotente de tu Hijo.
-Madre del Perpetuo Socorro, que eres la dispensadora de los tesoros del Corazón de Jesús.
-Madre de Perpetuo Socorro, que no puedes ver nuestras miserias sin compasión.
-Madre del Perpetuo Socorro, que eres inmensamente rica en misericordia.
-Madre del Perpetuo Socorro, que nunca rechazas a nadie que te implora.
-Madre del Perpetuo Socorro, que estás perpetuamente en oración por nosotros a tu divino Hijo.
-Madre del Perpetuo Socorro, que tienes el privilegio de ser siempre escuchada por tu Hijo.
-Madre del Perpetuo Socorro, que obtienes el perdón para todo pecador tan pronto como recurre a ti.
-Madre del Perpetuo Socorro, cuya invocación es un medio seguro para vencer todos los asaltos del infierno.
-Madre del Perpetuo Socorro, que consuelas en sus aflicciones a todos los que confían en ti.
-Madre del Perpetuo Socorro, que eres nuestro refugio seguro en todos los peligros de esta vida.
-Madre del Perpetuo Socorro, que eres nuestro alivio en nuestras penas.
-Madre del Perpetuo Socorro, que tienes favores especiales para los fieles imitadores de tu castidad.
-Madre del Perpetuo Socorro, que inflamas de divino amor a todos los que te aman.
-Madre del Perpetuo Socorro, que no dejas de ocuparte de la gran materia de nuestra salvación.
-Madre del Perpetuo Socorro, que eres, después de Dios, nuestra única esperanza.
-Madre del Perpetuo Socorro, en quien todavía debemos esperar cuando ya no hay más esperanza.
-Madre del Perpetuo Socorro, que prometes perseverancia a todos los que te sirven fielmente.
-Madre del Perpetuo Socorro, que eres la consoladora de los moribundos.
-Madre del Perpetuo Socorro, que alivias y liberas a las almas del Purgatorio.
-Madre del Perpetuo Socorro, que prometes la vida eterna a los que te hacen conocer y amar por los demás.
-Madre del Perpetuo Socorro, gran Soberana de cielo y tierra.
-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor.
-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, óyenos, Señor.
-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
L/: ¡Oh Señora Nuestra del Perpetuo Socorro!
R/: Demuestra que eres verdaderamente Madre nuestra.
ORACIÓN
Oh Señor Jesucristo, que nos diste a tu Madre María, cuya ilustre imagen veneramos, como Madre nuestra siempre dispuesta a socorrernos, te rogamos que, implorando asiduamente su maternal auxilio, merezcamos gustar el fruto de tu redención. Así sea.
martes, 20 de mayo de 2025
HORA DE GUARDIA ANTE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
sábado, 10 de mayo de 2025
NOVENA BREVE A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
BREVE NOVENA
EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
Tomada del "Pequeño Manual de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro". Compuesto por un Padre Redentorista, y publicado en Buenos Aires, Argentina, en 1951.
DÍA PRIMERO
¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro, mi dulcísima Madre!, postrado humildemente ante vuestra bendita Imagen, vengo a exponeros mis necesidades con la confianza y la sencillez de un niño, a implorar vuestra protección y a suplicaros que me concedáis vuestro "perpetuo socorro". Os suplico, pues, derraméis con liberalidad infinita vuestros favores sobre los que os invocan, que os dignéis dirigirme vuestras miradas misericordiosas. No soy digno de que me escuchéis, pero lo espero de vuestra tierna caridad, que sobrepuja con mucho a mi miseria, y os suplico, me concedáis durante esta novena la gracia de... (Aquí se expresa la intención de la novena). ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, escuchadme, bendecidme y consoladme, Virgen Inmaculada, Madre de Dios y nuestra buena Madre, rogad por nosotros a Jesús.
-Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
ORACIÓN FINAL
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir, que ninguno de cuantos han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Virgen, Madre de las vírgenes!, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No despreciéis mis súplicas, ¡oh Madre del Verbo! antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente. Así sea.
3 años de indulgencia
¡Madre mía, esperanza mía!, yo me acojo bajo vuestro manto maternal, y amparado en él quiero vivir y morir. No permitáis que hoy ni nunca, ofenda a vuestro Divino Hijo; bendecidme, Madre mía.
Seáis amada, seáis alabada, seáis invocada, seáis eternamente bendita ¡oh Virgen del Perpetuo Socorro!, mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi refugio, y mi vida. Amén.
DÍA SEGUNDO
¡Madre del Perpetuo Socorro, mi dulce Señora tan amada! Virgen compasiva, que os inclináis con bondad a los más pequeños y miserables, vuestro Corazón maternal no resiste jamás a la oración tierna y suplicante del que os invoca con confianza. ¡Oh Madre mía! ya veis mis luchas, mis sufrimientos, mis dificultades y mis necesidades. Os suplico que tengáis piedad de mí, protegedme; que me asista vuestro "perpetuo socorro" para sostenerme, fortalecerme y guiarme. Sed mi refugio en la hora del peligro, iluminadme en mis dudas y defendedme contra mis enemigos. ¡Oh Madre mía muy amada!, prestadme vuestra perpetua asistencia cada hora del día y de la noche hoy, mañana y siempre, a fin de que ame a Jesús, vuestro Divino Hijo, sobre todas las cosas; que nunca le ofenda voluntariamente y que os ame yo también, Madre mía Inmaculada, y os sirva fiel mente con el más tierno amor hasta mi último suspiro.
(Lo demás como el primer día)
DÍA TERCERO
¡Oh Señora Nuestra del Perpetuo Socorro, cuánto me complace contemplar vuestra bendita Imagen! Vuestra mirada tierna y compasiva ha encontrado el camino de mi corazón, y con el abandono de un niño vengo a contaros así mis penas como mis alegrías, mis temores como mis esperanzas, mis dolores, mis angustias, mis votos y mis deseos. ¡Oh Madre! oídlo todo, interesaos por todo lo que preocupa mi corazón, disponed de todo para mi mayor bien, pues sois tan poderosa y buena. No puedo apartar mis ojos de vuestra milagrosa Imagen, sin que vea vuestra sonrisa, ni quiero dejaros hasta que me digáis: "Te he comprendido; mi Perpetuo Socorro está contigo, consuélate, sé salvo." ¡Oh Madre!, Vos, que tanto sufristeis, tened misericordia de los que lloran. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, interceded por mí.
(Le demás como el primer día)
DÍA CUARTO
¡Oh Señora mía, tan dulce y tan hermosa! ¡Oh Madre admirable y perfecta! ¡Oh María, a quién llamamos el Perpetuo Socorro de los cristianos! ¡Sois tan poderosa, tan llena de bondad! Cuando Jesús vivía en Nazaret. os obedecía; ahora que estáis con Él en el Cielo, puede negaros cosa alguna! No: nada os rehusa y sois la dispensadora de sus gracias. Os ha confiado la misión de socorrer a los desamparados, de consolar a los que lloran y de reconciliar a los pecadores con su Padre. ¡Oh Madre!, no olvidéis, que si sois una Reina poderosa, sois una Madre toda misericordiosa. Dejaos conmover por mis gemidos, por mis súplicas y por mis lágrimas. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro !, hacedme comprender, os lo suplico, al oir mis humildes oraciones, todo lo que encierra de fuerza, de grandeza y de soberana eficacia vuestro hermoso título de Nuestra Señora del Perpetuo Sorro.
(Lo demás como el primer dia).
DÍA QUINTO
¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! ¡cuánta dulzura, cuánta confianza, cuánto consuelo experimento cuando pronuncio vuestro bendito nombre! ¡Dichoso el que os ama y dichoso el que os invoca! Cuánto más os suplico, más siento lleno de esperanza mi corazón, y más imposible me parece, que os neguéis a oírme y a alcanzarme del Sagrado Corazón de vuestro Hijo adorable la gracia que implore con todo el fervor de que soy capaz ¡Oh Madre Amadísima, mi apoyo, mi refugio y mi dulce esperanza, mi divino tesoro! recompensad mi fe en Vos con uno de esos favores maravillosos que aumentan mi confianza y mi amor, con una de esas gracias divinas, que se recuerdan siempre. ¡Oh Señora nuestra del Perpetuo Socorro!, os amo con todas las fuerzas de mi alma. Haced que os ame cada día más y que vuestros beneficios me exciten a amaros más. Así sea.
(Lo demás como el primer día).
DÍA SEXTO
¡Oh Señora nuestra del Perpetuo Socorro, cuántos títulos tenéis a mi confianza y a mi ternura! Vos sois refugio de los pecadores, consuelo de los afligidos y esperanza de los desesperados. Cuando me veo rodeado de tinieblas por todas partes y me encuentro abandonado de todos, miro vuestra venerada Imagen, levanto mis ojos desconsolados hacia vuestro dulce rostro y al través de mis lágrimas veo vuestra mirada compasiva fija en mí, que parece decirme: "Ten valor; espera, aquí estoy; una Madre nuncaabandona a su hijo". ¡Oh no!, una Madre no abandona a su hijo, y menos una Madre como Vos, ¡oh Señora Nuestra del Perpetuo Socorro! Desde lo profundo de mi miseria exclamo a Vos ¡oh María!, socorredme, apresuraos a oir mis votos, presentad a Jesús mi súplica y seré oído.
(Lo demás como el primer día),
DÍA SÉPTIMO
Reina de los Angeles, Reina de los elegidos, Casa de Oro, Puerta del Cielo; todos estos títulos son vuestros Madré mía, y me dicen bastante que para llegar al Paraíso es preciso confiar en Vos. Sois la Soberana del cielo y conducís a Jesús a vuestros fieles siervos e hijos devotos. Os suplico, pues sois Reina del Paraíso, me introduzcáis en esa bienaventurada mansión y hagáis que camine constantemente por la senda que allá conduce. ¡Oh María!, bien sabéis cuánto necesito para ello de vuestro Perpetuo Socorro; las tribulaciones son tan fuertes, tantos los escollos, los senderos tan espinosos y tan ásperos. Llevadme de la mano, y velad siempre sobre mí, para que nunca me separe del camino seguro que conduce a la eterna bienaventuranza.
(Lo demás como el primer día).
DÍA OCTAVO
¡Oh Nuestra Señora del Perpetuo Socorro!, no cesaré de suplicaros, porque no puedo dejar de esperar que no queráis desmentir vuestro título tan glorioso y consolador del Perpetuo Socorro. Vos sois la Estrella resplandeciente que conduce a Jesús, que brilláis a mis inquietas miradas, e ilumináis mi camino, en medio de la noche sombría, que me rodea. ¡Oh María, Madre mía!, iluminadme más y más, que vuestros rayos benéficos enjuguen mis lágrimas y reanimen mi corazón helado por el dolor. ¡Oh Madre! infundidme valor, fortaleced mis buenas resoluciones, oid mis deseos, y hacedme sumiso a la voluntad de Dios, suceda lo que quiera y cualesquiera que sean los designios de su Providencia respecto a mí. Enseñad me la resignación en las adversidades, y que vuestro Perpetuo Socorro me ayude a someterme a todo lo que Dios quiera, ¡Oh María !, tened misericordia de vuestro siervo e hijo vuestro, sed la guardiana de mi fe, de mi amor y de mi esperanza. Así sea.
(Lo demás como el primer día).
DÍA NOVENO
¡Oh Señora nuestra muy amada, Virgen del Perpetuo Socorro !, llegó el último día de esta novena que he hecho en honor vuestro. En este momento decisivo debo ser oído. Os he dirigido mis súplicas con confianza sin límites... Os pido humildemente que vuestra bondad y compasión para mí sean también sin límites. Bien sabéis y veis mejor que yo lo que necesite para mi santificación. ¡Oh Madre!, todo lo pongo en vuestras manos. Tengo la firme esperanza de que vuestro Corazón no ha sido sordo a mis ruegos, y que si no me concedéis ahora el favor que solicito, objeto de estos nueve días de oraciones, me concederéis más tarde lo que deseo, o me daréis en cambio, otras gracias más preciosas. ¡Oh María, dulcísima Madre mía!, sed bendita, sed amada y se os den eternamente las gracias, por haberos dignado volver vuestros ojos a este vuestro pobre hijo. Os suplico que no pongáis tasa a vuestras misericordias y extendedlas a todos aquéllos a quienes amo. Bendecidme y bendecid a todos ellos, concedednos a todos la gracia de la perseverancia final y la dicha de veros, de amaros, y de alabaros a Vos y a vuestro Divino Hijo durante toda la eternidad. Así sea.
(Lo demás como el primer día).
-Colaboración de Tomás Gutiérrez.
domingo, 13 de abril de 2025
NOVENA A JESÚS DE LAS PALMAS
NOVENA AL DULCÍSIMO JESÚS, CELEBRANDO LA ENTRADA QUE HIZO EN JERUSALÉN EL DOMINGO QUE LA IGLESIA LLAMA DE LAS PALMAS
Con licencia del Ordinario
Imprenta de la Calle Tagle.
Lima, Perú.
Se comienza el sábado de pasión para terminar el domingo llamado de las palmas.
ACTO DE CONTRICIÓN
Creo en Dios, fortaleced, Señor, mi fe. Espero en Dios, formad, Señor, mi esperanza: Amo a Dios sobre todas las cosas: encended, Señor, mi amor. Pésame de haber ofendido a Dios, por ser Dios quien es, aumentad, Señor, mi arrepentimiento, que yo propongo firmemente con tu divina gracia, nunca más volveros a ofender: tened, Señor, piedad y misericordia de mí. Amén.
DÍA PRIMERO
HUMILDAD
¡Oh mansísimo Jesús!, que después de habernos dicho que aprendiésemos de Ti a ser mansos y humildes de corazón, el día en que triunfante entraste a Jerusalén, nos volviste a enseñar con el ejemplo esta virtud, viniendo en un jumento despreciable, en que solo andan los hombres plebeyos y bajos, no obstante de entrar como Rey supremo del Cielo y de la tierra, y como tal aclamado de grandes y pequeños: concédenos piadoso esta santa virtud, por el infinito mérito de la tuya, y también lo demás que Te pedimos en esta Novena, si fuere conveniente. Amén.
Aquí se reza un Credo al Señor presentando su fe, y tres Ave Marías a Nuestra Señora, que no quiso asistir a esta entrada, por que toda la honra y gloria de este día fuese de su Hijo, y se pide primero a Nuestra Señora con la Oración siguiente que es de San Buenaventura:
¡Oh María dulcísima!, Paraíso de deleites, pon en mí tus ojos de misericordia, por el mismo gozo que te cupo, aun estando ausente, de la triunfante entrada que tu divino Hijo Jesús hizo cinco días antes de morir por el ingrato del hombre en la Corte de los judíos: enséñame, alúmbrame, encamíname, ayúdame, defiéndeme y sálvame. Sean por tus ruegos perdonadas mis culpas, pues eres el camino de la Gloria eterna, que se goza en la Jerusalén triunfante. Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Oh Soberano Redentor de nuestras almas, que quisiste entrar en Jerusalén alabado de los hombres y conocido de tus discípulos por Señor de las virtudes, porque asimismo habías de penetrar los Cielos, celebrado de los Ángeles, y que con tu liberal magnificencia la gloria de este día la comunicaste a los Padres del Limbo, y a proporción también a cuantos en el mundo tenían tu fe, haciendo el milagro de que en todo él nadie muriese, y que todos los demonios que infestaban la tierra bajasen al Infierno para que te manifestase el triunfo que conseguías del demonio y de la muerte, concédenos piadoso el que sepamos imitar tus virtudes, para que triunfando de la muerte del pecado, del demonio y de nosotros mismos, entremos en tu Gloria, a siempre verte y alabarte. Amén.
GOZOS
Jesús mío, pues triunfando
Entraste en Jerusalén,
Ven Señor, a mi alma, ven,
Que ya te estoy esperando.
Con palmas te recibieron
Haciéndose de tu bando,
Aun los que estaban pensando
En lo que después hicieron,
Enemigos de su bien.
Los vestidos en el suelo
Festivos iban echando,
Para que fueses pisando
Como Rey de su consuelo
Adorado ya en Belén.
Que eras enviado de Dios
Y bendito iban cantando,
Y todo el pueblo expresando
Tus grandezas a una voz
Con elogios más de cien:
Ramos de árboles cortaron
Para ir la tierra adornando,
Y al mismo tiempo adorando
Al que tan presto negaron
Después de tal parabién:
Los niños, que en inocencia
Iban a Dios alabando,
También iban condenando
De la judaica demencia
El más ingrato desdén.
Con tan gran celebración,
Te tuvieron ayunando,
Pues ninguno convidando
Quiso darte refacción
En todo Jerusalén:
Sobre la ingrata ciudad
Muchos te vieron llorando,
Y al mismo tiempo anunciando
Su ruina y cautividad,
Sin el cuándo, ni el por quién:
También con celo divino
Penaste a los que tratando,
Iban tu Templo violando,
Mudándole su destino
De Oratorio en almacén:
Apiádate, oh gran Señor,
De quien pide suspirando
Cuando te está celebrando
Una limosna de amor
Con que viva y muera. Amén.
℣. Hosana al Hijo de David.
℟. Bendito el que viene en el nombre del Señor.
ORACIÓN
Oh Dios, a quien es justo amar con todo el corazón, multiplica en nosotros los dones de tu inefable gracia, y pues en la muerte de tu Hijo nos hiciste esperar lo que creemos, haz que resucitando Él mismo, lleguemos al fin a que caminamos. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
DÍA SEGUNDO
POBREZA
¡Oh clementísimo Jesús!, que no contento de entrar en Jerusalén en lo despreciable de un jumento, quisiste también que no fuese tuyo sino prestado y pedido de limosna, para mayor ostentación de tu singular pobreza: concédenos benigno esta santa virtud por el infinito mérito de la tuya, y también lo demás que Te pedimos en esta Novena, si fuere conveniente. Amén.
DÍA TERCERO
OBEDIENCIA
¡Oh amabilísimo Jesús, norma de obedientes y obediente hasta la muerte!, que en la entrada que hiciste en Jerusalén, no solo obedeciste a tu Eterno Padre, por cuya disposición y providencia se ejecutó todo, sino que quisiste que tus discípulos Te hicieran subir en el jumento, como que Te lo mandaban, como lo cuenta San Mateo: concédenos piadoso esta virtud, por el infinito mérito que alcanzaste con ella, y también lo particular que Te pedimos en esta Novena, si fuere conveniente. Amén.
DÍA CUARTO
DESPRECIO DEL MUNDO
¡Oh poderosísimo Jesús, que entre los aplausos y glorias humanas con que Te recibían en Jerusalén, quisiste entrar en un contentible jumento, como despreciándolo todo, y que si admitiste este obsequio por la honra de tu Padre, fue también para que fuese después más ignominiosa y despreciable tu muerte, y los mortales conociesen los fines tan funestos con que acaban los aplausos del mundo: concédenos piadoso esta virtud, por el infinito mérito que adquiriste con ella, y también lo particular que te pedimos en esta Novena, si fuere conveniente. Amén.
DÍA QUINTO
CELO DE LA HONRA DE DIOS
¡Oh justísimo Jesús!, que aun habiendo recibido tantas honras de los judíos el día de tu entrada en Jerusalén, luego que los hallaste en el Templo vendiendo y comprando, y haciendo cueva de ladrones, como les dijiste, la que solo era Casa de Oración, no pudo el celo de la honra de tu Padre contenerse, obligándote a derribar las mesas y cátedras de la contratación, y a los que vendían y compraban, con uno como azote echarlos fuera de lugar tan sagrado: concédenos piadoso esta virtud por el infinito mérito que ganaste con ella, y también lo particular que Te pedimos, si fuere conveniente. Amén.
DÍA SEXTO
MORTIFICACIÓN
¡Oh prudentísimo Jesús!, que siendo el día de tu entrada en Jerusalén de tanto aplauso, todo lo pasaste sin comer ni beber, disponiendo que de tantos, ninguno Te convidase con su mesa, por cuya causa la mañana del día siguiente, Te hallaste tan necesitado que fuiste a buscar en la infructuosa higuera el alimento: concédenos piadoso esta tan necesaria virtud, por el infinito mérito que tuviste con ella, y también lo particular que Te pedimos, si fuere conveniente. Amén.
DÍA SÉPTIMO
ORACIÓN
¡Oh sapientísimo Jesús!, que en medio de tanta conmoción, voces y aplausos que tuvo el día de tu entrada en Jerusalén, por ir sin duda en la santísima contemplación de tu Padre Dios, todo suspenso y embebido, nadie Te oyó decir una palabra fuera de las dos reprensiones que diste a los que impedían la Oración vocal y la mental: concédenos piadoso esta virtud, tan necesaria e importante, por el infinito mérito que tuviste con ella, y también lo particular que Te pedimos, si fuere conveniente. Amén.
DÍA OCTAVO
PIEDAD
¡Oh milagrosísimo Jesús!, que con la caridad y amor que en tu pecho divino ardía, aún en medio de los aplausos que chicos y grandes Te dieron el día que entraste en Jerusalén, no olvidaste a los necesitados, pues curaste y sanaste todos los ciegos y cojos que llegaron a Ti, como dice San Mateo: concédenos piadoso esta virtud de inclinarnos a favorecer, socorrer y amparar a los necesitados en cuanto alcanzaren nuestras fuerzas, por el infinito merecimiento que tuviste con ella, y lo particular que Te pedimos, si fuere conveniente. Amén.
DÍA NOVENO
REGLAS QUE DIO A SÚBDITOS Y PRELADOS
¡Oh suavísimo Jesús!, que entrando como Rey y Superior de todo el universo en Jerusalén, fue tan humilde y moderado tu porte, que los Ángeles quedaron absortos y los hombres de entendimiento asombrados, y que si castigaste fue con piedad y no con azote cumplido, beneficiando y premiando al mismo tiempo con plenitud, para dar reglas a los Superiores, y que también dispusiste que todos tus Súbditos y Vasallos, después de alabarte y bendecirte, pusiesen debajo de tus pies sus ropas, para que conociesen el respeto con que deben hablar de los que mandan y la sujeción que han de tener en sus personas y en sus bienes: concédenos piadoso por esta doctrina tan sagrada, y por el infinito merecimiento de ella, que así los Prelados como los Súbditos puntualmente se arreglen a ella, y también lo particular que Te pedimos, si fuere conveniente. Amén.
sábado, 5 de abril de 2025
NOVENA DE LOS NIÑOS A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
NOVENA BREVE DE LOS NIÑOS A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
POR EL P. DANIEL PINEDO
REDENTORISTA
MADRID
EDIT. EL PERPETUO SOCORRO
Manuel Silvela, 14
Año de 1953
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, que en el Niño de tu Imagen milagrosa, en tu título singular y en tu historia de prodigios te muestras de una manera especial Madre amantísima de los niños. A Ti venimos en este día. Te los traemos, porque Tú vivísimamente así lo deseas, como lo desea tu divino Hijo Jesús. Tuyos son. Recíbelos. Haz que sean siempre fieles servidores tuyos y concédenos la gracia que te pedimos en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios y tuya, y bien de nuestra alma, oh Madre nuestra. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
Para cuando haga la Novena algún niño en particular
Oh Madre del Perpetuo Socorro, que en el Niño de tu Imagen milagrosa, en tu título singular y en tu historia de prodigios te muestras de una manera especial Madre amantísima de los niños. A Ti vengo en este día, porque yo necesito de Ti, y Tú vivísimamente así lo deseas, como lo desea tu divino Hijo Jesús. Tuyo soy. ¡Recíbeme, Madre mía! Haz que sea siempre fiel servidor tuyo, y concédeme la gracia que te pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios, y tuya, y bien de mi alma. Amén.
DÍA PRIMERO
LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO HA REVELADO A LOS NIÑOS SU NOMBRE, TODO MISERICORDIOSO, Y EL LUGAR PREDILECTO DE SU CULTO
CONSIDERACIÓN
«Avisa a tu madre, dijo, apareciéndose a una niña de seis años, que Santa María del Perpetuo Socorro quiere que ponga su Imagen en la Iglesia dedicada a San Mateo, sita entre Santa María la Mayor y San Juan de Letrán.» Trasladada solemnemente a ella, allí reina y desde allí -hoy en día Iglesia de San Alfonso en Roma-, dispensa sus gracias sobre el mundo entero. Pedidle la humildad y la santa pureza.
(Medítese brevemente, y pídase a la Virgen la gracia que se desea obtener de Ella en esta Novena.)
INVOCACIONES
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! ¡Oh Vos, cuyo solo Nombre inspira confianza! R/: Madre de amor venid en mi socorro.
En el momento peligroso de la tentación, para que yo resista.
Contra mi propia inconstancia y para perseverar hasta el fin.
Oh Madre mía, hasta mi último día, hasta mi último suspiro.
ORACIÓN FINAL
Oh Santísima Virgen María, que para inspirarnos una confianza sin límites habéis querido tomar el dulcísimo nombre de Madre del Perpetuo Socorro. Yo os suplico me socorráis en todo tiempo y en todo lugar. Obtenedme la gracia de las gracias, la gracia de suplicaros sin cesar, con la confianza de un hijo, a fin de que, por la virtud de esta súplica constante, obtenga vuestro Perpetuo Socorro y la perseverancia final. Bendecidme. oh tierna y cuidadosa Madre, y rogad por mí, ahora y en la hora de mi muerte. Así sea.
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, rogad por nosotros! (300 días de indulgencia).
JACULATORIA FINAL
Seáis amada, seáis alabada, seáis invocada, seáis eternamente bendita, oh Virgen del Perpetuo Socorro, mi esperanza, mi amor, mi Madre, y mi vida. Amén.
DÍA SEGUNDO
LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO ES MADRE DE LOS NIÑOS POR SUS DOLORES.
CONSIDERACIÓN
Los inmensos dolores espirituales de la Virgen María están admirablemente expresados en la Imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro. La actitud de la Virgen, del Niño Jesús y de los Santos Angeles demuestran soberanamente esta inmensa realidad. «En cuanto de Ella dependía, escribe el Papa Pío XI, inmoló a su divino Hijo en el Calvario, de tal suerte, que juntamente con Cristo hemos de decir que redimió al género humano. Pedid evitar siempre el pecado, causa de los dolores de la Virgen María.
(Medítese brevemente... Invocaciones y Oración final, como en el día primero.)
DÍA TERCERO
LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO ES MADRE DE LOS NIÑOS, PORQUE SON HERMANITOS DE JESÚS.
CONSIDERACIÓN
El niño acogido a su seno, en su Santa Imagen, y el estrecharle Ella entre sus brazos, lo demuestran claramente, pues San Pablo dice de Jesucristo: «Dios predestinó a su Hijo a que fuese el primogénito entre muchos hermanos». Los niños, pues, son hijos de la Virgen María, y hermanitos de Jesús, particularmente, los niños cristianos buenos y puros. «El que es devoto de la Virgen María se salva, y el que no lo es, no se puede salvar» dice San Alfonso María de Ligorio, doctor de la Iglesia. Niños: pedid siempre la gracia de ser devotos de la Virgen María, esforzaos por serlo y os salvaréis.
(Medítese brevemente... Invocaciones y Oración final, como en el día primero.)
DÍA CUARTO
LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO INCULCA A LOS NIÑOS LA DEVOCIÓN A LOS SANTOS ANGELES, PARTICULARMENTE AL ÁNGEL DE LA GUARDA.
CONSIDERACIÓN
Mirad cómo en su Imagen enseñan los Angeles a Jesucristo los instrumentos de la Pasión, obra cumbre que en este mundo debía realizar Jesús hecho hombre. Inspirar el bien es el principal oficio de los Santos Angeles. Así les inculca la Virgen del Perpetuo Socorro fuertemente a los niños el poder y eficacia del valimiento de los Santos Ángeles, particularmente de los Angeles de la Guarda. Invocadles confiadamente, sobre todo al Angel de la Guarda, y os protegerán siempre. Pedid esta gracia.
(Meditese brevemente... Invocaciones y Oración final, como en el día primero.)
DÍA QUINTO
LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO CURA LAS ENFERMEDADES CORPORALES DE LOS NIÑOS.
CONSIDERACIÓN
En su solemne traslado de 1866 en Roma, una madre pide la curación de su hijo de cuatro años de edad, próximo a la muerte por unas fiebres malignas, y la obtiene. Otra, en ese mismo día y solemnidad, pide la curación de su niña de ocho años, casi completamente paralítica de ambas piernas, y la consigue. En la ciudad de Huete (Cuenca, España), un niño ciego, aconsejado por su madre, pide al Perpetuo Socorro la curación de sus ojos, e instantáneamente es curado. Niños: en vuestras enfermedades corporales, pedid a la Virgen del Perpetuo Socorro la curación, y, si os conviene, ciertamente la obtendréis.
(Medítese brevemente... Invocaciones y Oración final, como en el día primero.)
DÍA SEXTO
LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO ENSEÑA A LOS NIÑOS A SER LIMOSNEROS CON LOS POBRES.
CONSIDERACIÓN
Cuando en 1922, un hambre extraordinaria asoló a Rusia, llevándose por millares las vidas de los niños, la Virgen del Perpetuo Socorro inspiró al Papa Pío XI, que la nombrara Patrona de la Comisión organizada para socorrerles. De esta manera enseñaba a los niños cómo han de socorrer siempre que puedan a los pobres. Y que nadie invoca a la Virgen que no sea por Ella atendido, aunque no sea católico. Los niños rusos son muy devotos de la Virgen del Perpetuo Socorro. Niños: siempre que podáis, sed en vuestras limosnas generosos con los pobres, por amor a la Virgen, sobre todo con los pobres espirituales.
(Medítese brevemente... Invocaciones y Oración final, como en el día primero.)
DÍA SÉPTIMO
LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO ESCOGE A MUCHOS NIÑOS PARA MISIONEROS SUYOS
CONSIDERACIÓN
Desde que el Papa Pío IX la entregó a los PP. Redentoristas, cientos y cientos de niños le deben su vocación de Sacerdotes y Misioneros, gracia la mayor que se puede recibir en este mundo, porque es ser "dispensadores de los misterios de Dios" a los hombres (San Pablo) e "hijos de la vocación religiosa" (San Alfonso María de Ligorio). Sin la Virgen del Perpetuo Socorro, ni hubieran sido Misioneros, ni hubieran perseverado en su santa vocación. Si queréis conseguir esta gracia, pedídsela a la Virgen María del Perpetuo Socorro.
(Medítese brevemente... Invocaciones y Oración final, como en el día primero.)
DÍA OCTAVO
LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO DA A LOS NIÑOS QUE HAN ALCANZADO EL USO DE LA RAZÓN LA SAGRADA COMUNIÓN, CUANTAS VECES ELLOS QUIEREN.
CONSIDERACIÓN
¿Qué devoto del Perpetuo Socorro no ha visto, leído u oído contar las Comuniones nutridas y fervorosas de los niños, no ya sólo en las Santas Misiones, Ejercicios espirituales, Novenas anuales y cultos mensuales, sino también en los actos privados de cada día, en todas partes? Es que la Virgen sabe la debilidad de los niños, el poder de la Sagrada Comunión, y su necesidad para cuantos han alcanzado el uso de la razón, y su oficio de Dispensadora única de esta misma Sagrada Comunión. Por conocerlo así, los mismos niños le piden humilde y constantemente que Ella misma los prepare a comulgar, y como todo el que pide recibe, de ahí que con mucha frecuencia, y hasta diariamente, comulgan devotamente y con fruto. Mañana, último día de la Novena, comulgad en honor de la Virgen María, si no tenéis notable impedimento para ello.
(Medítese brevemente... Invocaciones y Oración final, como en el día primero.)
DÍA NOVENO
LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO LLEVA A LOS NIÑOS DEVOTOS SUYOS, EN LA HORA DE LA MUERTE, AL CIELO.
CONSIDERACIÓN
La Virgen del Perpetuo Socorro tiene poder y querer, porque Dios se lo ha dado, para llevar a los niños devotos suyos, en la hora de la muerte, al Cielo. Además se llama y es Perpetuo Socorro y Madre de los niños. Quienes han sido, pues, devotos suyos fieles, y así han muerto, ciertamente se han salvado. La Iglesia nos lo enseña de esta manera, y nosotros firmemente lo creemos, Niños: pedid el ser devotos sinceros, hasta la hora de la muerte, de la Virgen María, en este dulcísimo título de Madre del Perpetuo Socorro.
(Medítese brevemente... Invocaciones y Oración final, como en el día primero.)
jueves, 3 de abril de 2025
NOVENA DE ACCIÓN DE GRACIAS A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
NOVENA DE ACCIÓN DE GRACIAS
A LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO
POR EL
R. P. RAMON SARABIA
REDENTORISTA
EDICIÓN SEGUNDA
MADRID
EDITORIAL EL PERPETUO SOCORRO
Manuel Silvela, 14
Año de 1942
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Oh Madre del Perpetuo Socorro, tuve penas y acudí a Ti, porque Tú eres la consoladora de los afligidos; estuve enfermo y te llamé, porque eres la salud de los que sufren; me asaltaron las tentaciones y corrí a tus plantas, porque eres la reina del infierno y la vencedora de todos los demonios; temí por mi salvación eterna y me eché en tus brazos, porque el que te ama y en Ti confía no se puede perder... Y cuando te llamaba y te contaba mis penas y mis temores, el nombre más dulce y consolador que salía de mis labios era éste: Madre del Perpetuo Socorro, porque es el compendio de tus misericordias y el ideal de mis amores. A Ti vine con los ojos llenos de lágrimas y de tus pies me levanté con el corazón lleno de esperanzas. Tu voz tiernísima me decía que serías en efecto mi perpetuo y maternal socorro. Y así fué, Me has consolado, me has bendecido. Una vez más confieso a la faz del cielo y de la tierra que Tú has sido la alegria y la salvación de mi alma. Por eso vengo a ofrecerte esta novena de acción de gracias. Nueve días vendré a postrarme a tus plantas y a decirte con toda la sinceridad de mi corazón: ¡Gracias, oh Madre del Perpetuo Socorro, gracias!
DÍA PRIMERO
En nombre de toda la humanidad... ¡gracias!
La humanidad vivió cuatro mil años de vida de dolores, de pecados y de esperanzas. En aquellos siglos, sombríos como la antesala del infierno, sólo penetraba un rayo de luz: Jesucristo, el Redentor anunciado en el paraíso terrenal ¡Cuatro mil años sin Jesucristo! Rezaban los patriarcas.... suspiraban los judíos y volvían los ojos hacia El y llamaban con gritos de angustia. Sus plegarias parecia que se estrellaban contra un cielo de bronce. Pero en la encantadora Nazaret nació una niña, obra maestra de Dios: ¡Maria! Y aquella alma, llena de gracia y bendita entre todas las mujeres, cayó de rodillas y dijo al Señor: Envía al que tienes que enviar. Aquella oración conmovió el corazón de Dios más que la voz de los patriarcas y los lamentos de los profetas. Levantose Dios, como un gigante, en expresión del rey David, y se resolvió a emprender su viaje a la tierra. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, ¡qué pocas veces los hombres han pensado en esa lluvia de bendiciones que tu oración hizo caer sobre la tierra seca y sedienta de Dios! La inmensa mayoría de ellos bajan a la tumba sin conocer y meditar esa fineza de tu poder y de tu amor. Yo, al menos, en nombre de la humanidad que tiene fe, te digo con toda la piedad de mi corazón: Madre mía..., ¡gracias! Hay algo más... El espacio tiene un sol que es la fuente de luz...: el cielo tiene un Dios que es el centro de infinita grandeza en derredor del cual giran todas las paravillas del universo... la tierra tiene a Jesucristo, Persona divina que asumió la naturaleza humana... y ese Jesucristo ha escrito en la historia de la humanidad páginas de grandeza, de belleza y de caridad que son el pasmo del cielo. Sin ellas los anales del mundo no serían más que un monumento que perpetuaría degradaciones y crímenes, porque el mundo sin Jesucristo sólo produce miseria, pecado..., obras de maldición... La Iglesia en el prefacio de las solemnidades marianas canta: Es justo y digno, oh Señor, que te demos gracias en esta festividad de la Virgen María, porque Ella concibió por obra y gracia del Espiritu Santo y dió al mundo este tesoro divino que se llama Jesticristo, Señor nuestro... Y es también muy justo y razonable que todos los hombres, oh Maria, se postren a tus plantas y te den gracias por haber merecido ser Madre de Dios. Asi pudiste ofrecer al mundo esa gracia de las gracias: Jesucristo Permite, pues, oh Virgen del Perpetuo Socorro, que yo te cante en nombre de toda la humanidad lo que la misma santa Iglesia te canta: Feliz eres, oh Maria, y dignísima de toda alabanza, porque de Ti, nació Cristo, nuestro Dios. A Ti y a ese Jesús que descansa en tus brazos, honor y alabanza por los siglos de los siglos.
CORONA DE ALABANZAS
Oh Madre del Perpetuo Socorro, creo y confieso que por disposición divina sois la Dispensadora de todas las gracias de Dios, y que todas las criaturas deben amarte y cantar eternamente tus alabanzas y tus misericordias.
-Ave María.
Oh Madre del Perpetuo Socorro, espejo de la infinita bondad de Dios que me dará un corazón agradecido a vuestra bondad y que vuestro nombre será alabado y bendecido en los cielos y en la tierra, como símbolo de amor y de misericordia.
-Ave María.
Oh Madre del Perpetuo Socorro, amo a Dios porque os hizo tan santa, tan grande y tan misericordiosa y os amo a Vos, porque sois mi Madre y la celestial bienhechora que me da el pan de cada día y todas las gracias que necesito para mi salvación eterna.
-Ave María.
ORACIÓN FINAL
Oh Madre del Perpetuo Socorro, quisiera quedar siempre a vuestras plantas cantando vuestras grandezas y agradeciendo vuestras misericordias. Si me voy de aquí queda mi corazón, con esos ángeles que os adoran, con esas lámparas que os alumbran, con esas flores que os perfuman, con esas almas que sin cesar se relevan a vuestros pies para ofreceros el homenaje de una súplica perpetua. Pero, cuando oiga las campanas de vuestros templos, cuando vean mis ojos alguna de vuestras imágenes, cuando un rayo de la luz de la gracia penetre en mi corazón, cuando una pena repentina turbe la paz de mi espíritu, cuando una alegría no esperada conmueva suavemente las fibras de mi alma, cuando el sol decline, cuando amanezca la aurora, cuando sienta en medio del rumor de la vida la voz de Dios, centro de toda la vida y fin de todas las cosas, levantaré mis ojos a Ti, Madre mía, y clamaré por tu Perpetuo Socorro... Pero no me olvidaré nunca de decirte agradecido y amoroso: Gracias, Madre mía, gracias... Es el himno de la gratitud de la vida... Será el estribillo de la eternidad... Oh Madre del Perpetuo Socorro... que así sea.
DÍA SEGUNDO
En nombre de los redimidos... ¡gracias!
Subamos al monte Calvario. Allí en una cruz, entonces infame, clavada está una víctima. Es Jesús. Era Dios y movido por su infinita caridad quiso perdonar nuestra culpa y redimirnos de la maldición y de la condenación eterna. Y concibió el pensamiento divino de hacerse hombre, pasar vida de humildad y de dolores y morir en unacruz. Y ahí está en lo alto del Gólgota. Hace veinte siglos que las generaciones humanas pasan por esa montaña santa; y las almas que caminan alumbradas con la antorcha de la fe enfocan sobre ese mártir divino sus rayos celestiales y caen de rodillas y besan esos pies sagrados y se lavan y se purifican en esa sangre santa y repiten con lágrimas de gratitud en los ojos: Redentor del mundo..., Redentor mío..., ¡gracias! Pero no está solo. Al pie de esa cruz redentora está su Madre, María. Toda su vida padeció en compañía de Jesús. No quería abandonarle en la hora de los grandes dolores y de su afrentosa muerte. Y sus lágrimas se mezclaban con las lágrimas y con la sangre de su Hijo divino; y sus penas interiores, amargas como las olas de todos los mares, formaban con las penas del Redentor divino un mar de dolores de donde tenía que surgir la humanidad pecadora regenerada. Así lo predicaba maravillosamente el gran Bossuet cuando exclamaba: La obra de nuestra corrupción empieza por Eva: la obra de nuestra reparación, por María. Eva pronuncia la palabra de muerte, María, la de vida. A Eva dióse la maldición; la bendición, a María. Bendita Tú eres entre todas las mujeres. María es, por Jesús y con Jesús, Corredentora del mundo, es mi corredentora. El perdón, la libertad, la gracia, la amistad de Dios, la vuelta a la casa paterna, las maravillas de la Iglesia y de los sacramentos, como consecuencia de la redención; todo se lo debemos a Jesús y a María... Los viejos cautivos, cuando recobraban su libertad, arrastrando sus cadenas subían a los santuarios de la Virgen y allí, en aquellas paredes que rezumaban misericordias de María, suspendían aquellos férreos eslabones, como monumento eterno de su gratitud... Oh Madre del Perpetuo Socorro, aquí debieran estar todos los hombres suspendiendo ante tu santa imagen aquellas cadenas que los arrastraban a la condenación eterna... porque por Ti y por Jesús podemos mirar al cielo y esperar sus infinitas alegrías. Pero los hombres, ¡qué incrédulos son!... ¡qué ingratos! ¡Yo al menos en nombre de todos ellos te digo y te diré eternamente: Oh María, porque en compañía de Jesús con tus penas y con tus amores nos has redimido! ¡gracias!
DÍA TERCERO
En nombre de los adoradores de Jesús Sacramentado... ¡gracias!
Miraron los ángeles del cielo hacia la tierra y vieron un Sagrario y una lamparilla, y cantaron: "He aquí que el tabernáculo de Dios se halla en medio de los hombres." Era una realidad de invención divina. El Verbo se hizo carne y vivió entre nostros. Vivió en nuestra compañía y no quisimos reconocer su divina grandeza. El, sin embargo, nos amaba, y porque nos amaba, no acertaba a separarse de nuestro lado. Quería oír las quejas amargas de nuestros dolores y ver de cerca esta tierra en que tenemos que vivir y en la cual nuestros pies tropiezan a cada paso con abrojos y espinas. Y vivió en Nazaret y recorrió los pueblos y ciudades de Palestina. Pero los hombres le cargaron de cadenas, le llevaron de tribunal en tribunal y al fin consiguieron que la justicia humana le condenara a muerte de cruz. Y cuando salió del Gólgota le decían: Márchate de este mundo; no te queremos por amigo y vecino. No reinarás jamás sobre nosotros. Mas Jesús había dado la respuesta del amor y del triunfo: "He aquí que estoy con vosotros hasta el fin de los tiempos." Y, en efecto, Jesús desde el fondo de todos los Sagrarios repite el estribillo de la victoria: Mis delicias son estar con los hijos de los hombres. En medio de ellos vivo. Los veo a todos a través de las rejas de mí cárcel de amor. La humanidad se entregó vencida y cayó de rodillas ante las puertas del Sagrario y le decía con lágrimas: No te quisiste marchar, porque nos amabas. ¿Qué hubiera sido de nosotros sin Ti, pues Tú eres el camino, la verdad y la vida? Jesús, Redentor y Vecino nuestro... ¡gracias! Pero podemos afirmar que Jesús no se quedó en nuestros sagrados tabernáculos sin la venia o al menos sin el aplauso de su Madre, María... La Virgen ama la tierra, que es su patria, y no pudo dejarle un habitante más santo y poderoso que el Hijo de su alma. Acudimos nosotros al Sagrario y le contamos a Jesús nuestras penas y pedimos las gracias espirituales y materiales que necesitamos para esta vida que se va y la otra que es, eterna. Y mientras nuestros labios humedecidos de lágrimas murmuran ardientes plegarias, allí está Ella rezando por nosotros: Ahí están, le dice a Jesús, son los míos, los hijos que Tú me diste en el Calvario... Los amo... Ahí están: han venido a visitarte... No les dejes marchar vacíos... Llena su corazón de las gracias que pueden hacer más felices... Jesús, te lo pido por el amor que me tienes... ¡Soy Madre tuya!; ¡soy también Madre de ellos! Para esos pobrecitos que piden y que lloran!: ¡piedad!, ¡misericordia! Y nos levantamos del Sagrario consolados y fortalecidos... Hemos conseguido la limosna que pedíamos... ¡Gracias. Jesús !... ¡María, gracias!
DÍA CUARTO
En nombre de las almas eucarísticas... ¡gracias!
Y tomó Jesús pan y lo bendijo y dijo: Tomad... comed... ¡esto es mi cuerpo! El Dios que con una sola palabra hizo, brotar los mundos en el abismo de la nada, con esas sencillas y breves palabras obró la más grande de las maravillas e instituyó el más sublime de todos los sacramentos... El hombre desde aquel día es comensal del Verbo divino y en ese banquete de cielo se alimenta de Dios. En esta invención de la caridad divina ¡cuánto no hubo de sufrir el Corazón de Jesús! ¡Muchos hombres desdeñaron su infinito don!... ¡No lo quisieron recibir! El pan de la tierra, sí...; el pan del cielo, no. Otros se acercaron a esa mesa divina, arrebataron la hostia santa y se la echaron a Satanás, que por el pecado llevaban en su corazón... Otros recibieron en un alma santificada por la gracia ese manjar divino; pero ni una palabra de gratitud y de amor brotó de sus labios. Del comulgatorio se fueron a la calle sin haber pronunciado una sola vez la palabra: gracias. Afortunadamente aún hay almas santas, almas que tienen corazón y saben amar... Han comulgado... cruzaron las manos sobre el pecho, se aislaron del mundo, se olvidaron de sus vanidades y bagatelas... ¡Dios y ellas! Y en el Sagrario de su corazón, postradas a los pies de su Jesús-Eucaristía aman, cantan, rezan, lloran, piden... ¡Cuántas veces y con qué deleite sabrosísimo le dicen: Gracias... Y ¿cómo no se lo dirían si éste es el más grande de todos los beneficios divinos? Pero esas mismas almas eucarísticas ¡cuántas veces se alejan del templo sin haber dado gracias a la Virgen María por el don infinito de la Eucaristía! Y, sin embargo, ese trigo divino lo amasó Ella en su seno purísimo, y lo regó con la ternura de sus lágrimas... Y cuando Jesús determinó instituir el Sacramento adorable de la Eucaristía, podemos afirmar que no lo hizo sin contar con la venia y el beneplácito de su Madre. Ese olvido de las almas santas es también una pena muy honda y sensible para el corazón de Jesús. María nos preparó en su seno inmaculado esta carne divina... María consintió que Jesús pasara por todas las humillaciones y amarguras que tiene que llorar en el Sagrario... María por medio del sacerdote deposita en nuestros labios el mismo Hijo que Ella llevó en sus brazos... María se complace amorosa en nuestra unión eucarística con Jesús... María une sus plegarias a las que nosotros hacemos cuando hablamos con el Verbo divino, en nuestro corazón... Sean, por tanto, dadas gracias a Jesús: pero no nos levantemos del comulgatorio sin dar también gracias a María. Oh Madre del Perpetuo Socorro, en nombre de todas las almas eucarísticas... ¡gracias!
DÍA QUINTO
En nombre de los pecadores... ¡gracias!
Salvar las almas perdidas por la culpa fué misión de la misericordia de Jesucristo. Él mismo lo decía con aquellas amorosas palabras: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia. Lo mismo pensaban las almas formadas en la escuela de este divino Maestro: "Correr hasta el fin del mundo, salvar un alma y morir: he ahí una muerte digna de santa envidia", así pensaba y escribía el gran apóstol Francisco Javier. ¿Cómo podía pensar de otra suerte, María, Madre de Jesús y modelo de todos los santos? Con razón la Iglesia cae de rodillas a sus plantas y le dice: Refugium peccatorum: ora pro nobis. Refugio de pecadores: ruega por nosotros. María ama a los pecadores. Sólo les pone una condición: que tengan deseos de salir de la culpa y volver al amor de su Jesús. Así lo dijo la misma Madre de Dios a Santa Brígida: Cuando un pecador, por grande que sea, acude a mí con sincera intención de enmendarse, estoy desde luego dispuesta a recibirlo y no miro sus pecados, sino solamente la intención con que viene y no me desdeño de curarle las llagas de su alma, porque me llamo y soy en verdad Madre de misericordia. Y no tan sólo recibe la Virgen a los pecadores, por ruines y malvados que sean, sino que se apresura a formar en su corazón el dolor de los pecados, los lleva al sacramento de la penitencia, y allí se les borran todas las maldades de la vida. Así lo confesaba el gran San Agustín: "María, escribía, es la única esperanza de los pecadores, ya que por sola su intercesión esperamos alcanzar la remisión de todos nuestros pecados." Y ¿cuántos son los pecadores? Responde el profeta David: "Todos amaron la iniquidad. No hay un solo hombre que en todo obre bien." Sólo Jesús y María no estuvieron nunca bajo el poderío del pecado. Por consiguiente, todos los pecadores que se reconcilian con Dios y se salvan, lo alcanzan por medio del Perpetuo Socorro de María. Asomaos a las puertas del cielo y preguntad a sus felices habitantes: ¿Quién os libró de las garras del pecado? ¿Quién os reconcilió con Dios? ¿Quién os trajo a esta patria de la santidad y de la dicha sin fin? Y una voz universal os responderá: ¡ María, María! Y allá, en el cielo, los pecadores salvados cantarán eternamente las misericordias de esta Madre de bondad. Pero acá en la tierra, ¡qué pocos hay que sean agradecidos con su celestial Libertadora! En esta novena de gracias no quiero, Madre mía, que te falte mi gratitud y la de todos los pecadores. Por eso, en mi nombre y en nombre de todos ellos, reconozco que tu misericordia nos salvó, que tu bondad nos alcanzó el perdón y que sólo por tu medio esperamos alcanzar la vida eterna. Por eso bendita y alabada seas eternamente en el cielo y en la tierra.
DÍA SEXTO
En nombre de todos los Santos... ¡gracias!
No es opinión de un teólogo exaltado; es doctrina de todos los santos Padres, de los sabios más profundos del cristianismo y de toda la Iglesia católica, maestra de toda verdad: Todas las gracias de Dios las recibimos por medio de su Madre y Madre nuestra, María. Es un espectáculo conmovedor ver cómo todos los santos y sabios de la Iglesia se acercan a la Virgen para predicar al pie de su trono que ella es la gran bienhechora de la humanidad. San Bernardino la proclama: Dispensadora de todas las gracias. San Alberto el Grande se atreve a decir que María es la Tesorera de Jesucristo. Y San Bernardo declara también con todo el peso de su gran autoridad que Dios depositó en las manos de Maria todas las gracias que intentaba dispensarnos, a fin de que sepamos que sólo descienden a nuestra alma cuando María abre sus manos para derramarlas sobre ella. San Agustín firmaba con su solemne autoridad estas magníficas palabras, que nos dicen la grandeza incomprensible de María en la economía de la salvación y santificación del mundo: "Por Vos, Señora, heredan la misericordia los miserables; los ingratos hallan gracia; los pecadores alcanzan perdón; los débiles obran grandes maravillas; los corazones terrenos se levantan a cosas celestiales: los mortales recobran la vida; los peregrinos vuelven sin peligro a su patria." Esta es la doctrina que defendió y propagó el más grande de los cantores marianos, San Alfonso. Podemos, por tanto, afirmar que si los mártires tuvieron fortaleza para confesar su fe en medio de los mayores tormentos, lo debieron a María... que si las vírgenes conservaron sin mancha la estola blanca de su inocencia, lo debieron a María... que si los anacoretas y los monjes perseveraron en la soledad de los desiertos y de los claustros, lo debieron a María... que si muchos hijos de Jesucristo en el correr de tantos siglos le amaron hasta el heroísmo de todas las virtudes, lo debieron a María. Así lo han reconocido muchas almas santas y por eso escribieron páginas de alabanza en honra de María, levantaron templos magníficos en honra de María, cantaron en bellas poesías las misericordias de María, grabaron en madera y en bronce el recuerdo de los milagros de María, y se pasaron la vida ofreciéndole su corazón como testimonio de su gratitud y como holocausto de su amor. Pero la ingratitud anida, aun en el corazón de las almas fervorosas. Ni los monumentos de su amor están en proporción con la grandeza de los beneficios recibidos, ni podrán abarcar jamás toda la extensión de las misericordias de su celestial Bienhechora. Por eso ahora al pie de tu altar, oh Virgen del Perpetuo Socorro, en nombre de todos los santos, confieso y declaro que de Ti recibieron todas las gracias que les preservaron del pecado y les levantaron a las cumbres de la santidad... En nombre de todos ellos te digo desde lo más íntimo del corazón: ¡Gracias!
DÍA SÉPTIMO
En nombre de todos los ingratos... ¡gracias!
Diez desventurados leprosos acudieron a Jesús y le pidieron la curación. Curóles Jesús, el bondadoso y omnipotente Nazareno... y se marcharon limpios y alegres. Sólo uno pensó en volver a su divino médico para-decirle con lágrimas de gratitud: Gracias... Los demás recibieron el beneficio y olvidaron al bienhechor... Sintiólo el Corazón de Jesús y manifestó su pena con sentidas y amargas palabras. ¿No es esto lo que todos los días y a todas horas está pasando ante el altar de la Virgen? Aquí vinieron todos los que tenían enfermedades en el cuerpo y agonías en el alma... Aquí desahogaron su corazón, Le decían a la Virgen que tuviera piedad de ellos... Y le contaban la interminable letanía de sus amarguras... sufrían tentaciones y sequedades en el alma... la fe parecía que se apagaba en el cielo de su espíritu... los peligros los empujaban con la fuerza de un remolino irresistible hacia un abismo... tenían hambre... no hallaban colocación para sacar adelante la familia... las garras del dolor oprimían sus pulmones... los seres más amados agonizaban lentamente en el hospital... se sentían solos y desamparados de todo el mundo... los días eran negros como el infierno y el porvenir, aterrador como la muerte... Todo esto te decían, Madre del alma, con ojos llenos de angustia, con palabras empapadas en lágrimas... Y te lo decían a todas horas con novenas que se empalmaban las unas con las otras... Y sobre todo te aseguraban que te amarían siempre, si Tú los oías... ¡Qué espléndidos eran en prometer! Y los oíste, oh Madre del Perpetuo Socorro... Curó el hijo... no faltó el pan en la mesa del hogar... volvió a casa el peregrino... se firmaron las paces del amor... desaparecieron las nubes del alma... A la tristeza sucedió la alegría en aquellos corazones torturados por el dolor. ¡Y se fueron sin darte gracias! ¡Qué pronto olvidaron las promesas que a tus plantas habían hecho!... Quizás Señora, no los volverás a ver a tus pies hasta que nuevas penas vengan a recordarles que sólo Tú eres el Perpetuo Socorro de la humanidad. Tienes, Virgen mía, el corazón más sensible... eres la más delicada de las madres... Sé que sufres por ese olvido de tus hijos. Permite, Madre mía, que en este día te ofrezca mi gratitud en reparación de tantas ingratitudes... No llores, oh Corazón el más tierno y misericordioso y herido de todos los corazones: Aquí tienes el mío, que te dice en nombre de todos los ingratos que te han olvidado: Oh Virgen del Perpetuo Socorro... gracias.
DÍA OCTAVO
Por todos los beneficios por mí recibidos... ¡gracias!
La historia de mi vida es un mosaico formado por las misericordias de María, que nunca medité, ni agradecí, como debiera. Fui redimido con la sangre de Jesús y con las lágrimas de María. Fué ésta, es verdad, una gracia infinita que descendió sobre la frente de todos los hombres y todos por eso deben cantar eternamente las alabanzas de esos bondadosos redentores. Pero ¿por qué nací yo en tierras donde brillaba el sol de la fe? ¿Por qué no me segó la muerte antes que el bautismo bañara mi alma con sus aguas regeneradoras y me comunicara el don de los dones, la gracia, que es el germen de la vida sobrenatural y la semilla de la vida eterna? ¿Por qué labios piadosos pusieron en los míos desde los primeros días de mi vida las plegarias santas de la Iglesia? ¿Por qué fuí creciendo en un cristiano hogar a la vera del templo, que es la casa de Dios y de la Virgen y de donde irradian sobre las almas el consuelo, la verdad y la esperanza? Y luego empezó en mi corazón la lucha tremenda entre el bien y el mal. Y mil veces caí y mil veces las manos de la Virgen me levantaron del abismo en qué cayera... Y son incontables las veces que, cual hijo pródigo, me alejé de Dios... y otras tantas me llamaron las voces cariñosas de mi Madre del cielo y volví al altar y me senté en la mesa de mi Dios, perdonado y feliz. Llegará un momento en que todos los días de mi vida aparecerán ante mis ojos, y veré que sobre todos y cada uno de ellos cayó un rayo de las misericordias de María. Por Ella conservé la fe... Por Ella no se extravió del todo mi corazón... Por Ella tuvieron consuelo mis lágrimas amargas... Por Ella tuvieron salud los míos, y los que amé volvieron a los abrazos de la paz y del amor. Hubo en mi existencia momentos cuya gravedad sólo yo conozco. Todo estaba perdido para mí... Me envolvía la noche del dolor... Me apretaban y ahogaban las garras de la desesperación... La Virgen me salvó. Y con lágrimas en los ojos debo declarar a la faz del mundo que soy un ingrato... No la amé como debiera... No recordé sus beneficios... Casi del todo la olvidé... Las promesas que hice en las horas del dolor se desvanecieron como un sueño. Pero no quiero ser más ingrato. La última gracia que de sus manos he recibido me ha hecho ver toda su bondad y toda mi miseria... ¡Qué buena es mi Madre!... ¡qué ingrato es su hijo! Pero, oh Madre del Perpetuo Socorro, heme aquí... No vengo a pedirte nuevas gracias. Las que de Ti he recibido son innumerables y me atan para siempre a tu amor. Por eso te ofrezco el humilde don de esta novena de acción de gracias... Ahora y siempre por todos los beneficios de Ti recibidos te diré: Gracias, Madre mía, gracias…
DÍA NOVENO
Por todos y para siempre... ¡gracias!
Por orden del orgulloso Nabucodonosor tres jóvenes fueron arrojados a un horno encendido, porque no querían adorarle a él, sino sólo a Dios. Cayeron en medio de llamas gigantescas, pero el fuego no tocó ni el pelo de su frente ni la orla de su manto. Y sintiéndose incapaces de dar dignas gracias a Dios por tan grande milagro invitaban a todas las criaturas para que con ellos bendijeran y alabaran al Señor. Yo también desde este bajo mundo y en medio del universo reconozco que todos hemos sentido el influjo de las misericordias de María, porque todos vivimos de la gracia de Dios, y las gracias de Dios todas pasan por manos de esa poderosa Bienhechora. Por eso, oh Madre del Perpetuo Socorro, humilde siervo e hijo tuyo, postrado a tus plantas levanto la voz e invito a todas las criaturas para que te bendigan y te den gracias... Sol, luna, estrellas, bendecid y dad gracias a María... Montes, valles, desiertos, bendecid y dad gracias a María... Angeles de la gloria hombres todos de la tierra bendecid y dad gracias a María... Y oigo que todas las criaturas responden a mi voz y entonan aquel cántico de gratitud y de amor que San Buenaventura recogió en su corazón: A Ti con voz eterna te cantan todos los ángeles del cielo... A Ti por el mundo universo la Santa Iglesia te proclama Madre de la Majestad divina, Mediadora de Dios y los hombres y amadora de todos los mortales... Pero aún deseo más... La Virgen sobre las montañas de Hebrón cantó: Y todas las generaciones me proclamarán bienaventurada. Y ese es el deseo más grande de mi vida: que sea santificado el nombre de Dios, que venga a nos el su reino; que se haga su voluntad, así en la tierra como en el cielo, y que su Madre y Madre mía, María, sea alabada y ensalzada hasta el fin de los siglos. Mi vida se extinguirá, como muere el gusanillo luminoso que pisa un caminante, pero deseo y espero que todas las criaturas hasta el fin de los siglos sigan viviendo para cantar las grandezas de María... No tardará en extinguirse mi voz en el mundo; pero pido al cielo que no se interrumpa el concierto de alabanzas ante el altar de María... Oh vosotros, hermanos míos en la fe y en el amor de Jesucristo, vosotros los que todavía viviréis, cuando yo baje a la tumba, quiero deciros antes de bajar al silencio del sepulcro que yo confieso ante la faz del mundo que lo bueno que en mi vida hice y la esperanza que me acompaña al otro lado de la vida, todo se lo debo a mi Madre del Perpetuo Socorro. Declaro y confieso también que fuí un ingrato, que muchas veces me olvidé de su amor y abusé de sus misericordias... A todos os pido que con vuestro amor y vuestra gratitud le hagáis olvidar a mi Madre del cielo las culpas y las ingratitudes mías… Sólo me alienta una esperanza y me recrea dulcemente un pensamiento... que en la eternidad no seré ingrato... que en el cielo seré uno de los que dirán y cantarán con más entusiasmo y alegría: Oh Madre del Perpetuo Socorro... ¡gracias!
ANOTACIONES
Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...
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NOVENA AL MILAGROSO NIÑO DE ATOCHA Que se venera en su Santuario de Plateros, en Fresnillo Zacatecas con licencia eclesiástica ADVERTENC...
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NOVENA AL SANTO CRISTO APARECIDO EN SAN MIGUEL DE LAS CUEVAS CHALMA Por el P. Francisco de Florencia, de la compañía de Jesús Año de 181...
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NOVENA EN HONOR DEL SEÑOR DE LA JUSTICIA Que se venera en la Basílica del Rosario de Lima Lima, 1869 ACTO DE CONTRICIÓN Oh...