domingo, 5 de octubre de 2025

NUEVE LUNES A SAN GERARDO MAYELA

 


NUEVE LUNES EN HONOR DEL TAUMATURGO SAN GERARDO MARÍA DE MAYELA

LEGO REDENTORISTA


ABOGADO DE LAS EMBARAZADAS 

 

  Esta pía devoción se puede realizar en cualquier época del año, y previo a su fiesta a modo de novena.


ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador y Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente de nunca más pecar, y de apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta: ofrézcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.

  

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh glorioso San Gerardo!, doy gracias a Dios quien os ha coronado en el Cielo con tan grande gloria y os ha elevado a un trono tan excelso entre los Santos y Ángeles del Paraíso. Ahora, mientras gozáis de la bienaventuranza celestial, no os olvidéis de mí, vuestro siervo y devoto. Mirad los peligros que me amenazan, los males y miserias que me agobian. Emplead vuestro poder y valimiento cerca de Dios para socorrerme en mi necesidad. Dios, quien durante vuestra vida oía siempre vuestras súplicas, no desatenderá vuestros ruegos ahora cuando estáis cerca de Él en el reino de la gloria. Rogad por mí y obtenedme, por la intercesión de María Santísima, las gracias que os pido en este piadoso ejercicio. Amén.

  


LUNES PRIMERO 

SAN GERARDO Y EL NIÑO JESÚS

A la edad de seis años, el niño Gerardo fue a postrarse ante la imagen de María, venerada en la capilla de Capotiñano. De pronto vio animarse la estatua de la Virgen, y que el Niño Jesús se desprendía de sus brazos, acercándose a jugar con él. Terminado el juego, el Niño Dios le dio un panecillo que Gerardo llevó a su casa diciendo a la madre: “El niño de una señora me ha dado este panecillo”. El caso se repitió varias veces y fue observado por la hermana y la madre de Gerardo.

 

REFLEXIÓN

Considera cómo queriendo el Señor, que es admirable en sus Santos, hacer de San Gerardo un prodigio de su poder y de su gracia, le enriqueció desde su nacimiento con bendiciones celestiales y particulares gracias. Mas ¿de qué le hubieran valido, de no corresponder a ellas, sino para su mayor ruina y condenación? Gerardo oyó en su tierno e inocente corazón la voz de Dios que le llamaba a la santidad, y desde entonces alimentó en su alma un deseo, siempre fervoroso y siempre constante, de llegar a la más alta perfección.

 

ORACIÓN

¡Oh glorioso San Gerardo, Ángel de inocencia!, os saludo y felicito por aquella cándida pureza que habéis conservado intacta hasta la muerte. Gozáis ahora en el Cielo de la visión de Dios prometida a los que tienen puro el corazón. Yo, infeliz pecador, desde este lugar de peligros, tentaciones y seducciones, os invoco, implorando vuestra piedad y solicitando vuestra ayuda. Amantísimo patrono mío, San Gerardo, amparadme en las tentaciones, recordándome la presencia de mi Dios, y la necesidad de recurrir pronta y constantemente a la oración. Obtenedme el santo temor de Dios, a fin de qué huya de las ocasiones peligrosas y no dé nunca oído a la tentación. Alcanzadme también una filial devoción a María Santísima, la Reina de las vírgenes, para que por Ella protegido, guarde fielmente la pureza de corazón. Amén. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

INVOCACIONES A SAN GERARDO

-Oh San Gerardo, cuya santidad, bondad y milagroso poder han hecho nacer en mi corazón tan viva confianza,

R/: Rogad por mí, compasivo protector.


-En mis luchas contra el demonio, el mundo y las malas pasiones, para que consiga la victoria,

 

-Si la costumbre de pecar impusiere a mi alma un yugo vergonzoso, para que, junto con la gracia, vuelva a hallar la santa libertad de los hijos de Dios,


-Si tuviere la desgracia de abusar de los Sacramentos de la Penitencia y Eucaristía, para que, en adelante, confiese y comulgue con buenas disposiciones,


- Si por la injusticia de los hombres, me viere blanco y víctima de calumnias, vejámenes y malos tratamientos, para que perdone, olvide y devuelva bien por mal,

 

-En las pruebas de la vida, enfermedades, pesares, falta de éxito, reveses de fortuna, para que lleve todo con resignación cristiana,

 

-En el cumplimiento de mis deberes de estado, a fin de que, por amor a Dios, los desempeñe con entera fidelidad,


-Para que practique las virtudes que santifican a los elegidos: la humildad, la caridad, la mortificación, la obediencia y el santo abandono a la voluntad de Dios,

 

-Para que vuestros ejemplos de celo me lleven a emplearme con valor en la salvación del prójimo,


-Para que muera en la gracia y amistad de Dios auxiliado por Jesús y por María,


L/: Rogad por nosotros, San Gerardo.

R/: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

 

ORACIÓN

Oh Dios, que quisisteis atraer desde su juventud al beato Gerardo para hacerlo conforme a la imagen de vuestro Hijo Crucificado, haced, os lo pedimos, que al imitar sus ejemplos, reproduzcamos en nosotros este divino Modelo. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.




LUNES SEGUNDO 

SAN GERARDO Y LA EUCARISTÍA

Muy niño aún, descubrió Gerardo un tesoro inestimable, el mayor en la tierra, Jesús Sacramentado. ¡Con qué gusto lo hubiera recibido en la Sagrada Comunión! Un día, arrastrado por una fuerza irresistible, fue al comulgatorio para comulgar con los demás fieles. El sacerdote, viéndolo tan pequeñito, pasó de largo y no le dio la Comunión. Gerardo se retiró llorando. En la noche siguiente, el Arcángel San Miguel, de quien era muy devoto, le trajo la Sagrada Comunión. Radiante de alegría lo manifestó diciendo: “Ayer el sacerdote no quiso darme la Comunión y esta noche vino a dármela San Miguel”.

 

REFLEXIÓN

Considera cómo San Gerardo, a imitación de su Padre San Alfonso, recibía la Sagrada Comunión con tanto fervor, y visitaba a Jesús Sacramentado con tanta frecuencia, que ya desde sus tiernos años mereció que le llamaran el Serafín de la Eucaristía. Alma mía, si no visitas frecuentemente a Jesús Sacramentado, si no lo recibes en tu alma, es porque no le amas. Para todo hallas tiempo: para hablar con tus amigos, para divertirte en el mundo, para estudiar, para trabajar; sólo no hallas un cuarto de hora para visitar al Amante divino, que por amor tuyo está de noche y de día en este Sacramento de amor. ¿Hasta cuándo durará tu cruel abandono?

  

ORACIÓN 

¡Oh glorioso y bienaventurado Gerardo!, me confundo al considerar tus virtuosos ejemplos y tu acendrada devoción al Santísimo Sacramento, comparándola con mi frialdad y poca fe delante de nuestro común Redentor. Bien quisiera yo poder amarle como tú le amaste, alcanzar tu fervor en mis comuniones, y tener aquel vivo deseo que tuviste en obsequiarle en esta mortal carrera, para conseguir por este medio las gracias que Tú conseguiste, y perfeccionar mi vida purificando mi alma con el fuego sagrado de la santa Eucaristía. Acudo hoy a implorar tu poderosa protección para poder salir del estado de tibieza en que he vivido hasta el presente, y espero por tu valimiento conseguir la gracia de ser más fervoroso en la recepción y visitas de este divino Sacramento. Amén. 



 

LUNES TERCERO

CONFIANZA DE SAN GERARDO EN DIOS

Un día que el obispo, su patrón, había salido a paseo, Gerardo cerró las habitaciones del prelado, y llevándose la llave, fue por agua a un pozo que había en la plaza pública. Por desdicha, al inclinarse sobre el brocal del pozo, se le cayó al agua la llave. “¡Qué dirá su señoría!”, exclamó Gerardo; “¡cómo se pondrá, cuando lo sepa!”. Luego oró un momento y voló a la sacristía de la catedral en busca de una estatuita del Niño Jesús. Ató al Niño con una de las cuerdas que en el brocal del pozo había, y poco a poco lo bajó al fondo del agua diciendo: “Niño mío; devuélveme la llave si no quieres que mi señor se enoje justamente conmigo”. Tiró Gerardo de la cuerda, y a los breves instantes se vio la estatua a flor de agua y, ¡oh maravilla!, entre sus manecitas traía el Niño Jesús la llave perdida.

 

REFLEXIÓN

Considera cuán grande debió ser la confianza de San Gerardo, quien obtuvo del Señor tan señalados favores y gracias tan extraordinarias. ¡Con qué seguridad –casi diría– con qué naturalidad procedía al obrar esos grandiosos milagros que esmaltan casi todas las páginas de su biografía! Alma mía, ¿confías en el Señor como debes? Y cuando pides al Señor y a los Santos alguna gracia, ¿ensancha la confianza tu corazón o entras en la oración con temores y recelos? Procura despegar tu corazón más y más de los bienes de la tierra y elevarlo más y más al Cielo. Oye cómo la Iglesia te exhorta todos los días por boca de sus ministros: “Sursum corda” (¡Arriba los corazones!).

  

ORACIÓN

¡Oh bienaventurado Gerardo!, considero vuestra firme e inquebrantable esperanza, que os sostuvo en medio de tantos peligros, y os comunicó, tan poderoso aliento para emprender, continuar y perfeccionar las obras admirables que ejecutasteis en servicio de Dios y en bien de las almas. Admiro vuestra confianza en aquel Señor Todopoderoso, que os confortaba a trabajar sin descanso durante vuestra mortal carrera, y a esperar la corona de justicia, que tiene preparada para los que pelean debidamente como buenos soldados de Cristo, y vencen con su gracia en los combates de esta vida. Y si por mi falta de confianza no merezco conseguirla, os pido que primero me alcancéis aumento de esta misma virtud, para que, animado por ella, y consolado en mis presentes necesidades, venza también yo en mis espirituales combates, hasta poder llegar por este medio a la mansión de la Gloria. Amén. 


 

LUNES CUARTO

SAN GERARDO Y SU AMOR A DIOS Y A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Era el tercer domingo de Mayo, y se celebraba solemnemente en la Catedral una fiesta a la Inmaculada Concepción. Expuesta se hallaba la imagen de María a la pública veneración; ya se disponían a sacarla en procesión, cuando Gerardo, que contaba a la sazón unos diecisiete años, después de haber orado con gran fervor delante de Ella, se levantó con el rostro inflamado como un serafín, abalánzase hacia la estatua, quítase el anillo que en el dedo llevaba, y con filial amor y sorpresa de los que la escena presenciaban, lo pasa a un dedo de la Virgen, exclamando de modo que lo pudiese oír toda la multitud reunida: “Vedme ya desposado con Nuestra Señora”, como si dijera: “Ya no me pertenezco a mí, soy de María y a ella le consagro irrevocablemente mi pureza virginal”. La Reina del Cielo aceptó la ofrenda de su fiel servidor y le alcanzó la gracia de guardar en cuerpo y alma, pureza de Ángel. Había cerca del convento donde vivía nuestro Santo, un pobre ciego que cantaba con primor y tocaba la flauta con mucha maestría. Gerardo, que le conocía muy bien, cierto día le dijo: “Felipe, toca para alegrar a los pobres”. –“Y ¿qué toco?”, repuso el ciego. – “Toca aquel cántico”, añadió el Santo, “que comienza: En Ti; mi Dios, sólo ansío, Tu querer y nunca el mío”. Apenas el ciego comenzó la melodía, Gerardo, como ebrio de alegría, comenzó a agitarse y a saltar, repitiendo: “Tu querer y nunca el mío”. Alzó los ojos al Cielo, extendió las manos y se levantó del suelo cual flecha disparada por robusto brazo.

 

REFLEXIÓN

Considera, alma cristiana, que el amor de Dios debe ser el principal motivo de todas nuestras obras y oraciones. ¿Amas a Dios con todas tus fuerzas? Acuérdate de lo que dice San Gregorio Papa: “La verdadera prueba del amor son las obras”. ¿Prueban tus obras que, amas a Dios? ¿Cumples siempre y sin reserva a ejemplo de San Gerardo la divina voluntad expresada en los mandamientos de Dios y de la Iglesia y en las particulares obligaciones de tu estado? ¿Te conformas con las disposiciones de la Providencia, en la hora de la prueba? No te canses de pedir al Señor el precioso don de su santo amor. No es buen cristiano el que no ama de veras a María Santísima. María es la Madre de Jesús, y no puede preciarse de ser verdadero amante de Jesús el que no ama también a su Santísima Madre. Alma mía, ¿eres devota de la Virgen? ¿Tratas de honrar con tus obsequios a tu Madre del Cielo? La devoción a María –dicen los santos– es señal segura de pertenecer al número de los predeterminados a la Gloria. Pero no te olvides, alma cristiana, de que no eres verdadera devota de María si no huyes del pecado y la ocasión próxima de pecar.

 

ORACIÓN

¡Oh bendito y glorioso Gerardo, volcán de amor de Dios, serafín en la tierra, y dechado de todas las virtudes!, compadeceos de nosotros, que tan tibios nos hallamos en el servicio de Dios y tan fríos en la verdadera caridad; y ya que tanto podéis con el Dador de todo don perfecto, alcanzadnos la gracia de emprender eficazmente la práctica del amor a Dios, para qué, elevados por su medio sobre las cosas terrenas, lleguemos en esta vida a la consideración de las celestiales, y después de nuestra muerte a la posesión de la eterna mansión de la Gloria. Alcanzadnos también una tierna, constante y filial devoción a la Reina de los Ángeles. Ya que tanto habéis deseado en la tierra ver propagada en todas partes y en todos los corazones una devoción tan saludable, no lo habéis de desear menos ahora que estáis en el Cielo a los pies de vuestra Santísima Madre, contemplándola cara a cara, hablándola y obsequiándola como Ella merece; por tanto os suplicamos humildemente que os hagáis nuestro abogado para con Ella, a fin de que nos mire como tierna Madre, se compadezca de nuestras necesidades espirituales, y sobre todo, de nuestra falta de amor de Dios, y nos bendiga desde el trono que ocupa en la Gloria y, haciéndonos perseverar en el servicio divino y en la devoción hacia Ella hasta el último momento de nuestra vida, tengamos la dicha de llegar por su medio a la eterna mansión de la Gloria. Amén. 


 

LUNES QUINTO

SAN GERARDO EN LOS PELIGROS

Hallándose un día Gerardo a orillas del mar, oyó angustiosos gritos y clamores de gente que veía cómo las olas, agitadísimas por la tempestad, iban a echar a pique una lancha llena de tripulantes. Movido de compasión, hace el Santo el signo de la Cruz, echa hacia atrás el manteo y avanza sobre las aguas gritando: “¡En nombre de la Santísima Trinidad, detente!” Al punto quedó inmóvil la lancha, y acercándose Gerardo, como si la embarcación fuese leve corcho flotante, la trajo a la orilla, y salió del mar sin haberse siquiera mojado el hábito. “¡Milagro, milagro!”, gritaban todos; mas el Santo huyó a toda prisa y fue a esconderse en casa de un amigo. “¿Cómo –le preguntó luego el Superior– pudo sacar la lancha?”. “¡Oh, Padre mío –respondió Gerardo– cuando Dios quiere, todo es posible!”.

 

REFLEXIÓN

Alma mía, en las tempestades y peligros de la vida presente, ¿cuáles son tus cuidados para no sucumbir? ¿Te preocupas más por las cosas temporales que por las espirituales? Piensa que si llegas a salvar el alma, habrás salvado también el cuerpo y serás dichosa para siempre.

 

ORACIÓN

Protector mío San Gerardo, en medio de la felicidad de que gozáis en el Cielo no os olvidéis de vuestro devoto que gime aún rodeado de las miserias de este destierro. Mirad en cuántos peligros me encuentro de perder a mi Dios. Alcanzadme abundantes gracias para librarme del pecado y perseverar en la gracia de Dios hasta la muerte. Mirad compasivo las penas y amarguras en que me veo sumergido. Y ya que gozáis de tan gran poder y valimiento cerca de Dios, socorredme en mis necesidades, particularmente en la que os encomiendo. No digáis que no podéis socorredme. Dios, durante vuestra vida, oía siempre vuestras oraciones y obraba por vuestro medio grandes milagros. Ahora, en el Cielo, no os negará nada de cuanto le pidáis. Rogad por mí, glorioso Protector mío, y alcanzadme por la intercesión de la Santísima Virgen la gracia que os pido. Amén. 


 

LUNES SEXTO

SAN GERARDO CONVIERTE A LOS PECADORES

Cierto día encontró Gerardo a un joven aventurero que atentamente lo miraba. Llevaba el Santo un manteo remendado y una vieja sotana. El joven, creyéndole un mago, le preguntó: “¿Es usted un nigromante que va buscando tesoros?” Sorprendióse Gerardo con la demanda, pero pronto comprendió con quién se las había, y respondió: “Si quieres enriquecerte, yo te indicaré el modo”. Lo llevó a un bosque, y quitándose el raído manteo lo extendió en tierra, haciendo que el joven se arrodillara en él. “Te he prometido buscar un tesoro” –le dijo el santo Hermano– “¿quieres verlo?… Mira”. Y sacando un Crucifijo lo puso ante sus ojos diciéndole: “Éste es el tesoro que, tantos años ha, perdiste”. Pintó al desgraciado joven, con vivísimos colores, el triste estado de su alma. Éste, arrepentido, se puso a llorar amargamente, y cambió de vida, haciendo después una buena y santa confesión.

 

REFLEXIÓN

¿Procuras ser útil, en la medida de tus fuerzas, a las almas redimidas con la Sangre preciosa de Jesucristo? ¿Tratas al menos de hacer bien a los que viven en tu compañía, como son tus parientes y amigos, por medio de la oración, del buen ejemplo, de los buenos consejos, etc.? ¿Te interesas por la obra de las misiones, por la propagación de la fe y por otras santas empresas que tienen por fin la conversión de los infieles y la salvación de las almas? Acuérdate de las palabras del Apóstol Santiago: “El que hace que se convierta el pecador, salva su propia alma”.

  

ORACIÓN 

¡Oh bienaventurado Gerardo!, considero vuestra extraordinaria caridad hacia vuestros semejantes, la que, descubriendo en los hombres la imagen de Dios grabada en sus almas, os movía a amar a todos, a favorecer a todos, a consolar a todos, aliviándolos en sus males, aconsejándolos en sus dudas, fortaleciéndolos en sus debilidades, dirigiéndolos en sus caminos, amonestándolos en sus faltas; sin perdonar desvelos y trabajos para socorrerlos en sus necesidades espirituales y corporales. Os ruego, que me alcancéis verdadero espíritu de caridad y ese sincero amor que es el verdadero distintivo de los discípulos de Cristo Nuestro Señor, para que, consolado en mis presentes necesidades, amándonos todos sinceramente en esta vida, tengamos la dicha de estar un día reunidos inseparablemente en la bienaventuranza eterna. Amén. 



 LUNES SÉPTIMO

SAN GERARDO, PODEROSO CONTRA LAS TENTACIONES DEL DEMONIO

Viajando un día de riguroso invierno, vióse Gerardo sorprendido por espesísima niebla en medio de los bosques. Perdió nuestro viajero el camino, y marchando sin rumbo fijo, advirtió de repente que se hallaba al borde de un precipicio. Quiso retroceder, pero en el mismo instante surge ante sus ojos un fantasma horrible que, con infernal sonrisa exclama: “Llegó, miserable frailecito, la hora de mi venganza; al fin has caído en mis manos, puedo hacer de ti lo que me plazca”. Era el demonio. Sobrecogido quedó Gerardo, pero poniendo su confianza en Dios tiende imperiosamente la mano hacia Satanás y le dice: “Bestia infernal, en nombre de la Santísima Trinidad te mando que tomes las riendas de mi caballo y me conduzcas hasta Lacedonia”. Rechinaron los dientes de aquel monstruo, crispáronsele los cabellos, pero la virtud de la Santísima Trinidad le forzó a servir de guía y escudero al siervo de Dios.

 

REFLEXIÓN

Alma mía, ¿confías en el Señor como debes? Has de saber que la oración es el gran medio de salvación, como la llama San Alfonso. ¿Y tú recurres a Dios en las tentaciones? ¿Qué haces para resistirlas? ¿Le pides al Señor, con fervor y asiduidad, te de fortaleza y perseverancia para combatirlas? “No será coronado” –dice el Apóstol– “sino el que combatiere como es debido”.

 

ORACIÓN

¡Oh San Gerardo!, el Infierno se ha desencadenado contra mí; una furiosa tempestad ha levantado las pasiones de mi corazón. Me parece que empiezo ya a sumergirme. Mi corazón hace trato con el enemigo; mi voluntad no cuida casi más de la mano que la pueda socorrer, que podría arrancarla de las asechanzas de Satanás; y, para colmo de desgracia, mi lengua trabada no habla más ni a Dios para implorar su socorro, ni a los hombres para que me den algún buen consejo. ¡Tened piedad de mí, oh mi Santo Protector! Numerosas son las victorias que conseguisteis sobre el demonio: obtenedme la fuerza de triunfar a mi vez. Vos le mandabais como dueño; haced que yo no sea jamás su esclavo. Implorando el socorro de la Reina del Cielo, vencisteis al infierno; no permitáis, que en los asaltos que da el enemigo a mi alma, descuide de invocar a María. Quiero invocar a la Santísima Virgen; pero invocadla también Vos por mí, para que me proteja y me haga salir victorioso. Asistidme, ¡oh San Gerardo!, ahora y en todo el curso de mi vida hasta mi última hora. Yo quiero poder en el Cielo bendecir vuestro caritativo socorro, que me habrá hecho merecer la corona de los elegidos. Amén. 


 

LUNES OCTAVO

SAN GERARDO Y SU CARIDAD CON LOS POBRES

En todos sus viajes imploraba Gerardo el pan de cada día de la caridad pública. Al llegar cierto día a una humilde aldea, acercóse a la puerta de la casa de una pobre mujer, en demanda de limosna.

“Perdone, por Dios, Hermano, –repuso la mujer– que ni siquiera tengo un mendrugo de pan”. “¡Cómo! –replicó el Hermano–, ¿qué no tiene nada? ¡Pues sí, tiene un arca llena de pan!”. “No tengo ni un pedazo”, tornó a decir la buena mujer, la cual, por obedecer a las reiteradas instancias de San Gerardo, alzó la tapa del arcón y lo halló lleno de sabrosísimos panes. No quería creer lo que sus ojos veían; palpó los panes, y vio que eran verdaderos. En agradecimiento a tan gran favor, socorrió con muy buena limosna al que de manera tan prodigiosa acababa de favorecerla.

 

REFLEXIÓN

Alma mía, ¿amas a tu prójimo de veras, no sólo con palabras, sino también con obras? ¿Le ayudas en las penas y amarguras de la vida? Imita, ¡oh cristiano!, a San Gerardo, que no pudo ver a un prójimo en necesidad alguna sin socorrerle al instante.

 

ORACIÓN

¡Oh glorioso San Gerardo! Dios ha recompensado magníficamente vuestra virtud y vuestra fidelidad haciéndoos poderoso auxiliador de los que sufren. Ya durante vuestra vida nadie que implorara vuestro socorro se retiraba de Vos sin consuelo. Dios ha colmado vuestro corazón de entrañable compasión para con las necesidades humanas, y no pocas veces ha puesto en vuestras manos los tesoros de su Omnipotencia. Llegasteis a ser Ángel de caridad consolando a los afligidos, socorriendo a los pobres y enfermos, amonestando y salvando a los pecadores. Alcanzadnos un corazón compasivo para con los necesitados y haced que con nuestras oraciones, trabajos y sacrificios, podamos contribuir a la conversión de los pecadores y salvación de las almas. Amén. 


 

LUNES NOVENO

GLORIOSA MUERTE DE SAN GERARDO

El día 15 de Octubre comulgó Gerardo por viático. A la caída de la tarde preguntó qué hora era; y cuando le dijeron que eran las seis, repuso: “Aún me quedan seis horas de vida”. Entre las 10 y las 12 perdió el conocimiento. Vuelto en sí, dijo al enfermero: “Pronto, Hermano, arroje usted a esos miserables”. Parece que éste fue el último asalto del Infierno. De repente serenóse su frente y lleno de júbilo exclamó el moribundo: “He aquí la Madre de Dios, honrémosla, honrémosla”; y arrodillándose en la cama quedó abismado en éxtasis. Después de media noche exhaló un profundo suspiro. El enfermero, advirtiendo que el enfermo entraba en agonía, llamó al sacerdote; y mientras éste le daba la postrera absolución, despedíase aquella alma de los lazos del cuerpo. Era la 1 de la mañana del 16 de Octubre de 1755. Gerardo contaba 29 años y medio de edad y seis de vida religiosa.

 

REFLEXIÓN

Todos confiesan que los Santos han sido verdaderos sabios, porque se han preparado a la muerte antes que la muerte llegase. ¿Y tú qué haces? ¿Quieres correr el riesgo de comenzar a prepararte a morir cuándo la muerte esté próxima? ¡Qué tormento te causará entonces la memoria del tiempo perdido, y mayormente del tiempo malamente empleado! Puesto que es cosa cierta, hermano mío, que has de morir, póstrate luego a los pies del Crucifijo, y da gracias a Dios por el tiempo que te da, en su misericordia, para poner en orden tu conciencia. En cuanto a lo pasado, fíalo todo a los méritos de la Sangre de Jesucristo, que te da ahora estas luces porque quiere salvarte.

 

ORACIÓN

¡Oh bienaventurado Gerardo!, dignísimo hijo de San Alfonso, que entre los lirios de la inocencia más pura y las espinas de la más rigurosa penitencia os trasformasteis por la caridad en imagen viva de Jesucristo, reproduciendo en Vos sus divinas virtudes, y especialmente la humildad y la obediencia hasta la muerte: haced que a vuestra imitación, abrazado yo también con la cruz, me resuelva a seguir de veras los ejemplos que nos ha dejado nuestro común Redentor, convencido de aquella gran verdad: que el conformarse en todo y por todo con Él en la tierra es el único camino para llegar seguramente a gozar y reinar con Él en el Cielo. Amén.



NOVENA A SANTA ZITA DE LUCCA

 


NOVENA DE SANTA ZITA DE LUCCA, VIRGEN


POR EL R. P. SANTIAGO AUBERT

Misionero Hijo del Inmaculado Corazón de María


SEXTA EDICIÓN

MADRID

EDITORIAL COCULSA

Paseo de Rosales, 48, duplicado

1949


ORACIÓN PREPARATORIA LOS DÍAS PARA TODOS

¡Oh Dios misericordioso y padre de toda consolación!, que amáis a los grandes y a los pequeños, y aún con más predilección a los pequeños que a los grandes; que para manifestarnos este amor vinisteis al mundo con el traje de pobre obrero, y pasasteis treinta años de vuestra preciosa vida trabajando y ganando el pan con el sudor de vuestra frente. Concedednos que, por intercesión de vuestra sierva la criada Zita, amemos la pobreza y el trabajo, y estemos contentos con el estado en que nos habéis colocado, sirviéndoos con la fidelidad con que lo hizo vuestra humilde sierva; a fin de que, después de haberos amado acá en la tierra, tengamos la dicha de veros y amaros eternamente en el cielo. Amén.


DÍA PRIMERO 

ESPÍRITU DE FE

¡Oh bienaventurada Zita!, que desde vuestra infancia casi de continuo meditabais las máximas de la fe, a las cuales ajustabais todos los actos de vuestra vida, toda impregnada y embalsamada por las verdades de la misma fe. Alcanzadnos del Señor el espíritu de fe viva que nos haga pensar, juzgar, obrar y sufrir según sus impulsos.

Pidanse las gracias que se deseen obtener. Y para conseguir ésta y demás gracias, rezaremos tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patri.


GOZOS EN HONOR DE LA GLORIOSA VIRGEN SANTA ZITA

Con creciente devoción

el mundo te felicita.

Válganos tu intercesión,

¡oh gloriosa Santa Zita!


De pobres padres nacida,

en el campo te criaste,

y cual rosa perfumaste

el hogar, con santa vida;

tu delicia es la oración,

en la cual Dios te visita.


Siendo niña todavía,

te pusieron a servir;

de criada hasta morir

la cruz llevas cada día;

en tan baja condición,

a su dulce Esposo imita.


Tu alma es como azucena

en pureza y en candor,

por lo que el divino Amor

de caricias te la llena.

A tu manso corazón

sólo un tentador irrita.


«La virtud es hacendosa»,

repetías con frecuencia;

el trabajo es penitencia

y una corona gloriosa.

A trabajar con tesón

tu ejemplo nos incita.


Prestas de tú amo el manto

a un pobre peregrino,

y conviertes agua en vino

para confortar a un santo;

raya tu amor en pasión:

es cual flor nunca marchita.


Son felices los devotos

que tu intercesión imploran;

se consuelan, si ellos lloran,

porque atiendes a sus votos.

Tu constante protección

a invocarte nos invita.


L/: La gracia brilló en tus labios.

R/: Por eso Dios te bendijo para siempre.


ORACIÓN

¡Oh Dios!, que a la bienaventurada virgen Santa Zita, siendo sencilla criada, le concedisteis un reino eterno; os rogamos, por su intercesión, que, sirviéndoos fielmente en la tierra, merezcamos como ella conseguir el reino de los cielos. Por Nuestro Señor Jesucristo. Así sea.


ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh gloriosa Zita! rosa de caridad, lirio de pureza y violeta de humildad, que en la humilde condición de criada nos disteis ejemplo de todas las virtudes y os elevasteis a las cumbres de la más alta santidad, y que, olvidada y desconocida de los hombres, formabais las delicias de aquel Señor que se complace en derramar sus dones sobre los sencillos y pobrecitos de la tierra. Alcanzadnos que por vuestros méritos nos santifiquemos en nuestro estado, y menospreciando los aplausos de los hombres, y huyendo de las vanidades del mundo, no busquemos más que a Dios y su santo amor, a fin de que, después de los cortos días de nuestra vida, lleguemos al puerto seguro de la gloria, donde reinemos con Dios y con vos por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA SEGUNDO

LA HUMILDAD

¡Oh humilde Zita!, que, como la violeta de los campos, vivisteis escondida a las miradas de los hombres, y, oculta bajo las modestas sombras de la condición de criada, esparcíais a vuestro alrededor el delicadísimo aroma de la humildad más profunda, aroma que el Dios de los humildes aspiraba complacidamente, derramando sobre vuestra alma, en cambio de los tesoros de humildad que encerraba, tesoros de gracias y de carismas celestiales. Alcanzadnos la gracia de ser humildes de corazón y de amar los desprecios de los hombres, a fin de que, viéndonos en esta tierra humillados, nos veamos eternamente ensalzados en el cielo.


DÍA TERCERO

LA MORTIFICACIÓN

¡Oh virgen penitente! que cual azucena rodeada de espinas supisteis juntar de un modo tan admirable la inocencia más pura con la penitencia más austera. Confundidos al comparar vuestra vida tan mortificada con la nuestra tan regalada, deseamos cambiar de costumbres; y para eso, alcanzadnos el espíritu de Jesucristo, que es espíritu de abnegación y de penitencia, a fin de que, después de llevar nuestra cruz tras las huellas ensangrentadas de Jesús, podamos un día participar de sus castas delicias por toda la eternidad.


DÍA CUARTO

LA CASTIDAD

¡Oh virgen prudentísima, gloriosa Zita!, que conservasteis siempre encendida en vuestro corazón la lámpara resplandeciente de la pureza virginal. ¡Oh espejo purísimo de castidad, jamás empañado por el venenoso hálito de la impureza! ¡Oh paloma siempre llena de candor y de inocencia, que fijasteis vuestro nido en el agujero de la peña, Cristo Jesús! Miradnos con ojos compasivos, vigorizad nuestras almas, y dejad caer de vuestras virginales manos lirios de pureza sobre los casados, para que se conserven puros en su estado; lirios de pureza sobre los viudos, para que edifiquen con su modestia, y lirios de pureza sobre las doncellas, a fin de que conserven siempre pura e inmaculada la azucena de su pureza virginal.


DÍA QUINTO

LA OBEDIENCIA

¡Oh bienaventurada Zita!, modelo perfectísimo de obediencia, que siguiendo los ejemplos de vuestro celestial Esposo, quien se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, sujetasteis por su amor vuestra voluntad propia, y como una humilde esclava cumplíais las órdenes de vuestros amos como si fueran preceptos del mismo Dios, con lo cual adquiristeis un tesoro inmenso de méritos que ahora forman vuestra riquísima corona en el cielo. Alcanzadnos el espíritu de sumisión y obediencia a nuestros superiores, sujetándonos por amor a Jesús a cuanto nos ordenen, aunque repugne a nuestra naturaleza corrompida.


DÍA SEXTO

LA DULZURA

¡Oh inclita sierva de Dios!, cuyos labios, como panal de miel, destilaban siempre palabras de suavidad y de dulzura, con lo cual ganabais para Jesucristo todos los corazones, haciendo amable la virtud con vuestros suaves atractivos. Alcanzadnos del Señor el espíritu de mansedumbre, para que tengamos paz con Dios, paz con nuestros prójimos y paz con con nosotros mismos.


DÍA SÉPTIMO

LA CARIDAD FRATERNA

¡Oh insigne y caritativa Zita!, cuyo corazón, modelado según el corazón de Jesús, encerraba tesoros de ternura y de amor para todos los hombres, a los que mirabais como hermanos vuestros, miembros de Jesucristo y templos vivos del Espíritu Santo, y a quienes enjugabais las lágrimas con la solicitud de una madre, consolabais en sus enfermedades y socorríais con limosnas, cercenando de vuestro alimento el pan de la caridad que depositabais en su seno. Alcanzadnos del Señor el verdadero amor fraternal, que no se funda en la carne, ni en la sangre, ni en el interés propio, sino únicamente en la divina caridad, a fin de que, después de habernos amado en la tierra como hermanos, descansemos eternamente en el seno de nuestro Padre celestial.


DÍA OCTAVO

LA ORACIÓN

¡Oh seráfica Zital, cuya vida se deshacía perpetuamente como el incienso en el fuego, por medio de aquella altísima oración que en aromáticas espirales subía de la tierra al cielo y, penetrando en las nubes, llegaba hasta el trono del Eterno, quien aspiraba complacido su suavísima fragancia y os concedía cuanto le pedíais. Alcanzadnos un grande amor a la oración, a conversar con Dios y acudir a Él en todas nuestras cosas, con la confianza con que un niño pequeñito acude a su buena madre, a fin de que sea la oración para nosotros la panacea universal, el arma con que triunfemos de todos nuestros enemigos, y mediante ella consigamos la perseverancia final que es la corona de todas las gracias.


DÍA NOVENO

EL TRABAJO

¡Oh gloriosa Zita!, copia acabada de la mujer fuerte de que nos habla el Espíritu Santo en el libro de la Sabiduría, y que, a imitación de aquélla, no descansabais de día ni de noche, ocupada en vuestras labores domésticas, siendo vuestra virtud más especialmente amada la virtud del trabajo. Alcanzadnos este mismo amor al trabajo, cifrando nuestra devoción en cumplir exactamente las obligaciones propias de nuestro estado, trabajando con el deseo único de agradar a Dios, a fin de que nuestras fatigas y sudores se conviertan en otros tantos grados de gloria. Amén.


CAMINATA DE SAN NICOLÁS


 

LOS LUNES DE SAN NICOLÁS DE BARI

Se ha hecho costumbre piadosa visitar los lunes de cada semana el altar del Arzobispo de Mira, San Nicolás de Bari, donde quiera que se levantare a la pública veneración. Para esas visitas de devoción tan laudable son esas plegarias que siguen distribuídas por meses, que ofrecemos a los visitantes asiduos del glorioso taumaturgo. En ellas verán una fórmula práctica y breve de honrar al Santo y de encomendarse a su protección, que, como la de todos los santos del cielo, nos es a todos los fieles de la tierra tan necesaria en la vida cristiana. 


PRIMER LUNES DE S. NICOLÁS

Al entrar en el Templo se hará la primera reverencia al Santísimo Sacramento manifiesto o reservado, rezando devotamente una estación y, terminala, se dirán estas preces:


¡Oh cuán suave es, Señor, vuestro espíritu, que para mostrar a vuestros hijos vuestra dulcedumbre, dándole un Pan delicioso del cielo, llenais de bienes a los hambrientos de él; y a los ricos orgullosos los dejáis sin nada!


L/: Les habéis dado el Pan venido

del Cielo.

R/: Que en sí contiene toda la suerte de espirituales delicias.


ORACIÓN

Oh Dios, que en este admirable Sacramento nos habéis dejado la memoria de vuestra pasión; os suplicamos nos concedáis la gracia de que de tal modo veneremos los sagrados misterios de vuestro Cuerpo y Sangre, que sintamos contínuamente en nuestras almas el fruto de vuestra redención. Vos, que siendo Dios, vivís y reináis por los siglos de los siglos. Así sea.


(Después de este rendido homenaje a la Divina Eucaristía, comienza la visita a San Nicolás en su altar, o ante su imagen).


ACTO DE PRESENCIA

Aquí me tienes, Santo de mi devoción, glorioso San Nicolás, en este lunes dedicado a tu culto por la piedad cristiana. Vengo a visitarte, como tantas otras almas que te guardan gratitud. Y como ellas a pedirte tu protección valiosa sobre mi vida. Admíteme unos momentos junto a tu altar y cerca de tu imagen santa en la que contemplo y admiro la paternal bondad con que acoges a todo el que te busca. Pongo en tus oídos, abiertos a todas las peticiones que te hacemos tus visitantes, mi súplica ferviente con la esperanza de que ha de ser escuchada por tí.

(Aquí se hará la petición humilde de lo que se desea conseguir del Santo Arzobispo de Mira).


JACULATORIAS

San Nicolás, Maestro insigne de la fe Católica, ruega por nosotros, y óyeme. 

-Padre Nuestro, Ave Maríay Gloria.


San Nicolás, defensor ardiente de la divinidad de Jesucristo en el Concilio de Nicea, ruega por nosotros y óyeme..

-Padre Nuestro, etc.


San Nicolás, predicador infatigable del Evangelio de la Iglesia, ruega por nosotros y óyeme.

-PadreNuestro, etc.


Confesaré con mi boca, cultivaré con mi ejemplo y defenderé con mi vida la Fe Católica, Apostólica y Romana.


DESPEDIDA

Me retiro con tu licencia, Santo mío, de tu Altar, con la profunda gratitud que me inspira la generosa audiencia que me has concedido. No me olvidaré de tu nombre que invoqué, ni del propósito que a tus pies hice. Tampoco tú, bendito San Nicolás, te olvides de la petición que puse en tus oídos piadosos. Tú, que tan cerca estás de Dios, que eres un Santo ilustre de su cielo, ruega por mí uniendo a la de la Soberana Reina de los cielos en mi favor tu intercesión valiosa y a la de los Ángeles y Santos y Santas de la gloria, que te acompañan en tu eterna felicidad, a fin de que por la gracia de nuestro Dios y vuestros méritos, sea mi pobre alma hallada digna de subir a esa Corte inmortal por los siglos sin fin. Así sea.

Vuelto el rostro hacia el Sagrario y haciendo una reverencia de rodillas digan:

Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar y la Purísima e inmaculada Concepción de María Santísima, Madre de Dios y Señora nuestra, concebida en gracia sin mancha de pecado original en el primer instante de su ser natural. Así sea.

(Y con todo respeto y en silencio, salga de la Iglesia el visitante de San Nicolás en su lunes del año).



SEGUNDO LUNES

Todo como el anterior y en lugar de las anteriores Jaculatorias se dicen las siguientes:


San Nicolás, que amaste a Dios con todo tu corazón durante toda tu vida, ruega por nosotros y guíame.

-Padre Nuestro y Ave María.


San Nicolás, que amaste al prójimo como a tí mismo por Dios, ruega por nosotros y guíame.

-Padre Nuestro y Ave María.


San Nicolás, cuyas obras todas fueron hechas en caridad, según el mandato del Señor, ruega por nosotros y guíame.

-Padre Nuestro y Ave María.

(Despedida como la anterior)



TERCER LUNES

JACULATORIA

San Nicolás, Sacerdote piadoso y compasivo, ruega por nosotros y otórganos mi petición.

-Padre Nuestro y Ave María.


San Nicolás, paternal bienhechor de todos los hermanos, ruega por nosotros y concédeme mi petición.

-Padre Nuestro y Ave Maria.


San Nicolás, prodigioso limosnero de almas y de cuerpos, ruega por nosotros y concédeme mi petición.

-Padre Nuestro y Ave María.

(Despedida como el primer día).


ALABANZA

Lleno de dulce esperanza

hoy vengo a ti, Santo mío,

pues en tu bondad confío

de encontrar mi bienandanza.

Yo bien sé que mi confianza

no ha de salir defraudada,

y que veré despachada

mí ferviente petición;

pues calmarás la aflicción

de esta alma atribulada.


ORACIÓN 

Gloriosísimo San Nicolás, humilde y virtuoso Arzobispo de Mira, acuérdate que no se ha oído decir que no alcance tu favor quien a tí se acerca en sus tribulaciones. Confío en tí, espero en tí y te pido seas mi intérprete para con Dios Nuestro Señor, a fin de obtener esta gracia que con toda mi alma te he pedido. Sé mi guía, sé mi salvaguardia  y purifica mi alma. Amén.


-Un Padre Nuestro por los propagadores de esta devoción.

sábado, 20 de septiembre de 2025

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LAS LÁGRIMAS

 



NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LAS LÁGRIMAS 


QUE SE VENERA

EN LA SANTA IGLESIA CATEDRAL DE SALTA


Impresa con licencia del Ordinario

SALTA

IMPRENTA DE LEONCIO BENNASAR

AÑO DE 1919


NOTICIA

En el año de 1749, a 4 de Agosto, víspera de Nieves, sucedió el caso prodigioso de que, teniendo y manteniendo por su devoción y para su compañía y consuelo espiritual una estampa o retrato en papel de Nuestra Señora de la Concepción el Padre Juan de Arrizaga, religioso Presbítero de la Compañía de Jesús, y residente en el Colegio de Salta, reparó la noche del día citado, a la luz de la vela, que el dicho retrato o Imágen de María Santísima comenzaba a brotar un copioso sudor de agua viva y cristalina que, a modo de lágrimas, se derramaba de los ojos, cuello y rostro de la adorable Imágen, y corría por todo el cuerpo hasta llegar a los piés, por espacio de dos horas, en el aposento o cuarto de dicho Padre, la tenía colocada sobre la mesa de leer y escribir en un hueco que hacía el estante de libros. Al segundo día, 5 de Agosto, sucedió lo mismo, pues a las 7 de la noche por espacio de dos horas y media, repitió el sudor milagroso en mayor copia, en rostro, manos y cuerpo. Al tercer día, 6 de Agosto, aconteció lo mismo, aunque no a la misma hora por que, acudiendo cuidadosos los PP. Jesuitas des pués de celebrarse la primera misa a visitar a la Santa Imágen, la hallaron toda anegada en sudor y lágrimas que corrían hasta la varilla hueca de abajo en que se embolsa el lienzo, y rebalsaban de ella y con lo que determinaron dichos PP. sacarla del cuarto y llevarla como la llevaron a su Iglesia, y la colocaron en el altar mayor sobre las puertas del Sagrario del Santísimo, a la vista y pública adoración de este pueblo, bajo de una vidriera y marco o lámina de plata curiosamente labrada, donde se mantiene hasta hoy, y donde también a los dos meses renovó su sudor y lágrimas, en el 5 de Octubre, en que cayó aquel año la fiesta del Santisimo Rosario, sin cortarlo ni enjugarlo hasta el día 7 a medio día que le paró, y de que fueron testigos oculares todo este pueblo, los dos cuerpos Religiosos Franciscanos y Mercedarios, el Cabildo Secular, y los dos Gobernadores de esta Provincia D. Juan Alonso Espinosa de los Monteros y D. Juan Victorino Martínez de Tineo, cuyos constantes y legales informes, y de lo que se notó al mismo tiempo, que el sudor solo se veía en el retrato o pintura de la imágen, y no en los blancos o vacios de la estampa, se ocurrió al Obispo Diocesano, Dr. D. Pedro Miguel Argandoña, quien considerando y consultando el caso con la madurez y reflexión que pide, lo declaró y autenticó por milagro de la extraordinaria Providencia de Dios.


MODO DE HACER LA NOVENA

Habiéndose persignado con todos, el que la enseña dirá el Acto de Contrición siguiente:

Poderoso Dios, y Señor de las piedades, que os complacéis tanto en la virtud de la Penitencia, que solo a este fin consentís, y disimulais benigno a los pecadores en este mundo, para que hagan penitencia de sus culpas, y den así un día de grande regocijo al cielo. Y fué tan de vuestro singular agrado y afición esta virtud, que no conociendo en voz la más leve mácula ni imperfección por qué ejercitarla, os hicisteis hombre pasible en las purísimas entrañas de una Virgen para abrasaros en la penitencia, sudando en un Huerto, llorando en la Pasión, gimiendo en los dolores, muriendo en la Cruz, y derramando vuestra preciosa sangre por los pecados ajenos del mundo, y su redención. Yo el mayor, pecador de los que er él habitan por vuestra adorable Providencia, me postro humilde a vuestros piés, y siguiendo vuestras dolorosas huellas y amarguras, digo, Señor, que me pesa de haber ofendido a tan buen Dios. Pésame, Jesús mío, de haber sido y mostrándome hasta aquí tan ciego, tan ingrato, y mal correspondido al amor infinito con que me criasteis, a la caridad ardentísima con que me redimisteis a la gracia, con que me santificasteis a la Providencia, con que me manteneis, a la sabiduría con que me gobernais, a la solicitud con que me buscais, a la paciencia con que me esperais, y a la misericordia con que me habeis librado hasta aquí de tantos y tan manifiestos peligros de mi perdición eterna. ¡Oh Señor y ¿quien considera estas finezas, y piedades de vuestra poderosa y liberal mano y no se le parte el corazón de dolor, y se le desatan los ojos en dos fuentes de lágrimas para aplacar a tan buen Dios, y hacer condigna penitencia de sus culpas? Perdonadme, Señor, por quien sois, y comunicadme el espíritu y la gracia de esta importante virtud, para que conociendo a fondo la gravedad de mis culpas, y lo sumo de vuestra bondad ofendida, llore aquellas, y las deteste constante y a vós solo ame, busque, y obedezca por todo el resto de mi vida, hasta merecer el veros, gozaros y dar con mi penitencia un día de gozo a los Ángeles en la Gloria. Amén.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS A NUESTRA SEÑORA DE LAS LÁGRIMAS

¡Oh Dulcísima María, y abogada tierna de pecadores, que previendo como Madre de la sabiduría increada los males, calamidades y desgracias que amenazaban a esta ciudad, así en la vida espiritual como en la temporal, por los pecados de sus habitadores, disteis bien claro a entender su gravedad y multitud enormísima en el copioso sudor y lágrimas que vertió y lloró el año de cuarenta y nueve, por el mes de Agosto a vista y presencia de este pueblo, en la Iglesia y Colegio de la Compañía de Jesús esa vuestra adorable Imágen de la Purísima, anegándose toda por tres días contínuos en el mar de sus amarguras, para satisfacer a Dios, por las amarguras de nuestras ingratitudes. Y como si fuera poca esa inefable dignación e incomparable demostración de vuestro singular amor a esta ciudad, renovasteis por segunda vez, en 5 de Octubre del mismo año, vuestro sudor y lágrimas milagrosas, con pasmo y admiración de los ojos que lo veían y manos que lo tocaban, en la misma o mayor copia. Concédenos, Madre piadosa y clementísima, que así como esas vivas y preciosas lágrimas, sirvieron de lenguas celestiales, para interceder por nosotros y aplacar la ira de Dios, que tan justamente teníamos merecida, así también sirva de abundante riego a la pertinaz dureza de nuestros corazones, para que ablandados y cultivados con ese suave rocío del Cielo de vuestro rostro, produzcan dignos y saludables frutos de penitencia, que nos reconcilien con Dios, y nos alcancen el don de la perseverancia final, junto con lo que, pedimos en esta Novena, si es para gloria suya y bien de nuestras almas. AMÉN.

-Aquí se rezan dos Salves a los dos purísimos Ojos de Nuestra Señora.


PRIMER DÍA 

SOBRE EL PRIMER MISTERIO DE SU PURÍSIMA CONCEPCIÓN

ORACIÓN 

Oh! Benditísima y Santísima María, a quien para llenarle Dios su Santo nombre María que quiere decir Mar de las Gracias, te comunicó todas tan sin reserva, que se entendiesen también en ellas la del primer instante de tu Concepción en gracia, quedando exenta del pecado original, que comprendió a todos los infelices hijos y descendientes de Adan, y tan llena de gracias y divinas perfecciones en tu primer ser, que te aventajas desde entonces en ellas a todos los Ángeles del Cielo, y a todos los Justos de la tierra. Nosotros nos gozamos, Señora, y te damos el parabien de tan singular y soberano privilegio entre todos los mortales, para que así te hicieses digna de ser y llamarte hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo, y Reina jurada de Cielos y Tierra; y te pedimos y suplicamos que, pues, bajo de este título y renombre de tu Inmaculada Concepción, te adora y reconoce toda la América española por su primera y singularisima Patrona, y como tal te dignastes mostrar lo fino y solicito de tu patrocinio, en derramar preciosas lágrimas en tu milagrosa Imagen de la Purísima y ofrecerlas a Dios por los pecados de este pueblo, no permitas que ciegos y endurecidos en ellos, no escuchemos la voz de Dios, ni atendamos señales tan del cielo para nuestra enmienda y corrección, sino que lloremos con vos, nuestras culpas, y acompañando nuestras lágrimas con las vuestras, consigamos por ellas y vuestra intercesión el perdón y la gracia que necesitamos para permanecer fieles en vuestro servicio, y alcanzar lo que pedimos en esta Novena, si es para gloria de Dios, honor vuestro, y bien de nuestras almas. AMÉN.

-Aquí alentando la confianza se pide a Dios lo que se desea alcanzar.


ORACIÓN FINAL A NUESTRO REDENTOR Y SALVADOR JESÚS

Adorado Señor, y compasivo Padre de nuestras almas, que para más esforzarlas a que esperen y confíen en tí, les aseguras en tu Santo Evangelio, que no has venido a este emundo a buscar en el Justos, sino pecadores; y que, como verdadero Padre, estás siempre dispuesto para recibir en tu casa al hijo más ingrato, pródigo y desperdiciado. Yo soy Señor, ese pecador infeliz, y ese pródigo desventurado, que he disipado en mis locos excesos y desórdenes sensuales la rica herencia y patrimonio que me señalastes en tu preciosa sangre, en tus Santos Sacramentos y en los demás dones de gracia y naturales que me confiaste, sirviéndome infiel de ellos, solo para ofenderte y hacer villana y vergonzosa fuga de tu casa. Más si vos soy el Pastor y el Padre de las misericordias ¿qué tengo que temer, sino levantarme de la vil servidumbre de mis culpas, e ir lloroso y confiado a buscar al que está ya con las puertas abiertas de su casa para recibirme, al que está con la rica estola de la gracia para vestir mi desnudez, al que está con la mesa puesta para regalarme con el generoso Pan y Vino de su cuerpo y sangre, y al que está, en fin, esperando una sola lágrima o gemido del corazón para perdonarme todos mis yerros? ¡Oh Dios purísimo, así lo creemos, y lo esperamos de la grandeza de tu clemencia, y del valor inestimable de las lágrimas que derramó por nosotros en esta ciudad tu Divina Madre, a cuyo soberano respeto os rogamos ahora atiendas, para recibirnos por vuestros hijos y dar vuestra Paternal bendición a esta ciudad, mantenerla en paz, defenderla de sus enemigos, fecundar sus campos, socorrerla en sus necesidades, y aumentar su vecindario en vuestro santo temor, que es la única y verdadera sabiduría para saber serviros en esta vida y gozaros en la eterna. AMÉN.


Siguen las devotas coplas que se cantan todos los dias para finalizar la Novena.


1.-De Salta la ingratitud

quiso el Señor castigar

e hicisteis con vuestros ruegos

la sentencia revocar.


2.- Oh Madre la más piadosa,

Iris de paz singular,

pues Dios suspendió sus iras

viendo a su Madre llorar.


3.- Nuestras culpas, gran Señora,

os obligan a brotar,

lágrimas con que a los cielos

les pudieran ablandar.


4. - Volved, Señora, a nosotros

esos ojos de piedad,

y no permitais perezca

vuestra escogida ciudad.


5.- ¡Oh clemente, oh piadosa;

oh néctar particular,

en quien esperamos todos

consuelo y felicidad!



SEGUNDO DÍA 

SOBRE LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN

ORACIÓN 

¡Oh! entre todas las criaturas felicísima y dichosísima Virgen María que desde el primer paso de tu glorioso Nacimiento, ya anunciaste al mundo y al Cielo la mejor paz, júbilo y regocijo que deseaban los siglos, ansiosos por ver y adorar al mejor sol de justicia que había de desterrar las confusas tinieblas de la muerte, desatar las cadenas de la culpa y atraer las bendiciones de la gracia. Nosotros nos gozamos, Señora, de tu singular entrada en este mundo y os rogamos humildes que, pues vuestro excelso Nacimiento se destinó todo para gloria de Dios, para delicia del Cielo, para alegría de los Ángeles, regocijo de los hombres, consuelo de los Justos y esperanza de los pecadores, les alcanceis a estos el don de lágrimas y arrepentimiento de sus culpas, que tanto con vuestra poderosa intercesión necesitan para resucitar a la gracia, y renacer a la gloria. AMÉN.



TERCER DÍA 

SOBRE LA PRESENTACIÓN DE NTRA. SEÑORA

ORACIÓN 

Oh! Divina Señora y la más devota y religiosa entre todas las almas consagradas a Dios, pues a los tres años de nacida, con ejemplo nunca oído fuisteis presentada en el Templo de Jerusalén, donde hasta los catorce años de edad vivisteis consagrada al servicio del Altísimo y hecho un vivo y perfectísimo modelo de la vida religiosa, claustral y solitaria, que habían de observar después de la venida de vuestro precioso Hijo tantas y tan innumerables almas encerradas en los claustros, en los monasterios y en los desiertos para obrar su salvación y dar gloria a Dios en sus heróicas virtudes. Rogámoste, Señora, que así como allí con tu virginal; fervorosa y continúa oración, a que acompañaban siempre tiernos suspiros y lágrimas, no solo conseguiste, el que se abreviase la Redención humana, sino el que vos misma fueseis escogida para madre del Divino Redentor así alcanceis para nosotros el que con los suspiros y lágrimas de nuestro arrepentimiento y dolor, merezcamos en esta vida ser Templos vivos de Dios, para conseguir así ser presentado en el Templo de su gloria. AMÉN.



CUARTO DÍA 

SOBRE LOS DESPOSORIOS DE NTRA. SEÑORA

ORACIÓN 

Oh! Virgen sobre todas las Vírgenes, la más prudente y casta en tus Santos Desposorios con tu fidelísimo esposo San José, con quién juntando la alianza de Esposo y la pureza de Virgen, agregasteis tambien, aunque con pena y dolor, la celestial prudencia de guardar silencio y no disculpar vuestra divina Preñez, hasta que el Altísimo revelase el misterio a vuestro Santo Esposo; rogámoste Señora y Madre nuestra, que así como Dios para premiar vuestra inocencia, ensalzar vuestia pureza y templar vuestro dolor, y el de vuestro Santo Consorte, le reveló por su Angel Embajador que aquel fruto de vuestro Inmaculado Vientre era formado por obra y virtud del Espíritu Santo, para nacer el Hijo de Dios hecho hombre, así nos alcanceis la misma gracia y fortaleza para primero pasar por cualesquiera penas, quebrantos y lágrimas de esta vida miserable, que ir contra la voluntad de Dios en sus Divinas providencias y ocultos designios, sino esperar siempre de su mano nuestra defensa y amparo, con las demás gracias que pedimos en esta Novena, si es para mayor gloria suya y bien de nuestras almas. AMÉN.


QUINTO DÍA 

SOBRE LA ANUNCIACIÓN DE NTRA. SEÑORA

ORACIÓN 

¡Oh Soberana María, la más mínima y humilde a tus ojos entre todas las criaturas y por eso entre todas ellas la más engrandecida y exaltadas de Dios en tu magnífica Anunciación, en que al paso que con la presencia del Ángel Embajador te turbaste, te abatiste, te estremeciste y te tuviste por solo una humilde esclava del Señor y a ese mismo paso el Todopoderoso te honró como a Suprema Reina de los Cielos y tierra con su Embajada tan celestial y te mandó saludar por llena de gracia y por escogida y bendita entre todas las mujeres, te elevó a la Suprema Dignidad de Madre suya, te ofreció para ello la virtul y sombra del Altísimo Padre y toda la asistencia del Espíritu Santo, y habido que fué tu libre consentimiento, para obrarse en tí tan altos misterios, descendió a tí el Divino Verbo, el mismo Hijo de Dios, y se hizo hombre por nosotros en tus purísimas entrañas. Rogámoste, Señora, que así como vuestra eximia humildad os elevó al Supremo título de Madre del mismo Dios y Reina del Universo, nos alcanceis el que conociendo nuestra bajeza y nuestras grandes culpas con que sobervios ofendimos a Dios, nos postremos humillados a sus divinos piés a llorarlas con lágrimas de nuestros ojos y gemidos de nuestro corazón, para conseguir así de su divina mano la verdadera exaltación, que consiste en su gracia y en permanecer fieles en su servicios, con lo particular que pedimos en esta Novena, si es para gloria de Dios y bien de nuestras almas. AMEN.


SEXTO DÍA

SOBRE LA VISITACIÓN DE NTRA. SEÑORA

ORACIÓN 

¡Oh Virgen, Madre de toda piedad y fuente perenne de caridad en tu Santa Visitación, pues para hacerla ésta a vuestra prima Santa Isabel, a distancia de cuarenta leguas, que había de tu casa y ciudad a la suya, y por entre ásperos y fragosos montes cuya incomodidad era forzoso vencer, ningun otro fin os movió el caritativo de ir presurosa a santificar al Precusor Baustista, en el vientre de su madre, libertarlo de la culpa original y en su nacimiento llenarlo a él y a toda su casa de las gracias, dones y bendiciones celestiales del divino Verbo, humanado en tu purísimo vientre. Nosotros os alabamos, Señora, por esta costosa obra de caridad, y os suplicamos que ya que te dignásteis de venir también a visitar a esta tu amada ciudad de Salta, por medio de esa tu adorable Imagen, y aún hacer en ella las portentosas demostraciones de llorar una y otra vez lágrimas vivas por nosotros, logren estas y tu maternal visita el caritativo fin de santificar nuestras almas, nuestras familias, y nuestras casas, librarias de la culpa y de todo lo que puede ser ocasion para ella, aficionarlas a vuestros culto, y devoción, y llenarnos a todos de vuestra bendiciones para que podamos más fácilmente serviros y merecer más y más vuestro poderoso amparo y protección, junto con lo que en esta Novena os pedimos, si es para mayor gloria de Dios. AMÉN.


SÉPTIMO DÍA 

SOBRE LA PURIFICACIÓN DE NTRA. SEÑORA

ORACIÓN 

¡Oh Virgen Santísima y obedientísima a Dios y a sus divinas leyes, pues aunque no te obligaba la Ley de la Purificación justamente impuesta a las demás mujeres, por que aunque fuisteis verdadera Madre, y paristeis a vuestro precioso Hijo Jesús, más fué por obra milagrosa de Dios, sin padecer ningun dolor, y quedando aún más Virgen, y más íntegra y pura en el Parto, que antes de él, por dar a luz a un Hombre-Dios, que cual otro divino Sol penetró y dejó bañado de divinas luces y resplandores el diáfano cristal de tu virginal cuerpo sin causarle la menor lesión ni quebranto; más por obedecer a Dios, por el buen ejemplo del prójimo, y por mortificar hasta en eso vuestra incomporable inocencia os sujetaistes a la ley, y después de los cuarenta días, aparecisteis en el Templo como una Madre comun a presentar a vuestro divino Hijo, y ofrecer por él el sacrificio y rescate acostumbrado; rogamoste Señora que yá que no os imitamos en la pureza y santidad de vuestra admirable vida, os imitemos a lo menos en la obediencia y mortificación, cumpliendo exactamente con las leyes de nuestro estado y profesión, mortificando nuestro amor propio, nuestro sentidos y pasiones, con el freno del temor de Dios, para salir así de esta vida purificados a acompañaros en la gloria. AMÉN.


OCTAVO DÍA

SOBRE LOS DOLORES DE NTRA. SRA.

ORACIÓN 

Oh Madre entre todas las Madres, la más tierna y aflijida, pues desde el primer instante que se os relevó el haber nacido para Madre de un Dios hombre crucificado, fué tan aguda y penetranté la espada que atravesó continuamente vuestro amante corazón, que ni podíais pensar en Jesús ni ver ni oír, ni tratar con vuestro adorable Jesús, que no se anegase y sumergiese vuestra Santísima Anima en el mar amargo de la acerba Pasión y Cruz que lo esperaba. ¿Más cuál seria esta tormenta y amargura cuando llegó el caso funesto de verle preso y entregado con traición a sus enemigos, abofeteado y escupido con afrenta, azotado con crueldad, coronado de espinas con dolor, pospuesto a un Barrabás, contado entre ladrones, muerto al rigor inhumano de tres clavos en una Cruz, derramando toda su sangre y traspasado su dulcísimo costado y corazón con una acerada lanza? No hay, Señora, lengua angélica, ni humara que pueda explicar en este paso lo inmenso de vuestra amargura y de vuestras penas y angustias; y solo convienen todos en que al pie de la Cruz fuisteis Reina de los Mártires, pues voz sola padecisteis más que lo que todos ellos juntos padecieron y padecerán hasta el fin del mundo en sus atroces penas y suplicios. Y pues todo ese océano de lágrimas, penas y dolores junto con las que derramateis en este Templo os constituyeron Madre especial de los hombres y especialísima de esta ciudad, no permitais, Señor, que nos mostremos nunca ingratos a finezas tan singulares de vuestras misericordias, sino que llorando con vos todos y cada uno nuestras culpas, que fueron toda la causa de vuestros dolores se aumente de día en día el gremio de vuestros devotos, que haciendo gala de vuestro culto y servicio y de una verdadera reforma de vida, merezcamos perpétuamente vuestras complacencias y agrados, junto con lo que pedimos en esta Novena si es para mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas. AMÉN.


NOVENO DÍA

SOBRE LA ASUNCIÓN DE NTRA. SEÑORA.

ORACIÓN 

Virgen gloriosísima, Madre de Dios, Reina de Angeles y hombres, cuya muerte fué un amorosísimo deliquio del amor divino que, encendiéndose nás y más en vuestro amantísimo corazón, le abrazó como a un Fénix sagrado entre las aromas de las más heróicas virtudes, cuya felicisima alma voló a la gloria entre innumerables coro de Ángeles y Serafines, sin interrumpir un instante solo el divino amor y el tercero día volviendo en compañía de innumerables Ángeles y entrando en su Sacratísimo cuerpo, le llevó triunfante, acompañado de los celestiales espíritus al Cielo donde os coronásteis Reina gloriosísima de aquella augustísima corte en la cuál, sentada a la diestra de vuestro divino Hijo, gozais de una gloria incomparablemente excesiva, a todos los Ángeles y Santos juntos. Yo me gozo, oh Virgen gloriosísima, en vuestra dichosísima muerte, gloriosísima Asunción y augustísima coronación y os suplico por estos tres sagrados Misterios, tan gloriosos para vuestra Magestad, que me concedais una muerte feliz en gracia, bajo de vuestro amparo y protección, la gloria para que fuí creado, y la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho de mi alma. AMÉN.



 

lunes, 15 de septiembre de 2025

NOVENA A LOS SANTOS JUAN DE PERUSA Y PEDRO DE SAXOFERRATO

 


NOVENA A LOS SANTOS MÁRTIRES JUAN DE PERUSA Y PEDRO DE SAXOFERRATO

Por un Sacerdote devoto de los Santos.

Barcelona
Tipografía Católica, calle del Pino, 5.
Año de 1903.


MODO DE HACERSE ESTA NOVENA A MAYOR GLORIA DE DIOS, HONOR DE LOS SANTOS MÁRTIRES Y UTILIDAD DE LAS ALMAS.
Primero y último día, ó por lo menos alguno de los de la Novena, es muy conveniente, para que reconciliados con Dios los Santos nos oigan, confesar y comulgar. También será loable dar una limosna y tomar alguna voluntaria mortificación los días que pudiere, en imitación de las muchas que practicaron los Santos Mártires.

Empiézase la Novena puesto de rodillas el devoto ante las imágenes de los Santos, y hecha la señal de la cruz se reza la oración siguiente:


ACTO DE CONTRICIÓN Y ORACIÓN PREPARATORIA
Señor mío Jesucristo, que nos amáis y sois digno de infinito amor, yo siento de lo íntimo del alma haberos ofendido por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar las heróicas virtudes y esclarecidos ejemplos de vuestros siervos San Juan y San Pedro para que, reparando en lo venidero nuestras pasadas infidelidades, seamos dignos imitando sus obras, de alcanzar el premio de la gloria. Amén.


DÍA PRIMERO
CONSIDERACIÓN
Sobre la fidelidad de los Santos Mártires a la vocación
Considera en este día la fidelidad y correspondencia de San Juan y San Pedro a la vocación divina con que fueron llamados a la Orden de San Francisco. Aunque de pueblos distintos tuvieron la misma docilidad á la gracia, y venciendo las dificultades que les impedían el cumplimiento de la divina voluntad obedecieron prontamente al Señor, que los llamaba del bullicio del mundo al retiro y sosiego del claustro; de las delicias que gozaban en sus casas á la vida austera y rigurosa de los Franciscanos. Juan, que después de muchos sacrificios había logrado ser sacerdote, en vísperas de adquirir una prebenda, al oír a San Francisco sintióse movido á seguirle, y así lo realizó. Pedro, hijo de padres nobles y regalado en su hogar, abandonó cuanto tenía, y aunque no le faltaba instrucción, quiso asegurar más su salvación en los trabajos humildes de los legos. Ved ahí los principios de su santidad heroica donde descansan: en la correspondencia a las inspiraciones del cielo, en la docilidad con que se dejaron en las manos del Señor. Y nosotros ¿qué hacemos? ¿Por qué andamos tan flojos en su servicio, tan decaídos en el ejercicio de las virtudes? ¿Acaso no hemos sido llamados a la cristiandad para copiar en nuestras almas las virtudes de Cristo? ¡Oh! Tal vez por una nueva gracia de predilección hemos también seguido la vocación religiosa; pero admitidos en la Religión, hemos continuado nuestros esfuerzos para secundar siempre los movimientos de la gracia? ¿Hemos recibido con atención y delicadeza las visitas que Dios nos hacía con sus inspiraciones? Pidamos a nuestros hermanos y protectores que nos alcancen su generosidad en seguir la voluntad divina.
Meditese.

ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, hijos del Serafín humano y Vice-Cristo San Francisco, y herederos de su seráfico espíritu y celo apostólico, y que por tales os eligió el mismo sagrado Alférez de nuestra Redención, para que vinieseis á la ciudad de Teruel á santificarla con vuestra presencia y llenarla de beneficios y favores del cielo. Humildemente os suplico que, por vuestros grandes merecimientos, sea yo elegido en el dichoso número de los predestinados, y purificado con la verdadera contrición de mis culpas, merezca entrar y habitar en la ciudad de la triunfante Jerusalén á gozar para siempre de la presencia de mi Dios y Señor y de la vuestra. Amén.

Ahora se rezan tres Padre nuestros, Ave María y Gloria Patri, y la siguiente:

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Altísimo Señor de las eternidades, Criador universal del cielo y tierra, Padre, Redentor y Salvador de las almas, en quien esperamos todo el bien y nuestra salud especial, como de la fuente perenne de las gracias; como humildes y rendidos á tu infinita grandeza os consagramos con toda nuestra voluntad y con los afectos de nuestro corazón este Novenario que ofrecen los devotos á los invictos Mártires de Teruel, presentándolos delante del trono de tu misericordia, para que, experimentando vuestra divina clemencia, estemos más rendidos en la observancia de vuestros divinos Mandamientos. Y vosotros, Sagrados Mártires, pues os consagran nuevos y reverentes cultos vuestros hermanos y cordiales devotos, oid nuestras peticiones, atended á nuestras súplicas, presentadlas ante el tribunal de la divina misericordia, para que, experimentando vuestro sagrado patrocinio, sirvamos á nuestro Dios con todo afecto, le amemos con más cariño, aborrezcamos las culpas y los pecados, y sólo tengamos empleadas nuestras potencias en lo que sea de la voluntad divina; y logremos por vuestra eficacísima intercesión el estado dichoso de la gracia que nos conduzca á vuestra eterna compañía en la gloria. Ruégoos también, Abogados y Patronos míos, me alcancéis de la Majestad divina el favor que os pido en esta Novena, si ha de ser para gloria de Dios y utilidad de mi alma. Amén.

ANTÍFONA
Alégranse en los cielos las almas de los Santos que han seguido las huellas de Cristo; y porque por su amor derramaron su sangre, por esto se regocijan con Cristo sin fin.

L/: Se regocijarán los Santos en la gloria.
R/:Y se alegrarán en sus moradas.

ORACIÓN
¡Oh Dios omnipotente! os suplicamos que concedáis un apoyo y refugio seguro á nuestra flaqueza, para que así como nos gozamos con los triunfos de vuestros bienaventurados Mártires Juan y Pedro, así también no nos avergoncemos de imitar su constancia que con placer celebramos. Por Cristo Señor nuestro. Amén.


DÍA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
Sobre la caridad de los Santos Mártires.
La virtud que hoy quieren enseñarnos los Santos Mártires es la caridad fraterna, de la cual tantas muestras dieron entre nosotros. Llenos ya de amor de Dios en el convento, y hallándolos San Francisco dispuestos para prender aquel divino fuego en los fieles, dióles su bendición para que fuesen á predicar por el mundo y convirtiesen á los infieles y mahometanos á la fe de Cristo. Y como las obras convencen más que las palabras y elocuentes discursos, en ellas se enamoraron de un modo especial nuestros Santos, llevando como enseña gloriosa de su apostolado el sasacrificio por sus hermanos, que fué el celestial distintivo con que Jesús quiso sellar á sus verdaderos hijos. Basta recordar lo mucho que hicieron en Teruel y Valencia. Desde sus primeros días buscaron á los pequeñuelos para adoctrinarlos, se mezclaban con los labradores y obreros para contarles ejemplos de los Santos, y pidiendo limosna de puerta en puerta todo cuanto recogían era para los pobres de las cuevas, que en sus necesidades acudían á la provisión, que siempre hallaban generosa en manos de nuestros Santos. Cuando eran necesarios milagros, Dios probaba con ellos cuánto le complacían las limosnas de sus Siervos. ¿Quién no desea la gloria de estas hazañas? ¿Quién no suspira por la fama y renombre de generoso y noble delante Dios y de los hombres? Todos lo deseamos; pero ¿seguimos el camino de la abnegación, sacrificio desinterés que ellos trillaron?
Meditese.

ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, que habiendo llegado á la ciudad de Teruel os dignasteis de hacer en ella vuestra morada y mansión y con dulcísima mansedumbre os ejercitabais en enseñar á los niños la Doctrina Cristiana y en instruirlos en los misterios y articulos de la santa fe católica, haciendo oficios de padres amorosísimos y de maestros: yo os suplico rendidamente que me admitáis en el feliz gremio de vuestros amados hijos y discípulos, para que, aleccionado y amaestrado con vuestra saludable doctrina y palabras de vida eterna, aprenda a amar y servir á mi Dios y Señor, el cual para este fin me crió y redimió con la preciosísima Sangre de su Unigénito y mi Señor Jesucristo. Habladnos, Santos y Patronos nuestros, al corazón, que ya oyen y siempre oirán vuestros siervos y verdaderos devotos, depositando en sus almas vuestra doctrina. Amén.


DÍA TERCERO
CONSIDERACIÓN
Sobre el celo de la salvación de las almas, de los Santos Mártires.
Quien ama á Dios cela su honra y procura que se le aumente el número de sus siervos; ved ahí porque los Santos no quieren salvarse solos, sino rodeados de brillante cortejo de compañeros, á quienes comunican su espíritu y fervor por la predicación y el buen ejemplo. Por eso nuestros Mártires se sacrificaron tanto en viajes á pie, en romerías á Santuarios, en excursiones á diferentes pueblos y en frecuentes visitas á las casas. Querían salvar almas, querían sacar del poder de Satanás las que tenía cautivas por el pecado; querían, aun á costa de su descanso, librar á sus hermanos de caer en la cárcel del infierno. ¡Qué edificante era oírles hablar de los medios que emplearían para reducir á los extraviados! ¡Qué hermoso verlos impacientes por llegar á tierra de moros y predicarles la fe para convertirlos á su Dios! ¡Qué sublime y arrebatador verlos en presencia del Rey sarraceno pidiéndole que deje sus errores, para borrar los cuales ellos derramaran su sangre! ¡Dichosos ellos, que merecieron la conversión de su verdugo, como San Esteban la de San Pablo! ¡Dichosos ellos, que anhelando la salvación de las almas, merecieron tanta gloria y exaltación en el cielo! ¿Y permaneceremos nosotros fríos ante tan grandes incendios de divino fuego? ¿No aprenderemos siquiera a rogar por la conversión de los pecadores?
Meditese.

ORACIÓN 
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, que con apostólico celo predicasteis repetidas veces por las calles y plazas de la ciudad, haciendo tan copioso fruto con vuestros sermones, como el convertirse á Dios los pecadores y hacerse Teruel y su comarca un paraíso de virtudes: yo os suplico, Patronos y abogados míos, que por vuestra poderosa intercesión reciba mi alma la semilla de la divina palabra, y con ella produzca frutos dignos de penitencia y de todas las virtudes, y que, olvidando las vanidades del mundo, sea todo mi trato y conversación en el cielo. Amén.


DÍA CUARTO
CONSIDERACIÓN
Sobre la humildad de los Santos Mártires.
Todas las virtudes son excelentes y preciosas, todas necesarias para la perfección; pero sin la humildad no tendrían base ni cimiento, y vendrían á convertirse en un peligro para nuestras almas. El conocimiento de nuestra nada y de la bondad de Dios, que obra en nosotros cuánto hay de alguna consideración, son dos cuadros que deben abarcarse con una sola mirada. Quien esto hace se libra de la vanagloria y rinde a Dios la honra que á Él sólo se debe. Nada le parece pequeño si Dios quiere que lo haga, y las mayores dignidades juzga por sombras si el Señor en ellas no es bien servido. Humildes eran nuestros Santos, y por esto lo mismo cavaban en el huerto para hallar un manantial, que predicaban en la iglesia para enseñar la ley de Dios. Tan honrados se creían visitando hospitales y sirviendo enfermos, como cuando los sabios eclesiásticos y nobles seglares les encargaban la dirección de sus conciencias. Tan pacíficos y tranquilos quedaban cuando ó por su oración ó con el agua de su pozo habían curado dolientes de gravedad, como al recibir desacatos é injurias en sus excursiones apostólicas. ¿Deseáis alcanzar esta sublime igualdad de ánimo? Sed humildes como los Santos Mártires; apartad lo precioso de lo vil; dad á Dios la gloria de todo lo bueno, y á vosotros atribuid todo el mal que os sobreviene; sed humildes y Dios os colmará de gracias.
Meditese.

ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, cuya piadosa caridad y compasiva misericordia se empleó y ejercitó muchos años en visitar y consolar á los enfermos en el Hospital y en las casas de Teruel, mostrando también vuestra dulcísima clemencia en el consuelo de todos los afligidos y remedio de los necesitados; humildemente os ruego, sagrados Protectores, que por vuestra compasiva piedad, tan agradable á los ojos de Dios, me alcancéis de su divina clemencia que sean perdonadas todas mis culpas, y así sea y quede libre de todas las enfermedades y dolencias de mi alma, y perseverando en la salud y vida dichosa de la gracia, llegue á merecer los premios eternos de la gloria. Amén.


DÍA QUINTO
CONSIDERACIÓN
Sobre la gratitud de los Santos Mártires.
No es de pequeña importancia en los Santos el espíritu de agradecimiento, y bien será que estudiemos bajo este aspecto á nuestros Compatronos. Con Dios vale tanto la gratitud, que á ella vincula la repartición de sus dones, y es la llave que abre ó cierra las entrañas de su misericordia y generosidad. Los hombres la estiman de tal modo, que á quien no la procura tildan de grosero y lo apartan de sí como baldón de su linaje. Por esto se comprende que San Juan y San Pedro cautivasen á los terulenses, fueran por ellos bien recibidos y decorosamente albergados; pero ¿qué no hicieron nuestros Santos para pagar estas finezas? ¿Quién contará las maravillas que realizaron por sus habitantes? ¿Quién reducirá á guarismo los milagros que en vida y después de muertos hicieron á favor nuestro? Sólo el pozo que con su industria cavaron fué una fuente perenne de beneficios para nuestra ciudad. Y ¿qué significa la traslación de sus reliquias á Teruel, sino que los Santos quisieron pagar después de su martirio la buena acogida que les hicieron nuestros padres? Recordemos estas pruebas finísimas de la gratitud de los Santos Mártires, y pensemos como debemos nosotros agradecer por nuestra parte las gracias que por su mediación hemos recibido.
Meditese.

ORACIÓN
Gloriosísimos y Santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, cuyas sagradas y benditas manos abrieron el pozo y fuente de aguas vivas que continuamente obran admirables prodigios en todos los enfermos que con verdadera fe y confianza se acogen á vuestro amparo, siendopara todos una milagrosa piscina; yo os suplico por la benignisima piedad con que á costa de vuestros apreciables sudores quisisteis dejarnos aguas tan saludables, que se quebrante y destile en agua la obstinada piedra de mi corazón, y que la derrame en la divina presencia en lágrimas de verdadera contrición de mis culpas, para que lavado y purificado mi corazón, no lo desdeñe ni desprecie mi Dios y Señor, sino que se digne de habitar para siempre en él. Amén.


DÍA SEXTO
CONSIDERACIÓN
Sobre la imitación de Cristo que los Santos Mártires se propusieron.
Hay un camino breve para alcanzar la perfección de las virtudes, y un atajo seguro para conseguir en poco tiempo grandes méritos. El que se resuelve á caminar por él no necesita muchos preceptos ni le precisan los estudios para salir santo y gran santo, porque se halla en él la teoría y práctica unidas de un modo sencillo á la par que sublime. Nos referimos á la imitación de Cristo, modelo que los Santos procuran copiar y luego salen con el intento, porque el Señor, que secunda y favorece todo buen deseo, recibe y abraza con singular cariño á los que quieren imitar á su Hijo, y con su gracia y el esfuerzo que ellos ponen se obran grandes cosas en sus almas. Ese es el camino que siguieron nuestros Compatronos, y el empeño principal que tuvieron en su vida religiosa: imitar á Jesús; sufrir como El; padecer y ser despreciados por El; rogar por sus enemigos, y como El ofrecer su muerte por los que los atormentaron. ¡Ah! como habían conversado con el Seráfico Francisco, que salió copia exacta del divino original, y habían aprendido en su Regla el arte de llegar á la cabal imitación de sus virtudes; también ellos fueron diseños hermosos de Cristo, y Cristo crucificado. Y nosotros, ¿cuántos rasgos de semejanza tenemos con nuestro Divino Maestro? Mejor dicho: ¿hay algo en nosotros que nos haga dignos del título de cristianos y religiosos?
Meditese.

ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, que después de haber llenado de beneficios á toda la ciudad de Teruel y su territorio, y después de haber fundado un convento para que en él sea perpetua y gloriosisima vuestra dulce memoria, pasasteis al reino de Valencia á obrar las mismas maravillas y á padecer y morir por la defensa de nuestra santa fe, sellando con la fineza de morir por Cristo la caridad y amor con que siempre le amasteis: yo os ruego y suplico que encendáis mi corazón en vivas ansias de padecer y morir por mi Señor, Criador y Redentor, y como tuvisteis en las penas y tormentos vuestra mayor alegría y gozo, así también le tenga yo en los trabajos, tribulaciones y enfermedades que por disposición de Dios me acontecieren. Amén.


DÍA SÉPTIMO
CONSIDERACIÓN
Sobre la constancia de los Santos Mártires en los tormentos.
Todos los Mártires son modelos de valor y heroísmo en la paciencia, pero los esclarecidos Franciscanos que festejamos tienen algo especial, que sobre causarnos admiración nos confunde y aturde. Y ¿quién no se maravilla de que emprendieran grandes jornadas para buscar la palma del martirio? ¿Acaso sufrían poco con sus penitencias rigurosas en el claustro, que necesitaban otros que los atormentasen? ¿No tenían bastante con la aspereza de la Regla, que algunos creyeron imposible á la flaqueza humana? Y si querían sufrimientos, ¿cómo no contentarse con los que de ordinario tenían en su apostolado? Esto lo preguntamos nosotros, que no sentimos hambre de padecer; pero nuestros Santos, que miraban á Jesús hecho un retablo de dolores; ellos que veían como el Señor de la Majestad habia bajado del cielo a la tierra para comprar las joyas que se encierran en la paciencia, pobreza y sacrificio; ellos tuvieron alientos para presentarse tres veces delante del tirano, sufrir los horrores del calabozo como Sebastián, ser azotados como los Apóstoles, y por fin degollados como San Pablo. Tuvieron firmeza para arrostrar la lluvia de improperios con que los insultaban, recibir con gozo los baldones y denuestos que les decían, y entregar sus cabezas al alfanje, pronunciando una plegaria por sus enemigos y prometiendo la conversión del Rey moro. ¿Dónde hallaron tanto valor sino en la meditación continua de Jesús crucificado? Y nosotros, ¿por qué no tomaremos alguna vez ese libro donde tanto se aprende en poco tiempo?
Meditese.

ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, cuya ardentísima caridad se extendió hasta los enemigos de nuestra santa fe, predicándoles las verdades del Santo Evangelio y convirtiéndolos á millares á costa de innumerables trabajos á la fe de Cristo; y que al mismo tirano que os mandó poner en prisiones, azotar y degollar por vuestra admirable constancia en la fe, le merecisteis con vuestras oraciones y martirio que viniese al gremio de la Santa Iglesia y viviese y muriese en la Religión cristiana: yo os suplico por esta caridad tan ardiente me hagáis verdadero hijo y miembro vivo de la Iglesia Santa, para que así participe del fruto de los Santos Sacramentos y de los méritos de todos los justos; y pues con el mismo tirano que os cortó las cabezas fuisteis tan compasivos y misericordiosos, haced que yo por el divino amor perdone de corazón á todos mis enemigos y á cuantos de palabra ú obra me hubieren agraviado. Amén.


DÍA OCTAVO
CONSIDERACIÓN
Sobre la gloria que merecieron los Santos Mártires por sus trabajos.
¡Cuántos trabajos sufrieron los Santos para alcanzar con seguridad la palma del martirio! Así canta alborozada la Iglesia viendo a sus nobles hijos que, venciendo todos sus apetitos, dominando sus pasiones, llegaron a ceñir la corona de Mártires y empuñar en su mano la palma de victoria. ¡Qué gloria les reportó su paciencia! ¡Qué premios logró su constancia! Levantados á ocupar las sillas de majestad que Dios reparte entre sus fieles siervos, se gozan y sin fin se gozarán con la vista clara de Dios, de la Humanidad de Cristo, de la belleza incomparable de María y de la compañía deseable de todos los Santos. Cuanto más sufrieron más se holgarán en Dios, que ha prometido pagar con gloria infinita los menguados obsequios de sus hijos. ¿Dónde tendrá, pues, á San Juan y San Pedro? ¿Qué alteza habrá concedido á estos campeones de la fe, adalides de la Religión y defensores impertérritos de todas nuestras verdades? Si á quien renuncia las cosas de la tierra le promete el ciento por uno y la vida eterna, ¿qué habrá dado á los que no sólo renunciaron su hacienda y bienestar, sino su honra, su vida y su sangre para afianzar el reino de Cristo? Considerémoslo atentamente ya que no alcancemos á comprenderlo, y que esto nos aliente y esfuerce á la práctica de obras santas, que tan copiosa y abundantemente nos ha de galardonar el eterno Remunerador.
Meditese.

ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, que conservando en el cielo el amor que tuvisteis á Teruel cuando vivíais en el mundo, quisisteis que viniesen y se depositasen allí para siempre vuestros sagrados huesos para que hallemos en ellos refugio y amparo en todos nuestros ahogos, necesidades y tribulaciones, eficaz medicina para sanar de todas las enfermedades espirituales y corporales: yo os suplico, poderosísimos Titulares y Protectores nuestros, que continuéis con nosotros vuestras piedades, y nos ilustréis é iluminéis. para que hagamos el debido aprecio del tesoro inestimable de vuestras sagradas Reliquias. Haced, Santos nuestros, que desprendiendo nuestro corazón de los bienes caducos del mundo, le pongamos en este tesoro tan del cielo. Amén.


DÍA NOVENO
CONSIDERACIÓN
Sobre la confianza que debemos tener en
el patrocinio de los Santos Mártires.
Uno de los frutos principales que hemos de coger en esta Novena, es el de la confianza en el patrocinio y ayuda de los Santos Mártires. Hemos contemplado los cuadros de su vida, que nos los presentan admirables en sus virtudes, y los hemos visto también rodeados del esplendente ropaje de gloria que Dios les dió como premio de su virtud. Y ¿á qué deben encaminarse estas consideraciones sino á despertar en nosotros un gran deseo de imitarlos, y adquirir nuevos argumentos y confiar en su protección y amparo? Si viviendo en carne se desvelaron por sus hermanos y procuraban el alivio de los necesitados, ¿qué dejarán de hacer ahora que están en la patria de la dicha y pueden como confidentes del Señor disponer de su hacienda? Si atendieron las súplicas de nuestros padres cuando les pedían lanzasen de sus confines la langosta y humedeciesen con lluvias la seca y agostada tierra, ¿cómo no oirán las súplicas que les hagamos para alcanzar su espíritu y poder adquirir los bienes del cielo? Si se han mostrado tan solícitos por curar las abrasadas calenturas y las fiebres malignas, ¿cómo dejarán de confeccionar medicinas para curar nuestras almas? Sí, hermanos, aumentemos nuestra confianza; esperemos por medio de los Santos recibir cuanto necesitemos para nuestra salvación, y asegurada ésta no temamos los trabajos de esta vida, que cuanto mayores sean mayor corona nos darán en la gloria. Amén.
Meditese.

ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, cuya poderosa protección repetidas veces ha experimentado la ciudad de Teruel, ya en haber exterminado de ella milagrosamente la formidable plaga de la langosta y preservado (según piadosamente confiamos) para siempre de la misma formidable plaga, ya en extinguir contagios y peligrosas enfermedades que nos afligían, como al presente se experimenta: yo os ruego, piadosísimos Padres, Patronos y milagrosos médicos, que exterminéis de mi alma la muy formidable plaga de la culpa, y extingáis para siempre de todos nuestros corazones la epidemia mortífera del pecado. Hoy se concluyen con este Novenario vuestros cultos públicos, pero mi alma siempre os venera y adora deseosa de agradecer tantos favores como debe y espera deber á vuestra poderosísima intercesión. Admitid, Santos poderosos, los obsequiosos afectos de todos vuestros devotos; conservadnos en los favores de vuestra devoción perpetua, de donde dependen nuestras espirituales y temporales fortunas, y alcanzadnos la divina gracia para merecer con ella la amorosa vista de nuestro Dios y vuestra compañía en la gloria. Amén.


ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...