TRIDUOS DE SÚPLICAS
SEGUIDOS DE OTRO DE ACCIÓN DE GRACIAS A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
POR
M. J. E. U.
BARCELONA
TIPOGRAFÍA CATÓLICA calle Pino, 5
Año de 1896
Después de rezado el Señor mio Jesucristo, etc., se dirá el siguiente ofrecimiento:
OFRECIMIENTO PARA LOS TRIDUOS DE SÚPLICAS
¡Madre amantísima y Señora Nuestra del PERPETUO SOCORRO! Ofrecémoste humildemente este devoto Triduo, para alcanzar el remedio de la presente necesidad en que nos hallamos, si así conviene a la mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien de nuestras almas. Amén.
TRIDUO PARA ALCANZAR EL REMEDIO DE UNA NECESIDAD
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
Ofrecimiento...
DÍA PRIMERO
¡Oh dulcísimo consuelo de las almas atribuladas, NUESTRA SEÑORA Y MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! A Vos acudo en la presente necesidad que tanto aflige á mi angustiado corazón; miradme con ojos de misericordia, bondadosísima Madre mía, y alcanzadme de vuestro Divino Hijo, mi Señor Jesucristo, la gracia de... (expóngase la necesidad) si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de mi alma. Amén.
Ahora se rezarán cinco Ave Marías, con la siguiente invocación en cada una:
¡Oh Madre de amor! ¡venid en misocorro!
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS TRIDUOS
Acordaos ¡oh piadosísima Virgen María, Madre mía del PERPETUO SOCORRO! que jamás se oyó decir que ninguno de los que se han acogido a vuestra protección, implorando vuestro perpetuo socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, vengoa Vos, Soberana Señora, y postrado ante vuestra milagrosa Imagen, os hago presente mi necesidad, y pongo en vuestras reales manos mi petición. No la desechéis ¡oh Señora mía! sino por el contrario oídme bondadosa, y despachad esta mi súplica favorablemente. Así sea.
Bajo de tu manto nos ponemos, Santa Madre de Dios del PERPETUO SOCORRO: no despreciéis nuestras súplicas en nuestras necesidades, antes bien libradnos de todos los peligros de alma y cuerpo, ¡oh Virgen siempre gloriosa y bendita! Amén.
L/: Vos habéis sido dada, Señora, como refugio.
R/: Como auxilio oportuno en la tribulación.
ORACIÓN
Dios omnipotente y misericordioso, que nos disteis a venerar la imagen de vuestra bienaventurada Madre, bajo el título especial del PERPETUO SOCORRO: concedednos propicio que en todas las vicisitudes de nuestra peregrinación en esta vida, seamos de tal manera asistidos por la continua protección de la misma Inmaculada y siempre Virgen María, que merezcamos conseguir los premios de nuestra eterna redención. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
Se concluirá con la Salve y oración correspondiente si el Triduo se hace públicamente en la iglesia. Esto mismo se hará con los demás Triduos.
DÍA SEGUNDO
¡Oh Santísima Virgen María, augusta Madre de Dios! que para inspirarnos una confianza sin límites, queréis llamaros y ser para nosotros PERPETUO SOCORRO en todas nuestras necesidades; ved el apuro en que me encuentro y las penas que estoy pasando; haceos cargo, benditísima Señora mía, de esta mi angustiosa situación, y alcanzadme del Corazón Sacratísimo de vuestro Hijo Jesús el remedio á esta mi presente necesidad, si conviene para la salvación de mi alma. Amén.
DÍA TERCERO
¡Oh benignísima Señora y MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! Grande es la tribulación que padezco, y a Vos acudo en busca de consuelo, de luz y de remedio, poniendo en vuestras manos la resolución de este grave y trabajoso conflicto. Si perpetuas son las penas que merezco por mis pecados, perpetuo es también vuestro socorro, y poderosa vuestra intercesión con Dios Nuestro Señor. Alcanzadme la gracia de verme libre cuanto antes de estos pesares y cuidados que me atormentan, si conviene para mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien de mi alma. Amén, Jesús.
TRIDUO PARA ALCANZAR UNA GRACIA TEMPORAL O ESPIRITUAL, O LA ADQUISICIÓN DE ALGUNA VIRTUD
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
Ofrecimiento.
DÍA PRIMERO
¡Oh Soberana Princesa María, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO ! Vos estáis llena de gracia y sois Reina de las virtudes, y a vuestra protección recurre este miserable pecador, para que le hagáis participante, en alguna manera, del caudaloso río de vuestras excelentes virtudes, que asombran a la tierra y regocijan a los cielos. Pobres y miserables somos, Señora, pero Vos sois rica y generosa, y nos acogemos a vuestro especial patrocinio, a fin de que nos alcancéis el favor que os pedimos en este devoto Triduo, si ha de ser conveniente a nuestra salvación eterna, y la gracia de practicar fielmente todas las virtudes acá en la tierra, para gozar un día de su premio en el cielo. Amén.
DÍA SEGUNDO
¡Oh Luna hermosa, sin menguante de culpa, María Santísima del PERPETUO SOCORRO! A Vos acudimos de nuevo para lograr la gracia que solicitamos; y, a quién hemos de acudir, sino a la que es remedio y socorro del pobre pecador? Acoged, pues, nuestras súplicas benignamente, y alcanzadnos el favor que os pedimos en este Triduo, y que sepamos practicar con constancia y fidelidad las virtudes cristianas, de las que sois perfecto y acabado modelo, para que, adornada nuestra alma con la esplendente vestidura de la gracia santificante, cumpla bien sus obligaciones en la tierra, y sea un día para siempre dichosa en el cielo. Amén.
DÍA TERCERO
¡Oh Sol brillante y hermoso, nunca empañado por la culpa, Lucero de la gracia, Estrella de la mañana, Iris de paz y esperanza, Madre y Señora nuestra del PERPETUO SOCORRO! Concebida sin la mancha del pecado original, fuísteis desde el primer instante de vuestro ser purísimo llena de gracia, de toda virtud y santidad. Alcanzadnos, pues, altísima Señora, lo que pedimos en este Triduo, si es para gloria de Dios y bien de nuestras almas, y también el amor a la pureza y a la constante mortificación de la carne, para que perseverando siempre en el camino del bien y practicando la piedad, siguiéndoos a Vos que sois perfecto dechado de la más alta perfección, podamos un día cantar en el cielo, por toda la eternidad, el himno eterno de la bienaventuranza. Amén, Jesús.
TRIDUO PARA ALCANZAR LA CONVERSIÓN DE UN PECADOR
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
Ofrecimiento.
DÍA PRIMERO
¡Oh especial abogada y refugio de pecadores, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! Aquí nos tenéis postrados a vuestras virginales plantas, implorando vuestro poderoso valimiento a favor del desventurado pecador, por quien os ofrecemos este devoto Triduo de preces. ¡Oh, Señora! muévaos a compasión el miserable estado de su alma, en riesgo inminente de una condenación eterna. Alcanzadle la gracia de un sincero arrepentimiento de sus culpas; que llore amargamente sus extravíos y tibiezas, que conciba en su corazón un odio grande al pecado, y que desde hoy se acerque al sacramento de la Penitencia con las debidas disposiciones; que emprenda con paso firme el camino de la virtud y persevere en él hasta la muerte. Amén.
DÍA SEGUNDO
¡Oh Soberana Señora y MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! De nuevo volvemos a pediros la conversión de aquel pobre pecador. Miradle con ojos de misericordia; hacedle comprender el tristísimo estado de su alma, y pues sois PERPETUO SOCORRO de todos los que os invocan, escuchad nuestras súplicas y socorred al desventurado por quien nos interesamos y que eficazmente os recomendamos. Haced, Señora, que vuelva a la amistad de Dios, y que en adelante persevere en ella hasta que logre un día entrar en la eterna gloria. Amén.
DÍA TERCERO
¡Oh MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! De nuevo os importunamos en favor de aquel desventurado pecador. ¡Tened compasión de su pobre alma, tan alejada de Dios! enviadle un rayo de luz que le haga ver su miseria; convertidla, purificadla por medio del arrepentimiento de sus culpas. Por los dolores que padecisteis al pie de la Cruz salvadla, os lo suplicamos, clementísima Señora, Socorred a ese desgraciado pecador con el suave influjo de vuestra poderosa intercesión, y alcanzadle la gracia de salir del miserable estado de la culpa, para que, conducido por Vos a la senda de la virtud, persevere firme en ella hasta veros en el cielo. Amén, Jesús.
TRIDUO PARA ALCANZAR LA SALUD DE UN ENFERMO
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
Ofrecimiento.
DÍA PRIMERO
¡Oh potentísima Virgen María, salud de los enfermos, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! Os suplicamos os intereséis por el enfermo que os recomendamos eficazmente en este devoto Triduo. Socorredle en la necesidad en que se halla de la falta de salud; compadeceos de él, dulce Señora mía, y ya que sois Madre de la verdadera vida y salud del que os invoca, alcanzádsela, si conviene para la de su alma, a fin de que, una vez recobrada, pueda aún servir a Dios fielmente en esta vida y después, con una santa muerte, pueda gozarla en vuestra compañía en el cielo. Amén.
DÍA SEGUNDO
¡Oh Reina y Señora nuestra, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO ! De nuevo venimos a pediros la salud del enfermo por quien nos interesamos. Alcanzadle del Sagrado Corazón de vuestro Divino Hijo Jesús, la gracia de verse libre de la enfermedad que le aqueja. Compadézcase vuestro corazón maternal de ese pobre enfermo, y haced ¡oh gran Señora! que recobrada la salud que desea y que con tanta confianza os pedimos, sirva a Dios agradecido a tan soberano beneficio, y persevere en su divina gracia hasta conseguir la salud eterna de la gloria. Amén.
DÍA TERCERO
¡Oh compasiva Señora, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! De nuevo recurrimos a Vos en este último día del Triduo, que os dedicamos a favor del enfermo que recomendamos a vuestra misericordia y especial protección. Aunque es grave y peligrosa su enfermedad, aunque su estado es ya desesperado, todo lo podéis con vuestro Hijo Divino. El es la resurrección y la vida, la fuente perenne de todo bien, y Vos sois el canal por donde se nos comunican todas sus gracias, la llave dorada que nos abre todos sus tesoros. A los innumerables enfermos que habéis sanado, agréguese también éste por quien os rogamos. Alcanzadle la salud si le conviene, para que, recobrada con ella la alegría interior del espíritu, sirva fielmente al Señor en esta vida, y después vaya a cantar sus misericordias y las vuestras en el cielo por toda la eternidad. Amén, Jesús.
TRIDUO PARA BIEN ELEGIR ESTADO
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
Ofrecimiento.
DÍA PRIMERO
¡Oh clementísima Señora, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! A Vos que sois luz, guía y amparo de los pobrecitos pecadores, recurro hoy implorando humildemente vuestro especial patrocinio. Iluminadme, Señora y Madre mía, para que conozca la voluntad de Dios en negocio tan grave como es el de la elección de estado, pues quizá dependa de él la salvación de mi alma. Dadme consejo, ayuda y socorro para seguir con resolución las inspiraciones divinas; removed los obstáculos que se oponen a los fines amorosos de la Providencia, y alcanzadme la gracia de que, sirviendo a Dios como El desea ser por mí servido aquí en la tierra, logre un día la dicha de gozarle para siempre en el cielo. Amén.
DÍA SEGUNDO
¡Oh dulcísima MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! En vuestras soberanas manos pongo mi suerte. Terrible y poderosa es la tentación que padezco y aflige sobremanera mi espíritu; pero Vos, Señora, sois más fuerte que un ejército formado en línea de batalla. Protegedme, benditísima Abogada mía, otorgadme vuestro favor y socorro para que no sucumba en esta ruda prueba, y alcanzadme la gracia de acertar el estado a que Dios me llama; prestadme todos los auxilios que necesito, y, una vez elegido el que sea más conforme a la voluntad soberana de Dios Nuestro Señor, persevere en el camino de la santidad, para que después descanse de las luchas y fatigas de este mundo en la patria deliciosa de los cielos. Amén.
DÍA TERCERO
¡Oh excelsa Emperatriz de los cielos, encanto de los bienaventurados y consuelo de los mortales, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! Vos sois también la Madre del Buen Consejo, y no se lo negáis al que humildemente os lo pide, con el deseo de acertar la elección del estado en que quiere Dios que se le sirva. Negocio es este de suma trascendencia, de singular importancia, ¡oh dulce Señora mía! A Vos lo encomiendo, pues, muy especialmente en este último día del Triduo que vengo haciéndoos con tal motivo. Sedme brillante luz y seguro consejo, socorriéndome con vuestra asistencia y con el auxilio de vuestra protección poderosa, para que, una vez colocado en el estado en que he de llenar mi misión sobre la tierra, según la santa voluntad de mi Dios y Señor, le sirva en El fielmente toda la vida y luego le goce para siempre en el cielo. Amén, Jesús.
TRIDUO PARA ALCANZAR EL REMEDIO DE UNA CALAMIDAD PÚBLICA
(Como la peste, la guerra, ú otras desgracias)
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
Ofrecimiento.
DÍA PRIMERO
¡Oh Soberana Virgen María, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! A Vos acudimos, contritos y humillados, a pediros confiadamente por medio de este devoto Triduo, el remedio a la calamidad que, en castigo de nuestros pecados padecemos justamente. ¡Oh Madre de Dios y Madre nuestra! ¡apiadaos de nosotros! Atrevidos pecadores somos, Señora, y siervos desagradecidos al Dios de las bondades; miserables criaturas que sin pudor ni vergüenza, con todo descaro, nos hemos rebelado muchas veces contra nuestro Criador y Padre. Pero Vos sois Madre llena de clemencia y refugio de pecadores; presentad, pues, al Señor nuestras súplicas y clamores, y desarmad su justa ira contra nosotros. Desde este momento prometemos la enmienda: cese la calamidad que nos atormenta y brille de nuevo la misericordia de Dios sobre el mundo desgraciado y culpable, y pronto cantemos, regocijados y perdonados, el himno de gracias por el deseado beneficio. Amén.
DÍA SEGUNDO
¡Oh gloriosa Virgen María, Madre de Dios del PERPETUO SOCORRO, Reina Soberana de los Angeles, Perla preciosísima de la gracia! ¡Compadeceos de vuestro pueblo, que contrito y humillado se acoge a Vos! ¡Acordaos que por nosotros pecadores fuísteis constituída Madre de Dios! Pedidle, pues, Señora, a vuestro dulce Jesús, que tienda sobre este su pueblo arrepentido una mirada de misericordia, y haga retirar al Angel exterminador la espada de la Divina Justicia que pesa sobre nosotros en justo castigo de nuestras prevaricaciones. ¡Perdón, Dios mío! ¡piedad para vuestro pueblo, en nombre del Sagrado Corazón de Jesús! ¡Oh Madre y Señora nuestra! socorrednos, alcanzadnos misericordia y la gracia de vernos libres de la calamidad que nos aflige. Amén.
DÍA TERCERO
¡Oh Inmaculada Virgen María, augusta MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! Ya que en persona de San Juan nos engendrasteis y paristeis al pie de la Cruz a costa de dolores tan acerbos, mostrad que sois nuestra Madre, y alcanzadnos el perdón de nuestros pecados, y la gracia de vernos libres del azote que sobre nosotros descarga merecidamente la justicia de Dios. Arrepentidos de veras de todas nuestras culpas, nos volvemos a nuestro amantísimo Padre, Criador y Redentor nuestro, y por medio de Vos, en este último día del Triduo, le pedimos gracia y misericordia. Por aquellas necesidades y angustias que al pie de la Cruz sentisteis, compadeceos de las nuestras, y alcanzadnos, Señora, del Corazón Sacratísimo de vuestro Hijo Jesús la merced de que, vueltos a su amistad por medio de una sincera confesión de nuestros pecados, cese... (la guerra, la peste, ó la desgracia) con que el Señor nos castiga, y vuelvan a lucir para nosotros días de paz y de alegría al vernos libres de tantos males, y que, agradecidos a la bondad divina y a vuestro favor y socorro, perseveremos hasta la muerte en el camino de la virtud, y luego cantemos, por toda la eternidad, las misericordias de Dios, y por habérnoslas alcanzado os demos perpetuas gracias en el cielo. Amén, Jesús.
TRIDUO EN ACCIÓN DE GRACIAS POR UN FAVOR ALCANZADO
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
OFRECIMIENTO
¡Soberana Señora, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! Os ofrecemos este Triduo en acción de gracias por todos los beneficios recibidos de Dios por medio de vuestra poderosa intercesión, y especialmente por éste que nos habéis al presente alcanzado. Amén.
DÍA PRIMERO
¡Oh Purísima Virgen María, Escala misteriosa que une el cielo con la tierra, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! Somos indignos de comparecer ante el acatamiento de la majestad soberana de Dios; pero puesto que Vos, Señora, os complacéis en desempeñar el consolador oficio de Medianera entre Dios y los hombres, a Vos acudimos en este devoto Triduo, suplicándoos de lo íntimo de nuestras almas, presentéis y ofrezcáis al Señor el tributo de nuestro agradecimiento por el especial favor que nos ha concedido, en atención a vuestra amorosísima intercesión. Alábenle por ello los cielos y la tierra, y no cesen nuestras lenguas de bendecir y publicar la grandeza y multitud de las bondades divinas, no menos que vuestra caridad y benevolencia de interceder por estos pobres pecadores. Sepamos viviros siempre agradecidos ¡oh Madre y Señora nuestra del PERPETUO SOCORRO! para que, perseverando firmes en la virtud, podamos un día daros las gracias en el cielo. Amén.
DÍA SEGUNDO
¡Oh Serenísima Señora, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! A Vos, que sois Espejo de justicia y dechado perfectísimo de santidad, recurrimos en este segundo día del Triduo de gracias que os dedicamos para manifestaros el justo tributo de nuestro agradecimiento por el señalado beneficio que, de la infinita bondad de Dios, nos habéis alcanzado. Que sepamos corresponderlo viviendo desde hoy en adelante más estrechamente unidos á Vos, para que, perseverando firmes en la senda de la perfección cristiana, vivamos santamente y podamos un día cantar en el cielo el himno eterno de la gloria. Amén.
DÍA TERCERO
¡Oh gran Señora, Esperanza dulcísima de los que os invocan, MADRE DEL PERPETUO SOCORRO! El amor y la gratitud nos conducen de nuevo a vuestros pies, para rendiros el homenaje de nuestra profunda gratitud por todos y cada uno de los beneficios que vuestra intercesión poderosísima nos ha alcanzado de Dios Nuestro Señor. Haced, Soberana Reina, que vivamos en el santo temor y amor de Dios, y sepamos ser agradecidos a los innumerables beneficios que con pródiga mano nos concede, y que, amándole sobre todas las cosas, nada en este mundo, ni la vida ni la muerte, sea capaz de separarnos de su amistad y gracia. Amén, Jesús.
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