EJERCICIOS DEVOTOS PARA LOS NUEVE DÍAS ANTES DE LA
PURÍSIMA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS, JESUCRISTO SEÑOR NUESTRO
COMPUESTO POR SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
DÍA
PRIMERO,
que será a diez y seis de marzo
que será a diez y seis de marzo
MEDITACIÓN
Crio
Dios en el principio el Cielo y la Tierra, y este primero día crio esta hermosa
primicia de las criaturas, diciendo: Hágase la luz, y dividió
de las tinieblas, poniéndole por nombre día, porque vio que era buena. Ésta fue
la primera criatura que hizo que en estos nueve días
diese la obediencia a su purísima Madre, Reina de la Luz, y luz más refulgente,
sin las tinieblas del pecado. Si la luz es vasalla de María Santísima, y ésta
no pudo sufrir la compañía de las tinieblas, y Dios la segregó y apartó de ellas,
haciéndola de naturaleza incompatible con su obscuridad, ¿cómo la reina de las
luces y de todo lo criado pudo jamás compadecerse con la obscura tiniebla de la
original culpa? Alegrémonos mucho de este sin par privilegio suyo, y demos la
enhorabuena de su luciente y pura Concepción, diciéndola:
OFRECIMIENTO
Reina
de la Luz, y luz más bella que el material, pues ilustráis los Cielos con
vuestro resplandor, ilustrad nuestras almas con vuestros dones; y pues sois la
más cercana a la Luz indeficiente e inaccesible de la Divina Esencia,
alcanzadnos un rayo de ella que ilumine nuestros entendimientos para que, sin
las tinieblas de la humana ignorancia, contemplemos las cosas celestiales.
Madre nuestra sois; vuestro Apóstol nos manda que andemos con la luz para ser
hijos de la luz; haced, Madre ternísima, que nuestras obras, hechas con la luz
de vuestros influjos, luzcan a la de vuestros divinos ojos, y a la de vuestro
Hijo, y Señor nuestro, para que, teniendo aquí la luz de su gracia, allá
gocemos la de su Gloria.
EJERCICIOS
En
este día, lo primero, en viendo salir la luz, bendígase su Autor, que tan bella
criatura crió, y agradézcasele con rendido corazón, no sólo el haberla criado
para nuestro provecho, sino el haberla hecho vasalla de su Madre y nuestra
abogada. Óigase misa con la devoción posible, y el que pudiere, ayune; y para
dar gracias a Dios, se dirá el cántico: Benedecite omnia opera Domini
Domino. Y en el verso: Benedecite lux, et tenebrae Domino, entiéndase
que no sólo deben alabar a Dios los justos, que son como la luz, sino los
pecadores, que son como las tinieblas; reconózcase tal cada uno, y duélase de
haber añadido, sobre la culpa original, tinieblas a tinieblas y pecados a
pecados; humíllese y advierta cuán vil polvo
es; proponga la enmienda, y para que la Luz purísima de María se la alcance,
récela una salve y nueve veces la Magnificat, boca en tierra;
y procure todo este día de la Luz huir de todo pecado, aun en sombra;
absténgase de las impaciencias, murmuraciones, y sufra con paciencia aquello
que más le repugnare a su natural. Si fuere día de disciplina de Comunidad, con
ella basta; si no, se podrá hacer especial.
Los
que no saben leer latín, rezarán nueve salves boca en tierra y ayunarán si
pudieren; y si no, harán un acto de contrición porque el Señor les de luz para
acertar a servirle, como les dio luz material para vivir. En este día absténganse
del primero de los pecados, que es Soberbia, y hagan actos de humildad, porque
al día primero corresponda la primera virtud y sea desterrado el primero y
capital de los vicios.
DÍA SEGUNDO
MEDITACIÓN
En
el segundo día dijo el Señor: Hágase el Firmamento en medio de las
aguas, y divida las aguas que están sobre el Firmamento, de las que están
debajo del Firmamento; e hízose así, y llamó al Firmamento, Cielo.
Ésta fue la segunda obra de aquella Potencia infinita y Sabiduría inmensa; y
ésta fue también la que postró su hermosa máquina ante las virginales plantas
de Su Madre en estos misteriosos días; porque sola entre los hijos de Adán fue,
como el Firmamento, criada entre las cristalinas corrientes de la gracia, sin
tener parte que estuviese fuera de ellas ni que pudiese ocupar la mancha del
pecado; sino toda pura, toda limpia, como entre aquellas aguas vivíficas. No
hay cosa más pura y limpia que el agua, pues, aunque la echen dentro mil
inmundicias, ella sola las desecha y se purifica; y no sólo a sí, pero tiene
esta particular propiedad de lavar y purificar lo que en ella se echa. Así
nuestra gran reina, no sólo fue purísima y santa, sino que es el medio de
nuestra limpieza y santificación. Si miramos las propiedades del Firmamento,
¿qué cosa más asimilada a su milagrosa constancia?, ¿qué
cosa más firme? A quien ni el común vaivén de la culpa original hizo caer, ni
los combates de las tentaciones hicieron titubear. Pero aun (mirando a otro
viso las aguas) entre las corrientes y tempestades de las humanas miserias,
entre las borrascas y tormentas de la dolorosa Pasión y Muerte de su Santísimo
Hijo y nuestro amantísimo Salvador, entre las olas de la incredulidad y dudas
de los Discípulos, entre los escollos de la perfidia de Judas y los bajíos de
tantos tímidos corazones, siempre conservó su firmeza, no sólo firme sino
hermosa como el Firmamento, el cual (según los matemáticos) tiene esta
excelencia más que los demás Orbes: y es que no sólo está bordado de
innumerables estrellas ?tantas, que son todas las que vemos, sacando sólo siete
planetas?, sino que las que tiene, todas son firmes y fijas, sin moverse, y en
los otros cielos (con tener sola una) es errante; y siendo tan hermoso y
transparente, goza estos más privilegios que no tienen los otros. Así María
Santísima, no sólo fue purísima en su Concepción transparente y lucida, sino
que después la adornó el Señor de innumerables virtudes, que adquirió para que
como estrellas centelleasen y bordasen aquel bellísimo Firmamento; y no sólo
las tuvo todas, pero todas fijas, todas inmobles, todas con orden y concierto
admirable; que si en los demás hijos de Adán vemos algunas virtudes, son
errantes, no fijas: hoy las tenemos y mañana las perdemos; hoy es una, mañana
es otra; hoy luce, mañana se obscurece. Alegrémonos de esta prerrogativa suya,
y digámosla:
OFRECIMIENTO
Señora,
honra y corona de nuestro humano ser, Firmamento divino donde están las
estrellas de las virtudes fijas: Dadnos los benignos influjos de ellas a
vuestros devotos, para que con vuestro favor nos alentemos a adquirirlas; y esa
luz, que participáis del Sol de Justicia, comunicadla a nuestras almas, y fijad
en ellas vuestras virtudes, el amor de vuestro precioso Hijo y vuestra
dulcísima y ternísima devoción y de vuestro dichoso esposo, mi Señor y abogado
San José; fijad y arraigad [p.
481] los santos propósitos que vuestro Hijo, Nuestro Señor
y Salvador, nos inspira, para que poniéndolos en ejecución, con perseverancia,
en esta vida, merezcamos en la otra la perpetuidad de vuestra amable compañía,
donde por toda la eternidad nos gocemos de ver vuestra grandeza y alabemos al
Señor, que para ella os crió para bien nuestro.
EJERCICIOS
En
este día se hará todo lo que, en el pasado, menos el cántico, que hoy será el
salmo de Laudate Dominum de Coelis, convidando a aquellos
Orbes celestiales a que, con la armonía de sus giros, con el concierto de sus
movimientos y con la variedad de sus influjos, alaben al Señor que los crió
para alfombra de su Madre y que trocó su estrellada majestad y lucido solio por
las entrañas virginales de este abreviado y más digno y hermoso Firmamento.
Pondérese esta fineza del Divino Verbo con un poco de atención, pues por rudo
ingenio que uno sea, si lo piensa despacio, hallará siglos que meditar. Dígase
al fin de todos estos días el Evangelio: In principio erat Verbum, y
en llegando al Verbum caro factum est bese la tierra postrado,
y dé al Señor gracias de que se hizo hombre y hermano nuestro. ¡Oh, fineza,
quién te supiera ponderar, para saberte agradecer!
Los que no supieren leer latín,
rezarán la Corona, suplicando a nuestra gran reina se digne de aceptarla,
deseando que sea a sus ojos tan lucida y rica como la que el Firmamento la da
de estrellas; y para que le sea más agradable, se abstendrán en especial del
pecado de la Avaricia, que es el segundo; y procurarán la virtud contraria, que
es la Largueza, dando alguna limosna conforme a su posibilidad. ¡Oh Señora,
quién participara de tu largueza!
DÍA
TERCERO
MEDITACIÓN
En
el tercero día dijo Dios: Congréguense las aguas que están debajo del
cielo en un lugar, y aparezca la Tierra seca. Hízose
así, y llamó Dios este globo ponderoso, Tierra; y a la congregación de las
aguas, Mar; y vio Dios que era bueno y dijo: Produzca la Tierra verde
yerba, de que haya semilla, y árboles que den fruto según sus especies; e
hízose así, y fue hecho el día tercero. En éste aparecieron en sus sitios esas
dos portentosas criaturas: Tierra y Mar; y en este día dieron la obediencia a
su reina, y de todo lo criado, postrándose a aquellos virginales pies los
elementos. ¿Qué mucho, si los deseaban besar los altos y supremos Cielos?
Alegráronse las aguas congregadas, de ser símbolo de la congregación de las
virtudes y excelencias de María Santísima, mare magnum de
todas las grandezas, y de que su nombre fue (mudado el acento) el mismo que el
de aquella suprema Reina y Señora nuestra, pues es su nombre María y
el de la gran Señora, María, que así convino para mostrar el
Señor en el nombre de María breve, y en el de María, largo,
que el Mar con todas sus grandezas, con lo corpulento de sus olas, con lo
cóncavo de sus cavernas, con lo oculto de sus mineros, con la variedad de sus
monstruos, con lo admirable de sus flujos y reflujos, y en fin, con lo
espantoso de su vastísimo cuerpo, comparado al mar de las elevadas virtudes de
María, es breve, es estrecho y no digno de simbolizarlas. Admiróse la Tierra,
venerando aquel celestial fruto, y extrañó que pudiera ser suyo, sabiendo que
después que la esterilizó la culpa, sólo sabía producir espinas y abrojos de
pecadores; y así, se admiraba de ver a la purísima y fresquísima Rosa de
Jericó, a la hermosa Azucena de los Valles, toda cándida y limpia, fecundada
con el rocío de la Gracia y plantada entre sus corrientes, que, en vez de las
espinas de la culpa, la servían de arqueros innumerables espíritus angélicos.
Veíase envidiada de los vergeles del Cielo, que con haberse criado en ellos las
puras substancias angélicas que brotan aquellos jardines eternos, nunca
produjeron rosa igual a la belleza de esta purpúrea Rosa. Alégrese de
simbolizarla en ser centro del Universo, como María Santísima lo es de las
virtudes, y de ser llamada Madre Común de los Vivientes, como nuestra dulcísima
Madre lo es con más propiedad. Besaba aquellas sagradas plantas, y
envidiaban los Cielos su dichosa anticipación. Gloriábase de ser símbolo de la
humildad admirable y de oírla llamarse polvo; recibía postrada
aquel hermoso y sagrado Cuerpo y desquitaba, con esta dicha, la maldición de
que en ella se arrastrase la Serpiente.
Señores
y Señoras mías, amemos mucho la humildad. Si la que era toda Cielo, y Cielo más
excelente que los cielos, se llamaba polvo, los que somos
polvo, ¿qué haremos en confesarlo? Los nueve días pasarán. Quédenos siquiera de
ellos este amor a la humildad. Mirad, Señores y Señoras, que siendo nuestra
Reina el compendio de las virtudes, el archivo de las excelencias y la tesorera
de toda la santidad, nunca se alabó de alguna, ni jamás las ostentó, y sólo de
la humildad hizo como alarde, predicando de sí que era humilde; y no por modo
de mortificación, como cuando se llamaba polvo y gusano, sino por modo de
mérito, pues da por causal su humildad para su exaltación. Porque vio (dice) la
humildad de su esclava: por eso me llaman bienaventurada todas las
generaciones. Virtud de que María Santísima se precia, cómo la debemos
apreciar los que deseamos ser sus devotos. De su Majestad fueron todas las
virtudes, y todas en superlativo grado; pero ésta, por antonomasia, es la
virtud de María. Mirad, Señores y Señoras mías, que quien no es humilde, parece
que en vano quiere ser devoto de la Señora; no hay amor suyo sin humildad,
porque ¿cómo puede ser que la misma humildad se sirva de la soberbia? No,
hermanos y hermanas, quien no es humilde, o a lo menos lo procura ser,
despídase de la Señora. Seamos humildes, pues somos esclavos de María; y porque
no lo podremos ser sin su favor, digámosla:
OFRECIMIENTO
Señora
mía, madre amorosa, mar de las perfecciones, madre de los vivientes, pues sola
hacéis que con vuestra intercesión vivamos vida de gracia: Alcanzadnos vuestra
virtud, que fue la humildad, de vuestro precioso Hijo, y apartad de nuestros
corazones todo pensamiento de soberbia, amor propio, vanidad y deseo de honras
de este [p. 484] mundo.
Haced que aquí, a vuestra imitación y en obsequio vuestro, nos humillemos, para
que allá, en vuestra compañía, seamos exaltados, donde nos gocemos de vuestras
honras y privilegios, eternamente alabemos al Señor, que os los dio y nos honró
vistiéndose de nuestra naturaleza en vuestras entrañas purísimas.
EJERCICIOS
Hoy
se hará lo mismo; salvo que, por haber hecho hoy mención del Dulcísimo Nombre
de María, rezarán su rezo de los cinco salmos, con atención a cuán misterioso
es y se dirá el salmo 95: Cantate Domino canticum novum, pidiéndole
a la Señora, que como Estrella del Mar, libre a los navegantes de los peligros
de él, y como Señora de la Tierra sosiegue los temblores, que pocos años ha,
con tanto terror nos amenazaron. Y pidámoslo también a nuestro abogado, el
gloriosísimo Señor San José, en cuyo día sucedió el más espantoso de los que
hemos visto.
Los
que no saben leer latín, rezarán la Camándula: Dios te salve, Hija de
Dios Padre, etc., darán gracias al Señor, porque crió la Tierra para
que nos sustente; harán memoria de cómo somos hechos de ella, y en ella nos
hemos de resolver; y con este pensamiento reprimirán, con especial cuidado,
cualquier pensamiento deshonesto, que es el pecado de la corrupción, procurando
su contraria virtud que es la Castidad; y ayudándola con ayunar en este día y
huir de los objetos que nos pueden provocar a lo contrario; y si pudieren,
traigan hoy cilicio.
DÍA
CUARTO
MEDITACIÓN
Dijo
Dios: Háganse dos luminares grandes para que luzcan en el Firmamento y
dividan el día y la noche, y sean signos del tiempo, los días y los años, e
iluminen la Tierra. El luminar mayor presidiendo al día, y el menor a la noche. E
hizo las Estrellas y púsolas en el Firmamento, para que luciesen sobre la
tierra y dividieran la [p. 485] luz
y las tinieblas. E hízose así, y vio Dios que era bueno; y fue hecho el cuarto
día. Salieron este día del ejemplar perfectísimo de la eterna Idea, a
ilustrarse en el Universo, a manifestarse a la luz del Señor aquellas dos
bellas criaturas: Sol y Luna, presidentes de todos los Orbes, y reyes de toda
la república de las demás luces. Reconocieron también en este misterioso día a
su divina reina, a quien antes en visos y figuras había vestido el Sol, calzado
la Luna y coronado las Estrellas. Vieron ahora con pasmo el perfectísimo
original del retrato del Apocalipsis. Vio el Sol a la que era más sola y
escogida que sus luces, y la Luna a la que era más hermosa que su lucida
candidez. Quisiérala vestir el Sol, como antes, pero hallábala iluminada del
Sol de Justicia. Quisiera la Luna servirle de coturno, pero veía sus plantas
elevadas, no sólo sobre el Empíreo, sino sobre todos los Coros Angélicos.
Quisieran coronarla las Estrellas, pero coronábanla los rayos de la Divinidad
de toda la Trinidad Santísima ¿Qué sería ver el modo con que aquellas
luminosas, aunque insensibles, criaturas dieron la obediencia a su reina? Y la
altísima sabiduría con que la gran Señora conoció todas las naturalezas y
cualidades de todos aquellos luminares: sus influjos, giros, movimientos,
retrogresiones, eclipses, conjunciones, menguantes, crecientes, ¿y todos los
efectos que pueden producir en los cuerpos sublunares, con perfectísima
intuición? ¿La generación de las lluvias, granizos, hielo y el espantoso aborto
de los rayos? Sabiendo con clarísimo conocimiento todas las causas de estos
admirables efectos que por tantos siglos han tenido suspensos y tan fatigados
los entendimientos de los hombres en escrúpulos, sin llegar a tener perfecta
ciencia de ellas. ¡Con cuánta mayor obediencia pararía el Sol su carro luminoso
al imperio de la soberana Emperatriz de los Ángeles, que le paró al de Josué!
Alegrémonos de su grandeza y potestad, y de su admirable infusa sabiduría, de
quien se admiraban las puras inteligencias angélicas, contemplándola pasmadas
de admiración y embelesadas en sus perfecciones. Y para que nos alcance de su
Hijo precioso y Señor nuestro este dón de la Sabiduría, digámosla con ternísimo
y encendido afecto:
OFRECIMIENTO
¡Oh,
Reina de la Sabiduría, más docta y sabía que aquella reina Sabá! Pues gozáis la
enseñanza del verdadero Salomón, alcanzadnos de Su Majestad la verdadera
sabiduría, que es la virtud e inteligencia de las cosas celestiales, para
encendernos en amor vuestro y de vuestro Hijo. Vuestras entrañas purísimas
fueron por nueve meses el depósito y sagrario de la Sabiduría eterna: Alumbrad,
Maestra benignísima, nuestras almas y libradnos de todo error y de los engaños
del Demonio y astucia de sus sofísticos argumentos. Dadnos conocimiento de
vuestro Hijo y Señor nuestro y de vuestras excelencias, para ser verdaderos
devotos vuestros, y para que sirviéndoos aquí, como debemos, allá os gocemos
como esperamos en la Divina Misericordia y en vuestra intercesión.
EJERCICIOS
Si
hoy fueren las Estaciones de la Pasión, por caer en viernes, tómense por
ejercicio, y después se dirá nueve veces la Magnificat a la
Señora; si no fuere día de Estaciones, se hará disciplina y se dirá el salmo
103: Benedic, anima mea, Domino.
Los
que no saben leer latín, dirán nueve credos, confesando la Santa Fe, haciendo
de ella vivos y fervorosos actos, considerando cómo crió Dios el Universo; y
postrados en tierra en aquellas sagradas palabras: Fue concebido por
obra y gracia del Espíritu Santo, y nació de Santa María Virgen, darán
gracias al Señor porque se hizo hombre por nuestro amor. Ponderen con algún
espacio lo inexplicable de esta fineza; no pasen por ella así de prisa
diciéndolo sólo con la costumbre, sino hagan refleja, y consideren: si el rey
se viniere a nuestras casas y nos llamara de hermanos y por nosotros pasara
muchos trabajos, hasta dar la vida, ¿qué tan absortos, ¿qué tan admirados, ¿qué
tan agradecidos estuviéramos? Pues ¿cuánto más lo debemos estar de que el Rey
de los Reyes, el Señor de los Señores lo hiciera? Imposible es que, si esto se
piensa despacio, no se mude de vida, o seremos más duros, más fríos y más
insensibles que las piedras. En este día, se abstendrán
del cuarto vicio, que es la Ira, procurando ejercitar actos de paciencia y
sufriendo todo lo que les enfada y repugna; solicitando, si están enemistados
con algunos, componerse con ellos, y buscando su amistad sin mirar en puntillos
de honra del mundo, ni en si tienen razón y no les quieren buscar ni
humillarse: pues si la tienen, eso más harán por Dios, y confundirán y
edificarán más a los otros, que importa más este fruto que cuantas honras y
riquezas tiene todo el mundo; y mientras menos obligatoria es una acción, tanto
más meritoria es, y los que la hacen imitan más a Dios que se humilló y abatió
sin tener necesidad; y con esta consideración, propondrán perdonar para siempre
a todos sus enemigos pasados, presentes y futuros, por amor de Dios y honra de
su santísima Madre.
DÍA QUINTO
MEDITACIÓN
En
el quinto día dijo Dios: Produzca el Mar diferentes peces, y el Aire
aves que vuelen debajo del Firmamento. Crió Dios ballenas y todas las
diferencias de peces que tienen las aguas, y todas las aves que ocupan el
viento, según sus especies, y dijo Dios que era bueno; bendíjolo y
díjoles: Creced y multiplicad y llenad el Mar; y las aves multipliquen
sobre la Tierra; y así fue hecho el día quinto. En éste, gozaron alma
sensitiva aves y peces; habiendo en el tercero, dado Dios alma vegetativa a las
plantas, para que así, por grados, fuesen creciendo las primorosas obras de
aquella Sabiduría inmensa. Dieron a su reina éstas, ya más nobles criaturas,
rendida obediencia, alabando los peces con retórico silencio a la Estrella del
Mar, y saludando las aves a su nueva Aurora con armonioso canto, rindiendo y
abatiendo el vuelo a los pies de aquella águila real, remontada hasta el solio
de la Santísima Trinidad; de aquella cándida y argentada Paloma que nos trajo
en el pico de rubíes el ramo de oliva de la paz del mundo; de aquella Abeja
argumentosa que nos labró en sus entrañas el panal de Sansón. ¡Cuán propios
vasallos de María Santísima son los peces y las aves! Aquéllos, porque moran entre la pureza de las aguas, como María entre la
candidez de la Gracia; y éstas, porque se remontan a las Estrellas, y contra la
natural gravedad de sus cuerpos, se elevan y buscan siempre las alturas: como
María Santísima, Ave de pureza, que (aunque nacida en la Tierra) siempre habitó
las alturas del Cielo con el remontado vuelo de su contemplación, teniendo
siempre tendidas las alas de su fervor; nunca siendo pasos, sino siempre
vuelos, los de sus virtudes, y vuelos tan rápidos, que aun a la vista de los
Serafines eran imperceptibles. Ave tan ligera, que de un vuelo se puso sobre
todos los Coros Angélicos. Garza tan remontada, que dio caza al Verbo Eterno y
nos le bajó a la Tierra para que nos saciásemos con su Carne y Sangre;
verdadera Fénix, que, de las muertas cenizas de Adán, salió de la hoguera de
los ardores de la Gracia, tan hermosa y rica, a ser la sola privilegiada como
ninguna. Démosle la enhorabuena de la obediencia que le dieron las aves, y
digámosla con cordialísimo afecto:
OFRECIMIENTO
¡Ave,
ave, Reina de las Aves! ¡Ave, ave, coronada y remontada sobre todo lo
criado! ¡Ave gratia plena, saludada del Arcángel San Gabriel
con este nombre, e invocada de nosotros con el mismo! Enseñadnos, Ave divina, a
que vuelen a vos nuestros afectos, y como el águila que enseña a volar a sus polluelos
y vuela sobre ellos, alentad a los vuelos de nuestra contemplación, para que
bebamos los rayos del Sol de Justicia, y defendednos de la infernal Serpiente
debajo de vuestras alas, para que en el seguro nido de vuestra fervorosa
devoción y soberano asilo de vuestra maternal vigilancia, pasemos los riesgos y
trabajos de esta vida, y después volemos en vuestra compañía a las alturas de
la Gloria, donde claramente gocemos las luces de aquel Señor cuya vista
beatífica esperamos gozar en vuestra compañía por toda la eternidad.
EJERCICIOS
Diráse
nueve veces hoy la Magnificat y una avemaría, con
atención, y el evangelio: Missus est angelus Gabriel, postrándose
al Ave gratia plena, en señal de reconocimiento al beneficio
de que a una pura criatura levantase el Señor a la dignidad de Madre suya y la
llenase de gracia. Y pidamos a nuestra celestial Princesa difunda en nosotros
la que en su Majestad rebosa; y diráse el salmo: Cantate Domino
canticum novum, quia mirabilia fecit.
Los
que no supieren leer latín, rezarán el rosario de quince misterios, por ser día
en que el Señor crió las aves, saludando a la Ave purísima de María llena de
gracia. Procurarán hoy abstenerse del vicio de la Gula, con especial cuidado,
no sólo ayunando, sino dejando los manjares más de su gusto, contentándose con
saciar los deseos de su alma con aquesta Ave celestial, suplicándola que en
lugar de los viles manjares materiales de que nos abstenemos por su amor,
apaciente nuestras almas con influencias de gracia, y nos impetre de su Hijo
precioso un auxilio eficaz para que de una vez nos resolvamos a hacer su
voluntad en la Tierra, para gozar su vista en el Cielo.
DÍA
SEXTO
MEDITACIÓN
Dijo
Dios: Produzca la tierra animales, y diferentes especies de brutos; e
hízose así y vio Dios que era bueno y dijo: Hagamos al hombre a nuestra
imagen y semejanza para que presida a los peces del mar, a las aves del cielo y
animales de la Tierra; y crió Dios al hombre a su imagen y semejanza,
varón y mujer, y los bendijo, y díjoles: Creced y multiplicad y llenad
la tierra, y poseedla y avasallad a los peces del mar, a las aves del cielo, y
todos los animales que se mueven sobre la tierra; y dijo Dios: Veis
ahí os doy todas las plantas para que sean vuestro sustento, y los peces, aves
y animales; e hízose así y vio Dios que todas las cosas que había
hecho eran muy buenas; y fue hecho el día sexto, y fueron perfeccionados los
cielos y la tierra, con todos sus ornatos. Dio Dios complemento a sus obras el
día séptimo y descansó el día séptimo de todas las cosas que había hecho. Acabó
Dios sus obras ad extra, y perfeccionólas con
formar a su semejanza al hombre para rey del universo mundo. Que las criaturas
criadas en este día (que fueron los animales de tierra y los hombres) diesen la
obediencia a la que prevenía y adornaba para Madre suya el Señor, no fue merced
de gracia sino de justicia; porque habiendo criado a Adán en justicia original
y gracia, le crió por monarca de todo lo criado en el mundo, y todas las
criaturas inferiores le dieron obediencia, hasta que por la culpa y haber él
quebrantado la que a Dios debía, le fue alzada de sus inferiores, rebelándose
contra él los elementos y demás criaturas. Pues si María Santísima fue
preservada de esta original ponzoña, de justicia se le habían de guardar los
privilegios de concebida en gracia, y estarle sujetas las criaturas, como a
quien no tenía ni había dado la causa de la rebelión como Adán y todos sus
hijos; y así, éstos no eran favores nuevos sino manifestación del beneficio que
su Hijo y Señor nuestro le había hecho en preservarla de la original culpa; y
todos éstos, anexos a la gracia en que fue concebida, según el homenaje que el
Señor había hecho a Adán, y un testimonio de su Concepción Inmaculada y de que
había sido sola la en quien se restauró la imagen y semejanza de Dios, borrada
con el pecado de nuestro primer padre, y la perfección de todo el Universo; que
pues a la creación de Adán llama el Sagrado Texto perfección y
ornamento de todo lo criado (o porque el fin corona la obra o porque
todo lo demás era criado por respeto suyo), pecando Adán, quedaron como
imperfectas todas las criaturas, y fue crédito de la Divina Omnipotencia no
sólo restaurar la humana naturaleza, redimiéndola, mas criar en ella, prevenir
y preservar en su eterna Mente una pura criatura que, adornada de la gracia
santificante desde el primer instante de su ser , restaurase en sí la imagen y
semejanza de Dios y perfeccionase las demás obras de su diestra, para que no
sólo los hombres sean deudores a María, sino todas las demás criaturas a
quienes da perfección y lustre; y cuando no hubiera otra razón, por ésta la
debieran todas vasallaje. Hoy, pues, la dieron la obediencia los animales
brutos, y la hizo el Señor Señora de todos los hombres, aunque ellos entonces
no sintieron ni conocieron el beneficio que Dios
les hacía en darles tal señora, tal abogada, tal madre y tal amparo. Nosotros,
pues, ya que somos tan dichosos que en nuestros tiempos ha dado el Señor
conocimiento de estos tan altos secretos, y sacramentos tan admirables de su
Omnipotencia, desquitemos en algo el descuido en que entonces estaban los
hombres de los misterios que para su beneficio se obraban, y haya quien levante
el espíritu al Señor, en reconocimiento de tan grandes mercedes y le ofrezca
sacrificio de alabanzas. Juremos la obediencia a nuestra gran reina; besemos la
sagrada mano a nuestra Soberana Emperatriz; aclamémosla por legítima Señora
nuestra, por nuestra Madre y Abogada; démonos prisa, no seamos para menos que
las criaturas irracionales que ya la tienen jurada por Señora; repitamos que
viva la reina de todos los hombres, la honra de la Naturaleza, la corona del
linaje humano, la restauradora de nuestro honor perdido en Adán, la gloria de
Jerusalén, la alegría de Israel, la honorificencia de nuestro pueblo cristiano,
la restauradora de la imagen de Dios en la Naturaleza, la perfección última de
todo lo criado. Pongámonos con postrados corazones y con encendidos afectos
ante aquellos reales pies y digámosla:
OFRECIMIENTO
Reina
y Señora nuestra, honra nuestra, consuelo y bien nuestro, Madre de nuestro Dios
y Salvador, puerta del Cielo y medio de nuestra Redención: A nosotros nos pesa
de llegar tan tarde a daros la debida obediencia, y reconocemos que somos
indignos de ser vuestros vasallos; pero fiados en vuestra maternal clemencia,
nos atrevemos a ponernos a vuestras divinas plantas, jurándoos por nuestra
verdadera y legítima Reina, absoluta Señora y particular abogada, y por único
refugio y amparo nuestro; y os hacemos homenaje de ser vuestros perpetuos
vasallos y esclavos vuestros, acudiendo como tales con el fervor posible a todo
lo que nos pareciere resultar en honra vuestra y gloria de vuestro Hijo, y de
extender vuestra cordialísima devoción, ofreciendo nuestras vidas en defensa de
vuestros privilegios; y juramos [p.
492] por los Santos Evangelios de vuestro Hijo, guardar y
observar, especialmente, el de vuestra Inmaculada Concepción, haciendo desde
luego voto de defenderla todo lo posible, hasta derramar en su defensa la
sangre; y ojalá, Señora y bien nuestro, mereciésemos la dicha de morir por
servicio vuestro. Y os suplicamos, Señora, que como reina nuestra nos tengáis
debajo de vuestra protección y nos defendáis de nuestros enemigos espirituales
y temporales, especialmente de nuestro adversario el Demonio (serafín rebelado
contra vuestro Hijo y nuestro Rey), cuya cerviz soberbia, vos, Señora nuestra,
quebrantasteis; y como a tal Señora os damos el dominio de todas nuestras
cosas, para que las rijáis y gobernéis a vuestra voluntad santísima, para que
cumpliéndola acá vuestros vasallos merezcamos veros en vuestro Reino, donde
vivís y reináis, con toda la Beatísima Trinidad, por la eternidad.
EJERCICIOS
Hoy
se rezará nueve veces la Magnificat y el Cántico de
Habacuc: Domine, audivi auditionem tuam, et timui y luego la
letanía y Alma Redemptoris mater, el verso Angelus
Domini y la oración Gratiam tuam.
Los
que no supieren leer latín, dirán cincuenta padrenuestros, con requiem
aeternam al fin, o sin él si no lo supieren decir, por los difuntos devotos
de la Virgen, ofreciéndolos a su Majestad para que los aplique a los que
quisiere; suplicándola que se sirva con su intercesión de restaurar en nosotros
la imagen de su Hijo y nuestro Dios, el cual tanto amó y apeteció el parecerse
a nosotros, que viendo que no bastó criar al hombre a su imagen y semejanza,
para que él ingrato y desconocido no la borrase con el pecado quedando
desemejado de su original, buscó otro medio para la similitud, más primoroso y
costoso, que fue tomar Su Majestad la forma y semejanza de pecador; que como
sabía que todas las cosas aman su semejante, y desea tanto que le amemos, no
perdona diligencia de asimilarse a nosotros porque le amemos. ¡Oh fineza! ¡Oh
traza! ¡Oh primor del Divino Amor! ¡Qué mal te correspondemos! ¿Hasta cuándo ha
de durar esta ceguedad, esta insensibilidad bruta nuestra? ¿Qué
más puede hacer Dios para solicitar enamorado nuestra correspondencia? Así lo
dice el mismo Señor hablando a su Viña: ¿Qué pude hacer por ti que no
lo hice? ¡Ah qué ingratitud! No hay palabras con que explicarla, ni
entendimiento para concebir cuán monstruosa es. Si el ser de Dios, por
infinito, por inmaterial, por invisible, no es apropiado para nuestros rudos
entendimientos, si sabemos meditar las infinitas perfecciones de su inmutable,
inmenso o inalterable ser, pensar en la Sagrada Humanidad de Cristo, en su
Pasión y Encarnación, y agradecer lo mucho que le debemos, ¿qué dificultad
puede tener? ¡Ea, Señores! Alentémonos algo siquiera, y al tocar la campana de
las doce y de la Oración, hagamos un acto de amor y agradecimiento,
diciendo: Bendito seáis, Señor, que por nuestro amor os hicisteis
hombre. Y benditas sean las Entrañas de Nuestra Señora en que encarnasteis.
Hoy
se abstendrán en particular de la Envidia: que el día se trae la consideración
de suyo, porque si hemos de amar la imagen de Dios, y ésta está en los hombres,
claro está que los hemos de amar, y amarlos y envidiarlos no se compadece en
ningún modo. Consideremos que si una imagen de leño o bronce, por ser del Señor
nos mueve a veneración y reverencia, ¿cuánto más lo debe hacer la imagen y
semejanza viva que está en nuestros prójimos? ¿Atreviéraste tú a un hijo de
Dios y de la Virgen, y hermano de Cristo a desearle mal? Pues todos los hombres
(aunque no naturales) hijos son de Dios y de María y hermanos de Cristo nuestro
Señor; imágenes son hechas a la similitud de Dios, y Cristo es imagen hecha a
semejanza del hombre. ¡Mira qué mutua amorosa correspondencia! ¿Pues cómo has
de querer tú mal y desear mal, a quien Dios quiere bien y desea bien? Yo creo
que, con el favor de Dios, no cometeréis este vicio de la envidia, tan ajeno de
los hombres y propio sólo del Demonio, del cual todos sus pecados son de odio;
y a más de esto tan vil que hace infame a quien le tiene, y tan dañoso que saca
mal propio del bien ajeno. Para huir este tan mal vicio procuren la virtud
contraria, que es la Caridad, visitando y consolando en este día algún enfermo,
haciéndole algún servicio o limosna, considerando que
entre aquellas llagas asiste Cristo, como el mismo Señor lo reveló a la
Venerable Madre María de la Antigua, y como, sin esto, nos lo enseña la ley de
caridad.
DÍA
SÉPTIMO
MEDITACIÓN
En el séptimo día, dice el sagrado
Génesis que descansó Dios de todas sus obras; pero en esta misteriosa
representación de la creación, no descansó Dios de favorecer a su escogida y
carísima Madre; antes, añadiendo favores a favores y grandezas a grandezas,
quiso que se conociera que no se estrechaban los privilegios de María sólo al
ejemplar de los de Adán en el Paraíso, en ser rey de las criaturas inferiores,
sino que el mar inmenso de sus méritos rompía todos los márgenes de la
Naturaleza, y que crecían sus espumas a escalar no sólo el Cielo, mas a que se
anegasen en él las puras Substancias Angélicas. Subióla en espíritu a aquellos
alcázares eternos para que los celestiales ciudadanos la diesen la obediencia a
aquella reina, cuyo derecho y fueros, tanto, antes, les hizo tomar las armas
intelectuales contra aquel comunero espíritu que puso con su cisma, en discordia
y lid a aquellos tranquilísimos reinos y a aquella pacífica y bien gobernada
República de las Estrellas. Fue pues levantada la celestial Princesa a ellos, y
adornada por los ángeles de innumerables misteriosas joyas y cifras, que
denotaban la dignidad de Madre del Altísimo, jurándola por reina de todos
aquellos príncipes eternos y gozando inefables favores de toda la Trinidad
Beatísima. Y aunque allí no expresa orden ni tiempo, que precediese de la
obediencia de unos Coros a otros, a mí me ha parecido, para el método de estos
tres días, distribuirlos en las tres Jerarquías y en aquellas tres
prerrogativas de Poder, Sabiduría y Amor, que le fueron comunicadas de las Tres
Divinas Personas; siendo hoy la prerrogativa de que la demos la enhorabuena, el
Poder que goza sobre todo lo criado y con especialidad sobre los Coros
Angélicos, de quienes la primera Jerarquía, respecto de nosotros, se divide
(según el glorioso San Gregorio) en tres Coros, que son:
Ángeles, Arcángeles y Virtudes. A los Ángeles pertenece la custodia y cuidado
de los hombres, a los Arcángeles la anunciación de grandes misterios y
negocios, y a las Virtudes la operación de los milagros. En los primeros, honra
Dios como Espíritu, en los segundos revela como Luz, y en los terceros obra como
Virtud. Estos tres soberanos Coros de inteligencias puras dieron hoy la
obediencia a su solícita, a su misteriosa, a su milagrosa reina, reconociendo
en ella de parte de su grandeza de Madre de Dios, la participación que del
mismo Señor goza: animando en los Ángeles, alumbrando en los Arcángeles y
operando en las Virtudes; y de parte de sus perfecciones, las excesivas
ventajas que les hace en sus ministerios: guardando y amparando a los hombres
con más cuidado y amor que los Ángeles, siendo participante de los divinos
secretos y anunciadora de ellos mejor que los Arcángeles, obrando mayores
maravillas y milagros que las Virtudes; y figurando sola su Majestad, el
Misterio incomprensible de la Trinidad Beatísima, con más perfección que todos
estos tres soberanos Coros.
¡Oh,
Señores, y qué admiración y asombro es contemplar las grandezas de nuestra
Reina! ¡Y más cuando considero que si esto poco que yo alcanzo me pasma y
asombra, cuánto más y cómo será lo que la gran Señora lo es en sí, que no lo
comprenden las puras Substancias Angélicas! Cuando esto pienso, no sé cómo
tengo corazón para no gastar todos los instantes de mi vida en el servicio del
Señor, que la crió para su gloria y nuestro bien; pues cuando no debiéramos a
Dios, Señores y Señoras mías, más beneficio que haberla criado, no lo
sirviéramos con todo el empleo de toda nuestra vida. A lo menos yo, la más
ingrata criatura de cuantas crió su Omnipotencia, no hay día en que, cuando
despierto, entre los demás beneficios de que le doy gracias, no se las dé, muy
en particular, de que crió a su Madre, y a mí en la Ley de Gracia, donde gozo
de su protección. Creo muy cierto que todos y todas lo harán con mucho fervor,
pero por si alguno no lo hubiere advertido, le ruego haga esto, y se acuerde de
mí en tan dulce acto. Y volviendo a nuestro intento, demos hoy la obediencia a nuestra Reina, pidiendo a los Ángeles, Arcángeles y
Virtudes que suplan nuestra ignorancia y tibieza, dándole por nosotros la
obediencia, especialmente nuestros custodios; y digamos en su compañía:
OFRECIMIENTO
¡Oh,
Señora de los Ángeles! ¡Oh, Reina de los Arcángeles! ¡Oh, Emperatriz de las
Virtudes! Nosotros nos gozamos sumamente de la grandeza que gozáis y de vuestra
potestad sobre estos tres supremos Coros, y de ver en vos exaltada nuestra
naturaleza sobre ellos, y de que no sólo gocéis el dominio de las criaturas
inferiores e iguales a vos en naturaleza, sino que le tengáis sobre las
superiores y puras inteligencias angélicas, solas dignas de ser vasallas de
vuestra más que angélica pureza. Y por esta dignidad, os suplicamos hagáis que,
ya que por naturaleza somos tierra, en los pensamientos seamos ángeles, para
contemplar dignamente vuestras perfecciones; y ordenéis a los soberanos
espíritus de estos tres Coros, especialmente a nuestros custodios, nos guíen y
encaminen a la suma perfección, para que dignamente aquí y eternamente allá nos
gocemos y os alabemos en su compañía para siempre. Amén.
EJERCICIOS
Rezaremos
este día, en nombre de ellos, nueve veces la Magnificat, el
salmo Confitebor tibi, Domine, in toto corde meo, quoniam audisti verba
oris mei. In conspectu angelorum psallam tibi, etc., las tres
antífonas: Ave, Regina coelorum, Alma Redemptoris Mater y Salve,
Regina, el himno Tibi, Christe, splendor patris, con
la oración de San Gabriel: Deus, qui inter caeteros angelos, ad
annuntiandum, etc.
Los
que no supieren leer latín, dirán:
¡Salve, Reina de los Cielos,
y de los Ángeles Reina!
¡Salve, de Jesé raíz,
y de la Luz clara puerta!
Gózate, Virgen gloriosa,
sobre todas las más bella.
Vive la más exaltada,
y por nos a Cristo ruega.
Para cantarte alabanzas,
da dignidad a mi lengua,
y contra tus enemigos
dame tu virtud y fuerza.
Y tú, Señor poderoso,
concédele por defensa
el presidio de tu Madre
a la fragilidad nuestra,
para que con el auxilio
de su maternal clemencia,
de nuestras iniquidades,
levantemos la cabeza.
y de los Ángeles Reina!
¡Salve, de Jesé raíz,
y de la Luz clara puerta!
Gózate, Virgen gloriosa,
sobre todas las más bella.
Vive la más exaltada,
y por nos a Cristo ruega.
Para cantarte alabanzas,
da dignidad a mi lengua,
y contra tus enemigos
dame tu virtud y fuerza.
Y tú, Señor poderoso,
concédele por defensa
el presidio de tu Madre
a la fragilidad nuestra,
para que con el auxilio
de su maternal clemencia,
de nuestras iniquidades,
levantemos la cabeza.
Hoy
se visitarán los altares, con una Estación del Santísimo Sacramento en cada
uno, venerando aquel sagrado y soberano Señor Sacramentado, que es Pan de
Ángeles, con la reverente consideración de cuántos millares de soberanos
espíritus están allí absortos en su presencia; suplicándoles suplan nuestra
tibieza y ofrezcan al Señor nuestras oraciones; y a nuestros custodios, en
especial, pidiéndoles nos enseñen a reverenciar al Señor y guíen a la
perfección, diciendo: En presencia de los ángeles te alabo, Señor; te
adoro en tu templo y confieso tu nombre. Procuren evitar el séptimo
vicio, que es la Pereza, el cual es fuente de todos los pecados de omisión e
impedimento de todas las buenas obras, opuesto y contrario a todos los
mandamientos positivos de Dios, letargo del alma, entorpecimiento de la razón,
caimiento de la voluntad, sueño del corazón y muerte de todas las buenas
operaciones de nuestro espíritu. Procuren expelerle con su contraria, que es la
Diligencia, haciendo todo lo posible, pues el Señor maldice al que hace sus
obras con negligencia; e imitemos hoy a los Santos Ángeles, los cuales ni cesan
ni descansan de alabar al Señor, y supliquemos a los ángeles nos alcancen de Su
Majestad auxilios para ser diligentes en su santo servicio.
DÍA
OCTAVO
MEDITACIÓN
La
segunda Jerarquía, según el mismo San Gregorio, se divide en otros tres Coros,
que son: Potestades, Principados y Dominaciones. Las Potestades enfrenan y sujetan a los demonios; los Principados rigen la cabeza de
los reinos; las Dominaciones rigen los oficios de los ángeles. En los primeros
está Dios como Salud, en los segundos rige como Principado, en los terceros
domina como Majestad. Hoy dieron estos soberanos Coros la obediencia a su
poderosa, suprema y dominante Reina y Señora, reconociendo en Su Majestad las
Potestades el mayor poder con que sujeta a los demonios, como quien sola
quebrantó la cabeza del soberbio dragón; los Principados, la potestad con que
gobierna y rige a los reinos, aplicándole por esto la Santa Iglesia las
palabras de la Sabiduría, diciendo en su persona: Por mí reinan los
reyes, por mí imperan los príncipes, y los poderosos distribuyen la justicia; las
Dominaciones, la mayor iluminación con que alumbra y distribuye los oficios de
los ángeles. Démosle, pues, nosotros la obediencia triplicada con estos tres
Coros, pidiéndola que nos rija, gobierne y alumbre. Y supliquemos a estos tres
soberanos Coros suplan nuestros defectos, dándola por nosotros la enhorabuena
de sus glorias y la debida obediencia con la ofrenda de nuestros corazones.
OFRECIMIENTO
¡Oh
Señora nuestra, más poderosa que las Potestades! ¡Oh, Princesa que riges los
Principados! ¡Oh, Señora, que dominas sobre las Dominaciones celestiales!
Nosotros nos complacemos y alegramos íntimamente de vuestra exaltación y
grandeza, y os damos la enhorabuena del gozo que recibisteis viéndoos jurada
Reina de esos príncipes supremos y de esos monarcas altísimos. Y con profunda
humildad, cordialísimo gozo, íntima caridad y amor, os juramos la obediencia
que tan debida os damos, y pedimos a todos estos tres Coros os la den en
nuestro nombre. Y a vos, elevada y altísima Reina, suplicamos nos asistáis con
vuestra maternal protección, sujetando y comprimiendo con vuestra potestad a
nuestro capital contrario y vuestro rebelado y traidor vasallo, el Demonio,
ordenando a los Principados rijan y gobiernen las cabezas de vuestro pueblo
cristiano, especialmente a nuestro Rey Católico; a las Dominaciones, que
iluminen los oficios de los ángeles inferiores, para que todas
las criaturas unánimes alaben al Señor, que os crió para tanta gloria suya y
para tanto bien nuestro; y con vuestra imitación, favor y ejemplo, le sirvamos
en esta vida y le gocemos en vuestra compañía en la eterna, donde reináis para
siempre. Amén.
EJERCICIOS
Se
rezará nueve veces la Magnificat, el salmo Qui
habitat, etc., la antífona Ave Regina coelorum, el
evangelio Missus est angelus, el himno Placare,
Christe, servulis y la oración Deus, qui ineffabili
providentia.
Los
que no supieren leer latín, dirán hoy la tercera parte del rosario, ofrecida
con los Misterios Gozosos, en que está el de la Encarnación. Hoy procurarán no
sólo abstenerse de pecados mortales, sino de veniales, imitando la pureza
angélica, que está libre de toda mancha, y en especial se abstendrán hoy de
mentir, aunque sea muy levemente o de chanza: que de cualquier suerte es la
mentira intrínsecamente mala e hija del Demonio, y no es bien que en nuestros
corazones, donde pretendemos que estos días influyan los santos ángeles santos
pensamientos y amor de la eterna verdad que es Dios, consintamos que engendren
ángeles malos abominables conceptos de mentiras. Propongamos muy de veras
desarraigar de nosotros este ruin vicio, que no sólo mancha el alma, pero
infama el crédito; y yo no sé qué deleite puede tener el que miente, sino antes
confusión y vergüenza de ser reconvenido a cada paso; vicio tan malo y vil, que
los que lo tienen no se unen entre sí, como sucede en otros vicios, sino que se
aborrecen, temiendo cada cual ser engañado del otro. Mira, aun acá en el mundo,
en lo que tienen las gentes al que saben que miente. Pues si el mundo, que es
todo falacia y falsedad, aborrece la mentira, ¿cómo la abominará Dios, que es
la Suma Verdad? Y tanto más culpable es el mentiroso cuanto es más fácil
librarse de esta peste, pues no ha menester acción sino omisión; y así es más
fácil hablar verdad, más provechoso, más honesto y más deleitable. No me
cansara yo, Señores, en persuadir esto, que por sí se está persuadido, a no ver
que esta fiera, legañosa y ruin culpa tiene tantos enamorados que hay personas
que sin necesidad alguna, sino sólo por costumbre,
mienten, con grande pérdida de su reputación, y lo que más es, con detrimento
de su alma; ni aun hacen caso, por ser en materias leves, como si a las culpas
veniales no les esperaran rigurosas penas en el Purgatorio. Huyamos, pues, todo
lo posible, de mentir, y pidamos a los Santos Espíritus de este día y a la
Reina suya y nuestra Madre nos alcancen este dón de no sólo hablar, pero
conocer y amar la eterna verdad que es Dios, a quien gocemos por toda la
eternidad.
DÍA NONO
MEDITACIÓN
La
tercera Jerarquía, según el mismo Santo Doctor, se divide en tres Coros, que
son Tronos, Querubines y Serafines: los Tronos consideran la Equidad de Dios,
los Querubines la Virtud, los Serafines la Bondad. En los primeros descansa
Dios como Equidad; en los segundos conoce como Verdad; en los terceros ama como
Caridad. Estos pues elevados espíritus, estas bellísimas criaturas, admirables
ejemplares y portentosas ostentaciones de la Divina Omnipotencia, fueron los
que hoy se humillaron y abatieron a las plantas de una pura criatura humana.
¿Qué lengua bastará a ponderar, ni qué entendimiento a comprender qué mérito
será el de esta milagrosa Señora para gozar tanta grandeza? Ninguno, por
cierto, aunque fuese angélico; pues como no conocemos cuán encumbrados sean los
privilegios de estos espíritus, cúan elevada su grandeza, cuán supremos los
tronos que ocupan, cuán pura y perfecta su naturaleza, cuánta la gloria que
gozan, tampoco podemos ponderar cuánta fue la más mínima parte de los méritos
de su gran Reina y Señora nuestra. ¡Oh qué prerrogativa gozamos en que sea de
nuestra naturaleza! ¿Quién duda que si en los ángeles cupiera envidia, nos
envidiaran esta dicha? Yo de mí sé decir que si fuera posible conmutar las
miserias de mi naturaleza humana con los privilegios y perfecciones de la
angélica, perdiendo la relación que tenemos de parentesco con María Santísima,
no lo admitiera, aunque pudiera, atento a este respeto y
a lo que estimo y aprecio en toda mi alma el ser de su linaje. Digo, pues, que
hoy le dieron la obediencia los Tronos, Querubines y Serafines: absortos los
Tronos en ver cómo es más perfecto asiento de la Equidad de Dios; los
Querubines admirados de su incomparable Virtud; los Serafines, de su encendida
Caridad; y en fin, todos, viendo epilogados en María, con incomparables
ventajas, todos sus privilegios, ejercicios y perfecciones. Démosla, pues,
nosotros la obediencia reiterada, cuantas veces nos acordaremos, a esta gran
Señora, pidiendo a estos tres Coros se la den en nuestro nombre, para que sus
soberanías suplan los defectos de nuestra bajeza e ignorancia.
OFRECIMIENTO
¡Oh
Señora, cuyo trono está sobre los Tronos! ¡Oh llena de sabiduría, más que los
Querubines! ¡Oh encendida en caridad más que los Serafines! Nosotros, en
compañía de estos tres Coros, te damos la obediencia como más obligados
vasallos tuyos, y te suplicamos que en la grandeza que gozas, te acuerdes,
divina Ester, de tu afligido pueblo y de tu opreso linaje, libertándolo,
soberana Judit, del dominio del Demonio, distribuyendo con tu equidad nuestras
obras, alumbrando con tu sabiduría nuestro entendimiento para contemplar tus
grandezas, encendiendo con tu amor nuestros corazones, para que fervorizados en
tu dulcísima devoción, ilustrados con tu luz y ayudados de tu maternal favor,
sepamos en esta vida los medios de servirte y cumplir la voluntad de tu Hijo
santísimo, para que por la segunda puerta de tu intercesión merezcamos entrar
en la Gloria donde eternamente te gocemos. Amén.
EJERCICIOS
Se
dirán la Magnificat, el himno Christe sanctorum decus,
angelorum, el salmo 135: Confitemini Domino, quoniam bonus, la
antífona Angeli, Archangeli o la oración Deus qui miro
ordine Angelorum. Y por ser el día noveno y víspera de la Encarnación,
tendrán disciplina (que el ayuno los que pudieren, ya se ve: que sin
esta devoción, es cuaresma); procurarán hoy hacer una confesión bien hecha,
para comulgar dignamente el siguiente día, que es en el que se obró tan alto
misterio para bien nuestro; pidiendo al Señor con tierno corazón y encendido
afecto que, así como se dignó en tal día de aposentar su inmensa Majestad en
las virginales entrañas de su purísima Madre, adornándola primero de tantas
virtudes, así se digne de limpiar y adornar nuestras almas, para que merezcamos
ser digna morada de su Sacramentado Cuerpo; y suplicándola a nuestra gran
Señora y maestra, que así como su Majestad se dispuso y previno para recibir al
Verbo Eterno aun sin esperar este beneficio sino sólo el de concebirle siempre
en su alma, nos enseñe a nosotros el modo de disponernos y recibir la inmensa
Majestad del Señor, y que nos preste las ricas alhajas del real alcázar de su
alma purísima, para adornar la humilde chozuela de nuestros corazones, para que
sean morada decente a tal visita, y nos franquee los tesoros de sus virtudes,
para hospedar y regalar a aquel Señor, cuyos deleites son con los hijos de los
hombres; y apliquemos para esto sus méritos y los de la Encarnación y Pasión
del Señor. Hoy, claro es que nos hemos de abstener de todos vicios, pues los
detestamos todos para siempre en la confesión.
Los
que no supieren leer latín, rezarán la Corona de flores: Bendito sea
Dios, porque os hizo su Madre; tendrán su disciplina y dejarán la
colación de la noche por ser víspera de comunión. Sea en gracia del Señor. Amén.
DÍA
DE LA ENCARNACIÓN
MEDITACIÓN
Este
día, más era para un doctísimo panegirista, para un elocuentísimo orador, para
un elegantísimo retórico, que para el débil instrumento de mi discurso. Pero
¿qué elocuencia, qué elegancia ni qué entendimiento bastará a discurrir (aunque
todos los soberanos angélicos Coros de estos días se uniesen a quererlo
explicar) el mayor de los favores, la corona de todas las mercedes, el más
alto de los privilegios que Dios pudo hacer y conceder a una pura criatura, que
fue levantarla a la incomprensible dignidad y grandeza de madre suya? ¡Qué
creíbles se hacen, qué fáciles parecen y qué congruos se nos representan hoy
los elevados favores que en estos nueve días quedan discurridos! Si había de
ser Madre del Verbo, ¿qué mucho que la favoreciese y honrase con todos los
privilegios que sabemos y con infinitos que ignoramos? Pues convino y fue
preciso que sucediese con tan grande pureza, y que debajo de Dios, no se
pudiese entender mayor. Después de Dios, no hay santidad, no hay virtud, no hay
pureza, no hay mérito, no hay perfección como la de María; luego después de
Dios, no hay grandeza, no hay potestad, no hay privilegio, no hay exaltación,
no hay gracia, no hay gloria como la de María Santísima; luego, aunque los
inefables favores de estos días son en sí tan admirables, no lo son respecto de
la dignidad de Dios. ¡Oh, válgame el mismo Señor, lo que encierra esta
cláusula: Madre de Dios¡¿Madre de Dios? Pues ¿qué mucho que sea
Señora del Mundo? ¿Madre de Dios? Luego era preciso que la diesen la obediencia
los hombres. ¿Madre de Dios? Pues ¿qué mucho que se le avasallasen los
Elementos? ¿Madre de Dios? Luego con razón se le humillan los Cielos. ¿Madre de
Dios? Pues era debido que la jurasen reina los ángeles. ¡Todo cabe, todo lo
comprende, todo lo abraza, todo lo merece el ser Madre de Dios! Para ese fin la
crió Dios, para eso la preservó ab aeterno, para eso la adornó
de tantos dotes, para eso la dotó de tantas perfecciones, para eso la animó con
tantos auxilios, para eso la ilustró con tantas luces, para eso la exaltó con
tantas mercedes y favores; pues ¿qué grandeza, qué excelencia o qué
prerrogativa se podrá pensar, que no la tenga la gran Señora? ¡Oh cuántas y en
cuán sumo grado deben de ser! Sólo Dios, que la crió, las puede comprender, y
sólo la Señora las pudo explicar cuando dijo que había hecho Dios cosas grandes
con su Majestad. Bástale a nuestra devoción creer que son todas las posibles.
Pero mirad, Señores: aunque es verdad que Dios hizo muchísimos favores a su
sagrada Madre, graciosos y, como dicen los teólogos, antes de mirar a sus
méritos como fue el preservarla del pecado original, y con éste, preservarla de
todos los movimientos de la naturaleza propensa al mal por la culpa, para que
todas sus operaciones fuesen niveladas por la razón sin resistencia de la parte
inferior, y el infundirla el alma y anticiparle la inteligencia antes de los
términos naturales en que Dios estatuyó infundirla a los demás vivientes?, los
demás privilegios fueron como de justicia a sus altos merecimientos, suma
fidelidad, abrasado amor y extrema fineza con que correspondió a los divinos
beneficios, haciéndose digna del de concebir en su vientre al Verbo Eterno, por
haberlo antes concebido en su alma. Y así dijo el glorioso San Agustín
que fue más bienaventurada por concebir la fe de Cristo que la carne de
Cristo. Y San Buenaventura, en el capítulo 11 de San Lucas: Beatus
venter qui te portavit, dice: No fue tan bienaventurada María
por tener a Cristo en su vientre, cuanto por tenerlo perfectísimamente en su
alma; cuya concepción fue más antigua, pues fue desde el primer
instante de su ser, y fue la con que se dispuso e hizo digna de la maternidad
natural de Cristo, que este día dichoso encarnó en sus virginales entrañas por
amor y bien de los hombres, y tomó nuestra naturaleza, vistiéndose de la
semejanza de pecador. ¡Oh, no sólo qué admiración, pero qué ternura causa la
consideración de este misterio! ¿Qué entrañas no se enternecen, qué corazón no
se deshace y qué ojos no se humedecen al repetir: El Verbo se hizo
carne y habitó con nosotros ¿Qué nación hay tan grande que goce a sus
dioses tan familiares como nuestro Dios se hace con nosotros? ¡Oh misterio de
la Encarnación! ¡Oh encarnación del Verbo! ¡Oh unión, para nosotros la más
feliz, de Dios y el hombre! ¡Oh bodas que el Rey Eterno celebra de su Unigénito
con la naturaleza humana! ¿Cuándo te sabremos conocer? ¿Cuándo corresponderemos
a tal fineza? ¿Cuándo serviremos este beneficio? ¡Oh, Madre y Virgen, cuyo
vientre tuvo aquellos tres privilegios de concebir sin corrupción, sustentar el
peso divino sin molestia y parir sin dolor, y aquellos tres milagros que dice
San Buenaventura, de unir lo infinito a lo finito, de criar al que os crió y de
contener lo inmenso; celebrándose en vuestro
purísimo y sagrado vientre aquellas tres obras admirables, aquellas tres
mixturas incomprensibles, de unirse recíprocamente Dios y el hombre, el ser
madre y el ser virgen, la fe y el conocimiento humano, ciñéndose al tálamo
virginal de vuestras purísimas entrañas el que no cabe en la portentosa máquina
de los Cielos! Enseñadnos a meditar y agradecer este favor, para que,
reconocidos a tan grande fineza, para nuestro bien y por nuestro amor
ejecutada, con tiernas y amorosas voces digamos con aquella mujer del
Evangelio:
OFRECIMIENTO
¡Oh,
Madre del Verbo Eterno, y tan piadosa que, con serlo, os dignáis de serlo de
los hombres! ¡Bendito sea vuestro nombre y vientre purísimo, que mereció nueve
meses ser custodia de la divinidad! ¡Benditos sean vuestros sagrados pechos,
que apacentaron del suavísimo néctar de vuestra sangre purísima al que mantiene
y sustenta a todo el Universo! Nosotros nos gozamos de veros ya en la altísima
posesión de Madre de Dios, y os damos la enhorabuena de la dignidad a que
habéis subido y por quien nos habéis exaltado a nosotros, por emparentar con
vuestro Hijo y Señor nuestro. Ya por vuestro medio nos vemos los hombres
títulos de la Casa Real del Señor, a quien tratará y llamará parientes. ¡Oh,
Señora mía, haced que sepamos lograr esta dignidad que vos nos habéis conseguido
y agradecerla como debemos, y que sepamos reconocer que la carne y sangre
purísima que hoy disteis al Verbo Eterno es la que fue en la Cruz el precio de
nuestra redención, para que viésemos cuánta parte teníais en ella! ¿Con qué os
pagaremos, Señora mía, lo mucho que os debemos? Ya veis nuestra pobreza y
nuestra ignorancia: enriquecednos vos con vuestros tesoros e ilustradnos con
vuestra sabiduría, para poder pagaros en algo o retribuiros alguna parte de lo
mucho que os debemos. Suplicad a vuestro Hijo y nuestro Salvador que nos
disponga para que así como vos le recibisteis hoy en vuestro purísimo vientre,
y nosotros sacramentado en nuestros indignos pechos, así le recibamos y
concibamos perpetuamente en nuestras almas, para conseguir la
promesa de la bienaventuranza que Su Majestad hace a quien oye la palabra de
Dios y la guarda, de la cual vos gozáis con tan crecidos excesos de gloria a
todos los demás bienaventurados, cuantos sólo puede el Señor numerar, con quien
reináis por toda la eternidad. Amén.
EJERCICIOS
Hoy
se rezará la Magnificat nueve veces, el himno Ave,
maris stella, el Cántico de Zacarías: Benedictus Dominus Deus
Israel, el evangelio Missus est angelus Gabriel y la
oración Deus, qui de beatae Mariae Virginis utero. Los
sacerdotes que rezan en sus casas, podrán rezar de rodillas el Oficio Divino,
al menos Vísperas, en reverencia de tanto misterio.
Los
que no saben leer latín rezarán el rosario de quince; y si no pudieren tanto,
una tercia parte, de los Misterios Gozosos, con gran devoción en las avemarías,
considerando con cuánta diría aquella misteriosa salutación a la Señora el
Ángel Santo; y al fin lo siguiente:
Dios, que hiciste que del vientre
de María, virgen bella,
tomase tu eterno Verbo
humana naturaleza,
anunciándola Gabriel:
Concede a los que confiesan
que es siempre Virgen y que es
Madre de Dios verdadera,
que su intercesión contigo
nos ayude y favorezca,
por el Verbo y el Amor
que contigo vive y reina.
de María, virgen bella,
tomase tu eterno Verbo
humana naturaleza,
anunciándola Gabriel:
Concede a los que confiesan
que es siempre Virgen y que es
Madre de Dios verdadera,
que su intercesión contigo
nos ayude y favorezca,
por el Verbo y el Amor
que contigo vive y reina.
El
demás tiempo que pudieren, pasarán en dar gracias a Dios por la sagrada
comunión que les ha dejado recibir, con algún libro devoto, pues hay tantos que
tratan de esta materia; ofrecerán a Dios, no sólo los ejercicios de estos días,
sino las obras de toda la vida pasada, presente y futura, con todo el ser, a la
mayor gloria de Dios, y por todos aquellos motivos que fueren del mayor agrado
de Su Majestad y aprovechamiento de las almas; procurarán, no sólo no pecar en
este día, sino proponer muy de corazón no hacerlo
en toda la vida. Y si por nuestra flaqueza sucediere después lo contrario, no
por eso perdamos el ánimo, ni el amor a este misterio y a pedir a la gran
Señora nos favorezca para levantarnos; y procuremos que, al menos, nos quede de
estos ejercicios algún aprovechamiento para lo restante de la vida: siquiera el
abstenerse siempre de algunos de los vicios y adquirir alguna virtud el más
vivo afecto a este sagrado misterio de la Encarnación; por lo cual, y el amor
con que lo obró por nuestro amor y la intercesión de su santísima Madre, se
sirva el Señor de darnos su gracia en esta vida y su gloria en la otra. Amén.
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