jueves, 15 de marzo de 2018

NOVENA A SAN PEDRO NOLASCO




NOVENA DEL PATRIARCA Y PADRE SAN PEDRO NOLASCO
FUNDADOR DE LA ORDEN DE LA MERCED PARA LA REDENCIÓN DE LOS CAUTIVOS

Puesto de rodillas con humilde reverencia delante del altar del glorioso Padre, hecha el serial de la Cruz, se dirá lo siguiente:

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Clementísimo Dios, y Señor nuestro, a quien confesamos admirable en nuestro esclarecido Patriarca San Pedro Nolasco; cuyas prodigiosas virtudes le dieron en vuestra Santa Iglesia el sagrado nombre de Redentor milagroso, depositando benigno en su intercesión poderosa eficaz alivio a las congojas de esta miserable vida.
Haciéndole tan formidable al infierno, que a su vista salían huyendo de los cuerpos de los hombres los demonios: a quien concedisteis tanto dominio sobre los elementos, que al imperio de su voz obedecían los mares y los vientos.
Por aqueste verdadero imitador de caridad de Cristo vuestro precioso Hijo, os pedimos nos concedáis los poderosos deseos, que caben en la fe y confianza de sus devotos; para que, inflamados en su ardientísima caridad, alcancemos de vuestra liberalísima mano lo que por su intercesión os pedimos en esta novena, si es para mayor honra y gloria vuestra. Amen.
(Aquí se rezan tres padrenuestros y tres aves marías con su Gloria)

PRIMER DIA
Dios te salve ínclito Padre, Pedro Nolasco Santísimo, de Dios escogido, y a la Virgen María muy agradable. Fecunda diva que, plantada en el sagrado jardín de la Iglesia, produjiste tan copiosos frutos de encendido amor. Sol hermoso cuyo feliz oriente celebro el cielo con tantos prodigios y portentos, resonando en el aire sonoras músicas de ángeles que cantaban gloria para el cielo y felicidad para la tierra. Santo grande desde niño, como lo dijo volviendo su venerable rostro al tuyo, ilustrado con profética luz un sacerdote, que celebraba en la iglesia donde fuiste bautizado, con las mismas voces con que publico el cielo grande santidad del Bautista: "Este niño es grande delante de Dios".
Padre de pobres, que aun recién nacido te faltaban las voces para explicar tus congojas, y al ver los necesitados, hacías lenguas de tus ojos vertiendo tiernas lágrimas, hasta que te daban con que socorrer a los desvalidos, trasladando a las manos del menesteroso cuanto cogías en las tuyas.
Te pedimos que vuelvas a tus hijos y de votos esos compasivos ojos; y socorras el hielo de nuestros corazones en la hora de nuestra muerte con una centella del ardiente fuego en que te abrasas; para que, purificados nuestros espíritus con tan divino incendio, merezcamos conseguir la eterna gloria; y lo particular que pedimos en esta novena. Amen. (Aquí se pide al santo lo que cada uno necesitare)


GOZOS A SAN PEDRO NOLASCO
Hoy que a tus plantas venimos
Tu protección a implorar:
R/: Comunica a nuestras almas
 tu encendida caridad.

Salve padre bondadoso
De los míseros cristianos
Que, de su patria lejanos
Y en dura cautividad,
Suspiran anhelantes
Esperando el fausto día

En que el nombre de María
Les diese la libertad
Cuando al nacer, en la cuna
Yacías, niño inocente,
Escuchose en el ambiente
Melodía celestial

Y a tu estancia iluminada
Por vivísimos fulgores
Acudieron los pastores
Tu venida a celebrar.
Como en el lirio del valle
Que ostenta el cáliz, ufano,
Las abejas en tu mano

Labran de miel un panal
Presagiando al desgraciado,
Al huérfano, al desvalido,
Que es su padre el que ha nacido
Para su llanto enjugar.
De amor encendida el alma.

Hacia el ara de María
Conduces con alegría
Los infantes de tu edad;
Y tu inocente plegaria
Se eleva cual nube blanca
De incienso, que al cielo sube
Desde el pie del sacro altar.

Solo ya en medio del mundo,
 Muertos tus amantes padres,
En la mejor de las madres
Protección vas a buscar;
Y huyendo vanos placeres
Que el mundo brinda engañoso
En su regazo amoroso
Encuentra tu alma la paz.

Allá en extranjera playa
Llora el esclavo sus penas
Entre sombras y cadenas,
Sumido en hondo pesar;
Más, desde el cielo, María,
Escuchando al que la implora,

La familia redentora
Viene a la tierra a fundar.
Digno padre de esos héroes
Que dejando el patrio suelo
Van, al cautivo el consuelo
A extraña playa a llevar;
También dejaste tu patria
Para tronchar su cadena,
Y tu voz la ira refrena
Del viento y la tempestad.

Feliz, padre, que arrobado
En celestial alegría,
Escuchaste de María
El dulcísimo cantar,
Cuando le falta supliendo
De los monjes en el coro
El himno entona sonoro
De inefable suavidad.
Cuando al término llegaste
De tu vida en el camino,
Cual cansado peregrino
Que se acerca a reposar,
María a tu lado acude
Y amorosa y sonriente
En tu fatigada frente
Coloca el lauro inmortal.

Desde el trono de tu gloria
Dígnate pues, padre amante,
Atender al que anhelante
Tu favor viene a implorar;
De la Iglesia y de tu Orden
Hoy las suplicas atiende
Y nuestros pechos encienden
Contra el mal y la impiedad.


L/: Ruega por nosotros Padre San Pedro Nolasco
R/: Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.

ORACION FINAL
Clementísimo Dios que a imitación de aquella eterna caridad con que redimiste al mundo, para la redención de los fieles milagrosamente revelaste a nuestro glorioso Padre Pedro Nolasco el modo de fecundar tu Santa Iglesia con la nueva religión de redentores: Por su intercesión te pedimos nos concedas, que libres de la esclavitud del pecado, gocemos la perpetua libertad de la gloria. Amen.

ORACION
(A. N. Padre S. Pedro Nolasco, para impetrar buena muerte).

Santísimo Patriarca y Padre San Pedro Nolasco: Hijo escogido de la Purísima Virgen María: Hermano en el oficio dc redentor del que lo fue del mundo. Padre de tu Religión de Redentores, y de los que con veras te llaman a la hora de la muerte. Ruégote, que, pues moriste en la misma noche y hora que Cristo nació, naciendo tu para la gloria, cuando mi buen Jesús nació para el mundo: te ruego supliques a su Divina Majestad, sea servido de hacer, que asistiéndome tu cuando yo muera para este mundo, nazca para la gloria en que vive y reina Jesucristo, con Dios Padre en unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos. Amen.

SEGUNDO DÍA
Esclarecido Patriarca San Pedro Nolasco: firme columna de la militante Iglesia, brillante lucero que apareciste en el África esparciendo divinas luces, conque tantos mahometanos redujiste al sagrado conocimiento de la sagrada Fe de Cristo. Caudillo de Dios escogido que mereciste ver en la tierra a la Serenísima Emperatriz de los cielos, acompañada de innumerables Ejércitos de Ángeles y Santos, vestida de blanco y hermosos candores de gloria; y llegándose a ti con un sereno semblante conforto con milagrosa luz tu vista para que pudiesen ver tus ojos corporales su peregrina belleza. Por aquel inefable gozo que recibió tu purísima alma cuando escuchaste a aquella Majestad Soberana que alegre y risueña te dijo: "Soy María en cuyas puras entrañas el Hijo de Dios de mi purísima sangre tomo cuerpo para la redención del mundo. La Beatísima Trinidad me envía a decirte que será muy de su agrado y mi gusto que en honra mía se funde en la tierra una religión, cuyo principal Instituto sea dar a costa de la propia libertad a los Cautivos". Por aquellas divinas manos de María, que suavemente movidas te mostraron el hábito blanco, que habías de vestir en testimonio de que era de esta Religión, la Fundadora. Por aquella humildad con que aceptaste el sagrado honor del cielo, que te nombro primer General de esta Sagrada Orden de la Merced, y misericordia, te pedimos santísimo Padre, consueles con tu serena vista nuestras almas en la hora de nuestra muerte, comunicándonos en ella las suavidades del amor divino; para que se conviertan en dulzuras las amarguras de la muerte, y concedas a cada uno en particular lo que te pedimos en esta novena. Amen.

TERCER DÍA
Glorioso Patriarca San Pedro Nolasco que encendías las llamas del divino amor en que te abrasabas. Purísimo, amante de la virginal Pureza de María, cuya Concepción Inmaculada defendiste en la guerra con las armas cayendo muertos solo a tu vista, por virtud divina, innumerables herejes. Por aquellos sagrados júbilos, que recibió tu purísimo corazón cuando en premio de tus soberanos incendios, se te apareció esta crudelísima Señora con tu sacratísimo Hijo en los brazos. Te pedimos enciendas en los corazones de tus hijos y devotos un cordialísimo amor a esta soberana Reina; y alcances de la majestad Divina eficaces auxilios, para que detestando los herejes sus errores, verdaderamente crean su purísima Concepción en gracia sin la mancha de la original culpa; y a cada uno en particular lo que pide en esta novena. Amen.

CUARTO DÍA
Santísimo Patriarca Nolasco: portento de la gracia y asombro de prodigios, a quien obedecían los elementos; serenando las borrascas al imperio de tu voz los mares y los vientos; navegando por sus ondas en un barco roto sin velas ni remos, desde el África a Valencia. Taumaturgo de milagros, que solo con la señal de la Cruz dabas salud a los enfermos y arrojabas de los cuerpos de los hombres los demonios. Redentor milagroso, que con la sagrada respiración de tu aliento resucitabas los difuntos. Por esta ardientísima caridad: te pedimos respires en los pecadores el sagrado aliento de tu intercesión poderosa; para que resucitando la hermosa vida de la gracia, por medio de una verdadera penitencia, merezcamos gozar la eterna gloria y cada uno lo que pedimos en esta no vena. Amen.

QUINTO DÍA
Dulcísimo Patriarca: admirable en los prodigios y asombroso en las virtudes. Virgen Purísima, cuya virginal pureza manifestó el cielo en las suavísimas fragancias de celestiales azucenas que de tu santo cuerpo despedías siendo por este suavísimo olor de todos conocidos. Humildísimo a las Dignidades, Mitras y Capelos. Penitentísimo, pues solo alimentabas tu vida de dos a dos días, con un pedazo de duro pan remojado en agua; siendo el descanso de tus continuas y sangrientas disciplinas unos agudos cambrones, sobre qué reclinabas de noche tu cansado cuerpo. Pacientísimo en los trabajos, y ardientísimo en la caridad; pues por redimir los cautivos del tirano poder de los barbaros padeciste crueles prisiones en las intolerables mazmorras del África, donde te ten fan noches y días sin sustento alguno para que, al rigor del hombre acabases tu santa vida. Por aquella paciencia con que padeciste como un cordero, sin desplegar los labios, las afrentas con que fuiste tantas veces cruelmente azotado por las calles de Argel, y por los suavísimos consuelos con que fuiste en estos dolores de Cristo recreado, que apareciéndose glorioso, mostraba sus sacratísimas llagas, consolándote con ellas: te pedimos nos alcances eficaces auxilios, para que imitando tus virtudes, se enciendan en perfecta caridad nuestros corazones; y que no juzgando temerariamente a los prójimos en la vida, merezcamos ser juzgados de Dios con misericordia en la muerte: y a cada uno en particular lo que pedimos en esta no vena. Amen.
SEXTO DÍA
Benignísimo Patriarca Nolasco verdadero imitador de CRISTO en el oficio de Redentor, que ardiendo en amorosa sed de Redención de los cautivos, caminaste a pie y descalzo casi toda Europa, pidiendo limosna para redimirlos: ensangrentando tus sagradas plantas con lo áspero y fragoso de los caminos, donde hubieras perecido a no socorrerte a cada paso los ángeles. Por aquella ardientísima caridad con que trasladando a tu pecho las terribles calamidades de los cautivos, contemplando aquellas sangrientas heridas sin más medicina que su paciencia, siendo esos trabajos causa de que muchos negasen la Fe de Cristo: anegado en estas congojas, comenzaste en la oración a sudar tan copiosa sangre, que cayendo de tu afligido rostro, matizabas con la sangrienta purpura el cándido Habito que vestías. Por aquellos suavísimos consuelos con que fuiste en esta terrible agonía, de Cristo confortado, te pedimos consueles con tu sagrada vista nuestras almas en las terribles congojas de la muerte, nos alcances eficaces auxilios, para que llevando con humilde resignación los trabajos y dolores de la vida, merezcamos el eterno descanso de la Gloria; y a cada uno en particular lo que pedimos en esta novena. Amen.

SÉPTIMO DÍA
Humildísimo Patriarca Nolasco: amantísimo y muy regalado hijo de la Soberana Reina de los Cielos, a quien tantas veces mereciste ver en la tierra: ya en los dormitorios llenando de celestiales bendiciones a sus hijos, y encargándote el cuidado de su religioso Rebano; ya sosegando tus congojas, asegurándote duraría tu religión hasta el fin del mundo: ya deteniendo el rigor penitente de tus sangrientas disciplinas: ya en el coro regalándote con peregrinos favores y celestiales noticias: oyendo de aquellos divinos labios, que son fuente de dulzura entonar con grave melodía los Maitines, prosiguiendo los angélicos coros las divinas alabanzas; por estos divinos favores y por los suavísimos consuelos que recibió tu afligida alma, cuan- do anegada en aquellas terribles desolaciones y tristes desamparos juzgando error tu santa vida, bañado tu venerable rostro en tiernas lágrimas, dudando humilde de tu salvación eterna, mereciste, que rasgándose las triunfantes puertas de la celestial Jerusalén se te hiciese patente la inefable belleza de la Gloria, y en aquella la Majestad de Cristo, que te dijo: "Esta es Pedro, la celestial Jerusalén, donde has de reinar conmigo en premio de tus trabajos". Por estos dulcísimos consuelos te pedimos consueles las almas de tus hijos y devotos en las ultimas congojas de la vida y alientes en esta terrible hora, nuestra débil confianza en la infinita misericordia de Cristo Señor nuestro, y en la dulcísima intercesión de su Santísima Madre: y concedas a cada uno en particular lo que te pide en esta novena. Amen.

OCTAVO DÍA
Purísimo Nolasco: hermoso retrato de Cristo, admirable trono del poder divino, que al imperio de tu voz se convertía en cobarde despojo del miedo el mayor valor de tus contrarios como se vio en aquella infernal escuadra de sectarios albigenses, que acaudillada de todo el infierno subía presurosa la escalera del coro a quitarte la vida: y sabiendo por revelación divina que se acercaba, saliste de la oración a recibirla; y al preguntarles con amorosa blandura, amigos a quien buscáis? si me buscáis a mí, vedme aquí; como si fueran penetrantes rayos tus dulces voces retirándose medrosos cayeron en tierra, tropezando en su mismo pavor y miedo. Suavísimo medianero entre Dios y los hombres, que con tus ardientes lágrimas aplacaste el enojo divino contra el reino de España; por aquel dulcísimo amor que tuviste al sacro leño en que murió Cristo te pedimos seas medianero entre Dios y esta ciudad de Lima, para que templando con tus eficaces ruegos su sagrado enojo, cesen las severas permisiones con que nos aflige su justicia y experimente por sus méritos las dulces suavidades de su misericordia, restaurándose a su antigua fecundidad nuestros campos. Y, pues eres tan especialísimo abogado contra las pestes, corrige los malévolos influjos de los que las causan: y concede a cada uno lo que pide en esta novena. Amen.


NOVENO DÍA
Admirabilísimo Patriarca Nolasco: Sagrada delicia de la Beatísima Trinidad, que abra- sado en divinos incendios sal fas por las calles y plazas de Barcelona exhortando al ver- dadero amor de Cristo a los mortales siendo tu venerable aspecto imán sabroso de los ojos, y tu voz gustosa suspensión de los sentidos. Extático Serafín, que arrebatado en continuos éxtasis quedaba tu rostro, como el sol, resplandeciente. Por aquellos celestiales consuelos que recibiste cuando descendiendo de los Cielos rodeado de hermosas luces tu glorioso hijo San Ramón Nonato, sosegó las congojas de tus humildes temores diciéndote el grande aprecio que hacían de ti los espíritus celestiales, revelándote tu dichosa muerte en el día del Nacimiento de Cristo. Por aquellas suavísimas dulzuras que sintió tu purísimo corazón cuando la Soberana Reina de los Cielos te confirmo esta alegre noticia, agradeciéndote el cuidado que en ejecutar sus órdenes habías tenido, y lo que en defensa de su pureza habías trabajado. Por aquellas suavísimas delicias con que fuiste del cielo recrea- do con tan frecuentes apariciones de Cristo y María. Por aquella dulce familiaridad que tu- viste con los santos Ángeles, por aquella ternura con que en los últimos alientos de tu vida encargaste a tus hijos la observancia religiosa, y el amor a los cautivos y en fin, Glorioso Padre por aquella celestial avenida de júbilos, gozos y recreos, que recibió tu alma, cuando estando de rodillas en tu alta contemplación esperando la hora en que habías de pasar de este mundo a la gloria, viste en la tierra todo el cielo, entrando por las puertas de tu pobre celda innumerable multitud de ángeles y santos acompañando a Jesús y a María, que venían por tu dichosa alma la cual entregaste en sus divinas manos, Te pedimos que pues mereciste morir la misma noche en que nació Cristo, naciendo tu para la gloria cuando el nació para el mundo: le ruegues que asistiéndome tu cuando yo muera para el mundo, merezca renacer para la gloria: y a cada uno en particular lo que pedimos en esta novena. Amen.


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