miércoles, 14 de marzo de 2018

SEMANA DEVOTA A NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS





SEMANA DEVOTA A NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS

DOMINGO
El anciano Simeón anuncia a María una espada de dolor
Santísima Virgen María, Madre de mi Dios y Madre mía, ¡cuánta fué la pena de tu alma al oír que los hombres habían de contradecir a tu Hijo! Oh Madre, no contradiga yo jamás a Jesús. Sean, Madre mía, todos los momentos de mi vida conformes a la doctrina de vuestro Hijo. No se aparten nunca mi entendimiento y voluntad de las máximas del Evangelio.



OFRECIMIENTO PARA TODOS LOS DÍAS
Dignaos, Madre amorosa, ofrecer por vuestras benditas manos a mi querido Jesús todas mis acciones, palabras, pensamientos, y deseos de este día, para que todos redunden en su mayor gloria. Yo por mi parte propongo en obsequio vuestro no apartarme en este día de la leí adorable de vuestro Hijo, y especialmente contenerme con vuestro auxilio en el vicio que más me domina.
Siete Ave María: y Gloria Patri.


CANCIÓN DOLOROSA


Venid, pecadores,
que os llama el amor,
venid a María,
si queréis perdón.

Mirad; en sus brazos
está nuestro Dios,
de su vientre fruto,
nuestro Redentor.

Difunto le llora,
¡con cuánta aflicción!
contando las llagas,
que el hombre le abrió.

Sus pies y sus manos
taladrados vio
con los duros clavos,
que humilde adoró.

Vio el pecho abierto
y aquel Corazón,
que era la preciosa
prenda de su amor.

Del amor herido
miró el Corazón,
que nunca a los hombres
sus puertas cerraron.

Y llora al mirarle,
y su Corazón
de angustias mortales
cercado se vio.

Y al paso que llora
se aumenta su amor
hacia tantos hijos
que engendra en dolor.

Sus lágrimas tristes
por nosotros son,
que somos los hijos
que Cristo la dio.

Oh Madre piadosa,
Oh Madre de amor,
tus ojos benignos
dirige hacia nos.

Si un hijo difunto
causa tu dolor,
aquí ves mil hijos,
que él te encomendó.




LUNES
María huye con Jesús a Egipto
Oh afligidísima Madre, ¡cuánto me compadezco de Vos al vero huir precipitadamente con vuestro divino Hijo a tierras extrañas é infieles! ¡Oh si huyese yo de todos los peligros y ocasiones de perder a Jesús! De tu cariño espero, oh Madre, la gracia de huir del pecado. Detesto y abomino aun la más ligera ocasión de pecar. Lejos de mi todo lo que me pueda hacer perder la gracia de mi amable Jesús.

MARTES
Llora María la pérdida de Jesús
¿Dónde está tu amado, oh hermosísima María? ¿Dónde está tu buen Jesús, que tanto se llena de amargura tu corazón? O Madre, ¿cuánto te afliges, aunque sabes que Dios está contigo? ¡Y yo no me aflijo, y yo no lloro, cuando tantas veces he perdido a Jesús! Préstame, oh Madre, de tus ardientes lágrimas, lloraré las culpas con que he perdido a mi Dios. Logre yo por tu medio, o María, una contrición ver dadera que borre todos mis pecados.

MIÉRCOLES
María encuentra a Jesús con la cruz sobre sus hombros
¡Qué peso, oh María, hemos fabricado los pecadores sobre la espalda de tu Hijo! ¡Cómo hemos prolongado nuestra iniquidad! Mirad, oh Madre, á Jesús agobiado con tanta carga. ¿Mis culpas son las que tanto oprimen a mi Dios? ¿Son mis pecados los que en tierra derriban á Jesús? Ay Madre amorosa, lleve yo la cruz, que yo soy el que pequé. Vengan sobre mis trabajos, vengan miserias y aflicciones, tomaré la cruz y seguiré a mi Dios.

JUEVES
María está al pie de la Cruz
¡Qué triste!  qué afligida estás, oh Madre mía! Fijos tus ojos en tu amado Hijo, lloras sin consuelo. Oh Madre mía, tu Jesús muere, muere en una Cruz. ¿Será posible que no muera yo de dolor por haber pecado? ¿Me apartaré yo de la Cruz, donde está mi vida? ¿Buscaré yo placeres y pasatiempos en el mundo? Madre mía, yo con tu auxilio viviré y moriré crucificado con el mundo, con mis pasiones, y con mis vicios.

VIERNES
María tiene en sus brazos el cadáver de Jesús
¡Oh Madre angustiadísima! ¡qué torrente de lágrimas inunda tu hermoso semblante! ¡Y cómo no has de llorar, si tienes en tus brazos el cadáver de tu Hijo! ¡Cómo no has de llorar, si ves el cuerpo de Jesús todo destrozado, lleno de cardenales, cubierto de heridas! No hay en él miembro sano. Aun su Corazón santísimo está de parte a parte traspasado. Oh Madre mía, escóndeme en ese Corazón divino, herido cruelmente por mi amor. ¿A Quién temeré? ¿quién podrá dañarme en el sagrado del Corazón de Jesús? Este Corazón será mi morada por todos los siglos, en él habitaré y me detendré en la protección de mi Dios.

SÁBADO
María deposita en el sepulcro el cadáver de su divino Hijo.
¡Grande es como el mar tu pesadumbre, oh amantísima Madre! ¿Quién te consolará? ¡Una piedra cubre el cadáver de tu Hijo, y te priva aun del triste consuelo de mirarle! Pero, oh Madre, yo soy otro hijo; mírame a mí, tuyo soy. Pon ya en mi todo tu cariño. ¡Oh!  si yo correspondiese a tu amor! Así lo deseo, Madre querida. Yo quisiera amarte como tú me amas. Alcánzame esta gracia, no me haga yo indigno de tus favores, ámete yo de manera que te agrade.


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