miércoles, 2 de mayo de 2018

DOCENARIO A LA INMACULADA CONCEPCION






DOCENARIO DEVOTO
A LA 
INMACULADA CONCEPCION


OFRECIMIENTO
Oh Virgen de excelentísima pureza, prevenida del Altísimo Dios con copiosas bendiciones de gracia, colmada de excelsos privilegios de santidad, y exenta de toda culpa original y actual. Yo indigno de comparecer en vuestra soberana presencia, movido del deseo de serviros y confiado en vuestra suma piedad, os ruego me recibáis entre vuestros devotos siervos más familiares y estimados de vuestro corazón; pues desde hoy os elijo por mi Señora y Patrona con ardiente voluntad de amaros y serviros con todas las fuerzas de mi alma. Y porque mis
pecados no me impidan vuestros favores, pido de ellos perdón a vuestro Hijo, diciendo arrepentido: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mío, en quien creo, en quien espero, de quien amo sobre todas las cosas: me pesa de haberos ofendido, y propongo ayudado de vuestra gracia, de confesar mis pecados y enmendarme. Tened misericordia de mí por vuestra infinita bondad, y concededme plenaria indulgencia de mis culpas por la sangre que derramasteis en el árbol de la Cruz, y a honra de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, a cuyo obsequio os ofrezco este Docenario. Ea, princesa soberana de la gracia, alcanzadme el beneficio especial, que os pido, y todas aquellas virtudes y dones celestiales, que me convienen, para cumplir las obligaciones de mi estado, y llegar a la eterna bienaventuranza. Amen.



DIA PRIMERO
MEDITACION
Contempla, que, llegándose el tiempo, en que la segunda Persona divina había de encarnarse, para dar principio a la redención del género humano, determinó
Dios criar a la Inmaculada Virgen María, más esclarecida que los principados y potestades; más gloriosa que los querubines y serafines, y según todo modo de
nobleza y excelencia, sumamente dignísima y nobilísima. El esplendor de su origen brilla con la sangre ilustre y clarísima de catorce riquísimos Patriarcas, amigos de Dios, catorce valerosos Capitanes, y sabios Jueces, catorce serenísimos Reyes, muchos Profetas, sumos Sacerdotes, y héroes insignes en santidad. No logrará el mundo otra descendencia igualmente ilustre, como la de
la Purísima Reina de los cielos; ni las excelentes calidades de nobleza se hallaron con tanto decoro en alguno de sus antecesores, como se veneran en la admirable Concepción de María. Engendróse de los consortes más ingenuos y santos, que hayan sido, o serán jamás en toda la redondez de la tierra; los cuales se juntaron únicamente por la caridad de Dios, y para obedecer al precepto les intimó San Gabriel: sin buscar el deleite del sentido; y con sus oraciones, limosnas y ayunos de cuarenta días merecieron a la Purísima María, perla preciosísima, que es la nobleza y gloria de todo el hemisferio criado. Todas las ingenuidades, preeminencias y soberanías, que la largueza del Omnipotente ha repartido entre sus criaturas, sirven de hermosa gala, recopiladas en la Madre de Jesús, y la constituyen el individuo más noble y sobresaliente de la humana naturaleza. Por esto la Inmaculada Doncella así en los dotes naturales, como en los graciosos, debe preferirse a todos los príncipes y princesas, reyes y reinas, emperadores y emperatrices, y a todas las potestades de cualquiera lengua, nación o familia. El apetito de la naturaleza, que no gozan sosiego hasta conseguir lo mejor y más perfecto, halló en la portentosa Concepción de la bendita María un concepto puramente criado en grado sumo nobilísimo, en quien descansa.


ORACION
Oh nobilísima Santa María, Madre amable, bendita entre todas las mujeres, Virgen siempre inviolada, candidísimo Cedro del monte Líbano, elevado sobre toda nobleza humana por la claridad de la sangre: virtuosísimo Ciprés, preferida a toda inteligencia angélica por la dignidad de la gracia, fertilísimo Plátano de las riberas, consanguínea con el Hijo de Dios y vecina a la Trinidad Beatísima. Vos sois el epílogo y suma de todas las soberanías y perfecciones de la divinidad, distribuidas entre las criaturas. Vos sois el tesoro de valor inapreciable, que estaba escondido en el campo de nuestra naturaleza, y se halló con universal regocijo del mundo. ¡Qué alegres siglos os han traído! ¡Qué esclarecidos y santísimos Padres os engendraron! ¡Qué dorada y feliz hora la de vuestra Purísima Concepción! Se alegraron los ángeles, se gozaron los hombres, y se cubrieron de terror los demonios. Gozad, hermosísima María, mil bendiciones y parabienes, salidos del centro de mi corazón, por las excelencias de vuestra Creación santa y admirable. Ninguna perla Cándida ennobleció tanto su concha, ningún brillante precioso adornó con tanto esplendor la diadema de los monarcas, como vuestra pura Concepción ha condecorado la descendencia adamita. Si hubiesen estado en ella presentes todas las criaturas, aunque más subidas en grados de nobleza, todas deberían haceros reverencia. Vos, de verdad, sois el nobilísimo ser entre las preciosidades criadas, inferior únicamente a Dios. Vos sois la mujer celestial, que a todos los géneros de las cosas dió con un solo parto suma nobleza y perfección. Ea hermana nuestra pequeña, cuya nobleza y soberanía no puede la lengua explicar. Os venero, os alabo y os adoro, postrado a vuestros pies, como siervo indigno de vuestra benevolencia y piedad, envilecido por la mancha del pecado original, en que me concibió mi madre; y mucho más por la servidumbre de las culpas actuales, a que me rindió mi propio albedrío, Oh dulcísima Princesa, alcanzadme, os ruego, la nobleza soberana de la gracia justificante, la bondad de una vida irreprensible, y el esplendor de todas las virtudes morales; que perfeccionen santamente mi espíritu, y pongan el debido orden a mis pasiones, mostrándome a todos mis prójimos humilde, afable y provechoso; sin que  alguno jamás sirva de molestia, o escándalo. ¡Oh Niña es clarecida! Tomad a cargo de vuestro clementísimo y nobilísimo corazón honrar a este pecador miserable con tanto colmo de dones celestiales, que llegue sumamente á agradaros, Hacedme desde esta hora tan puro y perfecto, como deseáis sean vuestros verdaderos devotos; pues me consagro del todo a vuestro servicio: sea yo siempre todo vuestro, y Vos toda mía, dulce, noble y generosa Virgen María. Amen.



ORACION PARA TODOS LOS DIAS
Oh Inmaculada Emperatriz de los cielos y de la tierra, Reina de misericordia, os adoro y bendigo con todo el rendimiento de mi corazón; y tributo inmensas gracias a la Santísima Trinidad por todos los dotes de naturaleza, de gracia y de gloria, de que os ha condecorado, y en especial por las doce prerrogativas de vuestra Purísima Concepción. Ea, amabilísima Virgen María, haciendo gozosa memoria de vuestras resplandecientes Estrellas, os ruego os acordéis de este indigno siervo en todas mis necesidades y tribulaciones, y me alcancéis doce especiales gracias, que endurezcan todas las operaciones de mi vida a la máxima gloria del Altísimo, y me consigan vuestro patrocinio y asistencia en las agonías de la muerte, y en el tremendo juicio de Dios. Por los méritos de nuestro Salvador Jesucristo. Amen.


GOZOS

Según celestial visión
Con doce Estrellas lucía
La Corona de María
En su pura Concepción.

Nobleza sobre eminente
Formada Estrella primera,
De dotes es primavera,
Que ilustraron su Oriente.
De real sangre se tejía
En limpia generación,

Hermosa se crió sin par
La Virgen más estimada,
De la culpa preservada,
Por Redención singular.
Hizo Dios, cuanto pedía
De rica composición.

Inmune fué de tributo,
Y de cualquier castigo;
Ni la sierpe halló abrigo
En su candor absoluto.
Muestra célebre hidalguía
Con general exención.

Como océano fué colmada
De Santidad ventajosa,
Sin que nadie tan graciosa,
Ni en su virtud acabada.
Por esta Estrella excedía
A toda empírea legión.

De esta Princesa el ornato,
Bello centro de primores,
Es un prodigio de amores
En magnífico aparato.
De cuantos les repartía
Dios esmaltó con la unión.

Del Hijo es la Madre esmero
A su cuerpo bien parecida,
Y a la alma ron Dios unida
Del purísimo Cordero.
Semejanza tal hacía
Divina en la perfección.

En aquel feliz instante,
Que María se concibió,
Uso de razón adquirió,
Para merecer bastante.
Mucho al Señor complacía
Con la libre operación.

Doraba el increado Sol
A la esclarecida mente,
De la Niña floreciente
Con luces de su arrebol.
Silla es de Sabiduría
Por tan clara ilustración.

En los Zafiros preciosos
Muro fuerte se establece,
Pues su Hijo la favorece
Con tesoros poderosos.
Toda firmeza tenia,
Ningún miedo del dragón.

La justicia original
Gozó con la suma paz,
Combate sintió jamás
En la parte racional.
Con sosiego florecía
Logrando por guarnición

Hoy las jerarquías del cielo
Adoran por gran Señora
A la Inmaculada Aurora
De rodillas por el suelo.
Celebran con melodía
Desde su confirmación.

A tanta Alteza respeta
El hombre y demonio fiero,
Y el más altivo lucero,
Que a su poder se sujeta.
Grande Estrella, que cumplía
Con la alta dominación.

Con piedad y devoción
Canten, fieles, á porfía,
La Corona de María
En su pura Concepción.


ORACION
Oh Purísima Virgen María, que en vuestra Santa e Inmaculada Concepción habéis sido preservada de culpa original, para que fueseis digna Madre del Hijo de Dios y poderoso amparo de los hombres. Deseoso yo de ser contado en el número de vuestros hijos, o a lo menos de vuestros siervos hoy y cada día, y en especial en la hora de mi muerte, encomiendo humildemente mi cuerpo, mi alma y todo mi ser al seno de vuestras misericordias en custodia singular; os cometo del todo mis angustias y consuelos, mis temores y esperan/as, mi vida y el último fin de mi vida. Recibid amantísima Madre esta ofrenda con benigno agrado, enderezando todos mis pensamientos, afectos, palabras y obras a la máxima gloria del Altísimo, á obsequio de vuestra pura Concepción, y a la salud eterna de mi alma. Por gracia de Jesucristo nuestro Señor y Salvador. Amen.



DIA SEGUNDO
MEDITACION
Contempla a la Purísima Virgen María, que, siendo formada de la masa común del género humano, en su Santa Concepción, salió un perfectísimo traslado de la Divinidad, nueva maravilla de la naturaleza, y asombroso prodigio de la gracia: Admiróse poseída de Dios en el principio de sus caminos, y coronada con la estrella de la singular preservación. Obra excelentísima fué la In maculada Concepción de María, y como el primer paso de la ley de gracia; porque la Princesa del Cielo desde la eternidad era elegida para dignidades excelsas. El perfecto Artífice saca su obra ataviada, y conveniente al fin, a que la ordenó. Idea el fuego con los agentes universales en la formación del rubín, componer un brillante, que ilustre las diademas de los reyes, por esto templa de tal modo los demás elementos, que no obscurezcan sus luces. Había determinado el Altísimo criar en la Santa Concepción de la Virgen una candidísima Madre, digna de administrar a la divina palabra la preciosa Holanda, que en la Encarnación se vistió; una eminentísima Soberanía, que, adornándose con manto de majestad y corona de reina, mereciese trono a la diestra del Rey eterno. Por esto el divino fuego del Espíritu Santo perfeccionó los purísimos elementos de su natural Concepción, y previno con las copiosas bendiciones de la gracia preservativa a su santísima alma, de manera que uniéndose con el cuerpo no la tocase el contagio de la culpa original; y el Unigénito, que está en el delicioso seno del Eterno Padre, se agradece de sus primores sobresalientes, y pudiera colocar en ella los más preciosos cariños. No la levantó de alguna caída, como a los demás hijos de Adán, que se lloran concebidos en pecado, hijos de ira y enemigos de Dios. Asistió el Señor a María purísima con especiales socorros de gracia; para que no cayese en alguna culpa, empleando en ella con mayor eficacia el fruto de su redención copiosa. Nunca la Madre de Dios María fuera idónea para tan sublimes ministerios, como obró para nuestra salud, si por algún instante hubiese padecido la servidumbre del pecado original, o personal.


ORACION
Oh Inmaculada y dichosísima María, Primiceria de la redención de Cristo, negocio de todos los siglos, decoro del linaje humano, santa y justa emulación de la naturaleza angélica, alegría y regocijo de todo el universo. Gozaos entrañablemente, y engrandeced a vuestro singular Salvador. Vos sois la soberana reina Esther, exenta únicamente de la ley del pecado original, y de la muerte de la culpa, que comprendió a todos los hijos e hijas del primer hombre. Vos sois el nuevo cielo, que nunca ha admitido peregrinas formas, o sombras de culpa: desde vuestra Santa Concepción lució siempre en Vos la claridad de la gracia, y fuisteis morada perpetua de la Trinidad Beatísima. Vos sois la nueva tierra bendita siempre de Dios y fecunda del rocío celestial, de quien brotó el Redentor del mundo, que aparta de nosotros la servidumbre de Jacob y la maldición del pecado. Vos sois más gloriosa que Judith, pues quebrantasteis la cabeza del dragón. Bendito sea el Omnipotente que sujetó la altivez y fuerza del príncipe tartáreo a los pies de una tierna Niña. Vos sois la mujer fuerte, heroína, y sin semejante: de verdad, en las que han sido, no reconocéis primera, ni en las que han de ser, tendréis segunda. Alegres parabienes os dan todas las lenguas y naciones, o Princesa de la gracia, por el privilegio de la singular preservación de culpa original. Todos los hijos naturales de Eva se engendran enemigos de Dios hasta los Patriarcas, Profetas y Apóstoles, que después reengendrados en la gracia, fueron santísimos: sola Vos sois la hermosísima Paloma, de toda parte Inmaculada, é irreprensible, perfecta a los agrados del Altísimo, paraíso de sus divinas delicias y copiosas bendiciones. El que con debido afecto vos honra y sirve será justificado, y el que desprecia vuestra pureza y dignidad morirá impenitente. Ea, santísima y Divinísima María, Tabernáculo de Dios, fundado en el universal regocijo de toda la tierra, santificado para la limpieza de los pecadores enriquecido para el remedio de los miserables, y ensalzado para levantar a los caídos. Os adoro, os alabo y bendigo con las lenguas de los querubines, y con todos los afectos ardientes y puros de los serafines de la gloria. Concededme vuestro poderoso patrocinio, para que viva conforme a la ley de Dios, preservado por la divina gracia de toda culpa; por más que me acometa el demonio con los engaños de su malicia, o me lisonjeé el mundo con los bienes de su vanidad, me halague la carne con la corruptela del vicio. O suavísima Virgen, en el cariñoso seno de vuestra misericordia deposito la castidad de mi cuerpo, y la limpieza de mi conciencia, tesoros de valor inapreciable, que traigo en un vaso de barro con continuo peligro de perderlos. Os ruego, en reverencia de vuestra Santa Concepción, me guardéis de caer en algún pecado grave, o leve: alcanzándome en la tierra una conversación toda celestial y angélica, y que mientras dure esta mortal vida, goce aquella suma pureza, que representa más el feliz estado de la inmortalidad de la gloria. Por los méritos de Jesucristo nuestro Redentor. Amen.



DIA TERCERO
MEDITACION
Contempla que el Hijo de Dios apreció tanto a la Purísima Virgen María, que vino al mundo brindado más del amor de su Madre, que del bien de todo el género humano; y desde la Concepción de esta Señora la concedió por gracia todos los privilegios, que él goza por naturaleza, y la Inmaculada Virgen era capaz de recibir: constituido Redentor generalmente de todos, quiso mostrar en esta Soberana Princesa un modo de redención excelentísimo, que podría bastar para ser el fin total de la Encarnación de la divina palabra. Hízola independiente de la voluntad del primer hombre en los bienes de gracia, y exenta de toda deuda de culpa y de pena. Los demás hijos de Adán por su inobediencia al precepto de Dios, incurren la obligación y necesidad de contraer la culpa original; pero la bendita y dichosa alma de María fué libre e inmune de necesidades tan fatales: ni el Señor permitió que fuese cautivada en manos de sus enemigos por alguna deuda de culpa, ó de pena de pecado, porque no murió en la transgresión de Adán. Este modo excelentísimo de redención había de cumplir el Hijo de Dios en alguno de los hombres, para acreditarse perfectísimo Redentor, y ninguno se
halló tan capaz, ni tan digno de este privilegio, como la Madre de Dios, por quien se preparaba la salud de todos. La suprema dominación entre las criaturas debe ser libérrima é inmunísima de todo vasallaje criado, y sujeta a solo Dios; siendo la Inmaculada Virgen Princesa Soberana del Cielo, no le convenía alguna necesidad de incurrir el pecado, o la servidumbre del demonio. Por esto no tuvo jamás alguna pena inútil, y que solo fuera castigo de culpa, no padeció dolores en el parto de Jesús, ni en todo el discurso de su vida fué molestada de
alguna enfermedad corporal; y después de muerta conservó su cuerpo perfectísima entereza, basta que resucitó, ni fué comido de gusanos, ni se resolvió en tierra. Abrazaba empero gustosa las penas útiles, que la servían de merecimiento, para ser ejemplar de paciencia a los fieles, y cooperar de alguna manera a la obra excelsa de nuestra redención.


ORACION
Oh Inmaculada y esclarecida Virgen María, fénix de las obras del Altísimo, soberanía eminentísima, exenta de toda vileza y cautiverio de pecado, abismo de la divina misericordia. Gozaos, Niña admirable, tan adonada de gracias, que no os comprendieron las leyes generales, con que el pecado original agravó a la humana naturaleza. Vos sois el laurel virtuosísimo, a quien no llegaron los rayos de la divina indignación, Vos sois el libro de la generación de Jesucristo, donde se recopilan todos los privilegios de gracia, y exenciones de culpa y de pena. Bendita seáis, tierra de Jesé, ilustrada siempre con la hermosa claridad del cielo, sin que jamás la hayan ofuscado las tinieblas, que oprimen fatalmente el Egipto del género humano. Bendita y glorificada sea la divina Bondad, que os hizo inmune de todo castigo y deuda de culpa original, o actual, permitiendo, que toleraseis frio, calor, cansancio y dolores sentidísimos en el pie de la Cruz de Cristo, para vuestro grandísimo merecimiento y nuestra enseñanza. Ea, Niña dulcísima, ciudad de refugio, donde nunca se hallaron propios pecados, y se perdonan los ajenos. Os adoro, os alabo, os venero y humilmente acudo a Vos, temeroso de la divina Justicia, espantado por la clara representación de mis gravísimas maldades é ingratitudes. No sabía, Inmaculada Virgen, a quien me
acogiera, de quien esperara, o como me salvara, sino acudiese a Vos, (después de vuestro Hijo,) encomendándome totalmente a vuestro poderoso patrocinio. Alcanzadme os ruego a honra de vuestra Santa Concepción digna penitencia de los pecados cometidos, plenaria indulgencia de los pasados, buena cautela para evitar los presentes, y fuerte resistencia a los venideros. Aplacad, estimada Niña, los enojos del supremo Juez; de tal manera, que, reconciliado con la gracia de nuestro Salvador, me haga inmune de todos los castigos, que justamente merezco, con un plenísimo jubileo de todas mis culpas, no solo graves, sí también leves y levísimas, concedido por los merecimientos de vuestra Santidad excelentísima, y por el valor de la sangre preciosa que derramó Jesucristo Señor nuestro. Amen.



DIA CUARTO
MEDITACION
Contempla a la Inmaculada Virgen María, favorecida en su Santa Concepción con la plenitud de la gracia del Espíritu Santo, que en esta primera visita le infundió una ventajosísima santidad. Ninguna pura criatura alcanzó en la primera santificación igual o semejante gracia, a la que la Purísima Virgen recibió en su Creación Santísima. Toda aquella gracia que Cristo, por virtud del
Santo Bautismo, ha dispensado y dispensará ú. los hombres en cualquiera edad que le tomen, así párvulos como crecidos; la gracia excelente que este Señor, escondido en el claustro de su bendita Madre, comunicó; S. Juan Bautista, para santificarle del pecado original; la gracia copiosa que consiguieron los Santos Inocentes en el martirio, les dió la impiedad del Rey Herodes; y toda la gracia que los nueve coros angélicos han poseído en su lucida creación, es como una gota de agua, si se compara con el mar inmenso y plenitud de gracia, que se admiraba ya en la Purísima Concepción de la Princesa del Cielo. Así como todos los ríos entran en el mar, del mismo modo todas las gracias repartidas entre los ángeles y santos se regocijaron y recopilaron en el dilatado seno de la Madre de Dios, santificando con sobresaliente santidad las potencias y sentidos de su bendita alma. De donde la Purísima Niña excedía en el principio al colmo
grande de gracia, que haya llegado a poseer el más sublime santo en el fin de su carrera, y el supremo de los ángeles en su glorificación. Mostró el Señor de verdad más amor y benevolencia í las puertas de la hermosa Sion, que, a todos los tabernáculos perfectos de la antigua sinagoga, y que a los edificios acabados de la nueva Iglesia; cuales son los Patriarcas, Profetas, Apóstoles, Evangelistas y Mártires; a quienes excedió soberanamente la Inmaculada Santa María en la primera entrada de su vida. Los fundamentos de esta ciudad de Dios, hija de la eterna Sabiduría y trono del Espíritu Santo, se zanjaron en las cimas de los elevadísimos montes de la santidad humana y angélica; porque la Madre de Dios fué concebida en la luminosa rueda de resplandores de gracia, que Dios va repartiendo a todos sus escogidos.


ORACION
Oh Purísima y Divinísima María siempre Virgen, Princesa Soberana de la gracia, más Santa que los querubines y serafines, más estimada del Altísimo que todos los ejércitos celestiales, milagro excelentísimo del universo y corona de todos los cortesanos del Paraíso, á quienes ilustráis con el inaccesible resplandor de vuestra santificación ventajosa y sobresaliente. Me alegro con Vos de esta excelsa prerrogativa, que es la base y fundamento de toda la santidad criada. Vos, o Inmaculada Niña, sois la Nube pura y fecunda, que nos derrama las mas
estimables preciosidades del Cielo. Vos sois el vellocino de Gedeón candidísimo, rollado plenamente de las delicias de la divinidad, de quien el eterno Pastor había de vestirse. Vos sois el elevadísimo Olimpo, fundado sobre las alturas de la gracia humana y angélica. Os doy festivos parabienes, Inventora de la gracia. Cuantos esmaltes de gracia adornan los ángeles del cielo, y justos de la tierra se admiran con eminencia en la primera gala de vuestra bendita alma. Querría acoger en mi seno todo el júbilo que en vuestras prerrogativas han experimentado los vuestros verdaderos devotos; porque hallasteis en vuestra Concepción la gracia que perdió Adán y Eva, y que desperdician por su descuido los fieles; y a lo menos en la Concepción de Cristo vuestro Hijo habéis hallado la gracia que perdió Luzbel con sus réprobas escuadras, y Caín con todos los prescitos. Vuestro purísimo corazón es el depósito de toda la gracia que encamina al cielo y a la eterna verdad, y que es esperanza de la vida sobrenatural, de la virtud y santidad heroica. Ea, Reina Santísima, Terebinto que extendéis por el bien de los mortales las ramas de la suma pureza y honestidad. Bálsamo que curáis los más graves y abominables delitos de vuestros devotos. Madre toda amable y graciosa; ya que no merezco la honra de hijo, ni de familiar vuestro por el descuido, tengo en vuestro servicio: admitidme a lo menos como á perrillo de vuestra casa, a la participación de las migas y sobras de la mesa opulenta de vuestra gracia; por la cual cobra la vida toda criatura, el justo se confirma, el enfermo sana, el flaco se fortalece, el triste se regocija y el desesperado toma aliento y confianza. Oh María clementísima,
cuya plenitud de gracia da gloria a los cielos, paz y vencimiento a la tierra, y forma o idea a todos los fieles, enderezándoles a la santidad heroica; os ruego,
en reverencia de vuestra Santa Concepción, me alcancéis la sincera, perfecta y apostólica caridad de Cristo, que, en plena remisión de mis pecados, verdadera enmienda de costumbres y colmada santificación de mi espíritu, como la final perseverancia. Amen.



DIA QUINTO
MEDITACION
Contempla a la Purísima María, desde su Santa Concepción, adornada de todas virtudes, bienaventuranzas y frutos del Espíritu Santo en tanta excelencia, que ninguna otra pura criatura ha recibido de igual perfección. Las virtudes teologales, que se ordenan inmediatamente a la Divinidad, lucían en la Reina de los Cielos con magnificencia suma y sin comparación alguna a otro individuo de la naturaleza humana: las cuales ejercitó desde el principio sin dependencia de los sentidos, con forme los bienaventurados de la patria en cuanto al acto; y lograba su efecto, consiguiendo abundante mérito, como viadora; de dónde venía a gozar en algún modo las perfecciones de todos los estados, y sobresalía a los hombres y a los ángeles en del magnífico adorno de su espíritu. Tuvo la Inmaculada Virgen en su Concepción admirable, infusas las virtudes cardinales, y todas las otras virtudes morales, que los justos con grande trabajo, y des pues de mucho ejercicio, adquieren por sus propios actos. Ningún candor de virtud, ningún resplandor de santidad, ningún dote de gracia faltó en el primer fundamento de este vivo templo de la Trinidad Beatísima, gustoso tabernáculo de su perpetua adoración. Porque, así como en la creación del mundo se recopiló en. el hombre toda criatura, así también en la reformación de la naturaleza caída
se congregó en la Madre de Dios toda la virtud de la Iglesia. La fe de los Patriarcas, la luz de los Profetas, el celo de los Apóstoles, la fortaleza de los Mártires, la vigilancia de los Pontífices, la prudencia de los Prelados, la templanza de los Confesores, la inocencia de las Vírgenes, la humildad de los Penitentes, la justicia de los Tronos, la contemplación de los Querubines y la caridad perfecta de los Serafines; y en suma todas las virtudes en el grado más sublime, que se hallan distribuidas a las criaturas, se juntaron en la Reina de los Cielos, como ornamento riquísimo de su Santa e Inmaculada Concepción. De verdad vistió en este Misterio un manto de tiso de oro, ilustrado con loa resplandores del sol, es a saber una suma caridad, adornada de los varios y hermosos primores, de todas las virtudes excelentísimas.


ORACION
Oh Inmaculada y hermosísima Virgen, Santa María, resplandor de. los iluminados querubines, ejemplar de loa supremos serafines, índice de las perfecciones de los santos, y forma de todas las virtudes celestiales, que nos enderezan a la salvación eterna. Vos sois suave y bella como la Jerusalén, adornada con los primores de las virtudes teologales y morales, pulida con lo heroico de las soberanas bienaventuranzas, y fecunda de los más escogidos frutos del Espíritu Santo. Toda piedra preciosa brilla en el manto azul de vuestra Santa Concepción, Vos sois la cándida y odorífera azucena de los valles fértiles de la Iglesia, que no padeció alguna herida entre las espinas de la nación hebrea ni gala brillante de Salomón en lo mayor de toda su gloria se puede igualar al sumo decoro de vuestra Santísima Pureza. Bendito sea el Altísimo Señor, que, para ornamento de vuestra creación admirable, preparó mayor colmo de dones soberanos y virtudes heróicas, que no tiene la tierra plantas, las aves plumas, las riberas arenas y el firmamento estrellas. Os adoro, os alabo y bendigo con cariños de hijo, y con rendimientos de siervo. O pequeño abreviado y perfectísimo mundo, de cuya Concepción ornadisima, y sobre todas condecorada, resulta A la Majestad Divina mayor delicia y gloria; á los cortesanos del cielo mayor gozo y contento; y los justos de la tierra mayor honra y utilidad, que de la creación del mundo grande y universal. Ea, magnifentísima Princesa, cuando considero el epílogo y colmo de divinas perfecciones que adornan vuestra esclarecida alma, se me representa un vaso de oro lleno de brillantes virtudes, como un mar océano colmado de aguas. Muévase este mar, y su plenitud, derramando aromas de gracia, que con su fragancia curen la dolencia de mis vicios, y con su preciosidad hagan mi espíritu hermoso y agradable de Dios: pues si el vaso lleno se mueve, fácilmente rebosa y se derrama. Muévanse á compasión vuestras piadosas entrañas por los suspiros del que os invoca Inmaculada, y os reconoce exenta de toda culpa: enriqueced mi pobreza con los tesoros de la gracia, vestid. mi desnudez con los adornos de la perfección cristiana, alentad mi flaqueza con las armas de la luz, y levantadme con magnanimidad a un altísimo grado de amor divino; para que deje vencido al príncipe de las tinieblas, y logre admirables ascensos en el camino del cielo, corriendo de virtud en virtud en grados iguales a los mayores santos, hasta que llegue a ver claramente la hermosura infinita del Señor en la Sion de la gloria. Por los méritos de Jesucristo y vuestro Hijo. Amen.



DIA SEXTO
MEDITACION
Contempla que las perfecciones y dotes, que el Espirita Santo había de infundir a la humanidad Santísima de Cristo en el Misterio de la Encarnación, las puso en la Purísima Virgen su Madre, como ensayo, en el supremo grada A pura criatura comunicables. Dos naturalezas adora la fe católica en una sola persona del Salvador, que son divina y humana; y a todas dos fué la Virgen María perfectamente conformada desde su Santa Concepción. Era semejante a Cristo, según la humana naturaleza, en la ajustadísima concordia de las primeras calidades y buenas inclinaciones, que siempre mostraron propensión a lo virtuoso, y más agradable a Dios en la templanza perfecta dé los humores, y en la hermosa figura del cuerpo; porque siendo el bendito Jesús el más agraciado
sobre todos los hijos de los hombres, se pareció a la Inmaculada Virgen, como á verdadero hijo a su Madre. Tenía la dichosa Niña en grado sumo la belleza natural, sobre la cual el Señor le añadió un soberano esplendor, que conciliaba el respeto de cuantos ponían en ella sus ojos, y componía los disolutos, extinguiendo los movimientos desordenados de sus pechos. Era la Santísima Princesa no menos semejante a Cristo en la plenitud de gracia, y comunicó con él en los dones sobrenaturales y más principales privilegios, en aquella proporción más excelente y conforme, que puede hallarse en la pura criatura con el hombre Dios. Así la Concepción Purísima apareció en el cielo de la Iglesia como señal grande, que manifestaba y ensalzaba divinamente la gloria del Altísimo, representando con claridad lucida los atributos y perfecciones de la naturaleza divina, y las personas y procesiones de la Santísima Trinidad, como perfecta idea y donosa perspectiva del ser infinito é inmortal de Dios. Parecióse la Reina de los Ángeles al Padre Eterno; porque perseverando siempre Virgen, concibió y parió un Hijo Dios. Se parecía al Divino Verbo, por ser María resplandor clarísimo de su gloria, candor inmaculado de su inaccesible luz, sin alguna obscuridad de culpa ni de ignorancia. Se parecía al Espíritu Santo, por ser una como infinita imagen de su bondad eterna y benignidad inmensa, que no tuvo jamás mezcla de aspereza, ni de malicia. Tantas excelencias y divinas semejanzas descubrieron en ella la ilustración elevada de San Dionisio, que dijo la adorara por Dios, sino fuese bien instruido del Evangelio.


ORACION
Oh Inmaculada y Divinísima María, vivo templo en que de continuo se adora la Majestad divina, espejo perfectísimo y cristalino de la claridad del Eterno Padre, y esfera de los privilegios de su Omnipotencia, clarísimo lucero del sol de justicia, y aurora de la increada sabiduría del Hijo, centro de incomprensible bondad del Espíritu Santo, y cumplimiento de la inefable y Santísima Trinidad. Os venero y os adoro con todos los cariños de mi mente. Vos sois la deífica imagen de Jesucristo, con suma perfección conformada con este humano y divino original. Vos sois el perfecto simulacro, en que más se engrandecen y glorifican las tres Divinas Personas. Vos sois el hermosísimo lienzo, que manifiesta soberanamente los atributos de la Divinidad altísima, así por la similitud representativa de sus perfecciones y excelencias, como por la participación abundante de sus dones excelsos: por Vos se nos comunican de verdad todos los bienes de naturaleza, de gracia y de gloria, que nos vienen del
Padre de las luces, y de su unigénito Hijo Jesús. Gozad alegres parabienes, centro del universo, donde se terminan todos los rayos de las gracias celestiales, y compendio de todas las perfecciones que el Criador repartió a Sus criaturas. Ea, Sacratísima Virgen, Madre dulce y amable especialmente con los que os veneran y reconocen exenta de culpa original. Alcanzadme, á honra de vuestra Inmaculada Concepción, los siete dones del Espíritu Santo engredo heroico; para que, despojado del viejo Adán, de las abominaciones de los vicios y desórdenes de mis pasiones, sea en lo interior y exterior del todo renovado en
la gracia y semejanza de Cristo, y conforme perfectamente vuestra Santísima y Purísima Inocencia, obedeciendo con prontitud a los auxilios divinos. Desde hoy, Niña escogida, tomo vuestras santísimas operaciones y prerrogativas por regla recta, y modelo acabado de todo lo que he de abrazar o huir, amar o aborrecer; y negándome a mí mismo, solo quiero vivir para adelantar vuestro culto y engrandecer la gloria de vuestros esclarecidos privilegios. Amen.



DIA SEPTIMO
MEDITACION
Contempla que la Divina Bondad, liberal siempre con la Inmaculada Virgen María, la ayudó al amanecer la aurora de su belleza, é ilustró con indecible caridad sus nobilísimas potencias, acelerando el perfecto uso de la razón y la libertad del albedrío, para obrar con mérito de gracia y de gloria. De este temprano conocimiento, se siguió que la Purísima Niña fué elevada a la contemplación de las perfecciones y misterios de la Divinidad, y empezó a ejercitar las virtudes teologales y morales, que le competían en aquel estado. Se ofrecía en Sacrificio de suavidad y alabanza al Supremo Señor Dios Eterno, venerándote con profundo rendimiento de su humilde corazón, y le tributaba inmensas gracias por haberla criada en 'justicia-original y sin mancha de culpa.
Encaminó a la Majestad Altísima todos los afectos de su voluntad agradecida, y todas las fuerzas de su bendita alma con tal vehemencia y tan grande estimación del Divino Ser, que no llegarán a tan alto grado los serafines en su mayor virtud. Ansiosa la Inmaculada Virgen, de que fuese siempre decentísimo habitáculo de Dios, y pacífica posesión de su Amor eterno, hizo en el principio
propósito absoluto o voto de virginidad, y determinó con toda eficacia de obrar siempre lo más agradable al Señor y más perfecto según las circunstancias que concurrieran, dejando no solo lo malo, sí también lo menos perfecto. Estas primicias anticipadas, que dió la gracia sobresaliente de la Purísima María, fueron de suma complacencia y delicia al unigénito Hijo de Dios, que las había
deseado con ansia, y las aceptó con sumo agrado para el merecimiento. Así en el primer acto de caridad, con que la Inmaculada Princesa se convirtió a Dios su Criador, mereció más que el supremo de los ángeles en su confirmación, y el más eminente de los santos en su virtud acabada. No pudo el sueño, u otro accidente, interrumpir este santo ejercicio en el vientre de su Madre; ni en todo el discurso de su vida distraerla del amoroso impulso de su fino corazón; que se continuó con toda la fuerza del hábito preexistente, y redoblaba cada instante el merecimiento condigno. Por esto antes de un cuarto de hora de su Santísima Concepción la admiraron los Ángeles, como un arroyo de merecimientos grandiosos, y casi inmensos.



ORACION
Oh Purísima María, Madre del Hijo de Dios, Vas inmensísimo, que contiene el Sumo Bien, que no cabe en todo el mundo, digna de toda honra y gloria. Gozaos
en el Señor, vuestro Salvador especial. Vos sois la Estrella de la mañana, que antes de salir del claustro materno, y antes de tener edad, habéis bendecido y amado al Altísimo sobre todas las cosas. Vos sois el Paraíso deliciosísimo en un instante florido con flores y aromas de honra, y fecundo de frutos de toda justicia y honestidad. Vos sois la Viña graciosa, que en los crepúsculos de la Santa Concepción se admiró con los sarmientos floridos de las virtudes en grado heroico, y con los racimos estimables de grandes merecimientos. Vos sois la Nave de mercancía cargada de tesoros preciosísimos, engrandeced y glorificad a la Majestad Altísima, que con tanta franqueza favoreció a vuestra bendita alma, y la ilustró en el primer momento de su ser con el perfecto ejercicio de la discreción y libertad. No debía, o Niña Purísima, el hermoso círculo de hábitos sobrenaturales, que desde el principio os hermosean con excelencia, estar un instante suspensos y ociosos: brotaron luego por maravilla del Omnipotente efluvios de acciones libres, y meritorias, salidas dignas del Empíreo de los santos. Bendita seáis de todas las naciones de la tierra, y glorificada de los cortesanos del cielo, Gigantea mística, siempre pronta en seguir los pasos del Sol de justicia, y desvelada en el obsequio del Supremo Hacedor; a quien amasteis sumamente con un acto de intensa caridad, continuo, y nunca interrumpido. Fué vuestro divinizado Espíritu, por el desvelo en hacer obras de eterna salud, un sol, que no se detuvo; un reloj, que nunca paró; un ave, que siempre voló; una fuente, que siempre corrió; adelantando todos los instantes el grandioso merecimiento de la gracia. Ea, esclarecida Niña, racimo de ciprés, antes del tiempo florido para la curación de los pecadores; me presento delante de Vos, no como un tributo digno de vuestra grandeza, sino como un páramo de espinas; seco, sin jugo de devoción, estéril é infructífero de obras meritorias. Os ruego a honra de vuestra Santa Concepción me alcancéis la plenitud de gracia, y el colmo y fervor de la caridad para vencer la tibieza en las obras de virtud, la distracción en las oraciones, la repugnancia en las mortificaciones, y todos los impedimentos y dificultades, que se ofrecen en el negocio de la salvación eterna. De manera que sirva a vuestra Inmaculada Alteza, por amor de Jesús mi Señor Dios, con aquella prontitud, que los grandes Santos os sirvieron en la tierra; y las soberanas inteligencias os honran y administran en el cielo, mostrándome exacto y diligente en cumplir la ley de Dios, y las obligaciones de mi estado. Amen.




DIA OCTAVO
MEDITACION
Contempla a la Purísima María, concebida en las celestiales luces de la gracia preservativa, y en el primer instante adornada de los brillantes resplandores del Divino Sol, que como manto precioso defendieron su alma de las tinieblas de la culpa, y de la ignorancia. Penetró la dichosa Niña en su Santa Concepción el abismo de la increada Sabiduría, más de lo que puede persuadirse el entendimiento humano, y fué sumergida en la luz inaccesible, cuanto lo sufre la condición de la criatura, no unida personalmente con Dios. El Señor Altísimo infundió a esta Inmaculada Virgen especies de todos los artículos de nuestra Santa fe: y el dedo de Dios que es el Espíritu Santo, escribió en su purísimo corazón des de su infancia el Sagrado Evangelio. Con cuya ilustración copiosa creía distintamente los Misterios de la Santísima Trinidad, de la inefable Encarnación del Hijo de Dios, y de la Redención, que había de obrar Jesucristo con su preciosísima sangre por la salud de los hombres. La mente de la esclarecida Princesa fue elevada al delicioso solio de la Divinidad, donde con templaba las divinas perfecciones, e incomprensibles Misterios, sin enigmas, ni figuras sensibles por una clarísima luz, que venía A ser como un espejo cristalino, que no tiene mancha ni obscuridad; porque la contemplación sublime de la bendita María se proporcionó a la suma pureza de su alma, inmune de todo pecado, que es la niebla que obscurece y ofusca el entendimiento del hombre. Tan altos Sacramentos se manifestaron a la Purísima Niña, que ni los ojos vieron, ni los oídos oye ron, ni el corazón humano jamás acertara a desear iguales favores. Entendió en el principio, que era preservada de la culpa original, y establecida en la plenitud de la gracia, con un don de confirmación extraordinario, que le daba potestad para vencer todo pecado personal: supo también que era escrita en el libro de la vida, y contada entre los escogidos. De donde algunos creen píamente, que en su Santa Concepción de paso gozó claramente de la inmensa hermosura de Dios, que la bañaba de suaves delicias; y su espíritu agradecido hacia cánticos nuevos, bendiciendo a su Criador y tan:
singular Bienhechor. En este Misterio se le infundieron. las ciencias naturales, y teológicas en grado sumo, y fue perfectamente instruida de todo lo que había de creer, de lo que había de esperar y pedir, y de lo que había de amar y obrar, para ser toda su vida agradable al Señor, y conforme al divino beneplácito.


ORACION
Oh ilustradísima Virgen, libro de la increada Sabiduría, Escuela de la verdad inspirada de Dios en las santas Escrituras, sello del testamento antiguo, y feliz principio del nuevo, hermosura de la católica enseñanza, y gazofilacio de toda la ciencia divina y natural. Me gozo y regocijo con Vos, recibid de mi enamorado pecho alegres parabienes y eternas alabanzas; porque en la plenitud
de las ciencias excedéis á los sabios de la tierra, y en la eminencia de la contemplación os aventajáis a los que rubines del cielo. Vos sois la santa Ciudad, resplandeciente con la claridad de Dios, cuya luminosa antorcha es el Cordero Inmaculado. Vos sois el Águila grande de Ezequiel, que se eleva a la contemplación de la Trinidad Santísima, sin dependencia de los sentidos o de las obscuridades de la fantasía os habéis traído con dicha el meollo del cedro, esto es el Unigénito, que está en el seno del Padre. Vos sois el animado Empíreo, donde la Majestad Soberana se adora con alta veneración y se manifiesta con gozo de toda la tierra. Ea, Estrella luminosísima y utilísima de Jacob, que alumbráis á los sentados en las sombras de la muerte y en las tinieblas de los vicios; Aurora, que se levanta en los corazones de los fieles, a quienes ha de amanecer el feliz día de la eternidad. Vos termináis la noche de la culpa original y nos traéis la luz que recrea, y clarifica a toda la Iglesia. Os adoro, os venero y engrandezco con vi corazón de todos vuestros devotos, y con las alabanzas de todos los ángeles del cielo: alcanzadme, os ruego, á honra de la Inmaculada Concepción, que en mi alma nazca el claro sol de justicia, y haga admirables progresos la luz de la gracia, apartando de ella las tinieblas de la ignorancia, las obscuridades de las deudas, inconsideraciones o inconstancias, y las fieras de los vicios. Oh Sapientísima Niña, aunque tan tierna, os invoco y elijo por mi maestra, luz y guía; enseñadme de perseverar atento en la oración, fervoroso en la contemplación, oyendo lo que habla en mi interior Dios Señor nuestro; encaminadme, para que en todas mis determinaciones tome un consejo prudente, el más conforme a la ley de Dios, y su divino beneplácito. Por gracia de Jesucristo vuestro Hijo, Redentor nuestro. Amen.




DIA NONO
MEDITACION
Contempla a la Inmaculada Virgen. María, desde su Santa Concepción tan llena de gracia, y tan abrasada del divino amor, que siempre se conservó firmísima y estable en el bien. Apartó el Señor Omnipotente lejos de su bendita alma toda servidumbre de pecado personal, con un don de confirmación singularísimo, que no ha alcanzado semejante otro justo de la tierra; porque le daba virtud, para permanecer en la gracia adquirida, y perfeccionar el bien que empezará o ideara, haciendo de continuo admirables progresos de santidad, sin que jamás mostrase negligencia en los ejercicios de la perfección cristiana, ni tibieza en cumplir los buenos propósitos. Ninguna cosa terrena, o fuera de Dios pudo introducir alguna complacencia en su corazón, que ni levemente declinase de la ley eterna, o la apartase del beneplácito del Altísimo. ¡O mente estable! ¡O ánimo invencible! De sola la Purísima Madre de Dios entre todos los puros hombres cree la Iglesia Católica, que en toda su vida no cometió alguna culpa venial. Pero Luzbel, movido de su altivez y envidia, presumió había de sujetar a la bendita Virgen, induciéndola a algún pecado, a lo menos leve, por verla formada de la masa común y barro frágil de la naturaleza humana; a este intento le presentó sus acechanzas. Mas la Inmaculada Virgen María fué siempre asistida del Altísimo con los hábitos infusos de virtudes heroicas, y con los. continuos y eficaces auxilios de su especial protección, y triunfó gloriosa de sus diabólicas astucias, y dejó burladas sus esperanzas vanas, cantando con júbilo. de su espíritu: ¿El Señor es mi ilustración y mi salud, a quién he de temer? El Señor es el Protector
de mi vida y defensa de mi alma, ¿qué puedo recelar? Ninguna malicia ni potestad del infierno pudo separar de Dios a la constantísima Doncella por alguna culpa grave; ni entibiar su voluntad con alguna levísima imperfección; sí que por la continua contemplación y suma caridad se estrechaba, y efectivamente se una más cada instante con el Sumo Bien, centró de sus cariños.



ORACION
¡Oh Purísima é Invictisimo Niña María! Vos sois la Arca Noemita, de dentro ungida con los hábitos infusos, en grado sumo, y con el socorro continuo de las gracias prevenientes, y de fuera amparada con el escudo de la protección altísima. Vos sois el diamante inflexible a todas las tentaciones y golpes del infierno; nada pudo la fuerza de Satanás contra la firmísima estabilidad de vuestro Santísimo é Inmaculado corazón. Gozaos, dichosa Princesa del cielo, en el Señor todo poderoso, con cuyo patrocinio enflaquecieron y cayeron a vuestros pies vencidos todos los enemigos, que han intentado afligir y conturbar vuestro constante espíritu. Bendita seáis de Dios entre todas las mujeres, animosa Jael y triunfante Ginéa, que con el clavo de vuestra original inocencia
os burlasteis del príncipe de las tinieblas, ni pudo comprenderos jamás en las obras de su malicia. Mil para bienes os tributo con el amor de los más abrasados serafines, y con el regocijo de todos los hijos de Dios, hermosura escogida como el sol, conjunta inseparablemente a la divina y suma Bondad. El Eterno Padre os estimó como á Hija única de sus especiales cariños, y Primogénita de su gracia. El Eterno Hijo os apreció y eligió por su dignísima Madre, y el Espíritu Santo os Condecoró como singularísima entre sus bellas Esposas; y de día y de noche, todo el tiempo os duró la vida, fuisteis amparada con continuos socorros de la diestra excelsa, y defendida con extraordinaria providencia de la Santísima Trinidad, para ser Templo y Sagrario de su perpetua adoración. No pudieron los corrientes todos de las viciosas aguas del mundo, las tentaciones del mal espíritu, ni los halagos de la carne, extinguir, ni menos resfriar los incendios de vuestra suma caridad, por ser vuestro purísimo Espíritu, por la gracia de Dios, impecable. Ea, ordenadísima Virgen, Débora de la ley evangélica y Madre amable de todos los fieles de la Iglesia. Ninguno de verdad en toda la humana naturaleza se hallará constante en gracia, y estable en. el bien, sino le asiste vuestro amparo. En reverencia de vuestra Santa Concepción os ruego, me alcancéis el don de perseverancia final. Concededme que ninguna cosa del cielo, o de la tierra, me divierta de los deseos virtuosos, o de los propósitos de mayor santidad, no el temor de perder la hacienda, la honra, la vida, u otro bien temporal; no los trabajos, o prosperidades del mundo; no los principados, o potestades del infierno; no la grandeza, o bajeza; ni el peligro, o seguridad me aparte un punto de la gracia y caridad de Jesús, mi Dios y Salvador. Amen.



DIA DECIMO
MEDITACION
Contempla a la Santísima María, laureada desde el principio con la prerrogativa inestimable de la suma pacificación; la cual serenando con tranquilidad deliciosísima su divinizado interior resaltaba y resplandecía en la modestia exterior. Gozaba la Inmaculada Madre de Jesús en su Santa Concepción los principales efectos de la Justicia original, gracia que por su inobediencia perdió Adán a todos sus descendientes; y la Soberana Reina de los ángeles por la Divina Bondad tuvo dicha de hallarla. Así las potencias inferiores de la bendita María estaban sujetas al dictamen recto de la razón, y la porción superior se rendia contentada al beneplácito de Dios, adornando con gustoso y humilde rendimiento las altísimas disposiciones de su Providencia. Era prontísima en la observancia de la ley eterna, y en el cumplimiento de los consejos evangélicos; y sin repugnancia practicaba los actos de las virtudes más arduos y todo que entendía ser máxima gloria de la Divina Majestad, a quien en su pura Concepción se ofreció y consagró en perfectísimo holocausto. El incentivo del pecado tirano que arrastra a toda malicia los albedríos de los hombres, nunca ha dominado a la Princesa de la gracia; sí que esta conservó siempre con celestial harmonía la serenidad de la mente, el sosiego del ánimo, la simplicidad del corazón, el vínculo del Divino amor y el buen orden con el Señor Dios, con todos sus prójimos y consigo misma. No sintió la Doncella Purísima alguna rebeldía de las pasiones naturales, no la inquietó algún movimiento ilícito, ni primero o indeliberado; ni toda la potestad del infierno llegó jamás a introducir en su Divino pecho alguna impugnación viciosa; porque todas las tentaciones del enemigo pararon en la extrema representación, perseverando el espíritu de la bendita Virgen siempre pacífico y quieto, y las facultades de su Divinísima mente así aprensivas como sensitivas, con maravillosa tranquilidad. Sentada estuvo desde su Creación en la hermosura de la paz, en el tabernáculo de la seguridad y en un opulentísimo reposo, contemplando sin impedimento las perfecciones de la divinidad, y recibiendo los inefables favores del Espíritu Santo.

ORACION
O Inmaculada María, Reina de los cielos, Vos sois el objeto de los más preciosos cariños del Altísimo. Vos sois el modelo de la santidad eminente y desolación del pecado. Vos sois el místico Paraíso del segundo Adán, donde goza indecibles delicias, que las infernales potestades no pudieron inquirirlas. Vos sois la Camilla dorada del Rey pacífico, fortalecida con los dones del Espíritu Santo en vuestro pecho descansó Dios con suavísima y plenísima tranquilidad. No hallaba perfecto reposo en el cielo, donde el dragón movió discordias, ni en la tierra, en que la serpiente sembró enemistades; gozó sí la deliciosísima paz en vuestro purísimo corazón, inmune de todo pecado y remoto de todo deleite y complacencia del sentido. Vos sois el maravilloso Templo del Rey pacífico, donde se empezó a tratar la humana reconciliación con Dios; no se sentía en algún ruido de martillo u otra herramienta; pues nunca vuestra carne mostrara repugnancia a las operaciones del espíritu. Vos sois el Sancta Sanctorum, segregado de los pecadores y de los peligros de pecar, libre del incentivo de la concupiscencia, bendito con la plenitud de la gracia y con la fragancia de toda virtud heroica. Gozad; festivos parabienes y alabanzas sin fin, o admirable Prodigio de la gracia; porque si en los demás santos se venera por magnífico, que no pudiesen ser vencidos de los acometimientos viciosos; en vuestro Inmaculado corazón se celebra por magnificentísimo y divino, que ningún halago ni golpe de la malicia le pudo acometer o impugnar. Ea, Paloma graciosísima, que, inundando el diluvio de los pecados, venís ¿vuestros devotos con el ramo de oliva que les promete remisión y misericordia. Rocío de la: celestial bendición, que extingue los deseos y estímulos de la impureza. Os alaban y bendicen todos los cariños de mi alma, os adoran é invocan todos los suspiros de mi afligido pecho: haced que en él amanezca la abundancia de la paz interior, que alegra á. los amigos de Dios; la paz del cielo, que los ángeles anuncian a los hombres de buena voluntad, cesando del todo en mí el desorden de las pasiones y halagos del apetito. O Purísima Niña y bendita María, suave, hermosa, apacible, conformad mi ánimo disoluto e inquieto a la medida de vuestro tranquilísimo y benignísimo corazón, para que con universal concierto y consentimiento de todas las potencias y sentidos: sea perfectamente enderezado al servicio de Dios, y al culto de vuestra Inmaculada preservación; y mostrándome pacífico con los prójimos amigos y enemigos, alcance la dignidad de hijo del Altísimo y su reino eterno. Por la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Amen.



DIA ONCENO
MEDITACION
Contempla que, siendo la Inmaculada Virgen María escogida por el bien común del universo, quiso Dios que todas las criaturas venerasen con singular y gloriosa honorificencia, las prerrogativas de su Santa Concepción, por esto la manifestó antes que existiese, de varios modos y en distintos tiempos. Fué la Purísima Concepción de María conocida de los santos ángeles en su lucida creación por la luz de la fé, y celebraron sus prerrogativas y dignidades, a lo menos en la visión de la gloria, tributando gracias a la Santísima Trinidad con cánticos de fiesta, por haber delineado obra tan excelsa. Fué la cándida Doncella revelada á Adán y Eva, arrepentidos, y en lágrimas amargas de su penitencia recibieron mucha consolación, entendiendo que una Hija suya, exenta de culpa original, había de triunfar de la serpiente, y administrar el remedio y redención de los males, que ocasionaron a sus descendientes. Fué prometida a los antiguos Patriarcas, como feliz horóscopo de su prosperidad y blasón insigne de su familia, y la celebraron con inmenso gozo de su ilustrado espíritu. Fué por varias figuras y atributos declarada de los Santos Profetas, como principio de nuestra redención y camino de la Divina misericordia. Y las Sibilas anunciaron las muchas dichas é indecibles favores que todas las gentes habían de conseguir por medio de la Inmaculada Virgen María, cuya Santa Concepción es el universal gozo de la tierra. Viniendo empero la plenitud del tiempo en que la Princesa del cielo, Primogénita de las criaturas se había de introducir en la redondez de la tierra, engendrada miraculosamente de Padres viejos y estériles, ordenó el Altísimo a todos los espíritus soberanos, que bajasen su asistencia y la adorasen como a su Señora. Adorad a la Inmaculada Virgen María, (se publicó en el empíreo), adorad a vuestra Reina todos los cortesanos del Paraíso. A esta general ordenanza obedecieron con grande prontitud, y no menos júbilo las tres jerarquías de los ángeles, bajaron luego en el aposento de la Niña dichosísima, distribuidos por sus órdenes, y la veneraron con alta reverencia y profundo rendimiento, reconociendo su gloriosa y excelsa dignidad, y suspensos de contemplar su incomparable gracia y hermosura, se ofrecían con gusto a su servicio. Entonces la Divina Majestad destinó algunas legiones de ángeles entresacados de todos los nueve coros para su custodia y ministerio, los cuales de día y de noche defendieron el tabernáculo de Dios, colocado entre los hombres.

ORACION
O Purísima y Gloriosísima Virgen María, concebida por virtud de la Divina Palabra, que procede de la boca del Altísimo, hermosa Doncella digna de Dios, y estimada de su Amor eterno. Vos sois la cláusula feliz de los deseos y gemidos, y de toda la expectación de los hijos de Dios. Vos sois el eximio decoro de los Patriarcas y dichoso cumplimiento de todas las profecías. Vos sois la obra grande y sobradamente graciosa de los dedos del Omnipotente. Bendita y glorificada sea de todas las lenguas y naciones vuestra Santa Concepción, que
celebran gozosos los ángeles en el empíreo, desde que han sido confirmados en gracia. Querría tener tan sonora lengua que valiese por todas las lenguas del universo, á fin de publicar vuestras prerrogativas, y extender y adelantar su veneración por toda la redondez de la tierra. O Inmaculada Niña María, me gozo que los Querubines y Serafines os reconozcan por más abrasada en la caridad de Dios, que los Tronos y Dominaciones os admiren más firme en la justicia e igualdad; que las Virtudes y Potestades sean señaladas para vuestra custodia y servicio. Me alegro entrañablemente que toda la corte celestial os adora, honra y obedece como á Reina Soberana. Deseo, o Sacratísima María, amaros y serviros con los corazones de todos los escogidos, en lugar de aquellos infelices que no aman ni adoran vuestra gloriosa dignidad. O carroza triunfante del Rey eterno y camilla florida de sus delicias, cercada de sesenta fuertes diestrísimos,
para defenderos de los temores nocturnos. Toda edad, todo sexo, todo reino, confiesa ser vuestra Creación Inmaculada, gloriosa y digna de eterna honra. Ea, esclarecida Princesa de la gracia, gozo de la corte de los ángeles, honor de la congregación de los fieles y regocijo especial de vuestros devotos. Todas dos naturalezas perciben el fruto de vuestra gracia preservativa; la humana, que por Vos consiguió el Redentor; y la angélica, que por Vos posee el Reparador; por esto todas desveladas en vuestro obsequio, os tributan gloriosa Honorificencia.
O Purísima María; pues vuestra Santa Concepción ha sido glorificada y engrandecida con tantas prerrogativas y privilegios; ensalzad con especiales favores del cielo y de la tierra a todos los católicos que la honran y celebran con devoto afecto, conservándoles en la opulencia de sus patrimonios, en el decoro de sus personas y en la gloriosa dignidad de hijos de Dios. O Madre amabilísima, concededme, os ruego, la doblada vestidura de gracia que adorna a vuestros domésticos, esto es, la candidísima pureza del cuerpo y la perfección
de la caridad, y todas las otras virtudes que son ornamento y esplendor del alma; para que mereciendo el insigne carácter de siervo vuestro y familiar de vuestra
casa, sea escrito en el libro de la vida y contado entre los ciudadanos del Paraíso. Por gracia de Cristo Nuestro Señor. Amen.



DIA DOCENO
MEDITACION
Contempla a la Inmaculada Virgen María, poseída honrosamente del Señor, en el principio de sus caminos y desde su Santa Concepción preferida A todas las criaturas con universal dominación en el cielo y en la tierra, la cual no era impropia y aparente, sino verdadera y perfecta. Aquella dominación es suprema de verdad, que sobre sí no reconoce otra soberanía mayor, y la Purísima Princesa de los cielos fué siempre sobre todas las potestades criadas, no debió feudo o servidumbre a los principados de la tierra, ni del infierno; sí que en su
Concepción Purísima el Señor la eximió del imperio de Satanás, tirano que avasalla a toda la humana naturaleza por la culpa original. Nunca pudo el demonio gloriarse que la bendita María fuese sujeta a sus obras; dejará la Santísima Virgen de ser digna é idónea Madre de Dios y Reina de los ángeles, si por algún instante hubiese sido esclava de la culpa. Absolutísima fué la dominación de la dichosa Virgen; no necesitó de alianzas, que le diesen subsistencia, o la defendiesen de sus contrarios, ni respetó otro imperio que el de su Unigénito Hijo, Hombre Dios, en cuya virtud estaba fundada toda la fuerza de su señorío. Comunicó el Hijo de Dios, por gracia y privilegio, el principado que él goza por derecho de naturaleza. Ni debía la Madre ser separada de la altísima dominación de Jesucristo, siendo los dos de una misma
carne, y tan parecidos en la virtud y en la caridad. Este Señor Amantísimo, que es Hijo verdadero de Dios, y juntamente Hijo de la Purísima Virgen, quiso en el modo posible igualar la dominación de su Madre con el vastísimo é inmenso imperio de su Eterno Padre; por esto le comunicó el universal dominio sobre los tres hemisferios terrenal, Celestial é infernal. En la Jerusalén Santa, reside la excelsa potestad de María Purísima, esto es, Reine en la Iglesia triunfante, en la Iglesia militante y en la Iglesia purgante. Tantas criaturas sirven a la Princesa
de la gracia, cuantas están sujetas al imperio supremo de la Santísima Trinidad. Debido era a la Inmaculada Virgen, la dominación universal sobre todas las criaturas, ya que el mismo Criador humanado, ocultando en la niñez los tesoros de su sabiduría infinita, se rindió y sujetó gustoso a su doméstica ordenación.

ORACION
¡Oh Inmaculada y Poderosísima María, Señora suprema y excelentísima de las criaturas! Vos sois la reparación del caído Adán y la resurrección de todo el linaje humano. Vos sois el sagrado y refugio de los pecadores, acusados en el tribunal del tremendo Juez. Vos sois la corona gloriosa de los fieles que, venerando vuestra universal dominación, no se sujetan a la servidumbre infeliz del pecado. Vos sois el epílogo y compendio de todas las exenciones, privilegios y soberanías, concedidas a los hombres. Gozad, Madre del Altísimo, festivos parabienes, alabanzas y bendiciones por la sobrepujante prerrogativa de la dominación universalísima. Vos domináis a toda criatura visible é invisible, sin que alguna se atreva a resistir al señorío de vuestra voluntad. Vos domináis en el cielo a los santos, aumentando la plenitud de su gozo y de sus delicias soberanas; imperáis a los ángeles, para que asistan a los fieles y los defiendan en los peligrosos combates, y socorran con especialidad a vuestros devotos en el trance de la muerte. Vos domináis a los hombres de la tierra, administrándoles socorros poderosos en sus necesidades. Vos domináis en el purgatorio, al cansando a las almas benditas que son allí atormentadas, el almo de sus penas y la deseada libertad. Vos sois, o Inmaculada Virgen, la vara de hierro que atemoriza y aflige a los principados y potestades del infierno; la que reprime el orgullo de su envidia y quita la fuerza y vehemencia de sus tentaciones, para que no causen estrago a vuestros siervos. Toda la corte celestial os honra y venera por la criatura más excelsa y más poderosa, (después de la humanidad de Cristo). Por Vos la Trinidad Beatísima es glorificada de los hombres, por Vos la santa Cruz es adorada en todo el mundo, y las gentes engañadas de la idolatría, se convierten al culto del verdadero Dios. Ea, Esmeralda preciosísima de la fe católica, cetro de la religión sincera; antes de vuestra Santa Concepción
no se hallaba quien aplacase los enojos de Dios, y Vos le convertís en clemencias. Vos sois la Dueña de los corazones humanos y los inclináis á lo que quiere vuestro beneplácito, y conviene a su salvación. Yo os adoro, os alabo y reconozco por universal Señora de todos mis bienes de naturaleza y de gracia; de todos mis derechos, tesoros y contentos, y despojándome de ellos y de mi propio amor y albedrío, lo deposito todo en vuestras manos y en vuestro clementísimo corazón, haciéndoos árbitra y Señora de todos mis afectos, sin alguna reserva; enderezadme, os ruego, a la máxima gloria del Altísimo y á obsequio de vuestra Pureza siempre Inmaculada. ¡O Dominación Soberana sobre todas las Majestades del cielo y de la tierra! Recibid con todo agrado esta humilde ofrenda hago de mí mismo, y no despreciéis los pequeños cultos del que os desea complacer con toda su alma. Sed Vos, Señora mía eterna, y sea yo siervo vuestro siempre fiel, atento y desvelado en adelantar vuestra honra y glorificación. Poseedme, tratadme, ejercitadme y usad de mí, como de un esclavo vuestro comprado con la sangre de Jesucristo, que salió de vuestras entrañas, para vivir y reinar en los siglos de los siglos. Amen.

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