TRES DEVOTOS SUSPIROS
A LA LENGUA INCORRUPTA
DEL GLORIOSO SAN JUAN NEPOMUCENO
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, crucificado por mi amor, que no
quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva; postrado ante tu divina
Majestad te pido perdón de mis pecados; de los cuales me pesa de todo corazón,
por haber sido ofensas de tu infinita incomprehensible bondad, y porque te amo
sobre todas, las cosas: propongo firmemente con tu divina gracia nunca más
pecar, y confesar enteramente mis pecados; y te suplica por tus preciosísimas
Llagas, por tu dolorosa y afrentosa Pasión y Muerte, y por los méritos de tu
gran Siervo y fortísimo Mártir San Juan Nepomuceno, me concedas el morir antes
que volver a ofenderte, y el que persevere constante en tu gracia y servicio
hasta el último instante de mi vida. Amen.
SUSPIRO PRIMERO
Oh Lengua incorrupta de la pureza y castidad virginal de
S. Juan Nepomuceno, conservada hasta ahora de la Omnipotencia divina por muchos
siglos; alcanzadme la enmienda de mi pasada vida, con un íntimo aborrecimiento
de mis culpas, que hasta ahora he cometido sin número, ofendiendo a todo un
Dios con tantos quebrantamientos de la divina Ley, y manchas de la pureza
bautismal, metiéndome a propósito en las redes del demonio, sumergiéndome por mi
capricho en estas vanidades mundanas, más seguidas de mí, y apreciadas que los
divinos preceptos y las santísimas virtudes: quitad esta deplorable ceguedad de
mi mente, y de mi corazón todo embarrado de este lodo terreno. Oh lirio hermoso
del paraíso, que acompañáis al Cordero inmaculado, ayudadme para que resista a
las tentaciones pecaminosas de los sentidos en pensamientos, palabras u obras: conseguidme
que nunca jamás ofenda a un Dios tan bueno y misericordioso para conmigo,
vilísimo gusano de la tierra, antes sí haga una seria reflexión a mi desamor,
que para con su divina Majestad he tenido, con aquella debida penitencia que me
conviene tener antes de la tremenda sentencia en la muerte.
PRECES
San
Juan Nepomuceno, Amable promotor del culto Mariano R/: Ruega por nosotros
Del Precursor del Señor imitador parecidoVirgen á imitación de San Juan el amado Discípulo
Otro
nuevo San Juan Silenciario
Grande,
y cierto Taumaturgo de nuestro tiempo
Sabedor
de los celestiales arcanos
Por
el Espíritu Santo superiormente instruido
Señalado
con la laureola de la doctrina y santidad
Luz
refulgente de la Metropolitana Iglesia de Praga
Abogado
y Asesor del Tribunal clementísimo
Secretario
de los arcanos del corazón humano
Egregio
defensor de la fama y el honor
En
los peligros de ignominia y confusión patrono certísimo
De
la lengua custodio vigilantísimo
Grande
destructor de la mentira y engaño
De
la verdad Predicador esforzado,
De
los Predicadores espejo purísimo,
De
los Sacerdotes ejemplar clarísimo
Luz
clarísima de los Prelados,
De
los Penitentes amparo segurísimo,
Admirable
monumento del inviolable secreto de la santa Confesión;
En
los escrúpulos y en las angustias del alma consuelo suavísimo,
Eximio
reverenciador de la Pasión de Jesucristo,
Continuo
en las llagas del Crucificado,
En
los peligros repentinos director,
De
tus encomendados patrón amantísimo, y guiador fidelísimo,
Esforzado
guerrero por los derechos Eclesiásticos,
Ejemplo
de sencillez de paloma, y de mansedumbre de cordero;
En
la inocencia de vida y castidad virginal clarísimo,
Hacha
lucidísima de los que desean la deliberación de su estado,
Selectísima
medicina de afligidos,
Mas
amante de la salud de las almas, que, de su propia vida,
Varón
sincerísimo de boca y corazón
Despreciador
de las amenazas de un Rey terreno:
Tú
que mereciste la gracia del Rey del cielo,
Tú
que sacando las almas de la muerte del pecado incurriste en la muerte del
cuerpo,
Arrojado
en un rio por guardar el sigilo de la confesión
Oculto
debajo de las aguas, con indicativo de estrellas fuiste manifestado del cielo:
Confesor
y Mártir generosísimo,
Luciente
con tantos rayos de santidad como astros,
Cuyas
llamas de amor no pudieron apagar las muchas aguas de un rio,
Cuyo
honor de tu sepulcro es defendido de Dios:
A
los que te honran aumentas el honor,
A
los que te desprecian llenas de ignominia y confusión
Defensor
y laudable conservador en los juicios ajenos;
En
las necesidades socorredor prontísimo,
Santo
de Dios escogido entre millares por mi Patrono;
Esplendor
mirífico de todas mis acciones, San Juan Nepomuceno.
OFRECIMIENTO
Recibid,
o Santo,
Con
risueña cara,
Estos
nuestros ruegos,
Y
estas nuestras ansias.
No
permitáis nunca
Que
sea infamada
La
honra de quien
Vuestro
nombre aclama.
Deshaced
rumores,
Con
que nos infama
La
lengua de víbora,
La
lengua que mata.
Y
cuando veamos
La
vida acabada,
Llevadnos
al cielo
Por
medio de la gracia,
Amen.
ORACIÓN
Oh Dios, a quien solo se debe la honra y gloria,
humildemente os suplico por los merecimientos del glorioso Mártir San Juan
Nepomuceno, que me libréis por vuestra misericordia de toda confusión e infamia
pública que por cualquier título me amenace; y concededme que use de tal modo
de la honra temporal, que pueda librarme de la infamia eterna del infierno, y conseguir
la inmortal gloria del cielo: por los méritos de Jesucristo, Hijo vuestro, y
Señor mío, el cual con su ignominiosa muerte de cruz nos libró de la confusión
eterna; y ahora vive y reina con Vos por todos los siglos de los siglos. Amen.
SUSPIRO SEGUNDO
Oh Lengua milagrosa del sacro sigilo de la Confesión San
Juan Nepomuceno, como señal prodigiosa del silencio usado en aquel santo tribunal,
y de la verdad evangélica, enseñada en los pulpitos al pueblo cristiano con
infatigable celo y ardiente amor: oíd mis ardientes suspiros, testimonios de mi
íntima veneración á Vos. O Santo Abogado mío, haced que mi lengua toda manchada
hasta ahora, y murmuradora, mediante un verdadero arrepentimiento se mude de
hoy en adelante, y sane de estos defectos, para que juntamente con la vuestra de
copiosas alabanzas a Dios, y ejercite la virtud de la caridad con mis próximos:
apartad mi corazón de los placeres momentáneos, y de las honras y riquezas
mundanas, moviéndole a la conquista de los verdaderos, celestiales, inmutables
y eternos tesoros: que mi mente pase de las obscuras tinieblas de las culpas a
la hermosa luz del Sol divino, con la cual iluminada y encendida de un santo deseo
de padecer por su amor, se adelante siempre más y más en la perfección con que
Dios quisiere enriquecerla.
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