VISITA
Rendido a tus plantas Jesús mío, compungido ante tu lacerado cuerpo, mi
pecho estalla en gemidos y lágrimas, lagrimas y gemidos con que mi corazón expresa
el agradecimiento a la Santísima Trinidad, por permitir que santifiques y honréis
esta humilde vivienda con vuestra presencia. Vos sois, Divino Nazareno, quien
derramó abundantes gracias y vivificadoras gotas de celestial rocío sobre los
marchitos cuerpos y deprimidos espíritus de nuestros hermanos que gemían en la
esclavitud. Vos, que, sin cesar, colma de gracias a cuantos con fervor os
imploran la satisfacción de sus necesidades espirituales y temporales. Ese mismo
Escapulario que de vuestro pecho pende, proclama el inmenso galardón que
otorgasteis a la Orden de la Santísima Trinidad, permitiendo que sus religiosos
rescataran vuestra imagen del poder de los moros. Y pues os tenemos aquí, en
nuestra presencia, en nuestra casa, penetrad en nuestro corazón, desechad de las
malas inclinaciones, infundidle valor y resignación para soportar las miserias
humanas y haced que un día se vea esta familia reunida en vuestra Gloria por
toda la eternidad. Amen.
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padres nuestros, Aves Marías y Glorias, y un credo.
DESPEDIDA
Nos
habéis colmado de bienes Jesús Nazareno, habéis extremado vuestra humildad
hasta el punto de venir aquí y morar con nosotros, tan grandes pecadores, nunca
merecedores de tu gracia, y cuando suena la hora de vuestra partida, percibimos
la soledad que reinara en esta morada que tu presencia honro. No nos abandonéis,
colmad la medida de vuestra infinita liberalidad y de nuestros firmes propósitos,
permaneced en nuestro corazón para que cuando nuevamente nos honréis, no encontréis
cosa extraña, una familia desconocida, sino fieles corazones abrasados en tu
divino amor. Amén.
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