QUINCENARIO DE
NUESTRA SEÑORA DE LA
ASUNCIÓN
QUINCENARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN
Para rezarlo del 1 al 15 de agosto, O en cualquier otro mes, en los Mismos días, con la intención Principal de obtener de Dios Nuestro Señor la declaración Dogmática del augusto Misterio de la glorificación Del cuerpo Virginal de Nuestra Señora.
Aprobado por su Excia.Rma. El Señor Arzobispo de Managua, JOSÉ ANTONIO LEZCANO Y ORTEGA (Siervo de Dios); que lo ha Privilegiado con cien días de indulgencia Por cada día.
Año 1933.
Siervo de Dios José Antonio Lezcano y Ortega,
primer arzobispo de Managua, Nicaragua
A.M.D.G.
QUINCENARIO DE PREPARACIÓN A LA FIESTA DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.
ACTO DE CONTRICIÓN
DIARIAMENTE
Jesucristo Redentor nuestro, sednos propicio y tened misericordia de nosotros, perdonándonos nuestras culpas de las que nos arrepentimos sinceramente porque fueron ofensas contra Vos, a quien debemos y queremos amar con todo nuestro corazón. Perdonadnos;singularmente, los pecados de impureza en nuestro cuerpo.destinados a ser templo del Espíritu Santo por la gracia, y participantes de la castidad de vuestro cuerpo sacratísimo y del cuerpo, inmaculado de la Santísima Virgen; perdonadnos Señor, que hayamos sido impuros corporalmente; cuando por la pureza divina y perfectísima de vuestro Cuerpo y del cuerpo de vuestra Madre siempre Virgen, glorificada en lo más alto de los cielos, deberían ser siempre castos todos los cuerpos humanos.
Perdonadnos también, nuestro apego a la tierra, nuestra negligencia en la obra de nuestra salvación y el lamentable olvido de nuestra patria celestial, en donde nos esperáis y llamáis Vos Señor, nuestro Padre y María nuestra Madre. Así sea.
DÍA PRIMERO
CONSIDERACIÓN
La Santísima Virgen María después de la gloriosa Ascensión de su divino Hijo a los cielos, vivió en la tierra veinte y tres años hasta los setenta y dos de su edad.
Así lo dispuso Jesús Nuestro Señor no obstante que deseaba llevarse consigo a su Madre, que lo merecía sobradamente; para que ella fuera el auxilio de la Iglesia naciente, el consuelo de los fieles, la maestra de los Apóstoles y la fortaleza de los mártires; para que descubriera a San Lucas evangelista, que nos narra en su Evangelio, los secretos de la Encarnación del Verbo y de la vida oculta de la Sagrada Familia de Nazaret; y para que diera ejemplo de las virtudes en el estado de viudez. Considerando estas razones de la prolongación de la vida de la Santísima Virgen en la tierra, aprendamos a vivir en el estado de gracia, a sacrificarnos por el bien de la Santa Iglesia, y a procurar el tesoro de las virtudes. (Corta Pausa).
ORACIÓN DE ESTE DIA
Jesús, Señor nuestro, Hijo amantísimo de vuestra amabilísima Madre a la que, por nuestro bien prolongasteis su vida terrenal, concedednos, por su omnipotente intercesión, su protección y auxilio, la exaltación de la Santa Iglesia, y que aprovechemos los ejemplos de su vida oculta que ella nos relata, imitando su pureza en todos los estados, de virgen, esposa y viuda.
Fruto de la consideración de este día.
Conformarnos con lo que Dios disponga acerca de nuestra vida; que si se prolonga ha de ser toda para enriquecernos de méritos para el cielo.
Jaculatoria de este día.
Madre nuestra que estás en el cielo, a ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
(Siguen las tres AVE MARIA, Los Gozos y demás como el día primero, Oración Final para todos los días)
PARA TODOS LOS DÍAS
Saludemos con las tres AVEMARIAS a la hija de Dios Padre Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo.
GOZOS A MARÍA SANTÍSIMA EN SU ASUNCIÓN
Del gran poder del Señor
la más excelsa criatura,
MADRE VIRGEN SIEMPRE PURA
SED NUESTRO AMPARO Y AMOR.
Cuando el Señor decretó
subir triunfante a su alteza,
a su Madre con tristeza
en este mundo dejó,
porque así lo aconsejó
de la humanidad su amor.
MADRE VIRGEN…
Y aunque Tú muy bien pudiste
seguirle triunfante al cielo,
te quedaste aquí en el suelo
en medio de los mortales,
para curar nuestros males
y encender nuestro fervor.
MADRE VIRGEN…
La Iglesia que en su principio
se encontraba vacilante,
para seguir adelante
su evangélica misión,
buscó en Ti su protección
y destruido fue el error.
MADRE VIRGEN...
De pobreza y obediencia,
de pureza y caridad,
de incomparable humildad
a todos nos diste ejemplo,
sobresaliendo en el templo
tu modestia y tu fervor.
MADRE VIRGEN...
Con Jesús Sacramentado
continuamente Tú estabas,
y el misterio renovabas,
de su Santa Encarnación,
abrasado el corazón
en llamas de vivo amor.
MADRE VIRGEN...
Eran tantos tus deseos
de volar hacia sus brazos,
que rompiéronse los lazos
que con la tierra te unieron,
y tus ojos se durmieron
en dulce sueño de amor.
MADRE VIRGEN…
Tu sepulcro fue adornado
con lirios y blancas rosas,
y azucenas olorosas
que tu cuerpo embalsamaban,
mientras querubes cantaban
dulces himnos en tu honor.
MADRE VIRGEN…
AI despuntar de la aurora
sonrosada, esplendorosa,
corte de ángeles suntuosa
en el espacio se vio.
Que al cielo te trasportó
a los brazos del Señor.
MADRE VIRGEN…
Glorificado tu cuerpo
exento de corrupción,
fue tu gloriosa Asunción
un portento sin igual
venciendo al genio del mal
y su imperio corruptor.
MADRE VIRGEN…
Glorificada fue tu alma
porque fuiste inmaculada,
exaltada y aclamada
por Reina de la creación,
y fue tu coronación
tu más excelso esplendor.
MADRE VIRGEN...
Bendita entre las mujeres
los ángeles a porfía,
cantaban, como en el día
que Gabriel te saludó
Y en todo el cielo se oyó
un hosanna triunfador.
MADRE VIRGEN…
Medianera de las gracias
entre Dios y las criaturas
nos proteges con dulzura,
bumpliendo lo que Jesús
desde lo alto de la Cruz
te encargó con tanto amor.
MADRE VIRGEN…
Del gran poder del Señor
la más excelsa creatura,
MADRE VIRGEN SIEMPRE PURA
SED NUESTRO AMPARO Y AMOR.
V. Exaltada ha sido la Santa Madre de Dios.
R.Sobre los coros de los Ángeles a los reinos celestiales.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Nosotros siervos vuestros, os rogamos, Señor, que perdonéis nuestras culpas, y ya que somos incapaces de complaceros con nuestros pobres actos, seamos salvos por la intercesión de la Santa Madre de vuestro Hijo; que con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo en los siglos de los siglos Amén.
DÍA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
Durante su vida después de la Ascensión del Señor, María Santísima Nuestra Señora ilustrada por el Espíritu Santo no se retiró a los desiertos, como lo hicieron muchos santos y santas; sino escogió vivir a imitación de su divino Hijo la vida común entre los fieles, para ayudarles con sus ejemplos, guardando los consejos evangélicos. El primero de éstos la pobreza de espíritu; con su desprendimiento total de los bienes terrenales, sustentándose con la limosna que los apóstoles repartían a las viudas, y contentándose mejor que San Pablo, con tener el necesario alimento y algo con que cubrirse; porque tenían muy presente la pobreza de Jesús, la hiel y vinagre y su des nudez en el Calvario. Y así, María Santísima, como verdadera pobre de espíritu, deseaba ser pobre y sufrir las privaciones de la suma pobreza. Esto considerando, propongamos vivir en la sociedad cristiana dando buenos ejemplos de conformidad con la condición y estado en que Dios nos ha puesto, sin ambicionar ni envidiar los bienes de otros y siendo sufridos en las privaciones de la vida. (Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, amante de la pobreza y padre de los pobres, que dispusisteis para vuestra Madre Santísima la condición de pobreza suma, en Nazaret, en Belén, en Egipto y en su ancianidad en Jerusalén; concedednos, Señor, la pobreza de espíritu, en el desapego de los bienes terrenales, temiendo hacer el mal uso de los bienes temporales con que nos habéis favorecido y huyendo, con horror, del lujo y de los placeres, tan contrarios a vuestras divinas enseñanzas. Así sea.
Fruto- Ser caritativo con los pobres necesitados y al darles nuestra limosna recordar a nuestra Madre del cielo que vivió de limosna.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos alcánzanos la pobreza de espíritu, para que seamos bienaventurados.
(Siguen las tres Ave María, Los Gozos y demás como el día primero)
DÍA TERCERO
CONSIDERACIÓN
El segundo consejo evangélico es la obediencia, y la Santísima Virgen Nuestra Madre fue excelentísima en esta virtud; obedeciendo no solamente lo que Cristo Nuestro Señor preceptuó, sino también lo que San Pedro y los otros apóstoles ordenaban y mandaban; siendo la primera en sujetarse a los legítimos superiores, recordando que su divino Hijo había dicho, que el que cumpliera la voluntad de su Padre es su verdadero hermano y hermana y madre; por lo que ella en ninguna cosa quiso tanto mostrar ser Madre de Jesucristo que en obedecer a Cristo y a sus representantes.
Esto considerado, propongámonos, con À rme resolución, ser obedientes a los mandatos y enseñanzas de la Santa Iglesia, a nuestros obispos, a nuestros padres y a todos nuestros superiores legítimos, sabiendo que la obediencia es el camino recto hacía el cielo y que la desobediencia y la indocilidad son el atajo al despeñadero del infierno. (Pausa)
ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que fuisteis obediente por nuestro amor, hasta la muerte y muerte en cruz, siendo vuestro alimento el hacer en toda la voluntad de vuestro Padre celestial, y que a vuestra Madre Santísima la inspirasteis que diera excelen- tísimos ejemplos de obediencia a los apóstoles, concedednos, Señor, que seamos obedientes a la Santa Iglesia y muy dóciles a los preceptos de todos nuestros superiores, que son vuestros representantes para guiarnos a nuestra felicidad temporal y eterna.
Fruto- Un eficaz propósito de ser dóciles a los preceptos, en- señanzas e indicaciones de la Santa Iglesia, recordando a nuestra Madre del cielo humildemente sumisa a los santos apóstoles.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos, no permi- tas, por la desobediencia, que vivamos, ni muramos en pecado mortal.
(Las tres Ave María, los Gozos y los demás como el día primero).
DÍA CUARTO
CONSIDERACIÓN
El tercer consejo evangélico es la Castidad perfecta, de la cual la Santísima Virgen Nuestra Señora, inspirada por el Espíritu Santo su esposo castísimo, hizo ferviente voto desde su Presentación en el templo, siendo niña de cuatro años; y este voto lo guardó fidelísimamente con una pureza más que de ángel; por lo cual la Santa Iglesia no solamente la llama, Virgen de las Vírgenes, sino la misma Virginidad, con estas palabras:«Santa e inmaculada Virginidad no sé con qué palabras te pueda ensalzar».
El amor y aprecio de la Virgen Santísima a la castidad fueron la causa que ella se turbara al anunciarle el arcángel Gabriel la Encarnación del Verbo en sus entrañas; turbación que nos deja pensar que estaba ella dispuesta a preferir la pureza virginal a la maternidad divina.
Esto considerado, excitemos en nuestra alma un ardiente amor y soberana estimación por la castidad, tan amada de Jesús Nuestro Señor que si quiso tener madre fue ésta purísima y castísima, más limpia que los cielos y que los más encumbrados Querubines. (Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, amador de la castidad, que todas vuestras predilecciones son para la generación de las almas castas, de la que es cabeza vuestra Madre purísima; concedednos una muy sincera detestación de todas nuestras faltas contra la virtud angélica; ardientes deseos de ser castos en el alma y en el cuerpo; y dolor vivísimo por las impurezas de la sociedad actual. Así sea.
Fruto- Lamentar cordialmente, con intensa aflicción, que se vaya extinguiendo en la sociedad cristiana el reino de la castidad, del que es soberana nuestra Madre del cielo.
Jaculatoria. - Madre nuestra que estás en los cielos, hacednos limpios de corazón para que merezcamos ver a Dios.
(Las tres Ave María, los Gozos y lo demás como el día primero).
DÍA QUINTO
CONSIDERACIÓN
La Virgen Santísima Nuestra Señora custodió y protegió su incorruptible castidad con la práctica de las virtudes que sirven para su conservación; así las que perfeccionan el cuerpo con las obras exteriores, como las que perfeccionan el espíritu con los actos interiores. De estas virtudes fue la primera la modestia, con una celestial compostura en el mirar, andar, hablar y vestir; de tal modo que lo exterior de su cuerpo era el retrato de la santidad de su alma; siendo como dice San Pablo, Santa por eminencia en el cuerpo y en el espíritu.
La segunda virtud custodia de su castidad fue un discreto y admirable silencio, hablando solamente cuando convenía pocas palabras y con voz suave; como consta que las que se refieren de ella en el Evangelio; por lo cual sus labios se comparan con la cinta de grana, dando a entender que en todo ceñía sus palabras.
Esto considerado, apreciemos en mucho las virtudes de la modestia y del silencio de evitar el impudor y la locuacidad y dolámonos de la inmodestia en los vestidos y el impudor en las conversaciones, verdaderas pestilencias de la actual sociedad. (Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor Nuestro, que fuiste tan modesto, que por vuestra mansedumbre y modestia rogaba San Pablo a los fieles, que atendieran a sus amonestaciones; “Os ruego por la mansedumbre y la modestia de Cristo»; que por el mismo Apóstol nos habéis preceptuado, que nuestra modestia sea manifiesta ante todos los hombres, y que nos disteis en vuestra Madre Santísima un excelente modelo de modestia; os suplicamos, Señor, el pudor, el recato y la moderación en nuestros actos revestidos de santa modestia, y la vigilancia en nuestras palabras recordando, que quien no peca con su lengua es persona perfecta.
Fruto- Propongamos, con eficiencia, ser modestos en nuestro mirar y en todos nuestros modales, y muy pudorosos, decentes y honestos en nuestras conversaciones.
Jaculatoria. - Madre nuestra que estás en el cielo, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y que nada encuentren ellos en nosotros, que ofenda vuestra celestial modestia.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).
DÍA SEXTO
CONSIDERACIÓN
Las otras virtudes con que la Santísima Virgen Nuestra Señora custodió su castidad, fueron: la templanza, la diligencia y la vigilancia. En cuanto a la templanza, San Ambrosio refiere de ella, que comía del alimento común y ordinario y en la corta cantidad que bastara para no morir, ayunando frecuentemente conforme a lo dicho por su divino Hijo, que ayunarían los hijos cuando se ausentara el esposo; y al propio tiempo hacia prolongadas vigilias, pues solamente dormía lo que era absolutamente necesario para no desfallecer; y en su corto sueño cumplía aquello del libro de los Cantares: «Yo duermo, mas mi corazón vela».
Fue ella muy diligente en las obras del culto divino y de misericordia con los prójimos también vigilantÍsima en la guarda de sus sentidos, para mejor tener sus pensamientos elevados hacia Dios.
Esto considerando, y reconozcamos la necesidad, importancia y grandes méritos de la templanza en el comer, beber y dormir, la preciosidad del ayuno tan recomendado por la Santa Iglesia; dispongámonos a ser diligentísimos en la práctica de la piedad, y muy vigilantes en la guarda de los sentidos para no dejar entrar por ellos la muerte a nuestra alma; y de este modo a no faltar a cita, en la bienaventuranza, que nos da nuestra Madre del cielo. (Pausa)
ORACION
Jesús Señor nuestro, que siendo impecable quisisteis ayunar y pasar las noches vigilando en oración, que por vuestra Santa Iglesia nos enseñáis que el ayuno eleva nuestra mente hacia Vos y nos obtiene grandes méritos para la vida eterna, y que nos disteis en vuestra Santísima Madre un dechado de las mortificaciones que custodian la pureza del alma; concedednos, Señor, que nos apartemos, con constante esfuerzo, de las corruptoras costumbres de los mundanos, ansiosos de placeres para su perdición. Así sea.
Fruto. –Apartarnos con grande temor de la destemplanza, en la comida y bebida, de aquellos desgraciados de los que dice San Pablo, que tienen por Dios a su vientre.
Jaculatoria. –Madre nuestra que estás en los cielos danos hambre y sed de justicia para ser hartos en la bienaventuranza.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).
DÍA SÉPTIMO
CONSIDERACIÓN
Las ocupaciones de la Santísima Virgen Nuestra Señora, durante la prolongación de su vida, después de ido nuestro Señor, fueron: constante oración, sin los impedimentos que nosotros tenemos para orar, a saber: culpa que remuerde, cuidados que punzan y sentidos que se disipan; y con las ayudas de una fé viva, grande confianza en Dios, humildad profunda y amor ardentísimo.
También se ocupaba en visitar frecuentemente, los lugares en donde su divino Hijo había obrado los misterios de nuestra Redención: el huerto de Getsemaní, El Calvario, el Sepulcro, el Cenáculo y el monte de los Olivos, lugar de la Ascensión; y estas visitas las hacia con devoción suma y altísima contemplación de los misterios que allí se realizaron y obteniendo mayores ilustraciones acerca de ellos; así mismo comulgaba cada día con extraordinaria reverencia y amor intenso; recibiendo a su Jesús con viva fe en su real presencia en la Eucaristía y estrechándose íntimamente con él, con los renovados gozos de la hora augusta de la Encarnación.
Esto considerando, propongamos ser asiduos en la oración vocal y mental, no obstante nuestras distracciones e imperfecciones; también en el recuerdo de los misterios de Nuestro Señor en el rezo del Santo Rosario; y en la comunión frecuente, con el amor, reverencia y provecho con que comulgaba nuestra Madre del cielo.(Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que con vuestro ejemplo y vuestras palabras nos encomendasteis, con encarecimiento, que fuéramos perseverantes en la oración a la que disteis la mayor eficacia al decirnos; pedid y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá; que tanto os agrada que meditemos vuestros misterios y especialmente los de vuestra Pasión Sacratísima; y con instancias nos invitáis a que comulguemos diciéndonos, venid a mi los que trabajáis y estáis cargados que yo os aliviaré; os suplicamos, Señor, que hagáis que no desperdiciemos los bienes que nos habéis atesorado en la plegaria, en la meditación y en la sagrada comunión, y que venga a nosotros vuestro reino a destruir el imperio nefasto del mundo y del demonio, en la actual sociedad anticristiana.
Fruto- Rezar, meditar y comulgar reportando de estos sagrados actos el mayor provecho para evitar el pecado y practicar las virtudes.
Jaculatoria-Madre nuestra que estás en los cielos, inflama nuestros corazones en un amor tiernísimo a Tú Jesús en la Eucaristía.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).
DÍA OCTAVO
CONSIDERACIÓN
La continua comunicación con su divino Hijo en la oración encendió a la Santísima Virgen Nuestra Señora en la caridad, de la que nacía en ella un ardiente celo por la gloria de Dios y salvación de las almas; rogaba por los pecadores para que Dios los moviese a sincera penitencia; por lo que podemos pensar, que por las oraciones de la Santísima Virgen se convirtieron, milagrosamente, los millares de hombres en el primero y segundo sermón de San Pedro, y también que ella alcanzó la prodigiosa conversión de San Pablo y la admirable fortaleza de los primeros mártires, San Esteban y Santiago el menor.
Así mismo consideramos, que durante los últimos años de su vida en Jerusalén sufría Nuestra Señora las murmuraciones de los Escribas y Fariseos y de todos los que aborrecieron y persiguieron a su Hijo, y que en tales circunstancias se mostraba muy paciente y benigna y se gozaba de sufrir por Su Jesús; y que con este excelente ejemplo de paciencia y mansedumbre alentaba a los que de igual manera sufrían persecuciones.
Esto considerado, propongamos dar gloria a Dios con nuestras obras, de lo que somos capaces según lo dicho por Jesús Nuestro Señor; luzca vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos; tengamos mucho celo por la conversión de los pecadores; y seamos muy pacientes en las persecuciones, calumnias y murmuraciones de nuestros prójimos a imitación de nuestra Madre del cielo. (Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que no queréis la pérdida del pecador, sino que se convierta y se salve, y que dijisteis; la mies es mucha y los operarios pocos; rogad al Señor de la mies que envíe operarios a recogerla; nosotros os rogamos, unidos a la oración de vuestra Santísima Madre, la eficacia de la predicación evangélica para la conversión de todos los hijos extraviados de la Santa Iglesia.
Fruto- Rogar por la conversión de los pecadores, pensando humildemente que somos del número de ellos, con el fervor con que lo hace la Santa Iglesia, particularmente con las preces del sacerdote arrodillado al pie del altar; después de la Santa Misa.
Jaculatoria-Madre nuestra que estás en los cielos, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).
DÍA NOVENO
CONSIDERACIÓN
Durante los postreros años de su vida, eran muy vivos y encendidos los deseos de la Santísima Virgen Nuestra Señora de ir a ver a Dios y juntarse con su divino Hijo, los que nacían no de tedio, ni de inconformidad en esta vida, sino de puro amor, el cual cuando es intenso suspira por la presencia de su Amado; por lo que ella decía con el profeta David; Ay de mi que se ha prolongado mucho mi peregrinación y mi destierro. También se desarrollaba en ella una santa contienda, entre su amor a Dios y su amor al prójimo; porque el amor a Dios le impedía a desear ser desatado y estar con Cristo y el amor al prójimo la retenía con el deseo de hacerle bienes; por lo que con perfecta obediencia decía: Señor, si todavía soy necesaria a tu pueblo no rehusó al trabajo de quedarme; hágase tu voluntad.
Mas cuando conoció que le quedaban pocos días de vida, con mayor fervor comenzó a prepararse para la ansiada partida y decía aquello de los Cantares: fortalecedme con flores y purificadme con frutos porque languidezco de amor, o sea; como la fuerza del amor me va consumiendo la vida, produciré nuevas flores y frutos de afectos y obras celestiales, que fortalezcan mí corazón.
Esto considerado, reprendámonos; las disipaciones mundanas que nos han hecho olvidarnos de que estamos en este destierro, ausentes de nuestra patria que es el cielo; y nuestra negligencia en hacer buenas obras, para acrecentar nuestro tesoro en la otra vida con las preciosas riquezas de la misericordia con los pobres y necesitados. (Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que nos habéis enseñado por los Maestros de la vida espiritual, que hay en la otra vida cierto modo de purgatorio que se llama purgatorio de deseo con el que castiga la tibieza de los que no tuvieron deseos de ir a ver a Dios, engañados por los mentidos goces de esa miserable vida; que nos exhortáis diariamente, por Vuestra Santa Iglesia a elevar nuestras aspiraciones al cielo, diciéndonos: Arriba los corazones; y que nos mandasteis, que practiquemos el bien mientras dure el día de nuestra vida, pues llegada la noche, que es la muerte, ya nada podremos hacer; os suplicamos Señor, que nos libréis de los engaños del mundo que nos adormece para que no miremos hacia el cielo, de las ataduras de nuestras malas pasiones que nos inclinan hacia la tierra, y de todo aquello que nos aleja de ir a ver a nuestra Madre celestial. Así sea.
Fruto- Recordar y practicar la amonestación de Jesús Nuestro Señor; de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma, pues nada hay en el mundo que valga más que su alma.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos, enciéndenos en vuestro amor y atráenos con el aroma de tus virtudes.
(Las tres AveMaría, los Gozos y lo demás como el día primero).
DÍA DIEZ
CONSIDERACIÓN
Consideremos los motivos por los cuales Dios Nuestro Señor, que había preservado a la Santísima Virgen Nuestra Señora de la culpa original desde su Concepción Inmaculada no la preservó de la muerte del cuerpo, que es efecto de esta culpa, sino que la sometió a la muerte como a todos los demás hombres; los cuales fueron : para que se viera cuan irrevocable es esta terrible sentencia de muerte; para que la Santísima Virgen imitase también en esto a su divino Hijo, que quiso morir para nuestro mayor bien; para que Ella obtuviera el grandísimo mérito de resignarse a la muerte, venciendo la natural repugnancia que tiene nuestra carne a morir, a lo que alude San Pablo diciendo, no queremos ser despojados del cuerpo, sino recibir en él la vestidura de gloria; también para que la Maestra de todas las virtudes nos enseñara las que se ejercitan en la muerte; y en fin, para que ella! Como refugio de los pecadores, se compadeciese de ellos en aquel tremendo trance, como quien pasó por tan angustioso trabajo.
Esto considerado reconozcamos, con saludable temor, que la muerte es ineludible, como dice San Pablo: establecido está que los hombres mueran una sola vez y después del juicio; y que asi como nada hay tan cierto como la muerte, nada hay más incierto que la hora de la muerte y su lugar y circunstancias; para que todo esto lo pongamos en las misericordiosas manos de nuestra Madre del cielo (Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que nos habéis amonestado, que vigile- mos, constantemente, porque no sabemos ni el día ni la hora de nuestra muerte; y que en esta incertidumbre, nos advertisteis, que de ordinario la muerte llega como ladrón que asalta; que habéis dispuesto que de la muerte dependa nuestro destino eterno en la bienaventuranza o en la reprobación; y que paternalmente nos amezáis, para que no nos descuidemos; que a la hora menos pensada vendréis a juzgarnos; os rogamos Señor, por vuestra sacratísima muerte y la de vuestra Santísima Madre, nos deis una buena muerte, como el bien supremo de nuestra vida. Así sea.
Fruto-Recordar frecuente y seriamente que la muerte es inevitable, y que si morimos bien todo lo hemos ganado y si mal todo lo habremos perdido para siempre y sin remedio.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos, en la muerte ampáranos oh gran Señora.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).
DÍA UNDÉCIMO
CONSIDERACIÓN
Llegado el tiempo para el Tránsito de la Santísima Virgen Nuestra Señora, su Hijo le envió al Arcángel Gabriel para que le diese la feliz nueva, el cual la saludo como en la Anunciación: Dios te salve llena de gracia y Bendita entre las mujeres. Al propio tiempo los apóstoles que estaban dispersos por toda la tierra se congregaron, milagrosamente, en Jerusalén, presentes al Tránsito de Nuestra Señora a la que decían: Oh dulcísima Madre, huérfanos quedamos pues vos os vais, mas teniendo cierta vuestra ayuda desde el cielo viviremos seguros en esta vida.
Llegada la hora precisa, Cristo Nuestro Señor bajó del cielo a estar cerca de su Madre, junto con una multitud de espíritus celestiales, y con amor muy tierno la diría: «Levántate amiga mía, paloma mía, hermosa mía y ven, porque ya pasó el inviernos de la vida terrenal y es llegado el À n de tus trabajos». Y la Santísima Virgen al oír estas tiernas palabras, exclamaría: en tus manos Señor encomiendo mi espíritu, y diciendo esto expiró.
Esto considerado, gocémonos como buenos hijos del dulce Tránsito de nuestra Madre del cielo, acompañada de Jesús y los ángeles; y a imitación de los santos Apóstoles digámosle, que somos sus huérfanos que contamos con su maternal protección y la que más necesitamos a la hora de nuestra muerte.(Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que en el huerto de Getsemaní agonizasteis con terrible acción, tristeza, temor y tedio y que al morir sentisteis toda la angustia de esta hora tremenda; y que nos habéis adoctrinado por los Maestros de espíritu, que en la muerte son muy rudos los acometimientos de los demonios, librando la batalla decisiva contra nuestra salvación; tened compasión Señor de nosotros, dándonos una buena muerte, como efecto de una buena vida, en vuestra compañía y la de vuestra Santísima Madre, de los ángeles y de los santos. Así sea.
Fruto- La preparación para una buena muerte con una bue- na vida, conforme a la sentencia, cual sea nuestra vida así será el À nal de ella, evitando cuidadosamente los pecados de injusticia contra el prójimo, que si no se han reparado, dificultan mucho la salvación.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos, haznos mi- sericordiosos para alcanzar misericordia.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).
DÍA DUODÉCIMO
CONSIDERACIÓN
En expirando la Santísima Virgen Nuestra Señora, suelta ya su alma de las ataduras del cuerpo, en un solo instante voló al cielo y fue glorificada; más podemos pensar, para nuestra contemplación, que su alma subía lenta y majestuosamente, llevada no por los ángeles, sino por su divino Hijo, en sus brazos, pagándole así los regalos y cariños que él había recibido en el regazo materno; por que las jerarquías celestiales decían: ¿Quién es ésta que sube del desierto llena de delicias recostada sobre su amado?; y así entró en el cielo el alma inmaculada de la Llena de Gracias, con alegría inefable de toda la corte celestial y el gozo supremo de la Beatísima Trinidad. También consideremos, la gloria esencial correspondiente a la Santísima Virgen; pues si a todos los justo dijo Nuestro Señor, que se les daría una medida bien llena y colmada, a la Santa Madre de Dios se la dio una medida sin medida, de gloria y bienaventuranza, cual convenía a la que fue buena sin mezcla de mal,llena de virtudes, con plenitud de méritos por sus buenas obras, grandes sufrimientos y ardentísimos deseos de ser siempre mejor y óptima en todo.
Esto considerado, esforcémonos en llenar nuestra medida con buenas obras. y temamos llenar la medida de la justicia divina con nuestras reincidencias en el pecado.(Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, justo remunerador, que así como no dejaréis sin premio ni un vaso de agua fría dado en vuestro nombre, no dejaréis sin castigo ni un solo pensamiento vano e inútil; que nos habéis encarecido, que no atesoremos en la tierra, en donde el tesoro puede perderse y se pierde al borde del sepulcro, sino para el cielo riquezas de buenas obras poseídas eternamente y que tanto os gozasteis en premiar a vuestra Madre Santísima sus obras excelentísimas, sus virtudes y sufrimientos; os rogamos Señor, vuestro auxilio, para que no perdamos nuestro tiempo sin hacer obras buenas o hechas en estado de pecado mortal, y para enriquecernos para la vida eterna siguiendo el consejo de San Pablo: mientras tengamos tiempo hagamos el bien en todo. Así sea.
Fruto-Reconocer que es muy lamentable el estar en pecado mortal, en la imposibilidad de adquirir méritos para la eternidad; por lo que en la Sagrada Escritura, se llama infeliz pecador, niño de cien años.
Jaculatoria-Madre Nuestra que estás en los cielos, haznos mansos, humildes y sufridos para poseer la tierra prometida de la bienaventuranza.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).
DÍA DÉCIMO TERCERO
CONSIDERACIÓN
El cuerpo sacratísimo de la Santísima Virgen Nuestra Señora, fue solemnemente sepultado: más durante los tres días que estuvo en el sepulcro lo conservó Dios incorrupto; siendo tres las causas de este privilegio; la primera y principalísima, en premio de su pureza virginal perfectísima, conservada milagrosamente en su divina maternidad; la segunda en galardón de la plena santidad de su alma, que hizo de su cuerpo un limpísimo y perpetuo tabernáculo del Espíritu Santo; y la tercera, porque así convenía a la honra de Jesús Nuestro Señor, cuya carne, por haber sido tomada de la carne de María, era como una misma cosa con la de su Madre.
El cuerpo virginal de Nuestra Señora, resucitó al tercer día, por la virtud de la omnipotencia de su Hijo que no quiso que su Madre esperara la resurrección general; para que así como el cuerpo y el alma de María estuvieron unidos en la santidad, lo estuvieran desde luego, en la bienaventuranza y en la glorificación.
Por lo que apenas resucito, fue subiendo, como en la Ascensión del Señor, y penetró todos los cielos hasta el cielo empíreo, y fue recibida por su divino Hijo que la puso en lo excelso de la Jerusalén celestial, sobre todos los ángeles. Esto considerado, gocémonos en la glorificación incomparable de nuestra Madre del cielo, y aspiremos ardiente y constantemente a unirnos con ella. (Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que todas tus predilecciones fueron para la castidad virginal de vuestra purísima Madre de San José, del Bautista y Evangelista Juan; que los premias en el cielo con su aureola de singular belleza; y que nos habéis enseñado por San Pablo, que los cuerpos castos de almas castas en gracia y justicia, son templos vivos del Espíritu Santo; y por vuestras propias palabras, que son morada de la Augusta Trinidad; como lo fue, plena y perpetuamente, María Santísima, nuestra Madre del cielo; por Ella os rogamos que seamos siempre castos en nuestras obras, palabras, pensamientos y afectos, y libres de las feas manchas de la sensualidad y del impudor. Así sea.
Fruto- Apreciar soberanamente la castidad corporal y el estado de gracia en nuestra alma, como los bienes mejores de nuestra existencia.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos líbranos de nuestras culpas y haznos humildes y castos.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).
DÍA DÉCIMO CUARTO
CONSIDERACIÓN
Llegada la Santísima Virgen Nuestra Señora a lo excelso de los cielos, su divino Hijo la sentó a su mano derecha, como estaba profetizado. Asistió la Reina a su mano derecha vestida de oro y rodeada de variadas hermosuras. Y así entronizada, la Trinidad Beatísima la coronó con coronas preciosísimas, el Padre Eterno con corona de potestad, sólo inferior a la de Cristo, mas omnipotente por su intercesión; el Hijo con corona de sabiduría, con el supremo conocimiento de la divina Esencia y en esta esencia, de canto debe Ella saber para ser nuestra intercesora y abogada; y el Espíritu Santo con corona de caridad, encendiéndola en amor a Dios y a nosotros sus hijos, con grande misericordia para con los pecadores.
También le dio la Trinidad Beatísima las aureolas de Reina, de las vírgenes, de los apóstoles, de los mártires y de los doctores; y la corona con aquella corona de doce estrellas, como la vio San Juan en el Apocalipsis, vestido del sol y teniendo por peaña la luna, figurándose así su santidad superior a la de todos los Ángeles y Santos.
Esto considerado, en aquella coronación soberana, escuchemos a nuestra Madre del cielo, repitiendo su cántico cuando fue reconocida por Madre Dios, por su prima Santa Isabel: Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador; porque miró la pequeñez de su sierva desde hoy me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Y eso escuchando demos gracias a Dios por el engrandecimiento de la Reina del Universo. (Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor Nuestro, que nos habéis amonestado paternalmente, que serán salvados sólo aquellos que perseveren hasta el fin, y que nos serán coronados, sino los que pelearen legiptimaste durante toda su vida de milicia sobre la tierra; que para merecernos y obtenernos la corona de gloria en la bienaventuranza eterna, quisisteis ser coronado, con ignominia y oprobio, con una corona de punzantes espinas; y que nos disteis por abogada e intercesora ante vuestro trono a la Santísima Virgen, nuestra Madre del cielo, nuestra vida, consuelo y esperanza; por Ella os suplicamos la perseverancia final en el estado de gracia y de justicia del que depende nuestra salvación, y la práctica constante de todas las virtu- des. Así sea.
Fruto- No desatender el negocio único necesario de nuestra vida la salvación de nuestra alma, y empeñarnos en salvarnos a todo trance.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos, bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).
DÍA DÉCIMO QUINTO
PLEGARIA ANTE EL TRONO EXCELSO Y GLORIOSO DE NUESTRA MADRE DEL CIELO.
Santísima Virgen María, Madre de Dios, Reina del cielo y de la tierra, damos gracias a la Sacratísima y Adorable Trinidad, por los excelentes privilegios con que os ha favorecido, pues creemos firmemente todo lo que la Iglesia Católica enseña acerca de vuestras grandezas, poder, bondad y virtudes.
Creemos: que vuestra Concepción fue inmaculada y que en vos, la maternidad divina se juntó a una inviolable perfecta y perpetua virginidad. Creemos: que por la plenitud de las gracias que recibisteis y vuestra fidelidad en corresponderías, llegasteis al supremo grado de santidad y fuisteis exaltada sobre todas las criaturas humanas y angélicas.
Creemos: que por vuestra participación en la redención del mundo, habéis merecido el título de Corredentora del género humano.
Creemos: que por haber sido asociado, por vuestro divino Hijo, a la dispensación de todas las gracias, habéis llegado a ser la tesorera y la puerta del cielo.
Creemos: en fin: que habiendo sido vos, investida de la realeza universal, sois la Soberana y la Reina de todo lo creado.
Nos complacemos en publicar, que sois la omnipotencia suplicante, y que sólo os servís de esta gran potestad para la salvación de las almas y consuelo de los afligidos; yendo siempre en auxilio de los que os invocan, y en veces, anticipándonos a aquellos que os olvidan.
Oh Madre de la divina gracia, refugio de los pecadores y poderosos auxilio de los cristianos, recibid nuestra cordial gratitud por los innumerables favores que habéis alcanzado para la Santa Iglesia y a cada uno de sus hijos. Os ofrecemos el tributo de nuestro reconocimiento por todos vuestros beneficios.
Perdónanos, oh Madre de clemencias; todas nuestras infidelidades en vuestro servicio y en vuestro amor, pues os prometemos, desde ahora, y más que nunca,amaros, honraros e imitaros, con la ayuda de la divina gracia.
Lamentamos de corazón, oh dulce y tierna Madre, todas las ofensas contra vos; todas las profanaciones de vuestras sagradas imágenes, y de la castidad de tus Vírgenes, todas las ingratitudes que han herido vuestro maternal corazón; y todas las infidelidades a la gracia de las almas que están singularmente consagradas a vuestro honor y servicio.
Deseamos, ardientemente, reparar todas las ofensas que os han hecho, uniéndonos a los coros de los ángeles, de los santos y de todos los elegidos que os alaban, bendicen y glorifican en el cielo y en la tierra. Así sea.
Jaculatoria de este día último- Madre nuestra, que estás en los cielos, muéstrate en todo como nuestra Madre, y haz que nos mostremos en todo vuestros dignos y amorosos hijos.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).