miércoles, 31 de julio de 2019

DIA ONCE DE MES A SAN FRANCISCO DE GERÓNIMO



DÍA ONCE DE MES
AL GLORIOSISIMO TAUMATURGO DE NÁPOLES
SAN FRANCISCO DE GERÓNIMO Y GRAVINA

de la sagrada Compañía de Jesús
DISPUESTO
por el P. Dr. Ignacio María Lerdo, de la misma Compañía
MEXICO 1841.



INVOCACIÓN
Augustísima Trinidad, origen fecundo e inagotable de todos los bienes: ¡Cuan admirable sois Señor, en todos vuestros Santos! cuán amable en los favores y gracias, ¡con que os dignáis engrandecerlos! En vuestro Siervo Francisco de Gerónimo nos habéis dado una nueva prueba de vuestra rica liberalidad para con aquellos que de corazón os invocan, y de vuestra paternal providencia para con todos cuantos os sirven y adoran. Tanta luz sobrenatural en la inteligencia de los altos misterios de vuestra fé, y de las eternas verdades del evangelio; tanta energía y eficacia en el manejo de vuestra divina palabra; tanto ardor de caridad en la infatigable ocupación de reducir almas perdidas al amor y gracia de su Dios; tanta santidad en el ejercicio de todas las virtudes, derramando por todas partes el buen olor de Cristo; tanta maravilla y tanto prodigio en utilidad y remedio de los mortales afligidos: todos estos dones, Señor, que abundosamente comunicasteis al bienaventurado Francisco, me demuestran con claridad, que no se han acabado aun vuestras antiguas misericordias, y que hoy, lo mismo que en los tiempos pasados, sois cuidadoso protector de vuestra iglesia, buen pastor de vuestro rebaño, y fiel conductor de vuestro pueblo por en medio de las turbaciones del siglo: ellos me convencen de que nunca dejáis de poner a la vista de vuestros hijos, testimonios firmes de la verdad, que los consoliden en su creencia, y modelos perfectos de virtud, que puedan imitar en su conducta: ellos, en fin, me enseñan, cuan bueno sois para con todos los que os temen, cuan dulce y suave para con todos los que os aman, y cuan generoso y magnifico en honrar a los que os honran. Os bendigo, Señor, y alabo por la copiosa efusión de bendiciones que a manos llenas derramasteis sobre vuestro buen Siervo y fiel ministro Francisco de Gerónimo, y sobre sus celosas tareas en promover vuestra gloria y la honra de vuestro nombre, y en multiplicar el número de vuestros devotos adoradores. Deseando yo ser uno de ellos, os adoro, Señor, os invoco, y por los méritos del mismo vuestro Siervo Francisco os ruego, que aceptéis este pequeño obsequio de mi gratitud en acción de gracias por la sublime grandeza a que lo elevasteis, y esta humilde súplica que por su intercesión os dirijo, pidiéndoos que mi alma, libre ya de las cadenas del vicio y del pecado, y separada de las ilusiones seductoras del mundo y del Demonio, se mantenga siempre constante en su profesión de la verdadera fe que Francisco con tanto celo defendía, en la práctica de las virtudes, a que Francisco con tanto fervor exhortaba, en la observancia de vuestros mandamientos santo, cuya excelencia y provechos Francisco con tanta elocuencia persuadía. Amen.
Un Credo, en reverencia de la Santísima Trinidad.



ORACIÓN
Y bien, o padre amantísimo y gran protector mío Francisco de Gerónimo: estáis ya triunfante y glorioso en el cielo, ciñendo vuestras sienes con la inmortal corona debida a vuestros copiosos méritos y sublimes virtudes: estáis ya cogiendo el fruto de vuestras fatigas y sudores en treinta y ocho años de continuadas misiones: estáis ya gozando de Dios, y disfrutando, además el placer indecible de alabarle acompañado de tantas almas que arrancasteis con vuestra predicación de las garras del demonio, y de tantas otras que dirigisteis con soberano magisterio por el camino de la virtud y perfección: estáis ya seguro de vuestra dicha y felicidad por todos los siglos; más de nuestro riesgo y peligro ¿no estaréis todavía solícito? Cercano ya al trono de la misericordia ¿habréis perdido aquellas piadosas entrañas que acá en la tierra os urgían a procurar el bien y el remedio de cuantos os buscaban? ¿No será, por el contrario, ahora más ardiente vuestra caridad, más tierna vuestra compasión, más activa vuestra beneficencia, y más poderoso vuestro valimiento? Sí, amoroso padre: aparecisteis en el mundo para que muchos se salvasen por vuestra persuasión y ejemplo, y subisteis al cielo para que muchos más se salven por vuestra intercesión y patrocinio. He aquí pues, á vuestras plantas, he aquí postrado en vuestro acatamiento a un infeliz pecador que necesita hagáis brillar con vuestro admirable poder, y en él renovéis los prodigios que millares de veces habéis hecho para sacar almas de los atolladeros de sus vicios; haced uno ahora para sacar la mía de la mísera servidumbre en que la tienen sus pasiones. Multiplicasteis vuestros méritos haciendo a muchos convertirse de sus extravíos; aumentad ahora vuestro regocijo y la gloria de vuestro Dios, obteniéndome la gracia de un sincero arrepentimiento de todas mis culpas, y de una total conversión de mi corazón hacia su Criador y Señor. Resplandecéis como estrella en el firmamento, porque a muchos enseñasteis el camino de la justicia y santidad: alcance yo ahora por vuestro medió la luz de que necesito, para enderezar mis pasos por las sendas de la virtud, y aquella sabiduría celestial que enseña a discernir con acierto entre lo malo y lo bueno, y a conocer en todas cosas cual sea lo más agradable a Dios y lo perfecto. Ea, pues, o poderoso abogado de todos los que os invocan angustiados: mis tribulaciones temporales no son las que más me aquejen; vedlas, sin embargo, y en ellas impetradme, o el remedio si ha de convenir a la gloria del Señor y salvación de mi alma, o la entera resignación y conformidad con la voluntad divina: pero en mis angustias y tribulaciones de espíritu, aquí es donde os ruego que hagáis alarde de vuestra protección: no rehusó beber el cáliz que me alarga la mano paternal de mi Dios; más haced, o santo mío, que su amargura postre a mi alma en desfallecimiento, ni convierta yo en veneno lo que viene ordenado para mi remedio: sirvan mis aflicciones, no de tentación, vino de prueba en que mi espíritu se purifique y acrisole, para hacerse capaz de Crecer cada día más en el santo amor de su Dios, hasta llegar a verle, gozarle y glorificarle en vuestra compañía en la gloria. Amen.
Padre nuestro y Ave María con gloria Patri.


HIMNO
¡O tú, que en tus angustias
del profundo del pecho
arrojas tristes ayos,
lanzas suspiros tiernos!

Acógete a las aras
de Francisco, y gimiendo,
implora su socorro
con afectuosos ruegos.

El las huestes horribles
de los demonios fieros
ahuyenta, y pone en fuga
llenas de espanto y miedo.

El impide nos dañen
con sus artes perversos,
con sus crueles astucias,
con sus ardides negros.

A él la tierra y el agua,
á él el aire y el fuego,
se sujetan vencidos
de su poder excelso.

Obedientes, puntuales
á su voz, a su imperio,
refrenan humillados
sus Ímpetus horrendos.

De los crueles dolores
el escuadrón funesto
á él respeta, a él se rinde,
á su mando sujeto.

Al punto que él lo manda,
al oír su precepto,
ve sus fuerzas perdidas,
y vuelve atrás violento.

Su grande Patrocinio,
si se pone por medio,
los delitos esos acaban,
y tu hábito viejo.

Se vuelve, a la virtud
su brillo y fulgor bello,
y entra con esto el alma
en calma y en sosiego.

Digan los italianos,
los indios, los Iberos,
los alemanes digan,
y todo mundo entero:

Cuán perenne, cuán pronto,
cuán dulce es el consuelo,
que él da a cuantos le invocan
en todo caso adverso.

Por siglos de los siglos
sea dada al Padre Eterno,
y al Hijo eterna Gloria,
y al Santo Paráclito. Amen.

L/: Ruega por nosotros, San Francisco
R/: Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ANTÍFONA: Este hombre, despreciando al mundo y todo lo terreno, y venciendo al demonio, con sus obras y con sus palabras, atesoró en el cielo riquezas inmortales.

L/: A este justo encaminó el Señor por sendas rectas.
R/: Le manifestó el reino de Dios.

OREMOS: O Dios, que para salvación de las almas hiciste al bienaventurado Francisco insigne predicador de tu palabra: concédenos por su intercesión, que el empleo continuo de nuestro espíritu sea meditar tus santos mandamientos, y el de nuestras obras fielmente cumplirlos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.



NOVENA A SAN FRANCISCO DE GERÓNIMO Y GRAVINA

NOVENA
A
SAN FRANCISCO DE GERÓNIMO Y GRAVINA

TRADUCIDA
del latín al castellano por el Sr. Dr. y
Mtro. D. Manuel Gómez Marín, Presbítero
del Oratorio de San Felipe Neri.
MÉXICO. 1841.


Arrodíllate delante de Dios, y sígnate con la santa cruz.


ACTO DE CONTRICIÓN
Dios, Verbo divino, que uniéndote hipostáticamente a la naturaleza humana en el vientre de la Virgen más pura, nos abriste el camino de la tierra al cielo, y nos enseñaste a subirle por medio de la misma Señora, y de tu humanidad sacrosanta: Salvador del mundo, que veniste a librarnos de la tirana esclavitud del demonio: Redentor Jesús, que herido y crucificado por mis pecados, te manifiestas con los brazos abiertos para perdonarme; y conviertes tus llagas en puertas para mi salvación: horrorizado de mi malicia, confundido en mi nada, y avergonzado a tus pies, admiro tus misterios adoro tus providencias, y conozco mis obligaciones. Veo, Señor, que siendo tú único acreedor a mi voluntad y obediencia, se fué mi inclinación a las criaturas, y quebranté tu santa ley. Tú eres digno de infinita alabanza; yo, de eterno castigo: ¡qué amarga es la memoria de haberte ofendido! Abomino mis iniquidades, menos por mi condenación, que por tu agravio. Ejercita conmigo la inefable grandeza con que perdonas tus ofensas: protesto confesarlas, cumplir su penitencia, y no volver jamás a cometerlas. En tu piedad descansa mi esperanza, y mi confianza se asegura en tu poder. Mío fué el pecado: tuyo el arrepentimiento; los justos tienen en tu hermosura su recreo; los malos hallamos en tus misericordias el consuelo. Haz, Padre benigno, sobreabunde la gracia donde abundó la malicia. Cubre mi perversidad con tu clemencia, y se extinguirá como una chispa arrojada en el mar. Dilata, abrasa y consume mi corazón en tu amor. Quítame la vida si he de volver a enojarte, o concédeme el don de la perseverancia en servirte: por tu pasión y muerte, por los dolores y lágrimas de tu Madre Santísima, y por la intercesión y méritos de tu siervo Francisco de Gerónimo. Amen.



DIA PRIMERO
Limosnero cuidadoso, que con los trapos desechos de las roperías formabas vestidos con que cubrir a los pobres desnudos, enseñándonos, cuan fecunda es la economía, gobernada por la misericordia; ejemplo de abatimiento, que, o reputándote el último de la Congregación de las Misiones, besabas los pies dé los hermanos, y de las personas que te salían a recibir en las poblaciones; o comparándote a los aumentos, te hacías tirar de la soga que te ponías al cuello, y caminabas en cuatro pies por los templos, con tierna edificación del concurso: humilde Francisco, que desentendido de circunstancias, talentos, e inocencia, te nombrabas rústico, ignorante, y pecador; e ingeniosa tu virtud, reconocía a Dios los beneficios, y procuraba de los hombres el desprecio: la memoria de tu anonadación me despierta el propio conocimiento, apaga mi soberbia y vanidad, y descubre el ningún fundamento que tienen las apariencias de la vida. Escucho la voz del Señor., que me llama con estas palabras: Si quieres venir conmigo, niégate a tí mismo, toma tu cruz, y sígueme. Así voy a cumplirlo, favorecido de su gracia, y protegido de tu mediación. Amen.

JACULATORIA
Nada fui: de tierra soy,
y podredumbre he de ser:
en pecado nací ayer;
en más miseria vivo hoy.

Tres Padre nuestros y tres Ave Marías gloriados, a la Santísima Trinidad.




ORACIÓN A SAN CIRO
CON LA QUE SE FINALIZA TODOS LOS DÍAS
Médico extraordinario del siglo tercero de la iglesia, que te valías de la medicina de los cuerpos para introducir la salud en las almas, y recibías su conversión por paga de tus visitas: desterrado Anacoreta, a quien las persecuciones de tu patria Alejandría, obligaron a repartir tus bienes, y vivir con traje de solitario en la Arabia feliz predicando la fé de Jesucristo: esclarecido Mártir, que pasaste a Canopo, a esforzar á Atanasia, Teotista, Teodora, y Eudoxia; madre y tres hijas presas por el Prefecto Siriano; animándolas con tu doctrina, y enseñándolas con el ejemplo de ser apaleado, crucificado, quemado con hachas, hervido en una caldera de pez, y degollado en su compañía: a tu eficaz protección encomiendo mis aflicciones, sin dudar que por medio de tu amartelado devoto San Francisco de Gerónimo, que experimentó más de diez mil milagros tuyos, conseguiré tu favor y el suyo, para gloria de Dios, a quien ambos alaban en el cielo por toda la eternidad. Amen.




DIA SEGUNDO
Misericordioso y pobre Francisco, que, no bastándote la dracma echada en el gazofilacio, ni el conocimiento de que la caridad se mide por el efecto, pasaste a unir en la confianza de Dios, la falta de los bienes, y el remedio de las necesidades, usurpando piadosamente el oficio a los mendigos. para cargar sobre ti, de puerta en puerta, la vergüenza y los desprecios; discreto distribuidor, que graduabas el socorro por las personas que te había agraviado; las que corrían riesgo en el mundo, O se habían recogido en los Conservatorios; y las impedidas de pedir por su enfermedad, o por su calidad. Ya no tengo disculpa con tu enseñanza: alcánzame de la piedad divina el despego de los bienes terrenos y la caridad con los enfermos, encarcelados y pobres; para que con esta misericordia redima mis pecados, y teniéndola de mí el Señor, que se sujetó a todas estas miserias, consiga alabarle por toda la eternidad. Amen.

JACULATORIA
Mira que representado
en el pobre, Dios te clama:
y quien a tus puertas llama
es, quien los bienes te han dado.

Tres Padre nuestros, y Ave Martas gloriados, á la Santísima Trinidad.




DIA TERCERO
Moisés, de la ley de gracia, que sacaste de la divina Providencia los cuantiosos tesoros que distribuiste en socorrer pobres, mantener mujeres en los conservatorios, dotarlas para religiosas, o casadas, y establecer las festividades del inefable misterio de la TRINIDAD augusta, y del esclarecido SAN CIRO. Paciente y manso FRANCISCO, que, subyugando la pasión más difícil, tres ocasiones recibiste bofetadas, y pusiste la otra mejilla, agradeciendo la injuria, y rogando por el ofensor: varón mortificado por los rústicos, mendigos penitentes, y personas de mal vivir: alcánzame de la majestad divina, que me ha sufrido tantas ofensas, aprenda a ser manso, y humilde de corazón. Amen.

JACULATORIA.
La ira en el rostro rebosa,
y descubre la demencia;
perfecto hace la paciencia,
y en ella el alma se goza.

Tres Padre nuestros y Ave Marías gloriados, a la Santísima Trinidad.





DIA CUARTO
Misionero afligido por los muchos y graves pecados que se cometían, y no podías oír sin que se desataran tus ojos en crecido llanto; exclamando al crucifijo: ¡ah mi Jesús, como te tratan los tuyos! Por aquella continua contrición que ejercitabas, te ruego me alcances del Señor, el sincero y eficaz arrepentimiento de haberle ofendido, solo por ser la suma bondad, a quien debía haber amado; aborreciendo de tal manera mis pecados, que primero que volver a cometerlos, sacrifique la vida, o anteponga las penas del infierno, en donde viviría gustoso, sí allí no se ofendiera a mi Dios. Amen.

JACULATORIA.
Pequé, ¡ay de mí! Dios Santo:
mis culpas me dan horror,
susto, amargura, dolor,
aflicción, suspiro y llanto.

Tres Padre nuestros y Ave Marías gloriados, a la Santísima Trinidad.





DIA QUINTO
Constante y firme Francisco, que en larga vida de setenta y cuatro años jamás descaeciste de la dura fatiga, con que ganabas almas para el cielo: sin embarazarse los ayunos, la oración, las disciplinas, el confesonario, los sermones, los ejercicios de San Ignacio, las visitas de enfermos, y las particulares devociones: ruégale al Señor, que de tal manera cumpla los propósitos que acabo de hacerle, de servirle, que ni las ocupaciones, ni los entretenimientos de este mundo, sean capaces de apartarme de la senda de negarme a mí mismo, y seguir a Jesucristo nuestro Señor: a quien con el Padre, y el Espíritu Santo, adoras en el cielo. Amen.

JACULATORIA.
Yo juré y establecí
guardar firme tu ley pura:
mi Dio?, confirma, asegura
esto que has obrado en mí.

Tres Padre nuestros y Ave Martas gloriados, a la Santísima Trinidad.





DIA SEXTO
Ministro de Jesucristo, con quien hiciste pacto de emplear tu entendimiento, fuerzas y vida en convertirle almas, y dilatar su gloria: Apóstol Napolitano, que con los ejercicios de San Ignacio, y con tus sermones en los templos, hospitales, gateras, cárceles, plazas, calles y aldeas de la capital, y poblaciones de las provincias de Otranto y Apulia, diócesis, y abadías de Aber y Abruso, islas de Isquia y Capri, obraste prodigiosas conversiones: sí Médico exterior curaste tantos enfermos con la reliquia de San Ciro, ¿cuántas almas sanarías con la sangre del Cordero? Ruégale que confiese mis pecados con el arrepentimiento, integridad y resolución, con que lo hacían los penitentes que llegaban a tus pies, movidos de tus palabras; y ahora con más proporción impétreme el cielo, que, siendo mi penitencia verdadera, no recaiga en mis pasadas culpas. Amen.

JACULATORIA
Penitencia, penitencia,
y de las culpas dolor;
para alcanzar del Señor
su poderosa clemencia.

Tres Padre nuestros y Ave Marías gloriados. á la Santísima Trinidad.





DIA SEPTIMO
Médico franco, que jamás te negaste a cuantos te llamaron en sus dolencias, sin impedírtelo las continuas ocupaciones de tu apostolado, ni reservarte enfermedad, entre las muchas diversas en especie y accidentes, que afligen a la naturaleza: siervo de Jesucristo, que en tus Misiones acostumbrabas ejercitar al auditorio con actos fervorosos de fé; y a ella correspondieron las milagrosas curaciones, con que la divina providencia comprobó tus desvelos: prepárame con esta virtud fundamental, para recibir el Sacramento de la Eucaristía, llamado por el mismo Jesucristo, misterio de fé; y alcanzaste de su divina Majestad, que en su sagrada mesa, memoria de su pasión, se llene mi alma de gracia, y sea su cuerpo y sangre, prenda segur ha de mi salvación. Amen.

JACULATORIA.
Infeliz del que no creo
á Dios, verdad escondida:
primero perder la vida,
que vacilar en la fé.

Tres Padre nuestros y Ave Marías gloriados, a la Santísima Trinidad.





DIA OCTAVO
Oráculo de la medicina maravillosa. que variabas los apósitos según la calidad de los males: ya aplicando la reliquia de SAN CIRO, con ciertas oraciones que no comunicaste; ya dando a beber el agua tocada con la reliquia; ya ungiendo con el aceite que había alumbrado en su lámpara; ya ministrando en polvo las flores secas que adornaron su altar: Profeta de la nueva ley, que con la promesa de la felicidad que se goza en el reino de los cielos, alentaste y confortaste tantas almas pesadoras y justas, y entre estas a la esclarecida Virgen Teresa de Jesús de Narno: alcánzame la divina virtud de la esperanza, para que aguarde a Jesucristo Sacramentado, y con su Cuerpo y Sángrenlos dones espirituales y temporales, que me aseguren la bienaventuranza. Amen.

JACULATORIA.
No es comparable la vida
más penosa y transitoria,
con la verdadera gloria
que nos está prometida.

Tres Padre nuestros y Ave Marías gloriados, a la Santísima Trinidad.





DIA NOVENO
Glorioso FRANCISCO, imitador del de Asís en la humildad, del de Paula en la fé, del de Javier en la fatiga, del de Sales en la suavidad, del de Solano en el celo, y del de Borja en lo eucarístico, que por cuarenta años trabajaste urgido de la caridad de Dios, a quien del todo sujetaste tu voluntad, y uniste tu entendimiento y te correspondió con la gracia de la santidad, la operación de las virtudes, o curación de las almas, y el clon de profecía, pues en tu vida lloraste de amor a Dios, los pecados del mundo, intercede por mí, para que me abrase con Jesucristo Sacramentado. ¿Quién soy yo, para que de mí se acuerde y venga a visitarme? Consígueme, Santo mío, que le ame con todo mi corazón, con todo mi entendimiento, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, hasta la muerte. Amen.

JACULATORIA.
¡O Dios, como a este reo tratas!
Tú me obligas con finezas,
me convidas con promesas,
con cadenas de amor me atas.

Tres Padre nuestros y Ave Marías gloriados, a la Santísima Trinidad.

QUINCENARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN

QUINCENARIO DE 
NUESTRA SEÑORA DE LA 
ASUNCIÓN

QUINCENARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN


Para rezarlo del 1 al 15 de agosto, O en cualquier otro mes, en los Mismos días, con la intención Principal de obtener de Dios Nuestro Señor la declaración Dogmática del augusto Misterio de la glorificación Del cuerpo Virginal de Nuestra Señora.

Aprobado por su Excia.Rma. El Señor Arzobispo de Managua, JOSÉ ANTONIO LEZCANO Y ORTEGA (Siervo de Dios); que lo ha Privilegiado con cien días de indulgencia Por cada día.
Año 1933.

Siervo de Dios José Antonio Lezcano y Ortega, 
primer arzobispo de Managua, Nicaragua


A.M.D.G.


QUINCENARIO DE PREPARACIÓN A LA FIESTA DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.


ACTO DE CONTRICIÓN
DIARIAMENTE
Jesucristo Redentor nuestro, sednos propicio y tened misericordia de nosotros, perdonándonos nuestras culpas de las que nos arrepentimos sinceramente porque fueron ofensas contra Vos, a quien debemos y queremos amar con todo nuestro corazón. Perdonadnos;singularmente, los pecados de impureza en nuestro cuerpo.destinados a ser templo del Espíritu Santo por la gracia, y participantes de la castidad de vuestro cuerpo sacratísimo y del cuerpo, inmaculado de la Santísima Virgen; perdonadnos Señor, que hayamos sido impuros corporalmente; cuando por la pureza divina y perfectísima de vuestro Cuerpo y del cuerpo de vuestra Madre siempre Virgen, glorificada en lo más alto de los cielos, deberían ser siempre castos todos los cuerpos humanos.
Perdonadnos también, nuestro apego a la tierra, nuestra negligencia en la obra de nuestra salvación y el lamentable olvido de nuestra patria celestial, en donde nos esperáis y llamáis Vos Señor, nuestro Padre y María nuestra Madre. Así sea.


DÍA PRIMERO
CONSIDERACIÓN
La Santísima Virgen María después de la gloriosa Ascensión de su divino Hijo a los cielos, vivió en la tierra veinte y tres años hasta los setenta y dos de su edad.
Así lo dispuso Jesús Nuestro Señor no obstante que deseaba llevarse consigo a su Madre, que lo merecía sobradamente; para que ella fuera el auxilio de la Iglesia naciente, el consuelo de los fieles, la maestra de los Apóstoles y la fortaleza de los mártires; para que descubriera a San Lucas evangelista, que nos narra en su Evangelio, los secretos de la Encarnación del Verbo y de la vida oculta de la Sagrada Familia de Nazaret; y para que diera ejemplo de las virtudes en el estado de viudez. Considerando estas razones de la prolongación de la vida de la Santísima Virgen en la tierra, aprendamos a vivir en el estado de gracia, a sacrificarnos por el bien de la Santa Iglesia, y a procurar el tesoro de las virtudes. (Corta Pausa).


ORACIÓN DE ESTE DIA
Jesús, Señor nuestro, Hijo amantísimo de vuestra amabilísima Madre a la que, por nuestro bien prolongasteis su vida terrenal, concedednos, por su omnipotente intercesión, su protección y auxilio, la exaltación de la Santa Iglesia, y que aprovechemos los ejemplos de su vida oculta que ella nos relata, imitando su pureza en todos los estados, de virgen, esposa y viuda.


Fruto de la consideración de este día.
Conformarnos con lo que Dios disponga acerca de nuestra vida; que si se prolonga ha de ser toda para enriquecernos de méritos para el cielo.
Jaculatoria de este día.
Madre nuestra que estás en el cielo, a ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
(Siguen las tres AVE MARIA, Los Gozos y demás como el día primero, Oración Final para todos los días)


PARA TODOS LOS DÍAS
Saludemos con las tres AVEMARIAS a la hija de Dios Padre Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo.

GOZOS A MARÍA SANTÍSIMA EN SU ASUNCIÓN


Del gran poder del Señor 
la más excelsa criatura, 
MADRE VIRGEN SIEMPRE PURA 
SED NUESTRO AMPARO Y AMOR.


Cuando el Señor decretó 
subir triunfante a su alteza, 
a su Madre con tristeza 
en este mundo dejó, 
porque así lo aconsejó 
de la humanidad su amor. 
MADRE VIRGEN…


Y aunque Tú muy bien pudiste 
seguirle triunfante al cielo,
te quedaste aquí en el suelo 
en medio de los mortales, 
para curar nuestros males 
y encender nuestro fervor. 
MADRE VIRGEN…


La Iglesia que en su principio 
se encontraba vacilante, 
para seguir adelante 
su evangélica misión, 
buscó en Ti su protección
y destruido fue el error. 
MADRE VIRGEN...


De pobreza y obediencia,
de pureza y caridad, 
de incomparable humildad 
a todos nos diste ejemplo, 
sobresaliendo en el templo 
tu modestia y tu fervor. 
MADRE VIRGEN...


Con Jesús Sacramentado 
continuamente Tú estabas,
y el misterio renovabas, 
de su Santa Encarnación,
abrasado el corazón 
en llamas de vivo amor. 
MADRE VIRGEN...


Eran tantos tus deseos 
de volar hacia sus brazos, 
que rompiéronse los lazos 
que con la tierra te unieron,
y tus ojos se durmieron 
en dulce sueño de amor.
MADRE VIRGEN…


Tu sepulcro fue adornado 
con lirios y blancas rosas,
y azucenas olorosas 
que tu cuerpo embalsamaban,
mientras querubes cantaban 
dulces himnos en tu honor.
MADRE VIRGEN…

AI despuntar de la aurora 
sonrosada, esplendorosa, 
corte de ángeles suntuosa 
en el espacio se vio. 
Que al cielo te trasportó 
a los brazos del Señor. 
MADRE VIRGEN…


Glorificado tu cuerpo 
exento de corrupción, 
fue tu gloriosa Asunción 
un portento sin igual 
venciendo al genio del mal
y su imperio corruptor. 
MADRE VIRGEN…


Glorificada fue tu alma 
porque fuiste inmaculada,
exaltada y aclamada 
por Reina de la creación,
y fue tu coronación
tu más excelso esplendor. 
MADRE VIRGEN...


Bendita entre las mujeres 
los ángeles a porfía,
cantaban, como en el día 
que Gabriel te saludó
Y en todo el cielo se oyó 
un hosanna triunfador. 
MADRE VIRGEN…


Medianera de las gracias 
entre Dios y las criaturas 
nos proteges con dulzura, 
bumpliendo lo que Jesús 
desde lo alto de la Cruz 
te encargó con tanto amor.
MADRE VIRGEN…


Del gran poder del Señor 
la más excelsa creatura, 
MADRE VIRGEN SIEMPRE PURA 
SED NUESTRO AMPARO Y AMOR.


V. Exaltada ha sido la Santa Madre de Dios.
R.Sobre los coros de los Ángeles a los reinos celestiales.



ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Nosotros siervos vuestros, os rogamos, Señor, que perdonéis nuestras culpas, y ya que somos incapaces de complaceros con nuestros pobres actos, seamos salvos por la intercesión de la Santa Madre de vuestro Hijo; que con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo en los siglos de los siglos Amén.


DÍA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
Durante su vida después de la Ascensión del Señor, María Santísima Nuestra Señora ilustrada por el Espíritu Santo no se retiró a los desiertos, como lo hicieron muchos santos y santas; sino escogió vivir a imitación de su divino Hijo la vida común entre los fieles, para ayudarles con sus ejemplos, guardando los consejos evangélicos. El primero de éstos la pobreza de espíritu; con su desprendimiento total de los bienes terrenales, sustentándose con la limosna que los apóstoles repartían a las viudas, y contentándose mejor que San Pablo, con tener el necesario alimento y algo con que cubrirse; porque tenían muy presente la pobreza de Jesús, la hiel y vinagre y su des nudez en el Calvario. Y así, María Santísima, como verdadera pobre de espíritu, deseaba ser pobre y sufrir las privaciones de la suma pobreza. Esto considerando, propongamos vivir en la sociedad cristiana dando buenos ejemplos de conformidad con la condición y estado en que Dios nos ha puesto, sin ambicionar ni envidiar los bienes de otros y siendo sufridos en las privaciones de la vida. (Pausa).


ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, amante de la pobreza y padre de los pobres, que dispusisteis para vuestra Madre Santísima la condición de pobreza suma, en Nazaret, en Belén, en Egipto y en su ancianidad en Jerusalén; concedednos, Señor, la pobreza de espíritu, en el desapego de los bienes terrenales, temiendo hacer el mal uso de los bienes temporales con que nos habéis favorecido y huyendo, con horror, del lujo y de los placeres, tan contrarios a vuestras divinas enseñanzas. Así sea.
Fruto- Ser caritativo con los pobres necesitados y al darles nuestra limosna recordar a nuestra Madre del cielo que vivió de limosna.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos alcánzanos la pobreza de espíritu, para que seamos bienaventurados.
(Siguen las tres Ave María, Los Gozos y demás como el día primero)


DÍA TERCERO
CONSIDERACIÓN
El segundo consejo evangélico es la obediencia, y la Santísima Virgen Nuestra Madre fue excelentísima en esta virtud; obedeciendo no solamente lo que Cristo Nuestro Señor preceptuó, sino también lo que San Pedro y los otros apóstoles ordenaban y mandaban; siendo la primera en sujetarse a los legítimos superiores, recordando que su divino Hijo había dicho, que el que cumpliera la voluntad de su Padre es su verdadero hermano y hermana y madre; por lo que ella en ninguna cosa quiso tanto mostrar ser Madre de Jesucristo que en obedecer a Cristo y a sus representantes.
Esto considerado, propongámonos, con À rme resolución, ser obedientes a los mandatos y enseñanzas de la Santa Iglesia, a nuestros obispos, a nuestros padres y a todos nuestros superiores legítimos, sabiendo que la obediencia es el camino recto hacía el cielo y que la desobediencia y la indocilidad son el atajo al despeñadero del infierno. (Pausa)


ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que fuisteis obediente por nuestro amor, hasta la muerte y muerte en cruz, siendo vuestro alimento el hacer en toda la voluntad de vuestro Padre celestial, y que a vuestra Madre Santísima la inspirasteis que diera excelen- tísimos ejemplos de obediencia a los apóstoles, concedednos, Señor, que seamos obedientes a la Santa Iglesia y muy dóciles a los preceptos de todos nuestros superiores, que son vuestros representantes para guiarnos a nuestra felicidad temporal y eterna.


Fruto- Un eficaz propósito de ser dóciles a los preceptos, en- señanzas e indicaciones de la Santa Iglesia, recordando a nuestra Madre del cielo humildemente sumisa a los santos apóstoles.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos, no permi- tas, por la desobediencia, que vivamos, ni muramos en pecado mortal.
(Las tres Ave María, los Gozos y los demás como el día primero).


DÍA CUARTO
CONSIDERACIÓN
El tercer consejo evangélico es la Castidad perfecta, de la cual la Santísima Virgen Nuestra Señora, inspirada por el Espíritu Santo su esposo castísimo, hizo ferviente voto desde su Presentación en el templo, siendo niña de cuatro años; y este voto lo guardó fidelísimamente con una pureza más que de ángel; por lo cual la Santa Iglesia no solamente la llama, Virgen de las Vírgenes, sino la misma Virginidad, con estas palabras:«Santa e inmaculada Virginidad no sé con qué palabras te pueda ensalzar».
El amor y aprecio de la Virgen Santísima a la castidad fueron la causa que ella se turbara al anunciarle el arcángel Gabriel la Encarnación del Verbo en sus entrañas; turbación que nos deja pensar que estaba ella dispuesta a preferir la pureza virginal a la maternidad divina.
Esto considerado, excitemos en nuestra alma un ardiente amor y soberana estimación por la castidad, tan amada de Jesús Nuestro Señor que si quiso tener madre fue ésta purísima y castísima, más limpia que los cielos y que los más encumbrados Querubines. (Pausa).


ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, amador de la castidad, que todas vuestras predilecciones son para la generación de las almas castas, de la que es cabeza vuestra Madre purísima; concedednos una muy sincera detestación de todas nuestras faltas contra la virtud angélica; ardientes deseos de ser castos en el alma y en el cuerpo; y dolor vivísimo por las impurezas de la sociedad actual. Así sea.


Fruto- Lamentar cordialmente, con intensa aflicción, que se vaya extinguiendo en la sociedad cristiana el reino de la castidad, del que es soberana nuestra Madre del cielo.
Jaculatoria. - Madre nuestra que estás en los cielos, hacednos limpios de corazón para que merezcamos ver a Dios.
(Las tres Ave María, los Gozos y lo demás como el día primero).


DÍA QUINTO
CONSIDERACIÓN
La Virgen Santísima Nuestra Señora custodió y protegió su incorruptible castidad con la práctica de las virtudes que sirven para su conservación; así las que perfeccionan el cuerpo con las obras exteriores, como las que perfeccionan el espíritu con los actos interiores. De estas virtudes fue la primera la modestia, con una celestial compostura en el mirar, andar, hablar y vestir; de tal modo que lo exterior de su cuerpo era el retrato de la santidad de su alma; siendo como dice San Pablo, Santa por eminencia en el cuerpo y en el espíritu.
La segunda virtud custodia de su castidad fue un discreto y admirable silencio, hablando solamente cuando convenía pocas palabras y con voz suave; como consta que las que se refieren de ella en el Evangelio; por lo cual sus labios se comparan con la cinta de grana, dando a entender que en todo ceñía sus palabras.
Esto considerado, apreciemos en mucho las virtudes de la modestia y del silencio de evitar el impudor y la locuacidad y dolámonos de la inmodestia en los vestidos y el impudor en las conversaciones, verdaderas pestilencias de la actual sociedad. (Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor Nuestro, que fuiste tan modesto, que por vuestra mansedumbre y modestia rogaba San Pablo a los fieles, que atendieran a sus amonestaciones; “Os ruego por la mansedumbre y la modestia de Cristo»; que por el mismo Apóstol nos habéis preceptuado, que nuestra modestia sea manifiesta ante todos los hombres, y que nos disteis en vuestra Madre Santísima un excelente modelo de modestia; os suplicamos, Señor, el pudor, el recato y la moderación en nuestros actos revestidos de santa modestia, y la vigilancia en nuestras palabras recordando, que quien no peca con su lengua es persona perfecta.


Fruto- Propongamos, con eficiencia, ser modestos en nuestro mirar y en todos nuestros modales, y muy pudorosos, decentes y honestos en nuestras conversaciones.
Jaculatoria. - Madre nuestra que estás en el cielo, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y que nada encuentren ellos en nosotros, que ofenda vuestra celestial modestia.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).


DÍA SEXTO
CONSIDERACIÓN
Las otras virtudes con que la Santísima Virgen Nuestra Señora custodió su castidad, fueron: la templanza, la diligencia y la vigilancia. En cuanto a la templanza, San Ambrosio refiere de ella, que comía del alimento común y ordinario y en la corta cantidad que bastara para no morir, ayunando frecuentemente conforme a lo dicho por su divino Hijo, que ayunarían los hijos cuando se ausentara el esposo; y al propio tiempo hacia prolongadas vigilias, pues solamente dormía lo que era absolutamente necesario para no desfallecer; y en su corto sueño cumplía aquello del libro de los Cantares: «Yo duermo, mas mi corazón vela». 
Fue ella muy diligente en las obras del culto divino y de misericordia con los prójimos también vigilantÍsima en la guarda de sus sentidos, para mejor tener sus pensamientos elevados hacia Dios. 
Esto considerando, y reconozcamos la necesidad, importancia y grandes méritos de la templanza en el comer, beber y dormir, la preciosidad del ayuno tan recomendado por la Santa Iglesia; dispongámonos a ser diligentísimos en la práctica de la piedad, y muy vigilantes en la guarda de los sentidos para no dejar entrar por ellos la muerte a nuestra alma; y de este modo a no faltar a cita, en la bienaventuranza, que nos da nuestra Madre del cielo. (Pausa)


ORACION
Jesús Señor nuestro, que siendo impecable quisisteis ayunar y pasar las noches vigilando en oración, que por vuestra Santa Iglesia nos enseñáis que el ayuno eleva nuestra mente hacia Vos y nos obtiene grandes méritos para la vida eterna, y que nos disteis en vuestra Santísima Madre un dechado de las mortificaciones que custodian la pureza del alma; concedednos, Señor, que nos apartemos, con constante esfuerzo, de las corruptoras costumbres de los mundanos, ansiosos de placeres para su perdición. Así sea.


Fruto. –Apartarnos con grande temor de la destemplanza, en la comida y bebida, de aquellos desgraciados de los que dice San Pablo, que tienen por Dios a su vientre.
Jaculatoria. –Madre nuestra que estás en los cielos danos hambre y sed de justicia para ser hartos en la bienaventuranza.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).


DÍA SÉPTIMO
CONSIDERACIÓN
Las ocupaciones de la Santísima Virgen Nuestra Señora, durante la prolongación de su vida, después de ido nuestro Señor, fueron: constante oración, sin los impedimentos que nosotros tenemos para orar, a saber: culpa que remuerde, cuidados que punzan y sentidos que se disipan; y con las ayudas de una fé viva, grande confianza en Dios, humildad profunda y amor ardentísimo. 
También se ocupaba en visitar frecuentemente, los lugares en donde su divino Hijo había obrado los misterios de nuestra Redención: el huerto de Getsemaní, El Calvario, el Sepulcro, el Cenáculo y el monte de los Olivos, lugar de la Ascensión; y estas visitas las hacia con devoción suma y altísima contemplación de los misterios que allí se realizaron y obteniendo mayores ilustraciones acerca de ellos; así mismo comulgaba cada día con extraordinaria reverencia y amor intenso; recibiendo a su Jesús con viva fe en su real presencia en la Eucaristía y estrechándose íntimamente con él, con los renovados gozos de la hora augusta de la Encarnación. 
Esto considerando, propongamos ser asiduos en la oración vocal y mental, no obstante nuestras distracciones e imperfecciones; también en el recuerdo de los misterios de Nuestro Señor en el rezo del Santo Rosario; y en la comunión frecuente, con el amor, reverencia y provecho con que comulgaba nuestra Madre del cielo.(Pausa).


ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que con vuestro ejemplo y vuestras palabras nos encomendasteis, con encarecimiento, que fuéramos perseverantes en la oración a la que disteis la mayor eficacia al decirnos; pedid y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá; que tanto os agrada que meditemos vuestros misterios y especialmente los de vuestra Pasión Sacratísima; y con instancias nos invitáis a que comulguemos diciéndonos, venid a mi los que trabajáis y estáis cargados que yo os aliviaré; os suplicamos, Señor, que hagáis que no desperdiciemos los bienes que nos habéis atesorado en la plegaria, en la meditación y en la sagrada comunión, y que venga a nosotros vuestro reino a destruir el imperio nefasto del mundo y del demonio, en la actual sociedad anticristiana.


Fruto- Rezar, meditar y comulgar reportando de estos sagrados actos el mayor provecho para evitar el pecado y practicar las virtudes.
Jaculatoria-Madre nuestra que estás en los cielos, inflama nuestros corazones en un amor tiernísimo a Tú Jesús en la Eucaristía.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).


DÍA OCTAVO
CONSIDERACIÓN
La continua comunicación con su divino Hijo en la oración encendió a la Santísima Virgen Nuestra Señora en la caridad, de la que nacía en ella un ardiente celo por la gloria de Dios y salvación de las almas; rogaba por los pecadores para que Dios los moviese a sincera penitencia; por lo que podemos pensar, que por las oraciones de la Santísima Virgen se convirtieron, milagrosamente, los millares de hombres en el primero y segundo sermón de San Pedro, y también que ella alcanzó la prodigiosa conversión de San Pablo y la admirable fortaleza de los primeros mártires, San Esteban y Santiago el menor. 
Así mismo consideramos, que durante los últimos años de su vida en Jerusalén sufría Nuestra Señora las murmuraciones de los Escribas y Fariseos y de todos los que aborrecieron y persiguieron a su Hijo, y que en tales circunstancias se mostraba muy paciente y benigna y se gozaba de sufrir por Su Jesús; y que con este excelente ejemplo de paciencia y mansedumbre alentaba a los que de igual manera sufrían persecuciones. 
Esto considerado, propongamos dar gloria a Dios con nuestras obras, de lo que somos capaces según lo dicho por Jesús Nuestro Señor; luzca vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos; tengamos mucho celo por la conversión de los pecadores; y seamos muy pacientes en las persecuciones, calumnias y murmuraciones de nuestros prójimos a imitación de nuestra Madre del cielo. (Pausa).


ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que no queréis la pérdida del pecador, sino que se convierta y se salve, y que dijisteis; la mies es mucha y los operarios pocos; rogad al Señor de la mies que envíe operarios a recogerla; nosotros os rogamos, unidos a la oración de vuestra Santísima Madre, la eficacia de la predicación evangélica para la conversión de todos los hijos extraviados de la Santa Iglesia.


Fruto- Rogar por la conversión de los pecadores, pensando humildemente que somos del número de ellos, con el fervor con que lo hace la Santa Iglesia, particularmente con las preces del sacerdote arrodillado al pie del altar; después de la Santa Misa.
Jaculatoria-Madre nuestra que estás en los cielos, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).


DÍA NOVENO
CONSIDERACIÓN
Durante los postreros años de su vida, eran muy vivos y encendidos los deseos de la Santísima Virgen Nuestra Señora de ir a ver a Dios y juntarse con su divino Hijo, los que nacían no de tedio, ni de inconformidad en esta vida, sino de puro amor, el cual cuando es intenso suspira por la presencia de su Amado; por lo que ella decía con el profeta David; Ay de mi que se ha prolongado mucho mi peregrinación y mi destierro. También se desarrollaba en ella una santa contienda, entre su amor a Dios y su amor al prójimo; porque el amor a Dios le impedía a desear ser desatado y estar con Cristo y el amor al prójimo la retenía con el deseo de hacerle bienes; por lo que con perfecta obediencia decía: Señor, si todavía soy necesaria a tu pueblo no rehusó al trabajo de quedarme; hágase tu voluntad. 
Mas cuando conoció que le quedaban pocos días de vida, con mayor fervor comenzó a prepararse para la ansiada partida y decía aquello de los Cantares: fortalecedme con flores y purificadme con frutos porque languidezco de amor, o sea; como la fuerza del amor me va consumiendo la vida, produciré nuevas flores y frutos de afectos y obras celestiales, que fortalezcan mí corazón. 
Esto considerado, reprendámonos; las disipaciones mundanas que nos han hecho olvidarnos de que estamos en este destierro, ausentes de nuestra patria que es el cielo; y nuestra negligencia en hacer buenas obras, para acrecentar nuestro tesoro en la otra vida con las preciosas riquezas de la misericordia con los pobres y necesitados. (Pausa).


ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que nos habéis enseñado por los Maestros de la vida espiritual, que hay en la otra vida cierto modo de purgatorio que se llama purgatorio de deseo con el que castiga la tibieza de los que no tuvieron deseos de ir a ver a Dios, engañados por los mentidos goces de esa miserable vida; que nos exhortáis diariamente, por Vuestra Santa Iglesia a elevar nuestras aspiraciones al cielo, diciéndonos: Arriba los corazones; y que nos mandasteis, que practiquemos el bien mientras dure el día de nuestra vida, pues llegada la noche, que es la muerte, ya nada podremos hacer; os suplicamos Señor, que nos libréis de los engaños del mundo que nos adormece para que no miremos hacia el cielo, de las ataduras de nuestras malas pasiones que nos inclinan hacia la tierra, y de todo aquello que nos aleja de ir a ver a nuestra Madre celestial. Así sea.


Fruto- Recordar y practicar la amonestación de Jesús Nuestro Señor; de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma, pues nada hay en el mundo que valga más que su alma.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos, enciéndenos en vuestro amor y atráenos con el aroma de tus virtudes.
(Las tres AveMaría, los Gozos y lo demás como el día primero).


DÍA DIEZ
CONSIDERACIÓN
Consideremos los motivos por los cuales Dios Nuestro Señor, que había preservado a la Santísima Virgen Nuestra Señora de la culpa original desde su Concepción Inmaculada no la preservó de la muerte del cuerpo, que es efecto de esta culpa, sino que la sometió a la muerte como a todos los demás hombres; los cuales fueron : para que se viera cuan irrevocable es esta terrible sentencia de muerte; para que la Santísima Virgen imitase también en esto a su divino Hijo, que quiso morir para nuestro mayor bien; para que Ella obtuviera el grandísimo mérito de resignarse a la muerte, venciendo la natural repugnancia que tiene nuestra carne a morir, a lo que alude San Pablo diciendo, no queremos ser despojados del cuerpo, sino recibir en él la vestidura de gloria; también para que la Maestra de todas las virtudes nos enseñara las que se ejercitan en la muerte; y en fin, para que ella! Como refugio de los pecadores, se compadeciese de ellos en aquel tremendo trance, como quien pasó por tan angustioso trabajo.
Esto considerado reconozcamos, con saludable temor, que la muerte es ineludible, como dice San Pablo: establecido está que los hombres mueran una sola vez y después del juicio; y que asi como nada hay tan cierto como la muerte, nada hay más incierto que la hora de la muerte y su lugar y circunstancias; para que todo esto lo pongamos en las misericordiosas manos de nuestra Madre del cielo (Pausa).


ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que nos habéis amonestado, que vigile- mos, constantemente, porque no sabemos ni el día ni la hora de nuestra muerte; y que en esta incertidumbre, nos advertisteis, que de ordinario la muerte llega como ladrón que asalta; que habéis dispuesto que de la muerte dependa nuestro destino eterno en la bienaventuranza o en la reprobación; y que paternalmente nos amezáis, para que no nos descuidemos; que a la hora menos pensada vendréis a juzgarnos; os rogamos Señor, por vuestra sacratísima muerte y la de vuestra Santísima Madre, nos deis una buena muerte, como el bien supremo de nuestra vida. Así sea.


Fruto-Recordar frecuente y seriamente que la muerte es inevitable, y que si morimos bien todo lo hemos ganado y si mal todo lo habremos perdido para siempre y sin remedio.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos, en la muerte ampáranos oh gran Señora.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).


DÍA UNDÉCIMO
CONSIDERACIÓN
Llegado el tiempo para el Tránsito de la Santísima Virgen Nuestra Señora, su Hijo le envió al Arcángel Gabriel para que le diese la feliz nueva, el cual la saludo como en la Anunciación: Dios te salve llena de gracia y Bendita entre las mujeres. Al propio tiempo los apóstoles que estaban dispersos por toda la tierra se congregaron, milagrosamente, en Jerusalén, presentes al Tránsito de Nuestra Señora a la que decían: Oh dulcísima Madre, huérfanos quedamos pues vos os vais, mas teniendo cierta vuestra ayuda desde el cielo viviremos seguros en esta vida.
Llegada la hora precisa, Cristo Nuestro Señor bajó del cielo a estar cerca de su Madre, junto con una multitud de espíritus celestiales, y con amor muy tierno la diría: «Levántate amiga mía, paloma mía, hermosa mía y ven, porque ya pasó el inviernos de la vida terrenal y es llegado el À n de tus trabajos». Y la Santísima Virgen al oír estas tiernas palabras, exclamaría: en tus manos Señor encomiendo mi espíritu, y diciendo esto expiró.
Esto considerado, gocémonos como buenos hijos del dulce Tránsito de nuestra Madre del cielo, acompañada de Jesús y los ángeles; y a imitación de los santos Apóstoles digámosle, que somos sus huérfanos que contamos con su maternal protección y la que más necesitamos a la hora de nuestra muerte.(Pausa).


ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que en el huerto de Getsemaní agonizasteis con terrible acción, tristeza, temor y tedio y que al morir sentisteis toda la angustia de esta hora tremenda; y que nos habéis adoctrinado por los Maestros de espíritu, que en la muerte son muy rudos los acometimientos de los demonios, librando la batalla decisiva contra nuestra salvación; tened compasión Señor de nosotros, dándonos una buena muerte, como efecto de una buena vida, en vuestra compañía y la de vuestra Santísima Madre, de los ángeles y de los santos. Así sea.


Fruto- La preparación para una buena muerte con una bue- na vida, conforme a la sentencia, cual sea nuestra vida así será el À nal de ella, evitando cuidadosamente los pecados de injusticia contra el prójimo, que si no se han reparado, dificultan mucho la salvación.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos, haznos mi- sericordiosos para alcanzar misericordia.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).


DÍA DUODÉCIMO
CONSIDERACIÓN
En expirando la Santísima Virgen Nuestra Señora, suelta ya su alma de las ataduras del cuerpo, en un solo instante voló al cielo y fue glorificada; más podemos pensar, para nuestra contemplación, que su alma subía lenta y majestuosamente, llevada no por los ángeles, sino por su divino Hijo, en sus brazos, pagándole así los regalos y cariños que él había recibido en el regazo materno; por que las jerarquías celestiales decían: ¿Quién es ésta que sube del desierto llena de delicias recostada sobre su amado?; y así entró en el cielo el alma inmaculada de la Llena de Gracias, con alegría inefable de toda la corte celestial y el gozo supremo de la Beatísima Trinidad. También consideremos, la gloria esencial correspondiente a la Santísima Virgen; pues si a todos los justo dijo Nuestro Señor, que se les daría una medida bien llena y colmada, a la Santa Madre de Dios se la dio una medida sin medida, de gloria y bienaventuranza, cual convenía a la que fue buena sin mezcla de mal,llena de virtudes, con plenitud de méritos por sus buenas obras, grandes sufrimientos y ardentísimos deseos de ser siempre mejor y óptima en todo. 
Esto considerado, esforcémonos en llenar nuestra medida con buenas obras. y temamos llenar la medida de la justicia divina con nuestras reincidencias en el pecado.(Pausa).


ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, justo remunerador, que así como no dejaréis sin premio ni un vaso de agua fría dado en vuestro nombre, no dejaréis sin castigo ni un solo pensamiento vano e inútil; que nos habéis encarecido, que no atesoremos en la tierra, en donde el tesoro puede perderse y se pierde al borde del sepulcro, sino para el cielo riquezas de buenas obras poseídas eternamente y que tanto os gozasteis en premiar a vuestra Madre Santísima sus obras excelentísimas, sus virtudes y sufrimientos; os rogamos Señor, vuestro auxilio, para que no perdamos nuestro tiempo sin hacer obras buenas o hechas en estado de pecado mortal, y para enriquecernos para la vida eterna siguiendo el consejo de San Pablo: mientras tengamos tiempo hagamos el bien en todo. Así sea.


Fruto-Reconocer que es muy lamentable el estar en pecado mortal, en la imposibilidad de adquirir méritos para la eternidad; por lo que en la Sagrada Escritura, se llama infeliz pecador, niño de cien años.
Jaculatoria-Madre Nuestra que estás en los cielos, haznos mansos, humildes y sufridos para poseer la tierra prometida de la bienaventuranza.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).


DÍA DÉCIMO TERCERO 
CONSIDERACIÓN
El cuerpo sacratísimo de la Santísima Virgen Nuestra Señora, fue solemnemente sepultado: más durante los tres días que estuvo en el sepulcro lo conservó Dios incorrupto; siendo tres las causas de este privilegio; la primera y principalísima, en premio de su pureza virginal perfectísima, conservada milagrosamente en su divina maternidad; la segunda en galardón de la plena santidad de su alma, que hizo de su cuerpo un limpísimo y perpetuo tabernáculo del Espíritu Santo; y la tercera, porque así convenía a la honra de Jesús Nuestro Señor, cuya carne, por haber sido tomada de la carne de María, era como una misma cosa con la de su Madre.
El cuerpo virginal de Nuestra Señora, resucitó al tercer día, por la virtud de la omnipotencia de su Hijo que no quiso que su Madre esperara la resurrección general; para que así como el cuerpo y el alma de María estuvieron unidos en la santidad, lo estuvieran desde luego, en la bienaventuranza y en la glorificación.
Por lo que apenas resucito, fue subiendo, como en la Ascensión del Señor, y penetró todos los cielos hasta el cielo empíreo, y fue recibida por su divino Hijo que la puso en lo excelso de la Jerusalén celestial, sobre todos los ángeles. Esto considerado, gocémonos en la glorificación incomparable de nuestra Madre del cielo, y aspiremos ardiente y constantemente a unirnos con ella. (Pausa).
ORACIÓN
Jesús Señor nuestro, que todas tus predilecciones fueron para la castidad virginal de vuestra purísima Madre de San José, del Bautista y Evangelista Juan; que los premias en el cielo con su aureola de singular belleza; y que nos habéis enseñado por San Pablo, que los cuerpos castos de almas castas en gracia y justicia, son templos vivos del Espíritu Santo; y por vuestras propias palabras, que son morada de la Augusta Trinidad; como lo fue, plena y perpetuamente, María Santísima, nuestra Madre del cielo; por Ella os rogamos que seamos siempre castos en nuestras obras, palabras, pensamientos y afectos, y libres de las feas manchas de la sensualidad y del impudor. Así sea.
Fruto- Apreciar soberanamente la castidad corporal y el estado de gracia en nuestra alma, como los bienes mejores de nuestra existencia.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos líbranos de nuestras culpas y haznos humildes y castos.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).

DÍA DÉCIMO CUARTO
CONSIDERACIÓN
Llegada la Santísima Virgen Nuestra Señora a lo excelso de los cielos, su divino Hijo la sentó a su mano derecha, como estaba profetizado. Asistió la Reina a su mano derecha vestida de oro y rodeada de variadas hermosuras. Y así entronizada, la Trinidad Beatísima la coronó con coronas preciosísimas, el Padre Eterno con corona de potestad, sólo inferior a la de Cristo, mas omnipotente por su intercesión; el Hijo con corona de sabiduría, con el supremo conocimiento de la divina Esencia y en esta esencia, de canto debe Ella saber para ser nuestra intercesora y abogada; y el Espíritu Santo con corona de caridad, encendiéndola en amor a Dios y a nosotros sus hijos, con grande misericordia para con los pecadores.
También le dio la Trinidad Beatísima las aureolas de Reina, de las vírgenes, de los apóstoles, de los mártires y de los doctores; y la corona con aquella corona de doce estrellas, como la vio San Juan en el Apocalipsis, vestido del sol y teniendo por peaña la luna, figurándose así su santidad superior a la de todos los Ángeles y Santos.
Esto considerado, en aquella coronación soberana, escuchemos a nuestra Madre del cielo, repitiendo su cántico cuando fue reconocida por Madre Dios, por su prima Santa Isabel: Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador; porque miró la pequeñez de su sierva desde hoy me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Y eso escuchando demos gracias a Dios por el engrandecimiento de la Reina del Universo. (Pausa).


ORACIÓN
Jesús Señor Nuestro, que nos habéis amonestado paternalmente, que serán salvados sólo aquellos que perseveren hasta el fin, y que nos serán coronados, sino los que pelearen legiptimaste durante toda su vida de milicia sobre la tierra; que para merecernos y obtenernos la corona de gloria en la bienaventuranza eterna, quisisteis ser coronado, con ignominia y oprobio, con una corona de punzantes espinas; y que nos disteis por abogada e intercesora ante vuestro trono a la Santísima Virgen, nuestra Madre del cielo, nuestra vida, consuelo y esperanza; por Ella os suplicamos la perseverancia final en el estado de gracia y de justicia del que depende nuestra salvación, y la práctica constante de todas las virtu- des. Así sea.


Fruto- No desatender el negocio único necesario de nuestra vida la salvación de nuestra alma, y empeñarnos en salvarnos a todo trance.
Jaculatoria- Madre nuestra que estás en los cielos, bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).


DÍA DÉCIMO QUINTO
PLEGARIA ANTE EL TRONO EXCELSO Y GLORIOSO DE NUESTRA MADRE DEL CIELO.
Santísima Virgen María, Madre de Dios, Reina del cielo y de la tierra, damos gracias a la Sacratísima y Adorable Trinidad, por los excelentes privilegios con que os ha favorecido, pues creemos firmemente todo lo que la Iglesia Católica enseña acerca de vuestras grandezas, poder, bondad y virtudes.
Creemos: que vuestra Concepción fue inmaculada y que en vos, la maternidad divina se juntó a una inviolable perfecta y perpetua virginidad. Creemos: que por la plenitud de las gracias que recibisteis y vuestra fidelidad en corresponderías, llegasteis al supremo grado de santidad y fuisteis exaltada sobre todas las criaturas humanas y angélicas.
Creemos: que por vuestra participación en la redención del mundo, habéis merecido el título de Corredentora del género humano.
Creemos: que por haber sido asociado, por vuestro divino Hijo, a la dispensación de todas las gracias, habéis llegado a ser la tesorera y la puerta del cielo. 
Creemos: en fin: que habiendo sido vos, investida de la realeza universal, sois la Soberana y la Reina de todo lo creado.
Nos complacemos en publicar, que sois la omnipotencia suplicante, y que sólo os servís de esta gran potestad para la salvación de las almas y consuelo de los afligidos; yendo siempre en auxilio de los que os invocan, y en veces, anticipándonos a aquellos que os olvidan.
Oh Madre de la divina gracia, refugio de los pecadores y poderosos auxilio de los cristianos, recibid nuestra cordial gratitud por los innumerables favores que habéis alcanzado para la Santa Iglesia y a cada uno de sus hijos. Os ofrecemos el tributo de nuestro reconocimiento por todos vuestros beneficios.
Perdónanos, oh Madre de clemencias; todas nuestras infidelidades en vuestro servicio y en vuestro amor, pues os prometemos, desde ahora, y más que nunca,amaros, honraros e imitaros, con la ayuda de la divina gracia. 
Lamentamos de corazón, oh dulce y tierna Madre, todas las ofensas contra vos; todas las profanaciones de vuestras sagradas imágenes, y de la castidad de tus Vírgenes, todas las ingratitudes que han herido vuestro maternal corazón; y todas las infidelidades a la gracia de las almas que están singularmente consagradas a vuestro honor y servicio.
Deseamos, ardientemente, reparar todas las ofensas que os han hecho, uniéndonos a los coros de los ángeles, de los santos y de todos los elegidos que os alaban, bendicen y glorifican en el cielo y en la tierra. Así sea.
Jaculatoria de este día último- Madre nuestra, que estás en los cielos, muéstrate en todo como nuestra Madre, y haz que nos mostremos en todo vuestros dignos y amorosos hijos.
(Las tres Avemarías, los Gozos y lo demás como el día primero).

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...