miércoles, 31 de julio de 2019

DIA ONCE DE MES A SAN FRANCISCO DE GERÓNIMO



DÍA ONCE DE MES
AL GLORIOSISIMO TAUMATURGO DE NÁPOLES
SAN FRANCISCO DE GERÓNIMO Y GRAVINA

de la sagrada Compañía de Jesús
DISPUESTO
por el P. Dr. Ignacio María Lerdo, de la misma Compañía
MEXICO 1841.



INVOCACIÓN
Augustísima Trinidad, origen fecundo e inagotable de todos los bienes: ¡Cuan admirable sois Señor, en todos vuestros Santos! cuán amable en los favores y gracias, ¡con que os dignáis engrandecerlos! En vuestro Siervo Francisco de Gerónimo nos habéis dado una nueva prueba de vuestra rica liberalidad para con aquellos que de corazón os invocan, y de vuestra paternal providencia para con todos cuantos os sirven y adoran. Tanta luz sobrenatural en la inteligencia de los altos misterios de vuestra fé, y de las eternas verdades del evangelio; tanta energía y eficacia en el manejo de vuestra divina palabra; tanto ardor de caridad en la infatigable ocupación de reducir almas perdidas al amor y gracia de su Dios; tanta santidad en el ejercicio de todas las virtudes, derramando por todas partes el buen olor de Cristo; tanta maravilla y tanto prodigio en utilidad y remedio de los mortales afligidos: todos estos dones, Señor, que abundosamente comunicasteis al bienaventurado Francisco, me demuestran con claridad, que no se han acabado aun vuestras antiguas misericordias, y que hoy, lo mismo que en los tiempos pasados, sois cuidadoso protector de vuestra iglesia, buen pastor de vuestro rebaño, y fiel conductor de vuestro pueblo por en medio de las turbaciones del siglo: ellos me convencen de que nunca dejáis de poner a la vista de vuestros hijos, testimonios firmes de la verdad, que los consoliden en su creencia, y modelos perfectos de virtud, que puedan imitar en su conducta: ellos, en fin, me enseñan, cuan bueno sois para con todos los que os temen, cuan dulce y suave para con todos los que os aman, y cuan generoso y magnifico en honrar a los que os honran. Os bendigo, Señor, y alabo por la copiosa efusión de bendiciones que a manos llenas derramasteis sobre vuestro buen Siervo y fiel ministro Francisco de Gerónimo, y sobre sus celosas tareas en promover vuestra gloria y la honra de vuestro nombre, y en multiplicar el número de vuestros devotos adoradores. Deseando yo ser uno de ellos, os adoro, Señor, os invoco, y por los méritos del mismo vuestro Siervo Francisco os ruego, que aceptéis este pequeño obsequio de mi gratitud en acción de gracias por la sublime grandeza a que lo elevasteis, y esta humilde súplica que por su intercesión os dirijo, pidiéndoos que mi alma, libre ya de las cadenas del vicio y del pecado, y separada de las ilusiones seductoras del mundo y del Demonio, se mantenga siempre constante en su profesión de la verdadera fe que Francisco con tanto celo defendía, en la práctica de las virtudes, a que Francisco con tanto fervor exhortaba, en la observancia de vuestros mandamientos santo, cuya excelencia y provechos Francisco con tanta elocuencia persuadía. Amen.
Un Credo, en reverencia de la Santísima Trinidad.



ORACIÓN
Y bien, o padre amantísimo y gran protector mío Francisco de Gerónimo: estáis ya triunfante y glorioso en el cielo, ciñendo vuestras sienes con la inmortal corona debida a vuestros copiosos méritos y sublimes virtudes: estáis ya cogiendo el fruto de vuestras fatigas y sudores en treinta y ocho años de continuadas misiones: estáis ya gozando de Dios, y disfrutando, además el placer indecible de alabarle acompañado de tantas almas que arrancasteis con vuestra predicación de las garras del demonio, y de tantas otras que dirigisteis con soberano magisterio por el camino de la virtud y perfección: estáis ya seguro de vuestra dicha y felicidad por todos los siglos; más de nuestro riesgo y peligro ¿no estaréis todavía solícito? Cercano ya al trono de la misericordia ¿habréis perdido aquellas piadosas entrañas que acá en la tierra os urgían a procurar el bien y el remedio de cuantos os buscaban? ¿No será, por el contrario, ahora más ardiente vuestra caridad, más tierna vuestra compasión, más activa vuestra beneficencia, y más poderoso vuestro valimiento? Sí, amoroso padre: aparecisteis en el mundo para que muchos se salvasen por vuestra persuasión y ejemplo, y subisteis al cielo para que muchos más se salven por vuestra intercesión y patrocinio. He aquí pues, á vuestras plantas, he aquí postrado en vuestro acatamiento a un infeliz pecador que necesita hagáis brillar con vuestro admirable poder, y en él renovéis los prodigios que millares de veces habéis hecho para sacar almas de los atolladeros de sus vicios; haced uno ahora para sacar la mía de la mísera servidumbre en que la tienen sus pasiones. Multiplicasteis vuestros méritos haciendo a muchos convertirse de sus extravíos; aumentad ahora vuestro regocijo y la gloria de vuestro Dios, obteniéndome la gracia de un sincero arrepentimiento de todas mis culpas, y de una total conversión de mi corazón hacia su Criador y Señor. Resplandecéis como estrella en el firmamento, porque a muchos enseñasteis el camino de la justicia y santidad: alcance yo ahora por vuestro medió la luz de que necesito, para enderezar mis pasos por las sendas de la virtud, y aquella sabiduría celestial que enseña a discernir con acierto entre lo malo y lo bueno, y a conocer en todas cosas cual sea lo más agradable a Dios y lo perfecto. Ea, pues, o poderoso abogado de todos los que os invocan angustiados: mis tribulaciones temporales no son las que más me aquejen; vedlas, sin embargo, y en ellas impetradme, o el remedio si ha de convenir a la gloria del Señor y salvación de mi alma, o la entera resignación y conformidad con la voluntad divina: pero en mis angustias y tribulaciones de espíritu, aquí es donde os ruego que hagáis alarde de vuestra protección: no rehusó beber el cáliz que me alarga la mano paternal de mi Dios; más haced, o santo mío, que su amargura postre a mi alma en desfallecimiento, ni convierta yo en veneno lo que viene ordenado para mi remedio: sirvan mis aflicciones, no de tentación, vino de prueba en que mi espíritu se purifique y acrisole, para hacerse capaz de Crecer cada día más en el santo amor de su Dios, hasta llegar a verle, gozarle y glorificarle en vuestra compañía en la gloria. Amen.
Padre nuestro y Ave María con gloria Patri.


HIMNO
¡O tú, que en tus angustias
del profundo del pecho
arrojas tristes ayos,
lanzas suspiros tiernos!

Acógete a las aras
de Francisco, y gimiendo,
implora su socorro
con afectuosos ruegos.

El las huestes horribles
de los demonios fieros
ahuyenta, y pone en fuga
llenas de espanto y miedo.

El impide nos dañen
con sus artes perversos,
con sus crueles astucias,
con sus ardides negros.

A él la tierra y el agua,
á él el aire y el fuego,
se sujetan vencidos
de su poder excelso.

Obedientes, puntuales
á su voz, a su imperio,
refrenan humillados
sus Ímpetus horrendos.

De los crueles dolores
el escuadrón funesto
á él respeta, a él se rinde,
á su mando sujeto.

Al punto que él lo manda,
al oír su precepto,
ve sus fuerzas perdidas,
y vuelve atrás violento.

Su grande Patrocinio,
si se pone por medio,
los delitos esos acaban,
y tu hábito viejo.

Se vuelve, a la virtud
su brillo y fulgor bello,
y entra con esto el alma
en calma y en sosiego.

Digan los italianos,
los indios, los Iberos,
los alemanes digan,
y todo mundo entero:

Cuán perenne, cuán pronto,
cuán dulce es el consuelo,
que él da a cuantos le invocan
en todo caso adverso.

Por siglos de los siglos
sea dada al Padre Eterno,
y al Hijo eterna Gloria,
y al Santo Paráclito. Amen.

L/: Ruega por nosotros, San Francisco
R/: Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ANTÍFONA: Este hombre, despreciando al mundo y todo lo terreno, y venciendo al demonio, con sus obras y con sus palabras, atesoró en el cielo riquezas inmortales.

L/: A este justo encaminó el Señor por sendas rectas.
R/: Le manifestó el reino de Dios.

OREMOS: O Dios, que para salvación de las almas hiciste al bienaventurado Francisco insigne predicador de tu palabra: concédenos por su intercesión, que el empleo continuo de nuestro espíritu sea meditar tus santos mandamientos, y el de nuestras obras fielmente cumplirlos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.



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