jueves, 4 de julio de 2019

NOVENA AL SEÑOR DE LA PROFESA





PIADOSA NOVENA AL SEÑOR DE LA COLUMNA
Venerado en el templo de La Profesa, Ciudad de México

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.
Dulcísimo Jesús Redentor mío: postrado humildemente ante vuestra divina presencia, me reconozco indiano de levantar mis ojos a mirar vuestra divina Imagen, tan desfigurada, atormentada, y abatida por mis culpas; pero considerando que ellas os hicieron bajar del Cielo a la tierra, y padecer tales tormentos, por libertarme de la esclavitud del pecado y del demonio me atreva a llegar a vos, con firme esperanza de que no desechareis mis suplicas, pues vos dijisteis: Venid a mi todos los que trabajáis y estáis cargados, que yo os aliviaré. Y pues me veis Señor tan cargado de pecados, y de peligros de caer en ellos, muévalos a compasión ver mi miseria, y socorredme con los auxilios de vuestra gracia, para que pueda resistir a mis apetitos y pasiones. Dadme Señor mío verdadera contrición de mis pecados, amor y compasión de vuestras penas, y un entrañable deseo de agradaros. Socorredme Señor en las tentaciones y trabajos de alma y cuerpo, pues son tantas las necesidades y calamidades temporales, que de solo vos puede venir el remedio, especialmente en la que os pido en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra y bien de mi alma, así os lo suplico Salvador mío que con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas Dios por todos los siglos. Amen.


PRIMER DÍA
Oh Amantísimo Salvador mío: Rey de Cielos y Tierra, Juez de vivos y muertos, que os quisisteis poner en manos de Pilatos y que este inicuo Juez os mandara azotar, y entregar a los Verdugos más crueles que rabiosamente querían beber vuestra sangre. ¡Oh espejo de hermosura! ¡Oh criador de todo lo que tiene ser! Quien abatió vuestra soberanía y Majestad a ser juzgado en la tierra como el más facineroso y vil esclavo ¡Que es esto Dios mío! No bastaba haberos anonadado haciéndoos hombre, que aun queréis ser reputado por el más vil esclavo de los hombres ¡Oh vanidad y soberbia del mundo, como no tiemblas de presentarte ante este Juez que te condena! ¡Oh humildad de Dios que a tal precio paga la soberbia del hombre! Dadme a conocer Salvador mío mi vileza y miseria, para que, humillándome delante de vos y de los hombres, consiga después la verdadera gloria con Vos. Amen.

Se rezarán tres Padre nuestros Aves Marías y Gloria Patri en reverencia de los tormentos del Señor al desnudarlo, al atarlo y azotarlo.

GOZOS
Señor: pues con mi maldad
Confieso que os ofendí:
Tened por Vuestra Piedad
Misericordia de mí.

A Vos Autor de la vida
Como á esclavo delinquimiento
Os trata la infame gente
Siendo de Vos deicida:
Y pues la chusma atrevida
Con mofa burla de Ti:

Mas el amor que el cordel
Porque mi culpa cruel
A tanto a un Dios obligó:
Pues tu inocencia pagó
Por lo que yo merecí:

L a rabia de los judíos
Pilatos pensó aplacar
Con mandaros azotar
A verdugos tan impíos:
Pues de los azotes ríos
Corrían de sangre allí:

Con diabólico furor
Vuestras espaldas herían
Y Vuestra Sangre vertían
Por el suelo. ¡Qué dolor!
Si a tanto exceso el amor
Movió el ver que perecí:

Quién al ver Vuestra hermosura
Por mi amor tan afeada
Con azotes lastimada
¡No llora con amargura!
O ceguedad y locura
Del hombre ¡Qué frenesí!

Con blasfemias insolentes
Los Sayones atrevidos
Herían Vuestros oídos
Con sus lenguas maldicientes:
¡Dulce Jesús! pues consientes
Ser por mi tratado así:

Hablad, pues, al corazón
De Vuestros finos devotos
Que ofreciendo aquí sus votos
Contemplan Vuestra Pasión:
Dadles el precioso don
De perseverar así:

Y todo el Pueblo Cristiano
Que en este Templo os venera
Reciba en la hora postrera
Bendición de Vuestra mano:
Pues como á Juez Soberano
Se postra rendido aquí:



DIA SEGUNDO
Oh Criador y Redentor mío amabilísimo: como pueden mis ojos mirar el furor y desacato, con que arrebatan violentamente vuestras sagradas vestiduras para azotaros más a su salvo, y os dejan desnudo a vista de aquella chusma infernal, ¡para ser el blanco de sus mofas y escarnios! Oh Salvador mío! Vos que vestís el Cielo de Estrellas, la tierra de luz, los árboles y campos de hojas y flores, ¡estáis desnudo y al frio en el atrio de Pilatos! ¡Oh corazón enamorado de los hombres, y qué ingratamente sois correspondido de ellos! Volved o Redentor mío vuestra amorosa vista sobre mí, encended mi corazón en vuestro amor y compasión de vuestras penas, para que mirándoos desnudo, me desnude yo de toda la vanidad y afectos terrenos, y ponga en solo Vos todo mi amor y agradecimiento, para que así logre el copioso fruto de vuestra redención en el Cielo donde con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas Dios por todos los siglos. Amen.


DÍA TERCERO
Oh Salvador y Redentor mío: como no se estremece mi corazón y se quebranta de dolor, viéndoos desnudo, ¡y que con tanta crueldad atan con fieros cordeles esas divinas manos de que están pendientes los Cielos y la tierra! ¡O dulce amor mío! No es el cordel el que os ata, si es el amor con que queréis satisfacer a la divina justicia por mis culpas, estas son Señor mío las que os atan a esa Columna para desatarme a mí de la esclavitud del pecado y del demonio. O exceso de amor inestimable ¡Por librar al siervo ingrato y enemigo, tomar sobre si el Señor de la Majestad toda la pena que yo merecía! ¡O Piedad y Misericordia infinita! ¡Vos Señor atado con tanta crueldad, por ganarme a mí la libertad de hijo de Dios! ¡Que es esto Dios mío! ¡Y tendrá valor este vil gusano para volver las espaldas y ofenderos! O Señor y Redentor mío, nunca tal permitáis, dadme Señor un dolor vehementísimo de mis culpas y un amor entrañable con que pueda corresponder al infinito amor vuestro, un amor humilde y agradecido, un amor paciente y perseverante hasta el fin. Amen.



DÍA CUARTO
Oh Criador y Redentor mío: ¡a que exceso de abatimiento os condujo el amor de vuestras criaturas! ¡Vos desnudo! ¡Vos atado a esa Columna! ¡Pero hay Señor mío! Que añadiendo a los ultrajes los tormentos, ¡comienzan a descargar con inferna! furia los azotes sobre vuestras espaldas, ¡porque sobre ellas fabricaron los pecadores tal cumulo de iniquidad! ¡Oh Cielos! como no caéis sobre los que cometen tal maldad! ¡Oh Columna dura, como no te ablandas con el contacto de tu Criador! ¡Oh Redentor mío! ablandad la dureza de mi corazón, y penetradlo de un vivo dolor de vuestras penas, no se aparten jamás de mi memoria y con ocasión, estas me fortalezcan para sufrir por amor vuestro todos los trabajos de esta vida con entera resignación en vuestra divina voluntad. Sea así Salvador mío que con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.


DÍA QUINTO
Oh Salvador y Redentor mío: que pasmados estarían los Serafines que con temblor os adoraban atado a esa Columna, viendo que los malvados Sayones arrancaban con los azotes vuestras delicadísimas carnes. ¡Oh dulce amor mío, como no tiemblo yo y me estremezco pues soy la causa! ¡Oh cordero mansísimo! ¡que sufrís ser desollado sin abrir la boca, antes bien compadeciéndoos de vuestros enemigos, y rogando al Padre por ellos! ¡Oís sus blasfemias y dicterios insolentes y calláis con mansedumbre divina! Dadme Redentor mío paciencia para sufrir las injurias y malos tratamientos que se me ofrecieren, para que imitándoos consiga por vuestros merecimientos la Gracia y por ella os acompañe en la Gloria. Amen.


DÍA SEXTO
Oh Salvador y Padre mío amabilísimo: única esperanza de los pecadores que arrepentidos se llegan a Vos, contemplando vuestras penas en esa Columna, a ella me acojo como a puerto de seguridad, ¡y con firme! Fé y esperanza de que esas llagas de los azotes han de curar las que el pecado abrió en mi alma, os suplico Señor mío, me las deis a conocer, y concedáis un verdadero arrepentimiento, y eficaz propósito, que me haga perseverar en vuestro amor i gracia hasta el fin. Yo os adoro Salvador mío, y de todo mi corazón os doy las más humildes gracias por haberme redimido tan acosta vuestra. Aquí me tenéis rendido, no me apartéis ni permitáis que yo me aparte de vos, sino que eternamente cante vuestras Misericordias en el Cielo. Amen.


DÍA SÉPTIMO
Oh Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, con esa sangre que corre de vuestro delicadísimo cuerpo! ¡Como puedo miraros sin morir de dolor! ¡Azotes! ¡Y tales azotes sobre las espaldas de Dios! ¡Oh Paciencia infinita! ¡Que sufre sin despegar sus labios tales tormentos! ¡O Maestro mío! que así me enseñáis el camino del Cielo, que es padecer sin consuelo y sin quejarme, pues tengo tan merecidas las penas y trabajos, vengan Señor sobre mi todos los que quisiereis, con la paciencia para sufrirlos, castigadme Señor aquí, para que me perdonéis antes del día de vuestra ira, y consiga por vuestros merecimientos, veros por eternidades en la Gloria. Amen.


DÍA OCTAVO
Oh dulcísimo Salvador mío: que, estando atado a esa Columna y con tanta crueldad azotado, mofado, y escupido, no volvéis la cara a quien os maltrata, mostrando que no os negareis al pecador que lo mira para adorarla; con firme confianza me llego a vos, y con profunda humildad os adoro con un corazón agradecido al inestimable precio con que me habéis redimido. Yo os amo sobre todas las cosas, y firmemente espero en vuestra amorosa Piedad el remedio de todas mis necesidades espirituales y las temporales que me sean útiles y provechosas para más serviros, como las que os pido en esta Novena, deseando que toda ceda en gloria vuestra y provecho de mi alma, y las de mis próximos amigos y enemigos para que de todos seáis glorificado. Amen.


DÍA NOVENO
Oh Criador y Redentor mío: cuanto serial vuestro dolor, cuando cansados los Verdugos de atormentaros, y temiendo que murierais con los azotes, os desataron, y cubriéndoos con vuestra túnica sobre las llagas vivas, apegándose a ellas se renovaron vuestras penas, este fue el alivio, ¡un tormento tras otro hasta la Cruz! ¡O Salvador mío! ¡Como puedo yo apetecer los deleites y regalos que me apartan de vos! No Dios y Señor mío, no permitáis que de nuevo me precipite con ellos, dadme por vuestra piedad el don de la perseverancia en el bien hasta el fin, y por vuestros acervos dolores, y agonías mortales de vuestros azotes, os suplico que en mi última agonía no me desamparéis; para aquella hora os pido especialmente vuestra asistencia perdón y gracia, y que recibáis mi alma en las moradas eternas. Amen,



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