jueves, 1 de agosto de 2019

CUARENTENA A SANTA FILOMENA





DEVOCIÓN DE LOS CUARENTA DÍAS A LA BIENAVENTURADA SANTA FILOMENA, VIRGEN Y MÁRTIR

Para desterrar la incredulidad y sus desórdenes, promover el amor y culto de Dios, al mismo tiempo veneración a nuestra santa mártir y la santificación de las almas.
Traducido del catalán
por una devota de la misma Santa Filomena.
Barcelona, 1830


ACTO DE CONTRICIÓN
¡Oh dulcísimo Jesús, Dios y hombre verdadero, padre, criador y redentor mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo más que a mí mismo! ¡Oh bondad infinita digna de ser amada sobre todas las cosas! ¡Ah!  en lo más íntimo de mi corazón siento haber pecado contra Vos. ¡Ay! ¡Ojalá, ojalá mi dolor fuese tan vehemente, que en este mismo instante se hiciese pedazos mi corazón, al considerar que tantas veces os he agraviado! Pésame, Dios mío, de haberos ofendido; pésame igualmente porque podéis privarme de la gloria y arrojarme al infierno; propongo firmemente con vuestra gracia nunca más pecar. Perdonad, Señor, mis culpas; para que limpia y pura mi alma se dedique con más ahínco y fervor a vuestro santo servicio y alabe a la gloriosa virgen y mártir Santa Filomena, mi especial abogada. Dadme, Dios mío un espíritu fervoroso para imitarla en la fe, en la esperanza, en la caridad y demás virtudes; a fin de que constante como ella en serviros os alabe también en su compañía eternamente en la gloria. Amen.



ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Santa Filomena! ¡Cuán grande es vuestro contento, contemplando la omnipotencia, majestad y grandeza de Dios en el cielo! ¡Ah! El durará mientras Dios será Dios; y sin poder vos experimentar jamás la más mínima tristeza, cantareis siempre con los bienaventurados aquel cántico de eternas alabanzas, cántico de nuevas y eternas delicias: Santo, Santo, Santo. Este es el premio correspondiente a la vida fervorosa con que servisteis al Señor. Y yo.... ¡ay de mí! me veo sin virtudes, sin méritos, expuesta mi alma ¡Oh Santa patrona mía! Volved desde el cielo vuestros ojos cariñosos y compasivos hacia esa pobre y miserable criatura; y por medio de María Santísima alcanzadme de Jesús, gracia eficaz con que de aquí en adelante procure servir a Dios con todo fervor, y lograr la bienaventuranza eterna. ¡Oh!  qué satisfacción será la vuestra, al ver que por vuestra intercesión una criatura tan olvidada y tibia como yo paso al estado de fervorosa! confío, Santa mía, que me alcanzareis esta gracia; favor que cordialmente os pido.




DIA I
ORACIÓN
¡Oh Santa Filomena, modelo de perfección cristiana, en que combate os contemplo al pediros Diocleciano por esposa! ¿Vos uniros con un tirano, con un bárbaro? ¿Vos abrazar las leyes paganas? ¿Vos dejar al Señor que se dignó criaros para ser de un emperador? ¡Ah! sin duda inspirada de la gracia pensaríais: Dios mío, yo os conozco y os adoro; todas las criaturas me publican vuestro infinito poder y vuestra bondad infinita; los cielos anuncian vuestra gloria con sus ordenados cursos; la resplandeciente luz de las estrellas me avisa, me revela la claridad inmensa de que participan los bienaventurados en el cielo; los animales, los árboles y las plantas con la variedad de sus especies, con la hermosura de sus flores y con sus frutos saludables, todo... Oh! sí, todo el mundo es testimonio evidente de vuestra sabiduría, Dios mío, hallándose todo ordenado a los fines de vuestra providencia infinita. Mi conciencia quedaría confusa, si yo no os amara, y mucho más si la ofendiera, viéndome reo de un infierno, conforme a vuestra divina justicia. Yo pues, que creo y confieso que vos me habéis criado, y que no he podido yo hacerme por mí mismo, así como criasteis a todos los demás seres, suspiro vivamente para que mi espíritu se eleve a un alto conocimiento de vuestro ser supremo que se dignó sacarme de la nada.
¡Oh!  si así se verificará, con que fervor contemplaría sus atributos y maravillas! Alcanzadme, oh Santa de mi corazón, alcanzadme de Jesús por medio de María santísima esta gracia: con ella mi espíritu será todo de Dios, amándole y adorándole siempre, como vos lo amasteis y adorasteis siempre. Amen.
3 padres nuestros, aves marías y glorias…




GOZOS A SANTA FILOMENA VIRGEN Y MÁRTIR 

Pues nunca tuvo cabida
En vos la gloria terrena:
Guiadnos a mejor vida,
Virgen Mártir Filomena.

De la Grecia un trono ilustre
Por su heredera os pregona;
Pero Vos a otra corona
Aspiráis de mejor lustre:
Pues os es apetecida
Solo la de empinas llena.

De muy prematura edad
A Cristo dais en ofrenda
La rica joya, la prenda
De vuestra virginidad:
Sois su esposa muy querida,
Blanca y fragante azucena.

El atroz Diocleciano,
Sensible a vuestra hermosura,
Todos los medios apuran
Para obtener vuestra mano:
Vos, si bien qué agradecida,
De ello os mostráis muy ajena.

Vuestros padres, su precepto.
Dos tronos con su atractivo,
No os son bastante motivo
Para mudar de concepto:
La fe a Cristo prometida
Tal desprendimiento ordena.

Del tirano el fiero encono
A la venganza le impulsa,
Al ver que lleva repulsa,
En su persona y su trono:
Su bilis enardecida
Por de pronto os encadena.

Mas las cadenas y grillos,
Como precioso joyel,
Muestran mejor al infiel
Del alma vuestra los brillos:
Ve que un amor sin medida
A Jesús os enajena.

Aherrojada os encierra
En cárcel muy tenebrosa,
Donde el hambre y sed penosa
Os hagan continua guerra:
Allá en vez de la comida
Esperáis la eterna cena.

Para vos el calabozo
"No es lugar de desconsuelo,
Que en él la Reina del Cielo
La tristeza os vuelve en gozo:
Y os deja fortalecida
Para vencer toda pena.

Constancia tan no es esperada
De furor le pone ciego;
Manda seáis desde luego
Públicamente azotada:
La soldadesca atrevida
¡Cuanto en Vos se desenfrena!


Toda de pies a cabeza
A golpes os desfiguran;
Ángeles empero os curan
Y aumentan vuestra belleza,
Con ventaja conocida
A la de 1a antigua Helena.

¡Qué de tormentos no fragua
¡El emperador mohíno!
Intenta al fuego divino,
Que arde en vos. matar con agua
Por tanto, a ser sumergida
Bárbaramente os condena.

Con áncora al cuello os lanza
Del Tíber en la corriente,
Y tal crimen no consiente
El áncora de la esperanza:
Por ella sois- conducida
Salva y enjuta a la arena.

Que al rigor de la saeta
Perezcáis quiere el tirano y
Su conato- será en vano
Contra vos, invicta atleta:
Como estáis ya apercibida
A la lucha vais serena.

Por tres veces nada pudo
Contra vos aquel tormento:
¡Y qué mucho, si de intento
Ángeles son vuestro escudo!
Pues ni la más leve herida
Recibís en tal escena.

Tantos portentos cuidados
Ya dan al tirano elevar
Porque teme que la plebe
Adore al Crucificado:
Así son saña no oída
Decapitaros ordena.

Así se os abre el camino»
Por el cual al cielo vais,
Do las bodas celebráis
Con el Cordero Divino,
Quien como esposa querida
De sus favores os llena

De vuestras gracias notables
De vuestros grandes prodigios
Ve el incrédulo vestigios,
Que le son irrecusables:
Vuestra fama esclarecida
Por todo el orbe resuena.

Ya que pues Vos desde lo alto
Veis" de Sion los apuros;
Y que el averno a sus muros
Intenta dar el asalto:
Sea de vos socorrida.
Sed su inexpugnable almena:

VUELTA.
Pues que oís compadecida
Al que os invoca en su pena
Alcanzarnos mejor vida,
Oh Divina Filomena 

L/: Ruega por nosotros ¡Oh bienaventurada Filomena!
R/: Para que seamos dignas de las promesas de Cristo


ORACIÓN FINAL
¡Oh Santa Filomena, protectora mía, digna de mi mayor veneración! Contemplándoos o entre las penas de vuestro martirio, o coronada con la corona de gloria que por él merecisteis, os suplico que me alcancéis de Jesús, vuestro dulcísimo esposo, a quien tanto amasteis y por quien tanto padecisteis, la luz de una fe tan viva, que jamás se apague, una esperanza tan firme que nunca desconfíe, y un amor de Dios y del prójimo tan ardiente, que siempre mi voluntad y mi corazón unidos con mi Criador y Redentor se desahoguen en actos fervorosos de tan santa virtud. Haced que aborrezca yo hasta tal punto la infidelidad y el paganismo, que derrame continuamente lágrimas por la conversión de los infieles pecadores, que infieles y sin temor se entregan a tantos desórdenes; y ya que vos, por no ser infiel al esposo Jesús, disteis la vida con tantos tormentos, rogad por la salvación de todas las almas; haced que animados con vuestra protección poderosa, sirvamos siempre fervorosos a Jesús nuestro Salvador, y logremos la dicha de ir al cielo para darle a él y a vos las debidas eternas gracias. Amen.


DIA II
ORACIÓN
¡Oh elevada en Dios santa Filomena! Vuestros padecimientos empezaron en horrorosa cárcel; pero vos hallasteis medio de superarlos con levantar vuestro corazón al Criador y adorarle. Aquella tan necesaria comunicación entre Dios y los hombres, en que el Criador se da a conocer a sus criaturas y estas le glorifican, ¿con qué valentía dispuso vuestro interior? Es necesario que exista un ser supremo, un Dios, pensabais; luego es también preciso que le tributemos culto, que le amemos, que le alabemos. Así discurrís sepultada en lóbrego calabozo. ¡Ay Señor! continuabais: Vos me habéis ilustrado, dándome conocimiento claro de vuestras perfecciones infinitas; yo sé que Vos sois el ser supremo ndiente, y que de Vos dependen todas las cosas; yo sé que Vos sois el principio y fin de todos nuestros bienes, que Vos sois infinitamente bueno y liberal para socorrernos en todas nuestras necesidades. Siendo así, ¿de qué tengo de temer? ¡Oh Señor! Vos me ayudáis, y por lo tanto despreciaré a mis enemigos. Vos me amparáis, y por lo mismo no temeré lo que contra mí maquinen los hombres. Vos, Señor, Vos en vuestro nombre me salvareis. ¡Oh Santa mía! ¡Si yo iluminado de la gracia conociese, amase y adorase al Criador como vos! ¡ah cuánta y cuán pura seria mi religión! ¡Cuán fervoroso seria yo en sus actos! ¡Mi corazón, mi voluntad... Oh!  dignaos, gloriosa Filomena, alcanzarme de Dios por medio de María santísima esta virtud de la religión tan preciosa, como necesaria Sí, con ella, a semejanza vuestra, venceré todas las tribulaciones de esta vida. Amen.





DIA III
ORACIÓN
¡Oh santa de mi corazón!  cuan enamorado estaba vuestro espíritu, aunque entre penas a millares! Frecuente en la contemplación discurriríais así: Tan solo la religión cristiana es el camino seguro que guía a la gloria. Un sola Dios, una sola providencia, una religión sola. La concordia del antiguo con el nuevo testamento, las figuras realizadas con tanta perfección, la muchedumbre de profetas que demuestran la venida de Jesucristo, su nacimiento, vida, milagros, pasión, muerte y resurrección gloriosa, la venida del Espíritu Santo, la reprobación de los judíos, la vocación de los gentiles, el establecimiento de la Iglesia... ¡Oh! todo me afianza en la fe, esperanza y amor de Jesús mi dulcísimo esposo. Vos nos habláis, Señor; ¡pero como sois omnipotente nos habláis con milagros! ¡Vos solo podéis obrarlos; y como por otra parte es del todo imposible que os engañéis, con tales portentos queda autorizada vuestra divinidad y las verdades que os dignasteis enseñarnos! ¡Y a vista de pruebas tan palpitantes, á vista de maravillas tan estupendas, yo me entregaría a un pagano, abandonaría la religión que profeso, lo cual Jesús fundó y propagó por medio de los Apóstoles ¡Oh! los Apóstoles eran hombres rudos, flacos, sin aparato, ni séquito de los poderosos del mundo, y sin embargo propagaron la religión católica, y con prodigios los más admirables demostraron ser toda divina, sellando sus creencias con su propia sangre que gustosos derramaron. ¿Y yo que soy cristiana...? yo sería infiel...? No. ¡Oh Santa Filomena! ¡Ojalá tuviere como vos grabada profundamente en mi espíritu la religión cristiana! ¡Cuán arreglada, santa y fervorosa sería mi vida! Soy cristiano, es verdad; pero ¡ah! miserable de mí! ¡cuán descuidado vivo! ¡Alcanzadme pues, alcanzadme, Santa mía, la gracia de apreciar como es debido la única religión verdadera, la religión católica!  alcanzádmela por medio de María santísima, pues grande será vuestra satisfacción, si yo fervoroso sigo vuestros pasos. Amen.





DIA IV
ORACIÓN
¡Oh modelo de la fé, Santa Filomena! ¡Qué bella ocasión para que resplandeciera la religión católica os daba Diocleciano, haciéndoos sufrir penas sin cuento! Bella ocasión, porque entre tantos tormentos como aquel bárbaro imaginara, vos manifestabais más y más la fe que a vuestra alma embelleciera. Heroína invicta, hubisteis de combatir una pasión diabólica, con que se abrasara el corazón carnal y feroz del tirano. Vuestros padres, Santa gloriosa, abrazaron la fe de Jesucristo, y por este medio os lograron el cielo de un modo admirable; por esto os llamaron Filomena, esto es, hija de la luz, y vos como á hija de aquella luz soberana, opusisteis varonil resistencia a las tinieblas densas de la gentilidad. Metida vos en cárcel lóbrega... ¿se puede agradar a Dios sin fe? No, es imposible, exclamáis: el alma, el alma que de fe carece, se pierde, se condena; ¿puedo pues yo repudiarla? No, mil veces no. Sostenida yo de la gracia, ni la misma muerte me hará retroceder de la fe cristiana, que dichosamente profeso. Oh Santa Filomena!  cuán alumbrado estaba vuestro interior! ¡Ah! Si mi fe hubiese sido tan viva, como hubiera contemplado la bondad y misericordia de Dios, y por lo tanto le habría servido con amor; como hubiera temido su justicia, y por consiguiente me había horrorizado de mis culpas, ¡y mi vida no sería tan extraviada sino santa y meritoria! ¡Oh Santa de mi corazón! Rogad a María Santísima me alcance de Jesús esta preciosa joya de la fe, y sea tan viva que me mueva a vivir santamente; y con tal fervor que primero dé yo mil vidas antes que apartar me dé la creencia de los divinos misterios. Así sea.





DIA V
ORACIÓN
¡Oh alumbrada santa Filomena! en vano las tribulaciones se atropellaban unas sobre otras para embestiros; en vano, pues, la gloria que vos esperabais era más que suficiente para superarlas. Fija vuestra mente en aquel palacio del Esposo por quien padecíais, no, no se arredraba vuestra voluntad por más grandes y crueles que fueren los combates y las penas; en medio de aquellos y de estas diríais: ¡Oh! el Señor me ilumina, él es mi salud; ¿tengo pues que temer? El esposo Jesús me espera ya para darme una vida inmortal en el cielo. ¡Qué dicha ver y gozar de Dios para siempre, bañada el alma de la luz divina! ¡qué dicha tratar con María santísima, reina de aquella patria soberana!  elevarse en alas del amor de Dios con los Ángeles, querubines y serafines, y cantar con los bienaventurados... ¡Oh gloria! ¡oh gloria!  oh imponderable premio de que disfruta el alma santa! Esta será la recompensa competente a los tormentos que ahora sufro; el Esposo me la tiene prometida; es poderoso para dármela y su misericordia me la asegura. ¡Oh Santa enamorada del cielo! Si mi esperanza fuese grande como la vuestra, con que calor trabajaría por la gloria. ¡Ah! Jesús murió para salvarme... él me inspira... él me estimula con la gracia. Logradme pues del, esposo Jesús con el auxilio de su santísima Madre, una esperanza firme, laboriosa para merecer aquel premio. Si me la lográis, Santa mía, seremos compañeros en el cielo; por lo que no cesaré de pedírosla.




DIA VI
ORACIÓN
¡Qué situación la vuestra, comparada con las débiles fuerzas que teníais por naturaleza! ¡Ay!  habríais sido víctima de la perfidia; ¿pero con qué empeño María Madre de la gracia, madre de misericordia, os protegía en tan críticas circunstancias? Aquella gracia con que estabais unido a Jesús, os movía a acogeros a su Santísima Madre. ¡Oh qué animosa la reclamabais: ¡Madre, consuelo de los afligidos, vida, dulzura mía, esperanza mía! Al salir del corazón el nombre dulcísimo de Madre... ¡cómo se disipaban aquellos tormentos y angustias! ¡Ay! con mayor espíritu os uníais con el Esposo Jesús; y la confianza que teníais con su Madre Santísima... ¡Oh si yo, como vos, la tomase y venerase con todo el corazón por Madre mía! ¡Qué espíritu sería el mío! ¡qué confianza me inspiraría, y vigor para no caer en las tentaciones de los infernales enemigos! Libre mi corazón, ¡qué generoso emprendería el camino de la virtud! No podría el tentador... Alcanzadme, Sta. mía, la gracia de entregarme por hijo fidelísimo a María, que la sirva con fervor, y sin cesar toda mi vida. Mirad que tendré segura la gloria si logro el amparo de una Madre tan buena, y tan poderosa protectora.





DIA VII
ORACIÓN
¡Oh enamorada de Jesús Santa Filomena! Los terrores con que el bárbaro Diocleciano os tenía oprimida. . . no, no debilitaron el espíritu con que amabais al Criador. Ni por más que en aquella cárcel abundasen las aguas de las tribulaciones, jamás pudieron apagar el fuego de la caridad, con que vuestro corazón se abrazaba. Haberos Dios criado, y con un alma tan noble a imagen y semejanza suya, y para haceros dichosa en el cielo, haberos redimido con su preciosísima sangre, hecho cristiana, y sin ningún mérito de parte vuestra, haberos conservado la vida, sentidos y potencias, y preservado... ¡Oh qué beneficios tan grandes, recibidos de la mano benéfica del Criador! ¡Ay!  arrebatada vuestra voluntad y siempre unida a la bondad Divina, más fuerte el amor que la misma muerte Os amaré, Dios mío, exclamabais, os amaré ¡Oh Señor! Que sois la misma fortaleza; os amaré, bondad infinita, por más que los tormentos, horrorosos... ¡Oh Santa todo amor de Dios! ¡Con qué afecto amaría al Señor que se dignó criarme, y hacer me tantos y tan grandes beneficios!  como se desahogaría mi corazón... Ay! alcanzadme de Jesús, con el patrocinio de su Santísima Madre a lo menos, algunas centellas de este fuego que santifica; y mi voluntad... ¡Ay! estará siempre consagrado a Jesús que tanto nos ama.




DIA VIII
ORACIÓN
¡Oh atribulada Sta. Filomena! entre dos males los más horribles os veiais acosada de aquel bárbaro idólatra Emperador; o dejar de ser cristiana, y condenaros, o con horrorosos tormentos morir, si queríais salvaros. Puesta en tanta apretura, no, no se desahogó vuestro corazón en odio, contra un tirano, que tanto os molestaba: encendida en amor de Dios, teníais presente aquella ley de la caridad con el prójimo: haced bien a los que os aborrecen. ¡O con qué compasión mirabais el estado infeliz del tirano y sus secuaces! ¡qué deseosa estaríais de que conociesen al verdadero Dios y abandonasen la idolatría! Sus delitos traspasaban vuestro corazón; ya por ser contra el Criador, ya por la pérdida de tantas almas, y afligida de tantos excesos... ¡O con qué anhelo pediríais a Jesús, les diese las gracias para conocer su mal estado, hiciesen penitencia, y se salvasen! Perdonadlos, Jesús, fervorosa diríais, perdonadlos, Jesús, que no saben lo que hacen, y ¡Oh Santa de Dios y de las almas enamorada! si yo supiese imitaros! con qué amargura de corazón llevaría las ofensas que se cometen contra el Salvador! con qué amor y generosidad perdonarla los agravios a mis hermanos! Alcanzadme de Jesús con la intercesión de María, Madre del amor, esta gracia. ¡Qué dicha será la mía, si amando a Dios y a mis hermanos, acierto a imitar vuestros ejemplos!





DIA IX
ORACIÓN
¡Oh Santa Filomena toda de Jesús! ¡Qué dulce os era la memoria de ser toda suya, aunque sufríais tantas penas! Ya en la tierna edad, ilustrada de la divina gracia, consagrándoos con voto perpetuo de castidad, determinasteis generosa no admitir por esposo a otro que a su Majestad Divina. ¡Qué sabia resolución! Cotí ella estabais dispuesta para elevarse vuestro espíritu; porque la doncella virtuosa solo se ocupa en las cosas del Señor, y como le será más agradable por dicho fin. ¡O con qué atención meditabais las divinas perfecciones, el poder, majestad y gloria, la bondad y hermosura de Dios, aquel amor infinito que tanto nos ama! La inmensidad de beneficios.... ¡O que abstraída estabais de las cosas terrenas! Con qué fervor vuestro corazón... ¡Oh Santa mía! ¡Qué diferente de la vuestra ha sido no solo mi infancia, sino toda mi vida! ¡Vos toda de Dios, toda dada a Dios!  y yo. . .  ¡Ay miserable¡ qué olvido del Señor, no solo en mi edad primera, sino hasta el presente !Qué digo olvido! ¡Cuán enormes y numerosas son mis culpas! y no saber ¡Ay de mí¡ si Dios me ama ¡Oh compasiva Filomena! Pedid a María Santísima que me alcance de Jesús un fervoroso espíritu para arreglar santamente mi conducta. ¡Qué contento será para vos, conducir al cielo a un pecador que ha pasado el tiempo con tan gran tibieza¡




DIA X
ORACIÓN
¡Oh Santa abstraída de las cosas del mundo! En vano pensaban vuestros padres seríais la sucesora del Reino: en vano intentaba Diocleciano ganaros por esposa con las riquezas, delicias, aplausos, y el dominante honor del imperio de la famosa Roma; vuestro corazón estaba ya todo entregado a Jesucristo. Servir a Dios con fervor y fidelidad, decíais interiormente, es reinar en la tierra, y después para siempre en el cielo. ¡Qué prudente y santa vuestra idea! Dios mío, y todas las cosas, seria vuestro blasón, oprimida de las penas con que Diocleciano bárbaro os oprimía. ¡Oh Santa toda de Dios! La pureza de intención, la rectitud de voluntad, la fidelidad y amor con que servíais al Criador, condena mis desvíos, y presenta a mi vista los enormes pecados, con que yo miserable le he ofrecido. ¡Qué terror y espanto me causan! ¿Quién me librará de las cadenas de mi desgraciada esclavitud? ¡Ay de mí, que he ofendido a un Dios de infinita bondad! A un Señor omnipotente, que podía echarme en el infierno. . . ¿y la gloria? ¡Oh Santa de mi corazón! ¡Oh si mi corazón se partiese ahora de sentimiento y pesar! Alcanzadme de Jesús, con el amparo de María Madre de misericordia, la gracia de un verdadero arrepentimiento. Si me la alcanzáis, como lo espero, ¡qué gloria será para vos en el cielo! y para mí? ¡Ay! la mayor felicidad.




DIA XI
ORACIÓN
¡Oh Santa de mi corazón! Fijad vuestra atención en el aprecio de Dios en nada teníais las cosas de este mundo miserable: firme en vivir toda para Dios, ni el aprecio y ternura con que amabais a vuestros padres, ni las felicidades y honras mundanas, ni las grandezas de un imperio, ni los peligros de perder la vida, fueron suficientes para que desistieseis de la santa idea que teníais comenzada; dichosos, decíais, dichosos los que siguen el camino de la vida inmaculada y de la observancia de la divina ley. Yo soy de Jesús, no debo ser de otro, y menos de un emperador bárbaro, idólatra, perseguidor de Jesucristo; menos mal es que mis padres y vasallos padezcan, que ser yo infiel al Criador ¡Qué heroica vuestra fidelidad al Esposo Celestial! ¡qué firmeza en las máximas de la Religión cristiana! ¿y yo? qué flaco y miserable! A cada paso, ¡Ay! he traspasado la ley santa de Dios; aquella ley que había prometido observar en el bautismo; y tantos pecados... ¡Ay, que tal vez tienen aún encadenada mi alma! No sabe el hombre si es digno de odio o de amor. Libradme, Santa mía, de tan terrible miseria, alcanzadme de Jesús con la mediación de María Santísima, amargas y continuas lágrimas ¡Oh si ahora muriere de dolor! confío no serán en vano mis súplicas.





DIA XII
ORACIÓN
¡Oh invencible Santa Filomena! ¡Qué sobre salto fué el vuestro, al ver entrar en la cárcel el mismo tirano, que bárbaro os tenía oprimida, empeñado a que le dieseis la mano de esposa! Sola, sin amparo en la tierra; tierna, sin experiencia del mundo..., ¡Oh qué temor os causarían sus miradas y su cara fiera! escuchabais sus palabras y promesas engañosas, horrorizada con las expresiones más vivas de un corazón torpemente enamorado, empeñado a seduciros: y vos... ¿yo separarme de Jesús? yo idólatra y esposa de un tirano idólatra? cómo puedo cometer tan atroz maldad y pecar contra mi Dios? No, no, no bondad infinita, no..; ¡Oh qué puro y santamente determinado estaba vuestro corazón! ¡Ay! ¡si mi voluntad de no pecar jamás fuese tan firme y constante, como la vuestra, de no ser infiel al Señor y de no ser pagana! ¡Oh fidelísima Santa! ¡interceded con María Santísima me alcance de Jesús tan heroica resolución! ¡Qué satisfacción para vos, ver que un pecador, como yo, de las tinieblas de las culpas, pasa a gozar de la luz clara de la gracia! ¡Qué rápidamente corre a la eterna bienaventuranza! ¡qué dicha será la mía! ¡Ay! ansiosa la espero.





DIA XIII
ORACIÓN
¡Oh constantísima en el amor de Jesús Santa Filomena! Mudadas, en rigor las caricias y promesas que Diocleciano os hacía, un poco de pan era el sustento que os concedía. ¡Tales son las mudanzas de este mundo! Pero si con hambre intentaba ganar vuestra voluntad, y pervertiros, Jesús os amparaba con la divina gracia, a fin de que quedasen burladas las pretensiones malignas de aquel bárbaro. Elevado vuestro espíritu, ¿con qué claridad se os daba a conocer en vuestras fervorosas oraciones? Infinitamente poderoso, sabio, criador de todas las cosas, de gloria, bondad y misericordia inmensa, redentor de las almas, y de una hermosura... ¡Qué prendada y arrebatada del amor vuestra voluntad! Jesús se os representaba el más hermoso entre los hijos de los hombres, derramada la gracia en sus labios: pero Diocleciano idólatra perseguidor...  ¡O Santa mía! si yo supiera resistir a los insultos de mis enemigos, como vos a los vuestros, Ellos de día y de noche ¡Ay! como leones rabiosos me rodean para tragarse mi alma. ¡Oh si el Señor me concediese que, elevándose mi espíritu a la contemplación de su bondad y misericordia, victorioso dejase burladas sus estratagemas y asaltos malignos! Alcanzadme de Jesús, con la intercesión de María Santísima, esta gracia: ella será un nuevo atractivo para veneraros más y poner en vos mayor confianza.





DIA XIV
ORACIÓN
¡Oh inmóvil en el camino de la virtud, Santa Filomena! No solo Diocleciano bárbaro os afligía, sino también la triste memoria de la determinación que habían tomado vuestros padres. Pensaban ellos que sería grande honra emparentar con el noble poderoso imperio de la famosa Roma; que lograrían pacífica la posesión de su reino en la Grecia, y la felicidad de los vasallos; y estas prosperidades ¡Ay! Los abalanzaron a daros para esposa a aquel bárbaro idólatra, y ahora son para vos un terrible sentimiento las amarguras que los afligen. ¡Oh Dios! suspirando exclamaríais: Vos dilatáis mis tribulaciones; abrid las puertas de vuestra misericordia y oíd mis súplicas; si me oprimen la tribulación y las angustias, yo meditaré vuestra santa ley; aquí hacedme pedazos, en esta mazmorra, entregadme a las llamas, no me perdonéis, como sea vuestra para toda la eternidad. ¡Oh Santa Filomena! qué conformada a la divina voluntad! Si mirabais los tratos imprudentes y bárbaros del idólatra por amor a Jesús, erais inalterable, si atendías a las amarguras de vuestros padres, que perdían una hija que tanto apreciaban, por amor a Jesús, estabais consolada: si considerabais que padecíais sola, ausentes unos padres que teníais escritos en vuestro corazón, para Jesús no que dabais suspensa en el ejercicio del amor: toda para Dios... ¡Ojalá que yo gozase de una paz como la vuestra Santa Filomena! qué agradable seria al Criador. Alcanzádmela de Jesús por medio de María Santísima, con ella inalterable en todos los reveses de fortuna haré siempre la voluntad divina.






DIA XV
ORACIÓN
¡Oh Santa Filomena! plenamente entregada a Jesucristo. Bien procuraba de todas maneras Diocleciano ganaros: sin duda repetiría sus promesas, con nuevas chocantes caricias, con la alta dignidad de Emperatriz, y distinguidos aplausos de toda la nobleza del Imperio Romano, temperando de este modo las amarguras que pasabais; las que, cotejadas con aquellas felicidades mundanas, abalanzasen vuestro corazón, para salir de la esclavitud, y escapar de los tormentos con que estabais amenazada: pero Vos... ¡Oh Dios! cómo habíais de ceder a un idólatra? ¿Vos, que fiel a la promesa que teníais hecha a Jesucristo, no hicisteis caso de la ternura y lágrimas de vuestros padres, ni de verlos postra dos a vuestros pies, pidiéndoos ansiosamente, dieseis la mano de esposa a aquel Emperador? Habíais elegido pasar una vida mortificada: sois ahora la imagen de Jesús, toda de Jesús; y lo tenéis grabado en vuestro corazón; sabéis que quien es de Jesús, quien sigue a Jesús, no va por las tinieblas del error, y que poseerá la luz de la vida; ¿pero qué vida?  la vida eterna. Ilustrada con aquella luz misteriosa ¡Oh experimentada Santa! si conociese yo el camino, seguro para agradar al Señor como Vos lo conocíais. ¡Qué abnegada estaría mi voluntad, siguiendo al Salvador por el camino de la mortificación! Todas mis potencias y sentidos trabajarían para imitarlo ¡Oh Filomena toda virtud! dignaos alcanzarme del esposo Jesús por medio de María esta gracia. ¡Ay! si me la alcanzáis, como lo espero, nada me impedirá seguir sus pisadas.






DIA XVI
ORACIÓN
¡Oh determinada Santa Filomena en padecer por Jesucristo! Las penas presentes que en la cárcel os afligían, y las venideras que os amenazaban, eran ya un comenzado martirio, que muchísimo purificaban vuestro corazón, y lo inflamaban en amor del Señor, que os había criado. Pero al recordaros de la tirana disposición del Emperador, obligando a vuestros Padres os presentasen, para quedar a su bárbara mundana voluntad. ¡Oh! parece que aun vuestro pecho tiembla y palpita, bien que santamente confiada en el celestial Esposo. El que no renuncia, os decía Jesús con una tierna inspiración de su gracia, el que no renuncia al padre y a la madre, y a todas las cosas mundanas, no es digno de mí; dame el corazón y yo seré todo tuyo, si tú eres toda mía. Ilustrada y animada con una luz tan pura y clara ¿con qué fervoroso empeño os entregaríais toda en los brazos de su providencia? ¡Y dispuesta para todos los sucesos! Pedid ¡Oh Santa mía! a Jesús se digne concederme esta gracia; pedídsela por medio de María Santísima, que no dudo se complacerá en concederla.






DIA XVII
ORACIÓN
¡Oh Santa Filomena, siempre firme en la idea comenzada! ¿qué impresión debía hacer en vuestro corazón el imponente aspecto de un poderoso Emperador idólatra, bárbaro, determinado a obligaros, o a darle la mano de esposa, y renunciar a Jesucristo, o a sufrir los tiros de su furor? Vos tierna, delicada, sin experiencia de calamidades, y fieros castigos; una Princesa, como erais, criada en la amable compañía y trato de vuestros padres, ¿cómo habíais de superar unos combates tan horrorosos cual se os ofrecían en aquella cárcel? El Espíritu Santo... sí, ciertamente ilustrada con la gracia del Divino Espíritu, recurríais confiada y animosa al omnipotente... Nadie, le decíais, puede resistir a vuestra voluntad soberana, si queréis salvarme; No, no cederé, ayudada de la gracia; no cederé a las pretensiones de un idólatra tan poderoso como sanguinario; antes serán abatidas, con su poder y soberbia, sus astucias y mundanas promesas, y yo con la divina gracia... ¡Oh esforzada Santa! Vos me enseñáis a recurrir a Dios en todos los apuros de mi vida; en todas las dificultades, tribulaciones y persecuciones; esta quiero sea mi práctica. Y si yo con espíritu fervoroso... Alcanzadme de Jesús con el auxilio de su Santísima Madre este fervoroso espíritu, que si me lo lográis como confío, grandes serán las victorias contra los enemigos que me rodean para tragarse mi alma.






DIA XVIII.
ORACIÓN
¡Oh Santa Filomena dada a la contemplación! Encerrada en aquella cárcel penosa, privada de os auxilios de la tierra, la sola presencia de Dios temperaba y endulzaba vuestras penas y amarguras. Dios me ha criado, pensabais, él cuidará de mi subsistencia. Dios me ama y él me dará gracia para corresponder a su amor. Dios me ve y conoce hasta los movimientos más secretos de mi corazón, él me mantendrá siempre fiel en mi resolución. ¡Oh Dios! si alzo al Cielo mis pensamientos, allí os hallo, si al infierno, allí estáis presente; si a manera de águila se remonta mi espíritu, en vuestra presencia se recrea: si me oprimen las penas, como en un sueño dulcísimo, apacible, en vos descansa mi interior: si los temores... ¡Oh Santa amada y enamorada del Criador! Qué suaves afectos despedía vuestro corazón al consideraros en la presencia del Supremo Ser. Toda la diabólica turba no era capaz de perturbaros, ni entibiaros: erais toda amor ¡Ay! ¡si yo supiera imitaros, en pensar, hablar y obrar siempre en la presencia de Dios! Si siempre hubiese hecho la seria reflexión: Dios te mira, Dios ve todo lo que pasa en mi corazón. ¡Qué santa habría sido mi vida! Pedid, Santa mía, a María Santísima, que me alcance de Jesús esta gracia. ¡Qué favor tan grande me haréis ¡Ay! ella me hará correr fervoroso por el camino de la perfección cristiana.





DIA XIX
ORACIÓN
Al consideraros ¡Oh Santa Filomena! Tan ocupada y tan inflamada en amar a Jesús, contemplo como se recreaba vuestra alma con las dulzuras espirituales, que en aquella cárcel os comunicaba, despreciados todos los gustos de la tierra ¡Oh! vos elegisteis la mejor parte, vivir toda para Jesús, ser toda de Jesús, padecer enamorada de Jesús... ¡Dichosa elección, de la que nadie podrá privaros! Hablad, decíais al Señor, que pronta estoy, deseosa de oíros y de hacer vuestra voluntad: elevada como en un rapto dulcísimo, unidas íntimamente vuestras potencias con la Divina Majestad, aprendíais a más alta doctrina, y quedabais instruida para practicarla fervorosa, sumamente impresas en vuestra alma aquellas virtudes, que había de haceros merecedora de aquel timbre de gloria especial, con que estáis coronada en el Cielo, y sois tan venerada en la tierra. Esta fué la oficina de vuestra santidad, de vuestra constancia, de vuestro mérito. ¡Oh Santa unida a Jesús! ¡Ojalá que yo supiese, como vos, estar fervoroso, atento a las inspiraciones de la divina gracia, y practicarlas! Con qué ánimo emprendería el ejercicio de las virtudes cristianas ¡Cuán agradable seria al Señor! Logradme de Jesús por medio de María Santísima esta santa afectuosa voluntad ¡Oh! será un favor agradable a Dios, a los Ángeles y a los hombres.





DIA XX
ORACIÓN
¡Oh estática Filomena! Ya desde vuestra infancia erais un modelo de santidad; pero en aquella cárcel, siempre en la presencia de Dios, y postrada a los pies de Jesús, vuestro Esposo dulcísimo. ¿A qué perfección se remontaron las virtudes y afectos con que lo servíais? Tomaron tal incremento, que todas las astucias, y maliciosas empresas de Lucifer no fueron suficientes para deteneros un momento en el camino que habíais comenzado. Nada son, decíais en vuestro interior, nada son los imperios, nada son los reinos, nada es todo el mundo con todas las satisfacciones de grandeza, honras, gustos, y riquezas, comparado con la riqueza y satisfacción del alma que fervorosa sirve al Criador. Vos solo ¡Oh Jesús! Vos solo sois el Señor; Vos solo el Altísimo, único dueño de mi corazón. ¡Oh lumbre infinita! Iluminad más y más esta pobre criatura; abrasad siempre este mi Corazón y voluntad; y mi espíritu... ¡Oh Santa toda elevada a conocer a Dios, amar a Dios, adorar a Dios! ¡Oh si un toque de la Divina gracia pusiera ahora en movimiento mi interior! ¡Cuán desprendida viviría de mí, y de todo lo sensible! ¡Con qué sublimidad y afecto contemplaría las perfecciones del Criador y redentor! Alcanzadme de Jesús, con la intercesión de María Santísima esta gracia, haced que venga pronto el auxilio, y que luego del todo descanse en mi Criador mi alma.





DIA XXI
ORACIÓN
¡Oh toda desprendida de sí misma Santa Filomena! hasta ahora mansa y humilde de corazón habíais pasado vuestra vida; pero sumamente elevada a la contemplación de la majestad y grandeza de Dios. ¡Oh qué bajo concepto formabais de vos misma! Pasmada á vista de las perfecciones infinitas, ¿qué soy yo, pronunciáis, miserable criatura? ¡Ay! Menos que un vil gusano de la tierra, digna del oprobio, y desprecio de la plebe. Yo de mí no soy nada: criada de la nada, de mí no tengo nada de ser, ni existencia; nada de conocimiento, nada de habilidad, que no sea un don del Criador. Si miro porque fin soy criada ¡Ay! sé que es para servir a Dios y gozar de su gloria. ¿Pero qué podré yo hacer para cumplir aquella santa voluntad, y lograr tan gran premio! Yo que soy incapaz de mover este mi corazón, y de hacer un acto meritorio sin el influjo de la Divina gracia? ¡Qué distancia de mí a Dios! Es infinita. No me queda sino confesar ingenua, que soy una esclava del Señor, y con la ayuda de la gracia dirigir celosa todos mis pensamientos, palabras y obras, para su mayor gloria; y él que se dignó, criarme... ¡Oh Santa verdaderamente humilde si yo pensara de mí como vos pensabais de vos! No, no me habría cegado el enemigo con tanta vanidad y soberbia; mi corazón humilde habría estado siempre sujeto a la Divina voluntad. A lo menos ahora, Santa mía, alcanzadme de Jesús, por medio de María, la verdadera humildad. ¿Qué beneficio será este que de vos espero? ¡Ay! Dios resiste a los soberbios; y a los humildes. A los humildes da su gracia.






DIA XXII
ORACIÓN
¡Oh siempre progresando en la virtud, Santa Filomena! Cada día se os presentaban nuevos combates contra la fe, de que estabais adornada. Visitada por aquel tirano bárbaro, se os quitaban las cadenas que os oprimían; no para aliviaros, sino para seduciros, y a cada palabra que aquel blasfemo idólatra pronunciaba ¡Oh cuanto se perfeccionaba y remontaba aquella virtud tan preciosa! Dios me ha criado, decíais, ilustrada de la gracia, Dios me ha redimido, Dios me ama. Todas las cosas ¡Oh Dios! Están bajo el imperio de vuestra mano poderosa; Vos las dirigís a los fines admirables de vuestra amable providencia; y yo que soy criada para amaros y gozar de vuestra gloria; yo que conozco vuestra bondad y perfecciones infinitas, como Vos os habéis dignado revelarnos, ¡me apartaré un ápice de las verdades evangélicas! ¡Oh luz purísima de la revelación divina! ¡Qué verdades me enseñas del Omnipotente! ¡Ay!  impresas en mi interior, arrebatan mi espíritu para unirme eternamente con la majestad del Criador, que de corazón adoro. Y la fe evangélica ¡Oh Santa en la fe iluminada! ¡Qué tibia está en mí esta virtud! ¡Ojalá se avivase y perfeccionase á ejemplo de la vuestra! ¡Qué fortaleza tendría para abatir los insultos de los impíos contra nuestra santa Religión! Alcanzadme de Jesús, por medio de su Santísima Madre, este valor cristiano. ¡Qué favor será este tan grande! ¡Oh! seré a lo menos un mártir de espíritu; si no tengo la dicha de padecer por Jesús un real y heroico martirio.






DIA XXIII
ORACIÓN
¡Oh Santa ante Dios siempre serena! ¡Qué satisfacción siente mi corazón, al consideraros tranquila, en alta contemplación conversando con Jesús! Sola en aquella prisión horrorosa, casi del todo al mundo olvidada, a la disposición de un bárbaro, expuesta... ¡Con qué sosiego y satisfacción quedabais, cuando con Una inspiración divina el Esposo os animaba! No tienes que espantarte, ni temas a los poderosos, que amenazan echarse sobre tí; ¡yo estaré en tu compañía, yo seré tu defensa! Os vendrían a la memoria, sí, los malos tratos y tormentos de que estabais amenazada, y los que de aquel príncipe inhumano habían ya sufrido muchos cristianos, mártires animosos: pero vuestro espíritu... sí, vuestro espíritu con que fidelidad y amor generoso se ofrecía a todas las penas, y a la muerte más dolorosa. ¡Oh, le diríais al amante poderoso! ¡Oh Esposo amado! ¡Fortaleza mía! Jesús de mi corazón! Con vuestra gracia, no, no temeré, aunque contra mí se presenten ejércitos de enemigos formidables: si he de pelear contra ellos no perderé el amor ni la confianza. ¡Qué disposición! ¡Qué valor para no ser abatida! Un corazón apegado a las cosas mundanas puede ser fácilmente engañado con respetos humanos, temores, o conveniencias propias; pero el vuestro, Santa Filomena, que padecíais y pensabais padecer en la tierra, enamorada de Dios, estaba firme, inalterable, ¡conforme a la Divina voluntad! ¡Oh Santa toda de Dios y en Dios! Si tal fuese mi sosiego en los reveses de fortuna en que puedo hallarme; y más c n los asaltos de los infernales enemigos, que pueden embestirme. ¡Con qué tranquilidad estaría bajo las disposiciones del Señor que nos gobierna! Alcanzadme de Jesús, por medio de María Santísima esta gracia. ¡O, si la logro, como espero, que virtuosa y santa será mi alma!





DIA XXIV
ORACIÓN
¡Oh Santa Filomena, tan sumergida en la contemplación! Las penas que sufríais y las que os amenazaban, estaban ya como olvidadas tan elevado teníais el espíritu hacia el objeto de vuestro amor. Mis ojos (este sería vuestro ordinario ejercicio) mis ojos continuamente se dirigían al Señor. Al Señor, que era vuestro amparo, que os movía á la virtud, que os convidaba a la gloria: al Señor, que, con la ayuda de la gracia, remontándoos a una altísima contemplación, hacia crecer vuestro mérito. ¡Ay! diríais, pasmada de sus inmensas riquezas, todas las penas que en este mundo pueden padecerse, no son condignas de la Gloria. ¡Oh bondad infinita! ¿y yo también a la Gloria? ¡Oh gloria incomprensible! ¡Descanso eterno!... ¿Qué podrá detenerme de ir a vos, Dios de mi corazón? A vos, que, para hacerme participante de vuestra eterna felicidad, libráis mis pies de los lazos de los infernales enemigos. ¡Oh! mi espíritu estará siempre elevado á contemplar vuestras maravillas, y mi corazón... ¡Oh Santa toda abstraída de las cosas del mundo, y solo ocupada con el Esposo celestial! ¡Oh si a imitación vuestra supiese yo elevarme a la contemplación de las cosas divinas, aborreciendo todo el mundo! ¡Cómo se perfeccionaría mi espíritu! Alcanzadme de Jesús esta gracia por medio de su purísima Madre. ¡Oh si la logro, como vos podéis alcanzármela con vuestros méritos, el mundo para mí, ya no será mundo; y comenzaré a gozar .de una vida bienaventurada.






DIA XXV
ORACIÓN
¡Oh estática Santa Filomena! Ya la cárcel se os convertía en un jardín de delicias, ilustrada con la Divina gracia, contemplando el excesivo amor con que el Unigénito del Eterno Padre se hizo hombre, para sacarnos de la dura esclavitud del pecado y del demonio; ya libres pudiésemos lograr la eterna bienaventuranza. ¿Con qué asombro y pasmo considerabais el afecto con que bajó a pasos agigantados para apresurar tan gran negocio? ¡Oh!  pensabais, del Cielo vino el Salvador a las entrañas de María, de ellas al pesebre, del pesebre a la Cruz. ¿Y de la Cruz? ¡Qué consuelo para vos y para nosotros! De la cruz subió a la Gloria; y nos enseñó el camino y el término de nuestra peregrinación. ¡Qué luz tan admirable! Al paso que destierra la obscuridad de esa cárcel, ilumina a los tibios, y también a los que están sentados entre las tinieblas y sombras de la muerte. ¡Oh Filomena! con que singularidad contemplabais las admirables prendas del celestial Esposo! Un ardiente fervor... ¡Oh si supiese yo seguir fervorosamente a Jesús hasta la Gloria! Todo sería en mí pasmo del amor de Dios, agradecimiento por tan gran beneficio, pureza de intención, deseo que fuesen meritorias todas mis obras, ¡Oh Santa mía, si me alcanzaseis de Jesús, por medio de María Santísima estos afectos! ¡Qué alta seria mi contemplación de las maravillas divinas! De vos espero esta gracia.





DIA XXVI
ORACIÓN
¡Oh Santa Filomena, sumamente celosa de la salvación de las almas! La admirable providencia con que se manifiesta ser Jesús el Mesías prometido a los Patriarcas, pronunciado por los Profetas, y esperado por la redención de Israel, ¡tenía arrebatado vuestro corazón! ¡Oh!  Pensabais ¿con qué cánticos de gloria y de júbilo lo anunciaron los Ángeles a los pastores y a los monarcas una prodigiosa estrella? Ciertamente conocieron que él era la luz verdadera, que debía iluminar a todos los hombres. Resplandeció su poder inefable el convertir el agua en vino, haciéndose obedecer del mar y vientos, haciendo cesarlas tempestades más horrorosas. Brillaba su sabiduría con aquella divina elocuencia con que preguntaba y respondía a los doctores en el templo, y dejaba admirados, y sin palabra, a los sabios de la ley, que maliciosamente le preguntaban. Su bondad, oh como se daba a conocer con el virtuoso y amoroso trato con que daba a los enfermos la salud, a los ciegos vista, y a los muertos la vida. ¡Qué grande su misericordia, convidando con un corazón atractivo a los pecadores á penitencia, y perdonándolos! Y el cielo... Con qué fervor enseñaba a las turbas las eternas verdades! Haced penitencia, les decía, se acerca el reino del cielo; yo soy el camino, yo soy la verdad, yo soy la vida, y confirmando su doctrina con frecuentes y estupendos prodigios... ¡Oh Santa! ¡qué contento el vuestro pensando cuan fácil es salvarse los hombres, conociendo con tanta claridad al Salvador! El Eterno Padre lo proclama por su Hijo amado, y vuestro corazón... ¡Oh si yo tuviera una voluntad ardentísima de la salvación de mi prójimo! ¡Cómo los edificaría con palabras y obras! Alcanzadme de Jesús por medio de María Santísima este fervoroso ejercicio. ¡Oh!  es la obra más divina.





DIA XXVII
ORACIÓN
¡Oh toda dedicada al culto del Criador Santa Filomena! Os daban cuidado las perversas intenciones, y las mañas con que Diocleciano intenta seduciros: pero el vicio abominable de la idolatría os tenía sumamente solícita, angustiada. ¡Ay!  pensabais, que no conozcan y amen los hombres al Criador del cielo y tierra, tanto como lo adoran y aman los Ángeles y los Santos en la gloria! ¡Qué no conozcan ni quieran conocer a aquel Supremo Ser, infinitamente poderoso y sabio, aquella infinita inteligencia y bondad, que se dignó criarlos a imagen y semejanza suya para hacerlos participantes de la eterna bienaventuranza! Adoran por su Dios, ¡ay miserables! adoran las obras de sus manos, estatuas de oro, o plata, o de otras materias; que no tienen conocimiento ni advertencia, que con ojos y orejas no ven ni oyen, tienen manos y pies, y no tocan ni andan. ¡O qué locura, y cuantas almas miserablemente se pierden engañadas del demonio! ¡Santa de mi corazón! Vos padecíais porque fidelísima a la Soberana Majestad, solo a ella se dirigía vuestro corazón, para adorarla, y al ver el estado infeliz de tantas almas... ¡Ay de mí! No soy yo idólatra, gracias al Señor; ¡pero ha sido una especie de idolatría, el tener tanto afecto a las cosas mundanas que me han distraído de amar y adorar al Criador! ¡Ojalá que a lo menos desde ahora mi corazón solo se emplease en amarlo y adorarlo! Logradme de Jesús este fervoroso ejercicio, poned, por medianera a María Santísima, y si la alcanzo, como confío, seré semejante a los ángeles de la gloria.





DIA XXVIII
ORACIÓN
¡Oh sumamente compasiva Santa Filomena! Veiais los desórdenes de los idólatras, y al considerar, que llevaban una vida tan apartada del camino de la salvación, vuestro corazón se afligía y estabais en gran manera angustiada. ¡Oh, pensabais, la soberbia y la avaricia, los gustos carnales, y la ira acompañada de horrendos estragos, como son la gula, la envidia, madre de tantos disturbios y atentados odiosos, y la negligencia en mirar con un corazón recto quien es el Señor que se dignó criar a los hombres, y la bienaventuranza para que los crió! ¡Qué dignos son de compasión tantos que están de asiento en las tinieblas de la gentilidad! ¡Oh Jesús! Vos sois la luz verdadera, que ilumina a todos los hombres; si estos no os conocen ¿de dónde les vendrá la luz clara de la vida? ¡Ay miserable!  irán a obscuras, ciegos con sus errores. Abrid, Santa mía, los ojos de estas desventuradas criaturas; haced que aborrezcan sus desórdenes y máximas falsas, y que movidos de la Divina gracia... ¡Oh iluminada Santa! atended a mi necesidad, y alcanzadme de Jesús, por medio de su Santísima Madre que brille siempre en mi alma la luz del beneficio de la creación, a fin de que sea toda del Señor, que se dignó criarla sin ningún mérito de parte mía, dejando de criar a tantas que habrían correspondido mejor que yo agradecidas, si las hubiese criado. Espero de Vos con tanta confianza este singular favor, que desde ahora de corazón os doy las gracias por él.





DIA XXIX
ORACIÓN
¡Oh Santa Filomena, pasmada de la humana ingratitud! Allí en la prisión contemplabais el inefable misterio de la Redención humana, como vino al mundo el Salvador, como predicó; y los tormentos y muerte afrentosa de cruz con que quiso redimirnos, y admirada de tan singular beneficio... No, pensabais, no eran los hombres capaces de redimirse, el pecado que los había hecho esclavos; desheredados del cielo era de una malicia infinita; era necesario un hombre Dios, para satisfacer a la Divina justicia; y Jesús ¡ay! ¡mi esposo Jesús, plenamente satisfizo por todos los hombres, dando como hombre, su sangre y su vida a copia de tormentos, y como a Dios un valor infinito a aquel sacrificio! ¡O cuán plenamente quedó satisfecha la Divina justicia! Abiertas para todas las puertas del cielo... Cómo se manifiesta la omnipotencia, la sabiduría, la magnífica liberalidad y misericordia de Dios en esta obra. La providencia en poner todas las cosas por obra con tanto primor, y en tiempo tan oportuno...  ¡Ay! obstinados los judíos no conocieron tan grande beneficio, y esta terquedad, os representaba la de Diocleciano, que tanto os afligía, ¿y por qué? porque como los judíos perseguían a Jesucristo y á vos porque erais cristiana. Pero vos sumamente penetrada de un beneficio tan singular. ¡Oh Santa consagrada al Redentor! Alcanzadme de Jesús con el amparo de María, que tenga yo siempre presente el beneficio de la Redención: si logro este favor, que espero, ¡ay! que Jesús estará siempre en mi corazón, y mi corazón en el de Jesús para adorarlo.





DIA XXX
ORACIÓN
¡Se acercaban, oh mártir de espíritu Santa Filomena!  los días del triunfo, a que el Esposo os tenía destinada, y la corona eterna con que os quería premiar: para lo que estaríais en alta contemplación del gran beneficio de haberos hecha cristiana, de haberos aplicado los méritos de su pasión y muerte en el santo Bautismo, é infundido la gracia con las virtudes y dones del Espíritu Santo, y viéndoos elevada a tan alta Dignidad ¡Ay! diríais, el Salvador para hacerme heredera del cielo, de su propia voluntad se ofreció a la muerte y al sacrificio; y siendo yo cristiana, desfallecerá mi espíritu a vista de las penas que me amenazan! ¡Oh!  si como un San Esteban, un Santiago, una Santa Tecla, fuera yo una víctima consagrada a Jesús mi Redentor! ¡Ay! Jesús, está con los que padecen por su amor! No son los mártires, es el Espíritu del Eterno Padre, que en ellos habla y los conforta a confundir la impiedad y los errores; y la religión cristiana... ¡Jesús de mi corazón! No soy mía, sino toda de Vos, soy cristiana, ¿qué queréis de mí? ¿Qué queréis que haga? Aquí está mi sangre, y mi vida, disponed, que yo con vuestra gracia... ¡Oh animosa Santa!  si yo que soy cristiano tuviese una sincera eficaz voluntad de morir por Jesús, como Vos teníais! ¡Qué elevado estaría mi corazón! ¡Qué esforzado contra las máximas impías! Alcanzadme de Jesús, por medio de María Santísima, este espíritu de constancia y de valor; si lo logro, que dispuesto estaré para no desistir de la religión cristiana que profeso.






DIA XXXI
ORACIÓN
¡Oh toda elevada en Dios en medio de las tribulaciones, Santa Filomena!  con todo descaro se os presentaban nuevos y horrorosos combates contra la fe y la pureza; la prisión en que estabais encerrada, es testimonio de las palabras seductoras, y de amenazas con que Diocleciano intentaba aterraros, a fin de que temerosa de los suplicios, abandonaseis a Jesucristo. A la bárbara y brutal pasión de aquel Príncipe... ¡Oh como exclamaríais horrorizada! No me aparto de la ley cristiana: soy toda vuestra, Señor, salvadme; y ya que Vos dais la virtud y fortaleza, mirad cuanto necesito de vuestra protección, sola, esclava, sin amparo en esta mazmorra: expuesta... Solo vos... ¡Ay de mí! Los pecadores me esperan para perderme; sé que podéis librarme, que vuestra bondad es infinita, me arrebata vuestra hermosura; conozco la santidad y pureza de vuestra santa ley; y me convidan con el premio de la Gloria. ¡Qué flaqueza seria titubear en un negocio de tanta importancia! Jesús de mi corazón! Padecer, morir... ¡Oh dulcísima esposa! Ya se acerca el desposorio eterno, y no podrán provocaros las apalabras y tormentos del bárbaro idólatra; tan unida estáis con el Criador. ¡Oh si mi espíritu estuviese preso como el vuestro! Cuando será el dichoso momento en que mi alma estará toda engolfada en el mar inmenso de la bondad de Dios! Alcanzadme de Jesús esta gracia, con la intercesión de María Santísima. Si la logro ¡ay! ya no viviré yo, en mí vivirá Cristo. ¿Qué grande será mi felicidad?






DIA XXXII
ORACIÓN
¡Oh atormentada de angustias Santa Filomena! después de tantos días que aquel idólatra tirano os tenía afligida, enfurecido se os presentó en aquella prisión horrenda, su cara fiera, la vista altiva, vomitando por su boca el veneno de su corazón, con palabras de desprecio, de odio, de rigor, de tormentos; con su bestial y bárbara agitación... ¡Oh con qué aparato de horror debía embestiros la viva aprehensión de una muerte violenta y á copia de suplicios! A vos, flaca por naturaleza, tierna por la edad, delicada Princesa, criada con los cariños de vuestros padres. ¿Yo, pensaríais, quebrantar la promesa hecha a mi esposo Jesús! abandonar su Santísima ley?... y no amarlo?... ¡Qué horror! Oh Dios, Vos sabéis mi voluntad, y en esta espantosa borrasca... ¡Oh! Un impulso de la Divina gracia basta para serenar una tempestad tan horrorosa. Venid a mí, oíais que os decían interiormente, venid a mi todos los que estáis atribulados de penas, y yo os aliviaré: llamad a las puertas de la Divina providencia, y se abrirán para vuestro remedio. ¡Oh como se alentó vuestro espíritu, siguiendo aquella Divina luz! cómo se disiparon aquellas angustias! fortalecida con la Divina gracia ya no anhelabais sino para lo eterno, aquel gozar eterno, aquel amor eterno, aquel estar unida a Dios por toda la eternidad... ¡Qué arrebatada de la bondad y hermosura de Dios! Pero yo, O mártir de espíritu, yo como un vil gusano, no sé alzarme de la tierra, y la más leve molestia deja mi corazón... Ojalá que de aquí en adelante lo tuviese siempre en Dios, contemplando siempre a Dios, y siempre amando a Dios. Alcanzadme de Jesús esta gracia, por medio de María Santísima, y haced que jamás deje este santo ejercicio.





DIA XXXIII
ORACIÓN
¡Oh consolada entre las angustias Santa Filomena! No han sido hasta ahora todos los asaltos de Diocleciano, ministro de Lucifer, sino derrotas contra sí mismo, triunfos que habéis logrado con la divina gracia, sus intentos perversos, mañas maliciosas, promesas diabólicas, terror de tormentos horrorosos... Sí, más que invencible amazona, sí, todo ha sido en vano: sostenida con el amparo de Jesús y de María, nada ha tenido fuerza para hacer titubear vuestro corazón, dirigiendo la vista al Señor: Vos estáis en nosotros, le decíais animosa, con nosotros que invocamos vuestro Santísimo nombre, no nos desamparéis, Señor Dios nuestro. Al pensar que el brazo de Dios era el vuestro, para superar horrendos suplicios, ¿con qué consuelo os veiais vencedora de tan cruel enemigo? La tribulación y angustia han venido sobre mí, he clamado al Señor, y amoroso ¡Ay! se ha dignado oírme. ¡Qué sosiego, así consolada y animada, vuestro corazón derritiéndose en acción de gracias... ¡Oh agradecidísima Filomena!  cómo estáis sobre el ara del amor exhalando el incienso finísimo de la gratitud! ¡cómo os ofrecíais para mayores sacrificios! Si es voluntad vuestra, Dios mío... O si fuese tan fervorosa mi voluntad, ¡cómo me ofrecería a sufrir nuevas y más aflictivas penas para honrar al Salvador! Padecer o morir seria mi blasón; y aún más animosos padecer y morir para más honrarlo. Rogad por mí a Jesús ¡Oh Santa mía! con la mediación de María Santísima, que me conceda un espíritu tan fervoroso, como el de Filomena, que ya no viviré más, sino que en mí vivirá Cristo, a quien adoro.





DIA XXXIV
ORACIÓN
¡Oh Santa Filomena, molestada con las inicuas pretensiones de un bárbaro Emperador! Sus palabras arrogantes, sus gestos desmesurados, la vista penetrante, y su aspecto de tirano, respirando furor y barbarie, indicaban un ánimo cruel, determinado a la venganza, viendo vencidas sus ideas perversas y pretensiones diabólicas: y un presentimiento de que habíais de sufrir nuevos y más terribles combates, ocupaba vuestro corazón. ¡La viva aprehensión de ser maltratada por los verdugos, de las heridas penetrantes y dolorosas, del derramamiento de sangre, de morir en manos de los bárbaros perseguidores de Jesucristo... Oh...! ¿Y podré yo, flaco...? ¡Qué!  todo lo puedo con Jesús, queme conforta: él me dice que no he de temer a los que me pueden quitar la vida del cuerpo; pero sí, al Señor que puede condenar mi alma. ¡Oh Señor, criador, redentor, glorificador! Vuestra es mi sangre, mi vida, disponed. ¡Qué gloria la mía, si con la ayuda de vuestra gracia, soy una víctima atormentada, despedazada, a vuestra honra consagrada! Si vos queréis... ¡Oh esforzada heroína! Rogad por mí a María Santísima me alcance de Jesús, que os conforta, un corazón invencible a todo aparato de tormentos de este mundo, que jamás, ni un solo instante, me aparte de la doctrina de Jesucristo. ¡Si logro, este favor, que de vos espero, o cuántas victorias lograré contra la infidelidad y las máximas perversas!





DIA XXXV
ORACIÓN
¡Oh sumamente confiada en María Santísima Santa Filomena! ¡cómo expondríais a la Reina del cielo y tierra la gran necesidad, que en la prisión os afligía! ¡O madre, clamaríais, O madre de piedad y de clemencia! ¡O dulzura y esperanza nuestra! ¿Cuándo está una madre más solícita por su hijo que al verlo en una extrema necesidad? Lo desea amparar con gran eficacia, y si no está en su mano, ¿qué amargura siente? Miradme, madre, a la disposición de un bárbaro, que rabioso maquina quitarme la vida, si no dejo a Jesucristo, y me hallo encarcelada, molestada, desamparada, sumamente flaca, expuesta... Oh qué necesidad me apura; Vos podéis amparar me, que sois la Madre de la gracia, depositaria de las gracias, y gozáis de una omnipotencia participada de vuestro Hijo omnipotente; nada os falta para asistirme en esta necesidad tan extrema. Acordaos que Jesús, antes de espirar, desde la cruz, me encomendó a Vos por hija; que jamás se ha visto desamparado el que recurre a vuestra maternal benevolencia; que vuestras entrañas de misericordia... ¡O Madre, ahora es hora; volved hacia mí vuestros ojos misericordiosos, expuesta como estoy en tantos peligros a la perfidia de un bárbaro idólatra: si me amparáis, como ciertamente espero, no, no seré vencida; daré generosa mi sangre, mi vida... O Santa amada de Jesús y de María, que glorioso será el triunfo de vuestra fidelidad! ¡Oh si yo, como Vos, supiera con fervor pedir a María el maternal amparo!  toda tribulación, toda amargura, se convertiría en bien de mi alma. Pedid por mí á Jesús y a María esta gracia; y que yo sea fervoroso en practicarla.





DIA XXXVI
ORACIÓN
¡Oh Santa Filomena, hija amada de María Santísima! Extrema se os presentaba la necesidad, atacada contra la fe, próxima a una muerte violenta, en gran peligro la virtud ¡Oh! ¡y a la voluntad de un bárbaro, carnal idólatra! Pero vos, sumamente elevada... ¡Cómo se transformó en cielo aquella prisión horrorosa! María, la Madre del amor ¡Ay! rodeada de luz celestial, acompañada de ángeles, el niño Jesús en sus brazos, del cielo bajó a visitaros; ¡qué abstraída del mundo, arrebatada, divinizada, quedasteis! Hija, os decía, pasarás aun tres días en esta prisión, y al cumplirse los cuarenta, saldrás de esta situación penosa; y con esta tan plausible noticia repentinamente pasasteis a tal agonía, que pensasteis acabar la vida, al añadir que saldríais para sostener un combate aún más terrible: ¡pero qué ánimo cobrasteis a la promesa que os hizo de ayudaros! Hija mía, os decía, ¿ignaras la predilección con que te amo? No temas, yo te ayudaré. Yo, pensabais, ¡Ay! tan amada de María! Yo, animada, ayudada de María, encomendada también al Arcángel S. Gabriel, que significa fortaleza; con qué fortaleza fuisteis dispuesta para entrar en la última batalla, y para triunfar la cristiana religión. ¡Y aquel perfume celestial que en la prisión quedó al desaparecer la divina Princesa...! ¡Qué perfumada quedó vuestra alma de gracia y deseo de morir por Jesucristo, y pasar a la gloria! ¡Alcanzadme de Jesús, O dispuesta Esposa! Pedid por medio de vuestra Madre María, que esté siempre preparada mi alma a imitación vuestra. ¡O con qué deseo esperaré la fiesta de las bodas en la gloria!





DIA XXXVII
ORACIÓN
¡Oh patrocinada de María Santísima, Santa Filomena! Desfogó por último Diocleciano su barbarie: instigada su pasión brutal por una legión de demonios, como los judíos contra el Salvador...  ¡Ay! os considero llagada, públicamente azotada, ensangrentada, despedazada, y con tal crueldad y furia, que el bárbaro, y vos, casi sin fuerzas, pensabais acabar pronto la vida. Tan maltratada estabais que mandó os quitasen de su presencia: pero vos en la prisión ¿cuántas gracias daríais á Jesús, cuando los ángeles derramando un bálsamo celestial sobre las llagas, fuisteis perfectamente curada? Sana, robusta, animosa... ¡Qué! ¡intentaba, loco el tirano, persuadiros que aquella repentina curación era un beneficio de Júpiter! ¡Qué aquel Dios falso os quería Emperatriz de Roma!  Y con halagüeñas caricias y promesas... ¡Oh! ¿Con qué valor le hicisteis ver, ser un beneficio del redentor Jesús? Con tales argumentos le probasteis que la religión cristiana es la única verdadera; que confusos, ni él, ni otro alguno de sus secuaces tuvieron palabras que responder. Hablaba en Vos el Espíritu de Dios: sí, soy cristiana, soy esposa de Jesucristo: morir y no prevaricar; morir fiel y constante; morir con firmeza por su amor. Qué fogoso vuestro espíritu ¡Oh Santa Filomena! ¡Ojalá que tal fuese el espíritu de todos los cristianos! Interceded por todos nosotros en estos tiempos tan calamitosos. Pedid a la Virgen Santísima, depositaria de todas las gracias, que nos alcance de Jesús tal espíritu de fe y religión, que ni tocto un infierno sea capaz de apartarnos de las máximas cristianas. ¡Qué gracia será esta tan grande! 





DIA XXXVIII
ORACIÓN
Le traspasan, O Santa Filomena, a mi corazón, la consideración de los tormentos en que estáis puesta; pero se anima el espíritu, viéndoos victoriosa. Al Tíber quiso Diocleciano, burlado del cielo que os protegía, y confuso con los argumentos, que os inspiraba el Espíritu Santo, al rio Tíber, quiso os arrojasen con un áncora atada al cuello. ¡Bárbaro!  ¡Desnaturalizado! ¡Qué deshonra para un Príncipe desfogar contra una doncella de trece años, hija única de un Monarca! ¿y por qué? ¡Ay!  porque es cristiana, esposa consagrada a Jesucristo; porque fiel y constante en servir al verdadero Dios no quiere abrazar las máximas paganas. ¡Qué! no confundirá Dios el furor de un tal idólatra? ¡Qué providencia la del Omnipotente! Bajan del cielo los ángeles, y a la ejecución de aquel suplicio, cortan la cuerda del áncora; y la Santa... ¡Qué gloria!  los ángeles la trasportan salva, sana entre una multitud de espectadores de aquel prodigio, y los paganos se convierten un gran número. ¡Qué furor el de Diocleciano! Poseído del demonio, que atizó su corazón contra Jesucristo, no cesa, por más que vea visible la mano de Dios contra sus obras. Que la arrastren, mandó, por las calles de Roma, y después con una niebla de flechas que sea atormentada, traspasada. Corría ¡ay! la sangre por aquel cuerpo virginal, y tantas eran las heridas que, perdidas las fuerzas, estaba cercana a la muerte; ¿y aquel bárbaro?... ¡Qué confuso quedó al saber que Filomena, dulcemente dormida en la prisión, liabia quedado prodigiosamente curada! Cual fué su furor... ¡Oh Santa protegida de Jesús en el martirio! ¿Quién no admirará, y adorará, y alabará la providencia de Dios en sus Santos? Dignaos alcanzarme de Jesús, por medio de María, Reina de los Mártires, este espíritu de adoración. ¡O qué elevado estará mi corazón a Dios! Alabaré siempre su poder y bondad, y celebraré vuestra fidelidad y constancia.




DIA XXXIX
ORACIÓN
¡Qué satisfacción es la mía, o Santa Filomena! Vuestros triunfos me arrebatan, y vuestra gloria... ¡Ay! hoy el esposo Jesús va a completarla. Furioso el tirano, ha dispuesto que con agudas flechas seáis atormentada, traspasada hasta morir; y las flechas ¡Oh Dios! no se prestan a su bárbara idea, un furor infernal lo atiza; os tiene por mágica; y persuadido que el fuego destruirá el encantamiento mágico con que loco imagina, se obran aquellos portentos, ordena que con flechas encendidas seáis atormentada rías disparan contra vos, ¡qué barbarie! ¡Las flechas no llegan, qué novedad! ¡Vuelven atrás, qué admiración! ¡Hieren a los verdugos, qué escarmiento! ¡Algunos luego allí mueren, qué castigo del cielo! ¡Muchos de los flecheros repudian el paganismo, qué conmoción en los corazones! ¡Y el pueblo, sí, el pueblo comienza a dar un testimonio al Dios verdadero que os sostiene, qué prodigio! ¡Oh!  es la mudanza de la diestra del Excelso, de la diestra del Omnipotente. O qué enfurecido estaba Diocleciano que presenciaba estas maravillas, temeroso de algún funesto resultado, al ver conmovido el pueblo, confuso, bárbaro, desnaturalizado, enfurecido y loco en las máximas y perfidias... ¡Ay! Os hace decapitar... Al golpe del alfanje... ¡Ay! corre, se esparce la sangre... y ¡Oh fidelísima esposa de Jesús! Difunta vos en la tierra, vuela al cielo vuestro espíritu. ¡Qué triunfo! Adornada con las palmas de esposa, de Virgen de mártir... ¡Qué contento! qué dulzura! Oír aquel convite: entra Filomena, entra acompañada de los Ángeles; entra a disfrutar del gozo de Dios y santos: entra en la eterna bienaventuranza. Y vos exaltada con el premio correspondiente a vuestros méritos... ¡Oh Patrona mía! Pedid á Jesús, por medio de su Santísima Madre, que encienda en mi Corazón un deseo vehementísimo de llevar una vida santa, para poder poseer aquella gloria: allí, allí en compañía vuestra será completa mi felicidad, mi dicha.





DIA XL Y ÚLTIMO
ORACIÓN
¡Oh gloriosa en el cielo Santa Filomena! ¡Con qué acción de gracias podré yo corresponder a los beneficios, que tan generosa os habéis dignado hacerme en estos cuarenta días! Vos, amada esposa de Jesús, hija predilecta de María, iluminada con la luz de la gloria, y gozando de la visión beatífica de la Santísima Trinidad, tenéis en la mano las gracias de que necesitamos los devotos que os imploramos; porque si aquella divina Madre, con su Ángel S. Gabriel os amparó, y ayudó en el terrible martirio de que salisteis victoriosa, y Jesús os dio espíritu y fuerzas para aterrar, triunfando la barbarie de los tiranos, y sus máximas paganas; ¿qué harán ahora que glorificada gozáis de su compañía, exaltada, en el cielo con las coronas y palmas de Virgen, y mártir, y esposa triunfante? Al momento que intercedáis por mí al esposo Jesús por medio de María... sí, por medio de María Santísima ya habéis logrado de Jesús las luces, é inspiraciones, los toques interiores, los afectos de amor de Dios y de salvarme, el valor contra las pasiones, y contra los infernales enemigos, que a manera de llamas me rodean para tragarse mi alma: y por estos beneficios... ¡Oh Santa de mi corazón! ¡Oh perpetua Patrona mía! ¿Qué haré que os sea más agradable? ¡Ay! ¿queréis todo mi corazón? Aquí está. ¿Lo queréis todo para el esposo Jesús? aquí está. ¿Lo queréis todo para María? Aquí está. ¿Queréis que yo no viva en mí, sino en Dios?  que sea muerto al mundo, y que solo en mí viva Jesucristo ¡Ojalá que esta fuese mi dicha! Y ya que esta es la ofrenda que os es más agradable, aquí tenéis mi corazón, mi voluntad, que con el mayor afecto... ¡Oh Virgen Mártir Santa Filomena! Pedid a María Santísima que me alcance de su hijo Jesús un corazón puro, un espíritu recto, y un fervor que jamás se apague, aspirando siempre a más amor y perfección. Qué favor es este tan grande que de vos espero? ¡Ay! estaré preparado para ir al cielo, y en vuestra compañía y con la de los Ángeles y Santos cantar al Criador y a María Santísima las eternas alabanzas.


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