sábado, 16 de noviembre de 2019

VISITAS AL SACRAMENTO EN HONOR DE SAN JOSÉ



VISITAS A JESÚS SACRAMENTADO EN HONOR DE SAN JOSÉ


ACTO DE CONTRICIÓN.
(Para todos los días.)
Jesús, Padre amorosísimo, perdonadme mis muchos pecados, pues me duelo y me arrepiento de haberlos cometido. Detesto mis infinitas maldades que, privándome del cielo, me han hecho merecedor del infierno. Pero mucho más me arrepiento, porque pecando he despreciado a un Dios tan bueno, tan santo, tan amable y misericordioso como sois Vos. Tened piedad de mí, que resuelto estoy a morir antes que pecar. Amén.
Enamorado Jesús mío, y único amigo de mi alma, os visito con todo mi afecto en vuestro sacramento de amor; os adoro con todo mi corazón, os amo y os deseo con toda mi alma. Haced que yo os posea, y seré feliz, pues fuera de os nada quiero. Os adoro, oh sagrada Hostia, que sois pan vivo y alimento de los ángeles. Os adoro, Salvador mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo, y me pesa de haberos ofendido.


DOMINGO
Yo os adoro, divina Hostia, y reconozco en Vos al Verbo Eterno que se encarnó en el seno virginal de María.  ¡Oh! ¡quién me diera Jesús mío la viva fe, el profundo respeto y humildad con que os adoraba San José en aquella Arca Inmaculada de la nueva alianza, para rendiros así mis homenajes en este tabernáculo, donde os encontráis olvidado de los hombres. Uno mis pobres adoraciones a las de los ángeles y en especial a aquellas que os rendían María y José. Dignaos, buen Jesús, recibir este tributo de gratitud y bendecid a vuestro humilde siervo. Amén.



CONSAGRACIÓN Á MARIA SANTISIMA
Oh purísima Virgen María, madre de Dios y madre mía amantísima, centro de las delicias y complacencias del Altísimo, como la más-perfecta de todas sus obras, y el más fiel espejo de sus perfecciones divinas después de tu divino Hijo! ¿Qué gracias te daré Señora, por los inmensos favores y beneficios que por tu intercesión he recibido del cielo? ¡Cuántos años a que ardería yo quizá en el infierno, si no hubieses aplacado al supremo Juez irritado contra mí! A ti vengo, pues, Reina de cielos y tierra, después de Dios única esperanza y refugio del pecador en: este valle de lágrimas. A ti acudo, Madre piadosísima, para que me libres de los peligros que me rodean, y me protejas contra los encarnizados enemigos que me persiguen. No permitas que el infierno prevalezca contra un hijo tuyo, que, aunque indigno de este nombre, te invoca, y se acoge a la sombra de tu protección. Óyeme, acógeme, clementísima Señora; pues llorando mi ingratitud pasada y queriendo de hoy en adelante amarte con todo el afecto de mi corazón, te elijo por abogada, Reina y Madre mía, consagrándome perpetuamente a tu santo servicio. Pongo bajo tu amable imperio mis bienes, mi salud, mi corazón, mi alma, mis potencias, mis sentidos, mi vida, todo cuanto tengo y soy. Sé siempre mi amparo y mi defensa, oh Vir-gen poderosa, y en el terrible trance de la muerte, cuando el dragón infernal haga los mayores esfuerzos para tragarme, vuela a mi socorro, oh Madre amantísima, y alcánzame la perseverancia final. No me dejes un solo instante, hasta que feliz contigo cante tus glorias y las misericordias de tu Hijo en el cielo por toda la eternidad. Amén.


VISITA A SAN JOSÉ
Glorioso Patriarca, á Vos que sois el esposo castísimo de María, el padre virginal de Jesús, el siervo bueno y fiel a quien el Omnipotente confió el cuidado de su familia, á Vos ruego me acojáis bajo vuestra protección y amparo. No desechéis mis súplicas. Sed Vos mi guía, mi espejo y dechado en la escuela de la santidad; haced que ejecute todas mis acciones en unión de los corazones de Jesús y de María a mayor gloria de Dios: obtenedme un corazón puro y amor práctico de la vida interior: en fin, todas las gracias de que sabéis más necesito. Después de Jesús y de María Vos sois mi más seguro refugio y firme esperanza. No me abandonéis jamás, poderoso abogado mío; antes, como prenda de este constante patrocinio, dadme vuestra amorosa bendición. Amén.




LUNES
¡Oh Dios escondido! yo os contemplo en ese humilde tabernáculo, pobre y abandonado de los hombres como en el pesebre. Postrado a vuestros pies, con vuestra divina Madre y su santo esposo, os adoro y repito agradecido el cántico de los ángeles: ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, Sí, ¡gloria a aquel Dios que se dignó quedarse con nosotros, y paz a los hombres que encuentran en Jesús sacramentado todas sus delicias! Recibid, Señor, el sincero deseo que tengo de reparar con mi amor la fría indiferencia de los mortales, que os olvidan en nuestros tabernáculos como os desconocían en Belén. Ojalá que me fuese dado haceros compañía día y noche, y a vuestros pies exhalar mi último sus-piro. Amén.



MARTES
Oh Víctima santa, que quisisteis darnos una prueba de vuestro amor, derramando las primicias de vuestra sangre preciosa en la circuncisión, sangre divina, precio de nuestro res-cate, que todos los días se ofrece por nosotros sobre ese altar! ¡Ah, qué dolor tan intenso sentirían vuestra divina Madre, y José vuestro padre adoptivo, en esta dolorosa ceremonial ¡con cuánto respeto y amor adorarían esa sangre sagrada que ofrecían en sacrificio al Eterno Padre! Permitidme que también yo, a su ejemplo, presente al Señor esa Hostia inmaculada para aplacar su justicia irritada por nuestros pecados y atraer sobre nosotros su divina misericordia. Amén.



MIÉRCOLES
¡Hostia inmaculada, divino Jesús! Ahí en ese altar os ofrecéis a vuestro Padre, como cuando tierno niño fuisteis presentado en el templo por María y José. Ahora, como entonces, vuestro sublime sacrificio es ignorado de los mundanos, quienes ni piensan siquiera en agradeceros tanto amor. ¡Oh! si pudiera yo apropiarme los tiernos afectos del venerable Si-meón, cuando estrechándoos en sus brazos exclamaba: «Ahora, Señor, dejad descansar en paz a vuestro siervo» .... manifestando así que nada tenía ya que desear en este mundo después de haber visto a su Salvador; y yo, teniéndoos en este sacramento, ¿qué puedo desear sino descansar en paz a vuestros pies y ahí ser consumido por el mismo fuego que os abrasa? ¡Cuán feliz sería yo, si inflamado en vuestro amor pudiera unir el sacrificio de todo mi ser al vuestro con la perfección con que lo hicieron vuestra Madre santísima y San José!  ¡Ah! como ellos yo os ofrezco mi corazón; aceptadlo, Jesús mío, para que, oculto en el vuestro, no se separe jamás de Vos. Amén.



JUEVES
¡Divino Jesús, que en ese altar estáis solitario por mi amor! ¡Ah, también ahora vuestros enemigos, como en vuestra infancia, os persiguen para haceros morir! Mas entonces teníais a vuestro lado un tierno padre, un custodio vigilante que os sustrajo de la tiranía de Herodes; ahora os encontráis en este santuario expuesto al furor de los hombres impíos é ingratos que os ultrajan. ¡Quién me diera la solicitud de vuestro padre adoptivo para libraros de estas injurias! ¡Oh dulce dueño mío! quiero como San José ocultaros, no en Egipto, sino en mi corazón; pero quizá este corazón es más árido y estéril que los arenales de vuestro destierro. Venid, sin embargo, y con vuestras lágrimas y sangre fertilizad esta tierra ingrata para que produzca las flores de virtudes que os recrean. ¡María, mi dulce Madre prestadme vuestro corazón inmaculado para que sirva de tabernáculo a mi Jesús; allí estará al abrigo de la rabia de sus perseguidores! Yo quiero permanecer junto a Jesús con Vos y con vuestro santo esposo para presentarle el humilde tributo de mis adoraciones.



VIERNES
¡Oh amantísimo Cordero! en este sacramento, como en vuestra vida mortal, os dejáis conducir por vuestros ministros sin la menor resistencia. ¡Con cuánto gozo os traían María y José de Egipto á Judea! Mas el temor de exponeros a nuevas persecuciones, turbó sus amantes corazones, y José inspirado por Dios os llevó a Nazaret. Haced que yo sepa huir con todo cuidado las ocasiones de ofenderos, y que venga ante vuestro tabernáculo a aprender las lecciones de vida que enseña vuestro Corazón adorable, como lo hacían vuestros felicísimos padres en la pacífica morada de Nazaret ¡Oh dichoso José! teniendo en vuestra pobre casa el tesoro del cielo, vuestros deseos estaban satisfechos. ¡Qué gozo tan puro inundaba vuestra alma al escuchar las palabras dé la Sabiduría eterna y de la Virgen inmaculada! ¡Con cuánta fidelidad seguíais sus enseñanzas y ejemplos! y vuestro corazón ardiendo cada día más en el amor divino, no vivía sino para Jesús y María, consagrándoles sin reserva todo vuestro ser. Alcanzadme, amable santo, que también yo viva sólo para los sagrados Corazones y que, dócil a las divinas enseñanzas, encuentre mis delicias a los pies de Jesús sacramentado. Amén.



SÁBADO
Aquí me tenéis, Señor, fatigado bajo el enorme peso de mis miserias. ¡Ah! lejos de Vos, todo es amargura y muerte. Nada hay en el mundo que pueda saciar mi corazón. ¡Qué mar inmenso de amargura inundaría el Corazón de vuestra tierna Madre y el de su santo esposo, cuando os perdieron por tres días! Sólo Vos, Señor, habéis podido medir ese océano de dolor. Bendita Madre, Vos y vuestro casto esposo, perdisteis a vuestro Hijo sin culpa vuestra, ¡y aun así vuestra angustia fue incalculable! Obtenedme por vuestra amargura que jamás pierda a mi dulce Dueño por el pecado, y, si por mi flaqueza alguna vez lo pierdo, que a vuestro ejemplo lo busque sin tardanza por el arrepentimiento.  Sí, mi divino Salvador, cuándo mis infidelidades os hayan alejado de mí, vendré presuroso a vuestra casa santa, seguro de encontraros lleno de clemencia en este tabernáculo, trono de vuestra misericordia, desde el cual, junto con el perdón, me daréis la gracia de no separarme jamás de Vos. Amén.



CONCLUSIÓN DEL DÍA CONSAGRADO
A SAN JOSÉ
ORACIÓN
¡Oh santo Patriarca José, cuya bondad y poder son tan señalados! ya que me he consagrado á vuestro culto de un modo particular, no puedo menos de dirigiros, con todo el fervor de que soy capaz, los más humildes y encarecidos ruegos. Os pido en primer lugar por la Iglesia y el Sumo Pontífice, para que les protejáis siempre de una manera visible, y hagáis que confundidos sus enemigos vengan al conocimiento y arrepentimiento de sus errores. Os pido también por cuantos se hallan unidos conmigo por relaciones de parentesco y amistad, para que sean lazos santos los que nos unan, y una correspondencia exenta de toda culpa la que estreche estos lazos. A mis hermanos los asociados a esta devoción bendecidles, dulce protector nuestro, con aquellas bendiciones que cada uno haya menester en la situación o peligro en que pueda encontrarse. Y a mí, que soy tan pobrecito, alcanzadme de Jesús y María lo que sabéis que más necesito, para cumplir religiosamente mis deberes de familia y del cargo o destino en que Dios me ha colocado; y sobre todo para ser un perfecto cristiano, exacto cumplidor de la ley de Jesucristo y de los preceptos de la Iglesia, ardiente devoto vuestro y propagador de vuestro culto. Amén.




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