VISITAS A JESÚS SACRAMENTADO EN HONOR DE SAN JOSÉ
ACTO DE CONTRICIÓN.
(Para todos los días.)
Jesús,
Padre amorosísimo, perdonadme mis muchos pecados, pues me duelo y me arrepiento
de haberlos cometido. Detesto mis infinitas maldades que, privándome del cielo,
me han hecho merecedor del infierno. Pero mucho más me arrepiento, porque
pecando he despreciado a un Dios tan bueno, tan santo, tan amable y
misericordioso como sois Vos. Tened piedad de mí, que resuelto estoy a morir
antes que pecar. Amén.
Enamorado
Jesús mío, y único amigo de mi alma, os visito con todo mi afecto en vuestro
sacramento de amor; os adoro con todo mi corazón, os amo y os deseo con toda mi
alma. Haced que yo os posea, y seré feliz, pues fuera de os nada quiero. Os
adoro, oh sagrada Hostia, que sois pan vivo y alimento de los ángeles. Os
adoro, Salvador mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo, y me pesa de
haberos ofendido.
DOMINGO
Yo
os adoro, divina Hostia, y reconozco en Vos al Verbo Eterno que se encarnó en
el seno virginal de María. ¡Oh! ¡quién
me diera Jesús mío la viva fe, el profundo respeto y humildad con que os
adoraba San José en aquella Arca Inmaculada de la nueva alianza, para rendiros
así mis homenajes en este tabernáculo, donde os encontráis olvidado de los
hombres. Uno mis pobres adoraciones a las de los ángeles y en especial a
aquellas que os rendían María y José. Dignaos, buen Jesús, recibir este tributo
de gratitud y bendecid a vuestro humilde siervo. Amén.
CONSAGRACIÓN Á MARIA SANTISIMA
Oh
purísima Virgen María, madre de Dios y madre mía amantísima, centro de las delicias
y complacencias del Altísimo, como la más-perfecta de todas sus obras, y el más
fiel espejo de sus perfecciones divinas después de tu divino Hijo! ¿Qué gracias
te daré Señora, por los inmensos favores y beneficios que por tu intercesión he
recibido del cielo? ¡Cuántos años a que ardería yo quizá en el infierno, si no
hubieses aplacado al supremo Juez irritado contra mí! A ti vengo, pues, Reina
de cielos y tierra, después de Dios única esperanza y refugio del pecador en: este
valle de lágrimas. A ti acudo, Madre piadosísima, para que me libres de los
peligros que me rodean, y me protejas contra los encarnizados enemigos que me
persiguen. No permitas que el infierno prevalezca contra un hijo tuyo, que,
aunque indigno de este nombre, te invoca, y se acoge a la sombra de tu
protección. Óyeme, acógeme, clementísima Señora; pues llorando mi ingratitud
pasada y queriendo de hoy en adelante amarte con todo el afecto de mi corazón,
te elijo por abogada, Reina y Madre mía, consagrándome perpetuamente a tu santo
servicio. Pongo bajo tu amable imperio mis bienes, mi salud, mi corazón, mi
alma, mis potencias, mis sentidos, mi vida, todo cuanto tengo y soy. Sé siempre
mi amparo y mi defensa, oh Vir-gen poderosa, y en el terrible trance de la
muerte, cuando el dragón infernal haga los mayores esfuerzos para tragarme,
vuela a mi socorro, oh Madre amantísima, y alcánzame la perseverancia final. No
me dejes un solo instante, hasta que feliz contigo cante tus glorias y las
misericordias de tu Hijo en el cielo por toda la eternidad. Amén.
VISITA A SAN JOSÉ
Glorioso
Patriarca, á Vos que sois el esposo castísimo de María, el padre virginal de Jesús,
el siervo bueno y fiel a quien el Omnipotente confió el cuidado de su familia,
á Vos ruego me acojáis bajo vuestra protección y amparo. No desechéis mis
súplicas. Sed Vos mi guía, mi espejo y dechado en la escuela de la santidad; haced
que ejecute todas mis acciones en unión de los corazones de Jesús y de María a
mayor gloria de Dios: obtenedme un corazón puro y amor práctico de la vida
interior: en fin, todas las gracias de que sabéis más necesito. Después de
Jesús y de María Vos sois mi más seguro refugio y firme esperanza. No me abandonéis
jamás, poderoso abogado mío; antes, como prenda de este constante patrocinio,
dadme vuestra amorosa bendición. Amén.
LUNES
¡Oh
Dios escondido! yo os contemplo en ese humilde tabernáculo, pobre y abandonado de
los hombres como en el pesebre. Postrado a vuestros pies, con vuestra divina
Madre y su santo esposo, os adoro y repito agradecido el cántico de los ángeles:
¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena
voluntad, Sí, ¡gloria a aquel Dios que se dignó quedarse con nosotros, y paz a
los hombres que encuentran en Jesús sacramentado todas sus delicias! Recibid,
Señor, el sincero deseo que tengo de reparar con mi amor la fría indiferencia
de los mortales, que os olvidan en nuestros tabernáculos como os desconocían en
Belén. Ojalá que me fuese dado haceros compañía día y noche, y a vuestros pies
exhalar mi último sus-piro. Amén.
MARTES
Oh
Víctima santa, que quisisteis darnos una prueba de vuestro amor, derramando las
primicias de vuestra sangre preciosa en la circuncisión, sangre divina, precio
de nuestro res-cate, que todos los días se ofrece por nosotros sobre ese altar!
¡Ah, qué dolor tan intenso sentirían vuestra divina Madre, y José vuestro padre
adoptivo, en esta dolorosa ceremonial ¡con cuánto respeto y amor adorarían esa
sangre sagrada que ofrecían en sacrificio al Eterno Padre! Permitidme que
también yo, a su ejemplo, presente al Señor esa Hostia inmaculada para aplacar
su justicia irritada por nuestros pecados y atraer sobre nosotros su divina misericordia.
Amén.
MIÉRCOLES
¡Hostia
inmaculada, divino Jesús! Ahí en ese altar os ofrecéis a vuestro Padre, como
cuando tierno niño fuisteis presentado en el templo por María y José. Ahora,
como entonces, vuestro sublime sacrificio es ignorado de los mundanos, quienes
ni piensan siquiera en agradeceros tanto amor. ¡Oh! si pudiera yo apropiarme
los tiernos afectos del venerable Si-meón, cuando estrechándoos en sus brazos
exclamaba: «Ahora, Señor, dejad descansar en paz a vuestro siervo» ....
manifestando así que nada tenía ya que desear en este mundo después de haber
visto a su Salvador; y yo, teniéndoos en este sacramento, ¿qué puedo desear
sino descansar en paz a vuestros pies y ahí ser consumido por el mismo fuego
que os abrasa? ¡Cuán feliz sería yo, si inflamado en vuestro amor pudiera unir
el sacrificio de todo mi ser al vuestro con la perfección con que lo hicieron
vuestra Madre santísima y San José! ¡Ah!
como ellos yo os ofrezco mi corazón; aceptadlo, Jesús mío, para que, oculto en
el vuestro, no se separe jamás de Vos. Amén.
JUEVES
¡Divino
Jesús, que en ese altar estáis solitario por mi amor! ¡Ah, también ahora vuestros
enemigos, como en vuestra infancia, os persiguen para haceros morir! Mas
entonces teníais a vuestro lado un tierno padre, un custodio vigilante que os
sustrajo de la tiranía de Herodes; ahora os encontráis en este santuario
expuesto al furor de los hombres impíos é ingratos que os ultrajan. ¡Quién me
diera la solicitud de vuestro padre adoptivo para libraros de estas injurias! ¡Oh
dulce dueño mío! quiero como San José ocultaros, no en Egipto, sino en mi
corazón; pero quizá este corazón es más árido y estéril que los arenales de
vuestro destierro. Venid, sin embargo, y con vuestras lágrimas y sangre
fertilizad esta tierra ingrata para que produzca las flores de virtudes que os
recrean. ¡María, mi dulce Madre prestadme vuestro corazón inmaculado para que
sirva de tabernáculo a mi Jesús; allí estará al abrigo de la rabia de sus
perseguidores! Yo quiero permanecer junto a Jesús con Vos y con vuestro santo
esposo para presentarle el humilde tributo de mis adoraciones.
VIERNES
¡Oh
amantísimo Cordero! en este sacramento, como en vuestra vida mortal, os dejáis
conducir por vuestros ministros sin la menor resistencia. ¡Con cuánto gozo os
traían María y José de Egipto á Judea! Mas el temor de exponeros a nuevas
persecuciones, turbó sus amantes corazones, y José inspirado por Dios os llevó a
Nazaret. Haced que yo sepa huir con todo cuidado las ocasiones de ofenderos, y
que venga ante vuestro tabernáculo a aprender las lecciones de vida que enseña
vuestro Corazón adorable, como lo hacían vuestros felicísimos padres en la
pacífica morada de Nazaret ¡Oh dichoso José! teniendo en vuestra pobre casa el
tesoro del cielo, vuestros deseos estaban satisfechos. ¡Qué gozo tan puro
inundaba vuestra alma al escuchar las palabras dé la Sabiduría eterna y de la
Virgen inmaculada! ¡Con cuánta fidelidad seguíais sus enseñanzas y ejemplos! y vuestro
corazón ardiendo cada día más en el amor divino, no vivía sino para Jesús y
María, consagrándoles sin reserva todo vuestro ser. Alcanzadme, amable santo,
que también yo viva sólo para los sagrados Corazones y que, dócil a las divinas
enseñanzas, encuentre mis delicias a los pies de Jesús sacramentado. Amén.
SÁBADO
Aquí
me tenéis, Señor, fatigado bajo el enorme peso de mis miserias. ¡Ah! lejos de
Vos, todo es amargura y muerte. Nada hay en el mundo que pueda saciar mi
corazón. ¡Qué mar inmenso de amargura inundaría el Corazón de vuestra tierna
Madre y el de su santo esposo, cuando os perdieron por tres días! Sólo Vos,
Señor, habéis podido medir ese océano de dolor. Bendita Madre, Vos y vuestro casto
esposo, perdisteis a vuestro Hijo sin culpa vuestra, ¡y aun así vuestra
angustia fue incalculable! Obtenedme por vuestra amargura que jamás pierda a mi
dulce Dueño por el pecado, y, si por mi flaqueza alguna vez lo pierdo, que a
vuestro ejemplo lo busque sin tardanza por el arrepentimiento. Sí, mi divino Salvador, cuándo mis infidelidades
os hayan alejado de mí, vendré presuroso a vuestra casa santa, seguro de encontraros
lleno de clemencia en este tabernáculo, trono de vuestra misericordia, desde el
cual, junto con el perdón, me daréis la gracia de no separarme jamás de Vos.
Amén.
CONCLUSIÓN DEL DÍA CONSAGRADO
A SAN JOSÉ
ORACIÓN
¡Oh
santo Patriarca José, cuya bondad y poder son tan señalados! ya que me he consagrado
á vuestro culto de un modo particular, no puedo menos de dirigiros, con todo el
fervor de que soy capaz, los más humildes y encarecidos ruegos. Os pido en
primer lugar por la Iglesia y el Sumo Pontífice, para que les protejáis siempre
de una manera visible, y hagáis que confundidos sus enemigos vengan al conocimiento
y arrepentimiento de sus errores. Os pido también por cuantos se hallan unidos
conmigo por relaciones de parentesco y amistad, para que sean lazos santos los
que nos unan, y una correspondencia exenta de toda culpa la que estreche estos
lazos. A mis hermanos los asociados a esta devoción bendecidles, dulce
protector nuestro, con aquellas bendiciones que cada uno haya menester en la
situación o peligro en que pueda encontrarse. Y a mí, que soy tan pobrecito,
alcanzadme de Jesús y María lo que sabéis que más necesito, para cumplir
religiosamente mis deberes de familia y del cargo o destino en que Dios me ha
colocado; y sobre todo para ser un perfecto cristiano, exacto cumplidor de la
ley de Jesucristo y de los preceptos de la Iglesia, ardiente devoto vuestro y
propagador de vuestro culto. Amén.
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