sábado, 16 de noviembre de 2019

BENDICIONES AL SEÑOR SAN JOSÉ







BENDICIONES AFECTUOSAS AL DICHOSO PATRIARCA SAN JOSÉ
Para felicitarle en las fiestas de Navidad y otras de la infancia de Jesús.


 Oh glorioso Patriarca San José! sean una y, mil veces benditos esos ojos purísimos que con tanto deleite se recrearon contemplando el rostro del Hijo de Dios, hecho hombre por la salvación de mi alma.
Padre nuestro…

Oh glorioso Patriarca San José! sean una y mil veces benditos esos dichosísimos labios que con gozo y amor inexplicable imprimieron tiernos ósculos en el Hijo de Dios, hecho niño por la salvación de mi alma.
Padre nuestro...

Oh glorioso Patriarca San José! sea una y mil veces bendita esa lengua santísima, que sin cesar alabó y llamó hijo querido al Hijo de Dios, hecho hombre por la salvación de mi alma.
Padre nuestro...

Oh glorioso Patriarca San José! sean una y mil veces benditos esos dichosísimos brazos que llevaron, abrazaron y tiernamente estrecha-ron al Hijo de Dios, hecho niño por la salvación de mi alma.
Padre nuestro...

Oh glorioso Patriarca San José! sean una y mil veces benditas esas amorosas manos que acariciaron y cuidadosamente sirvieron al Hijo de Dios, hecho hombre por la salvación de mi alma.
Padre nuestro...

Oh glorioso Patriarca San José! sean una y mil veces benditos esos hombros afortunados en donde apoyando la frente reposó y durmió dulcemente el Hijo de Dios, hecho niño por la salvación de mi alma.
Padre nuestro...

¡Oh glorioso Patriarca San José! sean una y mil veces benditos esos oídos castísimos que con tanta frecuencia oyeron el dulce nombre de padre de la boca del Hijo de Dios, hecho hombre por la salvación de mi alma.
Padre nuestro...

ORACIÓN
Patriarca felicísimo, José venturoso, abogado fidelísimo de los mortales, José santo, José justo, José inocente, José gloriosísimo, ¡quién me concediera tener siempre en los labios tu santo nombre, é invocarlo con aquel respeto, con aquel puro amor, con aquella gracia con que lo invocaba María santísima, tu esposa! Acuérdate, José mío, de aquella prontitud con que acudías a oír a tu esposa cuando te llamaba, y date prisa a venir en mi socorro, y ampararme en la mayor necesidad, en las tremendas angustias de mi muerte-: ahuyenta al demonio, y haz que, invocando a Jesús, a María y a ti, José mío, alcance mi eterna felicidad. Amén.



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