BENDICIONES AFECTUOSAS AL DICHOSO
PATRIARCA SAN JOSÉ
Para
felicitarle en las fiestas de Navidad y otras de la infancia de Jesús.
Oh glorioso Patriarca San José! sean una y,
mil veces benditos esos ojos purísimos que con tanto deleite se recrearon
contemplando el rostro del Hijo de Dios, hecho hombre por la salvación de mi
alma.
Padre
nuestro…
Oh
glorioso Patriarca San José! sean una y mil veces benditos esos dichosísimos
labios que con gozo y amor inexplicable imprimieron tiernos ósculos en el Hijo
de Dios, hecho niño por la salvación de mi alma.
Padre
nuestro...
Oh
glorioso Patriarca San José! sea una y mil veces bendita esa lengua santísima,
que sin cesar alabó y llamó hijo querido al Hijo de Dios, hecho hombre por la
salvación de mi alma.
Padre
nuestro...
Oh
glorioso Patriarca San José! sean una y mil veces benditos esos dichosísimos
brazos que llevaron, abrazaron y tiernamente estrecha-ron al Hijo de Dios,
hecho niño por la salvación de mi alma.
Padre
nuestro...
Oh
glorioso Patriarca San José! sean una y mil veces benditas esas amorosas manos
que acariciaron y cuidadosamente sirvieron al Hijo de Dios, hecho hombre por la
salvación de mi alma.
Padre
nuestro...
Oh
glorioso Patriarca San José! sean una y mil veces benditos esos hombros
afortunados en donde apoyando la frente reposó y durmió dulcemente el Hijo de
Dios, hecho niño por la salvación de mi alma.
Padre
nuestro...
¡Oh
glorioso Patriarca San José! sean una y mil veces benditos esos oídos
castísimos que con tanta frecuencia oyeron el dulce nombre de padre de la boca
del Hijo de Dios, hecho hombre por la salvación de mi alma.
Padre
nuestro...
ORACIÓN
Patriarca
felicísimo, José venturoso, abogado fidelísimo de los mortales, José santo,
José justo, José inocente, José gloriosísimo, ¡quién me concediera tener
siempre en los labios tu santo nombre, é invocarlo con aquel respeto, con aquel
puro amor, con aquella gracia con que lo invocaba María santísima, tu esposa!
Acuérdate, José mío, de aquella prontitud con que acudías a oír a tu esposa
cuando te llamaba, y date prisa a venir en mi socorro, y ampararme en la mayor
necesidad, en las tremendas angustias de mi muerte-: ahuyenta al demonio, y haz
que, invocando a Jesús, a María y a ti, José mío, alcance mi eterna felicidad.
Amén.
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