10.
EL RIACHUELO DEL PARAISO
Cuando
Dios quiso preparar un espectáculo que suministrase una idea de su
omnipotencia, se sentó entre las tinieblas de la nada, llamó a la tierra y al
cielo, y el cielo y la tierra aparecieron. Cuando quiso presentar una imagen de
su inmensidad, con una mano separó la multitud de las aguas, y con la otra la
magnífica bóveda de los cielos. Cuando quiso ofrecernos una muestra de su
majestad, sembró de innumerables estrellas el firmamento, para que sirviesen como
de guirnaldas a su eterno trono. Pero cuando quiso darnos una idea de su
complacencia y de su amor, entonces fue cuando crió un cristalino arroyo en el Edén,
y reservó para la plenitud de los tiempos a la más pura de las vírgenes. ¿Qué
hubiera sido el jardín del paraíso sin una corriente de agua que le refrescase
suavemente? Y en las orillas de aquel riachuelo, matizadas de flores,
encontraban los animales de la tierra los pastos más suculentos y agradables, y
las aves que surcaban los aires acudían allí á refrigerarse y gorjear sus cánticos
inocentes; y allí, en fin, era en donde una vegetación exuberante ofrecía al
hombre todos los frutos de la tierra. Muchas son en verdad las bellezas que a
la humana contemplación hubiera podido ofrecer la superficie del universo, pero
de una manera enteramente diferente. La variedad de un 0céano, ora quieto y
tranquilo en medio de la inmensidad de sus olas, ora tempestuoso y embravecido,
en donde unas veces se descubre un fondo de menuda arena, y otras bancos y
escollos de diferente naturaleza; un desierto interminable en donde no se
encuentra más que abrasada arena, sin agua y sin señal de vegetación; los
frondosos é impenetrables bosques, y otras mil y mil bellezas que no escasean
en las obras de Dios, hubieran sido suficientes para confundir y anonadar al
hombre, mas no para conmoverle y excitar los más dulces sentimientos de su corazón.
Sólo las apacibles olas de un riachuelo, en cuyas márgenes se concentra la más deliciosa
variedad de la naturaleza, eran las únicas formadas para invitar al hombre a un
plácido reposo. Y sólo las olas del riachuelo de Edén eran a las que la
afortunada e inocente, pareja acudía con preferencia a cualquiera otro sitio, a
unir sus voces a las de todo lo criado, para entonar un himno de reconocimiento
a la bondad del Excelso. Pero la tierra, o no vió ese espectáculo de consuelo, o
si le vió, fue demasiado breve para poder gozar de él. Hallábase establecido en
los eternos decretos, que el
único
arroyuelo de la mansión de la inocencia fuese una figura de aquella única
inmaculada que Dios preparaba al nuevo Edén de la gracia. Y del paraíso eterno,
en donde había sido criada pura y sin mancha, salió María como un arroyuelo
limpio y trasparente de la fuente de agua viva, que es Jesucristo, y en torno
de ella nacen las flores más bellas de la virtud, los efluvios más dulces de
los dones supremos para consolar y fortalecer a los regenerados hijos de Adán.
Y en derredor suyo los Ángeles suspenden su vuelo para cantar las alabanzas de
la Madre de Dios. Y en derredor suyo los pueblos, asombrados con la imagen de
una Madre divina, que... reúne en su persona los sentimientos más dulces de la
naturaleza y de la gracia, sienten conmoverse su corazón con desusada delicia. ¿Qué
hubiera sido la Iglesia sin la Virgen inmaculada? Una inconcebible confortación
nos ha dado Dios en sí mismo, revistiéndose de nuestra propia carne; mas ¿por
qué es el más amable de los hijos de los hombres, sino porque se dignó hacerse
el hijo de María? Si hacemos abstracción por un momento de esta admirable filiación,
¡qué viene a quedar sino un Dios infinitamente distante de nosotros, con su sorprendente
omnipotencia y con su eterna misericordia, que no le impiden el empuñar la espada
y herirnos con los golpes de su eterna justicia!...
CANTICO
Como el ciervo acude a la orilla de las aguas,
así mi alma acude a vos, oh inmaculada María.
Mi alma tiene sed de vos, Virgen inmaculada, ¿cuándo
compareceré ante vuestra presencia?
Las lágrimas son mi sustento día y noche; y
sin cesar repito, ¿en dónde está la Inmaculada mía?
¿Dónde está la hermosísima de la más pura
belleza, el alimento inmaculado que salió del
paraíso?
Me acercaré con júbilo a las aguas de la salud; a las
aguas vivas que salieron de la fuente
del Salvador.
Con ellas me lavaré; con ellas rociaré mi cabeza, y mi
alma recibirá nuevo vigor.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
que preservó inmaculada a María, por los siglos de los
siglos. Amén.
ORACION
¡Cuán
dulce es el vigor que me comunicáis, oh inmaculada María! ¡Con cuánta dulzura
resuena vuestro nombre en mi corazón, ya le invoqué en medio de las
aflicciones, ya le pronuncié en los trasportes de la alegría! Si de lo profundo
de mi nada vuelvo mis ojos al Señor presta atento oído a mis ruegos, pero la majestad
de su ser divino me confunde, y mi valor se disminuye en el momento del
peligro. Desde el abismo de la iniquidad me elevo a pedir misericordia a mi
Salvador, que murió por amor mío; pero el pensamiento de que será mi severo
juez en el día de la tremenda ira, me desalienta, me abate y me postra otra vez
entierra. Sólo en vos, María, por una piadosa disposición de Dios, encuentra mi
alma la plenitud de la fortaleza; y sólo en vos hallo, sin terroríficos
recuerdos, toda la dulzura de la divina misericordia. En vos la complaciente
bondad de un alma pura, en vos el tierno amor de un corazón inmaculado, en vos,
el amable poder de la Madre sin mancilla de un Dios... Cuántas veces en la
soledad de mi espíritu con centro mi pensamiento en vos, y siento reemplazarse
toda aflicción terrena, todo gozo del tiempo, por una emanación del paraíso... emanación
dulcísima, que difundiéndose con vuestra imagen, parece que quiere decirme: yo
te lleno de delicias el camino del cielo, ¡Ah, cuándo os veré...
Tres
Ave Marías.
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